martes, 3 de marzo de 2015

AL OTRO LADO


Uno de los grandes interrogantes del ser humano de siempre es si hay vida más allá de la muerte física. Depende de la respuesta que tengamos, comprenderemos más o menos el sentido de la experiencia del SER en esta dimensión y realidad. Muchos son los testimonios de personas que han tenido una experiencia ECM (experiencias cercanas a la muerte) que han ayudado mucho a la comprensión del sentido de esta vida terrenal en la materia.
Pero son muy diversas, como diverso, rico y variopinto es el ser humano. Cada ser humano es un mundo y un universo diferente, todos ellos auténticos aunque distintos, pero sobre todo…formando parte de un mismo SER. Es como una obra de teatro. Un solo escritor y guionista, una sola OBRA, pero diversos y diferentes los protagonistas y actores.
Mi persona tuvo la oportunidad de vivir una experiencia de este tipo, aunque no fue provocada por ningún trauma. Sucedió…sin más. Y si el compartirla puede ayudar a alguien a comprender mejor y a tener más respuestas, pues maravilloso.
Tenía 30 años, y fue en la madrugada del 14 de Junio. Por entonces trabajaba en una guardería, y esa noche me había quedado hasta tarde terminando unos murales para los niños. Cansada ya y con el trabajo terminado, me fui a dormir. A la hora más o menos, me despertó un brote fuerte de calor. La temperatura de mi cuerpo estaba normal, pero la habitación tenía muchísimo calor, aunque el resto de la casa estaba más bien fresquita.
Me levanté y fui a la cocina para beber un poco de agua, y me asomé a la ventana del salón para refrescarme un poco. El cielo estaba estrellado, era una delicia contemplarlo.
Pero de repente un fuerte sopor me invadió, y me apresuré a volver a la cama.
Lo último que recordé fue el hecho de tumbarme, y luego todo lo demás…
A mi izquierda, por encima de mi mesilla de noche, apareció un ser vestido de blanco. Estaba asomado en el lumbral de una puerta que tenía acceso a un paisaje lleno de luz y con una naturaleza envidiable. El se quedó en la misma puerta, y lo único que atravesó el umbral fue su brazo, que con la mano abierta me invitaba a que se la cogiera.
Y así lo hice. Aquel ser, aunque en esta realidad no lo conocía de nada, mi corazón lo reconoció al instante, pues dio un fuerte salto. Le tomé la mano, y al instante fui lanzada a través de un túnel oscuro a una velocidad vertiginosa que me impedía respirar bien.
Era totalmente consciente. Sabía que aquella experiencia la tenían personas que habían sido dadas por muertas y luego habían retornado. Sabía que algo me estaba pasando, quizás estaba abandonando mi cuerpo físico para siempre…me estaba muriendo o lo había hecho ya, y una gran inquietud me sobresaltó. En aquel instante me quedé parada. No podía ir hacia delante, ni tampoco retroceder. Pensé que aquello que me estaba sucediendo era “asunto de un buen AMIGO”, y con esa confianza plena, me entregué a la situación. Y al instante, volví de nuevo a la alocada y frenética carrera hacia lo desconocido.
En mi transición por el túnel, no había nadie más. El silencio más absoluto, la oscuridad y mi propio corazón. Pronto comencé a vislumbrar una luz al fondo del túnel. Luz que en milésimas de segundo me tragó.
Y al otro lado de la Gran Luz…me veo en el interior de una gruta, y delante de una puerta pequeña de madera vieja, bastante estrecha, pues justo pasaba yo. Atravesé el umbral, y al otro lado había una montaña con un valle en el fondo. Tuve que bajar cuatro escalones al atravesar la puerta, y me veo ya bajando la montaña hasta la ladera.
