lunes, 20 de junio de 2016

Hay tantas recetas mágicas como personas... (Francesco)


Francesco
Hay tantas recetas mágicas como personas...


Hay tantas recetas mágicas como personas. Pero magos sólo hay uno, y ese eres tú.

Todo mago maneja de maravillas los cuatro elementos:
El aire en el aliento.
La Tierra en el cuerpo.
Agua en la sangre, y
Fuego en el espíritu.

Camila estaba en la puerta del hospital desde muy temprano, no la dejaban pasar porque había una protesta por aumentos de salarios, todos en huelga. ¿Y los pacientes, no piensan en ellos?, pensó Camila,

Otra vez esto, hasta cuándo, se preguntó. Camila ya venía muy cansada de la vida, ser mujer en estos tiempos implica hacer mil cosas a la vez: madre, padre, hija, profesional, mujer, etc.

—Liberación femenina —pensó Camila—. Mientras tanto estaré aquí, atrasaré todo mi trabajo, me iré tarde de mi casa, no se qué le haré de cenar a las niñas, no podré ir a tomar mi turno con el dentista, ¡otro día perdido!

Y ella esperó con paciencia el momento adecuado para entrar al hospital.

Llegó a su habitación, se preparó un café, olía rico, y se interesó por las novedades de sus pacientes.

No habría nada que le diera tanta alegría como tener que darles el alta.

Como también le molestaba cuando tenía que avisarle a alguien que debería quedarse internado.

Camila terminó cansada el día pero sin embargo tuvo una sorpresa, la madre de una paciente le regaló un osito de peluche que tenía un cartelito que decía "gracias". Además, la hija de esta señora no dejaba de sonreírle. Llevaba tan sólo dos horas de estrenar su maternidad, se sacó un dije que parecía una pirámide y le dijo:

—Aquí tiene doctora para que se acuerde de mí, de todo lo que luché para poder llegar a este maravilloso logro, el más preciado de mi vida.

Ahora, cada vez que usted lo lleve le recordará que trae suerte a todos los que se esfuerzan por salir adelante.

—Gracias, Patry, eres muy amorosa. Claro que te recordaré. ¿Qué es este dije? Es precioso por donde lo mires. ¿Es de aquí, quiero decir, de este país?

—No, es de la India, me lo regaló mi madre. A ella también se lo regaló una mujer que dijo ser algo así como un Ángel. Tú también eres un Ángel, estamos llenos de Ángeles. Cuesta encontrarlos entre tantos Ángeles caídos.

—No seas mala —le dijo Camila a su paciente—, las personas somos todas buenas.

—Bueno, pero hay algunas más buenas que otras.

Y Camila fue rumbo al auto caminando sin prisa, ya los nervios se le habían pasado. No había más que preparar la cena y esperar a que las niñas llegaran de la casa de su abuela.

Se dispuso a cocinar algo rico para sus pequeñas. Mientras elegía los ingredientes y se colocaba el delantal iba sosteniendo un diálogo interno: Después de lo que le había sucedido con Damián, después del gran milagro que vivieron en el hospital, después de haber llorado porque su pacientito tenía tan sólo horas de vida ya no habría ningún problema que la perturbara. Sólo un poco de agujeros negros en el corazón por no encontrar un amor que le diera las caricias que a ella muchas veces le solían hacer falta.

Camila continuó con su rutina del día a día.

Y recordó el último tema de conversación que le había dado días atrás en la plaza ese extraño señor:

—Suerte bueno que te dieras cuenta de los efectos colaterales de la vida —le había dicho el buen hombre.

—No entiendo qué quieres decirme —dijo Camila algo confundida.

—Tú como médico debes mirar los efectos colaterales que tienen las medicaciones, ¿no es así? —volvió a preguntar el hombre.

—Debería hacerlo —agregó Camila.

—Pues así puedes evaluar los beneficios y perjuicios de cada medicina. Pero si no te informas que éstas podrían estar haciéndote mal y tú no lo sabes, entonces corres riesgos de que sea peor el remedio que la enfermedad.

Por eso sería bueno que cada vez que quieras hacer algo, o al empezar una relación con alguien, evalúes los efectos colaterales.

