martes, 17 de marzo de 2015

ESCRITO I LA VOLUNTAD .- LA VOZ



ESCRITO I LA VOLUNTAD .- LA VOZ
Una Voz resonaba en mi interior:
— ¡Despierta! ¡Sal de tu casa! ¡No estás soñando!
Miré a mi alrededor, no había nadie, aun así aturdido respondí:
— ¿Ahora? ¡Aún es de noche!
La Voz siguió:
— ¡La semilla que plantaste en tu jardín ha crecido lo suficiente
para dejar ver su hermosura, sal a verla!
A medio despabilar, abrí la puerta, salí, bajé unos escalones y
me encontré en medio del jardín. No veía nada fuera de lo normal
por más que miraba a mi alrededor, algunos arbustos y un ciprés
dejando entrever la luna llena en medio del infinito.
La Voz continuó:

—Como siempre, andas un poco despistado, no es con los ojos
físicos con los que has de mirar, son los del alma los que debes
usar, mantente un momento en silencio, agudiza un poco el oído y
escucha.
Así lo hice, lentamente mi respiración era más pausada, aparte
de ello todo era silencio. Pensé: “no escucho nada”.
La Voz me dijo:
— ¿Estás seguro que no oyes nada?
Volví a “mi” silencio. Escuché entonces los latidos de mi
corazón, al principio agitados, aunque la calma no tardó en llegar.

Acabé cerrando los ojos sentado en un banco. Los minutos
pasaban, o eso me parecía a mí.
Una música muy suave, un sonido indescriptible pero hermoso
me puso el bello de punta. Me pareció que todo se movía a mi
alrededor, al instante me encontré en pie… ¡frente a mi mismo!
No podía creer lo que estaba viendo, ahí estaba yo, sentado con
los ojos cerrados y a la vez en pie, creía que me estaba volviendo
loco. Y de pronto volví a escuchar la misma melodía, me serené
sin saber cómo.
La Voz, que esta vez parecía provenir de todas partes, la volví a
escuchar diciendo:
«Ya es hora que veas el ser en que te has convertido, has tardado
“unos pocos milenios”, pero ha merecido la pena la espera.
Pasaste penurias, sufrimientos, también momentos alegres e
inolvidables, todos ellos te fueron moldeando y han hecho, has
hecho de ti quien hoy eres. Lo debes a tu esfuerzo y abnegación,
los que te acompañaron y acompañaste, están muy contentos.
Hoy el cielo canta una canción, la tuya, la del ritmo de tu
corazón sonando en armonía junto a miles, millones de hijos de
Dios.
Hoy ha nacido un hijo del Espíritu.
¡Empieza a caminar!»


EL ANCIANO JUAN

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