La vida es una
oportunidad para alcanzar la vida real. La vida real está oculta en alguna
parte en esta vida, pero hay que suscitarla, hay que despertarla.
LA VIDA Y LA
MUERTE
La vida es una
ocasión para prepararse para la muerte y el más allá.
Si no te
preparas para la muerte y para el más allá, eres un tonto; estás
desaprovechando una gran oportunidad. La vida es solo una oportunidad. Esta
vida que conoces no es la vida real. Es solo una oportunidad para alcanzar la
vida real. La vida real está oculta en alguna parte en esta vida, pero hay que
suscitarla, hay que despertarla. Está profundamente dormida. Aún no es
consciente de sí misma. Y si tu vida real no es consciente de sí misma, todo lo
que llamas tu vida no será otra cosa que un largo sueño. Y tampoco puede ser
dulce; será una pesadilla.
Si la muerte es
tan hermosa, te trae una nueva vida. Pero hay que vivir cada momento, ya sea de
vida, de amor, de ira, de muerte. Sea lo que sea, hay que vivir cada momento
tan conscientemente como sea posible.
Thich Nhat Hanh
es el Maestro indicado para hablarnos de este tema, veamos...
SECRETOS DE LA
VIDA Y LA MUERTE
«Nuestra cita
con la vida tiene lugar en el momento presente. Nuestra cita se encuentra aquí,
en este mismo lugar.»
Al observar a
un nivel profundo las cosas, podemos vencer la muerte, porque la observación de
la impermanencia nos lleva a traspasar los límites del nacimiento y de la
muerte. Cuando observamos todo cuanto existe en el universo y todo cuanto
amamos, vemos que no hay nada eterno e inmutable que pueda llamarse «yo» o «sí
mismo».
MATAR NO ES
POSIBLE
Si no hay tal
cosa como la muerte, ¿entonces por qué matar está mal?
Cuando deseas
matar, cuando piensas que puedes matar, tienes las percepciones equivocadas.
Vamos a suponer que deseas matar a una nube, porque no sabes que una nube no
puede morir. Una nube solamente puede convertirse en nieve o lluvia. Así que la
voluntad de matar es un tipo de energía que se caracteriza por la ignorancia, percepción
errónea, enojo y violencia. Es por ello que el acto de matar está mal. Está mal
porque no tiene inteligencia, sabiduría. Tiene mucha violencia y sufrimiento.
Incluso la idea previa al acto de matar ya es incorrecta. Lo que es incorrecto
puede traer mucho sufrimiento. No hacia la otra persona, sino para nosotros.
Vamos a suponer
que quieres matar a una nube. ¿Cómo puedes matar a una nube? Tu intención de
matar a alguien, de destruir a alguien, solamente va a llevarte a sufrir. Es
por esto que debemos tocar la verdadera naturaleza del no-nacimiento y
no-muerte.
Alguien que
comete suicidio trae mucho sufrimiento. Piensa que puede matarse a sí mismo,
pero el hecho es que no puede. Su intento de matarse a sí mismo lo hace sufrir
más, y hace que la gente a su alrededor sufra más. Tú no puedes morir y no
puedes matar a nadie. Mahatma Gandhi aún está vivo y fuerte todavía. Él está en
todos nosotros. También Martin Luther King; también Jesucristo; también Buda.
La voluntad de
matar es sufrimiento porque contiene ignorancia, enojo, y violencia dentro de
sí. La ciencia moderna está de acuerdo con el Buda respecto a que no puedes
asesinar nada; no puedes hacer que nada desaparezca. Nada puede morir. Nada se
crea, nada se pierde, todo se transforma. Sólo existe la transformación; no
existe la muerte. Parece que existe la muerte y el nacimiento, pero si vas a lo
profundo, verás que no es verdad. Si estudias ciencia, química, o biología
profundamente, entrarás en contacto con la verdad del no-nacimiento y no-muerte.
NACER Y MORIR
¿Existe la vida
después de la muerte?
La vida está
siempre con la muerte, al mismo tiempo, no sólo antes. La vida no puede
separarse de la muerte. Donde hay vida, hay muerte; y donde hay muerte, hay
vida. Esto requiere de cierta meditación para comprenderse. En el budismo,
hablamos del inter-ser, lo que significa que tú no puedes ser tú por ti mismo.
