lunes, 20 de junio de 2016

La vida de los Maestros también es agitada. (Francesco)



Francesco
La vida de los Maestros también es agitada.


La vida de los Maestros también es agitada. Todos cumplen tareas.


Ellos son curiosos y quieren saber de ti, qué haces y qué dejas de hacer.

Miden tu Luz espiritual y de esa forma se dan cuenta de cuánta Fe eres capaz de cultivar en tu corazón.

Quizás tu Luz no siempre sea brillante.

Quizás los Maestros necesiten alguna cosa de ti.

Pero no te preocupes, ellos saben bien lo que hacen.




Mientras tanto, Camila recibe la visita de Damián. Ella estaba saliendo de su casa cuando lo vio cruzar la esquina. Llevaba un paquete en la mano.

—¡Está flaco! —pensó Camila—. Se le caen los pantalones, su cabeza calva lo deja muy fresco. Creo llegar a verle la mirada un poco dura. Creo ver sus ojos algo hundidos. Ahí viene, ¡qué alegría encontrarlo!

Ella se baja del auto, lo abraza y casi sin querer le tira el paquete que tenía en la mano.

—Mira, te traje un pastel pero veo que ya te vas. ¿Llegué en un mal momento?

—¡Claro que no, siempre es buen momento para verle, para quererte, para hablar contigo!

—No llores, no llores —le dijo Damián al abrazarla—. Déjame hacerlo, esto es muy fuerte, le he pedido tanto a mi Dios que te sane y a mi gurú también, el de la India ¿Recuerdas? Ahora no sé a quién agradecerle.

—Por las dudas le daremos las gracias a todos, pero yo vengo a agradecerte a ti, porque me has dado tanto amor. Y aunque el amor que me dio mi familia fue increíble, cuando alguien que no te conoce te cuida con tanta dedicación y amor como lo has hecho tú, eso tiene el doble de valor.

—No digas eso. Yo soy siempre así, pero contigo me ha pasado algo diferente. Sentí que no estaba ante un chico común y te vi muy sabio tomando de un modo increíble tu enfermedad. No sé si tu religión o tu forma de ver la vida fueron para mí todo un descubrimiento, pero no creas que yo tuve que ver con tu evolución. La medicina también hizo lo suyo, no le quites mérito.

—Claro que no, pero creo que el amor todo lo puede y si a alguien le toca irse de este mundo y a esa persona le dieron amor hasta el último suspiro entonces todos deberían quedar en paz.

—Sin embargo muchas veces veo en el hospital que hay mucha gente que muere sola.

—¿Sabes qué dicen en mi religión? Que cada uno se va como quiere irse. Yo tuve la suerte de quedarme, siempre me gustó la vida, aunque quedé bastante confundido con todo lo que me pasó en estos últimos tiempos. Lo de la visita del Maestro, el verme fuera de mi cuerpo y escucharme gritar que tiren ese cuerpo a la basura, ¿eso no te lo he contado o si lo he hecho?

—No, no lo sabía, pero te creo. El hospital está lleno de estas historias. Los médicos dicen que es producto de la anestesia, del encierro, de los medicamentos, pero la verdad no se sabe. Tú no habías pasado por ninguna experiencia así.

Ahora que recuerdo los médicos les habían dicho a tus padres, estando totalmente seguros de los resultados de los estudios, que habían hecho todo lo posible para salvarte y cuando la última doctora, la jefa de médicos, dijo “lo siento mucho”, entonces tú empezaste a gritar “estoy bien, estoy bien”.

La doctora quedó blanca, no se desmayó porque no tuvo tiempo, pero creo que poco le faltó,

Agustín miró hacia el piso. De sus ojos empezaron a brotar grandes lágrimas.

—¿Qué te pasa? —le preguntó Camila acongojada.

—Quisiera contarte algo, no puedo callármelo pero no se lo puedo contar a otras personas porque no se si me creerían. Sólo te pido una cosa: si no me crees dímelo, no me ofenderé.

—Cuéntame, por favor.

—¿Recuerdas que te había contado que todos los días venia a visitarme un ser delgado luminoso parecido a Jesús?

El apareció para buscarme como habíamos quedado de acuerdo en la última visita. Entonces entró por el tragaluz, como siempre, se acercó flotando en el aire y de pronto estiró la mano y quiso tocarme la mía, pero no podía porque su mano era transparente. Sin embargo, podía sentir su calor. Pero grande fue mi sorpresa cuando me dijo: "te daré la formula para sanarte, vamos, sigue mis instrucciones". Yo lo hice paso a paso como me fue indicando. Fueron unos minutos nada más. Cuando lo terminé de hacer se me empezó a deshinchar todo el cuerpo, comencé a sentir que el aire entraba por mis pulmones como si fuera la primera vez que respiraba.

Me tomé todo el aire de golpe, miraba mis manos y no podía creer cómo cambiaban de color.

El me hizo un corazón en el aire con la misma mano que me había tocado y antes de irse me dijo: “te dejo una tarea, haz esto con cada persona que se enferme”. Y me dio una receta para sanar a las personas.

Y Camila escuchaba la narración tan emocionada que su piel se había erizado. Le dijo:

—Por favor sigue.

—Cami, no sabes cómo se ve la vida después de pasar por una experiencia así. Ahora me veo en el espejo y me veo totalmente feliz.

Cuando algo así te pasa todo el entorno cambia. Mis padres se peleaban por dinero, por tonterías. Mi hermano no quería estudiar, mi abuela se quejaba de sus hijos y ahora cada uno ha cambiado de modo asombroso. Todos están en plena armonía. Y yo…

Damián se quedó pensando y Camila lo interrumpió.

—Y tú tienes mucho camino por recorrer —le dijo.

—Claro que sí. Lo único que me queda es esperar un tiempo para estudiar o hacer algún deporte. Mientras tanto pensaré qué quiero hacer.

—¿Y qué quisieras hacer?

—Quisiera viajar. Cuando estaba por morir pensé en que poco había viajado. Nadie tendría que irse de esta vida sin conocer el mundo, sin conocer a los otros hermanos de otras religiones culturas, eso es vivir.

Además cuando partes de este mundo no te llevas más que sensaciones, lo que viste, lo que oliste, lo que gustaste, lo que tocaste. La mortaja no tiene bolsillos, dice mi abuela.

—¿Y a dónde irías?

—Quiero que me acompañes a la India, quiero conocer el lugar al que fuiste, el de tu gurú, el de los olores a sahumerios.

—Pero es que recién he llegado, y tú debes dejar pasar un tiempo para hacerte los estudios.

—Podríamos poner una fecha, porque recuerda que los sueños no tienen fecha de nacimiento, pero tampoco quiero ser viejo para hacerlo.

—No, claro, si tú fueras viejo yo te acompañaría desde otro lugar.

—Te ahorrarías el precio del viaje.

—Pero no sería lo mismo.

—No, seguramente que no. Desde cualquier lugar que viajes debe sentirse diferente.

Damián le pidió a Camila un cuchillo para cortar el pastel y le sirvió el té.

Luego tomó entre sus manos un portarretratos de sus hijas, las miró y le dijo cuan bonitas eran.

Ella como madre orgullosa dijo que eran los motorcitos por los cuales vivía.

—Pero los hijos no son todo, necesitas un amor, alguien que te quiera de verdad, no puedes seguir sola.

—¿Qué sabes tú de la vida? Eres todavía muy pequeño —le dijo Camila.

— No te creas. Para vivir el amor no hay edades. Y además Acuerda que estoy por cumplir veinte años y que sé cómo se siente solo.

—Y quién te dijo que yo quiero estar acompañada.

—Bueno no te enojes, parece que estás fóbica. —No es que le tenga miedo a las relaciones, sin embargo estando enamorado se sufre.

—Si, pero también sirve para que puedas darte cuenta de que estás viva.

—Sí, es cierto. ¿Y tú qué sabes de estar enamorado?

—Nada, pero ahora que me dieron otra oportunidad me enamoraré nuevamente.

—Eso no se programa.

—Todo, Camila, todo se puede programar. Esa es una de las recetas que me dio el señor del Cielo, el que me sanó.

—Podrías contarme la receta para sanar que te dio el señor que entraba a tu habitación el visitante del tragaluz.

—¿Quieres saber de qué se trata?

—Sí estoy ansiosa.

—¿Tú me creerías? ¿De verdad serías capaz de entender lo que te voy a contar?

—Pero qué dices, Damián, si después de vivir el milagro que has vivido, mejor dicho que hemos vivido, al verte renacer como el ave fénix, podemos creer cualquier cosa.

—Ok, entonces prepárate, abre bien tus orejas y tus ojos, porque no lo podrás creer.

Este extraño ser me pidió que esta receta trascienda y llegue a la mayor cantidad de personas, así que como ahora tengo una Misión te estaré involucrando para que me ayudes a pasar de boca en boca esta receta.

Ahora necesito ir a mi auto a buscar un papel en el anoté la receta que él me dio para sanarme.



Extracto de "Francesco decide volver a nacer de Yohana Garcia"

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Las Almas Gemelas siempre se encuentran.


Francesco
Las Almas Gemelas siempre se encuentran.


Las Almas Gemelas siempre se encuentran. Hay un plan trazado para reencontrarlas.


La Luz que generan cuando se funden es tan grande que hasta aquí llegan los resplandores.

Comentario del Ángel Cupido.

—Y estamos totalmente solos cuando necesitamos tomar decisiones, estamos totalmente solos cuando nacemos y solos andamos por la vida todo el tiempo, aunque muchas veces nos duela y no nos queramos dar cuenta y salgamos desesperadamente a buscar la otra mitad.

Con estas palabras terminaba el discurso la profesora de yoga de Camila:

—Recuerden: nacemos solos y solos morimos.

—¡Arriba, muchachitas! Esta es la última respiración profunda. Y, ¡arriba!, acomoden las colchonetas y las espero la próxima clase.

Todos aplaudieron y se fueron a sus casas cargando nuevamente las preocupaciones que habían dejado en la puerta pero esta vez sin tanta tensión.

Camila entró al hospital como todos los días, otra vez los ascensores se encontraban descompuestos. La gente en las salas de espera, aguardaban pacientemente su tumo.

Pasó por la habitación en la que había estado internado Damián y vio a una niña con un respirador artificial y pensó en mandarle Luz.

Pensó que esa habitación también había sido milagrosa.

Esta chiquita tenia en su mesa los santos que ella pensaba la iban apoyar en su periodo de recuperación.

Ella había ido a ver un recital cuando el lugar se incendió con una bengala. El lugar se llamaba Cromagnón y allí habían muerto más de doscientos adolescentes y niños.

Ella era una víctima más.

