lunes, 23 de marzo de 2015

Lección dada por el Maestro Beinsá Dunó



Lección dada por el Maestro Beinsá Dunó el 7 de abril de 1926 a la Clase Oculta Juvenil, en Sofía.
“¡Fiel, verdadero, puro y benévolo siempre seas!”
Reflexión.
Se leyó el tema: “¿Por qué el hombre tiene que estudiar?”
La siguiente vez escribid sobre el tema: “Que nos amemos, y ¿por qué tenemos que amarnos?”.
Pregunto: ¿Por qué tiene que girar la rueda? (- Para llevar el coche). La rotación de la rueda no sobreentiende siempre llevar el coche. Cuando el afilador, que tiene forma de rueda, gira, ¿qué camino recorre? El afilador, visiblemente no recorre ningún camino. Entonces, frecuentemente nosotros hablamos solo palabras que no tienen contenido. Así y cuando decimos que debemos conocer a Dios, de acercarnos a Él, de encontrar el camino que nos conduce a Él, y esto son solo palabras. Cada uno que habla que debe encontrar el camino, él no lo ha encontrado; cada uno que dice “conoce a Dios”, él no Le ha conocido; cada uno que dice que se debe adquirir luz, él no la ha adquirido; cada uno que piensa que tiene conocimiento, en realidad él no tiene conocimiento. Si nosotros hemos adquirido el conocimiento verdadero, debemos tener una paz interna. ¿Cuál es la predestinación del conocimiento?
Os haré una pregunta más: ¿por qué el padre impulsa a su hijo a estudiar? Si queréis responder a esta pregunta primero supondréis alguna causa física; después de esto encontraréis la causa espiritual, y finalmente y la Divina. Cuando sean encontradas estas tres causas, por las cuales el padre envía a su hijo a estudiar, llegaréis a una serie de explicaciones más.
Digo: las ruedas giran, los caballos caminan, ¿y el hombre qué hace? – El hombre conduce los caballos, y ellos jalan el carro. Pregunto entonces: ¿el carro ha ganado algo? – No ha ganado nada; al contrario, este ha perdido algo de sí. ¿Los caballos han ganado algo? – No ganaron nada. Ellos incluso perdieron parte de su fuerza. ¿El hombre ha ganado algo? – En todo el trabajo sólo él ha ganado algo. En el hombre hay dos cosas: una que siempre pierde y otra que siempre gana. Esto lo que gana es lo Divino. Esta es una ley para transformación de las energías. La vida en el mundo Divino deviene sólo después de que se transformen las energías. Las energías Divinas deben transformarse para adaptarse al alma humana, para que ella pueda vivir en el mundo físico una vez que el alma ha descendido a la Tierra, ella ya no puede guardar su fuerza primordial, ni tampoco su pureza Divina, si no ocurre transformación de las energías Divinas. Tomad, por ejemplo, el pez; cuando el pez sale del agua, éste inmediatamente muere. Si sale el hombre del aire, y él no puede vivir. Si entra el hombre en un medio ambiente en el cual los ángeles viven, y ahí no puede vivir. Esto lo que ocupa a las mentes de los ángeles, no puede ocupar y la mente del hombre.
Alguien dice: muchas cosas se nos descubren. Yo pues veo que esto lo que se nos revela en la Tierra es casi nada en comparación con esto que se nos debe revelar. Decís: “un gran espacio se descubrió delante de nuestros ojos y nosotros subimos a alguna parte alta”. Pregunto: ¿A qué altura llegasteis y qué visteis ahí? – Hemos visto a un ángel. – ¿Os habéis familiarizado con él y qué habéis hablado? No hemos hablado nada. Digo: hay una conciencia que nos habla, y cualquier cosa que nos hable, nosotros siempre quedamos descontentos de ella. Además de esta conciencia hay y otra que habla poco, por 1-2 palabras solo, pero estas palabras siempre introducen en el hombre una paz interna. Y finalmente, en las almas más avanzadas hay y una tercera conciencia la cual cuando habla al hombre, él siente una expansión interna dentro de sí y libertad. Tal hombre es libre de la opresión de las necesidades y las limitaciones materiales. Cuando el hombre no está listo para esta conciencia, si logra de alguna manera elevarse a ella, él se duerme. Esta posición es insoportable para el hombre ordinario, en el desarrollo de su sistema nervioso. Cuando los santos hablan de este estado, ellos dicen: “En tribulación he llegado”. Pedro, Juan y muchos otros han llegado a tribulación. Así que, si queréis y vosotros probar este estado Divino, llegaréis a tribulación. Hoy en día, cuando alguien llegue a tribulación, dicen de él que se ha enloquecido.