Llego a una ciudad o pueblo pequeño. Parece de noche, pero no hay cielo estrellado. Solo un color azulado-noche brillante, acariciante. Las casas eran de piedra, y brillaban mucho. Era como si la piedra tuviera vida propia. Eran casas bajas, de un solo piso. Llegué a lo que parecía la plaza del lugar. Llena de flores con una fuente en el centro, de la que brotaba hacia arriba un gran chorro de agua azulada que a cierta altura caía como una cascada, produciendo una melodía suave, como un vals, que te invitaba a danzar. Al momento veo que vienen hacia la plaza una cantidad considerable de seres vestidos de blanco, que iban agrupados por familias o parejas. La mayoría de ellos me recocieron, y todos quisieron bailar conmigo al compás de la danza del agua de la fuente. Terminé un poco mareada, pero con mucha paz y plenitud.
Sin embargo, a pesar de la felicidad, de la paz y la belleza del lugar, yo me sentía sola, un poco triste y buscando entre aquellos rostros el del SER al que he amado desde siempre. Pero no lo veo. Y unas lágrimas asomaron por mis mejillas, y exclamé en silencio: ¡Sí, he llegado hasta aquí…pero sigo sola!
Veo que muchos de ellos miraban hacia mí, pero no me miraban a mí precisamente, y sonreían. Y antes de que, movida por mi curiosidad, volviera mi cabeza hacia atrás, sentí sobre mis hombros un fuerte abrazo que me hizo estremecer de pies a cabeza, y vibrar hasta el último pelo de mi cabeza. Cuando me vuelvo, le veo a EL, con sus ojos penetrando en los míos, llenos de Amor, de Eternidad. Dejó un beso en mis ojos, en mis labios y en mi frente, y me dijo: ¡YA NO ESTAS SOLA, NUNCA MAS, SIEMPRE ESTARÉ CONTIGO!.
Y en ese mismo instante siento temblar el suelo que pisaba, como si se tratara de un terremoto. Una tonalidad anaranjada y dorada tomó aquel lugar, y fue cuando veo que estábamos en un mirador hacia el Mar, y de sus profundidades, lentamente…salía un gran SOL que llenaba todo el horizonte. Podía mirarle sin que mis ojos se sensibilizaran. Daba calor, paz. Cuando terminó de salir y cogió cierta altura, volví a sentir SU ABRAZO, mucho más fuerte y profundo y me fundí en EL.
Al día siguiente, desperté sobre la cama. La almohada, las sábanas y la colcha estaban por el suelo. Me dolía el cuerpo y me costó un poco activarlo de nuevo. Me tomé la temperatura y tenía 38 grados. Sin embargo pude cumplir con mis responsabilidades en mi trabajo, porque estaba llena de paz, una paz nunca antes experimentada.
Entonces , aunque la experiencia había sido maravillosa, no comprendí el significado de la misma. Mi alma había tenido la experiencia, pero tendrían que pasar más de 20 años para que mi personita lo comprendiera después de haberlo experimentado.
Lo que sucedió entonces fue una FUSION del alma con su SER. Traje y recordé la experiencia para vivirla día a día y experimentarla en la materia consiguiendo así que mi personalidad la asumiera, la consumara y llegara a fundirse también con EL.
Si estamos en este mundo de la materia, es precisamente para elevar nuestra personalidad hacia EL, hacia el AMOR. Porque solo así, nuestro ego, nuestra personalidad abrirá esa puerta de madera que en su momento su ALMA abrió, la puerta de su Corazón, y permitirá que aquella REALIDAD Y ESTA, sean UNA para siempre. Y cuantos más lo consigamos, esa puerta se hará más grande, y poco a poco, sin darnos cuenta…EL REINO DE LOS CIELOS, NUESTRA VERDADERA CASA, SERÁ EN LA TIERRA.
Muchos recordamos esta experiencia, una mayoría no…pero todos, sin excepción, pasamos por ella. Y nuestro paso por esta realidad, es atravesar el túnel oscuro de la ignorancia, de la densidad, hasta que nuestra mente descubra esa puerta.
La muerte no existe. Tampoco la destrucción. Todo es transformación, mutación, expansión, luz. Solo está ese túnel, parecido al que atravesamos cuando nacemos a esta vida. Cuando nacemos aquí, son las manos del médico o comadrona las que nos reciben.
Al final del túnel…quien nos recibe es la Luz, en nuestro verdadero HOGAR con nuestro VERDADERO Y AUTENTICO SER.
Isabel Ramón

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