sábado, 18 de junio de 2016

Tú sabes volar. (Francesco)


Francesco
Tú sabes volar.


Por qué caerse y arrastrar las alas cuando podemos tener tanto Cielo arriba.

Si miraras hacia atrás, podrías darte cuenta de cuánto pudiste desplazarte.

Mientras tanto, en la casa de Camila...

Camila estaba muerta de sueño preparando su conferencia para su congreso.

Después de acostar a sus niñas e irse a dormir pensó en Agustín y apenas se acostó, soñó con el encuentro del aeropuerto.

Quizás lo encuentre, se dijo unos minutos antes de despertarse totalmente.

Esa mañana se dispuso a llamar por teléfono a su querida amiga Xóchilí y le comentó el sueño que había tenido.

Su querida amiga no dudó en darle ánimo y un poco en broma y un poco en serio le volvió a decir: el amor no se busca, el amor aparece pero ayuda a Cupido, amiga.

—Cuéntame cómo está tu familia —le dijo Camila a su amiga un poco cambiado de tema.

—Muy bien —dijo Xóchilí mientras sacaba del fuego unos huevos revueltos—. Ya sabes, Víctor da trabajo pero yo también lo doy. Ya hace quince años que soy feliz con este bendito hogar.

Tú qué crees amiga, que no hay pareja lindas, sólo que no son perfectas. A mí no me hace feliz verte sola, pero es preferible que estés sola antes que mal acompañada. Te dejo, amiga, otra vez se me volcó la leche. Bye, bye.

Y Camila cortó la llamada que había realizado y acomodó su cartera.

“Nunca encuentro nada”, se dijo a sí misma. Mientras, seguía quitando papeles y papelitos. “Esto es un desastre”, se dijo, y sin querer tocó algo frío en el fondo de su cartera. Qué alegría, era su pirámide, ésa que le había regalado la muchacha del hospital Había aparecido como por arte de magia cuando ya creía que la había perdido.

—Buscaré una cadena y me la llevaré —dijo en voz alta y animada.

Volvió a sonar el timbre del teléfono, corrió para llegar antes que la llamada se cortara y grande fue su sorpresa cuando del otro lado escuchó la voz de Damián. —Hola Camila, ¿Cómo estás?

—Yo bien. ¿Y tú?

—Como nuevo, doctora. Te llamo porque soñé que te acompañaba a la India. ¿Recuerdas que cuando me regalaste el elefante de sándalo mencionaste que me traería suerte?

—Si, claro que lo recuerdo. Y tú dijiste que tendría que ser un elefante más grande porque ése no alcanzaba. Y nos reímos del chiste cuando te hizo efecto.

—Sí fue magnífico. Tú tenías el mérito de como hacerlo.

—Claro que no.

—Cómo que no, tú hiciste lo que la medicina te enseño

—Vamos, Damián, tú sabes que contigo ocurrió un milagro. Ni siquiera el médico más científico y escéptico del hospital tuvo argumento a tu sanación espontánea.

—Volviendo al tema de tu sueño, quiero ir a ver a tu gurú y deseo que me acompañes.

—Y para cuándo deseas realizar tu viaje.

—Tú dime cuándo puedes. Sólo recuerda que en el momento en que me lo regalaste me dijiste que quizás yo podría viajar contigo.

—Sí, ya sé. Te diré un dicho de mi hija siempre dice: quien promete, tiene una gran imaginación, quien cumple tiene un gran corazón.

—Tiene razón tu hija. Ahora, de verdad, ¿para cuándo, doctora?

—No lo sé. No creo que pueda este año. Dentro de unos días estaré viajando para dar una conferencia en un congreso.

—¿Y dónde es el congreso?

—En España.

—¿Puedes seguir de viaje a la India luego de la exposición?

—Es que mis niñas no estarían bien si me ausentara tanto tiempo. En el hospital tampoco me darían permiso. No quiero decirte con seguridad algo que se escapa a mis posibilidades.

—Qué dirías si esto te lo estuviera preguntando sabiendo yo que me iba a morir.

—Te diría que en cuanto te curaras iríamos.

—Y qué... ahora no lo cumples porque estoy bien.

—Damián, no me chantajees.

—¿Acaso tú no me has dicho que en ese lugar se respira amor? ¿Tienes miedo de que el amor te haga mal? Claro que no, ¿verdad?

