martes, 7 de junio de 2016

Las grandes enseñanzas cósmicas de Jesús de Nazaret a Sus apóstoles y discípulos (Cap. 1º)





Las grandes enseñanzas cósmicas. Parte I.

Las grandes enseñanzas cósmicas de Jesús de Nazaret a Sus apóstoles y discípulos que podían captarlas

Prólogo

En este gran cambio de era en que la época cósmico-espiritual irrumpe con poder, en que hay hombres que preguntan cada vez más por la naturaleza de Dios y recorren el Camino Interno al corazón del amor infinito, Cristo ha cumplido las palabras que pronunció siendo Jesús de Nazaret: Aún tengo muchas cosas que deciros; pero cuando venga aquél, el Espíritu de la Verdad, os conducirá a toda la verdad.

El Espíritu de la Verdad es el Cristo de Dios, uno con el Padre eterno, el Espíritu de la Vida, el poderoso, omniabarcante, omnipresente Yo Soy.

En esta época cósmica, en el poderoso cambio del materialismo a la espiritualidad, Dios, el Eterno, ha enviado a nosotros los hombres un ser al que El llama Su profetisa y mensajera. Nosotros, cristianos originarios en Vida Universal, que vivimos con la profetisa y mensajera de Dios, a la que sencillamente llamamos nuestra hermana Gabriele, podemos decir: como ser humano ha venido a nosotros un ser con consciencia divina, capaz de conducirnos, en nuestra vida, a las leyes eternas. Después de Jesús de Nazaret no ha habido otro profeta tal. No sólo afirmamos, sino sabemos que ella es el profeta más grande, después de Jesús de Nazaret. Las obras del Señor hechas a través de ella son tan omniabarcantes y detalladas, que ningún profeta las ha efectuado, a excepción del más grande profeta de todos los tiempos, Jesús. Según las palabras del Señor, nuestra hermana se halla en la tradición de los grandes profetas, que va desde Abraham hasta Jesús, pasando por Moisés, Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel...

El Cristo de Dios ha hablado y habla poderosamente a través de ella. Recibimos las manifestaciones espirituales más elevadas, sabiduría tras sabiduría, de palabra y por escrito. Su palabra sagrada ya irradia en la actualidad a toda la Tierra. El poderoso Espíritu de Dios en Cristo nos habla a menudo a través de Su profetisa durante una hora o más tiempo. A través de la palabra divina manifestada hemos recibido la totalidad del Camino Interno, el cual nos conduce al SER cósmico, al manantial eterno, el amor infinito; a la ley divina que nosotros somos, como seres en Dios. El Cristo de Dios nos ha hecho aún otros regalos, como la Escuela de vida cósmica, la gran hora de enseñanza, en la que la profetisa de Dios enseña las leyes eternas y en la que desde la ley eterna esclarece la ley de siembra y cosecha, la ley causal. El Hogar eterno se acerca a los hombres que semana tras semana escuchan y llevan cada vez más a la práctica lo que es la herencia de todos nosotros: el amor desinteresado, la ley celestial eterna.

El Cristo de Dios, que es uno con el Padre eterno, ha dado actualmente a través de la profetisa y mensajera de Dios, nuestra hermana Gabriele, la presente obra grandiosa, Sus enseñanzas, que ya dio siendo Jesús de Nazaret, para el tiempo actual. El contenido del libro «Las grandes enseñanzas cósmicas de Jesús de Nazaret a Sus apóstoles y discípulos que podían captarlas. La vida de los hombres verdaderamente plenos de Dios», tiene la profundidad del SER; nos acerca al Hogar eterno, nuestra vida verdadera y eterna.

Lo que aquí se nos ha regalado aún no lo había habido nunca en esta Tierra ni volverá nunca a esta Tierra, pues estamos viviendo en el poderoso cambio de era. Con la profetisa y mensajera de Dios llega a su fin la tradición de los grandes profetas. ¡Viene Cristo mismo, el Hijo del Altísimo, nuestro Redentor! Esto lo anunció siendo Jesús, lo ha anunciado como Cristo y lo oímos una y otra vez actualmente a través de Su palabra profética: ahora viene El mismo. Ya no como ser humano, sino en Espíritu, como Soberano de Su Reino de la Paz sobre la Tierra. Los profetas de Dios mayores y menores, es decir, los verdaderos profetas, han señalado de múltiples maneras el camino de Su venida.

