lunes, 6 de junio de 2016

RECUERDOS DE UN MAR LEJANO


ENTREVISTA SOBRE JESÚS DE NAZARET (Vivencias de Raquel)
 
 
¿Y TÚ, QUIÉN ERES...?
 
Soy Raquel y tengo 47 años, pero tu pregunta se refiere a quien fui veinte siglos atrás, ¿verdad? Yo compartí experiencia con Jhasua*, a quien el mundo conoce como Jesús de Nazaret. Yo era hija de un sacerdote del templo de Jerusalén y de una patricia romana, que murió al darme vida a mí. Desde aquél momento, mi padre, a quien quería mucho, me rechazó. Nunca renegó de mí como hija, pero no me dio su cariño. Tenía un hermano, mayor que yo, fruto de una anterior unión de mi padre.
Como mi padre no se responsabilizó de mí, los amigos de mi madre, romanos, contrataron a una nodriza, romana también, para que me educara. Yo había heredado de mi madre una fuerte herencia.
 
 
¿Y DÓNDE VIVÍAS..., CUÁL ERA TU ENTORNO?
 
No sabría decirte cómo se llamaba el pueblo, pero se trataba de una aldea muy grande, dividida por un río bastante caudaloso. En la parte norte vivían los romanos afincados allí y judíos acaudalados simpatizantes con el imperio. Por ello nunca entendí que mi padre viviera en la zona norte, ya que era enemigo acérrimo de los romanos, y menos aún que se casara con una romana. Y en la parte sur, vivía el pueblo sencillo. En verano, se podía atravesar el río casi a pié, pero en invierno era muy difícil, y era necesario utilizar pequeñas embarcaciones. De todas formas, era difícil pasar de un lado a otro del río, ya que la zona norte estaba muy protegida por los soldados romanos.
 
 
¿Y DICES QUE CONVIVISTE CON JESÚS DE NAZARET? ¿PUES QUÉ AÑOS TENÍA ÉL Y TÚ...?
 
Había una diferencia de 11 años. Yo era una niña de 10 años cuando comencé a ir sola por la vida. En mi casa no me controlaban, y mi nodriza era ya mayor, y entre lo despistada que era, y que siempre se estaba durmiendo, yo aprovechaba para disfrazarme y salir a la aventura.
 
 
¿DICES QUE TE DISFRAZABAS?
 
Pues sí, no me quedaba otro remedio. Por las medidas de seguridad dichosas, me veía obligada a buscar vías de escape muy poco ortodoxas para poder salir de mi propia casa. Si mi padre se enteraba, habría sido capaz de encerrarme bajo llave. Así que aprendí a hacerme disfraces de todo tipo y a descolgarme de las ventanas. Cuando salía de aventura, siempre cruzaba el río y me iba a la otra orilla. La gente que había al otro lado no me gustaba, ya que eran más feos pero sobre todo olían mal, y las calles estaban muy sucias. No te olvides que yo vivía en una zona de influencia romana. Pero en una de mis escaramuzas, al llegar a la zona sur, un día conocí a un joven, como de unos veinte años, que me cautivó con su sonrisa, pero sobre todo por su complicidad, ya que desde el primer momento supo que era una chica a pesar de mis atuendos masculinos. Y me cautivó, y por ello siempre me iba allí.
 
 
¿CÓMO FUE TU PRIMER ENCUENTRO CON ÉL?
 
Uno de esos días en los que crucé el río furtivamente en una barcaza de comerciantes, ésta volcó por exceso de peso. No hubo grandes repercusiones, pero tuve que alcanzar la orilla a nado yo sola para no ser descubierta. A pesar de mi habilidad con la natación, era una niña de 10 años, y mi fuerza física no era mucha. Si no hubiese sido por él, que me vio, y salió a mi encuentro, habría sido la última aventura.
 
Me ayudó a alcanzar la orilla y me llevó hacia una campita preciosa, donde comenzaban a abrirse pequeñas flores. Era finales de marzo, creo.
 
Allí me tumbé para secarme, pero como no hacía todavía calor, él me aconsejó que hiciera ejercicio para no quedarme fría. Y allí empezó todo. Corrimos, saltamos, jugamos y...me enamoré como una tonta. Era una niña, sí...pero el corazón no atiende a edades. Fue mi primer amor entonces, y lo ha seguido siendo siempre.
 
 
¿CÓMO ERA FÍSICAMENTE?
 
Era muy alto, y eso que yo lo era también. No sabría decirte...pero aproximadamente podría tener una altura de 1 metro ochenta centímetros, que en entre el pueblo judío era una altura poco normal, pero entre los romanos, no era tan extraño. Era moreno claro de piel, con ojos color miel y muy transparentes. Tenía una melenita corta, de pelo un poco rizado, castaño claro, con una nariz considerable aunque muy fina, y labios carnosos. Su constitución era muy atlética, parecida a la de los soldados romanos cuando les veía entrenar en los patios de los palacetes.
 
Pero a mí el físico es lo que menos me atrajo de él. Fue su sonrisa, su mirada, su voz, su ternura... Dime... ¿qué tipo de persona podría cautivar de esa manera a una niña de 10 años?
 
 
ALGUIEN MUY ESPECIAL, SUPONGO, PERO EN ALGÚN MOMENTO, CUANDO OS CONOCISTEIS, ¿TE DIJO QUIÉN ERA?
 
Solo me comentó que vivía allí, en la zona sur, con su familia, pero que se estaba preparando para viajar fuera. Quería aprender cosas nuevas, y además él me decía, que en otros mundos, lejos de allí, tenía muy buenos amigos con los que tenía que estudiar. Estuvimos viéndonos, casi diariamente, durante dos años. Yo le caí en gracia, y siempre venía a mi encuentro. La verdad es que él también me cogió mucho cariño. Durante todo ese tiempo me enseñó muchas cosas. Un día me llevó hasta su casa, pero había mucho alboroto, no me acuerdo por qué, y no entramos. Solo conocí a una hermana de Jhasua, Raquel, de mi misma edad, pero mucho más adelante.
 
 
¿A QUÉ SE DEDICABA, EN QUÉ TRABAJABA?
 
No sabría decirte a qué gremio pertenecía, no solo él, sino toda su familia, por parte del padre. Formaban como un núcleo, y vivían todos juntos en una parcela parecida a los antiguos corrales andaluces, con varias viviendas alrededor y también en el piso superior al que se accedía por unas escaleras de piedra. Había una cabeza de familia o de clan, que era un hermano de su padre, y se dedicaban todo los hombres al negocio de la construcción. Lo mismo te construían un barco, que una casa, que te hacían planos, carruajes y otras muchas facetas que no recuerdo muy bien. Lo curioso es que Jhasua trabajaba, pero no tenía ningún horario. Había días en que no le veía el pelo, pues estaba haciendo algún trabajo, y otros, que no pegaba golpe.
 
 
¿QUÍENES ERAN SUS AMIGOS?
 
En aquélla época no conocí a ninguno. Es posible que ni los tuviera, ya que casi siempre me hablaba de sus primos. Eso sí, siempre me decía que tenía muy buenos amigos fuera, con los que quería estudiar, y por ello había planteado en el clan familiar la posibilidad de poder viajar al extranjero para buscar nuevos contratos de trabajo y así poder hacer también lo que él quería.
 
 
¿NO TE HABLÓ NUNCA DE QUIENES ERAN ESOS AMIGOS?
 
No. Tienes que tener en cuenta que yo era mucho más joven que él. Pero con el tiempo, cuando los dos nos hicimos mayores, me contó más cosas, incluso sus experiencias en viajes a países lejanos y muy extraños.
 
 
¿A QUÉ AÑOS COMENZÓ A VIAJAR?
 
En realidad, desde muy niño. Su padre y su tío se lo llevaban con frecuencia con ellos cuando salían al exterior. Pero en solitario, empezó a hacerlo con 22 años. Siempre me acordaré de aquélla tarde de Julio, cuando me dijo que marchaba y que tardaría en volver. Estuvo fuera seis años, que para mí fueron de infierno. Mi único amigo, al que quería con toda mi alma, no estaba. Me sumergí en mí misma y a penas salía de mi casa. Fueron seis años muy duros para mí, donde maduré muchísimo, y donde la adolescencia no existió, ya que de niña pasé a ser una joven de 17 años.
 
 
¿CONSIDERAS QUE SU FAMILIA, O CLAN, COMO LO LLAMAS TÚ, ERA DE CLASE ALTA O BAJA?
 
Para vivir en la zona sur, eran bastante pudientes. Trabajo no les faltaba, y siempre estaban de aquí para allí, e incluso para viajar se necesita dinero. Yo nunca vi vestido a Jhasua con ricas vestiduras, sino de forma muy sencilla, aunque tejidos siempre buenos. Claro, que también hay que tener en cuenta la forma de ser de él. Estoy segura de que aunque hubiera nadado en oro, seguiría siendo sobrio y sencillo en la forma de ser y de vestir. Clase...pues sus primos eran corrientitos. Solo él destacaba por su elegancia y saber estar. Con el tiempo conocí a su tío, y él también me pareció un hombre muy íntegro y con mucho magnetismo.
 
 
¿DE QUÉ HABLÁBAIS CUANDO OS VEÍAIS Y QUÉ HACÍAIS?
 
Ya te he comentado antes que durante dos años estuvimos casi a diario viéndonos, salvo si tenía algún trabajo que terminar con urgencia. Tampoco podía hablar conmigo de cosas interesantes, ya que yo era una niña, y él un joven muy cultivado. Cuando yo me hice una mujer, en toda la amplitud de la palabra, ya hablábamos de cosas más serias. Pero por aquél entonces, Jhasua me contaba historias sobre el Universo, las estrellas, que al momento las recordaba y disfrutaba de ellas, pero al día siguiente se me habían olvidado. Me enseño a conocer mi cuerpo, sus sensaciones, percepciones. Me inició en terapias de masajes, pues completaba bastante el conocimiento heredado de mi madre e inculcado por mi nodriza sobre ungüentos y pócimas curativas. A pesar de mi corta edad, era muy buena en ello. Jhasua también amplió mis conocimientos al respecto, enseñándome cómo curar a los animales. La verdad es que no era una forma muy ortodoxa la suya. Fue cuando me di cuenta que tenía dones especiales.
 