Así evitarás sorpresas desagradables que puedan suceder en un futuro.

Si no sabes qué está sucediendo en tu cuerpo, en tu Mente y en tu alma, ¿Cómo sabrás qué te está ocurriendo en el aquí y ahora?

Mide las consecuencias y estarás más preparada para que, pase lo que pase, aceptes lo que acontezca y te puedas preparar como un guerrero de paz para cada lección que tengas que atravesar.

Ella recordó esa conversación como si la estuviera reviviendo aquí y ahora, y hasta podía verse en su recuerdo contestándole a ese extraño hombre.

—Yo nunca miro los efectos colaterales de los medicamentos. Si no, sería imposible recetar. Y menos podría encontrar los efectos colaterales, aún los de la vida —se dijo en voz alta mientras seguía recordando la conversación;

—¿Y te va bien sintiendo de ese modo, sin pensar en riesgos? —le había preguntado el extraño.

—A veces bien, otras veces no tanto.

—Quizás si tomaras algunas medidas podría irte mejor, ¿no te parece? Déjame darte este último consejo luego tú decidirás cómo te tomas la vida.

La vida te presenta posibilidades buenas o malas, depende de lo que interpretes de ella.

No hay forma de vivir en las buenas constantemente, porque hasta el beneficio constante nos hace mal y hace que dejemos de cultivarnos.

Observa, Camila, que todo lo que estás por emprender tiene una receta de cómo hacerlo, pero tú no la sabes. Tienes que adivinarla. Quizás te puedas saltar algún paso que no sea importante y el resultado sea el mismo, pero quizás te salteas otro o agregas otro y el resultado es pésimo comparado con lo que esperabas.

Entonces tienes que adivinar la receta de cómo hacer. Pero como no sabes cómo hacerlo, para no equivocarte debes trabajar con tu intuición. Ella no te fallara jamás. Pero si te cuesta darte cuenta cual es esa intuición, entonces tus proyectos serán un fracaso.

Al día siguiente Camila se despertó con mucho sueño, sus ojos no parecían responder a su idea de abrirlos.

Suspiraba una y otra vez, estiraba los brazos Estaba sintiendo la soledad, ese sentimiento de pobreza absoluta para cualquier ser humano.



Mientras tanto, en el Cielo…

—¿Qué están haciendo? —murmuró un guardián del Cielo y los Ángeles miraban el mundo por medio de una esfera de cristal transparente.

Ellos se sobresaltaron un poco y le contestaron al Maestro:

—Estamos aquí sin permiso, sólo por la curiosidad de saber sobre una persona.

—Ustedes no están autorizados para hacer esto, por favor no lo vuelvan a repetir. En el Cielo todos los que lo habitamos guardamos cierto orden con las misiones. Tú sabes que el orden es nuestro mayor tesoro y alterar trabajos celestiales nos haría entrar en cierto caos que no deseamos tener,

—No fue nuestra idea molestar, solo espiábamos, ya nos vamos. Es que el Maestro Gastón está hablando con el Alma de Camila, le está dando la receta para que logre un cometido y ella la está captando. No nos pareció adecuado que se cortara esa vibración tan bonita. Luego nos iremos, ahora déjanos disfrutar de esta conexión maravillosa que ha realizado el Maestro.

De pronto un coro de Ángeles se reía a carcajadas entre chillidos y silbidos se hacían ecos en el Cielo. Ellos estaban todos flotando en una nube grandota rosada. El Ángel de Camila tenía el libro de su vida en la mano, y algo que estaban leyendo les había causado mucha gracia.

—¿De qué se ríen? —preguntó el Maestro Gastón—. ¡Eso no se hace! No se curiosea sin permiso.

Los Ángeles lo miraron riéndose de él.

—Mira quién habla —dijo el Ángel de Camila—. Hoy es el día en que podemos hacer travesuras y ésta es una. Hoy es nuestro día, es 24 de octubre en la Tierra, Y tú sabes que ese día todos los Ángeles miramos el Libro de la Vida de nuestros consentidos. Como Ángeles de la guarda tenemos ese privilegio y nadie se puede interponer entre nosotros este día.

