martes, 26 de abril de 2016

LA MENTE



LA MENTE
En la Época Atlante del Período Terrestre, los Señores de la
Mente irradiaron de sí mismos y depositaron en nuestro ser el núcleo de la sustancia que actualmente estamos tratando de organizar como mente.
Le fue conferida al ser humano para dar objeto y propósito a sus acciones pero, como el ego era extraordinariamente débil y la naturaleza pasional muy fuerte, la mente naciente se fundió con el cuerpo de deseos, dando por resultado la Astucia, que fue la causa de toda la maldad que se difundió en el tercio medio de la Época Atlante.
Como la mente es el último de los vehículos humanos formados, no puede considerarse de modo alguno como un cuerpo. No es más que un eslabón, una envoltura para que el ego la utilice como punto de enfoque o concentración. Sin embargo, es el instrumento más valioso que posee el espíritu, especialmente en la obra de la creación.
Nosotros, como egos, nuestro Espíritu Humano, funcionamos
directamente en la sutilísima sustancia de la Región del Pensamiento Abstracto que hemos especializado dentro de la periferia de nuestra aura individual. Desde allí contemplamos las impresiones que produce el mundo externo sobre el cuerpo vital, por intermedio de los sentidos, junto con los sentimientos y emociones generados por ellos en el cuerpo de deseos, que se reflejan en la mente.
En nuestra actual etapa de la evolución, podemos decir que la
mente nace a la edad de 21 años, pero la esencia de la mentalidad, su culminación, solo se alcanza alrededor de los 49 años.
La mente es el medio concentrador, merced al cual las ideas
concebidas por la imaginación del espíritu pueden ser proyectadas en el universo material. Al principio no son más que formas mentales pero, cuando el deseo de realizar las posibilidades imaginadas ha puesto al ser humano a trabajar en el Mundo físico con este fin, entonces las llamamos "realidades" concretas.
Sin embargo, actualmente, la mente no está enfocada en forma
que permita dar una imagen clara y verdadera de lo que el espíritu
imagina. No tiene un foco único y nítido y da imágenes nebulosas. De ahí la necesidad de la experimentación, para demostrar la impropiedad de la primera concepción y producir nuevas imágenes o ideas hasta lograr la verdadera imagen producida por el espíritu en la sustancia mental y reproducirla en la sustancia física.
En el mejor de los casos, solo podemos modelar con nuestra
mente las imágenes que tienen relación con la forma, porque la mente humana no comenzó sino en el Período Terrestre y se encuentra actualmente en su etapa primitiva de desenvolvimiento, o sea su "etapa mineral." Por eso estamos confinados en nuestras operaciones a las formas, a los minerales. Podemos imaginar toda clase de maneras de trabajar con las formas minerales de los tres reinos inferiores; pero podemos hacer poco o nada con los cuerpos vivientes. Es verdad que podemos injertar una rama viva en un árbol vivo, o una parte viva de un animal en otro, o clonar un animal; pero, en realidad, no estamos operando con la vida sino con sus formas solamente. Estamos creando circunstancias o condiciones nuevas; pero la vida que ya moraba en esa forma es la que continua subsistiendo. Poder trabajar con la vida está actualmente más allá del poder del ser humano, hasta que su
mente haya sido vivificada.
En el Período de Júpiter, que seguirá al presente terrestre, la
mente habrá sido vivificada hasta cierto punto, y entonces el ser
humano podrá imaginar formas que vivirán y crecerán y se
reproducirán, como las plantas.
En el Período de Venus, cuando su mente haya adquirido
"Sentimiento" o "Sensación," podrá crear cosas vivas, que crezcan y tengan sensaciones y deseos y se muevan, como los animales.
Y, finalmente, cuando alcance la perfección, al final del Período
de Vulcano, podrá imaginar en existencia seres que vivirán, crecerán, sentirán deseos y pensarán, como hoy hacemos los humanos.
Con las noticias mentales recibidas del espíritu, forma nuestras
conclusiones en la Región del Pensamiento Abstracto, concernientes a los asuntos a que se refieren. Esas conclusiones son ideas. Por el Poder de la voluntad proyectamos las ideas a través de la mente, donde toma forma concreta como pensamientos-forma o imágenes mentales tomadas de la Región del Pensamiento Concreto.
