martes, 17 de marzo de 2015

ESCRITO II CONOCIMIENTO.- LA OPORTUNIDAD



ESCRITO II CONOCIMIENTO.- LA OPORTUNIDAD
Ensimismado en mis pensamientos no me percaté de la
presencia de un extraño junto al auto.
«El camino del Corazón… —escuché. Era la voz inconfundible
del Maestro.
¡Qué diferente sería todo si hiciéramos caso a aquello que
nuestro corazón, nuestra alma, desea manifestarnos! ¡Qué
testarudos somos y cuántas veces hacemos oídos sordos a su voz!
Una voz que nos susurra en sueños, en la sonrisa de un niño, en la
mirada de quien te encuentras en la calle, en el saludo de quien
no te conoce; en quien con amor te dice: ¡cuidado! para que no
sufras, y aún en la enfermedad y la muerte. La voz no deja de
hablarnos nunca y a pesar de ello cada vez la escuchamos menos.
Mi voz —continuó— clamó en el desierto: “¡Padre, ayúdame a
comprender! ¡Guíame en la oscuridad de la noche! ¡Hazme un
instrumento útil en la realización de tu Propósito! ¡Me faltan las
fuerzas!”

Llegué a sentirme hundido —aseveró—, abandonado, incapaz de
poder cumplir con mi promesa. Mas su respuesta no llegaba.
Vagué días sin alimento. Creí desfallecer por momentos, nada de
lo aprendido parecía sacarme de esta inquietud. Sentí la muerte
cercana…
Pero mi Padre me necesitaba vacío y así me encontró. De Él,
entonces, brotaron estas palabras: “Ahora ya estás preparado,
limpio y puro. Puedes comenzar a compartir con tus hermanas y
hermanos el Amor y la Sabiduría que habita en ti, que eres tú,
que Soy Yo”.

Es necesario que llegue la noche más oscura para poder apreciar
con todo su poder la luz del alba que nos iluminará por siempre.
Al igual que Él me envió en otro tiempo, junto con aquellos a
quienes llamó y respondieron a su solicitud afirmativamente, hoy
son miles quienes aceptan su llamamiento.
La Voz ha de escucharse alta y clara en todas las lenguas y en
cada rincón de la Tierra que nos acoge con amor, más allá de los
límites estrechos de vuestras religiones, y dentro de cada una de
ellas. No hay nada que abolir, simplemente transmutar vuestro
ser, permitir a la Vida que crezca nuevamente en vosotros;
convertiros en quienes realmente sois: Hijas e Hijos del Padre por
derecho propio desde aún antes de la Creación.

Es la respuesta de nuestro Padre a las súplicas de millones de sus
Hijas e Hijos, de aquellos que se encuentran en la más absoluta
soledad, cansados de sufrimiento y angustia, deseosos de vivir en
paz. Pasó el tiempo de la niñez, mas estando aún en plena
adolescencia, ya sois capaces de dar pasos por vosotros mismos
como adultos.
Hoy las vestiduras son diferentes. Buscadme, buscadnos en el
compañero de trabajo; en la madre, el esposo; en el ateo, el
creyente; el científico, el religioso; bajo todos los ropajes
imaginables.
¡Escuchadles!, pues Soy Yo quien habla a través de ellos.
¡No les sigáis! Seguid únicamente la dirección de sus dedos que
señalan a vuestro Corazón, a vuestra Alma, a vuestro Espíritu.
Yo, el Maestro, ―a quien llamáis el Cristo de los cristianos, el
Imán Madi de los musulmanes, Maitreya para los budistas, el
Mesías para los judíos, Wanekía para el pueblo indio, el Amor
para los amantes y la Sabiduría para los científicos―, estoy entre
vosotros visible para los limpios de corazón.
¡Escuchadles! ¡Por sus frutos les conoceréis! ¡No deis la espalda
a la oportunidad que tenéis! ¡No dejéis que sus vestiduras se
vuelvan negras por vuestra ceguera y ved en sus ojos limpios, los
míos!

Os pido que sigáis cada uno con vuestra vida. Hacedlo todo con
amor. Situaos los últimos, aparentemente nada cambiará en el
exterior, será en vuestro interior donde primero lo notaréis, lo
demás lo tendréis por añadidura.
¡Compartid! ¡Amad!
No es tiempo de una fe superficial. Veréis y creeréis. El Cielo y
la Tierra se han aliado para que así sea. »
Escuchaba sin pestañear, su sola presencia era para mí todo un
acontecimiento. Sin embargo su Ser emanaba simplicidad,
convirtiéndole en el mejor amigo que uno pueda tener, con quien
todo era confianza y naturalidad. No era amigo de ceremonias
sino de abrazos espontáneos y de este modo se despidió de mí
señalándome el valle del Jordán…

EL ANCIANO JUAN

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