Vives en dimensiones Múltiples
Secreto 9
La semana pasada conocí a dos personas que podrían enfrascarse en una contienda espiritual si no fueran tan afables. La primera era una mujer interesada en la justicia social. Luego de amasar una fortuna en el negocio de la ropa, supo que muchas de las prendas lujosas que vestimos se fabrican en condiciones infrahumanas en el Tercer Mundo, donde los niños trabajan dieciséis horas al día por unos centavos.
Tras constatar en persona estas condiciones, la mujer se convirtió en una activista de gran dedicación.
“Debemos eliminar la esclavitud laboral”, me dijo con voz apasionada. “No comprendo por qué no están todos indignados por lo que ocurre.” Me di cuenta de que en realidad quería saber por qué yo no estaba indignado. Sus ojos, de mirada intensa, ferviente, estaban clavados en mí. “Sobre todo tú” me decían.
No hacía falta. Cuando se es una figura pública relacionada con la espiritualidad, las personas quieren saber por qué uno no sigue la rama de la espiritualidad elegida por ellas.
En este caso, la mujer interesada en la justicia social pensaba que la forma más elevada de la espiritualidad era el humanitarismo.
Según su manera de pensar, uno no es realmente espiritual mientras no ayude a los pobres y combata la injusticia y la desigualdad. Unos días después conocí a su contrario, un hombre que se gana la vida realizando sanaciones a distancia. Nacido en Sudamérica, descubrió, mediante misteriosas experiencias en la infancia, que podía ver el mundo sutil de las auras y los campos de energía. Durante mucho tiempo, nada derivó de este don; se dedicó al negocio de importaciones y exportaciones hasta pasados los 40 años.
Cierto día se sintió enfermo y acudió con un sanador que lo curó sin utilizar las manos, sólo moviendo su energía psíquica. A partir de ese momento, el hombre se dedicó apasionadamente a realizar la misma clase de trabajo. Y él, también, quiso saber por qué yo no seguía su camino espiritual. “Ocurrirán cambios en el plano astral”, me dijo en voz baja y reservada.
“La ciencia ha dominado el plano material, pero habrá un cambio en 2012. Me lo han dicho mis guías espirituales.
A partir de ese año, la ciencia entrará en decadencia, destruida por sus excesos. Entonces el espíritu volverá al planeta.”
En vez de un humanitarismo apasionado, este hombre defendía el desprendimiento y la renuncia al mundo material.
Al igual que la mujer, no entendía por qué yo no comprendía:
le parecía obvio que tratar de cambiar al mundo mediante la confrontación era inútil. Por extraño que parezca, yo estuve de acuerdo con ambos. Lo que representaban era un secreto: todos vivimos en dimensiones múltiples.
Podemos elegir hacia dónde dirigir nuestra atención, y en donde esa atención se concentre, se abrirá una nueva realidad. Aunque estas dos personas no estaban de acuerdo, ambas intentaban resolver el mismo problema: cómo ser espiritual pese a las exigencias materiales. Y las respuestas que ambas habían encontrado eran viables; pero ninguna era la respuesta. Cuando digo otras dimensiones hablo de ámbitos de conciencia. La conciencia hace la realidad — hemos hablado bastante al respecto— pero hacer significa en realidad elegir.
La realidad única posee ya todas las dimensiones posibles; nadie necesita hacer otras nuevas, ni podría aun si quisiera. Pero mediante nuestra atención traemos estas dimensiones a la vida: las poblamos, les damos nuevo significado y pintamos paisajes únicos. Permíteme enumerar primero estos ámbitos.
Los ámbitos invisibles
Cómo se despliega la conciencia desde la fuente.
Ser puro.
El ámbito de lo absoluto, conciencia pura antes de que adquiera ninguna característica. El estadio
anterior a la creación.
No es en realidad un ámbito separado, pues impregna todo.
Dicha potencial.