Las ideas pueden proyectarse contra el cuerpo de deseos con el fin de despertar el sentimiento de interés o de indiferencia que impela a la acción inmediata.
i.- El siguiente mundo, tras el del Pensamiento y más denso que
él, es el Mundo del Deseo. Este mundo está formado por materia,
llamada de deseos, y que también tiene como característica el que está permanentemente en movimiento. Pero ese movimiento, a diferencia de lo que hace la materia del Mundo del Pensamiento, no piensa, sino que siente, crea ininterrumpidamente deseos, emociones, sentimientos, pasiones, etc. También en este mundo ocurre como en el del Pensamiento, pero aquí los objetos propios de ese mundo no son pensamientos, sino deseos, emociones, sentimientos, etc., cada uno con su contenido emocional propio. Nuestro vehículo correspondiente a este mundo es el llamado Cuerpo de Deseos o Cuerpo Astral o Emocional, que es el penúltimo cuerpo que recibimos a lo largo de la evolución, ya que nos fue dado en el Período Lunar, cuando la oleada de vida de los ángeles alcanzó su estadio humano. Se encuentra en su estadio vegetal. Nuestro Espíritu utiliza su materia para formar nuestros deseos, emociones, sentimientos y pasiones.
j.- El mundo siguiente, descendiendo desde el origen y
aumentando la densidad de su materia, es el Mundo Físico. También éste mundo se divide en dos Regiones: la superior, llamada Región Etérica, y la inferior, denominada Región Química.
k.- En el Mundo Físico, la característica de su materia es la inercia de modo que, si no se la mueve, permanece en reposo.
l.- La Región Etérica, que es el dominio de las fuerzas que
producen las actividades de la vida y de las formas, permitiendo a éstas vivir, moverse y propagarse, se compone de cuatro subplanos, con materia de densidad creciente a medida que descienden, pero con funciones distintas según el éter de que están compuestos.
m.- Cuando hablamos de nuestro Vehículo Etérico, Cuerpo
etérico o Cuerpo Vital, nos referimos a la cantidad de materia de esas cuatro subdivisiones de la Región Etérica que nuestro Espíritu ha incluido en su aura para utilizarla en la presente encarnación. Nuestro cuerpo Etérico, pues, posee materia de los cuatro Subplanos Etéricos y lo recibimos en el Período Solar, cuando los Arcángeles estaban en su estadio humano.
n.- El subplano más elevado está formado por el Éter Reflector,
cuya materia almacena todos los sucesos, fenómenos y vivencias producidos en la Tierra. Es lo que se llama la Memoria de la
Naturaleza.
o.- La porción de Éter reflector de nuestro Cuerpo Vital es la que
permite que los pensamientos impresionen el cerebro, y guarda los sucesos y vivencias de esta vida, accesibles fácilmente a la voluntad.
Se la denomina Memoria Consciente. Si se refiere al resto de las
vivencias y sucesos, a los que ordinariamente no tenemos acceso voluntario, se la denomina Memoria Subconsciente. Y, si se refiere a las vivencias de vidas anteriores, se la denomina Memoria Supraconsciente.
p.- Las memorias Consciente y Subconsciente se hallan
almacenadas en el Éter Reflector, mientras que la Memoria
Supraconsciente se encuentra en el Espíritu de Vida, pero
estrechamente conectada al Éter Reflector. Por eso, mediante la
hipnosis, se puede acceder a la memoria de vidas pasadas. Y por eso, cuando se alcanza determinado grado de evolución, esas vidas se recuerdan también, espontáneamente, con toda claridad.
q.- El segundo Éter en densidad, es el Éter de Luz o Lumínico.
Su materia es la que hace posible la percepción, los sentidos, el calor de los cuerpos, el movimiento, la circulación de la sangre, la función clorofílica y la circulación de la savia en los vegetales, etc.
r.- El tercer Éter es el Éter de Vida o Vital, y tiene por misión
principal hacer posible la reproducción, la perpetuación de las
especies.
s.- Y el cuarto y último Éter, el más denso, es el Éter Químico,
que permite que asimilemos y excretemos, haciendo posible la
subsistencia del cuerpo físico.
t.- La Región Química del Mundo Físico está compuesta por los
sólidos, líquidos y gases y es la que nos es más familiar, pues en ella se desarrolla nuestra vida consciente y de su materia está formado nuestro Cuerpo Físico, que es nuestro vehículo correspondiente a este Mundo, el más antiguo que tenemos, ya que lo recibimos en el Período de Saturno, cuando los Señores de la Mente pasaban por su estadio humano.
u.- Los tres vehículos inferiores (cuerpos Físico, Etérico y de
Deseos) más el Mental, constituyen nuestra Personalidad o Yo
Inferior que, a través de los tiempos, ha acabado por adquirir cierta independencia y cierta voluntad propias que opone a la voluntad
espiritual y provoca la lucha en que consiste el recorrido del llamado Sendero, que todos los humanos hemos de transitar.