—Ah… perdón, había olvidado este aniversario, felicidades angelitos. ¿Podría yo saber de qué se traía el libro de tu consentida, Ángel?

—¡Claro! Mira, te describiré un día de ella así tienes el gusto de conocerla. Se levanta a las seis de la mañana, levanta a sus niñas, las mandan a bañar, prepara el desayuno mientras deja organizado el almuerzo y la cena.

A primeras horas de la media mañana mira los cuadernos para firmarlos y controlar si hay compras escolares que hacer.

Llama a su madre y a su hermana para ver si necesitan algo, mientras desayuna y se termina de pintar los labios atiende el radio-llamado de algún paciente. Mientras se pone los zapatos va cerrando su casa. Carga las mochilas de sus niñas en su viejo auto y se marchan rumbo a la escuela, después de haber dejado comida a sus queridas mascotas.

Deja las niñas en la escuela con la vianda de comida preparó el día antes a la una de la mañana, mientras esperaba que su lava ropas terminara el programa.

A esta altura de la mañana ya había tomado su tercera dosis de las flores de Bach.

Entraría al hospital, haría recetas, controlaría enfermos y estaría comiendo algún yogurt para el mediodía.

Luego, por la tarde estaría yendo a buscar a sus niñas para ayudarlas con la tarea, atendería el llamado de sus amigas, prepararía un trabajo para presentar en una conferencia que hacía años estaba queriendo dar.

Y correría al gimnasio para realizar 45 minutos de actividad física. A esta altura ya estaba por la quinta toma de flores de Bach. Tendría que haber ido a la peluquería pero ya habría cerrado. Llamaría a su tía para que la peinara. El padre de las niñas las pasaría a buscar el fin de semana, mientras de vez en cuando la criticaba diciéndole que ella no sabe ponerles límites a sus pequeñas.

—Entonces —agregó el Maestro—, ¡¡ustedes se están riendo de ella!!

—Es que nosotros no entendemos la liberación femenina. Ella dice que no le alcanza el día. Será que no sabe que tiene 24 horas. En el Cielo hay cosas que no entendemos, pero de lo que me doy cuenta es que cuanto más estudiamos a las personas más nos preocupan. Aunque Camila es genial, tiene una energía muy bonita y no se cansa nunca, tiene una resistencia increíble.

—Pongámonos a trabajar—dijo un Maestro muy pequeñito y luminoso—. La ayudaremos con las ideas de su conferencia, Llamemos a sus musas inspiradoras para que la acompañen.



Y en la Tierra…

Agustín dio vueltas y vueltas en la cama. Ni una sola idea coherente le dejaba cerrar los ojos.

Miró el reloj una y otra vez. Cada cinco minutos lo miraba y las horas parecían detenerse por momentos.

No podía olvidar todo lo que le había sucedido en estos últimos tiempos, y lo solo que se sentía.

Así que también pudo acordarse de la cara de Yanum, una cara muy especial y una bonita persona. Entre esos grandes y pequeños recuerdos se acordó de la hermosa mujer del aeropuerto, y pensó en cómo hubiera cambiado su historia si quizás se hubiera atrevido a pedirle su teléfono.

Camila también estaba preocupada porque no podía encontrar sus papeles para la conferencia.

Solía citar un dicho que le ayudaba a encontrar sus cosas: "Cuando María perdía sus cosas, ¿dónde las pondría?", y con eso siempre aparecía lo que buscaba.

Mientras se preparaba un café se miró la palma de la mano y recordó la charla con el señor de la plaza. El hombre que le había pronosticado que pronto conocería al amor que le había anticipado.

En la casa de Agustín estaba apenas entrando el sol por la ventana de la sala.

Ya era la madrugada y Agustín seguía sin dormir.

Éste era otro día más en el que se hacían presentes las responsabilidades cotidianas.

Y Camila iría a supervisar los resultados de algunos pacientes.

Era una mañana muy fría pero a pesar de eso el sol estaba radiante.

Ella llegó al bar del hospital, encontró tirado en la silla en la que se disponía a sentarse, un papel que decía: "vete detrás de tus sueños".