—Me dedicaré a ayudarla —pensó Camila—, quizás sea mi Misión. No me puedo quejar de la vida. Ya tuve un hogar, hijos hermosos, hago un trabajo que me fascina. Todo no se puede tener. El amor de pareja debe ser más difícil encontrarlo que sacarse la lotería. Mejor me dedico a mi trabajo y me olvido de pensar en otras cosas —Se dijo ella para sus adentros, mientras le apagaba la Luz a la niña.

Estaba llegando el fin de año, y esa fecha es triste para algunos, eufórica para otros, pero para los Maestros Espirituales esta época representa un cambio de calendario, algo que ni siquiera es real.

—Vamos —dijeron los Maestros—, miremos cómo se divierten en la Tierra con los fuegos artificiales. Es hermoso ver a la Tierra encendida, de todos colores. Por qué será que todos los años festejan agradeciéndole al año que se va, recibiendo al próximo año que después despiden feliz diciendo: ¡qué suerte que se ha ido!.

Son muy complicados, pero a la vez tienen una magia maravillosa, ¡¡Son perfectos!! Sí, y también incongruentes.

Y Agustín se despertó en su año nuevo. Llamó a su familia, pero ese día él tenía que trabajar. Lo esperaba un vuelo a Miami.

Era divertido festejar el primero de año en vuelo. Los tripulantes estaban siempre con otra actitud.

Nada malo podría pasar este año, se dijo. Fue lo que sintió, pero sin embargo le daba miedo pensar en el futuro.

Ya en vuelo brindó con las copas de plástico, y pidió los tres deseos que más anhelaba: paz, amor y saber cuál era su Misión.

Miró al Cielo por la cabina y dijo mentalmente al mismo planeta:

—Dios desde aquí me escuchas mejor… dame una señal en algún momento… espero que no falte mucho para que me concedas tener a mi lado al amor de mi vida.

No me regañes porque muchas veces no interpreté tus señales. Quiero estar más presente este año, ser un hombre con Fe y disfrutar cada día de la vida. Prometo no dormir tanto, levantarme más temprano, llevar a pasear a mis hijos sin tener que sentirme cansado y reírme más. Sí, eso quiero, empezar a reírme más.

Mientras tanto, en el Cielo un Alma que lo estaba mirando puso carita de lástima y dijo:

—Oh, ¿Qué le pasa a ese muchachito del avión? ¡¡Desde aquí su campo áurico tiene un color gris!! ¿Y esa cruz que tiene en medio de las cejas qué es?, se preguntaba el Maestro para sus adentros.

Un Ángel Querubín que lo estaba escuchando le advirtió que ese muchacho era uno de los consentidos de ellos.

—Pero, Ángelus, cómo puede ser que sea consentido si está sufriendo. Entonces mejor no miro a los que no consienten, me irán a asustar.

—No bromees, ya sabes que todos son nuestros consentidos, pero éste es nuestro espíritu mimado traduciéndotelo a tu idioma. Te diré que es uno de nuestros experimentos.

La señal que lleva entre sus cejas es una cicatriz en su campo etérico. Cuando nació no lo pasamos por la Ley del Olvido y como no nos resultó práctico para la vida que él estuviera con tantas experiencias, un grupo de Maestros se lo borró, se lo sellaron con hilos de oro y plata de las estrellas de Capricornio.

Su campo áurico está gris porque así se pone la energía de la gente cuando está por enamorarse o por encontrar su Misión.

Ahora hay una gran parte del destino de Agustín que está en sus manos.

—Mira, Maestro, eso sí que no te lo creo. La mayoría de los destinos ya están escritos. Vienen las historias relatadas de otras vidas.

No creo en eso de que el destino lo hacen las personas. El destino está escrito, antes de que nazcan sus vidas anteriores lo dicen. Si sabes que ellos eligen aquí no allí.

Y claro, el Maestro decidió callarse. El Ángel Querubín algo de razón tenía.



Y entonces, en el planeta Tierra…

Yanum caminaba por la calle de la plaza mientras comía un helado y hablaba solo.

Agustín estaba llevando a la niña a su casa cuando vio a Yanun.

Y el hindú caminaba distraído, mientras le daba de comer a las palomas algunos pedacitos de pan. Agustín se puso muy contento de verlo y se acercó a saludarlo.

El se alegró muchísimo al verlo y le dio un abrazo y unas palmaditas en la espalda.

—Hola, amigo —dijo Agustín—. Te presento a mi hijita.

—¡Qué bonita que eres! —dijo Yanum.

—¿Qué haces por aquí? —preguntó Agustín.

—Estuve buscando algún que otro trabajo y sólo hice algunas tareas, a mis primos no los encontré. Regresaré a mi país. Ya hice mi trabajo aquí. Cumplí con lo que debía hacer, no me queda nada pendiente.

—¿Pero tú no dices que tu trabajo aquí fue insignificante?

—El trabajo material que realicé aquí sifué sin importancia, pero el espiritual fue maravilloso.

—¿Tú has hecho un trabajo espiritual? ¿Cómo es eso?

—Bueno, es algo muy íntimo, quizás más adelante te lo contaré. Seguramente en algún vuelo que hagas irás a la India. Si bajas en Bombay me podrás visitar. No es muy bonito pero si lo miras con el corazón encontrarás belleza en todos los lugares que recorras.

Agustín sacó del bolsillo el talismán del amor que una vez Yanum le había regalado y que ahora él le estaba devolviendo.

—¿Qué haces, estás loco? ¿O acaso te has enamorado?

—No, todavía no —dijo riéndose Agustín.

—Entonces espera un poco, y ya verás. Dame tu mano izquierda.

Tienes unas líneas muy especiales, no se puede ver bien la de la vida, pareciera que está como borrada, pero sin duda debe estar o no estarías aquí hablando conmigo.

—A lo mejor soy un fantasma,

—No digas eso, sabes que no lo eres, ¡Mira!, tienes la estrella de David marcada en la palma. Eso indica que tienes una Misión especial para las demás personas, una Misión poderosa.

—¿Y cómo podré saber cuál es?

—A ver, déjame tornar tu mano más de cerca para poder ver mejor. Tienes una Misión que pronto estará rebelándose. Sólo tienes que seguir las señales.

—¿Qué señales? —preguntó Agustín

—Las que se te presenten. Todo lo que vivas en estos últimos tiempos son señales. Léelas, este impulso que sientes por conocer un gran amor, es otra señal.

Tienes un Alma Gemela que te hará sentir inmensamente feliz, pero cuando la encuentres por favor no te fundas en ella. Las personas pierden el camino cuando se meten en el camino del otro. Cada persona es una naranja entera, no una media naranja. Hasta tu Alma Gemela tendrá que ser independiente de tu vida. Cada cual tiene que respetar los gustos y los valores del otro. Nada de enamorarse caprichosamente, al amor lo tienes que dejar ser como es. Nada de querer cambiar a nadie. Nadie cambia totalmente de raíz, los árboles son todos iguales, pero no puedes comparar la madera del árbol de roble con la de pino.

Te soltaré la mano para que arranques el auto —dijo Yanum

—¿Tú eres vidente? ¿Quién te enseñó a leer las manos? —le preguntó intrigadísimo Agustín.

—Me enseñó mi abuela. Todavía vive, tiene 97 años y sigue leyendo las manos y ¡sin anteojos! Mi abuela vive muy humildemente en la India, precisamente en Bombay. Ella dice ser muy feliz, todo lo que soy y sé se lo debo a ella. Me enseñó algunos idiomas, conceptos básicos de religiones, historia y sobre todo a amar la vida. Me comunico con Dios todas las noches y él me contesta. Hablo con mi Ángel y él me contesta. Hablo con mis Maestros y ellos me contestan y entonces…

Agustín abrió la puerta de su auto y preguntó:

—¿Y qué más dice mi mano? ¿No dice que soy un idiota por inventarme historias?

—Quizás te las inventaste pero seguramente éstas sirvieron para sentirte bien. No te arrepientas nunca de lo que sientes cuando sientes. Ahora, amigo, te hará efecto el talismán —dijo Yanum un poco en serio, un poco en broma.

Agustín recordó que tenia el talismán en el bolsillo de su abrigo, así que lo sacó y se lo colgó del cuello.

—¡Te queda bonito!, ¿Te diste cuenta de que su diseño es muy raro?

—No estoy acostumbrado a colgarme nada, pero si es para encontrar el amor me colgaría un edificio entero.

—No seas exagerado, Agustín, ya sabes no es cuestión del talismán. El amor siempre aparece cuando estás atento. Pero mejor ahora que estés atento al tráfico porque te has metido en sentido contrario.

—¡En sentido contrario! No me he dado cuenta.

—A veces nos metemos en sentido contrario en la vida y no nos damos cuenta hasta que alguien nos viene y nos choca.

Y los dos soltaron una carcajada que duró unos cuantos minutos.

Mientras tanto, en el Cielo los Maestros miraban a Agustín muy preocupados de cómo perdía tiempo en su vida.

—Da vueltas y está siempre en el mismo lugar —dijo el Maestro del Tiempo.

—¡Déjenme opinar a mí! Muchas veces las personas se detienen en su camino, otras pueden dar un paso atrás pero a veces detenerse también es avanzar y eso es lo que está haciendo nuestro amigo Agustín. Por favor déjenlo en paz. ¿Qué es lo que los tiene a ustedes tan inconformes con él?

Y los Maestros callaron y uno de ellos tiró un manojo de estrellas de Jerusalén para regalarle a Agustín, esto le daría alegría a su corazón.


Extracto de "Francesco decide volver a nacer de Yohana Garcia"
 

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Hay tantas recetas mágicas como personas... (Francesco)


Francesco
Hay tantas recetas mágicas como personas...


Hay tantas recetas mágicas como personas. Pero magos sólo hay uno, y ese eres tú.

Todo mago maneja de maravillas los cuatro elementos:
El aire en el aliento.
La Tierra en el cuerpo.
Agua en la sangre, y
Fuego en el espíritu.

Camila estaba en la puerta del hospital desde muy temprano, no la dejaban pasar porque había una protesta por aumentos de salarios, todos en huelga. ¿Y los pacientes, no piensan en ellos?, pensó Camila,

Otra vez esto, hasta cuándo, se preguntó. Camila ya venía muy cansada de la vida, ser mujer en estos tiempos implica hacer mil cosas a la vez: madre, padre, hija, profesional, mujer, etc.

—Liberación femenina —pensó Camila—. Mientras tanto estaré aquí, atrasaré todo mi trabajo, me iré tarde de mi casa, no se qué le haré de cenar a las niñas, no podré ir a tomar mi turno con el dentista, ¡otro día perdido!

Y ella esperó con paciencia el momento adecuado para entrar al hospital.