v.- Como el Cuerpo Mental o Mente es un Período (varios
millones de años) más joven que el Cuerpo de Deseos, éste se le impuso enseguida y, desde entonces, prácticamente el cuerpo mental trabaja para satisfacer los deseos, dando lugar a la astucia. Sólo, cuando vamos desarrollando y fortaleciendo la mente y logramos contraponer lo que es lógico o conveniente o bueno o preferible o razonable a lo que deseamos (ejemplo típico, el del fumador que desea dejar su vicio y ve cómo su razón lucha con sus deseos), logramos que la mente se imponga. Y ésa es la doble gran labor de nuestra época:
por un lado, que la mente logre imponerse a los deseos y sólo hagamos lo que proceda hacer, dando lugar al nacimiento del discernimiento; y que nuestros deseos sean razonables y positivos y elevados y, sobre todo, altruistas, guiados por la Sabiduría y el Amor. Recordemos que la meta de la evolución consiste en llegar a “pensar con el corazón y amar con la mente”.
w.- Millones de años e innumerables vidas nos hemos
identificado con nuestra Personalidad, especialmente con los
vehículos más antiguos: el cuerpo físico, el etérico y el de deseos. Y, como es la mente, el vehículo más reciente, y que aún se halla en su estadio mineral, el que nos permite ser conscientes de nuestra propia existencia, casi todos creemos que somos nosotros los que pensamos aunque, la que en realidad lo hace es ella y, además, dada su naturaleza, casi siempre por su cuenta, mientras no es controlada por la voluntad, nota clave del Espíritu Divino, el superior de nuestros tres Espíritus.
Pero no somos nuestra mente. Ésta es sólo un instrumento del
Espíritu. La prueba está en que, si queremos pensar, pensamos y, si no queremos, no pensamos. Luego, somos dos cosas distintas. Y lo mismo sucede con el Cuerpo de Deseos (si queremos desear algo o
sentir algo, lo hacemos y, si no, no), el Cuerpo Vital (si queremos ver algo, lo vemos y, si no, no) y el Cuerpo Físico (si queremos hacer lago, lo hacemos y, si no, no). Y, como no es posible que el que manda y el que obedece sean una misma cosa, queda claro que los vehículos son distintos del Espíritu y pueden – y deben – ser dominados por él.
No hemos de perder de vista que los distintos mundos y, dentro
de ellos, los distintos planos, se compenetran unos a otros, de modo que los menos densos compenetran a todos los más densos y, además, los exceden en tamaño, sobresaliendo de ellos. Y así, el Espíritu Divino compenetra y excede al Espíritu de Vida, y éste al Espíritu Humano, y éste a la Mente, y ésta al Cuerpo de deseos, y éste al cuerpo Etérico, y éste al Cuerpo Físico. Y que esa compenetración hace que estén todos esos mundos y planos íntimanente unidos, de modo que cualquier incidencia en uno de ellos, afecta a todos los que lo compenetran y a los por él compenetrados.
Hay que tener presente también que, aunque todos nuestros
Espíritus y vehículos se representan situando arriba los menos densos y debajo los más densos, en realidad, dado que todos se compenetran, no hay arriba ni abajo, y todos los menos densos están en todos los más densos. Así es posible comprender la omnipresencia de Dios, ya que compenetra a toda su creación, y la inexistencia de distancias en los planos superiores. Y la afirmación de Cristo de que “el reino de los Cielos está dentro de nosotros.”
3.-Cuando una forma mental o pensamiento en enviado por la mente al Cuerpo de Deseos, una vez en éste, pueden ocurrir varias cosas:
A) Que el pensamiento produzca Interés, en cuyo caso se
despertará una de las dos fuerzas gemelas: la de Atracción o la de Repulsión.
a) Si la de Atracción, la fuerza centrípeta se despierta, toma el
pensamiento, presta vitalidad a la imagen y la envuelve en materia de deseos. Entonces el pensamiento puede obrar sobre el cerebro etérico e impulsar la fuerza vital hacia los apropiados centros cerebrales, nervios y músculos que ejecutarán la acción necesaria. En esta forma se gasta la fuerza del pensamiento y la imagen subsiste en el éter del cuerpo vital como memoria del acto y del sentimiento causado por él.
b) La de Repulsión es la fuerza centrífuga, y si esta es despertada por el pensamiento, habrá una lucha entre la fuerza espiritual (la voluntad humana), dentro del pensamiento-forma y el cuerpo de deseos. Esa batalla es la que se entabla entre la conciencia y el deseo, entre la naturaleza superior y la inferior. La fuerza espiritual, a pesar de la resistencia, tratará de envolver el pensamiento-forma en la materia del cuerpo de deseos necesaria para manipular el cerebro y los músculos. La Fuerza de Repulsión tratará de dispersar la materia apropiada y expulsarla del pensamiento. Si la energía espiritual es fuerte, puede abrirse camino hasta los centros cerebrales y mantener su envoltura de materia de deseos mientras manipula la fuerza vital, compeliéndola así a la acción, y entonces dejará sobre la memoria una impresión vívida de la batalla y de la victoria. Si la energía espiritual se gasta antes de que se haya producido el acto, será sobrepasada por la fuerza de Repulsión y será archivado en la memoria como todos los demás pensamientos-formas cuando han agotado su energía.