—Pero ¿Quién cuidará a mis niñas y qué diré en el trabajo?

—Vaya que resultaste cobarde, amiga. Piénsalo, yo seguiré siendo tu amigo pero recuerda que todo lo que prometes se tiene que cumplir.

Y Cami llamó a Xóchilt, su amiga del alma, la cual era muy obvio que de su parte no tendría problemas en ayudarla con las niñas. Además que siempre algún comentario tendría que hacer con respecto a la soledad de su adorada amiga. Sé libre, amiga, dile a la vida que sí,

—Tú crees en las señales. ¿No dices que la forma en que se dio el milagro de Damián superó tus expectativas, que ya no tienes miedo de nada?

—Vamos, nena, atrévete. Esta vida se la beben los aventureros.

—Transita la vida con mente abierta, un cuerpo flexible a los cambios y un Alma curiosa.

—Vete, amiga, combina el congreso con tu viaje a la India. Total, sólo tendrás que atravesar dos continentes.

—Es como ir de aquí a tu casa.

—Me haces muy feliz, siempre tan positiva, Xóchitl, y tan amiga.

Su tierna amiga había producido el clic y le había dado el empuje que estaba necesitando.

Camila se imaginó las escenas futuras al anunciarle a su madre que nuevamente viajaría. Pensó en cómo sus hijas llorarían otra vez al decirle que partiría.

Su jefa pondría el grito en el Cielo. Pero grande fue su sorpresa cuando ninguna de las personas que ella había imaginado que tomarían a mal su decisión reaccionó de esa manera.

Recordó las palabras del hombre que le había leído las manos.

Todo indicaba que ella estaba eligiendo bien su camino.

“Vuela, muchachita de ojos azules. Tú que llevas el color del Cielo en tus ojos apréciate y reconoce tu Alma vieja repleta de sabiduría. Busca a tu Maestro una y mil veces, y sigue siempre a tu intuición y a tu corazón. Ellos nunca se equivocaron contigo”.



Mientras tanto, en el Cielo...

No había forma de encontrar el elemento que hiciera que el Alma de Agustín recordara la vida del Cielo.

Todos los Maestros se encontraban muy atentos a sus tareas.

Un gran silencio y el sonido de algunas gaviotas flotaban en el aire.

—¿Qué día es hoy? — preguntó un Maestro.

—Es tres de enero. ¿Por qué lo preguntas?

Faltan sólo tres días para que vengan nuestros amados reyes —contestó otro Ángel.

Necesito que me alcances mirra, incienso y benjuí de alguna iglesia. Tráeme de esos elementos sólo sus esencias.

Todos los Maestros estaban realizando sus diversas tareas. Los guardianes del sexto Cielo no tardaron en terminar de ordenar sus bibliotecas. Uno de los Maestros Ascendidos llevaba una Luz violeta en el entorno de su Espíritu.

Él acababa de levantar un libro que se había caído de una nube.

—¡Es el de Camila! —exclamó.

Lo miró con mucha ternura y con sumo cuidado lo colocó en un estante dorado de hojas secas amarrillas.

Agustín no dejó un solo instante de pensar en su futuro. Le daba vueltas para atrás y para adelante. Recorrió su vida tramo a tramo.

Él se encontraba en una cabaña que le había prestado un amigo. Mientras encendía la chimenea y prendía un cigarrillo, comenzó a recordar su infancia, su amor por los Ángeles, su atracción por ellos cuando con nostalgia miraba el Cielo.

Recordó cada día con su padre, los juegos y sus amigos. Se rió solo al acordarse de sus nervios en sus primeros vuelos.

Recordó su casamiento, sus niñas y su separación

Recordó a Yanum y a la muchacha del aeropuerto, buscó y buscó y sólo encontró de él un pedazo de papel servilleta donde habían quedado unos números de teléfono que le había dejado Yanum y una leyenda que decía: "sigue tus sueños".

Se sirvió una última copa de vino terminando la botella y se fue dormir.

De pronto una gran Luz que entraba por la ventana de su habitación lo despertó y lo sobresalió pero apenas se dio cuenta, la Luz se apagó.



En el Cielo, los Maestros observaban cómo el Maestro Técnico hacía pruebas con Francesco o Agustín.

—Definitivamente no puedo —dijo el Maestro Técnico.

Y Agustín se levantó como un resorte de la cama, se puso a leer y en el transcurso de diez minutos ya se había apagado y prendido la misma Luz extraña más de cinco veces.