 
¿ALGUNA VEZ TE HIZO ALGUNA DEMOSTRACIÓN DE ESOS DONES CURATIVOS?
 
En muchas ocasiones. Yo, por ejemplo, como me movía mucho, por ello me bautizó con el nombre de Camaleón, me hacía muchas averías en las piernas. El me miraba, se llevaba los dedos índice y corazón a los labios y luego me los ponía sobre la herida, y dejaba de doler, y en minutos, la herida cerraba. Claro, que como te miraba de aquélla manera..., no sentías ni el dolor. Pero también en varias ocasiones, cuando paseábamos por el campo, nos encontrábamos con pequeños animalillos heridos. Y con ellos no hacía lo mismo. Cuando veía a un animal en dificultades, él se inclinaba hacia él, le acariciaba la zona afectada, y sacando un pequeño cacito de barro de su zurrón, lo llenaba de agua y lo dejaba al lado del animal. Y nos íbamos. Yo cuando le preguntaba que por qué dejábamos al pobrecito animal sin curarle, él me decía que de ello se encargarían los hermanos de la naturaleza. Y en una ocasión, para que lo comprobara, volvimos donde el animal, que seguía tumbado en el suelo, le dio a beber del agua, y al momento se levantó brincando y lleno de vida.
 
Cuando le pregunté qué había pasado, me dijo que los hermanos de la naturaleza manipulan y enriquecen el agua con sabios remedios, y se la dan a beber al animal. El solo les había pedido el favor.
 
 
ANTES ME HAS COMENTADO QUE TE BAUTIZÓ CON EL NOMBRE DE CAMALEÓN... ¿POR QUÉ LO HIZO?
 
Mira, entre otras muchas cosas, Jhasua era muy puñetero. Por mis circunstancias familiares, me veía obligada siempre a disfrazarme de cualquier cosa para salir de mi casa y andar entre la gente sin ser reconocida. También me hice especialista en trepar y deslizarme por las paredes. Por ello, un buen día, me empezó a llamar “mi camaleón”. A mí me sonaba a gloria ese nombre, sobre todo pronunciado por él, pero al preguntarle qué era un camaleón, tiró por el camino de enfrente, y me enseñó uno. Horrorizada pegué un grito. Lo tomé por un insulto. Era feísimo el animal. El se echó a reír a carcajadas, pero como vio que a mí no me hacía ninguna gracia, me explicó la simbología. Aquello fue también para mí una lección, la de no quedarme nunca con las apariencias y llegar siempre al fondo de las cosas y de las personas.
 
Confieso que aun hoy día, ese nombre me hace vibrar de pies a cabeza, aunque el animalito en cuestión, sigue sin gustarme.
 
 
HAS DICHO ANTES QUE JHASUA ERA UNA PERSONA CULTIVADA... ¿QUÉ SUPONÍA EN AQUÉL TIEMPO SER UN HOMBRE CULTIVADO? ¿QUÉ MATERÍAS SE ESTUDIABAN, EN QUÉ LUGARES, CON QUÉ MAESTROS?
 
Con la consciencia de ahora, podría contestarte. Pero voy a ser fiel a Camaleón y te lo diré con la consciencia de ella. Mi padre era un sacerdote del templo, pero nunca lo tuve muy claro. Había algo extraño en él. Los demás compañeros estaban en el templo, asistían a reuniones donde discutían sobre el contenido de los textos sagrados y otras muchas actividades. Pero él nunca participaba de ellas. Estaba siempre sumergido en libros secretos y misteriosos que guardaba siempre bajo llave, en planos con líneas y dibujos muy extraños, en pergaminos muy viejos, que si al desdoblar no se iba con cuidado, se hacían polvo. Muy pocos de sus compañeros sacerdotes, tenían acceso a esa documentación. Yo te lo puedo contar porque siempre tenía en la casa algún rincón donde mirar y expiar sin ser vista. Como te he dicho, nunca participaba de esas actividades, pero siempre contaban con él a la hora de tomar decisiones. Yo digo que era sacerdote, porque iba vestido como ellos, pero no por lo que hacía. Yo odiaba a los sacerdotes, porque quería mucho a mi padre, y estaba seguro de que su influencia le habían hecho como era. Con el tiempo me di cuenta que la muerte de mi madre, a la que amaba mucho, le cambió. Hoy es el día que todavía, cuando recuerdo aquél hombre, mi corazón siente un gran amor por él, a pesar de haber sido uno de los enemigos más acérrimos del amor de mi existencia.
 
Pero sigamos con lo de tu pregunta. Jhasua, las pocas veces que le veía en su propia salsa, siempre estaba como mi padre, entre libros raros y misteriosos, pero sin embargo, nunca le veía en compañía de ningún maestro de los reconocidos entonces. Cuando alguna vez comentábamos alguna historia del pueblo hebreo, él hacia caso omiso a lo que leía, y siempre me daba su versión. Nunca me dijo esto es mentira o no es así...sino que los que lo escribieron y dieron testimonio de ello, lo hicieron con los ojos de la cara, y no con los ojos de la frente y del Corazón. Claro, aquello lo empecé a comprender de mayor. Cuando me lo explicaba yo me preguntaba, ¿qué tenemos ojos en la frente y en el corazón? ¡Será verdad cuando tú lo dices! Y él se reía conmigo, y me decía que un día comprendería, y que haría con la gente lo mismo que él hacia conmigo.
 
En alguna ocasión le pregunté que dónde aprendía todas esas cosas, y el me contestaba que , desde luego, no en el mismo lugar que mi padre, sino en una escuela que está muy cerca y muy lejos, que está arriba, pero que está abajo, que está fuera, pero muy dentro... Y yo seguía sin comprender, y él mi miraba con mucha ternura. Hoy si que lo comprendo, y le sigo sintiendo tan cerca de mí como entonces.
 
 
POR CIERTO, Y CAMBIANDO DE TERCIO... ¿CÓMO ERA SU CARÁCTER?
 
Vaya preguntita..., pero intentaré responderte lo más fiel posible. Jhasua era un hombre maravilloso, un ser humano de pies a cabeza. Era sensible, perceptivo, amante de la vida, un poco poeta, aunque sus elevados pensamientos no rimaban demasiado. Para él, la amistad era sagrada. Muy responsable con el trabajo, ya que en todo lo que hacía con sus manos y voluntad, buscaba la perfección. Sin embargo, en cuanto a las personas, esa perfección perdía para él interés. Buscaba siempre en ellas lo más íntimo, lo que no se ve pero se escapa por la mirada, por el tono de voz: el corazón.
 
Era muy idealista, y aunque muy consciente de la realidad en la que estaba sumergido, intentaba y casi siempre lo conseguía, vivir conforme a sus ideales. Ello le acarreó siempre serios problemas, pero tenía una fuerte convicción, un corazón fuerte, pero sobre todo mucho amor, que le daba un toque de locura maravillosa que fue una de las cosas que más me enamoró de él.
 
También tenía su mal carácter. Como te he dicho antes, era muy sensible, y todo lo que había a su alrededor le afectaba mucho. A veces le provocaban tanta tensión y dolor, que buscaba siempre lugares apartados para desahogarse. Lloraba mucho, pero muy pocos le vieron hacerlo. Yo lo sabía, y años después, cuando intuía que él se escondía en su lugar favorito para aliviar tensiones, me hacía la encontradiza, y con masajes que el mismo me enseñó le aliviaba un poco. Pero en alguna ocasión, descargó conmigo, y su reacción era inmediata. Me abrazaba muy fuerte y me pedía perdón. No entiendo como el hombre le ha puesto en un altar tan alto, inalcanzable, cuando fue un ser tremendamente humano y entrañable, con sus debilidades y bloqueos. Se enfadaba, sí, pero reaccionaba enseguida, y sobre todo cuando veía la injusticia y el egoísmo en los que más tenían que entregar al mundo por su condición y consciencia. Por ejemplo, tenía muchas enganchadas con los suyos, con los que le seguían. Cuando te hablo de él, lo estoy haciendo en pasado. Me corrijo, fue así y lo sigue siendo. Desde niña, con apenas 6 años, entró de nuevo en mi vida, y muy pronto supe qué lazos me unían a él. Ha seguido siendo mi amigo, mi maestro y mi compañero de aventuras, aunque a nivel espiritual, pero también te digo, que hoy, Jhasua, dispone de un cuerpo y vive entre nosotros. En lo más profundo de mi corazón espero y anhelo encontrarme con él, pero es posible que no. De todas formas, sé, que en cuanto le mirase a los ojos y oyera su voz, aunque su cuerpo fuera totalmente distinto, le reconocería.
 
 

 
¿QUÉ SABES DE SU NIÑEZ?
 
No mucho. Solo que viajaba mucho cuando niño con su padre y su tío, y algunas veces también con sus primos mayores. Era un niño muy inquieto y despierto. Ellos lo hacían con el propósito de iniciarle en el mundo de los negocios, pero él iba siempre a lo suyo. Siempre hacía amigos allí donde iba, y no eran, por lo que me contaba, personas muy normales y corrientes. ¡Seguro que tan raritos como él!
 
 
 
¿QUÉ CONOCIMIENTOS TE ENSEÑÓ SOBRE EL CUERPO HUMANO?
 
