LA PAZ O EL SUFRIMIENTO ......
Publicado por Graciela Muesa en Universo Espiritual Comunidad.
http://universo-espiritual.ning.com/
En ciertas situaciones extremas, en donde está en juego la paz o el sufrimiento, todavía puede ser imposible para ti aceptar el Ahora.
Publicado por Graciela Muesa en Universo Espiritual Comunidad.
http://universo-espiritual.ning.com/
En ciertas situaciones extremas, en donde está en juego la paz o el sufrimiento, todavía puede ser imposible para ti aceptar el Ahora.
Pero siempre hay una segunda oportunidad.
Tu primera oportunidad es entregarte a la realidad de ese momento.
Sabiendo que lo que se no se puede deshacer – porque ya es – tú dices que sí a lo que es o aceptas lo que no es.
A continuación, haces lo que tienes que hacer, sea cual sea la situación.
Construye un estado de no resistencia, un estado de gracia y ligereza, libre de lucha.
Si permaneces en ese estado de aceptación, se termina la negatividad, no hay más sufrimiento, se acaba la infelicidad.
Siempre que no puedas hacer eso, cada vez que no generas suficiente presencia consiente y caes en algún patrón de resistencia habitual e inconsciente, sea porque tengas que afrontar una condición tan extrema como para que la consideres absolutamente inaceptable para ti o por algún otro motivo, se creará dolor y sufrimiento alrededor tuyo.
Te podrá parecer que la creadora de ese dolor es la situación misma, pero cuando la analices más profundamente, verás que la resistencia que le pones, es la generadora de este sufrimiento.
Entonces aparece tu segunda oportunidad: si no puedes aceptar lo que está fuera, entonces acepta lo que hay dentro. Si no puedes aceptar la condición externa, acepta la condición interna.
Esto significa: no te resistas, permite que sea, déjate llevar por el dolor, la desesperación, el miedo, la soledad o cualquier forma de sufrimiento. Sé presencia sin etiquetar mentalmente. Sólo Abrázalo.
Luego ve cómo opera el milagro de la rendición transmutando todo ese profundo sufrimiento en paz insondable. Esta es tu crucifixión. Deja que se convierta en tu resurrección y ascensión.
Cuando el dolor es profundo, la rendición a él parece inútil y sin sentido. Cuando el sufrimiento es implacable, es probable que tengas un fuerte deseo de escapar de él en lugar de rendirte. No quieres sentir lo que sientes. ¿Qué podría ser más normal? Pero no hay escapatoria, no hay salida.
Hay muchos tipos de pseudoescapes, trabajo, bebida, drogas, ira, proyecciones apocalípticas, represiones, y así sucesivamente, pero nada de eso te liberan del dolor. El sufrimiento no disminuye en intensidad cuando lo procesas en forma inconsciente. Cuando lo niegas, todo lo que haces, piensas o dices se contaminan con él. Transmites, por así decirlo, toda esa energía dolorosa y reprimida y otros la recogen subliminalmente.
Si ellos son inconscientes, se sienten obligados a atacar o herir de alguna manera, y a la vez, hieren a otros con una proyección inconsciente de su estado interior. No olvides que atraes y manifiestas lo que sientes interiormente.
Cuando no hay manera de salir, todavía tienes una. No te apartes del dolor, enfréntalo. Siéntelo plenamente, no lo pienses! Exprésalo si lo consideras necesario, pero no crees un script en tu mente. Presta toda tu atención a la sensación, no a la persona, evento o situación que parece haberlo causado.
No dejes que la mente utilice el dolor para crearte una identidad de víctima Sintiendo lástima por ti mismo y diciendo a los demás tu historia, te mantendrá atrapado en el sufrimiento.
Dado que es imposible escapar de la sensación, la única posibilidad de cambio es entrar en ella; de lo contrario, nada va a cambiar.
Así que brinda toda tu atención a lo que sientes, y evita de etiquetarlo mentalmente. Al entrar en el sentimiento, estarás intensamente alerta.
Al principio, puede parecer como un lugar oscuro y aterrador, y debes vencer el impulso de apartarte, debes observarlo, pero no actuar sobre él. Mantente atento en el dolor, el miedo, el temor, la soledad, lo que sea. Este es el Cristo en el Monte de los Olivos.
Sigue alerta, presente con todo tu Ser, con cada célula de tu cuerpo. Mientras lo haces, estás trayendo luz en esta oscuridad, la llama de tu conciencia.
En esta etapa, no tiene que preocuparte de nada más. Ya sucedió. Cómo? Tu atención completa es la plena aceptación, es la rendición. Al dar toda tu presencia, utilizas el poder del Ahora, todo tu poder.
Todavía la resistencia se puede hacer presente, pero tu estado de presencia hace desaparecer el tiempo y con él al sufrimiento y la negatividad.
La aceptación del sufrimiento es un viaje hacia la muerte. Ante el dolor profundo, permitiendo que sea, es entrar en la muerte conscientemente. Cuando haya ingresado a esta muerte, te darás cuenta que no existe, no hay nada que temer, sólo es el ego que muere.
Imagina un rayo de sol que se ha olvidado que es una parte inseparable del sol y se engaña a sí mismo en la creencia de que tiene que luchar por la supervivencia y crear y aferrarse a una identidad que no sea el sol. La muerte, de este engaño, ¿no es increíblemente liberadora?