El ámbito de la conciencia cuando empieza a descubrir su propio potencial.
Amor.
La fuerza motivadora de la creación.
Cognición.
El ámbito de la inteligencia interna.
Mitos y arquetipos.
Las pautas colectivas de la sociedad.
Es el ámbito de dioses y diosas, héroes y heroínas, energías
masculinas y femeninas.
Intuición.
El ámbito donde la mente comprende el funcionamiento sutil de la vida.
Imaginación.
El ámbito de la invención creativa.
Razón.
El ámbito de la lógica» la ciencia y las matemáticas.
Emoción.
El ámbito de los sentimientos.
Cuerpo físico.
El ámbito de la sensación y los cinco sentidos.
¿Cuál de estos reinos es auténticamente espiritual?
Todos están interconectados, pero vemos que
frecuentemente las personas acampan en uno u otro, y una vez que encuentran el lugar que
prefieren, también encuentran ahí al espíritu.
La mujer interesada en la justicia social halló su lugar en las emociones y el cuerpo físico; fue la
lucha física de la pobreza cotidiana lo que conmovió su corazón.
Pero, por supuesto, no puede
excluirse el amor de su conjunto de motivos; quizá descubrió intuitivamente que este tipo de
trabajo humanitario era el camino hacia un mayor crecimiento personal.
El hombre que sanaba a distancia encontró su lugar en el reino de la intuición. Aquí es donde
operan las energías sutiles.
Su rama de la espiritualidad implicaba manipular las fuerzas invisibles
que sustentan el mundo físico.
No podemos excluir al amor de su conjunto de motivos, y hay que
considerar también el reino del mito y los arquetipos, pues apelaba a ángeles y guías espirituales
para realizar su trabajo.
Un escéptico replicaría que estos reinos simplemente no existen. Éste es un argumento difícil de
rebatir porque si algo no existe para ti, entonces puede no existir.
Tal vez convenga poner un
ejemplo.
Un auto se ha incrustado en un montículo de nieve.
El conductor yace inconsciente sobre el
volante.
Los curiosos se detienen a ver qué pasa y se preguntan unos a otros:
“¿Cómo pasó esto?” Uno de ellos señala las huellas de las llantas en la nieve. “El auto se desvió.
Así fue como pasó”
Otro observador señala el volante torcido hacia un lado.
“La cadena de tracción estaba defectuosa.
Así fue como pasó.”
Un tercer observador huele el aliento del conductor.
“Estaba ebrio. Así fue como pasó.”
Finalmente, pasa por ahí un neurólogo con un escáner para exámenes de resonancia magnética y
señala el resultado de la exploración. “Su corteza motriz muestra anormalidades.
Así fue como
pasó.”
Cada respuesta depende por completo del tipo de evidencias utilizadas. La misma pregunta se
formuló en niveles diferentes de la realidad, y de acuerdo con el nivel, sólo una clase de respuesta
tenía sentido.
No es que el neurólogo sea enemigo del mecánico; sólo cree que su propia respuesta
es más profunda y, por tanto, más acertada.
Cuando se afirma que no hay prueba científica de que el universo es consciente, mi respuesta
inmediata es:
“Yo soy consciente, ¿y acaso no soy una actividad del universo?
” El cerebro, que
opera con impulsos electromagnéticos, es una actividad del universo tanto como lo es una
tormenta electromagnética en la atmósfera o una estrella lejana.
Por tanto, la ciencia es una forma
de electromagnetismo que dedica su tiempo a estudiar otra forma.
Una vez, un físico me hizo un
comentario que me agradó:
“La ciencia no debería ser considerada enemiga de la espiritualidad,
pues es su más grande aliada.
La ciencia es Dios explicando qué es Dios a Dios mediante un
sistema nervioso humano. ¿No es la espiritualidad lo mismo?”
Un filósofo podría argumentar que la realidad no se conoce en verdad mientras no se incluyan
todos los niveles de interpretación.