De niña, cuando me hablaba sobre ello, me contaba historias divertidas, jugando conmigo. No te olvides que tenía tan solo 10 años, pero con el tiempo, y cuando ya me hice una mujer, esas historias divertidas fueron tomando cuerpo y un giro totalmente distinto. Yo misma me había hecho una experta siguiendo los pasos de mi madre. Estudié mucho y experimenté también, sobre todo con animales. Jhasua me decía una y otra vez, era como si quisiera que me quedara grabado en el alma, que el cuerpo humano, a pesar de lo grotesco que
nos pueda parecer, es el templo más sensible y refinado dentro de la dimensión de la materia, de una maravillosa estrella del universo. A mí me costaba mucho comprender, hasta que un día, en su escondite favorito, creyó oportuno demostrármelo, y sin pensarlo mucho, se levantó del suelo, respiró profundamente y su cuerpo empezó a vibrar. Toda la cueva se iluminó, y él se hizo transparente. Pude ver perfectamente cómo, en su interior, había una gran explosión, y por sus venas corría fuego. Me quedé perpleja, yo me esperaba todo de él, pero aquello era muy fuerte. Vio que no me había alterado mucho, y sin darle más importancia, me explicó que ese fuego y esa luz los llevamos todos dentro. Es la energía de una estrella, una célula de amor del cuerpo de Dios, del Padre.
 
En cuanto a la parte más física, los masajes del cuerpo, éstos eran muy parecidos a los que se aplican ahora para relajar y tonificar las distintas partes del organismo. En esas técnicas no ha habido mucha variación. Sin embargo, él los aplicaba con un toque muy especial. Antes de activar sus manos sobre el cuerpo, estaba unos minutos en silencio y sintonizando con su interior. El me decía que potenciaba al máximo su pecho y hacía vibrar su corazón. Sus manos comenzaban a vibrar ligeramente y era cuando empezaba a aplicarlas, suavemente y sin presión, sobre la piel. No se podía tocar un cuerpo humano, si no estabas tú armonizado y lleno de amor y compasión por esa persona. Confieso que aquélla técnica que aprendí de él, me gusta mucho. Cuando terminaba con los masajes, cogía un cuenco de barro, lo llenaba de agua, ponía sus manos sobre ella y bebía, y a continuación se la ofrecía a la persona afectada para que la apurase hasta el final. Yo, por supuesto, le pregunté el por qué de aquello, y el me contestó que era una forma sutil pero muy contundente de conectarse con el alma de esa persona, y decirle que su amor le acompañaría siempre.
 
Como verás, era un romántico. Con el tiempo supe que no solo era romántico, sino muy efectivo, porque cuando el corazón y la mente trabajan juntos, no hay nada imposible que no puedas hacer.
 
 
 
ANTES ME HAS DICHO QUE JHASUA TENÍA UN ESCONDITE DONDE SOLÍA REFUGIARSE... HÁBLAME TODO LO QUE SEPAS DE ÉL.
 
Es cierto, tenía un escondite, desde niño. Pero cuando comenzó su vida pública, y viajaba tanto, ya no buscaba un recinto cerrado, sino lugares muy apartados donde estar alejado de la gente. Pero el escondite al que me refiero, lo conocí perfectamente. En más de una ocasión él me llevó hasta él. Sobre todo cuando quería contarme algo muy confidencial o hacerme alguna demostración que no quería que viese el resto de la gente.
 
Estaba situado a la salida del pueblo, de la zona sur. Había que atravesar una extensión casi desértica y a continuación nos introducíamos en un paraje rocoso. Comenzábamos a subir una pequeña altiplanicie hasta que alcanzábamos un pequeño orificio en la roca por donde apenas podía entrar una persona arrastrándose. Parecía un escondite de animales, pero una vez atravesado el orificio, al otro lado había una gruta gigantesca, incomprensiblemente limpia, con ausencia total de polvo y alimañas.
 
En una ocasión le hice partícipe de mi extrañeza, y él me dijo que aquél lugar se lo mantenían así sus amigos de la naturaleza. Yo le pregunté que quiénes eran, y el me remitió a los mismos que echaban los remedios curativos en el cuenco de agua para curar a los animales.
 
Yo le pregunté que si podría verles alguna vez y el me contestó que ellos nunca se esconden de los humanos, pero que nosotros tendríamos que desarrollar facultades físicas y mentales para llegar a hacerlo. Me dijo que no tuviera prisa, que el saber que ellos existían y me protegían ya era un gran paso y privilegio.
 
Como te he dicho, era una gran gruta. En verano estaba fresquita, y cuando hacía frío, se estaba deliciosamente.
 
Pero cuando Jhasua comenzó a viajar, aquella gruta quedó triste. Yo, para consolarme de su ausencia, iba a verla, pero nunca subía, me quedaba abajo, contemplando y recordando. Se me hacía un nudo en la garganta. Pero siempre me iba de allí con el corazón un poco más alegre. Estaba segura que mis amigos de la naturaleza me seguían cuidando. Aunque Jhasua no estuviera a mi lado, cuando necesitaba curar a un animal, hacía lo mismo que él, y el animal siempre se levantaba y se curaba de sus heridas o de su enfermedad. Los ayudantes de mi amigo, siguieron conmigo.
 
 
 
¿ESTUVO MUCHO TIEMPO JHASUA VIAJANDO? ¿CÚAL FUE EL VIAJE MÁS LARGO QUE HIZO?
 
Que yo sepa, el viaje más largo en tiempo y distancia fue a Egipto. Me dejó con 11 añitos y cuando regresó ya era una jovencita de 17. Él ya era todo un hombre, y por primera vez le vi con barba. Siempre me acordaré de aquél encuentro. Yo, como casi todos los días, iba hasta el pie del orificio del escondite, y como si él lo supiera, aquél jueves de mayo me estaba esperando. Desde la distancia lo reconocí, a pesar de su aspecto. Estaba muy delgado, demacrado, con el pelo más largo y con barba. Me dio la sensación de que estaba muy enfermo y el corazón me dio un vuelco terrible. Pero mis pies echaron a correr, y de un salto me quedé colgada a su cuello.
 
El me abrazó hasta dejarme sin aliento... Claro, acostumbrado a las medidas de una chiquilla... Yo era más alta, más voluminosa y un poco más pesadita también...
 
Le miré a los ojos, y mi corazón saltó de su sitió, pero mi vientre se inquietó. Yo, por entonces, era muy perceptiva, y sentía en mi cuerpo las dolencias de aquellos que estaban a mi lado. Sentí que Jhasua estaba muy débil, casi agotado vital y energéticamente. Me extrañó mucho en él. Pero Jhasua, que leía en mí, me tranquilizó, y me dijo que no era nada importante, que había un por qué, pero que en su casa, y en compañía de la gente que le amaba, se recuperaría enseguida. Nos subimos corriendo al escondite. El había traído un poco de queso y castañas con higos. Comimos mientras me contaba anécdotas del viaje, pero cuando terminamos, empezó a detallarme la experiencia vivida en Egipto que le dejó en aquél estado.
 
Para mí fue como un bautizo, una iniciación. Mientras le escuchaba, me di cuenta que le entendía perfectamente, lo comprendía todo. En esos años algo se había transformado en mi interior. Yo no tenía grandes conocimientos, pero sin embargo, todo lo que me relataba Jhasua, me resultaba familiar, conocido. El sabía perfectamente que yo ya estaba preparada para ello, por eso no hizo en ningún momento ninguna pausa ni me preguntó si necesitaba alguna aclaración.
 
 
 
¿TE ACUERDAS DE LO QUE TE CONTÓ DE AQUÉL VIAJE?
 
De todo. Pero permíteme que en este caso concreto, hable también yo. Camaleón fue la receptora hace veinte siglos, pero con mi consciencia de hoy, le daré sentido.
 
Entonces, como ya te he dicho anteriormente, lo recibía como algo nuevo y distinto, sin embargo me encajaba perfectamente, me resultaba familiar todo lo que Jhasua me decía y relataba. Ese cambió que observé en mí misma no lo entendía, pero él me explicó, que aunque fue sólo a ese viaje, y afrontó físicamente aquella experiencia, el corazón de todos sus hermanos, los hijos del Sol, habían participado también, y ese conocimiento lo llevaban dentro igualmente. Entonces no entendí esta última matización, pero hoy sí.
 
El comenzó a contarme la historia de cómo, hace miles de años, los Hijos del Sol trajeron información al planeta. Pero este sol no era el que conocíamos y veíamos todas las mañanas. Vinieron de un planeta, mucho más grande que el nuestro, a muchísima distancia de nuestro sol, pero que es invisible, salvo para algunos cuantos.
 
Este planeta tiene una gran fuente de la que emana agua azul, con una melodía que transmuta todo. Pero además de la fuente azul, este planeta tiene en sus entrañas un gigantesco Sol interior, el Padre.
 
Toda la información traída por ellos, salvo una décima parte que fue entregada a la humanidad de entonces, fue codificada y metida en las mismas paredes del templo circular que hay dentro de la Esfinge del León. Aquél mausoleo fue levantado con ese propósito, y el día que el verdadero descodificador se haga con ella de nuevo, la Esfinge se convertirá en arena del desierto como lo fue en un principio.
 
 
 
DIME... ¿Y CÓMO LA METIERON...?
 
Pues utilizaron las paredes, techo y suelo del templo circular como si se tratasen de un ordenador gigante. Metieron toda la información y luego desconectaron. El tiempo de la descodificación ya ha llegado. Si no ha sucedido ya, está a punto de acontecer.
 
 
 
¿Y CÓMO LO HARÁN..., Y QUÍENES?
 
Desde luego que serán hijos del Sol, humanos normales y corrientes, pero con una genética distinta y una consciencia total. Hay muchas claves y sistemas de seguridad que hay que salvar para tener acceso, y no solo lo hará una persona, ya que es una labor de equipo. Como mínimo tres. Dos de ellos son la clave de acceso, y el tercero el descodificador que se hará con toda la información y que entregará a la Humanidad a través de seres humanos conscientes y preparados que la hagan más inteligible al resto del mundo.
 
