martes, 7 de junio de 2016

Maestría en Felicidad: Claves y enseñanzas para recorrer el camino de la vida plena (Chamalú) Carta-7



Carta-7
Hablarte de la salud es para mí un tema de especial significación. 
De pequeño, fui desahuciado por la medicina oficial, que pronosticó mi muerte inevitable. 
Fue mi bisabuela, una indígena quechua, analfabeta y portadora de los conocimientos ancestrales, quien me devolvió la salud y la vida. 
El primero de mis cuatro hermanos en morirse tenía que ser yo. Sin embargo, me negué a ese veredicto y comencé a estudiar mi cuerpo y todo lo que se relaciona con la salud, hasta convertirme en experto y poder manejarla a voluntad, eso que otros consideran involuntario o consecuencia de un caprichoso destino. Ya se habían levantado preparativos para mi funeral, parecía que solo faltaba un escalón para dar el paso definitivo, ese momento en que todo se torna blanco, borroso o luminoso, circunstancia suprema donde comienza un viaje programado del que nadie provee noticias anticipadas. 
Durante mi adolescencia, atravesé otra crisis existencial. 
Vi a mi espíritu confundirse y a mi mente desequilibrarse. Entonces comprendí que algo que no sabía controlar estaba sucediéndome. Tenía quince años y podía observar que era incapaz de modificar el curso de los acontecimientos. 
Pasé por la consulta psiquiátrica, consumí un fármaco que borraba todos los detalles y me conducía a una somnolencia química. Solo recuerdo que no recuerdo. Me movía en cámara lenta y sentía una tormenta interna estrellándose contra mi ignorancia juvenil. 
Pasé por esa etapa como el tren que atraviesa un túnel. 
Al concluir ese proceso, tenía sed de aprendizaje y enjambres de preguntas revoloteando en mi cabeza. Un poco de miedo, en el fondo, se escurría por las grietas formadas por las dudas. «¿Será que me estoy despertando, o esto es la antesala de la locura?», me pregunté con insistencia. El silencio correcto vino sin prisa para iluminar mis instantes. No recuerdo cuándo se levantó el telón de la confusión. 
Una certeza comenzó a germinar en el jardín de mi corazón: el contacto con la Madre Tierra es fundamental, desintoxica y da energía, justo lo que necesitaba al inicio de un camino que duraría, solamente, toda la vida. 
Mantenerse en contacto con la naturaleza no significa renunciar al trabajo que tenemos, ni abandonar la ciudad donde vivimos; se trata más bien de tener la actitud mental abierta que nos permita introducir en nuestra vida un conjunto de cambios que se traduzcan luego en calidad de vida. 
Se trata, no de regresar al pasado ni de volverse indígena, sino de tomar una decisión a favor de nuestra salud y, en el fondo, de nuestra vida misma, de la calidad de nuestra vida, que nos muestra rápidamente, al acercamos a la naturaleza, que sí se puede vivir mejor, que no es normal la enfermedad ni la infelicidad, que es posible vivir disfrutando y manteniendo indefinidamente la salud, que lo necesario tan solo consiste en realizar algunos cambios y, desde el lugar donde vivimos, reorganizar nuestra vida de tal manera que su calidad se convierta en una prioridad. 
Un secreto fundamental en todo este proceso es revisar nuestras prioridades, es decir, mirar cuánto tiempo asignamos a cada cosa que hacemos, ver cuáles realmente son las que nos consumen más tiempo y valorar su importancia real. 
Muchas veces creemos erróneamente que lo que realizamos es importante, cuando en verdad aquello no es más que un mito, incapaz de sostenerse ante el más mínimo análisis. 
Revisemos todo aquello que realizamos cada día con el elemental objetivo de darnos tiempo, porque si no tenemos tiempo, nada será posible. 
Quizá el primer paso de todo proceso de transformación sea recuperar nuestro tiempo, que equivale a recuperar nuestra vida. Personalmente, admiro a la gente que es capaz de afirmar: «Tengo tiempo”. En cambio, me generan tristeza las personas que dicen con frecuencia: «No tengo tiempo». 
Si no tenemos tiempo para vivir y realizar los cambios necesarios para mejorar la calidad de nuestra vida, ya estamos muertos, aunque no estemos en el cementerio. 
La recuperación de nuestro tiempo nos permitirá la maravillosa posibilidad de empezar a realizar lo que más amamos, de poder estar con más frecuencia con la gente con la que mejor nos sentimos, de poder viajar a tantos lugares hermosos que tiene el planeta y con todo ello a redescubrir que la vida es un regalo maravilloso para disfrutar. 