Tienes que inter-ser con el otro lado. Es como la izquierda y la derecha. Si no
está la derecha, no puede ser la izquierda. Si la izquierda no está, la derecha
no puede ser. No es posible separar la izquierda de la derecha. No es posible
separar la derecha de la izquierda.
Lo mismo para
el bien y el mal, el antes y el después, el aquí y el allá, para el tú y el yo.
Yo no puedo ser sin que haya tú. La flor de loto no puede ser sin el lodo. Sin
el lodo, el loto no es posible. No hay felicidad sin sufrimiento. No hay vida
sin muerte.
Cuando los
biólogos observan el cuerpo de un ser humano, observan que la vida y la muerte
ocurren a la vez. En este mismo momento, miles de células están muriendo.
Cuando te rascas la piel así, muchas células muertas se caen. Han muerto.
Muchas células mueren a cada momento de nuestro día a día. Debido a que estás
tan ocupado, no te das cuenta de que estás muriendo. Si ellas mueren, tú
mueres. Piensas que no has muerto todavía. Piensas que faltan 50 o 70 años
todavía para que mueras: no es verdad. La muerte no está al final del camino.
La muerte está aquí y ahora.
La muerte está
ocurriendo aquí y ahora, a cada momento. Debido a que ciertas células están
muriendo, el nacimiento de otras células es posible. Muchas células están
naciendo en el momento presente, y no tenemos tiempo de cantarles feliz
cumpleaños. El hecho es que, desde el punto de vista científico, puedes darte
cuenta de que el nacimiento y la muerte están ocurriendo en el momento
presente. Así que estás experimentando la muerte y el nacimiento en todo
momento. No pienses que solamente naciste en ese momento que se escribió en tu
acta de nacimiento. Ese no fue tu primer momento. Antes de ese momento, hubo
momentos en que ya existías. Antes de que fueras concebido en el vientre de tu
madre, ya estabas ahí, en tu padre y en tu madre, en otra forma. Así que no hay
nacimiento, no hay inicio real. Y tampoco hay final.
MIEDO A MORIR
Las nubes no
tienen miedo a morir.
Cuando sabemos
que el nacimiento y la muerte van siempre juntos, ya no tenemos miedo de morir.
Porque al momento de morir, también hay nacimiento. No pueden separarse. Esta
es una meditación muy profunda. No hay que meditar solamente con el cerebro.
Hay que observar la vida a través de todas las cosas; así puedes ver cómo la
vida y la muerte se entrelazan en todas las cosas, en los árboles, los
animales, el clima, la materia, la energía. Los científicos han declarado que
no existe el nacimiento ni la muerte. Sólo hay transformación. Así que la
transformación es posible, es real, y el nacimiento y la muerte no son reales.
Lo que llamamos vida y muerte, es solamente transformación.
«Las nubes
también son así. No tienen miedo a morir. Saben que si ellas no son nubes,
pueden ser algo más igualmente hermoso, como la lluvia o la nieve.»
Así las olas no
van a buscar el agua. No tienen que ir y buscar el agua, porque ellas son agua
en el aquí y el ahora. Lo mismo es cierto para Dios. No tenemos que buscar a
Dios. Somos Dios. Dios es nuestra verdadera naturaleza. No tenemos que ir a
buscar el nirvana. El nirvana es nuestro suelo. Esa es la enseñanza del Buda.
Algunos de nosotros hemos sido capaces de darnos cuenta de ello. Disfrutamos el
momento presente. Sabemos que no es posible que muramos.
TRASCENDER LA
EXISTENCIA
Trascendiendo
el nacimiento y la muerte.
Normalmente
creemos que el nacimiento es algo inexistente que empieza a existir y que la
muerte es algo existente que deja de existir. Pero al observar a fondo las
cosas que esta idea acerca del nacimiento y de la muerte es errónea en muchos
sentidos. No hay ningún fenómeno que pueda nacer de la nada ni tampoco ningún
fenómeno que pueda reducirse a nada. Las cosas se están transformando sin
cesar. La nube no muere, solo se convierte en lluvia. La lluvia no nace, sólo
es la transformación y la continuación de la nube. Las hojas, un par de
zapatos, la alegría y el sufrimiento siguen todos este principio del
no-nacimiento y de la no- muerte. Pensar que al morir dejamos de existir es una
visión muy limitada que en el budismo se llama «visión nihilista». La limitada
visión de creer que al morir seguimos existiendo sin haber cambiado en nada se
llama «visión de la permanencia». La realidad trasciende tanto la permanencia
como la aniquilación.