En ese sentido, la teoría de la realidad única no se opone al
materialismo: lo expande.
El conductor que se estrelló en el banco de nieve pudo tener muchos
niveles de motivación: quizá estaba deprimido y se salió del camino a propósito (emociones).
Quizá estaba pensando en un poema que quería escribir y su atención se desvió (imaginación).
Quizá vio con la mente que otro auto estaba a punto de invadir su carril (intuición)
Para alcanzar un nuevo nivel de explicación debes trascender el nivel en el que estás, ir más allá de
él.
Si puedes reconocer que ir más allá es algo que haces todos los días, no hay mucha razón para
utilizar el materialismo como palo de golf para azotar a la espiritualidad en la cabeza.
El mundo
material puede ser tu nivel básico de experiencia o no. Los otros niveles están disponibles
mediante la trascendencia —ir más allá de tu nivel básico— como lo estás haciendo en este
instante en que tu cerebro convierte química en pensamientos.
Así, la pregunta correcta es en qué ámbito quieres vivir.
Para mí, la vida ideal se vive en todos los niveles de conciencia. Tu atención no es limitada ni
estrecha; te abres a la totalidad de la conciencia. Tienes la oportunidad de vivir así, pero al
concentrarte en uno o dos niveles has provocado que los demás se atrofien. Han sido expulsados
de tu conciencia, por lo que tu capacidad para trascender está muy limitada.
(En el nivel más
mundano, frecuentemente es una cuestión de tiempo.
Pocas veces encuentro científicos que hayan
reflexionado detenidamente acerca de la conciencia; no piensan más que en el trabajo de
laboratorio.
Como el resto de nosotros, tienen muchas ocupaciones, y si el mundo tuviera una base
profundamente distinta de la que ellos han aprendido como estudiantes de medicina o física
cuántica, el científico típico tendría que ocuparse de ella.)
Cada dimensión de tu existencia tiene un propósito y ofrece un nivel de realización que no está
disponible en ningún otro lugar (éstos son los “sabores de la creación”). Con una conciencia
totalmente expandida puedes acceder a todas las dimensiones.
Cuando las puertas están abiertas
Vivir en todas las dimensiones de la conciencia.
Ser puro.
Cuando esta puerta se abre, te conoces a ti mismo como el “yo soy”, el estado simple de la
existencia eterna.
Dicha potencial.
Cuando esta puerta se abre, sientes animación y efervescencia en toda actividad. La dicha está más
allá del placer y el dolor.
Amor.
El ámbito de la dicha como experiencia personal.
Cuando se abre esta puerta, experimentas amor en todos los aspectos de la vida. El amor es tu
motivación primaria en todas las relaciones, empezando por la relación contigo mismo. En un
nivel más profundo, el amor te vincula con el ritmo del universo.
Cognición.
Es la fuente de la mente. Cuando se abre esta puerta, puedes acceder a la sabiduría y al
conocimiento sobre todo lo que hay en la creación.
Mitos y arquetipos.
Cuando se abre esta puerta, conduces tu vida como una búsqueda. Aspiras a los logros de los
héroes y heroínas que admiras. También encarnas la dinámica eterna entre masculino y femenino.
Intuición.
Cuando se abre esta puerta, puedes moldear estas fuerzas sutiles en la sanación, la clarividencia y
la comprensión de la naturaleza humana. La intuición también te guía en tu propio camino,
mostrándote cómo elegir el camino a recorrer cuando tu vida cambia de rumbo.
Imaginación.
Cuando esta puerta se abre, las imágenes de tu mente tienen poder creativo. Infunden vida a
posibilidades que jamás habían existido. En este nivel también desarrollas la pasión por explorar lo
desconocido.
Razón.
Cuando esta puerta se abre, puedes concebir sistemas y modelos de la realidad. El pensamiento
racional hace frente a posibilidades infinitas utilizando la lógica, que corta rebanadas de la realidad
para analizarlas separadas.
