martes, 17 de marzo de 2015

ESCRITO II CONOCIMIENTO.- AGUA VIVA



ESCRITO II CONOCIMIENTO.- AGUA VIVA
Salí del albergue San Gabriel, sin una clara idea sobre qué hacer
en el día, cuando andando me encontré ante un taller de autos. Me
llamó la atención un cartel sobre uno de ellos:
«Se alquila, perfecto para viajar al desierto».
Era un viejo Renault-11, su color gris estaba desgastado por los
rayos solares, parecía un auto de camuflaje.
¿Por qué no? ―me dije.
Casi sin darme cuenta me encontré conduciendo, con un mapa
de Cisjordania y sin rumbo fijo, por carreteras que parecían
trasladarme a ninguna parte. No encontraba el interruptor del aire
acondicionado. ¡No estaba! Recordaba el cartel: “Perfecto para
el desierto”, desde luego lo era pero… ¡para sentir en todo el
cuerpo su rigor!

Me detuve tras conducir un buen trecho. Al oriente divisé las
fértiles tierras del Jordán; al Sur, más y más desierto. Decidí
quedarme donde estaba por un buen rato disfrutando la belleza
escondida de estas tierras. Recordé las que me vieron crecer. ¡Qué
diferentes paisajes y con todo qué parecidas las gentes que las
habitan hoy!

Mi espíritu se sentía como un cactus sacado de su desierto natal
―donde lo que de verdad importa está en el interior, el agua viva,
presto a compartirlo con quien lo necesite―, fundido con el
paisaje que le rodea y llevado a otras tierras, de nieves cuasi
perpetuas; trasplantado junto a pinos en un valle precioso, no
obstante, regado con lágrimas, donde el odio y el rencor provocan
lluvias torrenciales arrasando cuanto encuentran a su paso. ¡Si
supiéramos reconducir nuestras bajas pasiones y ennoblecerlas!
¡Aprovechar cada gota de agua y compartirla! Lo tenemos todo y
sin embargo cómo lo despreciamos.
Me sentía extraño entre extraños, acostumbrado como estaba a
vivir cada instante como único, donde el valor está en el corazón
y no en aquello que cada uno posee, pues bien sabía que la
posesión era una mera ilusión.

Y paralelamente, en el Plan de nuestro Padre todo está previsto,
nuestra libertad de elección no es un obstáculo, sino una
consecuencia. Nuestros “errores” no son más que bifurcaciones
del camino. Un camino que no está trazado de antemano, que no
es rectilíneo y muerto, sino lleno de vida en una eterna e ilimitada
espiral.

El camino del Corazón… El reencuentro con lo Sagrado hoy es
posible, al igual que lo fue hace dos mil años. Ahora, en otra
vuelta de la espiral, tenemos una nueva oportunidad para
convertir el sufrimiento del alma en una rosa que abre sus pétalos
para recibir los rayos del Sol.

EL ANCIANO JUAN

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