El discípulo oculto nunca debe mirar de esta manera la cuestión. Él no debe hacer conclusiones anticipadas en su mente, porque cada conclusión anticipada le causará cierto daño. Cada imagen torcida que el hombre introduce en su mente causa grandes prejuicios. El que piensa, siente y actúa correctamente, él mismo se aprovecha de estas buenas condiciones. Una regla general para todos es que nosotros somos expresión de Dios, o sea, Él tiene el deseo de manifestarse a través de nosotros. Si es así, cada uno que no se somete a este deseo Divino, el Espíritu en él se bifurca, en lo cual la conciencia superior queda en el Cielo, y la inferior baja a la Tierra, con lo cual se crea el infierno en la vida. Entonces Dios en el hombre empieza a vivir bien en el Cielo, o sea en el paraíso, bien en la Tierra – en el infierno. Cuando el hombre cae en el paraíso, él se alegra, puesto que conoce a Dios; si entra en el infierno, él se tortura, puesto que no conoce a Dios. En el primer caso la vida de Dios se armoniza con el espíritu del hombre, y en el segundo caso – no se armoniza.
Y así, vosotros debéis saber que no sois amos de sí mismos. La primera posición es que Dios debe vivir en vosotros; la segunda posición es que vosotros debéis vivir en Dios. Si Dios vive en vosotros, y vosotros viviréis en Dios. Si Dios no vive en vosotros, y vosotros no podéis vivir en Dios. De esto, de que algunos humanos quieren vivir en Dios y otros no quieren, se ha creado el paraíso y el infierno. De aquí, puesto que muchos de los pensamientos y los deseos humanos no quieren vivir como vosotros, en consecuencia de esto y en vosotros se ha creado paraíso e infierno. Por un lado vosotros sois buenos, y por otro – malos. Vosotros, como no comprendéis esta ley, decís: “Un hombre muy malo me he vuelto”. Vuestra malicia se debe a aquellos deseos ajenos que pasan por vosotros y no os conocen. Deseos que os conocen son felices; deseos que no os conocen son infelices. Por lo tanto, cuando vosotros os sentís felices o infelices, esto se debe a los unos o a los otros deseos que pasan por vosotros. Esta ley es inevitable.
Digo: primero Dios debe vivir en el hombre, y luego el hombre en Dios. Si el hombre da acceso a Dios para manifestarse y vivir en él, la ley Divina se impondrá sobre la humana, y la vida del hombre se realizará plenamente. Cuando nuestra vida en la Tierra se realiza llegaremos a la vida superior que incluye la vida de todos los seres. Una ciencia magna es necesaria a la gente para estudiar la vida – la inferior y la superior, o sea, la humana y la Divina. Y cuando el hombre se estudia y observa, él no puede decir que no sabe estas cosas, y aún menos puede justificarse. El hombre no puede saber todo. Esto lo que en un caso dado sabe, es suficiente para actuar correctamente. La fuerza del hombre no reside en el mucho conocimiento, sino en la aplicación de esto lo que sabe. El conocimiento del hombre no reside en esto lo que él ha estudiado durante el transcurso del año, sino en esto que él sabe y aplica para cada momento dado. Durante todo el año el hombre puede trasladar miles de kilogramos de trigo de un almacén en otro. Aquí el gasta su fuerza consecutivamente, durante todo un año. Sin embargo, su fuerza real depende de esto, cuantos kilos él puede levantar en un momento dado. El hombre puede confiar exactamente a esta fuerza dentro de él.