Llegó a su habitación, se preparó un café, olía rico, y se interesó por las novedades de sus pacientes.

No habría nada que le diera tanta alegría como tener que darles el alta.

Como también le molestaba cuando tenía que avisarle a alguien que debería quedarse internado.

Camila terminó cansada el día pero sin embargo tuvo una sorpresa, la madre de una paciente le regaló un osito de peluche que tenía un cartelito que decía "gracias". Además, la hija de esta señora no dejaba de sonreírle. Llevaba tan sólo dos horas de estrenar su maternidad, se sacó un dije que parecía una pirámide y le dijo:

—Aquí tiene doctora para que se acuerde de mí, de todo lo que luché para poder llegar a este maravilloso logro, el más preciado de mi vida.

Ahora, cada vez que usted lo lleve le recordará que trae suerte a todos los que se esfuerzan por salir adelante.

—Gracias, Patry, eres muy amorosa. Claro que te recordaré. ¿Qué es este dije? Es precioso por donde lo mires. ¿Es de aquí, quiero decir, de este país?

—No, es de la India, me lo regaló mi madre. A ella también se lo regaló una mujer que dijo ser algo así como un Ángel. Tú también eres un Ángel, estamos llenos de Ángeles. Cuesta encontrarlos entre tantos Ángeles caídos.

—No seas mala —le dijo Camila a su paciente—, las personas somos todas buenas.

—Bueno, pero hay algunas más buenas que otras.

Y Camila fue rumbo al auto caminando sin prisa, ya los nervios se le habían pasado. No había más que preparar la cena y esperar a que las niñas llegaran de la casa de su abuela.

Se dispuso a cocinar algo rico para sus pequeñas. Mientras elegía los ingredientes y se colocaba el delantal iba sosteniendo un diálogo interno: Después de lo que le había sucedido con Damián, después del gran milagro que vivieron en el hospital, después de haber llorado porque su pacientito tenía tan sólo horas de vida ya no habría ningún problema que la perturbara. Sólo un poco de agujeros negros en el corazón por no encontrar un amor que le diera las caricias que a ella muchas veces le solían hacer falta.

Camila continuó con su rutina del día a día.

Y recordó el último tema de conversación que le había dado días atrás en la plaza ese extraño señor:

—Suerte bueno que te dieras cuenta de los efectos colaterales de la vida —le había dicho el buen hombre.

—No entiendo qué quieres decirme —dijo Camila algo confundida.

—Tú como médico debes mirar los efectos colaterales que tienen las medicaciones, ¿no es así? —volvió a preguntar el hombre.

—Debería hacerlo —agregó Camila.

—Pues así puedes evaluar los beneficios y perjuicios de cada medicina. Pero si no te informas que éstas podrían estar haciéndote mal y tú no lo sabes, entonces corres riesgos de que sea peor el remedio que la enfermedad.

Por eso sería bueno que cada vez que quieras hacer algo, o al empezar una relación con alguien, evalúes los efectos colaterales.

Así evitarás sorpresas desagradables que puedan suceder en un futuro.

Si no sabes qué está sucediendo en tu cuerpo, en tu Mente y en tu alma, ¿Cómo sabrás qué te está ocurriendo en el aquí y ahora?

Mide las consecuencias y estarás más preparada para que, pase lo que pase, aceptes lo que acontezca y te puedas preparar como un guerrero de paz para cada lección que tengas que atravesar.

Ella recordó esa conversación como si la estuviera reviviendo aquí y ahora, y hasta podía verse en su recuerdo contestándole a ese extraño hombre.

—Yo nunca miro los efectos colaterales de los medicamentos. Si no, sería imposible recetar. Y menos podría encontrar los efectos colaterales, aún los de la vida —se dijo en voz alta mientras seguía recordando la conversación;

—¿Y te va bien sintiendo de ese modo, sin pensar en riesgos? —le había preguntado el extraño.

—A veces bien, otras veces no tanto.

—Quizás si tomaras algunas medidas podría irte mejor, ¿no te parece? Déjame darte este último consejo luego tú decidirás cómo te tomas la vida.

La vida te presenta posibilidades buenas o malas, depende de lo que interpretes de ella.

No hay forma de vivir en las buenas constantemente, porque hasta el beneficio constante nos hace mal y hace que dejemos de cultivarnos.

Observa, Camila, que todo lo que estás por emprender tiene una receta de cómo hacerlo, pero tú no la sabes. Tienes que adivinarla. Quizás te puedas saltar algún paso que no sea importante y el resultado sea el mismo, pero quizás te salteas otro o agregas otro y el resultado es pésimo comparado con lo que esperabas.

Entonces tienes que adivinar la receta de cómo hacer. Pero como no sabes cómo hacerlo, para no equivocarte debes trabajar con tu intuición. Ella no te fallara jamás. Pero si te cuesta darte cuenta cual es esa intuición, entonces tus proyectos serán un fracaso.

Al día siguiente Camila se despertó con mucho sueño, sus ojos no parecían responder a su idea de abrirlos.

Suspiraba una y otra vez, estiraba los brazos Estaba sintiendo la soledad, ese sentimiento de pobreza absoluta para cualquier ser humano.



Mientras tanto, en el Cielo…

—¿Qué están haciendo? —murmuró un guardián del Cielo y los Ángeles miraban el mundo por medio de una esfera de cristal transparente.

Ellos se sobresaltaron un poco y le contestaron al Maestro:

—Estamos aquí sin permiso, sólo por la curiosidad de saber sobre una persona.

—Ustedes no están autorizados para hacer esto, por favor no lo vuelvan a repetir. En el Cielo todos los que lo habitamos guardamos cierto orden con las misiones. Tú sabes que el orden es nuestro mayor tesoro y alterar trabajos celestiales nos haría entrar en cierto caos que no deseamos tener,

—No fue nuestra idea molestar, solo espiábamos, ya nos vamos. Es que el Maestro Gastón está hablando con el Alma de Camila, le está dando la receta para que logre un cometido y ella la está captando. No nos pareció adecuado que se cortara esa vibración tan bonita. Luego nos iremos, ahora déjanos disfrutar de esta conexión maravillosa que ha realizado el Maestro.

De pronto un coro de Ángeles se reía a carcajadas entre chillidos y silbidos se hacían ecos en el Cielo. Ellos estaban todos flotando en una nube grandota rosada. El Ángel de Camila tenía el libro de su vida en la mano, y algo que estaban leyendo les había causado mucha gracia.

—¿De qué se ríen? —preguntó el Maestro Gastón—. ¡Eso no se hace! No se curiosea sin permiso.

Los Ángeles lo miraron riéndose de él.

—Mira quién habla —dijo el Ángel de Camila—. Hoy es el día en que podemos hacer travesuras y ésta es una. Hoy es nuestro día, es 24 de octubre en la Tierra, Y tú sabes que ese día todos los Ángeles miramos el Libro de la Vida de nuestros consentidos. Como Ángeles de la guarda tenemos ese privilegio y nadie se puede interponer entre nosotros este día.

—Ah… perdón, había olvidado este aniversario, felicidades angelitos. ¿Podría yo saber de qué se traía el libro de tu consentida, Ángel?

—¡Claro! Mira, te describiré un día de ella así tienes el gusto de conocerla. Se levanta a las seis de la mañana, levanta a sus niñas, las mandan a bañar, prepara el desayuno mientras deja organizado el almuerzo y la cena.

A primeras horas de la media mañana mira los cuadernos para firmarlos y controlar si hay compras escolares que hacer.

Llama a su madre y a su hermana para ver si necesitan algo, mientras desayuna y se termina de pintar los labios atiende el radio-llamado de algún paciente. Mientras se pone los zapatos va cerrando su casa. Carga las mochilas de sus niñas en su viejo auto y se marchan rumbo a la escuela, después de haber dejado comida a sus queridas mascotas.

Deja las niñas en la escuela con la vianda de comida preparó el día antes a la una de la mañana, mientras esperaba que su lava ropas terminara el programa.

A esta altura de la mañana ya había tomado su tercera dosis de las flores de Bach.

Entraría al hospital, haría recetas, controlaría enfermos y estaría comiendo algún yogurt para el mediodía.

Luego, por la tarde estaría yendo a buscar a sus niñas para ayudarlas con la tarea, atendería el llamado de sus amigas, prepararía un trabajo para presentar en una conferencia que hacía años estaba queriendo dar.

Y correría al gimnasio para realizar 45 minutos de actividad física. A esta altura ya estaba por la quinta toma de flores de Bach. Tendría que haber ido a la peluquería pero ya habría cerrado. Llamaría a su tía para que la peinara. El padre de las niñas las pasaría a buscar el fin de semana, mientras de vez en cuando la criticaba diciéndole que ella no sabe ponerles límites a sus pequeñas.

—Entonces —agregó el Maestro—, ¡¡ustedes se están riendo de ella!!

—Es que nosotros no entendemos la liberación femenina. Ella dice que no le alcanza el día. Será que no sabe que tiene 24 horas. En el Cielo hay cosas que no entendemos, pero de lo que me doy cuenta es que cuanto más estudiamos a las personas más nos preocupan. Aunque Camila es genial, tiene una energía muy bonita y no se cansa nunca, tiene una resistencia increíble.

—Pongámonos a trabajar—dijo un Maestro muy pequeñito y luminoso—. La ayudaremos con las ideas de su conferencia, Llamemos a sus musas inspiradoras para que la acompañen.



Y en la Tierra…

Agustín dio vueltas y vueltas en la cama. Ni una sola idea coherente le dejaba cerrar los ojos.

Miró el reloj una y otra vez. Cada cinco minutos lo miraba y las horas parecían detenerse por momentos.

No podía olvidar todo lo que le había sucedido en estos últimos tiempos, y lo solo que se sentía.

Así que también pudo acordarse de la cara de Yanum, una cara muy especial y una bonita persona. Entre esos grandes y pequeños recuerdos se acordó de la hermosa mujer del aeropuerto, y pensó en cómo hubiera cambiado su historia si quizás se hubiera atrevido a pedirle su teléfono.

Camila también estaba preocupada porque no podía encontrar sus papeles para la conferencia.

Solía citar un dicho que le ayudaba a encontrar sus cosas: "Cuando María perdía sus cosas, ¿dónde las pondría?", y con eso siempre aparecía lo que buscaba.

Mientras se preparaba un café se miró la palma de la mano y recordó la charla con el señor de la plaza. El hombre que le había pronosticado que pronto conocería al amor que le había anticipado.

En la casa de Agustín estaba apenas entrando el sol por la ventana de la sala.

Ya era la madrugada y Agustín seguía sin dormir.

Éste era otro día más en el que se hacían presentes las responsabilidades cotidianas.

Y Camila iría a supervisar los resultados de algunos pacientes.