B) Si la forma de pensamiento produce el sentimiento neutral de
indiferencia y, consecuentemente, no provoca una acción inmediata, entonces aquellas imágenes pueden proyectarse directamente sobre el éter Reflector, junto con los pensamientos originados por las mismas, para ser empleados en el futuro. El espíritu que trabaja a través de la mente tiene acceso instantáneo al archivo de la memoria consciente y puede resucitar en cualquier tiempo cualquiera de las imágenes que allí se encuentran, y vigorizarlas con nueva fuerza espiritual y proyectarlas contra el cuerpo de deseos compeliéndolo a la acción.
Cada vez que tales imágenes se emplean, ganan en fuerza,
eficiencia y nitidez, y compelerán a la acción en el sentido apropiado más eficientemente que en las ocasiones previas, porque abre canales en el cerebro, por así decirlo, y produce el fenómeno del crecimiento y vigorización del pensamiento por la repetición.
C) La tercera forma de emplear el pensamiento se da cuando el
pensador lo proyecta hacia otra mente para que actúe como sugestión, para proporcionarle informaciones, etc., como en la telepatía, por ejemplo; o puede ser dirigido contra el cuerpo de deseos de otra persona para compelerla a la acción, como en el caso de un hipnotizador que influye sobre su víctima a distancia. Entonces obrará precisamente de la misma manera como si fuera el propio pensamiento de la víctima. Si está de acuerdo con la idiosincrasia de ésta, obrará en la forma indicada arriba. Si es contrario a su naturaleza, obrará como se describió también en ese supuesto. Todo este proceso es el que se sigue cuando interviene la voluntad. Cuando tiene lugar inconscientemente, como consecuencia sólo de la naturaleza de las materias mental y de deseos, es cuando se producen esos pensamientos, deseos y emociones que suelen terminar en miedos, manejando recuerdos, elaborándolos con experiencias similares o asociadas y, proyectándolas al futuro donde, como no son fruto de la
voluntad consciente, no se realizarán, pero servirán para producirnos sentimientos y emociones negativos y como materia prima para futuras elucubraciones, acabando por transformarse en hábito, con consecuencias negativas en todos los planos.
Cuando el acto designado por una forma de pensamiento ha sido realizado o su energía se ha agotado en vanas tentativas para realizar su objeto, gravita nuevamente en torno de su creador, llevando consigo el recuerdo indeleble de la jornada. Su éxito o fracaso se imprime en los átomos negativos del éter Reflector del cuerpo vital de su creador, donde forma esa parte de la memoria de la vida del pensador que se denomina memoria subconsciente.
Este recuerdo es mucho más importante que la memoria a la que tenemos acceso consciente, porque esta última está formada por percepciones de los sentidos, imperfectas e ilusorias, y es la que llamamos memoria voluntaria o consciente. Pero memoria involuntaria o subconsciente se forma de otra manera, estando fuera de nuestro dominio actualmente. Así como el éter lleva a la película sensible de la cámara oscura una impresión fidelísima del paisaje, hasta en sus menores detalles, sin tener en cuenta si el fotógrafo los ha observado o no, así también el éter contenido en el aire que inspiramos, lleva consigo una imagen fiel y detallada de todo nuestro alrededor. Y no solamente de las cosas materiales, sino también de las condiciones que existen en cada momento en nuestra aura.
El más fugaz sentimiento, pensamiento y emoción se transmite a
los pulmones, donde se inyecta en la sangre. La sangre es uno de los productos más elevados del cuerpo vital, porque es el vehículo que lleva el alimento a todas las partes del cuerpo y es también el vehículo directo del Ego. Las imágenes que contiene se imprimen sobre los átomos negativos del cuerpo vital, para servir como árbitros del destino del hombre en el estado post mortem.
La memoria consciente y la subconsciente, se refieren
completamente a las experiencias de esta vida, y se componen de las impresiones de los acontecimientos archivados en el cuerpo vital.
Dichas impresiones pueden ser modificadas o borradas, en lo que llamamos el olvido de los pecados y cuyo cambio o desaparición definitiva dependen de la eliminación de esas impresiones del éter del cuerpo vital.
Hay también una memoria supraconsciente. Es, por así decirlo, el archivo o almacén de todas las facultades adquiridas y conocimientos conseguidos en las vidas anteriores, aunque quizás latentes en la presente encarnación. Este recuerdo está grabado indeleblemente en el Espíritu de Vida. Se manifiesta ordinariamente, aunque no en toda su extensión, como la conciencia y el carácter que animan todos los pensamientos-forma, algunas veces como consejero, otras compeliendo a la acción con irresistible fuerza y hasta contradiciendo a la razón y al deseo. En muchas mujeres, que tienen el cuerpo vital positivo, y en las personas avanzadas de cualquier sexo, cuyos cuerpos
vitales se han sensibilizado por una vida pura y santa, por la oración y por la concentración, esta memoria supraconsciente, inherente al Espíritu de Vida, está ocasionalmente por encima de la necesidad de envolverse en materia mental o de deseos para compeler a la acción.