El último en la poderosa tradición de los profetas, ha traído el más grande espectro de la ley eterna omniabarcante. Lo ha recibido de los Cielos para los hombres de la Tierra, y ante todo para los hombres del Nuevo Tiempo, que se mueven en dirección al Reino de Paz de Jesucristo, que ya se está edificando actualmente, en este tiempo en que la Tierra empieza a limpiarse de todas las futilidades y desechos.

Honra, alabanza, loa y agradecimiento a El, al gran Uno universal en Cristo. El no nos deja solos a nosotros los hombres. La ha enviado a ella, la profetisa de Dios en la tradición de los grandes profetas. Queremos dar también sencillamente las gracias al ser que hay en este ser humano, por el gran sacrificio y el acto de amor que ha hecho por nosotros, entre nosotros y con nosotros como hermana nuestra.

Con el presente libro se nos ha dado una grandiosa obra espiritual de enseñanza.

El, el gran Espíritu, Cristo, nos conduce mediante Sus más elevadas manifestaciones, dadas a través de nuestra hermana Gabriele, a nuestra herencia espiritual-divina, a la ley eterna del amor. Desde ésta ha explicado también la ley de siembra y cosecha, la ley causal, indicándonos con ello cómo encontrar y seguir paso a paso el camino que nos saca de la estrechez del yo humano, de ataduras y del entramado del destino.

El presente libro, que queremos calificar de libro sagrado, se originó muy paulatinamente. Partes de él las enseñó previamente nuestra hermana en la Escuela de vida cósmica, la gran hora de enseñanza del Espíritu de Dios, sobre la Tierra.

Hasta la edición de esta obra de manifestación, el Cristo de Dios fue dando cada vez más legitimidades, y a través de Su profetisa hizo saber que El, Cristo, explicará a través de la consciencia de Su instrumento estas legitimidades en la gran hora de enseñanza, la Escuela de vida cósmica, para que los hombres de buena voluntad puedan mirar más profundamente en su herencia espiritual-divina, en lo que son como seres en Dios.

Así este libro continuará, pues el infinito sencillamente no tiene fin. Lo que con palabras podamos captar nosotros, seres humanos, lo dará el gran Espíritu, pues es el tiempo final; el cambio está a las puertas, y también Su sagrada venida.

Este libro sagrado servirá por tanto de libro de formación en la gran hora de enseñanza de los pueblos, la Escuela de vida cósmica. Dios, el Eterno, en Cristo, confió a nuestra hermana Gabriele, que ha consagrado por completo a El su vida, los más elevados dones de gracia, desarrollando en tal medida su interior que la piedra filosofal1, lo divino, brilla en ella, a fin de que pueda explicar la palabra sagrada a cada estado de consciencia, para que cada hombre pueda intuir y entender lo que significa ser Espíritu de Su Espíritu.

El tesoro que proviene de los Cielos, este libro sagrado, es ofrecido a todos los que quieran recibirlo como propiedad espiritual suya. Con sólo su entendimiento el hombre no puede captar lo que el Cielo tiene preparado para los que aspiran al Cielo.
La palabra sagrada, la Ley Absoluta, precisamente en este tiempo de la eclosión y revolución de lo espiritual, encontrará lugar entre aquellos que quieran transformarse según el Espíritu de Cristo. Puesto que ¿cómo podría efectuarse la evolución espiritual de la humanidad, sin que se conozca la Ley Absoluta y sin el saber acerca de cómo aplicarla de modo correcto en la vida diaria del hombre? ¿Cómo si no, habría de ir creciendo una nueva humanidad, una ética y una moral nuevas, el verdadero cristianismo, el cristianismo originario? Sólo a base de que lo espiritual, lo divino, traspase cada vez más la vida de los hombres, va creciendo el reino de luz de Cristo, el Reino de Paz, con hombres que en la Tierra viven de forma parecida a como en el Cielo, cumpliendo la ley celestial.

De esta forma aceptaremos y acogeremos en nosotros correctamente el regalo de los Cielos, las frases de enseñanza de la Ley Absoluta y la ley causal explicada desde la Ley Absoluta. La fuerza de irradiación de la Ley Absoluta nos dará alas para reconocer y superar lo que aún haya de humano en nosotros, purificar con ello nuestra alma y así avanzar, adentrándonos en la vida en el Espíritu de Dios, que es una vida en la ley de Dios, en el SER interno.

Los cristianos originarios en Vida Universal, seguidores de Jesús de Nazaret


A modo de introducción

Yo, la ley eterna, el Cristo de Dios, te esclarezco el Yo Soy, el eterno SER, que también tú eres en Mí.