Era una mañana muy fría pero a pesar de eso el sol estaba radiante.

Ella llegó al bar del hospital, encontró tirado en la silla en la que se disponía a sentarse, un papel que decía: "vete detrás de tus sueños".

Y entonces ella se preguntó cuál era su sueño mayor y, como tenía muchos, pensó por cuál empezaría primero.

Y le pasaron por la cabeza imágenes de un viaje, de un trabajo, de nietos, y por qué no, de un buen amor.

Y miró la hora y decidió llamar por teléfono a Damián; le inquietaba saber cómo se sentiría.

Luego se fue a su casa, apresurando la salida del hospital.

Pensó en que se iría de viaje unos días antes de que comenzaran sus conferencias.

Agustín se levantó y se fue al aeropuerto.

Estaba más animado que nunca, sabía que algo bueno estaba por suceder. Lo presintió de un modo muy concreto.

Y así fue, el viaje que le designaron estaba en la India. Pensó que quizás podría ir a ver aquel templo tan especial que ansiaba conocer.

Así que tomó su ropa de verano y pidió permiso para quedarse unos días en un Ashram.



Mientras tanto, en el Cielo…

Ese Maestro que cumple la función de ser el secretario privado de Dios, había llamado a una junta a la que sólo podían asistir guardianes y Maestros ascendidos.

El evento se haría en el castillo. Banderas de todas las religiones adornaban su frente.

Las torres del castillo tienen estrellas titilantes.

La música de Vivaldi era la preferida de quienes habitaban el castillo.

Los jardines que custodiaban la entrada tenían la réplica de los jardines más hermosos del mundo.

Las torres más altas estaban adornadas con nubes plateadas y doradas.

Nada era más increíble y bello que las reuniones del castillo.

Una carroza estacionada en el costado derecho del castillo era la encargada de trasladar a los Maestros ascendidos.

Esa misma carroza había trasladado a ciertas figuras famosas de algunas religiones, cuyos cocheros las habían hecho llegar al Cielo por algunas geometrías sagradas que el Cielo forma en cada espacio del Universo.

Ángeles regordetes flotaban por encima de la entrada principal alabando con sus cantos y sus trompetas.

Las columnas del castillo tenían grabados en todas sus caras, los símbolos de cada cultura de la Tierra.

El paisaje del castillo mostraba algo de nieve en las aristas de las torres.

Había días en los que el paisaje tenía alguna semejanza con Suiza.

Todas las huestes celestiales decidieron salir al mismo tiempo para llegar en el momento indicado.

Todos los Maestros se vistieron de los más bellos colores.

Al ser de Luz más querido por los distintos Cielos le pidieron prestado su perfume de rosas Marianistas.

Y luego de disfrutar de su aroma, salieron a cumplir con el gran encuentro.

Las puertas del castillo comenzaron a abrirse mientras Ángeles y Tronos tocaban sus trompetas.

Todo anunciaba que ya era la hora del gran encuentro.

El piso del castillo tenía colores dorados.

El largo trayecto conducía al salón principal.

El sillón sagrado era inmenso, brillante e imponente.

El Maestro brillaba como un sol y su energía impregnaba de amor al Cielo.

Todos los seres del Cielo formaron fila para saludarlo y esperar su bendición.

Él hizo una señal con su Luz y comenzó la plática telepática, una charla bonita, amorosa y grandiosa. Sin embargo, a pesar de que habría dicho algunas palabras un poco duras, se notaba que la Luz del Maestro emanaba amor por dentro y por fuera.

—Yo, como enviado de Dios, todo lo sé. Sin embargo ésta es una revisión que tendrán que hacer ustedes.

¿Qué esta pasando con ustedes? ¿Por qué no hay orden en el cielo? ¿Por qué abren los libros de las personas y luego no los ponen en su lugar?

¿A quién se le ocurre dejar que nuestros Maestros espíen sin permiso la vida de los humanos?

Los Ángeles viven de fiesta en fiesta, ellos se distraen fácilmente, se despistan junto a las personas, y aprovechan que los humanos no les exigen nada. Así que casi no tienen trabajo y se han hecho unos flojos

Estuve observando todo y mi pregunta principal es: ¿por qué borraron la memoria celestial del Alma de Francesco? Quisiera saber si serían capaces de decirme quiénes lo hicieron.

Los Maestros se miraron entre sí con los ojos del alma.

—Bien, sé su argumento pero aquí cuando mandamos espíritus sin señal del olvido, no se la borramos. Saben que más del 70% de la población terrestre tiene esa información. En el caso del espíritu de Francesco, ustedes se encargaron en cambiarlo creyendo que él estaba apegado a este lugar, pero no se trata de apegos sino de estrategias. El perdió su Misión y está perdido en el mundo.

De Rosario tengo entendido que se llama ahora Camila y que está en las mismas condiciones de confusión. Ella pasó por la Ley y sin embargo está igual que Agustín.

Vamos a hacer algo ahora mismo

Los mismos Maestros que le borraron su memoria ancestral harán todo lo que tengan que hacer para que Agustín la recupere.

—¡Es que no sabemos cómo se hace!, —dijo tímidamente el Maestro del Tiempo.

—Cuando hay voluntad hay forma, —dijo el amoroso Maestro y agregó—. Si lo deseas lo puedes hacer.

Esta vez no los ayudaré. Y les dejo una Misión: por favor no hagan más estas cosas. Saben que no los mandaré al infierno porque no doy castigo —dijo serio el Maestro—. Pero si no cumplen los mandaré como seres humanos a la Tierra y entonces serán libres y podrán hacer y deshacer a su gusto. No olviden que las personas escriben su vida en un papel borrador, hasta que pasan muchos años en sus vidas y entonces las experiencias le hacen pasar la vida en limpio. ¡Les ordeno que dejen de hacer travesuras! Estas personas necesitan un respiro. Ah, lo olvidaba, tengo para darles un listado para que forme parte de sus actividades.

—Maestro, por favor no se vaya, no nos deje así… Le juro que no sé cómo devolverle la memoria a Francesco, bueno, ahora se llama Agustín, el único que puede ayudarme eres tú. Tú tienes esa información de vidas pasadas. Eres el señor destino tienes fechas para encontrar misiones, patrones de conducta, signos y planetas. Sin toda esa información, ¿Cómo crees que podremos hacerlo?

La duda que tengo, Maestro y amigo, es ésta: toda esa información es como un cuaderno de historia.

Pero no tengo el modo de hacer algún cambio.

Sabes que todos trabajamos en equipo, no podemos hacer nada solos.

Tú entiendes ¿no?, que desordenar lleva menos tiempo que ordenar.

Entonces se me ocurre una idea: por qué no consultamos los registros Akáshicos de Agustín. Si cada momento vivido está escrito., el modo en que él transitaría su vida junto a su Alma también debe estarlo.

Entonces también debe decir como recuperará su memoria.

—Pensándolo bien, tienes razón, pero no olvides que no tenemos permitido entrar sin el permiso necesario. Solamente estamos involucrados los que le hemos borrado la Ley del Olvido.

—¿Entonces qué haremos?

—No lo sé. Yo no pienso transgredir ninguna regla —dijo el Maestro.

Pero el otro Maestro no se resignaba a dejar las cosas así.

Entonces se atrevió a decir;

—Ya sé. Si le perdimos a su Ángel que lo mande a alguna terapia de regresiones de vidas pasadas, entonces él se enterará de todo.

—Es una lindísima idea, pero tampoco es posible. Sabes que los Ángeles no pueden mandar a las personas a ningún lugar si ellas no se lo piden, y además Agustín es incrédulo. Por más que algún terapeuta le haga revivir una historia pasada él seguirá dudando. No olvides que las personas dicen creer en todo, pero en cuanto les llega el momento de creer, no lo creen.

Aunque acudamos a su carta astral no encontraremos ningún ritual para modificar esta elección.

—Entonces ¿Qué haremos?

De pronto el Maestro de la Eficiencia apareció volando tirando estrellas doradas a todos lados y con muy buen tino ofreció su ayuda.

Dijo que podría ser factible modificar esta situación si se recurría al Libro de la Vida de Agustín o Francesco, para el caso era el mismo libro.

—Pero nos tendremos que arreglar solos, eso es lo que le escuché decir al Maestro de la Noche.

—¡¡Vengan!! ¡¡Vengan!!. —gritó un Arcángel —. Dejen lo de Agustín para más tarde. Ahora disfruten que se armó la fiesta en el Cielo. El Maestro del Destino nos dijo que tengamos la tarde libre y se armó la fiesta en todo el Cielo, miren…

Y los Maestros se pararon sobre una nube rosada y le dio a ésta orden de que bajara hasta que llegaron a la ciudad de cristal, una ciudad que también se llama la ciudad del amor.

Todo Espíritu que llega en algún momento de su estadía en el Cielo tiene la suerte de entrar ahí.

A veces hay filas de espíritus esperando a que llegue su turno.

Ellos no saben para qué fueron llamados a ese bendito lugar.

La cuestión es que el lugar es hermoso, sus destellos rosados se mezclan con rayos verdes y amarillos

Un aroma muy suave como a jazmines envuelve el lugar y las nubes parecen de peluche.

Los espíritus merodean por las ventanas, apenas se pueden observar por ellas algunos cirios y candelabros.

Niños de todas las edades y de todas las religiones van a colocarse en la fila.

Ellos entran primero que todos, son los privilegiados de Dios.

Cuentan siempre los Maestros que cada niño que entra en el Cielo fue anteriormente elegido por las vibraciones más altas y luminosas del Cielo.

Fueron extraídos y se los ha llamado a este plano por ser almas sabias y almas viejas. Estas son viejas por haber tenido muchas vidas anteriores.

Claro que padres y demás familiares no confían en nosotros.

Los padres muchas veces sólo reniegan de su suerte y se colocan en contra de nuestro y bien amado Dios.

—Y aunque en la Tierra, este dolor no se comprenda, estos niños se necesitan más aquí que en la Tierra, necesitamos más guardianes para cuidar el mundo.

En tanto, en este lugar el otro día se escuchó este diálogo, comentó el Maestro Destino al Maestro de la Perfección:

—Oye, ¿de dónde eres?

—De la Tierra, ¿y tú?

— Yo también. Te preguntaba de qué continente eres.

Y el niño en cuanto su voz espiritual iba a vibrar para contestar, fue interrumpido por un Maestro que se acercó a la puerta del recinto. El Maestro entró e hizo una señal sacándose de su cabeza su corona de corazones,

—¡Adelante, almitas de Luz!

Y todos los niños levantaron sus alitas y entraron contentos y radiantes, se sentaron en forma circular sobre una gran una nube naranja.

Dejaron que el Maestro se sentara en el centro de la ciudad del amor y le cedieron gustosamente la palabra vibratoria.