Emoción.
Cuando esta puerta se abre, percibes las sensaciones corporales y las interpretas como placer o
dolor, sentimientos que anhelas y sentimientos que quieres evitar. El ámbito emocional es tan
poderoso que invalida la lógica y la-razón.
Cuerpo físico.
Cuando esta puerta se abre, te descubres como un ser aislado en el mundo físico.
¿Cómo surgieron todos estos niveles? Como un hecho de la existencia: el ser puro los concibió»
los proyectó desde sí, y entró en ellos. Se trata del circuito principal del universo, y tu sistema
nervioso está conectado a él.
Al prestar atención a cualquier dimensión de la vida, le envías una
corriente de conciencia. Si no prestas atención, el circuito está cerrado para esa dimensión. Aunque
utilizamos palabras como puertas, circuitos y niveles éstas no logran reflejar la realidad, que vibra con cada impulso.
Tú produces un efecto en cada dimensión aun cuando no hayas dirigido tu
atención a explorar y comprender lo que hay ahí.
Cuando una persona ha explorado a fondo una dimensión, se dice que ha alcanzado el vidya,
palabra que en sánscrito significa literalmente “conocimiento” pero que implica mucho más: el
dominio de un conjunto de leyes naturales.
Imagina que entras en un taller del cual desconoces las
herramientas y el oficio. En el momento de entrar captas todo de un vistazo, pero hace falta
entrenamiento para dominar cada detalle.
Al final eres una persona diferente, con percepciones
totalmente distintas.
Así, un músico graduado por la Julliard School of Music escucha las notas del
radio con un sistema nervioso diferente al de alguien que se acaba de graduar del MIT
[Massachusetts Institute of Technology] como ingeniero en electrónica.
Ambos han adquirido
vidya, el tipo de conocimiento en que uno se convierte y que no sólo se aprende pasivamente.
Personas con perspectivas totalmente distintas de la espiritualidad tienen en común la búsqueda del
vidya.
Quieren ser transformados por el conocimiento que fluye directamente de la fuente.
El
hecho de que la fuente de una persona sea Dios y la de otra sea Brahma, Alá, Nirvana o Ser, es una
diferencia insignificante.
Lo que en realidad divide a las personas es mantener las puertas de la
percepción cerradas- A este estado se le llama avidya, o falta de conciencia.
Avidya
Cómo nos apartamos de la conciencia
Ser puro.
Cuando esta puerta se cierra, vivimos en la separación.
Hay un temor subyacente a la
muerte, pérdida de conexión y ausencia de cualquier presencia divina.
Dicha potencial.
Cuando esta puerta se cierra, la vida carece de alegría. La felicidad es sólo un
estado efímero. No hay apertura para las experiencias sublimes.
Amor.
Cuando esta puerta se cierra, la vida es cruel.
Nos sentimos aislados en un mundo gris
donde las demás personas son figuras distantes, indiferentes.
No se percibe la presencia de una
mano amorosa en la creación.
Cognición.
Cuando esta puerta se cierra, las leyes de la naturaleza resultan desconcertantes. El
conocimiento se alcanza sólo mediante los hechos y la limitada experiencia personal, sin acceso al
significado profundo.
Mitos y arquetipos.
Cuando esta puerta se cierra, no existen modelos, héroes, dioses ni búsquedas
apasionadas. No encontramos un significado mítico en nuestras vidas. No hay una dimensión más
profunda en la relación entre hombres y mujeres.
Intuición.
Cuando esta puerta se cierra, la vida pierde sutileza.
La persona no alcanza a
comprender a fondo las cosas, no tiene chispazos de genialidad ni esos momentos de júbilo en los
que decimos: “¡Aja!”.
La red de conexiones sutiles que sostiene al universo queda totalmente
oculta.
Imaginación.
Cuando esta puerta se cierra, la vida queda desprovista de fantasía. Vemos todo de
manera literal; el arte y las metáforas importan poco.