Esa Luz que no se podía saber de dónde venía. —Me estaré volviendo loco—, pensó Agustín.

Esperó a que fuera una hora respetable para despertar a su mejor amigo.

Quería invitarlo a almorzar, pero su amigo se encontraba enfermo y aprovechó el momento para pedirle unos favores:

—¿Puedes reemplazarme el mes que viene en mi trabajo? Tengo varios meses para reponerme de este repentino ataque. Tú podrás —le dijo.

Y Agustín, encariñado con su amigo y compañero, dijo que iría a donde lo asignaran.

Al terminar de hablar con su amigo se levantó del asiento y se fue a caminar.

—Pancho, Pancho —gritó un niño llamando a su perro. El grito del niño hizo que él fuera desesperado a ayudarlo a él y a su mascota.

Por unos momentos sintió un frió inmenso que recorrió cada centímetro de su cuerpo. Era como si un chorro de agua helada lo estuviera purificando.

—Señor, ¿Se encuentra bien? Señor, señor... —el niño lo tomó del brazo y lo sacudió.

—Claro —dijo Agustín y siguió caminando, aunque le costó encontrar el equilibrio en su paso. Parecía que la calle se había torcido del mismo modo que se encontraba la torre de Pisa.

Y en el Cielo un Maestro interrumpió al otro Maestro que quería de todos modos hacer andar la memoria celular de Francesco.

—Otra vez... Ya, deja. Mira, se está mareando.

—Quédese tranquilo, Maestro, nadie muere en vísperas.

—Muy gracioso, Maestro, no me gusta su humor negro.

Agustín le contó a su madre el evento de la calle. Ella lo interpretó como una señal.

—Yo creo en que la energía del Espíritu Santo es fría y cuando baja así te sientes —le dijo.

—¡Otra vez, madre! Nunca le encontrarás una respuesta coherente a las cosas.

—Cambiaré la respuesta si así lo deseas. ¿No habrás comido algo que te hiciera mal?

—No, ¿Por qué?

—Entonces busca tu propia respuesta.

—¿Quieres cenar conmigo?

—Sí, claro.

—Yo te invito.

—Pues acepto.

—Vístete bien.

—No siempre se cena con una reina.

—Ok, principito, prepárate para pagar la cuenta. Sabes que la gente mayor sólo piensa en comer y yo no salgo del común de la gente.

—Tú eliges, madre, después no te quejes de que no puedes adelgazar.

Agustín cortó la llamada animadísimo con sólo pensar que pasaría una noche agradable junto a su querida madre.

Mientras tanto, en el Cielo...

—Ya basta... —dijo el Maestro de la Abundancia mientras el mago que existe en el Cielo y hace aparecer las cosas que muestra en la Tierra se reía a carcajadas y con su voz de espíritu comentó:

—¡Mira lo que está haciendo Agustín!

Y Agustín terminó de cenar con su madre y, mientras la llevaba a su casa, se le ocurrió una idea muy particular.

Iría al Hasram de la India, aprovecharía el viaje que tenía que hacer a Sudáfrica y pediría un reemplazo para esos días.

Mientras tanto, Camila arreglaba detalles de su viaje con Damián.

En cierto momento a Damián se le ocurrió una idea. "Te acompañaré al congreso", le dijo en un E-mail a su amada doctora.

Ella corrió a llamarlo por teléfono y empezó la conversación un poco ansiosa y después de preguntarle por su salud le dijo:

—Tengo una idea mejor. Cambiaré la conferencia. Llevaré al congreso tu caso, y que me muestren los médicos su teoría.

—No te estarás poniendo muy al descubierto, tú tendrías que dar una teoría más científica —le advirtió Damián.

—Pues no la hay, que digan lo que digan.

—Pero de qué te serviría.

—Me reiré de sus caras.

—No está bien que hagas eso.

—Por otra parte, quién dijo que ellos son serios, cuando le dicen a una persona que tiene seis meses o su enfermedad es terminal. Quién te dijo que son científicos, cuando no hay recetas seguras para nada.

—¿Qué dirás? Se curó por un milagro —insistió Damián— Mira, yo le pediré al Espíritu Santo que el actúe por mí.

—Tú si que no le das vacaciones a tu Espíritu Santo.

—¡Ah, entonces cuando nos arrojen sus estetoscopios empezaremos a correr!