Lo que repetiré con frecuencia, la Verdad, y lo que esclareceré partiendo de las tres cualidades divinas –Paciencia, Amor y Misericordia– es para ti, para que Me encuentres a Mí, el Cristo de Dios, en ti.

Yo ilumino el SER –a Mí y a ti– desde diversas perspectivas, para que obtengas la claridad sobre Mí y sobre ti y te encuentres en una o varias repeticiones, para encontrarme también a Mí, que estoy en cada repetición; pues Yo Soy en cada repetición la Verdad, que sólo se pronuncia, es decir se ilumina, cada vez de otra forma –para ti.


Las grandes enseñanzas cósmicas de JESÚS de Nazaret a Sus apóstoles y discípulos que podían captarlas.

La vida de los hombres verdaderamente plenos de Dios

YO SOY el alfa y omega, el principio y el fin del Universo material y de los reinos de las almas.

En Mí y conmigo debéis ir madurando en la vida eterna, en la que Yo en el Padre Soy, como también vosotros, conmigo, en el Padre sois. Ahí no hay ni principio ni fin, porque Dios es y nosotros en Dios somos; pues Yo, el Cristo de Dios, elevo todo a la luz de la verdad.

Yo Soy la Vida, Cristo, el Hijo de Dios. Quien Me haga resurgir a Mí, el Espíritu de la Vida, Cristo, en sí mismo, habrá vuelto a hallar su herencia espiritual, que es su vida eterna. Entonces ese ser vuelve a casa, a Dios, el Padre eterno, puesto que procede de El.

Todos resucitarán en Mí. A todos los que crean estar perdidos, Yo los encontraré. Y los débiles se fortalecerán en Mí; pues Yo Soy la gloria en el Padre.

El, el gran Uno universal, Me ha encomendado la misión de conducir todo lo que parecía perdido, de regreso al eterno SER.

Siendo Jesús de Nazaret hablé sin parábolas, acerca de la ley de la vida, a los que Me podían comprender. Para los que no Me podían comprender, las palabras sagradas eran secretos; por eso una y otra vez hablé en imágenes. Sin embargo, ahora ha llegado el tiempo en que Yo, Cristo, manifiesto a todos la ley de la vida, para que Me encuentren; pues Yo estoy de camino, para erigir Mi reino sobre la Tierra.

¡Quien tenga oídos, que oiga!

Una nueva humanidad está surgiendo. Yo, Cristo, traigo a los Míos, que verdaderamente Me siguen, la reforma interna, la renovación espiritual, para la vida interna. El mundo de los sentidos perece –el mundo espiritual asciende, y con él todos aquellos que están orientados a Mí, Cristo. Ellos son los nobles, los finos, los que traen la vida interna, la nueva humanidad en Mí, el Cristo.

Muchos que están centrados en el mundo contemplarán el campo de la muerte y al final entrarán con las manos vacías en el reino de la muerte, en el que vivirán en calidad de espiritualmente muertos. Son aquellos que no han sido capaces de conducir su existencia terrenal, que en la escuela Tierra han desperdiciado la ocasión de crecer internamente.

El nuevo hombre cultiva la comunidad, pues ha desarrollado el sentido comunitario, el bien común: Uno para todos, y todos para Uno.

El nuevo hombre en Mí, el Cristo, no conoce la violencia, no conoce la pretensión de poseer ni el afán de poder.

Es el portador de luz, que irradia la luz e inflama con la luz de la verdad a todos los que verdaderamente aspiran a la verdad.

La nueva humanidad y la nueva Tierra tendrán una vibración algunos grados más elevada, la cual ya no podrá ser alcanzada por el que está atrapado por el mundo, el codicioso, el que aspira a poder y prestigio. El caerá en su propio oleaje, en lo que él mismo ha creado.

La nueva humanidad serán los hombres con nobleza espiritual, con valores internos, pues Yo, Cristo, habré resucitado en ellos.

El nuevo hombre en la época del Espíritu poseerá la Tierra.

El eterno SER fluye a través de todos los reinos y en la Tierra. Quien ha despertado a la verdad, ha despertado al SER, a la fuerza creadora y a la vida creadora que traspasa a la Tierra, que traspasa a los hombres que ennoblecen sus almas. Estos hombres traen los pensamientos creadores para la nueva Tierra.

Captad, vosotros hombres de este tiempo: en cuanto el hombre da la vuelta y renuncia a la agitación materialista, va hacia el interior al reino del silencio. Cuando apenas acaba de dar el primer paso, comprende que ya hace tiempo que Dios, el Eterno, le había preparado este camino.