 
 
¿Y ESAS CLAVES Y SISTEMAS DE SEGURIDAD...? ¿ACASO HAY RIESGO DE PERDER ESA INFORMACIÓN?
 
Sí, ha habido mucho riesgo, aunque no de perderla, ya que nadie, salvo los predestinados desde el principio, podrán tener acceso a ella. Pero durante la historia de las distintas humanidades, seres muy poderosos y evolucionados de esta dimensión, de otras, e incluso de otros planetas, han intentado hacerse con ella para poder marcharse de aquí para siempre, llevársela consigo y dejar de nuevo a esta Humanidad totalmente ignorante de su origen y de su condición divina. Muchos de ellos consiguieron tener acceso al menos al interior de la Esfinge, pero no entrar en el Templo. Y quedaron atrapados allí, convirtiéndose en una energía densa, tenebrosa y muy poderosa, que hará todo lo posible porque esa información no vea la luz.
 
En un momento determinado yo le confesé a Jhasua mi extrañeza de que él considerara seres evolucionados a esa “gentuza”, porque desde luego, entre los humanos los hay mucho mejores. Él, entonces, me dijo que el hecho de estar en tercera dimensión no supone el tener una evolución inferior a la de ellos. Estos son mucho más evolucionados que el ser humano en tecnología, en capacidades mentales y psíquicas, y en otras muchas cosas.... pero su alma, su espíritu, es muy inferior a la de un ser humano, y que en este planeta, a lo largo de muchas humanidades, ha habido grandes seres de luz encarnados en la materia, y parte de los códigos que están encerrados en la Esfinge, cuando sean activados, despertarán a todos los “danzadores del Sol” a los corderos solares. Cada uno de ellos tiene su propio código que al activarse lo despertará de su letargo, y cuando todos ellos lo hayan hecho, golpearan con sus pies la tierra que pisan y harán vibrar el corazón de la Madre Tierra, y ésta despertará también de su letargo.
 
Pero creo que nos hemos desviado un poco del tema. Estábamos con la experiencia de Jhasua en Egipto.
 
El había dedicado casi toda su estancia al negocio familiar. Había tomado una decisión, la de dejar el núcleo familiar y comercial. El había escogido otro camino. No cayó muy bien en la familia, pero respetaron su decisión. Por ello, salvo el último año, lo había dedicado a ayudar a su tío y primos con los contratos de trabajo.
 
Su familia regresó a casa, pero él se quedó allí. Tenía amigos, muy pocos, pero con los que quería estudiar y prepararse.
 
Esos amigos formaban parte de un pequeño grupo, muy misterioso, y que nadie sabía de él. Eran los conocedores de los grandes secretos de la Gran Pirámide, en el interior de la cual, después de un periodo de instrucción, a todos los que querían iniciarse, eran sometidos a grandes pruebas, en la mayoría de los casos no eran superadas e incluso acababan con la vida del aspirante.
 
Jhasua fue uno de esos aspirantes, y pasó por todas las pruebas con éxito. Pero antes de ser iniciado, debía pasar una noche en el interior de una cámara secreta, a la cual le llevaron con los ojos vendados.
 
Una vez allí, Jhasua se quitó la venda, y quedó sentado en el suelo, relajado y meditando. Fue allí donde recordó su pasado, quien era, de donde venía y qué había venido a hacer de nuevo. Se levantó enseguida del suelo, miró a su alrededor, tomó contacto con el lugar, y como si él mismo hubiese construido aquél monolito, comenzó a abrir puertas, a atravesar túneles, a subir, a bajar, a arrastrarse por orificios que comunicaban unas cámaras con otras, y así durante muchas horas. Sabía dónde iba. Por fin estaba allí, en el centro del Templo, en la Esfinge del León. Fue recorriendo con sus ojos la estancia, y unas lágrimas inundaron su rostro. El había estado allí hacía miles de años, y había guardado un gran tesoro en aquéllas paredes. Sabía también que no era el tiempo todavía de sacarla, pero el recuerdo entrañable de todos los hermanos que le acompañaron entonces, le llevó a tener un gesto de cariño hacia ellos llevando su mano derecha hacia una de las paredes del templo, acariciándola. La vibración de Jhasua fue identificada, y las paredes se pusieron a temblar. No era el tiempo señalado para su activación, y todos los resortes de seguridad se desataron.
 
Dejaron a Jhasua exhausto, sin fuerzas y totalmente bloqueado. Consiguió salir del Templo, pero al volver a la Gran Pirámide, y totalmente debilitado, tuvo que enfrentarse a todas las fuerzas oscuras que vivían atrapadas entre aquéllas piedras. Fue una lucha atroz en la que creyó morir, y en el momento más álgido, Jhasua se acordó de sus hermanos, y el Corazón de todos ellos fue en su ayuda. En aquél momento una gran luz le envolvió y lo sacó de allí, dejándolo en mitad del desierto.
 
Cuando terminó de contármelo, mi rostro estaba inundado de lágrimas, y él me abrazó. Cuando me lamenté de no haberle podido ayudar, él me aseguró que mi corazón estuvo allí, y que era mucho más guerrero que Camaleón. Yo no entendí, pero era lo que menos me importaba. Lo único que deseaba era ayudarle en ese momento, con mis conocimientos y con mi amor y cariño.
 
 
 
¿JHASUA ERA JUDÍO PRACTICANTE? ¿TE HABLÓ ALGUNA VEZ DE DIOS?
 
¿Quieres decir que si ejercía de judío? Yo nunca le vi acudir a un sitio religioso, ni siquiera al templo, aunque dicen que sí lo hizo, pero yo no fui testigo de ello. No era de costumbres..., más bien se las saltaba todas. Ignoro si en su familia seguían los ritos, ya que nunca llegué a compartir con ellos. Pero si me preguntas, te diré que creo que no, que no era practicante, ya que Jhasua no tenía religión, y ya te contesto también a la segunda pregunta. Nunca me habló de Dios, pero sí de nuestro Padre. Para él no existía el premio ni el castigo, ni el dolor ni la alegría..., él todo lo resumía en ignorancia y conocimiento. El conocimiento y la consciencia de que uno mismo forma parte del UNO, del Padre, y como consecuencia, servidor y servido del Amor, y la ignorancia de la creencia de que somos los hijos malos, merecedores del castigo de un Dios justiciero al que se teme, y que como consecuencia nos aboca al miedo y a la desesperación.
 
Para él, el Padre y su Corazón eran UNO, así como el Corazón de todo hombre con el Padre son UNO.
 
Él nunca hablaba del Cielo, sino de nuestra CASA. Tampoco hablaba del fuego eterno, sino de la culpa, del sentimiento de culpa que tiene el hombre en su corazón, y como no sabe perdonar ni perdonarse a sí mismo, se condena al sufrimiento. Pero te vuelvo a decir, que yo entonces, aunque tenía una apertura de consciencia notable, había muchas cosas de las que me hablaba que me sonaban bonitas y me las creía porque me las decía él, pero no las podía asimilar. Hoy sí. Las comprendo, y te diré más aún, sé lo que sentía él en su corazón, porque ahora yo siento lo mismo. Han pasado veinte siglos, pero para el espíritu, como para el amor, no existe el tiempo, sino los instantes. Espero haber contestado a tus preguntas. La verdad es que no puedo decir mucho más.
 
 
 
¿QUÉ PENSABA DE LOS ROMANOS?
 
Nada especial. Para él eran seres humanos, hermanos que estaban experimentando y trabajando en esta gran Obra de la Vida, y que en aquellos momentos polémicos, les había tocado hacer el papel de dominadores. El, aunque judío, no se sentía dominado ni prisionero del Imperio Romano, porque era totalmente libre. Sabía quién era, de dónde venía y hacía dónde iba. Todo lo demás era el decorado de esta Gran Obra del Hombre. Hablaba mucho con ellos, con gente de otras culturas, con ladrones, con nacionalistas, con prostitutas..., él nunca se quedaba con la apariencia del personaje, sino con su esencia, con su corazón, con sus sentimientos, preocupaciones, ilusiones, anhelos, tristezas... Él se alimentaba de la esencia del hombre, y entregaba a su vez su esencia al mundo. Tenía un carácter tan extraordinario, directo y noble, que nadie rechazaba su compañía. Él nunca juzgaba. Callaba, escuchaba, comprendía y sonreía y a veces como colofón, abrazaba. Tuvo muchos problemas por ello, ya que intentaron relacionarle con núcleos de la población demasiado partidistas.
 
 
 
¿CUÁNDO DEJÁSTEIS DE RELACIONAROS?
 
Mientras vivimos, nunca... Después de aquél encuentro a su regreso de Egipto, estuvo un tiempo en su casa descansando y seguimos viéndonos. Luego él comenzó a viajar por Israel, que no era tan grande el territorio como ahora. Había entonces otros pueblos y culturas, sin contar, desde luego, a los romanos.
 
 
 
DICES QUE MANTUVISTE LA RELACIÓN HASTA QUE MATARON A JHASUA... ¿CÓMO VIVISTE DESPUÉS DE AQUELLO?
 
Ante todo quiero aclararte que no le mataron. El eligió ese camino, nadie le obligó. Si él no se hubiera entregado, ellos no habrían podido quitarle la vida. El entregó su vida, no se la arrebataron. ¡Es muy distinto! Y por mi parte..., no sé cómo habría podido ser mi vida sin él de haberle sobrevivido. No fue así. En el momento más álgido de Jhasua en el Gólgota, yo caí como un saco roto al suelo. Mi corazón se hizo mil pedazos. Pero no nos adelantemos a los acontecimientos, que todavía queda mucho hasta llegar a ese momento.
 
 
 
SÍ, PERO CUANDO COMENZÓ A VIAJAR POR ISRAEL... ¿TÚ QUÉ HICISTE, CÓMO PODÍAS SEGUIR RELACIONÁNDOTE CON ÉL?
 