La fuerza del hombre reside y en esto lo que él ahora, aún en el momento presente recibe, comprende y aplica. Cuando se habla pues, de la fuerza del hombre para el futuro, se sobreentiende que él puede trabajar los buenos dones que se esconden en él. El conocimiento, por ejemplo, puede trabajarse y aumentar. Si la vida Divina aumenta, y la humana aumentará. Entre estas dos vidas en el hombre hay cierta proporción, cierta correlación: tanto que la vida Divina crece, tanto crece y la humana; tanto que la vida Divina disminuye, tanto y la humana disminuye. Así que vuestro primer trabajo es que veáis si crece en vosotros la vida Divina. Si la vida Divina en vosotros crece, entonces el crecimiento de la humana aparece como una consecuencia natural absoluta de la primera vida. Si no crece la vida Divina en vosotros, vosotros sabréis que y vuestra vida – vuestros bienes, ideales, no crecerán, no se lograrán. Fuera de Dios felicidad no hay – ni en el Cielo, ni en la Tierra. El hombre puede lograr su felicidad solo en la vida Divina.
Por lo tanto, vosotros debéis tener una imagen clara acerca de estos dos principios – lo Divino y lo humano – y trabajar con ellos hasta lograr resultados internos. En este aspecto vosotros podéis ayudarse unos a otros. Si no os ayudáis, mutuamente os iréis tropezando. Si el hombre se tropieza a sí mismo, él tropieza y a los demás. Y al revés: si tropieza a los demás, él se tropieza y a sí mismo. El hombre puede tropezar sólo a sus más cercanos, sus hijos, pero a los lejanos él nunca puede tropezarlos. Por ejemplo, si la madre y el padre son dotados, ellos transmiten sus dones a sus hijos. Esto no indica que los niños mismos no tienen dones puestos dentro de ellos, sino que aparte de los suyos ellos adquieren ciertos dones y de sus padres. La madre transmite algún don suyo a su hija, pero y la hija, por su lado, transmite algo a su madre. Entre la madre y la hija, como y entre el padre y el hijo, siempre debe ocurrir un intercambio correcto. En otra vida ocurrirá lo contrario: la hija, que llegará a ser madre, transmitirá algo de sí a su hija. El hijo pues, que en este caso llegará a ser padre, transmitirá algo de sí a su hijo. El que nada transmite, él nada puede adquirir.
Alguien dice: “una vez liberarme de las cadenas de la vida terrenal e ir al Cielo, una segunda vez no pensaré en regresar a la Tierra”. Pregunto: ¿por qué queréis liberaros de la vida terrenal? El Señor quiere que viváis en la Tierra y vosotros huís de ella. El Señor trabaja en la Tierra y tú quieres, como un ángel, ir al Cielo y ahí vivir en gracia. ¡Esto es imposible! Si Dios trabaja en la Tierra sobre las almas de la gente, y tú trabajarás. Si te vas al Cielo, y ahí trabajarás. Entonces y si estás en la Tierra, y si te vas al Cielo, siempre trabajarás. La Escritura dice: “Nosotros somos co-trabajadores de Dios en la gran obra”. Entonces, esta idea no debe ser sólo una reflexión teórica, filosófica, sino que tenga por lo menos una aplicación microscópica. Esto no puede lograrse de golpe, pero el hombre debe aplicar cada día un poco, hasta que en algún caso favorable él sienta la Presencia del Inicio Divino dentro de sí. Lo Divino es necesario para toda la gente. Cada uno procura hacia esta vida.
Muchos, que no comprenden la ley Divina, dicen: “Nosotros trabajaremos para Dios, seremos co-trabajadores Suyos, pero esperamos condiciones favorables para esto”. Las condiciones favorables no son otra cosa salvo la vida Divina en nosotros. Lo Divino en el hombre se manifiesta y sin condiciones favorables. Aunque el hombre no quiera, Éste de nuevo se manifestará. Por mucho que patee el hombre, Dios de todas maneras se manifestará y a través de él. ¿Habéis observado que hacen con los caballos tenaces? Algún caballo tenaz patea, salta, se jala, no quiere que le ayunten a trabajar. Sin embargo, su amo toma el azote, le pega y a fuerza le lleva al campo arado para moverse ahí hasta cansarse un poco, y entonces le utiliza para trabajo. En este aspecto el cuerpo humano representa un tal caballo a quien se le debe enviar alguna enfermedad – taquicardia, dolor de pecho, dolor de cabeza, trastorno en el estómago u otra enfermedad, para que se amanse él y se vaya a trabajar.