Llegó el día y Camila, muerta de miedo por el viaje al congreso y con muchísima curiosidad por ver a su Maestro de la India decidió irse más de dos horas antes del aeropuerto, y despedirse rápido de su niñas y de su madre.

Xóchitl la pasó a buscar en su camioneta.

—Amiga, cuánto te envidio. Qué alegría tendrás al ver a nuestro Maestro, te pido un favor que le des estas cartas para que siga haciendo milagros en los seres que amo.

—Te prometo dárselas, tú cuida de mis niñas.

—Ya sabes que tus pedidos son órdenes.

—No exageres,

—Encontraremos a Damián en el aeropuerto.

—Él llegará con sus padres, ellos están felices con la decisión que lomó con este viaje.

—Quién te hubiera dicho que esto iba a suceder, ¿Te das cuenta amiga que la vida tiene muchas vueltas y que Dios tiene una gran imaginación?

—Ya lo creo.

Y los dos llegaron a Madrid, al aeropuerto de Barajas, y pidieron un taxi.

El congreso era el día siguiente, así que ella aprovechó para ir al Museo del Prado, donde Damián ante cada cuadro donde aparecía Dios se detenía más que en los otros.

Y le comentaba a Camila:

—Ninguno de éstos se parece al que me vino a visitar a mí.

Pero Camila dijo:

—Yo sé cómo es Dios, pero no te lo voy a decir.

—¿En serio?

—Sí, en serio.

—¿Cómo lo sabes?

—Recuerdo algunas vidas anteriores.

Qué bueno —dijo Damián—. Y cómo se hace para saberlo.

—No puedo decírtelo.

Y como él notó que Camila se puso algo incómoda se dijo: no le volveré a preguntar hasta que no haya pasado el tiempo, sé que está nerviosa por el congreso.

Pero los Maestros estaban mirando la escena y el Maestro Destino se fue saltando de nube en nube y pidiendo permiso a la junta Kármica.

Tomó el libro de Camila, lo abrió con prisa, hasta que encontró un capítulo de Almas Gemelas.

—Aquí está. No hay duda, es Alma Gemela de Agustín, por eso él no pudo pasar por la Ley del Olvido —se decía el Maestro asombrado.

El Maestro se alegró y vio que tenía la solución de Francesco o Agustín.

Mientras tanto, en el congreso, Camila contó la historia de Damián paso por paso, con base científica y sin tocar ningún punto espiritual. Los médicos, algunos maravillados por la historia, sentían emoción y les brillaban los ojitos.

Otros, descreídos, con aire de soberbia, se miraban de reojo y se sonreían entre si.

Otros no hacían más que escribir y escribir.

Por un momento Camila se había sentido nerviosa, pero luego cuando invocó al Espíritu Santo, se empezó a desplegar como una mariposa.

—¿Y a qué se debe Doctora esta recuperación instantánea, qué explicación científica tiene?

Y ella miró a Damián, y Damián levantó su dedo pulgar queriéndole decir que todo iba bien.

—Se lo explicaré, doctor —agregó Camila—. Usted sabe que la carga genética que tiene cada persona al nacer es muy fuerte y que en cada célula se guarda la memoria de cada enfermedad genética. Los humanos tenemos entre tantas células, unas llamadas Oncogén, las células que al descomponer su funciones convierten en células cancerosas, lo que lleva a tumores y metástasis. Pues bien, hay muchas otras células de diferente índole en el cuerpo, lo que desarrolla diferentes tipos de cánceres.

Damián tuvo al mismo tiempo dos diferentes: una leucemia y otro más, solamente que estas células se disparan y entran a inducir su desarmonía por diferentes facetas. Claro que influyen también estos otros factores, el genético y el ambiental, el alimenticio, el alcohol, el cigarrillo y los malos hábitos. Sobre el cual ahora los médicos y demás terapias dicen que es una deficiencia que traen por grandes disgustos. Hasta aquí estamos de acuerdo, ¿no doctor?

—Por supuesto, doctora.

—Ok, entonces Damián venía de la ruptura con su novia, sumado a lo cual se había quedado sin su trabajo, y con solo veintiún años siendo el respaldo de su madre y de sus tres hermanos.

A los quince días de haber transcurrido estos episodios él se empezó a sentir muy mal. Unos meses antes al realizarse los análisis obligatorios para entrar a su trabajo, estos estaban perfectos. Llámelo casualidad si quiere.