Y entonces ella se preguntó cuál era su sueño mayor y, como tenía muchos, pensó por cuál empezaría primero.

Y le pasaron por la cabeza imágenes de un viaje, de un trabajo, de nietos, y por qué no, de un buen amor.

Y miró la hora y decidió llamar por teléfono a Damián; le inquietaba saber cómo se sentiría.

Luego se fue a su casa, apresurando la salida del hospital.

Pensó en que se iría de viaje unos días antes de que comenzaran sus conferencias.

Agustín se levantó y se fue al aeropuerto.

Estaba más animado que nunca, sabía que algo bueno estaba por suceder. Lo presintió de un modo muy concreto.

Y así fue, el viaje que le designaron estaba en la India. Pensó que quizás podría ir a ver aquel templo tan especial que ansiaba conocer.

Así que tomó su ropa de verano y pidió permiso para quedarse unos días en un Ashram.



Mientras tanto, en el Cielo…

Ese Maestro que cumple la función de ser el secretario privado de Dios, había llamado a una junta a la que sólo podían asistir guardianes y Maestros ascendidos.

El evento se haría en el castillo. Banderas de todas las religiones adornaban su frente.

Las torres del castillo tienen estrellas titilantes.

La música de Vivaldi era la preferida de quienes habitaban el castillo.

Los jardines que custodiaban la entrada tenían la réplica de los jardines más hermosos del mundo.

Las torres más altas estaban adornadas con nubes plateadas y doradas.

Nada era más increíble y bello que las reuniones del castillo.

Una carroza estacionada en el costado derecho del castillo era la encargada de trasladar a los Maestros ascendidos.

Esa misma carroza había trasladado a ciertas figuras famosas de algunas religiones, cuyos cocheros las habían hecho llegar al Cielo por algunas geometrías sagradas que el Cielo forma en cada espacio del Universo.

Ángeles regordetes flotaban por encima de la entrada principal alabando con sus cantos y sus trompetas.

Las columnas del castillo tenían grabados en todas sus caras, los símbolos de cada cultura de la Tierra.

El paisaje del castillo mostraba algo de nieve en las aristas de las torres.

Había días en los que el paisaje tenía alguna semejanza con Suiza.

Todas las huestes celestiales decidieron salir al mismo tiempo para llegar en el momento indicado.

Todos los Maestros se vistieron de los más bellos colores.

Al ser de Luz más querido por los distintos Cielos le pidieron prestado su perfume de rosas Marianistas.

Y luego de disfrutar de su aroma, salieron a cumplir con el gran encuentro.

Las puertas del castillo comenzaron a abrirse mientras Ángeles y Tronos tocaban sus trompetas.

Todo anunciaba que ya era la hora del gran encuentro.

El piso del castillo tenía colores dorados.

El largo trayecto conducía al salón principal.

El sillón sagrado era inmenso, brillante e imponente.

El Maestro brillaba como un sol y su energía impregnaba de amor al Cielo.

Todos los seres del Cielo formaron fila para saludarlo y esperar su bendición.

Él hizo una señal con su Luz y comenzó la plática telepática, una charla bonita, amorosa y grandiosa. Sin embargo, a pesar de que habría dicho algunas palabras un poco duras, se notaba que la Luz del Maestro emanaba amor por dentro y por fuera.

—Yo, como enviado de Dios, todo lo sé. Sin embargo ésta es una revisión que tendrán que hacer ustedes.

¿Qué esta pasando con ustedes? ¿Por qué no hay orden en el cielo? ¿Por qué abren los libros de las personas y luego no los ponen en su lugar?

¿A quién se le ocurre dejar que nuestros Maestros espíen sin permiso la vida de los humanos?

Los Ángeles viven de fiesta en fiesta, ellos se distraen fácilmente, se despistan junto a las personas, y aprovechan que los humanos no les exigen nada. Así que casi no tienen trabajo y se han hecho unos flojos

Estuve observando todo y mi pregunta principal es: ¿por qué borraron la memoria celestial del Alma de Francesco? Quisiera saber si serían capaces de decirme quiénes lo hicieron.