Las decisiones importantes se abordan
mediante el análisis técnico, y no hay esperanza de un salto creativo súbito.
Razón.
Cuando esta puerta se cierra, la vida no tiene sentido.
Somos gobernados por impulsos
aleatorios.
Ninguna línea de acción se continúa hasta su conclusión, y las decisiones se toman
irracionalmente.
Emoción.
Cuando esta puerta se cierra, los sentimientos están congelados. Hay poco o ningún
espacio para la compasión y la empatia.
Los sucesos parecen desconectados, sin continuidad, y las
demás personas no ofrecen oportunidad alguna de establecer lazos.
Cuerpo físico.
Cuando esta puerta se cierra, la vida es completamente mental. La persona siente
que su cuerpo está inerte, que es un peso muerto que debe arrastrar.
El cuerpo existe como un
sistema de apoyo necesario para la vida, nada más. No hay “combustible” para moverse y actuar
en el mundo.
Como puedes ver, no hay un solo estado de avidya sino varios.
Tradicionalmente, en India la
distinción no era tan sutil y a las personas se les calificaba de ignorantes o iluminadas.
Si no
estabas en la unidad, se pensaba, estabas en la ignorancia absoluta. (Un equivalente aproximado en
Occidente es que uno estaba perdido o estaba redimido.)
Así, el número de personas en vidya era
minúsculo, y el número de personas en avidya era enorme.
Pero la tradición pasaba por alto el funcionamiento de la conciencia.
Somos criaturas
multidimensionales, y por tanto una persona puede alcanzar vidya en un área pero no en otra.
Picasso era un artista supremo (imaginación) pero un pésimo marido (amor); Mozart, un creador
divino de música (imaginación y amor) pero débil físicamente; Uncoln, un maestro del mito y el
arquetipo pero desecho emocionalmente. Estos desequilibrios también ocurren en tu vida. En la
medida en que nos esforcemos en pasar del avidya al vidya, llevaremos una vida espiritual.
CAMBIA TU REALIDAD PARA ALBERGAR
EL NOVENO SECRETO
Pero ¿qué
pasaría si renunciaras a todo el proceso de rechazo? Si lo hicieras, te encontrarías prestando
atención en la misma medida a todo. El rechazo es un hábito.
Sin él, puedes participar en la vida
tal como se te presenta.
Considera cada uno de los ámbitos de la conciencia y escribe cómo te impides entrar en ellos. Con
esto advertirás qué haces para limitar tu conciencia, y al identificar cada uno de estos reflejos
arraigados empezarás a cambiarlos.
Por ejemplo:
Ser puro.
No aminoro la marcha lo suficiente para tener una paz interior auténtica. No dedico tiempo a
meditar. No he experimentado la tranquilidad de la naturaleza recientemente. Ahora advertiré
cuando rechace la paz interior y encontraré tiempo para ella.
Dicha potencial.
No he sentido alegría por el simple hecho de estar vivo.
No estoy buscando oportunidades para
maravillarme.
No paso suficiente tiempo con niños pequeños.
No he contemplado el cielo
nocturno.
Ahora advertiré cuando rechace la apreciación gozosa y encontraré tiempo para ella.
Amor.
No he valorado a mis seres queridos, por lo que no he expresado mucho mi amor. Me siento
incómodo recibiendo amor. He dado al amor un lugar secundario en mi escala de valores. Ahora
advertiré cuando rechace esas oportunidades para hacer del amor algo importante en mi vida y
encontraré tiempo para él.
Cognición.
Me dejo llevar demasiado por la duda. Automáticamente asumo una postura escéptica y sólo me
conformo con hechos comprobables. No conozco a personas sabias y dedico poco tiempo a leer
textos filosóficos y espirituales. Ahora advertiré cuando rechace la sabiduría tradicional y
encontraré tiempo para ella.
Mitos y arquetipos.