Aquí viene la parte científica, la que les gusta a ustedes.

Una sola célula se puede descomponer y así disparar el tan conocido Oncogén en un instante. Ya sea por hacerse mala sangre, por un enojo, por un rencor, por el estrés, etc.

Damián es muy creyente, es devoto de Buda. Es un buen amigo pero le faltaba algo en la vida, que era perdonar a su madre. El no dejó de tener Fe ni un solo día, hasta el último momento, en el que entró en coma profundo.

Por supuesto que no voy a entrar a contar lo que él dijo, como que su Alma se eleva hacia otros planos, porque eso no es de este congreso.

Volviendo al tema, aquí les muestro cómo este aparato parecido a un tomógrafo, capta las células, las cuales mostraban cómo su ADN las estaban alterando.

Ahora les voy a demostrar las placas de su ADN y de sus células totalmente sanadas mientras él rezaba. Ven esta célula que está aquí, ésta es la célula de la Esperanza. Esta célula existe en la mente, en el lado frontal de la cabeza, justo al lado de las ilusiones.

Ustedes se preguntaran, por qué en este congreso yo traje tanto material científico. Porque si les dijera que fue Dios quien lo salvo, ¿qué pasaría? —y ella se rió, un tanto molesta por tanta incredibilidad—. Aquí tienen un diagrama que muestra cómo una persona, cuando piensa y se siente con Esperanza y Fe, la emoción de la Esperanza, toca el ADN del Oncogén y la transforma en una célula sana, la cual va por el torrente sanguíneo, y toca con mucha rapidez a otras células sanando el resto de los órganos. Este trabajo del cuerpo se realiza sólo cuestión de segundos.

—Doctora, disculpe mi ignorancia, y ¿la medicina qué papel juega? ¿Usted es de la idea de no hacer tratamiento?

—Doctor, por favor, no olvide que yo también soy médica. No podemos tomar el paciente sólo como un cuerpo lleno de huesos, o un órgano enfermo, o una enfermedad. El paciente es un ser completo.

Todavía no se ha descubierto medicina alguna que quite el miedo, y algunos médicos matan a sus pacientes sólo con impresionarlos.

Por último, quiero despedirme agradeciéndoles que me hayan invitado a este congreso, pero me voy a despedir aquí mismo de mi carrera. Es muy probable que por algún tiempo no tenga claro a qué me dedicaré, pero es un gusto haber terminado esta querida carrera con ustedes como compañía en un broche final.

Y entonces Camila logró muchos aplausos, antes de bajar del escenario.

Damián la abrazó y lloraron de emoción y le dijo:

—Es dolorosa la vida, porque nunca te aplaudirán lo suficiente. Pero nosotros tenemos los aplausos desde el Cielo, ¿no te parece?

Extracto de "Francesco decide volver a nacer de Yohana Garcia"
 

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TU DIOS (Francesco)


Francesco
Tu Dios.

* Testimonios

Siempre me he preguntado, tras leer varias experiencias en el Argentina Seikyo. ¿Cómo puede ser que se cure una enfermedad a través de la práctica? Es algo que nunca pude comprender. Ahora que me toca vivir esta situación estoy en condiciones de responderme esa pregunta y lo quiero compartir con todos ustedes.

El 12 de julio comencé a trabajar en el Hipódromo de Palermo. Antes de ingresar a trabajar hice el examen pre ocupacional correspondiente, en donde todo parecía estar bien. El 16 de agosto fue cuando me interné por primera vez. Recuerdo que ese día mi cuerpo, débil y flaco, ya no respondía más. Fuimos a la guardia de la Clínica de los Virreyes, en donde me dijeron que debía quedarme internado. Un estudio determinó que tenía leucemia.

Los médicos informaron que necesitaba dadores de sangre. 

Más de 100 dadores aparecieron amorosamente Todos ellos, a quienes estoy muy agradecido, hicieron una buena causa en sus vidas y en la mía. Hasta ahora utilicé muy poco de esa sangre que me donaron.

Toda la fuerza que me enviaba cada persona que me quería me hacía estar tan bien. El hecho de que uno esté enfermo no implica que deba estar mal. Así es como lo vivo yo, lo vivo con alegría aunque parezca loco; mi Maestro Daísaku Ideda me enseñó esto y lo estoy poniendo en práctica.