No siempre necesita correr el riesgo de verse sujeta y hasta sometida por el proceso del razonamiento. Algunas veces, en forma de intuición o de enseñanza interna, se imprime directamente sobre el éter reflector del cuerpo vital. Cuanto más dispuestos nos encontremos a recoger y seguir sus dictados, tanto más a menudo hablará para nuestro eterno beneficio. La intuición es esa vocecita que nos aconseja ante cualquier elección y a la que casi nunca obedecemos para luego arrepentirnos de no haber seguido sus sugerencias..
Por sus actividades durante las horas de vigilia, el cuerpo de
deseos y la mente están constantemente destruyendo el vehículo denso. Cada pensamiento, cada movimiento, destruye tejidos. Por otro lado, el cuerpo vital se dedica de lleno a restaurar la armonía y reconstruir lo que los otros vehículos están destruyendo. Sin embargo, no puede siempre compensar completamente los estragos causados por los impulsos, sentimientos y pensamientos. Gradualmente, va perdiendo terreno y, por último, llega un momento en que se paraliza.
Los átomos etéricos se “salen”, por así decirlo, de los átomos físicos.
El fluido vital cesa de circular por los nervios en la cantidad necesaria; el cuerpo se hace pesado; el pensador se encuentra cohibido por su pesadez y se ve obligado a salir de él, llevándose el cuerpo de deseos consigo. Esta salida de los vehículos superiores deja al cuerpo denso interpenetrado por el cuerpo vital en el estado, sin sentido, que llamamos sueño. El sueño, sin embargo, no es en manera alguna un estado inactivo, como se supone generalmente. Si así fuera no habría diferencia en el cuerpo al despertar por la mañana y su fatiga sería igual de grande. Por el contrario, el sueño es un período de intensa actividad y, cuanto más intensa es ésta, tanto más grande es su valor, porque elimina los venenos resultantes de los tejidos destruidos por las actividades físicas y mentales del día. Los tejidos son así reconstruidos y el ritmo del cuerpo restablecido. Cuanto más perfectamente se realiza este trabajo, tanto mayor es el beneficio que el sueño aporta.
4.-La consciencia es la certeza de nuestra propia existencia y de
nuestro entorno. Desgraciadamente, no estamos acostumbrados a ser conscientes de lo que hacemos la mayor parte del día. Y, en cuanto dejamos de enfocar la atención (la voluntad) sobre el cuerpo mental y el de deseos, éstos, siguiendo su natural manera de expresión, piensan y desean y elucubran y sueñan y proyectan y recuerdan y se emocionan, y sienten y fantasean libremente.
La consciencia, que es, pues, el saber que estamos existiendo y
decidiendo y actuando en nuestro entorno o en nosotros mismos, es fundamental. La vida es una permanente sucesión de elecciones, decisiones y adaptaciones, pues cada decisión, nacida de una elección, hace cambiar inevitablemente el entorno (físico, emocional o mental) y nos obliga a una adaptación. Por ejemplo: si decidimos salir de esta habitación, habremos de adaptarnos inmediatamente a una nueva temperatura, a otro nivel de humedad, a nuevos ruidos, a otros estímulos ópticos, etc.; recordaremos momentos similares ya vividos y los efectos asociados; desearemos algo y sentiremos algo. Con ello se incrementará el deseo o el asentimiento, si es positivo, o el rechazo, si es negativo y ambos nos afectarán.
Hay que considerar también que una decisión supone siempre
elegir una entre varias posibilidades, eliminando todas las otras con todas las consecuencias que de ellas podrían derivarse en el futuro y que nunca volverán.
La consciencia se debe a la atención, a la concentración, por un
instante, para decidir (cuando no hemos automatizado alguna vivencia, como conducir, pues entonces no decidimos conscientemente, salvo si surge algo que no estaba previsto en lo mecanizado) Por eso, cuanto más conscientes somos es cuando más nos concentramos. Pero sólo somos conscientes de lo que decidimos estudiar o hacer y de nada más, porque la mente no puede ocuparse de más de un asunto a la vez.
5.-Como lo importante para nuestra evolución es adquirir la mayor
cantidad de experiencia posible en este mundo físico, empleando los cuatro vehículos de la Personalidad, físico, etérico, de deseos y mental, y como sólo podemos aprender conscientemente cuando nos concentramos sobre algo, es claro que la concentración mental se convierte en la herramienta clave de nuestra evolución .
Tan importante es la concentración que es uno de los ocho pilares sobre los que se apoya la evolución que la Filosofía Rosacruz puede proporcionar y que son: la observación, la retrospección, la meditación, el discernimiento, la oración, la contemplación, la adoración y, por supuesto, la concentración.
