martes, 3 de marzo de 2015



PRINCIPIO DE CAUSA Y EFECTO (Segunda parte)
-La era del Amor y el drama personal-

LA ERA DEL AMOR

La creencia en el karma está muy difundida en el mundo a través de algunas religiones y escuelas esotéricas. Aunque esta idea ha estado por muchos años en nuestra conciencia -especialmente durante la Era de Piscis, que ya terminó-, ahora estamos ingresando en la Era de Acuario donde muchas cosas cambiarán; entre ellas, el karma.
El proceso de "pagar" nuestras deudas está acelerado en esta Nueva Era. Lo que antes nos llevaba varias vidas entender y saldar, ahora se realiza en esta misma encarnación. Si hoy perjudico a alguien, es muy probable que me toque pagarlo mañana mismo, no en la próxima vida ni diez vidas adelante.
Existe un avance muy grande en la conciencia humana y esto elevará el nivel de comprensión en toda la humanidad. Este proceso de transformación, que ya se ha iniciado, tardará aún muchos años más en completarse. En este proceso mismo descubriremos nuestra Unidad, el hecho de que, en realidad, "Todos somos Uno solo". Dicho de otra forma, el Hijo de Dios es uno solo y todos somos parte de El. Por eso, es importante ayudarnos mutuamente y perdonarnos. Debemos ajustarnos a estos cambios cósmicos para ayudar a la evolución planetaria a despertar amor. Un verdadero metafísico tiene que aplicar todo su conocimiento para mejorarse a sí mismo y para servir a los demás.
Pero ¿de dónde surgió el karma? Para contestar esta pregunta debemos remontarnos a los orígenes de la humanidad. El hombre fue creado "a imagen y semejanza de Dios" y desde que aquél tuvo su poder creador ha inventado un ente aparentemente separado de su Creador. Esto es lo que llamamos "ego". Nuestro ego nos hace sentir que estamos separados del resto. Tenemos un nombre propio, un cuerpo, una estructura social y familiar propia y demás. Nuestro ego nos dice que somos únicos y especiales, y tratará de probarlo de mil maneras. En cambio, nuestro Espíritu nos indica que todos Somos Uno solo, que no existe tal separación.
El efecto de la separación produce un sentimiento de culpa y, como consecuencia, la culpa busca castigo. Cada vez que nos sentimos culpables de algo que hemos hecho, nuestra propia mente se encarga de crear el castigo correspondiente. Este castigo puede ser, por ejemplo, la soledad, la falta de dinero, una enfermedad, problemas de familia o de pareja.
La culpa no termina en nosotros. La mayoría de las veces, el ego busca proyectar esta culpa hacia afuera y es así como encontramos a los "culpables" de nuestra infelicidad. Cuando proyectamos hacia afuera estamos más lejos de resolver el problema y, de esta manera, perpetuamos la supremacía de nuestro ego. Las personas que más culpan a los demás son las que menos crecen.
Cuando el ego no encuentra culpables afuera, puede descargar la culpa en nosotros mismos generando inmovilización y frustración. Este es el caso de las personas perfeccionistas, muy ordenadas o estructuradas. Para resolver este conflicto debemos pensar que, durante nuestro proceso de aprendizaje, todos cometemos errores, que dichos errores se reparan y que no tenemos por qué ser condenados a causa de éstos. El perdón no debe practicarse solamente con los demás, sino primero con nosotros mismos porque yo no puedo dar a otros lo que no tengo o me resisto a darme, es siempre nuestra elección.
EL DRAMA PERSONAL
Según el Principio de Causa y Efecto, todo lo que vivimos es el resultado de nuestros propios actos. Contamos con un poder creador, y a veces, debido al mal uso del mismo, creamos situaciones difíciles o dolorosas, creamos de esta manera nuestro "drama personal". Según la metafísica, el drama de toda persona se reduce a la idea de separación de su Fuente.