El hombre que aspira a la veracidad no supera su yo inferior por su propio provecho, sino para volver a ser divino.

Lo que os manifiesto es el camino a la ley divina, así como la ley divina misma.

Venid todos a Mí, pues Yo Soy la vida que os hace ricos.

Yo Soy la riqueza interna, Cristo, que se regala a vosotros. Abrid vuestros corazones y os volveréis hombres que piensan con el corazón, que miran hacia adentro y de ese modo hacen venir a la Tierra el reino del interior.

Yo Soy el reino del interior. Por eso venid a vuestro interior, y sabed: cada uno de vosotros es templo del Espíritu Santo. Purificad el templo; entonces estaréis santificando vuestras sensaciones, pensamientos, palabras y obras, y seréis el nuevo hombre, que no piensa de forma estática sino dinámica, que traspasa las tres dimensiones porque es hijo del Universo, el hijo y la hija de Dios, quienes viven la filiación divina, como hijo e hija de Dios, ya que viven en Dios, su Padre.


Yo Soy todo en todo.

Contempla el arbusto –y Me encontrarás.

Alza la piedra –y Me encontrarás.

Mira a los astros –y Me percibirás.

Mira en lo profundo del hombre –y te encontrarás a ti mismo y por lo tanto a Mí, Cristo, el Yo divino en ti.

Contempla al animal –y Me encontrarás.

Siente el viento –y Me percibirás.

Contempla la gota de agua –y te contemplarás a ti en Mí.

Pues Yo Soy la vida en todo, y tú eres la vida en todo, y todo está en Mí, y todo está en ti.

Estamos unidos en El, el gran Uno universal, que es eternamente –la corriente del SER y el SER personificado.

El es la corriente del Universo y la gota misma.

Las fuerzas del Universo sólo le son ocultas al que no conoce su verdadero Yo divino. Quien quiera experimentar las fuerzas del Universo, tiene que ponerlas al descubierto por medio de la realización.

En lo que ves, ahí estoy Yo.

En lo que oyes, ahí estoy Yo.

Yo Soy todo-en-todo, la totalidad.

Si has despertado a la totalidad, eres el SER.

Ves en profundidad el SER.

Oyes el SER y hablas el lenguaje del SER.

Me ves, oyes y hablas a Mí; pues Yo Soy la totalidad en ti.

Yo Soy la totalidad en tu prójimo, en ti, en la flor, en la hierba y en la piedra.

Yo Soy tuyo –tú eres Mío.

Yo Soy el Universo –y tú eres el Universo en Mí, el Universo.

No preguntas –sabes.

No miras –ves en profundidad.

No escuchas –oyes y sabes.

No mires nunca hacia afuera. La luz está en ti.


En ti está la verdad, que sabe todas las cosas, que conoce a todos y todo. No necesitas volver la cabeza para mirar a tu prójimo, no necesitas contemplar las cosas desde fuera –lo que es, eso está en ti.

Todo lo que ves, es sólo el reflejo de la verdad, reflexión, por tanto, que no es la verdad absoluta.

Lo que está dentro, en ti, la luz, la verdad, lo que eres en el SER puro, como ser en Dios, tomó en el Cielo aspecto y forma en la substancia más pura.

Lo que está en lo más interno de tu alma encarnada, en el origen primario del alma, es la luz que no puede cargarse, la verdad eterna. Es y será el SER eternamente.

Sólo una cantidad dada de energía divina fue transformada, ya que un ser abandonó a Dios, en energía de la Caída, de la cual se formaron reinos de la Caída, seres de la Caída y hombres. Esta cantidad de energía divina fue dada por el Eterno a los seres que cayeron posteriormente, para mantener su vida. Es energía divina degradada. Por eso la materia y todas las energías degradadas son solamente un reflejo del SER puro.

En todo el infinito sólo hay un principio: emitir y recibir. Lo que emites, eso eres; eso irradias. Lo que irradias, regresa a su vez a ti.

Quien vive en lo más interno, en Dios, es divino. El irradia la ley eterna, lo puro, bello, fino, el amor absoluto –el SER que él es.

La ley eterna, lo puro, noble, bello, fino, el amor absoluto, irradia entonces lo que emana de quien está pleno de Dios, a su vez, sobre él, traspasándolo.



Continúa en:
http://trabajadoresdelaluz.com.ar/index.php?ndx=1087

Obtenido de
http://www.scribd.com/doc/8641896/Vida-Universal-Las-grandes-ensenanzas-cosmicas-de-Jesus-a-sus-apostoles

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