Los Maestros se miraron entre sí con los ojos del alma.

—Bien, sé su argumento pero aquí cuando mandamos espíritus sin señal del olvido, no se la borramos. Saben que más del 70% de la población terrestre tiene esa información. En el caso del espíritu de Francesco, ustedes se encargaron en cambiarlo creyendo que él estaba apegado a este lugar, pero no se trata de apegos sino de estrategias. El perdió su Misión y está perdido en el mundo.

De Rosario tengo entendido que se llama ahora Camila y que está en las mismas condiciones de confusión. Ella pasó por la Ley y sin embargo está igual que Agustín.

Vamos a hacer algo ahora mismo

Los mismos Maestros que le borraron su memoria ancestral harán todo lo que tengan que hacer para que Agustín la recupere.

—¡Es que no sabemos cómo se hace!, —dijo tímidamente el Maestro del Tiempo.

—Cuando hay voluntad hay forma, —dijo el amoroso Maestro y agregó—. Si lo deseas lo puedes hacer.

Esta vez no los ayudaré. Y les dejo una Misión: por favor no hagan más estas cosas. Saben que no los mandaré al infierno porque no doy castigo —dijo serio el Maestro—. Pero si no cumplen los mandaré como seres humanos a la Tierra y entonces serán libres y podrán hacer y deshacer a su gusto. No olviden que las personas escriben su vida en un papel borrador, hasta que pasan muchos años en sus vidas y entonces las experiencias le hacen pasar la vida en limpio. ¡Les ordeno que dejen de hacer travesuras! Estas personas necesitan un respiro. Ah, lo olvidaba, tengo para darles un listado para que forme parte de sus actividades.

—Maestro, por favor no se vaya, no nos deje así… Le juro que no sé cómo devolverle la memoria a Francesco, bueno, ahora se llama Agustín, el único que puede ayudarme eres tú. Tú tienes esa información de vidas pasadas. Eres el señor destino tienes fechas para encontrar misiones, patrones de conducta, signos y planetas. Sin toda esa información, ¿Cómo crees que podremos hacerlo?

La duda que tengo, Maestro y amigo, es ésta: toda esa información es como un cuaderno de historia.

Pero no tengo el modo de hacer algún cambio.

Sabes que todos trabajamos en equipo, no podemos hacer nada solos.

Tú entiendes ¿no?, que desordenar lleva menos tiempo que ordenar.

Entonces se me ocurre una idea: por qué no consultamos los registros Akáshicos de Agustín. Si cada momento vivido está escrito., el modo en que él transitaría su vida junto a su Alma también debe estarlo.

Entonces también debe decir como recuperará su memoria.

—Pensándolo bien, tienes razón, pero no olvides que no tenemos permitido entrar sin el permiso necesario. Solamente estamos involucrados los que le hemos borrado la Ley del Olvido.

—¿Entonces qué haremos?

—No lo sé. Yo no pienso transgredir ninguna regla —dijo el Maestro.

Pero el otro Maestro no se resignaba a dejar las cosas así.

Entonces se atrevió a decir;

—Ya sé. Si le perdimos a su Ángel que lo mande a alguna terapia de regresiones de vidas pasadas, entonces él se enterará de todo.

—Es una lindísima idea, pero tampoco es posible. Sabes que los Ángeles no pueden mandar a las personas a ningún lugar si ellas no se lo piden, y además Agustín es incrédulo. Por más que algún terapeuta le haga revivir una historia pasada él seguirá dudando. No olvides que las personas dicen creer en todo, pero en cuanto les llega el momento de creer, no lo creen.

Aunque acudamos a su carta astral no encontraremos ningún ritual para modificar esta elección.

—Entonces ¿Qué haremos?

De pronto el Maestro de la Eficiencia apareció volando tirando estrellas doradas a todos lados y con muy buen tino ofreció su ayuda.

Dijo que podría ser factible modificar esta situación si se recurría al Libro de la Vida de Agustín o Francesco, para el caso era el mismo libro.

—Pero nos tendremos que arreglar solos, eso es lo que le escuché decir al Maestro de la Noche.