Ya no tengo héroes. No recuerdo haber encontrado un ejemplo valioso en nada ni en nadie desde
hace mucho tiempo. Sigo mi propio camino, que es tan válido como el de cualquier otro. Ahora
advertiré cuando rechace la idea de que es necesaria una inspiración más elevada y encontraré
tiempo para ella.
Intuición.
Utilizo mi cabeza, no creo en algo tan ridículo como la intuición. Busco pruebas antes de creer en
algo.
Me parece que todos los poderes extrasensoriales son fantasía.
Analizo una situación y tomo mi decisión en consecuencia.
Ahora advertiré cuando rechace mis corazonadas y empezaré a confiar en ellas.
Imaginación.
El arte no es lo mío. No voy a museos ni a conciertos.
Mi pasatiempo es la televisión y los
deportes.
Para mí, los individuos más creativos no tienen los pies sobre la tierra. Ahora advertiré
cuando rechace mi imaginación y encontraré maneras de expresarla.
Razón.
Yo sé lo que sé y me mantengo fiel a ello.
Con frecuencia no escucho a la otra parte en una
discusión; sólo quiero demostrar que tengo razón. Tiendo a presentar las mismas reacciones en
situaciones similares. No siempre sigo los planes que hago, aun cuando sean buenos. Ahora
advertiré cuando sea poco razonable y me detendré a considerar todos los puntos de vista.
Emoción.
No hago escenas y me molesta cuando alguien las hace.
No me impresionan las personas que dan
rienda suelta a sus emociones. Mi lema es: guárdalo para ti. Nadie me ve llorar jamás. No recuerdo
que alguien me haya enseñado en mi infancia que las emociones son positivas.
Ahora advertiré
cuando rechace mis sentimientos auténticos y encontraré una manera sana de expresarlos.
Cuerpo físico.
Debería cuidarme. Mi condición física es considerablemente peor de lo que era hace cinco o diez
años.
No estoy satisfecho con mi cuerpo y no me interesa mucho la actividad física.
He escuchado sobre
terapias corporales, pero creo que recibirlas sería indulgente de mi parte y un poco excéntrico.
Ahora advertiré cuando rechace el aspecto físico de mi vida y le daré tiempo.
Por cuestión de espacio, he puesto como ejemplo notas muy generales, pero tú debes ser lo más
específico posible.
En el apartado “Amor” escribe el nombre de alguien a quien no hayas demostrado tu amor o un
incidente en el que recuerdes haberte sentido incómodo de recibir amor.
En el de “Imaginación”
anota el museo de tu ciudad que no visitas o el nombre de la persona con inclinaciones artísticas
cuya compañía has evitado. Asimismo, sé lo más específico que puedas respecto de cómo
cambiarás estos hábitos de rechazo.
Ejercicio 2: mi perfil de conciencia
Ahora que has tomado nota de dónde están tus limitaciones, traza un perfil de tu conciencia tal
como es hoy.
Guárdalo en un lugar seguro y revísalo dentro de 60 días para ver cuánto has
cambiado.
Cada categoría se califica en una escala del uno al diez.
Cuando vuelvas a él después de
60 días, califícate de nuevo sin ver la primera evaluación.
O puntos: no presto atención a esta parte de mi vida.
1-3 puntos: he tenido un poco de experiencia en esta área pero no recientemente ni muy seguido.
4-6 puntos: estoy familiarizado con esta área de mi vida y la experimento con bastante frecuencia.
7-9 puntos: ésta es un área importante de mi vida, una en la que me concentro mucho.
10 puntos: esta área es mi hogar. La conozco bien y le dedico casi toda mi atención adicional.
(O a 10 puntos)
Ser puro
Dicha potencial
- Amor - Cognición
Mitos y arquetipos - Intuición
- Imaginación - Razón - Emoción Cuerpo físico.
Deepak Chopra.
http://rosacastillobcn.blogspot.com.es/