Y todo esto es ya parte fundamental de la terapia, de esa nueva terapia que no requiere de consultorio ni de medicamentos, porque trabaja modificando nuestro estilo de pensar, sentir y vivir. Con ello cambian nuestras relaciones, nuestras prioridades, nuestra calidad e intensidad existencial. 
Se trata, en definitiva, de refundar nuestra existencia, teniendo como eje cotidiano, donde sea que nos encontremos, la calidad de nuestra vida, constituida por salud y felicidad. 
Podemos estar varios días sin comer, algunos días sin beber, pero sin respirar apenas duramos unos instantes. 
Esto marca la importancia de la respiración, la cual no debería ser algo exclusivamente automático. Respirar conscientemente, aunque sea algunos minutos al día, llenar los pulmones totalmente después de haber vaciado su contenido completamente, primero a la parte inferior de los pulmones y luego, sin exhalar, subir ese mismo aire a la parte superior, un par de veces, subir y bajar y volver a subir y recién en la segunda bajada exhalar, actúa como un masaje interior que nos permite tomar mejor la energía que precisamos. 
La respiración abdominal o diafragmática es además relajante, imprescindible en tiempos de estrés como los actuales. 
Para quienes viven en las ciudades es necesario, por lo menos una o dos veces a la semana, salir a los bosques, a los parques, a las montañas o adonde haya naturaleza para oxigenarse, tomar baños de aire combinados con ejercicios adecuados a la edad que se tenga y, si el clima y las circunstancias lo permiten, con muy poca ropa, de manera que nuestra piel pueda entrar en contacto directo y energizador con el océano atmosférico en el cual estamos sumergidos como peces con ropa. 
Otro elemento fundamental para conservar la salud es el agua, el agua interna y externamente concebida. Los baños con agua fría son estimulantes de la circulación, deberán ser breves y mejor comenzando por los pies. 
Si se quiere mejorar la circulación sanguínea, es recomendable hacer baños alternos, es decir combinando frío/caliente, que pueden ser parciales, solo en los pies. Por ejemplo, sumergir durante tres minutos los pies en agua caliente y medio minuto en agua fría. Así durante unos veinte minutos todos los días, hasta que la circulación sanguínea de los pies, cuya salud se expresa en el calor de los mismos. Es posible y recomendable hacer esto con todo el cuerpo, aunque sea de vez en cuando, para lo cual resulta excelente visitar sitios con aguas termales donde también haya agua fría, para sumergirse quince o veinte minutos en la caliente y nadar cinco minutos en la fría, y repetir el ciclo varias veces. Estas son indicaciones con carácter preventivo, es decir pensando en personas sanas; quienes tengan problemas de salud o tengan una edad muy avanzada, pueden practicar estas enseñanzas tomando en cuenta su estado, es decir, con indicación personalizada, con asesoramiento especializado, el cual es más difícil de obtener mediante un libro.
Mientras escribo estas líneas voy bebiendo en ayunas un agua mineral natural de un pueblo de Hungría. Beber agua al levantarse, a una temperatura que nos resulte agradable, o una infusión o té de hierbas medicinales, resulta altamente recomendable. El resto del día bebe agua en cantidades no menores a dos litros, mejor separado de las comidas y que sea agua mineral natural o agua filtrada. Está claro que quienes quieran conservar su salud, deberán descartar cualquier otro tipo de bebida, más aun las que tienen colorantes, saborizantes y azúcar, además de abundante publicidad. 
A mayor publicidad, peor resultan para la salud. 
La alimentación de cada día resulta fundamental si nuestro objetivo es permanecer sanos. No es posible comer cualquier cosa que venden como alimento y esperar estar sanos. 
La mayoría de los restaurantes son los lugares donde comienza la persona a perder su salud, básicamente porque los alimentos están preparados en función del lucro y no de la generación de salud. Nada mejor que comer en casa, donde los alimentos son preparados con amor, elegidos por su calidad al comprarlos y compartirlos con alguien, si no vivimos solos, con quien tenemos conexiones afectivas que multiplican nuestra felicidad, porque todo esto es importante para una salud gestionada cada día a partir de nuestros actos. 
Uno de nuestros objetivos es que cada uno de nuestros alumnos, de nuestros lectores, sea un especialista en salud, al menos en su salud, para que luego, si así lo desea, pueda compartir este conocimiento con otros o simplemente dar ejemplo, buen ejemplo, en medio de una multitud que vive y bebe el mal ejemplo generalizado. Imagínate, hemos llegado al punto de pensar que estar enfermos es lo normal. Cuando mencionamos la importancia de la alimentación nos referimos a la necesidad de conocer nuestro cuerpo. 