—¡¡Vengan!! ¡¡Vengan!!. —gritó un Arcángel —. Dejen lo de Agustín para más tarde. Ahora disfruten que se armó la fiesta en el Cielo. El Maestro del Destino nos dijo que tengamos la tarde libre y se armó la fiesta en todo el Cielo, miren…

Y los Maestros se pararon sobre una nube rosada y le dio a ésta orden de que bajara hasta que llegaron a la ciudad de cristal, una ciudad que también se llama la ciudad del amor.

Todo Espíritu que llega en algún momento de su estadía en el Cielo tiene la suerte de entrar ahí.

A veces hay filas de espíritus esperando a que llegue su turno.

Ellos no saben para qué fueron llamados a ese bendito lugar.

La cuestión es que el lugar es hermoso, sus destellos rosados se mezclan con rayos verdes y amarillos

Un aroma muy suave como a jazmines envuelve el lugar y las nubes parecen de peluche.

Los espíritus merodean por las ventanas, apenas se pueden observar por ellas algunos cirios y candelabros.

Niños de todas las edades y de todas las religiones van a colocarse en la fila.

Ellos entran primero que todos, son los privilegiados de Dios.

Cuentan siempre los Maestros que cada niño que entra en el Cielo fue anteriormente elegido por las vibraciones más altas y luminosas del Cielo.

Fueron extraídos y se los ha llamado a este plano por ser almas sabias y almas viejas. Estas son viejas por haber tenido muchas vidas anteriores.

Claro que padres y demás familiares no confían en nosotros.

Los padres muchas veces sólo reniegan de su suerte y se colocan en contra de nuestro y bien amado Dios.

—Y aunque en la Tierra, este dolor no se comprenda, estos niños se necesitan más aquí que en la Tierra, necesitamos más guardianes para cuidar el mundo.

En tanto, en este lugar el otro día se escuchó este diálogo, comentó el Maestro Destino al Maestro de la Perfección:

—Oye, ¿de dónde eres?

—De la Tierra, ¿y tú?

— Yo también. Te preguntaba de qué continente eres.

Y el niño en cuanto su voz espiritual iba a vibrar para contestar, fue interrumpido por un Maestro que se acercó a la puerta del recinto. El Maestro entró e hizo una señal sacándose de su cabeza su corona de corazones,

—¡Adelante, almitas de Luz!

Y todos los niños levantaron sus alitas y entraron contentos y radiantes, se sentaron en forma circular sobre una gran una nube naranja.

Dejaron que el Maestro se sentara en el centro de la ciudad del amor y le cedieron gustosamente la palabra vibratoria.

—Almas queridas, hoy los he mandado a llamar para darle a cada uno la Misión que les toca realizar para los humanos.

Algunas se repetirán, pero todas son importantes y trascendentes. Sólo necesito que me den sus fechas de nacimiento de la vida que acaban de dejar y el día en que partieron de su cuerpo.

Y luego las misiones fueron repartidas. Ellas estaban escritas en papel de chocolate.

Todas las almas del lugar recibieron una burbuja de esencias dulces de regalo.

Otras recibieron esencias de sus comidas preferidas o de sus antojos más deseables. Pero una de esas almas se quedó quietecita, muda y pensativa, tenía rayos multicolores en su aura.

—Uno de los Maestros Espirituales lo sintió mal, quizás esté un poco aturdido —pensó el Maestro.

Pero el niño, leyéndole la mente al Maestro, le explicó:

—Y es esta burbuja de esencias, se parece a los chocolates que me compraba mi mamá a la salida de la escuela.

La verdad ella por momentos me da lástima.

Cree que la acompaño en sus quehaceres y por momentos se pregunta dónde estarán mis pensamientos, a dónde van mi sueños, qué se habrá hecho de mis recuerdos. Una y otra vez piensa esto, más de una vez su llanto apaga la Luz de mi vela.

El Maestro, mientras escuchaba a su amiguito, preguntó:

—¿Extrañas?

—La verdad, la verdad, no. Pero sé que mi madre sí lo hace. Y eso me parte el Alma aunque sé que el Alma sólo se parte para formar su Alma Gemela.

—¿Ya te le apareciste en sueños?, —preguntó el Maestro.

