Cuando las personas
escuchan la palabra compasión, suelen pensar en la amabilidad. Pero su estudio
científico ha encontrado que el núcleo de la compasión es el coraje.
La amabilidad, en vez
de ser lo que define completamente la compasión, es una forma específica de ser
compasivo. Imagínate a un bombero que constantemente pone su vida en riesgo
para salvar a otros. Ese acto en sí mismo es compasivo, pero fuera del trabajo,
puede que el bombero sea una persona distante, o que tenga un temperamento
irritable o que se le olviden una y otra vez los cumpleaños. El punto es que la
gente amable no siempre tiene el coraje de comportarse compasivamente.
Una definición de
diccionario de la compasión diría algo así como: “una sensibilidad hacia el
sufrimiento de uno mismo y de los otros junto al compromiso de intentar
aliviarlo”. Esta frase sintetiza dos procesos. El primero es el coraje de
volverse hacia, relacionarse y entrar en contacto con el dolor y el distrés, en
vez de optar por evadirlo o ignorarlo. El segundo es la disposición a adquirir
la sabiduría que necesitamos para responder adecuadamente frente al
sufrimiento.
El coraje de ser
compasivo yace en la disposición y voluntad de ver la naturaleza y las causas
del sufrimiento – ya sea en nosotros mismos, en los demás o, más ampliamente,
en la humanidad. Estamos hechos a partir de genes que han evolucionado por
millones de años y esos genes construyen nuestros cuerpos y nuestros cerebros
—no los elegimos. Y estos cuerpos y cerebros son frágiles, susceptibles a las
heridas, a una multiplicidad de enfermedades, al deterioro y la muerte.
Las motivaciones
básicas que han evolucionado en nuestros cerebros tales como la búsqueda de
status y poder, el sexo y el cuidado de la familia (compartidas con otros
mamíferos), pueden llevarnos a quedar atrapados en la ambición auto centrada y
la mentalidad tribal, haciéndonos capaces de llevar a cabo crueldades
terribles. Los humanos han sido fuente de sufrimiento unos de otros y de los
animales por miles de años. La mente humana inventó la tortura y puede sentir
placer en la venganza sádica. Y tal como otros animales, somos vulnerables a
una amplia gama de sufrimientos mentales como el miedo, la depresión y la
paranoia. Toma bastante coraje comenzar a comprender nuestra especie de esta
manera.
Lo que también sabemos
es que somos socialmente construidos. Si hubiese sido raptado a los tres años
de edad por una banda de traficantes de drogas, entonces la versión de Paul Gilbert
escribiendo este blog no existiría. En cambio, podría existir una versión
potencialmente fría, agresiva y defensiva de mí mismo. Puede ser una gran
lección de humildad comprender que no somos más que una versión posible de
nosotros mismos, la cual fue el resultado de nuestra crianza y nuestros
contextos sociales.
También toma coraje ser
consciente de que somos seres biológicos, construidos a partir de genes que
nunca elegimos; tironeados por motivaciones y emociones que están
predeterminadas y socialmente formados por los contextos y ambientes en los
cuales de pronto nos encontramos. Tener todo esto en cuenta es la base de la
sabiduría compasiva.
En pocas palabras, la
forma en que somos no es nuestra culpa. Como elegimos comprender y trabajar con
nuestros cerebros —para el bien de nosotros mismos y de los otros— es, sin
embargo, completamente nuestra responsabilidad. Tal como hemos llegado a
comprender la importancia de la higiene para reducir el riesgo de enfermedades,
debemos aprender cómo construir ambientes socialmente justos y apoyadores que
nutran lo mejor en nosotros. Hay muchas fuerzas que irán en contra de estos
esfuerzos, y por eso el esfuerzo y el coraje son necesarios.
La gente puede tener
miedo a la compasión creyendo que es una debilidad o simplemente indulgencia.
Esto se debe principalmente a que no la comprenden y no reconocen el enorme
valor de comprender las causas del sufrimiento y nuestra propia fragilidad. Sin
embargo, investigadores de todo el mundo están descubriendo que al cultivar la
compasión estimulamos varios sistemas fisiológicos que son excelentes para
nuestra salud y felicidad, promoviendo también conductas éticas y prosociales
de las que nos podemos beneficiar todos.
Podemos comenzar por
nosotros mismos, pasando algunos momentos cada día pensando en cómo sería si
viviésemos desde la versión más compasiva de nosotros mismos —cómo pensaríamos
y actuaríamos. Luego podemos imaginar una dificultad en nuestra vida, respirar
lenta y profundamente, crear un tono de voz interno amistoso, e imaginar de qué
manera esta parte compasiva de nosotros enfrentaría ese problema. Uno no se
tarda mucho en darse cuenta de que sería una forma bastante distinta a la forma
en que una parte furiosa o ansiosa de uno mismo respondería, ese lado de uno
que simplemente surge y se toma todo el control sobre nosotros mismos. Mientras
más nos damos la oportunidad de imaginarnos en nuestra versión más compasiva,
más probabilidades hay de que nos vayamos pareciendo a esta versión- más
centrada, amable y asertiva.
La compasión no se
trata solo de ser amable o suave y ciertamente no es una debilidad. Es una de
las declaraciones de fortaleza y coraje más importantes entre los seres
humanos. La compasión es difícil y poderosa, es contagiosa e influyente. Y de
manera crucial, quizás sea el único lenguaje universalmente reconocido con la
capacidad de transformar el mundo.
- Paul Gilbert
Paul Raymond Gilbert OBE (nacido el 20 de julio de 1951) es un psicólogo clínico británico. Gilbert es el fundador de la terapia centrada en la compasión (CFT), el entrenamiento mental compasivo (CMT) y el autor de libros como The Mind Compassionate: Un nuevo enfoque de los desafíos de la vida y la superación de la depresión.
Fuente: Vientos de Consciencia
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