lunes, 11 de mayo de 2015

Introspección LOS MILAGROS ESTAN EN LA LUZ.



Introspección
8. Cuando lo único que desees sea amor no verás nada más.
La naturaleza contradictoria de los testigos que percibes es sencilla­mente el reflejo de tus invitaciones conflictivas.
Has mirado en tu mente y has aceptado que en ella hay oposición al haberla buscado allí.
Mas no creas entonces que los testigos de la oposi­ción son verdaderos, ya que ellos sólo dan testimonio de tu deci­sión acerca de la realidad, y te devuelven los mensajes que tú les diste.
El amor, asimismo, se reconoce por sus mensajeros. Si manifiestas amor, sus mensajeros vendrán a ti porque los invi­taste.
9. El poder de decisión es la única libertad que te queda como prisionero de este mundo. Puedes decidir ver el mundo correc­tamente. Lo que hiciste de él no es su realidad, pues su realidad es sólo la que tú le confieres.No puedes realmente darle a nada ni a nadie nada que no sea amor, ni tampoco puedes realmente recibir de ellos nada que no sea amor. Si crees que has recibido cualquier otra cosa, es porque miraste dentro de ti y creíste haber visto ahí la capacidad de poder dar otra cosa. Esa decisión fue la que determinó lo que encontraste, pues fue la decisión que deter­minó lo que tenías que buscar.
10. Tienes miedo de mí porque miraste dentro de ti y lo que viste te dio miedo. Pero lo que viste no pudo haber sido la realidad, pues la realidad de tu mente es lo más bello de todas las creaciones de Dios.Puesto que procede únicamente de Dios, su poder y gran­deza sólo habrían podido brindarte paz, si realmente la hubieses contemplado. Si tienes miedo es porque viste algo que no estaba allí. Sin embargo, en ese mismo lugar pudiste haberme visto a mí y a todos tus hermanos, en la perfecta seguridad de la Mente que nos creó, a todos. Pues nos encontramos ahí, en la paz del Padre, cuya Voluntad es extender Su paz a través de ti.
11. Cuando hayas .aceptado tu misión de extender paz hallarás paz, pues al manifestarla la verás. Sus santos testigos te rodea­rán porque los invocaste, y ellos vendrán a ti. He oído tu llamada y la he contestado, pero no has querido verme ni oír la respuesta que buscabas. Ello se debe a que eso no es todavía lo único que deseas. Sin embargo, a medida que yo me haga más real para ti, te darás cuenta de que, en efecto, eso es lo único que deseas. Y cuando mires dentro de ti me verás, y juntos contem­plaremos el mundo real. A través de los ojos de Cristo, sólo el mundo real existe y es lo único que se puede ver. Tu decisión determinará lo que veas. Y lo que veas dará testimonio de tu decisión.
12. Cuando mires dentro de ti y me veas, será porque habrás deci­dido manifestar la verdad. Y al manifestarla la verás tanto afuera como adentro.La verás afuera porque primero la viste adentro. Todo lo que ves afuera es el juicio de lo que viste dentro. Si es tu propio juicio, será erróneo, pues tu función no es juzgar. Si es el juicio del Espíritu Santo será correcto, pues Su función es juzgar. Tú compartes Su función sólo cuando juzgas tal como Él lo hace, sin juzgar nada por tu cuenta. Juzgarás contra ti mismo pero Él juzgará a tu favor.
13. Recuerda, pues, que cada vez que miras fuera de ti y no reaccionas favorablemente ante lo que ves, te has juzgado a ti mismo, como indigno y te has condenado a muerte. La pena de muerte es la meta final del ego porque está convencido de que eres un crimi­nal que merece la muerte, tal como Dios sabe que eres merecedor de la vida. La pena de muerte nunca abandona la mente del ego, pues eso es lo que siempre tiene reservado para ti al final. De­seando destruirte como expresión final de sus sentimientos hacia ti, te deja vivir solo para que esperes la muerte.
Te atormentará mientras vivas, pero su odio no quedará saciado hasta que mue­ras, pues tu destrucción es el único fin que anhela, y el único fin que le dejará satisfecho.
14. El ego no traiciona a Dios, a Quien es imposible traicionar.
Pero te traiciona a ti que crees que has traicionado a tu Padre.
Por eso es por lo que la erradicación de la culpabilidad es un aspecto esencial de las enseñanzas del Espíritu Santo.
Pues mien­tras te sientas culpable estarás escuchando la voz del ego, la cual te dice que has traicionado a Dios y que, por lo tanto, mereces la muerte.
Pensarás que la muerte procede de Dios, y no del ego, porque al confundirte a ti mismo con el ego, creerás que deseas la muerte.
Y de lo que deseas, Dios no te puede salvar.
15. Cuando te sientas tentado de sucumbir ante el deseo de la muerte, recuerda que yo no morí. Te darás cuenta de que esto es cierto cuando mires dentro de ti y me veas. ¿Cómo iba yo a haber superado la muerte para mí solo? ¿Y cómo iba a haberme dado el Padre vida eterna a mí, a no ser que también te la hubiese dado a ti? Cuando aprendas a ponerme de manifiesto jamás verás la muerte, pues habrás contemplado lo inmortal en ti mismo, y así, al contemplar un mundo que no puede morir, sólo verás lo eterno.

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