—No, todavía no lo he podido lograr. Es tanta su ansiedad por soñarme que cuando estoy por entrar en el centro de su cabeza su ansiedad se transforma en un viento fuerte que me jala hacia aquí.

—¡Ah, me lo imaginaba!

Tú sabes que todas las almas parten con sus emociones, con sus pensamientos y recuerdos totalmente intactos. Tú sabes que sólo se deja el cuerpo. Pero el cuerpo es el cuerpo y el Alma es el alma.

—Pero, ¿cómo hacer con mi madre y su ansiedad?

—¿Qué ansiedad? —dijo el Alma de Luz riéndose—. ¡Tú sabes cómo hacerlo!, sigue intentando entrar en sus sueños en algún momento se calmará su ansiedad.

—Bien, ahora dime su nombre. Se lo grabaremos en esta cajita de cristal y te la llevarás a tu habitación.

El Maestro prendió algo así como una televisión tridimensional y le mostró la figura de su madre.

—¿Es ella, es tu madre?

—Sí—dijo el Alma del niño sollozando de emoción—. ¿Es bonita, verdad?,

—¿Claro que sí! Te mostraré algo. Mira, ésta es una vida anterior a la tuya. ¿Te reconoces?

—Algunos rasgos se parecen a los de ahora. Mira, ¿es ella tu madre?

—Sí, nuevamente aparece, ¿no es así? Sí. ¡Pero está más joven!

—Es que no es tu madre en esa vida, en esa vida es tu hermana. Mira, adelantaré la película. Aquí tienes cuando ella te abandonó y partió hacia el Cielo. Se repite la historia pero al revés.

—¿Siempre es así?

—No siempre.

Y el Maestro le mostró la ultima fotografía que le habían sacado desde el Cielo a su madre.

—Toma. Te la regalo. Colócala donde quieras.

— La pegaré en el respaldo de mi nube rosada junto a mi muñeco preferido.

—¿Tienes un muñeco en el Cielo, cómo lo hiciste?

—Sólo entré a mi casa, tomé el juguete para ver qué se sentía. Al ser espíritu, y sin querer, se me pegó en el Alma y aquí está.

—¡Qué divertido! Entonces, ¿tienes el don de hacer desaparecer las cosas materiales? Pensaré alguna que otra Misión para ti.

—No me mires así, Maestro, me encuentro perdido.

—Recuerda que no estás perdido ni aún perdido.

Mientras tanto, los Maestros en el Cielo estaban más desconcertados que nunca.

—A ver, piensa, haz algo, —dijo el Maestro—. Pero algo ya, cada día que perdemos es un año de las personas.

Y el Maestro Destino se fue sólito a hamacarse entre las nubes. Pensó, imaginó y sintió qué hacer con la memoria de Agustín.

Fue a ver al Maestro de las Luces. El mismo que había colocado en el centro del arco iris al Alma de Francesco.

Pero el Maestro de las Luces había vuelto a nacer y lo estaba reemplazando un Maestro regordete y muy alegre. Cuando el Maestro le contó lo sucedido éste se empezó a reír a tal punto que el aire que expulsaba al reírse movía las luces del faro del Cielo haciendo un juego de colores con la luna muy llamativo.

—¿De qué te ríes?

—Ustedes están locos. Si a un Alma no se la pasa por la Ley del Olvido en esa vida no se le puede alterar lo ya codificado.

—¿No me ayudarás?

—No me atribuyas tus preocupaciones a mí. Yo no tengo la culpa de sus acciones. Sólo déjame darte un consejo: por qué no dejas en paz a tu querido Agustín.

Si pasó por la Ley será para algo. Y si a alguien se la borran, también es por algo. Por qué no dejas fluir esto y terminas.

—Es que son órdenes y las órdenes no las debemos evadir.

—Ok. Y entonces, ¿qué harás?

—No lo sé.

—Pues bien yo me iré y cuando aparezca el Maestro Técnico te avisaré. Si para tu regreso no has abandonado la idea. Hazme caso, déjalo en paz.


Extracto de "Francesco decide volver a nacer de Yohana Garcia"
 

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