En el hospital transformé varias cosas, entre ellas cantar mis canciones sagradas frente a mi mamá. Incluso la invitaba a que cantara daimoku conmigo. En la primera internación mi mamá no vivía conmigo ¡y ahora sí! Esta enfermedad ha hecho que cambiara nuestra relación. También cambié yo. Ella, desde que me enfermé, está siempre a mi lado. Es un poco insoportable pero me hace bien su compañía.

Con respecto a la salud todo estaba en orden. Sólo apareció en mi brazo una tromboflebitis, que es una infección en una vena. Me hacía tener fiebre, lo cual no era bueno para mi enfermedad. Tuvieron que operarme y estar 25 días más internado. Sabía que eso era un obstáculo que tenía que superar.

Pensaba en que me tenía que curar por toda la gente que me quiere. De todas formas la determinación de curarme ya la había tomado desde aquel día en que me enteré de que tenía leucemia. Mi Fe crecía día con día. Ya no invocaba por mi enfermedad. Si no, por ejemplo, por que me enteré de que un amigo andaba mal y mi daimoku era para él. Invocaba por que mis hermanos tenían problemas que realmente los hacían estar mal. Invocaba en forma de agradecimiento a todos, etc. 

Mi enfermedad la dejé de lado, estaba en buenas manos. 
Estaba en las manos de mi Dios. Y sabía que él me curaría.

Todo salió muy bien, soporté excelente la primera dosis de quimioterapia; por fin, tras haber estado un mes y veinte días internado, estoy de vuelta en mi casa.

Tres o cuatro días después llegó un telegrama a mi casa en donde me informaban que estaba despedido. Otro obstáculo que debía enfrentar. Si bien éste no era sobre mi salud, el hecho de que me despidieran podía provocarme que estuviera mal y eso no era bueno para mi estado de ánimo. Al enterarme de la situación estaba desconcertado; me preguntaba: ¿cómo pueden hacerme esto? Mi tratamiento duraría seis meses. 

Y no tendríamos dinero para pagar el tratamiento.

La verdad es que son muy costosas las drogas de quimioterapia, ni vendiendo mi casa podría cubrir los gastos que éstas ocasionaban.

Ahora, y tras haber superado los obstáculos que han aparecido, siento cómo mi rezo y mi Fe son como el rugido de un león. 

No tomo como algo malo atravesar todo esto porque me sirve para responder a mí pregunta, así como también para en un futuro poder ayudar y alentar a otras persona que pasen por circunstancia similares.

La respuesta de cómo es posible que uno a través de la práctica de la oración pueda superar una enfermedad es simplemente. Hay que vivirlo, hay que sentirlo, es algo difícil de explicar con palabras: uno puede decir muchas cosas, pero la veracidad de la Fe lo comprueba con su propia vida. Es algo como el pelo, o las uñas, uno no ve cómo crecen y sin embargo de repente crecieron. El tiempo pasa y en un abrir y cerrar de ojos todo esto que me pasa será un recuerdo y una experiencia para contar. Frases que hay que tener en cuenta Pase lo que pase, invoquen su oración.

La idea es disfrutar de todo. Es un placer que me pinchen, aunque me duela, pero ese pinchazo, esa sangre que me sacan será para estudiarla y curarme, es algo bueno. Si me van a curar que me pinchen todas las veces que sea necesario.

Cada vez que tenía que estar internado mi madre soportaba internarse conmigo, lo cual es algo que valoro muchísimo. Siempre me acompañó en todo momento y eso es un beneficio maravilloso. Por eso es que les pido por favor que hagan lo posible por hacer felices a sus padres.

13-12-04 - Llego al hospital con el fin de continuar mi tratamiento de quimioterapia, lo cual no puede concretarse debido a una infección en el medio que tenían para pasarme la medicación (catéter) correspondiente al ciclo de quimioterapia que me tocaba pasar. Esa infección fue solucionada con antibióticos y luego sí, se cumplió lo estimado. No hubo otro gran inconveniente. He pasado las fiestas en el hospital.

El 01-01-05 regreso a mi casa con un ciclo más cumplido… El 06-01-05 festejo mi cumpleaños junto a mi familia.

Dos días después, iras haberme quedado a dormir en la casa de un amigo, me empiezo a sentir mal, por lo cual al mediodía del día siguiente mi madre decide llevarme al hospital, en donde paso toda la tarde hasta que…

... Abro tos ojos y me encuentro con dificultad para respirar y escucho la voz de un doctor decir: "¡¡Aguanta, Diego, aguanta!!"