—Almas queridas, hoy los he mandado a llamar para darle a cada uno la Misión que les toca realizar para los humanos.

Algunas se repetirán, pero todas son importantes y trascendentes. Sólo necesito que me den sus fechas de nacimiento de la vida que acaban de dejar y el día en que partieron de su cuerpo.

Y luego las misiones fueron repartidas. Ellas estaban escritas en papel de chocolate.

Todas las almas del lugar recibieron una burbuja de esencias dulces de regalo.

Otras recibieron esencias de sus comidas preferidas o de sus antojos más deseables. Pero una de esas almas se quedó quietecita, muda y pensativa, tenía rayos multicolores en su aura.

—Uno de los Maestros Espirituales lo sintió mal, quizás esté un poco aturdido —pensó el Maestro.

Pero el niño, leyéndole la mente al Maestro, le explicó:

—Y es esta burbuja de esencias, se parece a los chocolates que me compraba mi mamá a la salida de la escuela.

La verdad ella por momentos me da lástima.

Cree que la acompaño en sus quehaceres y por momentos se pregunta dónde estarán mis pensamientos, a dónde van mi sueños, qué se habrá hecho de mis recuerdos. Una y otra vez piensa esto, más de una vez su llanto apaga la Luz de mi vela.

El Maestro, mientras escuchaba a su amiguito, preguntó:

—¿Extrañas?

—La verdad, la verdad, no. Pero sé que mi madre sí lo hace. Y eso me parte el Alma aunque sé que el Alma sólo se parte para formar su Alma Gemela.

—¿Ya te le apareciste en sueños?, —preguntó el Maestro.

—No, todavía no lo he podido lograr. Es tanta su ansiedad por soñarme que cuando estoy por entrar en el centro de su cabeza su ansiedad se transforma en un viento fuerte que me jala hacia aquí.

—¡Ah, me lo imaginaba!

Tú sabes que todas las almas parten con sus emociones, con sus pensamientos y recuerdos totalmente intactos. Tú sabes que sólo se deja el cuerpo. Pero el cuerpo es el cuerpo y el Alma es el alma.

—Pero, ¿cómo hacer con mi madre y su ansiedad?

—¿Qué ansiedad? —dijo el Alma de Luz riéndose—. ¡Tú sabes cómo hacerlo!, sigue intentando entrar en sus sueños en algún momento se calmará su ansiedad.

—Bien, ahora dime su nombre. Se lo grabaremos en esta cajita de cristal y te la llevarás a tu habitación.

El Maestro prendió algo así como una televisión tridimensional y le mostró la figura de su madre.

—¿Es ella, es tu madre?

—Sí—dijo el Alma del niño sollozando de emoción—. ¿Es bonita, verdad?,

—¿Claro que sí! Te mostraré algo. Mira, ésta es una vida anterior a la tuya. ¿Te reconoces?

—Algunos rasgos se parecen a los de ahora. Mira, ¿es ella tu madre?

—Sí, nuevamente aparece, ¿no es así? Sí. ¡Pero está más joven!

—Es que no es tu madre en esa vida, en esa vida es tu hermana. Mira, adelantaré la película. Aquí tienes cuando ella te abandonó y partió hacia el Cielo. Se repite la historia pero al revés.

—¿Siempre es así?

—No siempre.

Y el Maestro le mostró la ultima fotografía que le habían sacado desde el Cielo a su madre.

—Toma. Te la regalo. Colócala donde quieras.

— La pegaré en el respaldo de mi nube rosada junto a mi muñeco preferido.

—¿Tienes un muñeco en el Cielo, cómo lo hiciste?

—Sólo entré a mi casa, tomé el juguete para ver qué se sentía. Al ser espíritu, y sin querer, se me pegó en el Alma y aquí está.

—¡Qué divertido! Entonces, ¿tienes el don de hacer desaparecer las cosas materiales? Pensaré alguna que otra Misión para ti.

—No me mires así, Maestro, me encuentro perdido.

—Recuerda que no estás perdido ni aún perdido.

Mientras tanto, los Maestros en el Cielo estaban más desconcertados que nunca.

—A ver, piensa, haz algo, —dijo el Maestro—. Pero algo ya, cada día que perdemos es un año de las personas.

Y el Maestro Destino se fue sólito a hamacarse entre las nubes. Pensó, imaginó y sintió qué hacer con la memoria de Agustín.

Fue a ver al Maestro de las Luces. El mismo que había colocado en el centro del arco iris al Alma de Francesco.

Pero el Maestro de las Luces había vuelto a nacer y lo estaba reemplazando un Maestro regordete y muy alegre. Cuando el Maestro le contó lo sucedido éste se empezó a reír a tal punto que el aire que expulsaba al reírse movía las luces del faro del Cielo haciendo un juego de colores con la luna muy llamativo.

—¿De qué te ríes?

—Ustedes están locos. Si a un Alma no se la pasa por la Ley del Olvido en esa vida no se le puede alterar lo ya codificado.

—¿No me ayudarás?

—No me atribuyas tus preocupaciones a mí. Yo no tengo la culpa de sus acciones. Sólo déjame darte un consejo: por qué no dejas en paz a tu querido Agustín.

Si pasó por la Ley será para algo. Y si a alguien se la borran, también es por algo. Por qué no dejas fluir esto y terminas.

—Es que son órdenes y las órdenes no las debemos evadir.

—Ok. Y entonces, ¿qué harás?

—No lo sé.

—Pues bien yo me iré y cuando aparezca el Maestro Técnico te avisaré. Si para tu regreso no has abandonado la idea. Hazme caso, déjalo en paz.


Extracto de "Francesco decide volver a nacer de Yohana Garcia"
 

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Las grandes enseñanzas cósmicas de Jesús de Nazaret a Sus apóstoles y discípulos Parte.XX Y ULTIMA.



Cristo
Las grandes enseñanzas cósmicas. Parte XX.


LAS GRANDES ENSEÑANZAS CÓSMICAS DE JESÚS DE NAZARET A SUS APÓSTOLES Y DISCÍPULOS QUE PODÍAN CAPTARLAS

Parte XX.

En todo lo que se os presente, mirad primero lo más interno en el hombre. Cumplid por tanto en todo aquel que venga a vosotros la ley eterna, aunque sea sólo con una palabra desinteresada, con un gesto desinteresado o una ayuda desinteresada. Estos servicios pequeños, desinteresados, son más valiosos para la salud de su alma y para su vida espiritual que si le regaláis mucho externamente y con ello acaso le ayudáis a conseguir prestigio, riqueza y poder. Esta carga humana podría inducirle a caer más hondo.

Desde la ley de Dios lo más pequeño, ofrecido desinteresadamente, es lo más grande; sirve al alma y le otorga fuerza. Con el más pequeño servicio desinteresado permaneceréis además en el silencio, en el recogimiento de Dios, en Su plenitud, porque habréis dado de forma impersonal.

Dios se regala; sin embargo, de lo que Dios vierte como totalidad, cada cual puede recibir sólo tanto cuanto es capaz de acoger en su consciencia espiritual. Si él cree que ha de tomar más, para ganar capital para sí, lo perderá –y también aquello que ha logrado fatigosamente con su trabajo–; pues quien con lo divino, la verdad, aspira al prestigio externo y hace negocio, se perderá a sí mismo y todo lo que ha adquirido para sí personalmente. Por eso examinad lo que pensáis, y reflexionad antes de hablar y obrar.

Conservad el silencio, que no es ni sensación humana ni pensamiento humano.

Sé silencioso. Confíate a Dios –sí, fíate de El, y recibirás de la corriente de la vida lo que has de decir y hacer en el momento presente.

En todo lo que Dios te inspira, está la medida y la cantidad. Tú recibes por consiguiente sólo tanto cuanto has de dar y hablar en el momento presente.

Sé silencioso, y sabe que eres conducido. El Tú de tu alma sabe acerca de todo; lo conoce todo –está en todo.

Siendo Jesús de Nazaret, recordé una y otra vez a Mis apóstoles y discípulos que todo esto solamente es dado a aquellos que entregan su yo, que ya no son lo personal en la persona, sino el SER, el verdadero Yo divino.

Quien vive en Dios, vive en la plenitud y toma de la plenitud, porque vive en el origen que es Dios, y él, su ser, es divino.

Siendo Jesús, hablé en el sentido siguiente a Mis apóstoles y discípulos:

Vuestras sensaciones, pensamientos y palabras son las herramientas de vuestro cuerpo. Son vuestros pre-trabajadores. Con el acto vosotros sois sólo los ejecutores, los pos-trabajadores de vuestras sensaciones, pensamientos y palabras. Vuestras sensaciones, pensamientos y palabras preceden a vuestro actuar y a vuestros actos.

Sin vuestros pre-trabajadores: vuestras sensaciones, pensamientos y palabras, no podéis llevar a cabo nada. Vuestro sentir, pensar y hablar prepara para vosotros, por tanto, lo que luego lleváis a cabo –ya sea de forma personal, con vuestro intelecto, si vuestros pre-trabajadores han sido personales, o con vuestro corazón, si vuestros pre-trabajadores han sido impersonales, es decir divinos.

Cómo te va actualmente, en esta encarnación, te lo has ganado en tus anteriores existencias mediante tus pre-trabajadores, tus sensaciones, pensamientos y palabras, y luego con tu pos-trabajo, con tus actos. Tu trabajo, tu ociosidad, tus preocupaciones, tus problemas, tus golpes del destino y dificultades, tus penas y tus alegrías, tu salud y tu enfermedad, te los has creado ya en anteriores existencias. Nada se te puede presentar que no hayas programado con anterioridad.

Por lo tanto lo que has programado en anteriores existencias lo has prefijado para esta encarnación y eventualmente para posteriores. En tus próximas vidas terrenales volverás a sentir, pensar, hablar y hacer cosas iguales o parecidas. Nadie puede hablar tu yo; cada cual habla su yo, lo que ha prefijado en anteriores existencias o en esta encarnación, es decir, lo que ha traído consigo.

Cada sensación humana y cada pensamiento humano, cada palabra humana y cada acto humano son en cierto modo una encarnación: el hombre imprime sus aspectos humanos en su alma. Con ello marca su cuerpo terrenal actual y eventualmente su futuro cuerpo terrenal.

Lo que tú fuiste ayer, es decir, en vida terrenal pasada, vuelves a serlo hoy –a menos que alma y hombre lo hayan purificado a tiempo con la fuerza de la ley eterna.