Y así, la tarea básica del hombre es dar paso a lo Divino dentro de sí y trabajarlo. Muchos de los cristianos contemporáneos han dado paso a lo Divino dentro de sí en consecuencia de lo cual viven bien. Prácticamente ellos han solucionado esta cuestión. Cuando se os habla así, no considero que ni uno de vosotros vive de manera Divina y no cumple la voluntad de Dios, pero digo que os hace falta algo más que esto de lo que hoy en día habéis alcanzado. Si pensáis que esto lo que habéis alcanzado hoy os es suficiente, vosotros os detendréis. Si os detenéis en una superficie inclinada, sobre la que os encontráis ahora, vosotros rodaréis hacia abajo. Toda la gente necesita de crecimiento, de desarrollo, de expansión del alma y elevación del espíritu. El hombre no debe decir que esto lo que tiene es suficiente. Si alguien piensa que esto lo que hoy tiene, sea riqueza, fuerza o conocimiento, es suficiente, él no comprende correctamente la cuestión. Él debe volcarse hacia Dios y decir: “Señor, tú puedes darme lo que quieras, pero o mucho, o nada. Y luego, después de darme esto lo que quiero y no cumplirlo, que haya por lo menos por qué pegarme y castigarme”. Cuando vengan los castigos, tú te dirás: “verdaderamente sufro ahora, pero hay por qué. Dios me dio dones, talentos, buenas condiciones, pero yo no las merecí, nada trabajé y apliqué en mi vida”. Y así es en realidad: si es cuestión de adquirir riqueza, por lo menos grande que sea; si es cuestión de conocimiento, por lo menos un conocimiento verdadero, positivo, que tenga; si es de fuerza, por lo menos que mi fuerza sea grande. Si es de pobreza, por lo menos grande que sea, de manera que la recuerde y comprenda una vez por todas. El sentido de la vida no reside en la adquisición de cosas muy grandes, sino en la medida determinada de las cosas. El sentido de la vida no reside y en la adquisición de riquezas grandes y esto es imposible. ¿Por qué? – porque el dominio de riquezas grandes depende de la ciencia. Cuanto más científico es un hombre, tanto más rico es él. Pregunto: ¿por qué ayuntan al caballo a un carro? – Para llevarnos. Sobre la base de esta ley y nosotros debemos servir voluntaria y razonablemente.
Ahora os daré un ejercicio, pero debéis saber que con cada movimiento vosotros os conectáis con las corrientes de la Naturaleza. Cuando estiráis vuestros brazos y sostenéis vuestra mente concentrada, vosotros ya tenéis contacto con estas corrientes. Y entonces, en cada caso dado vosotros podéis tener conexión o con la electricidad de la Tierra, o con la electricidad del Sol. En cada estiramiento del brazo vosotros podéis tener más un contacto o con el magnetismo terrenal, o con el solar. El magnetismo pues en general está relacionado con el prana, o sea, con la energía vital de la Naturaleza. Así que con estirar los brazos y las piernas, y con concentrar la mente el hombre aprovecha de las energías vitales de la Naturaleza, y él se vuelve sano y fuerte. En un sostenimiento flojo de los brazos las fuerzas naturales no pueden utilizarse.
Ejercicio: Los brazos levantados hacia arriba, bien estirados y con las puntas de los dedos tocándose. Concentrad vuestra mente y mentalmente dirigid las energías solares para que pasen por vuestros brazos y fluir por todo vuestro organismo. En esta posición de vuestros brazos, pronunciad la fórmula: “Yo estoy en armonía con la Naturaleza viviente. ¡Que la bendición Divina fluya a través de mí!”.
Bajando los brazos hacia abajo.