El Buda nos
enseñó a observar directamente los elementos que combinados constituyen nuestro
cuerpo a fin de ver la naturaleza de estos elementos y trascender la idea del
«yo», ya sea la idea de un yo permanente e indestructible o la idea de un yo
que con la muerte es objeto de una absoluta aniquilación. El sutra dice:
«Cuando alguien estudia y aprende sobre el Despierto, sobre las enseñanzas del
amor y la comprensión, y sobre la comunidad que vive en armonía y con plena
conciencia; cuando esa persona conoce la existencia de los nobles maestros y de
sus enseñanzas y practica estas enseñanzas, no piensa: “Este cuerpo es el yo,
yo soy este cuerpo. Estas sensaciones son el yo, yo soy estas sensaciones.
Estas percepciones son el yo, yo soy estas percepciones. Estos factores
mentales son el yo, yo soy estos factores mentales. Esta conciencia es el yo,
yo soy esta conciencia”, esa persona [no retrocede al pasado, ni piensa sobre
el futuro] no está dejándose arrastrar por el presente».
Los cinco
elementos combinados se convierten en aquello que llámanos el yo son la forma
(el cuerpo), las sensaciones, las percepciones, los factores mentales y la
conciencia. Si observamos de manera penetrante la sustancia de estos elementos
percibimos su naturaleza impermanente e interdependiente, veremos sin duda que
no existe una entidad que pueda llamarse el «yo». Los cinco elementos que la
componen se están transformando continuamente. Nunca nacieron ni nunca morirán.
No hay ningún elemento que pueda nacer de la nada ni ningún elemento que pueda
reducirse a la nada. Aquello que nosotros consideramos el «yo» no nace ni
muere. En la tradición budista no identificamos el «yo» con el cuerpo —tanto si
se está desarrollando como si está decayendo—, ni con nuestras sensaciones, que
están cambiando a cada momento. Y tampoco identificamos el yo con nuestras
percepciones ni con nuestra conciencia. No estamos atados ni limitados por
estos cinco elementos. Vemos que si estos elementos realmente no nacen ni se
destruyen, no tenemos por qué sentirnos agobiados por la muerte. Esta nueva
percepción nos permite trascender el nacimiento y la muerte.
Cuando el sutra
habla de alguien «que practica según las enseñanzas de los nobles, significa
que esta persona vive en el presente y observa a fondo las cosas para ver la
naturaleza impermanente y vacía de yo de la vida. El Buda nos enseñó que hemos
de «practicar a partir de hoy con diligencia, ya que si lo dejamos para mañana
será demasiado tarde. La muerte llega sin avisar, y no hay forma de pactar con
ella». Al observar a fondo las cosas, percibimos la naturaleza del
no-nacimiento y de la no- muerte de todo cuanto existe, y ya nada puede
asustarnos, ni siquiera la muerte. Trascendemos directamente el nacimiento y la
muerte cuando, a través de una profunda observación y de la realización de la
impermanencia y la ayoidad, penetramos las falsas ideas sobre la naturaleza de
la existencia. Y una vez trascendida la muerte, «ya no necesitamos pactar con
ella». Podemos sonreír, tomar la muerte de la mano y salir a pasear con ella.
La vida llamada
«vida conducente al Brahman» de los monjes o monjas puede llevar a la
realización de la naturaleza del no-nacimiento y de la no-muerte de todo cuanto
existe. Esta realización es la esencia de la liberación. Por eso en el Sutra de
Kaccana-Bhaddekaratta se pone de relieve que la práctica de vivir solos
constituye la base de la vida que conduce al Brahman de los monjes o monjas. Y también
la base de la vida para todos nosotros.
Thich Nhat Hang
Fuente: La
Iluminacion Espiritual