En este circuito pueden hallarse alma y hombre, bajo determinadas circunstancias, durante milenios. Ellos vuelven una y otra vez, y son una y otra vez los mismos. Ellos determinan hoy su mañana. Vuelven una y otra vez con otros rostros y otros cuerpos, con otros nombres y apellidos, y en realidad son los mismos, porque de nuevo sienten, piensan, hablan y hacen cosas iguales a las de ayer. Su rostro, su cuerpo, su nombre y apellido corresponden a su pasado, a la irradiación de sus anteriores existencias.

Lo que el hombre muestra hoy, su forma actual de pensar, hablar y sentir, debería reconocerlo, purificarlo y llevarlo a cabo hoy. Quien no lo lleva a cabo hoy, quien por tanto no aprovecha la energía del día, que le muestra su forma de pensar y hablar, tampoco pasará con éxito la escuela terrenal. Un hombre así vuelve a prefijar ya hoy lo que él será mañana.

Cada hombre está expuesto cada mañana a sí mismo, pues según lo que ese día le traiga y según lo que haga con el hoy, será su día mañana y su vida terrenal; pues el día de cada hombre específico es su vida, es lo que él mismo ha introducido en los astros.

Cada hombre puede leer hoy en sí mismo quién o qué será mañana. Tal como él sienta, piense, hable y actúe mañana –es decir, en una encarnación posterior–, habrá sentido, pensado, hablado y actuado hoy –en esta encarnación–. Su ocupación de hoy puede ser su ocupación de mañana.

Lo que el hombre crea con su bajeza, sus obras, no son las obras de la eternidad. Sus obras perecen –y con ellas, su yo inferior.

Con el circuito de nacimiento y muerte se originó la rueda de la reencarnación. El hombre introduce una y otra vez en su alma lo que parte de ella, aquello con lo que la programó en su día. Los astros correspondientes grabaron los respectivos programas con los que se originó una enorme red de comunicación causal. Esta red de comunicación causal es la ley de causa y efecto, que a su vez forma la rueda de la reencarnación.

La rueda de la reencarnación, la ley de siembra y cosecha, consta de innumerables sistemas solares de substancia de tipo más o menos grueso o sutil. Después de la muerte física, el alma es atraída magnéticamente por aquel plano y por el planeta que han registrado programas de ella que son activos y están pendientes de ser purificados. La rueda de la reencarnación –con sus planos de purificación, que son de substancia más sutil, y la materia de substancia gruesa– es un gran registro, que ha registrado cada causa no purificada de cada alma específica y de cada hombre y que a su vez las reemite al alma y al hombre.

El alma que en el Más allá ha purificado poco o nada de su culpa anímica, vuelve a traer consigo, a su siguiente vida terrenal, lo que aún se adhiere a ella. Ella es entonces, como hombre, lo que había sido como alma y como hombre en sus anteriores existencias. Todo hombre puede leer por sí mismo en su forma de pensar, hablar y comportarse, quién fue él en su día y eventualmente todavía es hoy y será mañana.

El entrar en 

la carne y salir de ella se efectúa hasta que el hombre ha recorrido con éxito la escuela de vida Tierra, y, su alma, con los dones y valores espiritual-divinos, es capaz ir a mundos más elevados que existen fuera de la rueda de la reencarnación.

Entonces el circuito de nacimiento y muerte tiene su final. El ser espiritual, el alma purificada, regresa a su origen, a Dios, su Padre, a la ley eterna, porque se ha convertido de nuevo en la ley eterna, en el verdadero Yo divino, que él vuelve a hablar entonces porque él es la ley.

Estas y otras legitimidades les di, siendo Jesús de Nazaret, a Mis apóstoles y discípulos, para su camino de vida por la Tierra, y se las doy, como Cristo, a todos los hombres, para que caminen por el camino que lleva a la vida interna, en el que Yo, Cristo, les acompaño.

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Las grandes enseñanzas cósmicas de Jesús de Nazaret a Sus apóstoles y discípulos Parte.XIX


Cristo
Las grandes enseñanzas cósmicas. Parte XIX.

LAS GRANDES ENSEÑANZAS CÓSMICAS DE JESÚS DE NAZARET A SUS APÓSTOLES Y DISCÍPULOS QUE PODÍAN CAPTARLAS

Parte XIX.

Nunca os dejéis llevar por el enfado; de otro modo os retendrá lo temporal, las cosas y sucesos que forman parte de lo perecedero.

Quien vive en Dios vive en la plenitud, en la ley eterna, Dios. No preguntará nunca por el «cómo» y el «porqué», porque él es el SER que sabe acerca de todas las cosas.

El que se deja llevar por el enfado da testimonio de sí mismo, ya que aún busca apoyo en las cosas externas.

Un hombre que se deja llevar por el enfado es siempre alguien que está buscando, y por ello alguien intranquilo, porque busca seguridad y apoyo en el mundo. La materia no ofrece al hombre, a la larga, ni seguridad ni apoyo, porque la materia es sólo apariencia y no el SER.

Por eso ejercitaos en conservar la tranquilidad interna en toda situación, para que veáis las cosas y sucesos tal como son.

Dios sabe acerca de cada hombre. El conoce a Sus hijos y les ayuda.

Quien ha aprendido a ver en profundidad, no acusa a su prójimo, porque lo conoce. Solamente el que está espiritualmente ciego acusa a su prójimo, porque no se conoce ni a sí mismo ni a su prójimo.

Si te acusan, rectifica la acusación y llama la atención, de forma general, sobre lo falso y sobre la imputación, pero nunca menciones el nombre del acusador; eso sería personal. Manténte impersonal, pues si le aludes por su nombre y él no te perdona a tiempo, es posible –dependiendo de la causa– que tú lleves su nombre en otra vida terrenal. Su nombre, que entonces tú tendrías, activaría las causas que os atan el uno al otro. Por medio de la irradiación podría ser atraído luego el alma o el hombre al que en su día acusaste mencionando su nombre. Tú y tu prójimo seríais reunidos por la ley de siembra y cosecha para purificar lo que se activaría entonces, en otra encarnación.

Por eso no te apartes de la regla de oro: calla. Habla sólo cuando sea importante y legítimo.

Por eso no te dejes llevar nunca por el enfado. Deténte, y manténte impersonal en toda situación.

Ten presente: habla de ti sólo cuando puedas dar aclaraciones y esclarecer unas circunstancias, o cuando puedas servir y ayudar a tu prójimo con lo que hayas reconocido y superado. Por lo demás, nunca hables de ti personalmente, pues todo lo que dices de ti, te lo estás diciendo al propio tiempo a ti mismo. Se mantiene apegado a ti y refuerza el complejo de tu yo.

Repito: manténte impersonal en toda situación, y encontrarás el camino al silencio interno y permanecerás en el templo de Dios.

La materia, a la larga, no ofrece al hombre ni seguridad ni apoyo, porque lo temporal solamente es apariencia y no el SER, la realidad, lo eterno.

La luz irradia las cosas y acontecimientos que se muestran en la materia, y te permite verlos. Sin embargo, si quieres aferrarte al rayo de luz, caerás. Por eso, aprende a moverte en el rayo de luz.

Jamás te apoyes en la materia; no afirmes exclusivamente lo externo, la materia, pues si no, tarde o temprano te deslizarás a aquello en lo que te has apoyado –pues todo apoyarse conduce a la atadura, y toda atadura es separación de lo que une.

La atadura se refiere a un objeto; ella recibe irradiación. Lo que une es lo comunitario y es traspasado por la irradiación.

Si sólo contemplas y escuchas lo externo, estás externalizado, y tus sentidos del gusto, olfato y tacto serán como son tus sentidos de la vista y el oído.

Tú determinas tu vida en el tiempo o en la eternidad, porque posees la legitimidad de la libertad y por lo tanto puedes decidirte –a favor de lo divino o de lo no divino–. Lo divino te traspasa con su irradiación; lo contrario a la ley divina sólo te irradia. Tú decides quién eres, qué eres –y en último término lo que quieres.

Tú eres, en la luz, la luz; por eso no necesitas aferrarte a nada ni a nadie.

Tú eres la libertad en la libertad de Dios.

Tú eres la sabiduría en la sabiduría de Dios.

La sabiduría de Dios sabe acerca de todas las cosas; por eso tú, el sabio, no te atarás a hombres ni te aferrarás a nada humano llamándolo «lo propio de ti».

Tú tampoco serás ya lo personal en la persona; tú serás un ser humano y por tanto persona –pero ya no personal.

Tú, el sabio, eres consciente de todo, porque vives conscientemente en Dios y eres consciente de todas las cosas –todo lo que es–, ya que ves todo en profundidad. El sabio tiene la visión y la capacidad de comprensión profundas respecto a las cosas que le rodean o que se le presentan.

El que reposa en Dios y toma de la ley eterna, habla rara vez de sí mismo. El es impersonal, pues es quien ve en profundidad, es lo que puede ser captado y la palabra misma del Universo. El sabio habla de sí mismo sólo cuando así puede indicar el camino, pero no para comunicarse.

Cuando el hombre habla su yo personal, él habla su yo inferior, que él habla desde sí mismo y que él habla al mismo tiempo a sí mismo, porque el yo humano no es divino y por tanto forma parte de él, que aún no es divino.

Lo no divino, el yo humano que parte de ti, vuelve a entrar en ti. Así amplías y refuerzas en ti el complejo de tu yo, lo no divino, y con ello creas campos anímicos cada vez más grandes en los que entra la simiente de tu yo y en donde ella brota.

Por eso, antes de hablar, reflexiona qué quieres decir, pues cada palabra es energía que tiene su eco. Manténte por tanto impersonal en toda situación; entonces encontrarás el camino al silencio interno y permanecerás como sabio en el templo de Dios, en el silencio sagrado.

El verdadero sabio no es un eremita; él vive en el mundo, pero no con este mundo. Ya que es hombre, se ha obligado a dar al César lo que corresponde al César, y dará a Dios lo que a Dios corresponde. Quien respeta las leyes terrenales que no se oponen a lo divino, también puede pedir al César que cumpla con su obligación, para que le dé lo que a él como hombre le corresponde.

En muchas repeticiones, Yo, Cristo, enseñé siendo Jesús la ley de Dios y la ley de siembra y cosecha a Mis apóstoles y discípulos.

A pesar de todo, ellos hablaron una y otra vez de cosas insubstanciales y de sí mismos, para darse importancia. Una y otra vez les llamé la atención y les hice notar lo insubstancial, lo personal:

Cuando habláis de vosotros mismos, estáis expresando sólo lo que vosotros mismos sois aún. ¿A quién queréis ayudar con ello?

Todo lo que no se ha realizado, está vacío, en cierto modo hueco, y no lleno de fuerza ni sabiduría. Si habéis realizado poco, tampoco estáis colmados de fuerza ni sabiduría, sino llenos del yo humano, que tiene sus imágenes engañosas.