Una cosa debe saberse: cada movimiento que el hombre hace, debe ser exactamente determinado y contener en sí un cierto sentido. Sin embargo, muchos humanos hacen movimientos sin sentido, los cuales más les molestan que les ayudan. Cada movimiento tiene sentido solo cuando está de acuerdo con las leyes de la Naturaleza, las cuales representan su lenguaje. El hombre puede coger su oreja y decir que este movimiento suyo significa algo razonable. Sin embargo, esta explicación no es fidedigna para la Naturaleza misma. Si cogeremos vuestra oreja por arriba o por abajo, esto tiene sentido, pero los resultados son diferentes. En general, hay movimientos razonables, hay e irrazonables. Los movimientos razonables representan una ciencia hacia la cual alguna vez los humanos regresarán. Si regresan hoy, cuando todavía no comprenden sus leyes, ellos caerán en grandes engaños y supersticiones.
Alguien dice, por ejemplo: “me tiembla el ojo izquierdo, me va a ocurrir algo malo”. Otro dice: “me tiembla el ojo derecho, me va a ocurrir algo bueno”. Estas explicaciones no son suficientes. Cuando el ojo izquierdo del hombre tiembla, éste quiere decirle: “tú tienes que ennoblecer tu corazón. Si no lo ennobleces, en él crecerán solo hierbas y espina”. Cuando el ojo derecho del hombre tiembla, este quiere decirle: “tu mente necesita de mas luz; si no adquieres esta luz, tu pensamiento se va a tergiversar”. En vuestra sub-conciencia vosotros lleváis la ciencia de los movimientos, pero externamente todavía no la habéis expresado. En los movimientos hay razonabilidad, estos no son mecánicos como muchos los perciben. Decís que cuando tiembla el ojo izquierdo ocurrirá algo malo. Y así ocurre. Cuando tiembla el ojo derecho, ocurrirá algo bueno. Así ocurre. Cuando os pica la mano derecha decís que daréis dinero, cuando os pica la mano izquierda decís que recibiréis dinero. Y así ocurre. Entonces, hay razonabilidad en las manifestaciones de la Naturaleza viviente.
Yo traduzco: cuando os pica la mano derecha, esto indica que a vosotros vendrá algún hombre bueno a quien debéis hacer un favor, a través del cual expresaréis el Amor de Dios. Cuando os pica la mano izquierda esto muestra que algún hombre bueno vendrá a vosotros para ayudaros en algo y vosotros tendréis que agradecerle, porque Dios le ha enviado a vosotros. Cuando os pica la mano derecha, vosotros decís: “¿De dónde se encontró a este hombre ahora para pedirme dinero?” Cuando os pica la mano izquierda y esperáis recibir dinero, sobre la misma base debéis decir: “¿De dónde se encontró a este hombre ahora para darme dinero?” Digo: tanto como el tomar es bonito, tanto y el dar es bonito. La escritura dice: “es mejor dar que tomar”. Tal es la experiencia de los siglos pasados. En el dar consciente el hombre ejerce su voluntad razonable. Sin embargo, la gente contemporánea ha volteado este versículo y dicen: “Es mejor tomar que dar”.
Estas son una serie de reglas que debéis guardar si queréis lograr perfección. El hombre debe elaborar de sí un modelo del cual y los demás humanos aprovecharán. Muchos hablan del reino de Dios pero no trabajan para su venida. Cualquier cosa que habléis, tenéis que justificarla. De otra manera pareceréis a aquel turco que constantemente hablaba de sus hazañas en Bagdad. Él decía: “cuando estaba en Bagdad, saltaba unos hoyos anchos de 10-15 metros”. Como le escuchaban a hablar así, le decían: “Y aquí hay tales hoyos profundos y anchos. Salta uno de estos, que te veamos como saltas. – No, solo en Bagdad puedo saltar tales hoyos, en ninguna otra parte”. Y vosotros frecuentemente decís: “cuando venga el reino de Dios a la Tierra, saltaremos el hoyo”. ¡No aplacéis el trabajo para el día de mañana!”. Hoy saltad el hoyo y no mañana. Si oís la voz de Dios, aún hoy cumplid Su voluntad. ¡No dudéis, no os encruelezcáis, no aplacéis para mañana!