Podemos comparar el efecto de la separación con el concepto del "pecado original". En la Biblia, esto se explica con la imagen de la expulsión de Adán y Eva del Paraíso. La sensación o desconexión de nuestra Verdadera Fuente es la que genera todos los miedos, las angustias y los problemas mayores. Un ejemplo de esto es la soledad. La soledad no se resuelve teniendo a una persona al lado nuestro; en muchos casos, uno puede llegar a sentirse horriblemente solo aún estando acompañado.
La soledad es un problema personal y tiene que ver con la sensación de estar desconectado de nuestro Creador. Solamente reparando esa conexión podemos sentirnos plenos, completos y felices. Curiosamente, muchas iglesias fomentan la idea de separación y no la de unión. Esto se debe a que se basan en las leyes del ego y no las del Espíritu. El miedo más grande que existe es el miedo a Dios, a recibir Su condena o castigo, lo cual es totalmente absurdo.
Como conclusión, la idea del karma, o el ciclo de culpa y castigo, fue creada por nuestro "ego". Dios NO condena ni castiga porque Él nos ha creado tal como somos. El sabe que lo que estamos viviendo es como un gran sueño del cual tenemos que despertar. No hay culpas, ni culpables; no tenemos nada que pagar ni que hacer pagar a los demás; solamente existe la experiencia.
El proceso de liberación del karma comienza con el reconocimiento de la proyección que hacemos hacia los demás. Es decir que tenemos que empezar a reconocer que "no hay culpables fuera de nosotros", sino que, de alguna manera, uno está proyectando el problema hacia afuera.
Luego, debemos reconocer que tampoco nosotros somos culpables, sino que solamente hemos cometido algunos errores.
Finalmente, debemos reparar esos errores corrigiendo nuestra percepción de la vida.
Cuando creamos nuestro ego, cuando surgió la idea de separación, Dios puso en nuestra mente el instrumento necesario para devolvernos la percepción correcta de la vida. Este instrumento es lo que llamamos "Yo Superior o Espíritu Santo". Todo estudiante de metafísica debe aprender a invocar a la Guía de su Yo Superior, especialmente en los momentos en que se encuentra en conflicto, para entender lo ¿qué le está ocurriendo?
La Era de Acuario nos enseñará que no somos culpables de nada; tan sólo hemos cometido errores y los errores se corrigen. La parte más perfecta de nuestra mente nos ayuda en este proceso. Para poder evolucionar, debemos desarmar nuestro "drama personal". Con nuestro drama lo único que hacemos es acaparar la atención de los demás y de su energía. Esto significa que cuantos más dramas experimentamos, más robamos la energía de los demás. Pero cuando empezamos a despertar a la vida espiritual, descubrimos que la Fuente de nuestra energía es otra y que la misma es infinita e inagotable, por lo tanto, no necesitamos apropiarnos de la energía ajena.
El proceso del "Perdón" consiste en "desarmar" lo que hemos construido, eliminando las culpas que ponemos en otros y en nosotros mismos. De esta manera, comenzamos a sentir la sensación de Unidad. Pero mientras exista una sola persona a la que consideremos culpable, nunca encontraremos paz en nuestra vida.
El Perdón a uno mismo, es tal vez, uno de los más difíciles de lograr. La autocondenación se da la mayoría de las veces de una manera muy sutil, y a la vez, muy intensa. A veces, sentimos la voz de un juez interno que nos recuerda cuán tontos hemos sido al haber actuado de cierta forma; ese juez no es más que la voz de nuestro propio ego que debemos aprender a callar.
Perdonar no es sinónimo de debilidad. Muchas personas confunden el perdón con la permisividad. Perdonar no significa permitirles a los demás que vuelvan a hacer lo mismo con uno. Perdonar significa "entregar el problema a una Autoridad Superior" a la nuestra que impondrá Su justicia y no la que nuestro ego quiere. Perdonar también significa aprender a ponerles límites a los demás y a defender nuestros derechos.
Horacio Valsecia.

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