Pero, ¿qué es la concentración? ¿Qué es lo que la caracteriza?
Sencillamente, que nos hace ser conscientes de lo que está sucediendo ahora, ser dueños de nuestra mente y de nuestra personalidad toda, y nos permite ser lo que realmente somos: un espíritu plenamente consciente de su existencia y de su poder sobre sus instrumentos, esos cuatro cuerpos en los que se ve obligado a vivir mientras quiere actuar en este mundo: el físico, el etérico, el de deseos y el mental.
La concentración consiste en enfocar el pensamiento en un
solo punto, así como los rayos del Sol son enfocados por medio de una lente. Cuando se difunden sobre la superficie de la tierra entera no dan sino un calor moderado, pero, aún unos pocos rayos solares enfocados a través de un cristal ordinario, pueden hacer arder el material inflamable sobre el cual se enfocan y, como todos sabemos, es ésa la causa de muchos incendios forestales. Similarmente, cuando se cuela el pensamiento a través del cerebro como el agua a través de un cedazo, no es de valor pero, cuando se concentra sobre cierto objeto, aumenta en intensidad y alcanza el propósito que encierra, para el bien o para el mal.
Se nos dice también por las Enseñanzas Rosacruces que la
oración, correctamente realizada, es más efectiva que la concentración.
¿Por qué? Porque la oración bien realizada supone la concentración, es decir, el vivir en el presente, pero, además, supone el contacto con los planos superiores, que se apresuran a llenarnos de energías y vibraciones positivas proporcionales a nuestra devoción, a nuestras miras y a la elevación alcanzada, ya que la naturaleza odia el vacío y nuestro envío de energía a los planos superiores es respondido por energía de dichos planos que rellena el vacío producido.
Nuestro cuerpo de deseos está formado por materiales de las siete regiones del Mundo del Deseo y, en proporción a nuestros
requerimientos, según son determinados por la naturaleza de nuestros pensamientos, cada pensamiento se viste de materia de deseos en consonancia con su naturaleza.
Sobre este particular, dice Max Heindel en otra de sus obras: que la mayoría de los hombres dejan la vida física con el mismo
temperamento con que vinieron a ella, pero el estudiante rosacruz debe conquistar sistemáticamente todos los arrebatos del cuerpo de deseos y asumir su propio dominio. Esto puede efectuarse por la concentración sobre elevados ideales, lo que vigoriza el cuerpo vital y es mucho más eficaz que las oraciones corrientes. El "ocultista científico" emplea la concentración con preferencia a la oración porque la primera se realiza con ayuda de la mente, que es fría e insensible, mientras que la oración está dictada generalmente por la emoción, casi siempre egoísta. Pero, cuando es dictada por la devoción pura e impersonal hacia elevados ideales la oración es muy superior a la fría concentración. Nunca podrá ser fría, porque vuela con las alas del Amor, la emanación del místico hacia la Deidad.
Esto se aplica al pensamiento formado y expresado en la oración.
Si es egoísta, atrae a sí mismo una cubierta compuesta de sustancia de las regiones inferiores del Mundo del Deseo, pero si es noble,
inegoísta y altruista, vibra con el tono superior de las regiones de la Vida Anímica, de la Luz Anímica y del Poder Anímico. Y se envuelve en este material, agregándole vida y luz a nuestra naturaleza espiritual.
Aún cuando oremos por otros, es dañino pedir algo material o
mundano. Es permisible pedir salud, pero no prosperidad económica.
"Buscad primero el Reino de Dios y Su Justicia y lo demás se lo dará por añadidura", es el mandamiento. Cuando cumplamos con ese mandamiento podemos estar seguros de que todas las demás cosas nos serán dadas. Por lo tanto, cuando oremos por un amigo pongamos todo nuestro corazón y alma en la petición de que él pueda permanentemente buscar el Camino, la Verdad y la Vida porque, habiéndolo encontrado y siendo el más grande de todos los tesoros, no le será negada nunca ninguna necesidad real.
En uno de los libros de nuestra Fraternidad, se dice textualmente:
Pregunta:¿Por qué la mañana es el momento mejor para la
concentración?
Respuesta: El objeto de los ejercicios, tanto el de la mañana
como el de la noche, es poner al discípulo en contacto consciente con los mundos invisibles, y no hay momento mejor para ello que la mañana, porque durante la noche el espíritu se retira del cuerpo denso y entra en el mundo invisible, dejando al cuerpo dormido en el lecho, y la vuelta del espíritu por la mañana es lo que hace que el cuerpo se despierte y concentre su atención en el mundo material por medio de los órganos de los sentidos. Debe cerrar sus sentidos en tal forma que no vea ni oiga nada en su habitación. Cuando lo consiga, las escenas del Mundo del Deseo se presentarán ante su visión interna. Primero, esporádicamente, después, más y más claramente, conforme la práctica lo vaya perfeccionando.