Las palabras vacías, en cierto modo huecas, engañan a su vez solamente al que está él mismo vacío y hueco; pues él mira sólo la palabra y al que habla, porque no se oye a sí mismo ni tampoco se ve a sí mismo. En determinadas circunstancias os elige como guías y se convierte así en seducido. Ambos son entonces los ciegos que caen en el hoyo de su yo y allí están encadenados el uno al otro, porque el ciego se ha fiado del ciego.

Por eso vaciad primero vuestro recipiente de vuestros aspectos humanos, purificad por tanto primero vuestras copas y vasijas, las partículas de vuestra alma y células de vuestro cuerpo, es decir vuestro templo de carne y hueso, para que halléis acceso a lo más sagrado, desde donde podéis dar a vuestros semejantes lo que necesitan y podéis ofrecerles el servicio desinteresado con que les ayudáis al ascenso espiritual.

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Las grandes enseñanzas cósmicas de Jesús de Nazaret a Sus apóstoles y discípulos Parte.XVIII


Cristo
Las grandes enseñanzas cósmicas. Parte XVIII.


LAS GRANDES ENSEÑANZAS CÓSMICAS DE JESÚS DE NAZARET A SUS APÓSTOLES Y DISCÍPULOS QUE PODÍAN CAPTARLAS

Parte XVIII.

En Dios no hay tiempo, en El no hay nada perdido. En Dios no hay el no -poder- captar; éste pertenece al tiempo.

Dios es presente: todo está en el Uno, y el Uno está en todo; El se regala en la única irradiación que El es, Dios. Por eso Dios sólo puede ser unidad.

La multiplicidad es el tiempo y es aquel que la determina y que determina a aquellos hombres que ambicionan cantidad y volumen y que en la existencia han perdido la medida de todas las cosas, Dios.

Cuando perece el concepto tiempo, caen los límites y la limitación. Entonces se hace visible el actuar de Dios. El SER entra entonces en la vida de los hombres plenos de Dios –y ellos viven: entonces la muerte ha sido vencida, porque el tiempo ha caído.

Yo, Cristo, siendo Jesús expresé también palabras como éstas a Mis apóstoles y discípulos:

Muchos hombres se aferran con todas las fibras de su existencia terrenal a la vida terrenal. No se dan cuenta de que ya al nacer se han puesto el vestido mortal y de que el velo de la muerte se halla sobre ellos.

Pero vosotros os habéis de hacer conscientes de que cada uno de vosotros muere y cada uno de una forma diferente. Por eso habríais de establecer una relación con vuestra muerte, para no ser sorprendidos por lo que se denomina muerte.

Sobre cada hombre se halla el velo de la muerte, que el hombre sólo puede alzar cuando ha despertado espiritualmente –o que tan sólo le será quitado cuando haya muerto.

Enfrentaos por tanto al hecho de que todo hombre muere. ¿Qué sucede tras lo que se denomina muerte?

A cada uno le planteo la pregunta: ¿cómo quieres morir? El cómo os da la respuesta en la pregunta: ¿cómo he vivido? –o en la pregunta: ¿cómo quiero vivir?

La vida terrenal de cada hombre le muestra su muerte y alza, dependiendo de cómo haya vivido el hombre, el velo de la muerte. La vida terrenal de cada cual es la medida para lo que se oculta a él tras el velo de la muerte.

El hombre mismo determina el hallarse fuera de la rueda de la reencarnación o el apegarse a la rueda de la reencarnación.

Mis apóstoles y discípulos Me preguntaron: «¿Cómo hemos de prepararnos?» Yo les dije:

Comprended: cada uno de vosotros es el hoy y el mañana; cada uno es una parte de cada instante, de cada segundo, de cada minuto y de cada hora. Cada uno de vosotros es una parte de un día, una parte de una semana, de un mes y de un año.

Cada hombre es por lo tanto el coedificador de lo que él denomina tiempo. Cuando han transcurrido los aspectos que para este mundo son activos en el instante, en el segundo, en el minuto, en la hora, en el día, en el mes y en el año, él ya no es hombre, sino alma.

El ritmo del yo humano, sin embargo, lo conserva el alma hasta haber encontrado el verdadero SER, que es eterno. Este lo podéis encontrar solamente en el camino de la realización.

Mis apóstoles y discípulos dijeron: «¡Continúa enseñándonos! ¿Cómo podemos sondear las profundidades de nuestro yo humano, para liberarnos más pronto, a fin de acercarnos a Dios, el Eterno?»

Yo les expliqué en este sentido:

Los cinco sentidos del hombre pueden compararse a antenas. Quien utiliza estas antenas demasiado poco para reconocer y para sentir quién es, y para sentir quién podría ser además, no encuentra el camino a su interior y tampoco puede encontrarse a sí mismo.

Comprended: a través de los cinco sentidos el hombre crea sus programas. Estos se hallan en el consciente, en el subconsciente y también en el alma. Estos programas se componen de sentimientos, sensaciones, pensamientos, palabras y actos. Por eso el hombre, según su grado de sinceridad, puede leer en sus pensamientos quién es. Si con sus pensamientos se dirige al mundo de su sentir, experimenta quién es además.

Si el hombre toma las finas antenas, que son iguales a sensores, y se sumerge así en su mundo de sentimientos, siente otros rasgos humanos –o experimenta la sabiduría del alma, lo que de divino ya ha desarrollado.

La plenitud que proviene de Dios es la vida. Quien vive en la plenitud de Dios, está pleno permanentemente; no necesita preocuparse por el mañana –él es el Universo y es la plenitud de la irradiación universal, que fluye a través de él y de la cual él toma porque vive en ella.

La plenitud, Dios, no conoce las necesidades; ella es y da y es la riqueza, el Universo, en el que los seres del Universo viven y se hallan como esencia. Quien desee recibir la plenitud que proviene de Dios, tiene que renunciar al mundo. Ciertamente vivirá en el mundo y obrará en el mundo, pero no estará con el mundo.

Quien rechaza la plenitud, porque se llena con los dones del mundo, sufrirá necesidades, aunque por el momento parezca rico externamente.

Si pedís a Dios dones terrenales, sois hombres de poca fe y no reconocéis vuestra filiación divina, la corriente del Universo de la cual surgisteis y en la cual vivís.

Pedid los dones espirituales, el despertar en el Espíritu de la vida, para que se desarrolle vuestra herencia celestial. Pedid aquello que desde el Espíritu os pertenece, os es dado, y también obtendréis lo terrenal, lo que necesitáis –y más aún, pues Dios no deja que ningún hijo pase necesidades.

El ser humano es el que anhela y se esfuerza por las cosas externas. Con ello empobrece, porque descuida su verdadera herencia.

Con vuestras preocupaciones acerca del mañana, con vuestro preguntaros a vosotros mismos si seguiréis enfermos o enfermaréis o cuándo sanaréis, impedís a Dios, el Espíritu todopoderoso, que obre en vosotros y a través de vosotros, y Me impedís a Mí, el médico y sanador interno, que a través de vuestra alma os traiga alivio y sanación.

Estos pensamientos, deseos y anhelos humanos os alejan cada vez más de Dios y os llevan a un tiempo pobre en luz, a una tierra que ya es pobre –tan pobre como vosotros os hayáis vuelto–. Entonces viviréis vuestro presente en el futuro.

Sabed: cada uno de vosotros lleva en sí mismo la herencia del Universo y por tanto es poseedor del infinito.

Quien adquiere propiedades externas, quien en la Tierra es poseedor de bienes raíces, que vigila y llama propios, regresará, hasta que haya reconocido que su verdadera propiedad es el Cielo. Que la Tierra y la vida terrenal se conviertan solamente en el puente por el que cruzáis al Más allá. Sin embargo, no os procuréis en ella grandes propiedades –pues en ese caso volvéis a crear vuestro lugar para la siguiente encarnación.

Reconocedme en vosotros: entonces Me habréis contemplado como Hermano vuestro; entonces contemplaréis el Cielo, pues en cada uno de nosotros está la totalidad del Cielo, como luz y fuerza; en cada uno de nosotros está el infinito, está la herencia, está nuestra propiedad espiritual. Nosotros somos uno, como luz y fuerza, porque Yo estoy en vosotros y vosotros en Mí.

Así es en la totalidad del infinito: todo está en todo. Esto es la riqueza interna –este es nuestro verdadero SER; es nuestra propiedad.

Yo os digo que, si uno os pide la túnica, le deis además el manto. Pero ¡ay de aquellos que poseen una túnica y un manto y piden engañosos una segunda túnica o manto! ¡Ay de los que podrían ayudarse a sí mismos y sin embargo toman! Se les pedirán cuentas –cuando venga sobre ellos su propio juicio de siembra y cosecha.

Realizad por tanto las leyes sagradas, para que os convirtáis en los que ven –igual a perciben- en profundidad y reconozcáis el pro y el contra en el hombre.

Dios es la plenitud. Quien se apega a sus deseos, anhelos y pasiones, está envuelto; él lleva los vestidos de sus deseos y pasiones –y por eso no conoce el SER, la Vida, que es el Espíritu de Dios–. El se confía al mundo, y no al Eterno, que habita en él.

Por eso aprended a tomar del Espíritu de la vida, confiándoos a Dios en toda preocupación y deseo; El, el Uno universal, os conoce y sabe guiaros.

Quien toma del Espíritu de la vida, vive en Mí, el Cristo, y toma del Espíritu del amor y da del Espíritu del amor. El no será un hombre estrafalario, sino un hombre espiritualmente rico. Vivirá sobre esta Tierra, pero no estará con este mundo.

Un hombre del Espíritu llevará a cabo su trabajo y dará lo mejor de sí. Sin embargo, él no será sólo ciudadano del mundo material –será más bien ciudadano del Reino de Dios, porque vivirá en Dios y tomará del manantial, Dios.

Acoged estas Mis palabras como salvación y como fuerza de vida en vuestra existencia terrenal. Entonces haréis las obras del amor, como hombres, y estaréis en medio del mundo y llevaréis a cabo con Dios vuestras obligaciones.

Dad lo mejor. Esto solamente podéis hacerlo si estáis unidos a El mejor, el SER. No os contentéis nunca con lo mediocre, con lo deficiente –dad lo mejor.

Esforzaos cada instante en tomar de las obras del amor y traspasar con ello vuestro trabajo, vuestra forma de pensar y obrar; entonces seréis el SER en la corriente del SER, y tomaréis del Universo, que es la Ley, Dios.

Tened presentes Mis palabras: no importa lo externo, sino únicamente lo interno, lo que contiene el templo, la plenitud, Dios. Por eso purificad vuestro templo, para que podáis entrar en lo más sagrado.




