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miércoles, 29 de junio de 2016
Francesco (Eres lo que dices. Creas lo que te dices.)
Francesco
Eres lo que dices. Creas lo que te dices.
Ahora es atardecer en el Cielo, los colores amarillos y anaranjados definen todo el firmamento. En el cuarto Cielo existe un hermoso mar que representa el poder de la verdad, en esas aguas mansas y cálidas siempre hay enormes cruceros repletos de globos de colores. Esos colores que sólo existen en el Cielo. En ese mar navegan los barcos que representan las verdades que construye cada persona. Cada persona que en la Tierra dice una de las verdades transforma en Luz esa, energía. Y esa Luz forma un globo de color y éstos vienen a pasear por el mar. Luego caen como gotas de rocío sobre el cuerpo de las personas. Por eso cuando se dice la verdad muchos sienten que se sacaron un peso de encima. Pero luego con estos globos como bendiciones, la gente se siente reconfortada. Claro que la verdad casi nunca es linda… pero qué bien hace. La verdad te hace libre siempre.
Y este lugar de verdades me hace recordar un cuento que me regaló un espíritu que acaba de volver a nacer.
—¿Quieres que te lo cuente? —dijo el Maestro del Estrés al Maestro del Tiempo.
Claro que si, sabes que los cuentos me relajan —dijo el Maestro riéndose.
—Había una vez un hombre que caminaba por un bosque.
Mientras iba caminando encontró una mujer muy fea, tan fea que hasta se asustó al verla. Ella estaba sentada y cuando el hombre pasó por su lado ella le pidió que extendiera la mano y el hombre lo hizo, aunque realmente le seguía impresionando su apariencia ¿Quién eres?, le preguntó el peregrino a la mujer.
Soy la verdad, pero te pido un favor, no cuentes que soy tan fea.
—¿Me escuchaste? —dijo el Maestro que acababa de citar el cuento—, parece que no me prestaste atención. Dime la verdad.
—¿De que verdad hablas?
—¡No me escuchaste!
—Si sabes que nosotros no necesitamos escuchar, sólo que ese cuento ya lo sabía.
—No podrías haber disimulado, aunque sea haber hecho como si estuvieras interesado en la historia o hubieras hecho vibrar la Luz de tu cuerpo etérico. Entonces yo hubiera creído que me estabas prestando atención y entonces no me sentiría tan tonto hablando solo.
—Bueno, no te enojes conmigo, me temo que tenías razón con el cuento, la verdad realmente es fea. Ahora me pides que te mienta, pero no lo haré, ¿sabes por qué? Porque al final la verdad resulta hermosa cuando te llega el momento de verla, sólo que debemos estar preparados para que cuando se haga notar en vez de asustarnos y salir corriendo la admiraremos.
La verdad es bonita por donde la mires.
Sólo que no es tonta.
—A ver —dijo el Maestro del Tiempo—, déjame ver qué es ese libro negro que tienes entre tus alas.
—Ah… es el libro donde anoto a todas las personas que se estresan. Pero eso es un trabajo imposible de hacer.
—¿Tú crees? Para mí no es tan difícil.
—Cómo que no, si la mayoría de las personas están estresadas.
—Cuando haces a un lado las nubes para ver el mundo, no creas todo lo que ves.
Las personas aprendieron la palabra estrés y no dejan de repetirla como si fuera un mantra y la alaban como si fueran las palabras mágicas para disculparse de todo olvido o desatención con el otro. Para todo la usan, para no responsabilizarse de una situación, para terminar con una pareja, para no estudiar, para enfermarse.
Yo no escribo tanto en mi libro, así que verdaderamente enfermos de estrés no tengo tantos.
Los que tú crees que están enfermos de estrés, están enfermos de otra enfermedad.
La enfermedad de la actitud desgastante.
Una actitud temerosa ante la vida.
Para no tener estrés, deberían olvidar la palabra. Cuanto más la repitan, más la sentirán en el cuerpo.
Aquí estamos haciendo un nuevo diccionario para que en algún momento en la Tierra ese diccionario se utilice y dé mejores resultados.
—Pero, Maestro, ¿No es al revés?, tiene estrés el que más trabaja.
—No, querido amigo, te vuelvo a repetir: tiene más estrés el que se dice una y otra vez que lo tiene.
El verdadero estrés no existe.
Sólo inventan palabras. A algunas les dan más poder que a otras, ellos necesitan bautizar todo lo que inventan.
Ya se les ocurrirá algo más para que vivan entretenidos.
De pronto el Ángel Cupido apareció muy exaltado y contento, se le acercó al Maestro del Estrés y le dijo:
—¡Mira lo que traje! Encontré el Libro de la Vida de Rosario. ¿Recuerdan que me lo habían pedido? Pude leer que ahora sus padres la llaman Camila.
—¡Excelente! Por la tarde, cuando me detenga a descansar, lo veré; espero que sea interesante. Ella es ahora una persona muy amada por su Ángel y por el Ángel que tenía Francesco. Bueno, él ahora se llama Agustín. Déjame contarte algo. Claro, de vez en cuando su color con él la identifica, desde ahí la puedo ver. El color de su Alma me ayuda a identificarla entre tanta gente, a veces su Luz se vuelve muy brillante. Eso significa que está bien conectada con el Cielo, aunque la mayoría de las veces su Luz se apaga y la vuelvo a perder. Tengo la sensación que no está cumpliendo con su tarea y eso es una verdadera pena.
—¡Eso crees! Sin embargo tiene muchísima Luz. Mira, ahí está. ¿Es ella, verdad?
Sin embargo que esté rara no significa que no este haciendo su parte.
—Abreme su libro, ¡Lo quiero leer!
Extracto de "Francesco decide volver a nacer de Yohana Garcia"
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