En un principio lo tuve muy difícil. Yo ya era una mujer. Antes, con 17 años, la mayoría de las jóvenes ya estaban casadas y con hijos. Mi padre y mi hermano querían casarme, con un romano o con un judío, pudientes y de familia noble, claro..., pero yo tenía muy claro lo que quería. Anhelaba ser libre de ataduras y responsabilidades. Yo no quería a ningún hombre. Tan solo había uno en mi corazón, y tampoco le veía a él como hombre, sino como un hermano y un amigo muy especial. Entonces mi padre, me dio de plazo dos años para que me lo pensara y reflexionara, y si después seguía con mi actitud, tendría que abandonar su casa.
 
Esos dos años, como pude, y no fue fácil, hice alguna que otra escaramuza y le buscaba allí donde estuviese. En los primeros momentos, Jhasua siguió ganándose la vida con su trabajo allí donde iba, lo imprescindible para poder vivir. El resto del tiempo lo dedicaba por entero a estar entre la gente, enseñando todo aquello que llevaba dentro, y que había aprendido en culturas distintas. Sobre todo ejercía de terapeuta. Cuando nos encontrábamos, estábamos juntos unos días, y luego yo tenía que volver a casa.
 
 
 
¿Y POR QUÉ NO TE FUISTE DE CASA DE TU PADRE Y TE MARCHASTE CON ÉL?
 
¿Crees que no deseaba hacerlo con toda mi alma? ¡Y menos mal que no lo hice...! Sabiendo lo que pasó tiempo después entre los sacerdotes y Jhasua, me alegré no haberlo hecho. Mi padre me hubiera buscado, y habría provocado serios problemas a Jhasua antes de hora. Pero en un principio, lo que me retuvo en casa, no fue eso. Yo sabía que él había tomado una decisión muy importante, y entendía el por qué lo hacía, pero no comprendía el mensaje que quería entregar a la gente. Yo le seguía siempre que podía, pero a él, para estar a su lado, no para escucharle, ya que muchas de las cosas que contaba y explicaba yo ya las sabía por él. Confieso que no prestaba mucha atención a lo que decía cuando hablaba a la gente. Mi interés era observar a esa gente, escudriñarles, intentar llegar a su corazón para saber qué motivos les movían para estar allí. Me preocupaba mucho Jhasua, y quería saber qué clase de gente le rodeaba. Y la verdad...lo que vi me confirmó el corazón tan inmenso que tenía para estar entre ellos.
 
Sí le hubiese seguido, le habría apoyado como amiga, pero no lo habría hecho en su misión, que en esos momentos, para él, era lo más importante. Yo siempre intenté ser coherente con mis sentimientos y principios. Pero al final lo conseguí, entendí lo que hacía y por qué, y aunque muy tarde ya, pero fue suficiente.
 
 
 
DIME... ¿QUÉ OPINABA JHASUA DEL SEXO, DE LAS MUJERES...? ¿TUVO ALGUNA VEZ NOVIA? ¿O UNA MUJER?
 
No fue un tema del que hablamos. Sobre el sexo... entonces era tabú..., ¿tú crees que se sabía algo del sexo...? ¡Si solo con hablar de él ya te condenabas! Entre Jhasua y yo siempre hubo una relación de profundo cariño. Nos abrazábamos, nos besábamos, pero como besa un hermano a una hermana. Nunca vi en la mirada de él un gesto, ni siquiera sutil, que denunciara una atracción sexual. El amaba, sencillamente, y si quería manifestarte un sentimiento, lo hacía, directamente, sin prejuicios, y este mismo comportamiento lo tenía con cualquier mujer que se cruzara en su camino.
 
Que yo sepa, no tuvo novia, al menos no hubo ningún compromiso. Él siempre buscó la libertad, para hacer aquello que le dictaba su corazón, y desde luego no era el formar una familia.
 
Y si tuvo una mujer..., tampoco lo sé. Yo en ningún momento, ni siquiera a lo largo de su vida más pública, le vi con una mujer más tiempo que con otra. Eso sí, le rodeaban varias, y todas le amaban. Se les notaba en su semblante y cómo le miraban. En realidad, creo que ellas eran el alma de aquél movimiento que había en torno a Jhasua. Los hombres se limitaban a escuchar, a seguirle, pero nada más.
 

¿TE HABLÓ ALGUNA VEZ DE SU PRIMO JUAN EL BAUTISTA? ¿Y DE LOS ESENIOS?
 
De Jhoanam. Juan el Bautista, como tú dices, es Jhoanam. No puedo decirte si era su primo, porque Jhasua cuando se refería a él le llamaba siempre “mi hermano”, pero con una profundidad inusitada. Nunca hablaba de sus propios hermanos y primos con la emotividad con la que lo hacía de él. Jhoanam era un año más o menos mayor que él, y totalmente distintos físicamente y en la forma de mostrarse a los demás.
 
Jhoanam había pasado casi toda su vida en el desierto, en una comunidad de personas muy interesantes, que ya entonces resultaban muy incómodas y aun hoy también lo serían. Eran judíos, pero vivían humildemente en casas que ellos mismos se construían. Vivían de su trabajo y la única relación que había entre ellos y el Padre,
era su corazón. No eran personas de costumbres ni ritos. Eran grandes estudiosos de la herencia espiritual del pueblo hebreo, y conservadores acérrimos también de su autenticidad. Eran grandes terapeutas. Muy a menudo se mezclaban entre la gente de la ciudad para ayudar a los más necesitados. Jhoanam se crió con ellos, y Jhasua iba muy a menudo donde ellos. Él me dijo en alguna ocasión que se sentía muy a gusto entre ellos, como si estuviese en su CASA y con sus HERMANOS.
 
Me llevó en muchas ocasiones, y realmente, quedé fascinada. Allí conocí a Jhoanam. Siempre me acordaré de aquél día, en el que cuando me vio vestida de chico, con las piernas llenas de rasguños y con esos ademanes tan poco femeninos, me miró muy serio, pero sus ojos reían. Y yo al verle me eché a reír a carcajadas. En aquel momento nació entre los dos un sentimiento de complicidad muy bonito. Cuando vi por primera vez a Jhoanam, mi corazón salió de su sitio, y tuve palpitaciones durante un tiempo. No le pude tratar tanto como a Jhasua, pero amé profundamente a ese hombre, y le sigo amando mucho más si cabe.
 
 
DICES QUE ERA TOTALMENTE DISTINTO A JHASUA... ¿QUÉ TENÍA DE DISTINTO A ÉL?
 
Pues todo él era diferente. Físicamente era un poco más pequeño, de mi altura, de constitución fuerte, pero todo él... vamos..., moreno de piel y de pelo, muy velludo, con una nariz ancha y prominente, labios carnosos y unos ojos..., unos ojos negros, grandes, brillantes como un lucero. Su semblante era siempre serio, pero sus ojos bailaban constantemente, chispeaban. Me cautivaron intensamente. Pero la diferencia entre ambos estaba en lo que no se veía. Jhoanam, con su palabra, el poder de su voz, su mirada, su fuerza, su espíritu, hacía vibrar el alma y el espíritu de las gentes. Las sacudía fuertemente y ello hacía que afloraran en ellos heridas, llagas, angustias... pero simbólicamente, claro... El removía lo insano en el hombre y le forzaba a que aflorase. Su mirada te escudriñaba por dentro, era como un escáner actual. Y Jhasua era el que con su voz, su docilidad, su mansedumbre, su amor, curaba esas heridas y daba el remedio para que nunca más volvieran a aparecer. Su mirada era una invitación constante a tu corazón para amar, para entregarse. Más distintos no podían ser, pero se complementaban. Como ya te he dicho anteriormente, eran las dos caras de una misma moneda.
 
 
¿SABÍAN ELLOS EL LAZO QUE LES UNÍA?
 
Sí, rotundamente sí. En una ocasión, cuando regresábamos de pasar unas horas con él, le pregunté a Jhasua sobre Jhoanam. Pensé que quizá no me diría nada, ya que sus conversaciones a veces eran en la intimidad, pero lo hizo. El se extrañó de mi pregunta, ya que daba por sentado que yo lo sabía. Yo le dije que no, que no conocía apenas de él, solo por lo que me había contado, y era muy poco. El me replicó que mi corazón lo sabía perfectamente, pero mi mente se negaba a aceptarlo. Pero ante mi insistencia el cedió y me contó. Jhoanam, al igual que él y muchos hermanos más, veníamos de un lugar en el Universo muy lejano. Allí había un gran Sol, donde estaba el Padre. Aquél era nuestro Hogar y teníamos a nuestra verdadera familia.
 
Entonces yo le pregunté que por qué estábamos aquí... que qué hacíamos fuera de nuestra Casa.
 
El sonrió, me acarició y me contestó: “Hemos venido a Amar, a traer el Amor del Padre a este mundo tan maravilloso, pero que está enfermo y necesitado de alimento. Hemos venido a curarlo, a abrazarlo, y a alimentarlo con nuestra propia esencia”.
 
Debió ver en mi rostro la expresión de no entender nada, porque siguió hablando: “Pero no te preocupes Camaleón, pronto tu corazón le ayudará a comprender a tu mente, y entonces trabajarán juntos, y entonces sabrás quién eres tú, Jhoanam y yo y otros muchos de nuestros hermanos, que aunque no estén aquí, porque están por todo el mundo, en muchas civilizaciones, en muchas culturas, nos llevamos todos en el corazón. Siempre que tu corazón actúe, ellos actúan también, todo lo que hagas y deshagas, ellos lo hacen también, cuando amas, el amor que sale de tu corazón es el de ellos también. Cuando lloras y estás triste, es el corazón de todos ellos que lloran contigo. Todo lo que Jhoanam está haciendo, lo estamos haciendo nosotros con él, y todo lo que yo ahora me dispongo hacer, lo hacéis todos conmigo... ¿lo entiendes?”
 