Mi mamá había estado muy asustada y antes de todo lo que cuento a continuación había llamado a mi padre y a mis hermanos diciendo que me estaba muriendo.

Había estado más de diez días en coma, con respirador artificial; completamente inconsciente.

Mi cuerpo estaba podrido, y los médicos habían dictaminado mi final, anunciando a mis seres queridos que tan sólo me quedaban unas pocas horas de vida.

Mi cuerpo estaba podrido, emanaba olor, estaba de otro tamaño y color. Yo no estaba adentro de mi cuerpo. Ahí volver en mí, me di cuenta de que algo raro había sucedido ya que mis últimos recuerdos quedaron en el hospital de Clínicas, en donde antes de todo lo ocurrido me dolía mucho la panza… Por esa razón es que hoy en día tengo una gran cicatriz en el estómago. Y tengo marcas, estrías y cicatrices en varias partes de mi cuerpo que antes no tenía.

Me desperté e inmediatamente me pregunté: "¿Qué hago aquí?" Más tarde y de a poco me fui enterando de todo. Una doctora me informó de que la enfermedad que padecía ya no estaba más en mí. ¡Estaba en remisión completa! Tampoco tenía enfermos los órganos.

En el primer contacto que tuve con mi hermano luego de despertarme del coma le dije que yo volví para demostrar la veracidad de Dios. Hoy en día anhelo que cada persona pueda darse cuenta de que con lo que tiene puede ser feliz. De corazón a corazón.

Lo que ha pasado mi familia y amigos durante el periodo en el cual yo estaba mal fue terrible. Todos estuvieron presentes en todo momento y al despertarme le di una gran alegría a mucha gente y desconcerté a todos los médicos porque estos decían que no quedaba nada para hacer.

Lo feo para mí fue la recuperación de todo esto. Tener que usar pañales o no poder moverme con facilidad es algo muy feo que tuve que padecer, pero ahora estoy muy bien. Disfruto de la vida con el propósito de ayudar a todas las personas que encuentre mal.

Actualmente me encuentro con la posibilidad de escribir un libro, justamente con el fin de ayudar a personas que pasan situaciones similares a las mías. Esto es gracias a la madre de un amigo, quien ha escrito unos cuantos libros los cuales son todo un éxito en otros países.

Me he comprado una trompeta.

Deseo avanzar con la fuerte convicción de que puedo conmover el corazón de la gente transmitiéndoles Esperanza, coraje y también alegría.

Actualmente me siento muy bien de salud. No tengo malestares y a verme al espejo realmente disfruto mucho de mi imagen (toda lo que pasé produjo la caída del cabello). Me creció el pelo y los músculos también.



* Testimonio de Diego Tebele. 2 años, Buenos Aires, Argentina.

—Mami, quita esta historia, es deprimente, no puedes hacerle eso a Damián, con esta enfermedad cruel y a esta edad, ¡no puede morir! —dijo Robert.

—Pero es un libro —dijo su mamá Yohana.

—Cámbialo má, ¡por favor! —dijo Robert mientras le ayudaba a pasar en la computadora el capitulo.

—Ok, haré que reviva, regresará sano y todo será parte de un milagro. Dos meses después se enfermó Diego, el mejor amigo de Robert.

—Dime mi hijo va a vivir, —preguntó el padre de Diego a Yohana queriendo encontrar una cuota de Esperanza en la escritora.

—Tu hijo no esta aquí, yo siento que está en el Cielo. Está en un buen lugar. Salvo que… Salvo que pase como en mi libro, —dijo Yohana.

—Y que pasó en tu libro, —preguntó el padre, mucho más animado.

—Hay una historia igual, el personaje se llama Damián. El personaje está a punto de morirse, y revive milagrosamente. Pero si ocurre en los libros puede ocurrir en la realidad.

Y el padre siguió repitiendo como un mantra: y si ocurre en los libros puede ocurrir en la realidad

Y la autora no dijo nada, sólo se quedó pensando que las historias de los libros son historias nada más,

Y pasaron quince días y ocurrió el milagro: Diego, como Damián, revivió.

... Y entonces por qué no creer en los milagros, si los milagros siempre están.


Extracto de "Francesco decide volver a nacer de Yohana Garcia"

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