El poder de la concentración mental puede también emplearse
para curar y ayudar, y no faltan ejemplos para probar esta afirmación.
Podemos, por lo tanto, decir que la concentración es la aplicación directa del poder del pensamiento a la consecución de cierto objeto definido, que puede ser malo o bueno, de acuerdo con el carácter de la persona que la practica y con el propósito para el cual desea usarlo.
La concentración es también imposible en los casos en que los
seres queridos de un moribundo, que están presentes a la hora de la muerte, prorrumpen en alaridos y en lamentaciones histéricas en el momento en que exhala el último suspiro y continúan así en los días siguientes. El espíritu, que está en aquellos momentos en estrecho contacto con el mundo físico, se verá muy afectado por la pena de los seres queridos y, por lo tanto, le será imposible enfocar su atención todo lo atentamente que es preciso, en la contemplación del panorama de su vida y, de este modo, la impresión efectuada en el cuerpo de deseos no será tan profunda como si el espíritu que parte pudiese hacerlo en paz y sin perturbación. La consecuencia será una vida, con todas las experiencias que conllevaba, totalmente perdida.
La concentración, pues, es clave, tanto para la vida física
como para la vida espiritual.
Relata Max Heindel que, una alumna recién fallecida, en una de
las muchas veces que le visitó, se lamentó diciendo que le parecía muy difícil seguir progresado en el estudio de la Astrología. Max Heindel
le aconsejó que continuase asistiendo a las clases y le sugirió que procurase buscar a algún ser en la "otra parte" que pudiera ayudarla en tal estudio. A esto, ella exclamó impacientemente: "¡Oh, sí!, por supuesto, yo asisto a las clases; lo he venido haciendo así desde mi partida; también he encontrado un amigo que me ayuda; pero no se puede imaginar lo difícil que es concentrarse aquí en cálculos matemáticos, en la lectura de un horóscopo o en cualquier otro asunto, pues la más pequeña corriente de pensamiento lo lleva a uno a miles de leguas de distancia del objeto de su estudio o concentración.
Yo suponía que era muy difícil el concentrarse cuando estaba en el cuerpo físico, pero aquella dificultad no tiene punto de comparación con los obstáculos que aquí encuentra el estudiante."
El cuerpo físico le servía a ella de áncora, y eso nos ocurre a
todos. Su calidad de denso es precisamente una defensa contra las influencias perturbadoras, de las que los cuerpos espirituales más sutiles no nos pueden proteger. Nos capacita igualmente para llevar nuestras ideas a conclusiones lógicas con mucho menor esfuerzo de concentración del que es necesario en un plano donde todo se halla en tan incesante y febril movimiento. De este modo estamos
gradualmente desenvolviendo la facultad de contener nuestros
pensamientos en un punto durante la existencia en este mundo.
Existió un tiempo (los dos primeros tercios de la Época Lemúrica)
en que la raza humana vivía en un estado libre de pecado, cuando el pesar, el dolor y la muerte eran desconocidos. No es que no existieran, como existen los silogismos en el Mundo del Pensamiento. Tampoco el tentador personal de la Cristiandad es un mito, pues los espíritus de Lucifer, puede muy bien decirse que son ángeles caídos y su tentación contra el hombre consistió en una concentración de la conciencia humana sobre la fase material de la existencia, por lo que cayó bajo la ley de la decrepitud y de la muerte, que reinan en este plano.
Max Heindel se pregunta: ¿Cuál es, generalmente, el mayor
obstáculo para nuestro progreso en el trabajo espiritual? Y responde terminantemente: la falta de concentración.
Un filósofo y monje budista nos dice cómo disfrutar de una buena
taza de té: “Debemos estar completamente atentos al presente para disfrutar de una taza de té. Sólo siendo conscientes del presente, nuestras manos sentirán el calor de la taza. Sólo en el presente aspiraremos el aroma del té, saborearemos su dulzura y llegaremos a apreciar su exquisitez. Si estamos obsesionados por el pasado o preocupados por el futuro, dejaremos escapar la oportunidad de disfrutar de una buena taza de té. Y, cuando miremos al fondo de la taza, su contenido habrá desaparecido.”
6.- La materia mental está, como hemos dicho, en movimiento
constante, porque es así su naturaleza. Piensa continuamente,
manejando los datos que tiene del pasado y proyectándolos al futuro combinados en mil formas, junto con los acontecimientos
almacenados en la memoria, no sólo la consciente, sino la
subconsciente y aún la supraconsciente: miedos, fobias, tendencias, etc.. Y todo eso lo hace espontáneamente, de modo natural, hasta que la voluntad se concentra sobre un tema y entonces, esa materia mental se aquieta y obedece a la voluntad pensando, razonando o juzgando lo que se le haya sometido.