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Las grandes enseñanzas cósmicas de Jesús de Nazaret a Sus apóstoles y discípulos Parte.XVII



Cristo
Las grandes enseñanzas cósmicas. Parte XVII.


LAS GRANDES ENSEÑANZAS CÓSMICAS DE JESÚS DE NAZARET A SUS APÓSTOLES Y DISCÍPULOS QUE PODÍAN CAPTARLAS

Parte XVII.

Yo enseñé a Mis apóstoles y discípulos la ley:

Dios es la ley universal.

La ley universal, Dios, consta de innumerables facetas de consciencia, que son grados de consciencia. Son las formas espirituales de vida –minerales, plantas, animales y seres de la naturaleza–, que son conducidas por el Dios creador, el Espíritu de la evolución, a los grados de consciencia superiores inmediatos. También las diversas capacidades espirituales y la mentalidad han sido incluidas por el Dios creador, como disposición, en las formas de vida, y asimismo los nombres espirituales de éstas.

El Eterno conduce a todas las formas del SER al perfeccionamiento. Por eso todo está contenido en todo.
Cada grado de consciencia contiene la totalidad de la ley universal. Los diversos grados de consciencia están a su vez en comunicación con grados de consciencia iguales o similares. Aun así, para las formas de vida es válido que en todo está contenido asimismo todo, pero todavía no todo aspecto es manifiesto de forma omniabarcante.
Sin embargo, en cada uno de vosotros todo es manifiesto, porque vuestro cuerpo espiritual ha desarrollado como ley todas las formas del SER. Por eso aprended a percibir en vosotros todo en todo, a verlo en profundidad y a hablar a todo en cada aspecto de consciencia.

Hablo a cada uno: ¿por qué quieres mirar hacia lo lejos, si el Eterno, lo que crees lejano, está en ti?
¿Por qué quieres hablar con tu hermano, si él está como fuerza y luz en ti?
Si tienes algo importante que comunicarle, háblale a él en ti. Así estableces una comunicación consciente con tu prójimo, y si ello es importante para él, lo recibirá –caso de que él también te lleve a ti en sí mismo como fuerza y luz–. Si tu hermano está unido a ti, él se hará sentir en ti o te encontrarás con él y harás una cita para conversar con él.
No obstante, todo se produce primeramente en ti; esto es la ley eterna, no la ley causal.
Repito: requisito para una comunicación divina es que tú hayas desarrollado en ti la esencia divina de tu hermano o de tu hermana –y viceversa, que tu parte eterna espiritual de vida sea activa en él.

Enseñé a Mis apóstoles y discípulos: si queréis atrapar lo que hay a lo lejos, seréis acosados y perseguidos, porque estaréis viviendo en lo externo, en y con el mundo, que sólo es apariencia, es decir, reflejo de la realidad. Puede que, por breve tiempo, vengan a vosotros cosas agradables del mundo –o tendréis que luchar inmediatamente con lo desagradable, con lo que hayáis sembrado–. Eventualmente entremezclaréis nueva siembra con la antigua siembra, nuevas causas, y así también atraeréis a vosotros acontecimientos y fuerzas que no correspondan a la ley de Dios, al orden sagrado del templo.
Entonces solamente hablaréis vuestro yo humano y os presentaréis en vuestra humanidad. No hablaréis la palabra eterna, que es la ley eterna, la vida impersonal, Dios, porque seréis personales.
Todo lo que os presiona y obliga, lo que no os deja ninguna salida, es personal. Lo personal siempre quiere ser confirmado –ya se presente en las cercanías o desde lejos–. No puede tomar el curso legítimo, porque lo personal está centrado exclusivamente en la persona y no en el SER universal impersonal, cósmico.

La persona, el yo humano, es el yo humano que se ve a sí mismo y por eso sólo se refiere a la vida terrenal y a la persona, a lo perecedero, que solamente tiene durabilidad en la noción de los años. El yo perecedero, humano, presiona para aprovechar los años en los que puede confirmarse. Ya que no es la unidad ni el infinito, presiona a lo lejos, presiona en las cercanías, presiona hacia la derecha y hacia la izquierda, hacia arriba y hacia abajo y con ello se restringe cada vez más, porque todo lo centra en sí, la persona.
Toda restricción conduce a estrechez y limitación, y luego a una explosión. Todo el que se limita, golpea en torno a sí. Lo que se produce son engendros: desavenencia, guerra y saqueo.
Todos estos aspectos son explosiones del yo humano, que exige cada vez más para sí. Por esto frecuentemente van a la guerra ejércitos enteros, hombres que están sujetos a limitaciones iguales o parecidas y que se dejan tutelar por sus iguales. Entonces eligen a sus caudillos, que dominan a pueblos enteros.
El yo inferior es insaciable. Quiere poseer y tener, hasta que el hombre-yo fallece. De forma parecida continúa esto entonces en los reinos de las almas o en nuevas encarnaciones. Por eso, cuidad de no caer en la muerte espiritual.

Una y otra vez os oigo hablar de la muerte.
¿Qué es para vosotros la muerte? Para muchos es el final. Pero la muerte no es otra cosa que el paso a otra forma de existencia, en la que vivís de igual modo a como habéis vivido siendo hombres.
La muerte no tomará nada de vosotros –tampoco os dará nada–. El alma que abandona el cuerpo es la misma que estaba en el hombre y que el hombre reflejó. Tras la muerte física, por tanto, no alcanzáis la resurrección.
Sólo entra en la luz el que camina hacia la luz, el que camina hacia adentro. Tal como el alma del niño, proveniente del reino interno, entra en la escuela de vida Tierra, el hombre anciano ha de haber evolucionado desde la escuela Tierra hacia el interior, mediante realización y cercanía a Dios.
Quien desarrolla el reino interno, el Reino de Dios, se convierte en templo de salvación y ya alcanza en el propio templo, en el templo de carne y hueso, la resurrección; en ese caso no habréis de gustar la muerte. Sin embargo, quien está espiritualmente muerto, también está muerto como alma. Los espiritualmente muertos no resucitarán después de la muerte física. Seguirán muertos espiritualmente, pues tal como el árbol caiga, yacerá.
Por ello, alcanzad este reconocimiento: en la carne habéis de despertar a la filiación de Dios, y en la carne habéis de alcanzar la resurrección, pues el alma en el hombre está en la escuela de vida Tierra para llegar a ser lo que ella es en el Padre: divina.
Sabed: los espiritualmente muertos solamente miran la letra y no captan el sentido. Por eso examinad a quién habláis y qué decís, pues no habéis de arrojar las perlas en la tumba, sino llevarlas a aquellos que quieren despertar.


Quien no Me haya encontrado siendo hombre, tampoco Me encontrará después de su muerte física; pues quien sólo haya vivido en lo humano, también como alma vivirá sólo centrado en el mundo y volverá a buscar la carne que pará él es la vida.
Por eso comprended: vida es Dios, y quien no ha encontrado a Dios en sí mismo, tampoco Me ha encontrado a Mí, el Cristo de Dios. Después de su muerte física entrará por la puerta de la muerte y seguirá espiritualmente muerto –hasta que se reconozca a sí mismo y se encuentre a sí mismo en Mí.
Quien Me reconoce, conoce el Universo. Está en el Universo, y el Universo está en él. Quien no Me reconoce, está centrado en la Tierra y acumula tesoros y riquezas externos, porque no percibe el interior, ya que no está centrado en la gran totalidad. Como no Me conoce, no se conoce, y tampoco al Universo, que Yo Soy.
Las innumerables fuerzas del Universo están como esencia en ti, pues tú, oh hombre, eres el microcosmos en el macrocosmos; tú eres la herencia del infinito. En ti todo está unido; y lo que está, es eterno. Lo que es eterno, está en ti.
Solamente lo que hay en lo más interno de tu alma, es tuyo, y lo que es tuyo, es eterno. Lo externo es apariencia y perecedero. No puedes llevártelo; tienes que dejarlo aquí y allí.

Comprende que toda condensación es perecedera –y lo que es perecedero, perece–. Así, también la materia perecerá, porque la condensación no es eterna ni eternidad.

Creéis que tenéis que huir del mundo, para vencerlo. Yo os digo: huyendo del mundo, no os venceréis; no reconoceréis quiénes sois, pues habréis perdido el espejo de vuestro mundo.
Mientras no venzáis al mundo en el mundo, seréis vulnerables desde el mundo. Tenéis que deshaceros de todo reflejo y volveros como Dios os ve, como fuisteis por tanto desde un principio –y volveréis a ser por Mí, el Cristo: seres de la luz.
Pues el mundo de los seres encarnados, de los hombres, es a la vez el mundo de los seres desencarnados, de las almas. Ambos mundos se traspasan mutuamente. Son lugares de residencia para los hombres y almas, en los que los hombres y almas van madurando mediante la evolución y el crecimiento, acercándose así al Reino eterno, para sumergirse en la corriente –Dios– que es eterna.
Los que han despertado espiritualmente van madurando en la eternidad –los espiritualmente muertos se contentan con el reflejo.

Este mundo es la sustancia nociva para el alma y el cuerpo. Quien la asimila, enferma.
Toda enfermedad es el efecto de una o varias causas. También puede ser una enfermedad colectiva, en razón de una culpa colectiva, en el caso de que varios hombres hayan pecado, por el mismo motivo, contra sus semejantes. Si estos hombres no les perdonan, su enfermedad persiste frecuentemente durante encarnaciones o en el reino de las almas.
La enfermedad es la imagen de tu alma. Es el espejo en el que puedes reconocer tu mundo de sentimientos, sensaciones y pensamientos.

Dichosas las almas que han aceptado entrar en la carne para volverse divinas en la escuela Tierra.
Ay de aquellas almas que han aceptado la carne para entregarse nuevamente al placer del cuerpo.
El alma en el hombre está en la escuela de vida Tierra para volverse nuevamente divina.

¿Qué cambia cuando el alma abandona su envoltura mortal?
¿Qué cambia cuando una flor se marchita?
¿Qué cambia cuando las estaciones del año se desvanecen?
¿Se marchan y nunca más vuelven?
¿O no se halla el SER en el desvanecerse, y otra vez la evolución, que toma una vestidura aún más bella y fastuosa?
El hombre llama al otoño, al otra-vez-volver-a-ser en la naturaleza, a lo que toma nueva y más fastuosa forma: lo perecedero.
Sin embargo, no existe el perecer –solamente el cambio y la transformación.
¿Puede perdurar el tiempo en el cambio y en la transformación?
Tiempo es perecer. ¿Qué perece?
¿Qué es el espacio, si la consciencia es ilimitada?
¿Qué es el espacio, si el hombre es una emisora de emisión y recepción?
¿Qué es el espacio, si los reinos de la naturaleza son cósmicos?
¿Qué son por tanto el tiempo y el espacio?

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