Todos los cuerpos nacen con determinada vitalidad, la cual se va modificando con el paso del tiempo. Cada uno con su estilo de vida fue administrando, de diferente forma, esa vitalidad heredada, de manera que ahora, a la edad actual, se encuentra de un modo específico, distinto al de hace años, y también diferente a cómo estará más adelante. Este momento actual es lo que denomino coyuntura. Este momento y esta situación solo serán válidos por ahora, porque la vida es movimiento y vamos cambiando, o, si prefieres, envejeciendo, pero también ganando en conocimiento. A mayor conocimiento, mejor calidad de vida. Por ello insisto en la importancia de darse cuenta, de estar informados, de adquirir conocimiento y que este sea parte de nuestra vida, traducido en un estilo de vida inteligente. 
En este sentido, nuestra dieta, la de cada día, deberá tomar en cuenta nuestro estado de salud actual, nuestra edad, nuestra actividad diaria, porque no puede comer la misma cantidad quien realiza mucha actividad física que alguien que trabaja todo el día sentado, que va al trabajo sentado y que al llegar a casa se sienta, cuando no está acostado. 
Algunos recomiendan incluso adecuar la dieta al tipo de sangre que tenemos, en fin, la dieta también tiene que escuchar al cuerpo, ver qué alimentos nos sientan mejor, ver las combinaciones que no es recomendable realizar, etc. 
No existe una dieta buena para todo el mundo, la mejor dieta siempre será personalizada y eso lo puede hacer un especialista en el tema o cada uno, informándose adecuadamente y conociendo su cuerpo. En realidad, cada uno tendría que saber todo lo que necesita su cuerpo para evitar darle productos que luego, quizá a mediano plazo, se conviertan en generadores de enfermedad. En verdad, alimentarse es solo cuestión de supervivencia, es la administración de los equilibrios, preservando con lucidez el justo medio, evitando los extremos en casi todas las situaciones. Ningún exceso, ninguna carencia. Es recomendable, simultáneamente, aprender a escuchar el cuerpo, habituándose a la meditación y al contacto con la Madre Tierra. 
Resulta innecesario decir que están completamente descartados el alcohol, el cigarrillo y toda forma de droga, incluso las farmacéuticas, salvo excepciones de auténtica emergencia. Descarta también el resentimiento que contamina, el estrés que desgasta la energía, la insatisfacción crónica que podría traducirse en comer más de lo necesario y luego en obesidad y todo lo que ella apadrina. Haz lo que puedas hacer disfrutando. Esas son claves fundamentales para regalarse una salud duradera, ya sabes, sin salud, nada tiene sentido, incluso el éxito y la prosperidad resultan un fracaso, si el precio que pagas por ellos es tu salud. 
Emergen con frecuencia recuerdos de tanta gente conocida, que un día dejó de estar viva por haber descuidado su salud. 
Es feroz la enfermedad para quien se descuida, y obstinado el desequilibrio de quien no tomó la precaución de aprender a gestionar para sí una salud duradera. Es importante saber que la enfermedad no es causada por un microbio que se ensaña contra ti, sino consecuencia de no haber aprendido el arte sagrado de vivir. Quien se tragó el cuento oficial de vivir para trabajar y consumir, será testigo del naufragio de su existencia, mientras los dolores, leves al principio, se agrandarán, convirtiendo al cuerpo en escombro. 
Aun no comprendo cómo la especie más inteligente del planeta puede albergar en su vida pájaros negros que en desventurado vuelo fabricarán un destino innecesario. 
Que tu hora de partir sea cuando hayas cumplido tu misión. Que tu alma emigre oportunamente, sin la prisa impuesta por la negligencia ni la brevedad obligada por los errores, actualmente aceptados por ser practicados por la mayoría. ¿Quieres una salud duradera? Es posible tenerla si aprendes a convertir la oruga en mariposa y a levantar vuelo y ascender hasta la altura de la vida plena, donde el milagro de estar vivo se convierte en salud y felicidad. 
Quiero que bebas la sensación oceánica que habla el idioma del éxtasis y nos hace degustar el bufet de la unicidad, territorio soberano de la eternidad que nos espera. El siguiente itinerario te llevará a transitar el sendero del autoconocimiento. ¿Quieres acompañarme?
Chamalú.
Continuara....

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