Yo le dije que sí, y dije la verdad, pero tardé un tiempo en asimilarlo y encajarlo.
 
 
ANTES ME HAS DICHO QUE JHASUA SABÍA QUIÉN ERA, DE DÓNDE VENÍA Y A DÓNDE IBA... ÉSTAS SON LAS PREGUNTAS QUE TODO SER HUMANO SE HACE Y TODAVÍA ESTAMOS EN ELLO... ¿PUEDES TÚ DAR ESTAS RESPUESTAS?
 
Yo puedo responder por mí, claro, y decirte lo que Jhasua me decía de sí mismo, pero cada cual tiene que descubrir sus propias respuestas.
 
Jhasua venía del Sol Central, era Hijo del Sol e iba de nuevo hacia su Hogar, el SOL. Y no solo él, sino todo ser humano. Todos somos Hijos del Sol, venimos de ÉL y volveremos a ÉL. Todos adquirimos, desde el Principio, con nuestro Padre, un compromiso de Amor, por el cual bajaríamos a mundos inferiores y experimentaríamos en el mundo de la materia. A través de ella nos expandiríamos, crearíamos Vida, la moldearíamos..., pero no era fácil. Se conocían los riesgos, que eran muy altos, pero aun así se hizo. Todo ser humano es un héroe, un valiente, un ser de luz y de amor. Al venir a esta dimensión de la materia y a un planeta tan joven como el nuestro, con sus cambios cíclicos muy bruscos y seguidos, el descenso no fue armónico, y hubo muchos desequilibrios, y posteriormente muchas intervenciones poco acertadas. La gran mayoría de los seres de luz que vinieron a esta dimensión perdieron la memoria de su origen, de forma natural, y también por dichas intervenciones de algunos de sus hermanos más conscientes, y también su identidad y quedaron atrapados en esta dimensión. No solo no pudieron hacer aquello para lo que habían venido, sino que se vieron obligados a sobrevivir en este mundo, y cuando hay que sobrevivir es porque hay miedo, y cuando hay miedo e ignorancia, el ser de luz se transforma en un monstruo. Jhasua sabía todo esto, por ello no condenaba nunca a nadie. No se quedaba con la apariencia de la persona, sino que iba hasta su corazón y abrazaba al hermano que había dentro sufriendo. El compromiso de Jhasua, como el de muchos hermanos más, conscientes de lo que sucedía, era venir de nuevo a esta dimensión, vivir entre sus hermanos haciéndose una misma carne con ellos, amarlos, llegar hasta su Corazón y recordarles quiénes eran y el camino de regreso a Casa.
 
Es lo que Jhasua quería hacer con la gente, decirles que era su hermano, y que estaba allí para llevarlos de nuevo al Padre.
 
 
HAS HABLADO DE INTERVENCIONES POCO ACERTADAS, Y HAS INCLUÍDO EN ELLAS A ALGUNOS SERES DE LUZ... ¿PUEDES ACLARARME UN POCO MÁS?
 
No todos los seres de Luz perdieron la consciencia de sí mismos. Los hubo que la mantuvieron y tomaron decisiones erróneas que para nada tenían que ver con la Ley del Amor. El por qué, no lo sé, y Jhasua tampoco me habló de ello. Y esas decisiones erróneas a las que me refiero fueron sobre el devenir de sus propios hermanos. Les intervinieron y manipularon, es posible que creyendo alcanzar así la perfección perdida, pero fue todo lo contrario. Se hizo una gran chapuza, que cada vez se hacía más grande. Esos seres de Luz que intervinieron tan nefastamente, en vez de reconocer su error e invocar a la Luz del Padre, se mantuvieron firmes en su decisión, y con ello se autodesterraron del resto del Universo y de la Fuente. Fueron perdiendo fuerza y energía, y poco a poco se consumían. Quedaron atrapados en esta dimensión, en los mundos subterráneos, donde recibían el poco alimento que les mantenía con vida. Pero sus incursiones seguían, llevando al caos a muchas civilizaciones que se habían desarrollado en la superficie del planeta. El Cielo tuvo que clausurarles los accesos a la Humanidad para que no siguieran interviniendo, y uno de los momentos claves para llevar a cabo esto, fue al morir Jhasua. Se cerraron todas las puertas dimensionales, y quedaron prisioneros en las profundidades.
 
 
¿TIENE ALGO QUE VER LUCIFER CON ESTE GRUPO DE NEFASTOS INTERVENTORES?
 
Sí, era como el jefe, el coordinador, pero ahora no le hagamos el malo de la película. El Cielo es el único que sabe del Corazón de este Ser, el único que puede juzgarle. Es nuestro hermano, no podemos olvidarlo. Jhasua le amaba, le ama. Hace veinte siglos vino no solo a ayudar a sus hermanos, sino a recuperar el corazón de Lucifer. El amor de Jhasua lo consiguió. Consiguió abrazar a su hermano cuando bajó a las profundidades, y le prometió que volvería cuando llegase el momento, que es ahora, y abriría de nuevo esas puertas que tenían que ser clausuradas.
 
Lucifer, durante todo este tiempo, ha estado alimentando a sus hijos y a sus hermanos que le siguieron con la Esmeralda Verde, una gran piedra, llena de Luz, que le perteneció desde el Principio y que es la única fuente de vida para los suyos. Ahora estamos en ese momento, y Jhasua ha vuelto, y volverá por su hermano, y juntos llevarán a esta Humanidad al lugar donde le corresponde. De hecho esa labor conjunta ya está teniendo sus efectos. Muchos seres humanos están siendo intervenidos en su ADN, pero en esta ocasión con el propósito de abrir la consciencia y recuperar la memoria perdida.
 
 
DIME... ¿Y QUE SUCEDERÁ CUANDO ESTAS PUERTAS DIMENSIONALES SEAN ABIERTAS?
 
Que todos los hijos de las profundidades subirán a la superficie, y se mezclaran con sus hermanos del desierto, nos apoyarán en este gran Plan de Recuperación, y juntos, por fin, haremos de este planeta el Paraíso que vinimos a crear. Este planeta está destinado a ser un nuevo SOL, una nueva CASA, la de los HIJOS.
 
 
DIME... ¿Y POR QUÉ TUVO QUE MORIR JHASUA, POR QUÉ TUVO QUE SUFRIR TANTO? ES ALGO QUE NUNCA HE COMPRENDIDO.
 
Jhasua sabía lo que iba a acontecer mucho tiempo antes. No fue una decisión de última hora, y cuando lo compartió conmigo, me sentí morir de angustia. Yo tampoco lo entendía, y le llamé de todo. Me enojé con él. Creí que se había vuelto loco, o mucho peor, que no nos quería... Me había hablado tanto del Padre..., de su amor, comprensión, grandeza..., que me costaba creer que permitiera que un hijo suyo sufriera de aquella manera. Aquella tarde me di media vuelta y le dejé plantado sin mediar palabra. Recuerdo que esa noche, en mi alcoba, lloré por toda la eternidad. Mi mente se había bloqueado y mi corazón estaba destrozado, pero más que por lo que me había dicho, por haberle dejado de aquella manera. Había sido una egoísta. Él tampoco lo estaría pasando muy bien. Intenté conciliar el sueño, pero imposible, mi mente estaba con él, y mis pies querían tomar tierra y echarse a correr. ¿Pero hacia dónde...? ¿Dónde estaría él? Pero mis pies lo sabían, siguieron corriendo hasta alcanzar la entrada del orificio de la gruta. La noche estaba cerrada, el silencio era sepulcral, y yo estaba allí en camisón y con el pelo al aire y descalza. Cualquiera que me hubiese sorprendido habría pensado que se trataba de una pobre demente.
 
Jhasua apareció por el orificio, y al ver que era yo me ayudó a entrar. Noté húmedos sus ojos y yo me abracé a él sin mediar palabra. No era necesario. Le pedí que me explicara el porqué de aquella decisión, quería comprenderle y apoyarle si era lo que necesitaba. Nos sentamos los dos apoyados en la pared, y sin dejar de abrazarme me fue explicando. La revelación de quién era, de dónde venía y su compromiso con la Humanidad, le fue dada aquella noche en el templo de la Esfinge. Éramos Hijos del SOL, y como tal, y para ser su vehículo, había venido Jhasua a esta dimensión de nuevo. El era consciente de que desde su nacimiento, el Padre, la energía del SOL, se fue acoplando en su ser, en su cuerpo, y esa misma energía, ese Amor, fue el que le movió para ir a Egipto. Era necesario que él tuviera consciencia de Sí Mismo. Su aceptación fue total e incondicional. Asumió su compromiso y se entregó a él. La energía del Padre que bullía en él como un volcán a punto de entrar en erupción, no era solo para él, para su disfrute, para su propia elevación espiritual. Era para entregarla a todos sus hermanos, a la humanidad entera. Y no sólo estaba él con ese compromiso, sino unos cuantos más en todo el planeta, que en el mismo instante, harían explosión, e inundarían al mundo de la Luz y del Amor del Padre. Yo le pregunté que cómo sería aquella explosión, a lo que me contestó que en un momento determinado, el SOL se apagaría durante unos instantes y toda la energía del Padre que no estuviera en los cuerpos de sus Hijos, se introduciría en ellos. Sólo así la energía y la esencia del SOL puede llegar hasta sus hijos. Pero estos hijos ahora portadores del Padre SOL experimentarán dentro de sí la explosión de esa gran energía, y sus cuerpos se abrirán. Ello supone que el cuerpo físico se destruye, pero sin dolor, ya que inmediatamente se funde con la energía. Los Hijos del Sol pierden su soporte físico, pero vuelven a CASA.
 
Yo entonces le pregunté que por qué él había optado por el camino más doloroso, ya que sabía perfectamente que iba a sufrir la muerte más atroz para un judío: la muerte en cruz. Y un escalofrío me entró por los pies y se me quedó anidado en la garganta.
 