Algunos dicen: “No ha llegado todavía el tiempo para la venida del Reino de Dios en la Tierra”. En el año 1905, en Inglaterra se formó una sociedad religiosa cristiana, sobre las tareas de las cuales escribieron en algunos periódicos ocultos. Fue escrito sobre una experiencia de una de las miembros de esta sociedad. Ella largo tiempo oraba a Cristo para que se le diera algún don con el cual fuera útil a sus prójimos. Una noche Cristo se le apareció y le dijo: “Irás a tal calle, a tal número, a una hermana tuya, la cual nombró por su nombre, y le dirás que ella es determinada para realizar el trabajo por el cual tú oras desde unos cuantos años hasta ahora”. Esta cristiana, miembro de la dicha sociedad, cuando oyó las palabras de Cristo, se entristeció un poco pero temprano por la mañana se fue a su hermana según la dirección indicada. Y transmitió el trabajo que Cristo le había conferido. Sin embargo, la hermana inmediatamente respondió: “Este trabajo todavía no es para mí. Yo no puedo realizarlo. – Bien, si tú no puedes realizarlo, yo me ocuparé con su cumplimiento”.
Por lo tanto, cada uno de vosotros puede ser llamado a un trabajo determinado que él debe realizar. Si realiza este trabajo, con esto él cumple la voluntad de Dios, por lo cual recibirá una bendición correspondiente. Si se niega del trabajo conferido, algún otro lo realizará, pero y la bendición recibirá. Nosotros siempre debemos cumplir la voluntad de Dios y escucharle. Como os observo, en todos veo buenos deseos, aspiración hacia el cumplimiento de la voluntad de Dios. Si tenéis esta aspiración, cualesquiera pruebas, tantas caídas y levantamientos que vivís, ¡caminad adelante! Frecuentemente las cosas no ocurren como nosotros deseamos, no van por el camino determinado por nosotros. Por ejemplo, algún alumno ha estudiado su lección toda la noche, la ha aprendido de memoria, y piensa que por la mañana cuando le examine el maestro, recibirá un 6 (el 6 es el valor más alto en las escuelas de Bulgaria – n.d.t.). Sin embargo, cuando le levanta el maestro él se turba y responde apenas como para 3. Un alumno ha leído su lección solo una vez y en la mañana cuando le levanta su maestro a la lección recibe un 6. ¿Por qué ocurren estas cosas? Nosotros tenemos la misma posición cuando algún hombre pobre ora tres veces al día y recibe alimento solo para la comida. Otro pues ora solo una vez al día y recibe mucho dinero y vive ricamente. El primero ha recibido apenas un 3 y el segundo ha recibido un 6. ¿Por qué los trabajos del primero no se arreglan y del segundo se arreglan? Y el salmista se asombra de estos hechos en la vida y dice: “Aquel que conoce poco a Dios vive mejor que yo”. Cuando el salmista entra en el santuario donde su vida se desarrolla bien, él ya comprende las primeras contradicciones y dice: “les ha puesto el Señor en un terreno resbaloso”. Así que, cuando el discípulo ha leído su lección solo una vez y su maestro le ha escrito un 6, con esto él le ha puesto a un terreno resbaloso.
Digo: todos tenéis posibilidad de superar las pequeñas dificultades y obstáculos que se os ponen en el camino. Estos obstáculos son necesarios para que veáis cómo Dios actúa en el mundo. Cuando entréis en el mundo, el buen maestro os escribirá primero 1; el segundo mes os escribirá 2; el tercer mes – 3; el cuarto mes –4; el quinto –5; el sexto –6. Cuando sumáis consecutivamente todos estos números recibiréis el número 21. Cuando dividís 21 a 6 recibiréis 3½. Con tal nota vosotros pasáis en una clase superior. Esto se refiere solo para los primeros 6 meses, los segundos 6 meses la situación mejorará. Después de un año la situación mejorará más todavía. Cuanto más tiempo pasa, y la situación se vuelve cada vez mejor. Cuando el alumno empiece la escuela con 1, con esto el maestro quiere voltear su atención al 1, como la medida más importante en la vida cuyas propiedades él sin falta debe aprender. Después de esto el 2 vendrá, y el alumno empezará a llorar. El 2 es una cosa bonita porque ella indica que solo con 2 bueyes se puede arar. Si es cuestión de caballos, el hombre puede ayuntar solo un caballo en su carro, y de esta manera vivir. De aquí veis que el 1 no es una medida peligrosa. Cuando el maestro escribe 1 a algún alumno, y este se desanima y dice que de él nada va a salir, él no comprende la ley del 1. Digo a este alumno: ¡ayunta al 1, o sea, tu caballo en el carro y mira tu trabajo! ¿Si tienes dos caballos flacos, qué harás con ellos? Suéltalos a pastar y, después de nutrirse y fortalecerse, ayúntalos a trabajar para que sobrevivan junto contigo.