La mente, como instrumento que es, puede – y debe .- ser
manejada por la voluntad. Pero teme esa subordinación, se resiste a ella – lo mismo que se resiste el alimento a ser asimilado y nos exige la digestión, con un considerable desgaste de energía - pues va contra su natural costumbre. Por eso nos resulta tan difícil concentrarnos en algo, si es elevado, como las matemáticas, que tanto nos asustan y, sobre todo, dejar la mente en blanco, es decir, sin pensar nada, parada, misión, para algunos, prácticamente imposible y que hay que practicar.
La mente está aún en su estadio mineral, es decir, poco
evolucionada. Y, como su estado natural es el del movimiento
continuo y compenetra el cuerpo de deseos, y éste al cuerpo vital, asiento de la memoria., dejada en libertad, piensa y elucubra y raciocina y proyecta y juzga y recuerda y combina experiencias y sentimientos...todo ello sin ningún sentido ni ningún fin concreto ni ninguna utilidad, sino sólo como expresión o consecuencia de su natural modo de ser y de manifestarse. Algo parecido a esos pozos volcánicos de lodo que burbujean continuamente sin ningún objetivo concreto. O el agua en ebullición, verdadera imagen del caos, privado de orden, de sistema, de permanencia y de objetivo.
Por ejemplo: si estamos enfermos, evocará a amigos o conocidos que lo estuvieron y, luego, nos atribuirá en el futuro sus experiencias si fueron desgraciadas, con lo que nacerá nuestro miedo. Contra este hábito hemos de salir al paso con el contrario positivo. De modo, lo que la mente preverá y deseará para nosotros será positivo.
7.- Voy a referirme ahora a unos trabajos míos sobre le tema del
tiempo, asunto que toda la vida me ha sugestionado e intrigado. El primero se titula “La ilógica e interminable búsqueda de la felicidad” y es éste:
LA ILÓGICA E INTERMINABLE BÚSQUEDA DE LA
FELICIDAD
La vida es hermosa. Pero no nos damos cuenta. Nos la pasamos
esperando que llegue algo que la hará feliz. Y, esperando ese algo, que nunca llega, aunque miles de veces parece próximo, se nos pasa y se nos acaba sin habernos proporcionado ese momento de felicidad.
Curiosamente, sólo hallamos atisbos de plenitud y de dicha
recordando momentos pasados, que entonces no nos parecieron
especialmente felices, o imaginando momentos futuros, adornados con toda suerte de circunstancias deseables.
Sin embargo, ni el pasado ni el futuro existen. Y, por tanto, la
felicidad que pueden proporcionarnos es una felicidad artificial, de ficción y que no acaba de satisfacernos.
Pero, ¿qué hacemos con el presente? Desgraciadamente, se nos escurre entre los dedos sin que nos paremos a estudiarlo, de tan preocupados como estamos por ese momento feliz, tan esperado y que, no sé por qué misteriosa razón, ubicamos siempre en el futuro.
Tratemos, desde hoy, sin embargo, de mirar al presente, ese presente que siempre está ante nosotros, en nosotros, y puede que nos llevemos una grata sorpresa. Porque, mientras nos sentimos desgraciados, el mundo que nos rodea está preñado de belleza, de armonía, de gracia, de equilibrio, de música, de felicidad...Y, mientras, ciegos a todo menos a nuestro egoísmo, nosotros lamentamos cualquier contratiempo, a nuestro alrededor cantan los pajarillos y las plantas abren sus capullos y ríen los niños y el sol transforma en diamantes las gotas de rocío y las nubes dibujan mil figuras en el cielo y la mar arrulla continuamente a la playa adormecida y las mariposas adornan el cielo y las flores lo llenan todo con sus aromas...Y nosotros, ciegos y sordos y ajenos a todo, excepto a nuestra fantasía egoísta, no vemos nada ni oímos nada ni percibimos nada y nos sentimos solos y olvidados y desamparados y desgraciados, en medio de la dicha y la plenitud y la alegría y la vida, que lo llenan todo, que lo constituyen todo...
¿Por qué no damos un frenazo en esa estúpida huida hacia delante en que hemos convertido nuestra existencia, y disfrutamos la belleza y la plenitud y la armonía de que está repleto cada instante? Es sólo cuestión de intentarlo, de mirar dentro de las cosas y dentro de nosotros mismos, y pronto veremos la mano de Dios que, incesantemente, vela por nosotros, nos ayuda, nos acaricia, nos protege y nos empuja suavemente hacia delante posada en nuestro
hombro...
Cada instante, pues, cada persona, cada animal, cada ser, cada
acontecimiento, están llenos de vida, de luz y de amor. Sólo tenemos que mirar, y veremos. Y dejaremos de sentirnos desgraciados. Y de esperar ese momento en que nos llegará la felicidad que ya tenemos y que no habíamos aprendido a ver ni a disfrutar.

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