Jhasua me abrazó con más fuerza y siguió hablando: “Os quiero, Camaleón, amo a mis hermanos, también le amo a él, a Luzbel, y yo no quiero volver a CASA sin vosotros. Yo haré explosión, con los demás hermanos, seré el instrumento del Amor del Padre, pero me quedaré aquí, compartiendo, sintiendo y amando a esta Humanidad. Me preguntas que por qué he elegido esta muerte y pasar por el dolor... la ignorancia del ser humano la ha creado, no el Amor, está ahí...y muchos de nuestros hermanos en un futuro muy próximo, por ser testigos del Amor del Padre, sufrirán esa horrible muerte en manos de sus propios hermanos, y yo quiero estar con ellos, y ser el primero en subir a esa cruz, y abrazar desde ella a tanto dolor, miedo, ignorancia, odio. Quiero amarlos hasta el final, para que todos los hermanos que vengan detrás comprendan que el sufrimiento no es más que el Amor incomprendido. El mundo es como un niño deforme, rebelde, bruto, un niño a quien todos repudian y alejan de su corazón, porque es incómodo, violento y nefasto. Y ese niño crece sin amor, y se va convirtiendo en un pequeño monstruo, con más furia y más odio. Yo quiero abrazar a ese niño, Camaleón, y decirle que le amo, que es un niño maravilloso y precioso a los ojos del AMOR. Y este niño vendrá a mí, porque está muy necesitado, pero descargará contra mí toda su rabia, violencia y rencor, y me hará daño, y destruirá con sus zarpazos mi cuerpo, pero no al Amor que le abrazará hasta el final, que le mirará con sus ojos al corazón, y que le devolverán la niñez perdida. Se sentirá amado, hermoso y llegará a ser el Niño-Dios que estaba destinado desde el Principio SER. Por ello quiero subir a esa Cruz, Camaleón, y el Padre no me lo ha pedido. Soy yo que conozco el corazón de Nuestro Padre, quien desea llevarlo a cabo. No lo olvides, nada de lo que acontezca cuando llegue el momento, lo ha elegido el hombre, sino yo”.
 
Cuando llorosa le pregunté si yo podría acompañarle en su decisión, él me sonrió, acarició mi rostro lleno de lágrimas y me respondió: “Si cuando llegue ese momento es tu Corazón el que quiere hacerlo, y no tus sentimientos, SÍ”.
 
No comprendí muy bien el matiz final. Yo me quedé tranquila, pero algo en mi interior me puso en alerta. Por ello, cuando después de amanecer, me acompañó un buen tramo de vuelta a casa le volví a preguntar sobre lo que me había dicho, y él me volvió a responder: “Será como tú quieres, si tu Corazón ama a la humanidad tanto como para entregarte a ella, y no solo ame a un hombre, por mucho amor que me tengas”.
 
Y entonces sí que me dejó hundida del todo, porque yo le amaba a él, al mundo... ¡Tendría que ocurrir un milagro para que yo amase al mundo como lo hacía él!
 
Pero al despedirme me dijo: “Tranquila, Camaleón, confía en tu Corazón”.
 
Y aquélla fue una despedida para un largo tiempo. El volvió a viajar, y esta vez iba acompañado de varios hombres, entre los cuales estaba Jhoan, mi entrañable filósofo, como yo le llamaba. Le conocía, era del entorno familiar de Jhasua, y para él era una persona muy especial, y para mí también. Yo me quedé en casa de mi Padre, estudiando, experimentando con mis hierbas y pócimas, pero sobre todo trabajando conmigo misma y mano con mano con mi Corazón.
 
 
ESE JHOAN, AL QUE LLAMAS EL “FILÓSOFO”, ¿ES EL JUAN EVANGELISTA QUE CONOCEMOS?
 
Eso creo, si. Y yo aseguraría que era primo de Jhasua, aunque más pequeño que él, pues tendría mi edad, más o menos. Era alto como yo, delgado y fibroso, con ojos oscuros y transparentes y cara de niño. Su mirada era la más ingenua que había visto en un hombre. Con el tiempo observé que era el vivo retrato de Jhasua, no en el plano físico, sino en el espiritual. Se identificaba totalmente con él. Por ello le quise muchísimo. Después de Jhasua, fue mi confidente más querido y amado. Y le llamaba filósofo por lo enrevesado que era. Le encantaba complicar las cosas. Por ejemplo: si yo hablaba con él sobre una flor determinada, la margarita, Jhoan, hablaba de todo el jardín botánico antes de hacerlo de la margarita en cuestión, y a veces por tontadas. Siempre que hablaba con él, me salía humo de la cabeza, y total para hablar de lo mismo. Era su forma de ser, misteriosa y profunda. Los dos teníamos el mismo conocimiento que nos había entregado Jhasua, solo que Jhoan lo entendió, comprendió y asimiló en el primer momento, y a mí me costó lo mío, pero lo conseguí. Era un hombre alegre, positivo, emprendedor, enamoradísimo de Jhasua, y éste también le amaba profundamente. Creo que para Jhasua, Jhoan fue un gran apoyo y amigo, y hay algo que quiero dejar claro. Conociendo a Jhoan, como le conozco, no me creo que él fuera el autor del Apocalipsis, a no ser que al final de sus días, se le nublara un poco la mente y se turbara, cosa que dudo muchísimo. Un ser con tanto amor como era Jhoan, que conocía, que sabía..., no ha podido dejar como herencia a la humanidad semejante argumento. Lo siento, es mi sentir, y quiero dejar constancia de ello.
 
También quiero dar fe de que fue el único de los que le seguían que le amaba de verdad. Yo ya no entro en si lo entendían o no. En los momentos más álgidos de Jhasua, si no hubiera sido por Jhoan, se habría visto totalmente solo. Comprendo que el miedo es muy humano, pero si amas de verdad a alguien, tu corazón vibra de tal forma que aunque te hayas quedado clavado en el suelo, te hace volar. Y ninguno de ellos voló. Solo el filósofo.
 
 
¿Y TÚ... NO ESTABAS A SU LADO TAMBIÉN?
 
Sí, claro, naturalmente que sí, pero yo no cuento. Yo no estaba entre los de su grupo, salvo dos o tres, nadie me conocía. Yo estuve allí, por ello digo que Jhoan no se despegó ni un solo momento de él, y habría subido a esa cruz con Jhasua si no fuera por el amor que le procesaba y que le comprometía a seguir con la misión de su amigo: el recordar al mundo de dónde viene y hacia dónde va. Pero no quiero adentrarme todavía en este tema, porque quiero explayarme más adelante.
 
 
¿TIENES CONSTANCIA DE QUE RESUCITARA?
 
Yo no le sobreviví, entonces, de todo aquello que aconteció después, no puedo dar fe. Pero yo ahora pregunto..., ¿por qué tanto énfasis en su resurrección? ¿Acaso no sabemos que somos inmortales, que nuestro espíritu nunca muere? Hace apenas seis meses que mi padre murió, mejor dicho, se fue a Casa, y yo le he visto, con otra densidad, pero vivito y coleando. Todos resucitaremos, nos levantaremos de nuestro cuerpo ya sin vitalidad y vida, y volveremos a caminar de nuevo con otros pies y otros ojos. ¡Claro que Jhasua resucitó! ¿Tienes acaso alguna duda?
 
 
¿REALMENTE HACÍA MILAGROS..., LE VISTE TÚ ALGUNA VEZ HACERLOS?
 
Bueno, si para ti milagro es hacer aquello que el hombre no tiene todavía la capacidad, pero si la potencialidad de hacerlo..., entonces sí... hacía milagros.
 
De niña a mí me cerraba heridas de las piernas simplemente con un beso, y a los animales dándoles de beber agua que él mismo había bendecido con sus manos.
 
Yo fui testigo de cómo devolvía la vida a un manzano seco, solo con llamarle “hermano manzano”. Para mí era totalmente natural en él. Sabía quien era, y la Energía del Padre estaba en él. Por ello. Aprovecho esta ocasión para decir que lo que se cuenta de que Jhasua secó a una higuera por no dar fruto fuera de su época, es un insulto y una falsedad. Jhasua nunca quitaba la vida, la daba a raudales allí por dónde iba, y si comprendía las limitaciones del hombre por su ignorancia y las amaba, ¿cómo iba a destruir a un pobre árbol frutal sujeto a las leyes de la naturaleza? ¡Es falso!
 
Yo no vi esos milagros que cuentan en los evangelios, pero los he leído, y en algunos de ellos no reconozco el espíritu de Jhasua.
 
 
¿Y CON ÉL..., USABA SU CONOCIMIENTO Y SU PODER PARA ÉL MISMO?
 
Si se hacía una herida, se curaba, si estaba cansado, descansaba, si tenía hambre, trabajaba y se alimentaba... No, no utilizaba la energía del Padre en sí mismo, sólo para los demás, y tampoco lo hacía para facilitar la vida de la gente, sino para curar heridas que ellos mismos no podían curarse, y para alimentar a sus corazones, que estaban mucho más hambrientos que sus estómagos. Ese tipo de milagros hacía Jhasua. También quiero aprovechar esta pregunta tuya para dejar muy claro lo siguiente: he tenido que oír verdaderas barbaridades sobre Jhasua, que ahora, no es que quiera denunciarlas, ya que a él ni le importan, pero sí quiero dejar constancia, porque me entristecen el corazón.
 
Muchos dicen que Jhasua hacía milagros para demostrar a la gente que era el Hijo de Dios. ¡No es cierto! Jhasua nunca dijo que era hijo de Dios, sino que todos somos hijos del Padre, y que era ÉL, el que a través del hombre actuaba y actuaría, siempre que su Corazón fuera consciente de ÉL.
 