Y así, los números expresan fuerzas en la Naturaleza. Si el hombre puede ayuntar el 1, el 2 y los demás números a trabajar, él podrá aprovecharse de ellos. Los números además son y símbolos que contienen ciertos impulsos dentro de sí. La Naturaleza viviente da estos símbolos y a jóvenes y a viejos para que se sirvan con ellos en la solución de las cuestiones vitales elementales. En general, la Naturaleza empieza con la medida más simple, con la más elemental. Si llegáis a la vida espiritual, y hasta el hombre más científico empieza con las medidas más elementales. Algún profesor puede haber terminado 4 facultades, pero de hacer ropas, de costura, por ejemplo, él nada comprende. Lo que el maestro diga, esto será fidedigno para el profesor. El rey rige todo un pueblo, pero cuando se enferma, solo no puede ayudarse. Él inmediatamente llama a un médico y lo que el médico diga, esto el rey hace. El médico dice: “Yacerá constantemente en la cama, tomará cada hora por una cucharada de medicamento”. Y el rey cumple. Cuando el rey se levanta de su cama, él de nuevo es amo.
Frecuentemente en nuestra vida nosotros nos enfrentamos a casos excepcionales que debemos solucionar correctamente. Por eso de todos se requiere un buen razonamiento. Estos casos excepcionales se deben a esto de que Dios o la Naturaleza viviente nos someten a cierta disciplina, a la cual incondicionalmente debemos rendirnos. Esta posición dura corto tiempo. Cuando nos rendimos a esta disciplina y la aceptamos sin protestas, y la libertad se nos devuelve. Esto es una ciencia la cual nos mostrará una manera de cómo vivir correctamente en esta compleja vida Divina. En la Tierra viven seres de diferentes evoluciones, con diferentes aspiraciones, y nosotros debemos armonizarnos con estos seres. ¿Por qué? – Porque nosotros estamos relacionados con todos estos seres, como manifestaciones de Dios. A veces los humanos que no comprenden el camino Divino, entran en confrontación con la voluntad de Dios y de esta manera solos se tropiezan.
Y así, antes de todo os diréis: “Dios debe vivir en mí. Luego yo debo vivir en Dios. Si Dios vive, si yo vivo, y mis prójimos vivirán”. Si concientizáis esto, no hay fuerza en el mundo que os pueda obstaculizar. Esto es porque vosotros andáis por una ley a la cual nada puede obstaculizar. Si volteáis esta ley y decís: primero mis prójimos viven, luego yo vivo, y finalmente el Señor vive, la ley ya no tiene ninguna fuerza. El discípulo razonable debe aplicar esta ley en su primer sentido. En esto reside la voluntad de Dios. Si cumplís esta ley, y la bendición de Dios vendrá sobre vosotros. Si viene lo Divino en el hombre, él ya no piensa en cosas minúsculas. El piensa solo en lo Divino que se desarrolla en belleza y magnificencia. Después de esto en lo Divino surge y la vida del hombre individual, como un oasis entre el desierto sin agua. Si comprende y su vida, finalmente el hombre ve y los comportamientos que tiene hacia sus prójimos.
“¡Fiel, verdadero, puro y benévolo siempre seas!”
Publicado por: José Miguel Gomez (Redactor GHB) http://hermandadblanca.org

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