¿Quieres una muerte fácil? ¿Prefieres morir sin dolor, sin agonía? Entonces deja el pasado y el futuro, céntrate en cada momento, intensamente obsesivamente, entrégate a él por entero, deja que la luz de tu rostro brille lejos de los plazos y los recuerdos.
Este es el Camino de la Cruz.
La Iluminación a través del sufrimiento
Tu primera oportunidad es entregarte a la realidad de ese momento.
Sabiendo que lo que se no se puede deshacer – porque ya es – tú dices que sí a lo que es o aceptas lo que no es.
A continuación, haces lo que tienes que hacer, sea cual sea la situación.
Construye un estado de no resistencia, un estado de gracia y ligereza, libre de lucha.
Si permaneces en ese estado de aceptación, se termina la negatividad, no hay más sufrimiento, se acaba la infelicidad.
Siempre que no puedas hacer eso, cada vez que no generas suficiente presencia consiente y caes en algún patrón de resistencia habitual e inconsciente, sea porque tengas que afrontar una condición tan extrema como para que la consideres absolutamente inaceptable para ti o por algún otro motivo, se creará dolor y sufrimiento alrededor tuyo.
Te podrá parecer que la creadora de ese dolor es la situación misma, pero cuando la analices más profundamente, verás que la resistencia que le pones, es la generadora de este sufrimiento.
Entonces aparece tu segunda oportunidad: si no puedes aceptar lo que está fuera, entonces acepta lo que hay dentro. Si no puedes aceptar la condición externa, acepta la condición interna.
Esto significa: no te resistas, permite que sea, déjate llevar por el dolor, la desesperación, el miedo, la soledad o cualquier forma de sufrimiento. Sé presencia sin etiquetar mentalmente. Sólo Abrázalo.
Luego ve cómo opera el milagro de la rendición transmutando todo ese profundo sufrimiento en paz insondable. Esta es tu crucifixión. Deja que se convierta en tu resurrección y ascensión.
Cuando el dolor es profundo, la rendición a él parece inútil y sin sentido. Cuando el sufrimiento es implacable, es probable que tengas un fuerte deseo de escapar de él en lugar de rendirte. No quieres sentir lo que sientes. ¿Qué podría ser más normal? Pero no hay escapatoria, no hay salida.
Hay muchos tipos de pseudoescapes, trabajo, bebida, drogas, ira, proyecciones apocalípticas, represiones, y así sucesivamente, pero nada de eso te liberan del dolor. El sufrimiento no disminuye en intensidad cuando lo procesas en forma inconsciente. Cuando lo niegas, todo lo que haces, piensas o dices se contaminan con él. Transmites, por así decirlo, toda esa energía dolorosa y reprimida y otros la recogen subliminalmente.
Si ellos son inconscientes, se sienten obligados a atacar o herir de alguna manera, y a la vez, hieren a otros con una proyección inconsciente de su estado interior. No olvides que atraes y manifiestas lo que sientes interiormente.
Cuando no hay manera de salir, todavía tienes una. No te apartes del dolor, enfréntalo. Siéntelo plenamente, no lo pienses! Exprésalo si lo consideras necesario, pero no crees un script en tu mente. Presta toda tu atención a la sensación, no a la persona, evento o situación que parece haberlo causado.
No dejes que la mente utilice el dolor para crearte una identidad de víctima Sintiendo lástima por ti mismo y diciendo a los demás tu historia, te mantendrá atrapado en el sufrimiento.
Dado que es imposible escapar de la sensación, la única posibilidad de cambio es entrar en ella; de lo contrario, nada va a cambiar.
Así que brinda toda tu atención a lo que sientes, y evita de etiquetarlo mentalmente. Al entrar en el sentimiento, estarás intensamente alerta.
Al principio, puede parecer como un lugar oscuro y aterrador, y debes vencer el impulso de apartarte, debes observarlo, pero no actuar sobre él. Mantente atento en el dolor, el miedo, el temor, la soledad, lo que sea. Este es el Cristo en el Monte de los Olivos.
Sigue alerta, presente con todo tu Ser, con cada célula de tu cuerpo. Mientras lo haces, estás trayendo luz en esta oscuridad, la llama de tu conciencia.
En esta etapa, no tiene que preocuparte de nada más. Ya sucedió. Cómo? Tu atención completa es la plena aceptación, es la rendición. Al dar toda tu presencia, utilizas el poder del Ahora, todo tu poder.
Todavía la resistencia se puede hacer presente, pero tu estado de presencia hace desaparecer el tiempo y con él al sufrimiento y la negatividad.
La aceptación del sufrimiento es un viaje hacia la muerte. Ante el dolor profundo, permitiendo que sea, es entrar en la muerte conscientemente. Cuando haya ingresado a esta muerte, te darás cuenta que no existe, no hay nada que temer, sólo es el ego que muere.
Imagina un rayo de sol que se ha olvidado que es una parte inseparable del sol y se engaña a sí mismo en la creencia de que tiene que luchar por la supervivencia y crear y aferrarse a una identidad que no sea el sol. La muerte, de este engaño, ¿no es increíblemente liberadora?
¿Quieres una muerte fácil? ¿Prefieres morir sin dolor, sin agonía? Entonces deja el pasado y el futuro, céntrate en cada momento, intensamente obsesivamente, entrégate a él por entero, deja que la luz de tu rostro brille lejos de los plazos y los recuerdos.
Este es el Camino de la Cruz.
La Iluminación a través del sufrimiento