Muchos dicen también, que con los conocimientos que tenía Jhasua, cuando comenzó su calvario tomaría alguna pócima que le adormeciera el cuerpo y no sintiera el dolor del castigo, porque un hombre no podía soportar todo lo que sufrió estando totalmente consciente. También se ha dicho mucho, y se sigue diciendo, que si Jhasua murió de esta manera, fue sin duda por sus errores, y que el Cielo compadecido, le evitó la mayor parte del sufrimiento.
 
Todo esto me causa lástima y tristeza, y no por Jhasua, sino por el mismo hombre. El ser humano es incapaz de amar como amó él. Nunca ha sentido el amor dentro de sí como lo sintió él, por ello, como el hombre no es capaz de hacer un acto de entrega y amor de ese calibre, no puede aceptarlo de Jhasua, pero sí de un Dios.
 
Jhasua no fue ningún dios. Fue un SER HUMANO, UN hijo del Sol, mientras que el resto de la humanidad somos simplemente un “proyecto de ser humano”. El día que consigamos amar y SER como un verdadero SER HUMANO, como lo hizo él, sabremos quien fue, creeremos en él, sin necesidad de argumentos, y amaremos esa cruz, porque entonces nosotros seremos El y nos alimentará el mismo Amor que le nutrió a Él.
 

 
ANTERIORMENTE HAS DICHO QUE LAS MUJERES ERAN EL ALMA DEL MOVIMIENTO QUE HABÍA EN TORNO A JHASUA... ¿CONOCISTE BIEN A ALGUNA DE ELLAS? ¿LLEGASTE A TENER RELACIÓN CON MARÍA MAGDALENA?
 
Conocer, conocer..., no. Solo de vista. Sé que algunas de ellas eran esposas e hijas de los hombres que le seguían, pero con ninguna mantuve relación. Ni con ellas ni con nadie, salvo con Jhoan, que me conocía y sabía perfectamente quien estaba siempre detrás de un nuevo disfraz.
 
Me hablas de María Magdalena. En ningún momento oí ese nombre. Solo te puedo decir que entre las mujeres, había una, alta, un poco más que yo; esbelta, un poco más que yo; también, morena, una gran melena y grandes ojos negros. Tenía más pinta de árabe que de judía. Era muy elegante en su porte y en sus movimientos.
Hablaba muy poco con la gente. Era muy observadora y siempre estaba pendiente de Jhasua. No sé cómo se llamaba, y en ningún momento la vi relacionarse con Jhasua. Pero ya sabes que yo no compartí casi nada su vida pública, y aunque nos veíamos muy a menudo, lo hacíamos siempre en sitios apartados.
 
Jhasua tampoco me habló de una mujer en especial, pero tampoco te puedo decir que no la hubiera.
 
Mucho he leído sobre María de Magdala, pero no tengo ninguna opinión. Lo que no entiendo es el movimiento tan absurdo que hay en torno al Grial y a la posible descendencia de Jhasua. Se le da una importancia desmesurada, e incluso me parece infantil. Y lo siento por aquellos que crean en ello.
 
Durante siglos se ha ido en busca del Grial, del cáliz donde Nicodemo guardó la sangre de Jhasua, o según otros, donde Jesús bebió el vino y lo dio a beber a los suyos en la Ultima Cena, con el objeto de hacerse con él y con la fuerza, la magia y la vida inmortal que representa. La ignorancia no tiene límites, y el ser humano es la más fiel personificación. El grial no es otra cosa que el Corazón, su Corazón, y el corazón de cada ser humano. El hombre tiene que buscar el grial que hay dentro de él, el Amor que espera manifestarse, y entregarse con él al mundo, a sus hermanos.
 
También se habla mucho de que Jhasua se unió a María de Magdala y tuvo un hijo. ¡Maravilloso si así sucedió!, pero no me encaja nada en él. Un hombre conocedor de su futuro, que sabía que iba a morir pronto, y que quería ser libre de responsabilidades para llevar a cabo su misión hasta el final, no es muy coherente, conociéndole, que se uniera a una mujer y mucho menos tener hijos.
 
Pero en el caso de que así hubiese sucedido, se le da mucha importancia a su descendencia, a la sangre real del Cristo. ¡Más ignorancia! ¿Sabes cuál es la verdadera familia de Jhasua? La del espíritu, todo hermano que consciente, como él, de su origen y divinidad, vuelve a coger las riendas de su existencia y se entrega a la Vida y al Mundo incondicionalmente.
 
 
¿HABÍA ENTRE LOS SEGUIDORES DE JHASUA, POLÍTICA? ¿QUÉ SABES DE LOS ZELOTES? ¿CONOCISTE A JUDAS ISCARIOTE?
 
Sí, la había, y mucha... de ahí las grandes enganchadas que tenía Jhasua con los suyos. Muchos de ellos eran zelotes, y algunos incluso llevaban armas escondidas. Confieso que a mí, algunos de ellos me daban un poco de miedo. Yo era romana. Ellos luchaban por la libertad del hombre, del judío, y Jhasua luchaba por la libertad del Corazón del hombre, del mundo. Esa era la diferencia, y ellos no lo podían entender. En el fondo esperaban que Jhasua se alzara en armas para defender al pueblo oprimido. ¡Qué amor tenía que tener Jhasua en su Ser, para seguir instruyendo y abrazando a gente con una mente tan corta y un corazón tan burdo! Pero él era así, veía siempre más allá, y con cariño les corregía en sus intenciones respecto a él.
 
Han pasado veinte siglos y el hombre sigue con la necesidad de independizarse, los unos de los otros, hipotecando su vida y su corazón por un trozo de tierra, unas costumbres y una bandera. Buscan raíces donde no deben buscar, y aunque fueran los dueños de medio mundo, necesitarían luchar por el otro medio porque seguirían sin encontrarse a sí mismos. Si el hombre buscara sus raíces en su interior, en su Corazón, tomaría consciencia de que hay un ser vivo a sus pies que le reclama amor y cuidados y un Corazón inmenso que anhela y necesita mirar al Universo, donde realmente está nuestra Casa y nuestra familia. El hombre busca su libertad fuera de él, y no se da cuenta de que él mismo es su propio opresor, dominador y carcelero. La historia se repite una y otra vez, y cuando Jhasua aparezca de nuevo entre nosotros, muy pocos le reconocerán y seguro que le volverán a matar, porque a pesar de la libertad y democracia que supuestamente disfrutamos en esta civilización, el corazón del hombre sigue en un infierno. Pero hay miles de hombres y mujeres que llevan el volcán en sus corazones, y gracias a ellos, esta humanidad conocerá el alumbramiento más maravilloso que ninguna humanidad y civilización haya tenido.
 
 
DICES QUE CUANDO SE MANIFIESTE, NADIE LE RECONOCERÁ... ¡PERO MILLONES DE PERSONAS ESPERAN QUE VENGA POR EL CIELO CON TODO SU PODER Y GLORIA!
 
¡Pues qué equivocados están! Nos están visitando ya sus emisarios, por los cielos, en sus propias naves... Dime..., ¿creen muchos en los extraterrestres? Unos los ignoran, otros les siguen y adoran como a dioses, volviendo a repetir la misma conducta nefasta de siempre, otros creen que se trata de algo satánico, y los hay también que creen que son anunciadores del fin inminente de esta humanidad. ¡Pobres emisarios! Todo el mundo espera que Jhasua venga en una nube o sentado en la cola de algún cometa que atraviese el planeta de norte a sur y de este a oeste. Jhasua se va a manifestar de la forma más sencilla, de puntillas, sin hacer ruido. Es un hombre como los demás, que sufre, trabaja, tiene ilusiones, ideales, crea nuevas alternativas, cambia, transforma... y ama... Muy pocos le reconocerán, tan solo aquellos que realmente sepan de su corazón, porque no reúne las perspectivas que el mundo tiene puestas en él. Le volverán a matar, y serán mucho más sádicos que entonces, porque entonces era solo ignorancia, ahora hay ignorancia permisiva y maliciosa. La humanidad está tristemente muy polarizada, muy radicalizada. No hay equilibrio. Pero él ha venido a ejecutar el Plan hasta el final, y no solo, esta vez con miles y miles de hermanos, que juntos haremos vibrar el corazón del hombre y de este planeta. Y no solo ha venido él. Jhoanam también, y los dos volverán a pisar las calles de Jerusalén y abrazarán de nuevo a la ignorancia para transmutarla en Luz, y caerán en manos de los ignorantes, y entregarán su vida. Nadie sabrá de ellos, serán tomados como dos infelices que han caído en manos de la turba, cuando en realidad serán dos grandes Soles, que al morir en la materia, harán explosión y se fundirán para siempre con esta Humanidad.
 
 
TÚ, CUANDO ANTES ME HABLABAS DE LOS MILES DE HERMANOS QUE ESTARÁN CON ELLOS, TE HAS INCLUÍDO... ¿ERES CONSCIENTE DE ELLO?
 
Lo soy. Amo profundamente a esos dos seres maravillosos, pero no solo eso, me identifico plenamente con ellos, y te diré más aún..., a estas alturas, cada uno de esos miles de hermanos, que llegan a 7000, son conscientes también, lo saben en lo más profundo de su corazón. Es posible que como yo, no conozcan el momento ni las circunstancias ni lo que nos deparará el futuro, pero estamos prestos, con la maleta preparada, que llegado el momento, es posible que ni tan siquiera nos dé tiempo a cogerla.
 
 
¡ES MUY FUERTE ESTA AFIRMACIÓN QUE HAS HECHO! ¿TE HAS PARADO A PENSAR EN LAS CONSECUENCIAS?
 
¡Sí, consciente de las consecuencias, sí...! A veces me preocupa, y tengo mis miedos e incertidumbres pero, ante todo, soy coherente y sincera conmigo misma. Sé que en un momento dado tendré que dar un paso al vacío, y estoy segura de que lo daré.
 
 
DICES QUE JHOANAM, EL BAUTISTA, VIENE TAMBIÉN CON JHASUA... NO ME HAS HABLADO MUCHO DE ÉL, Y SIN EMBARGO SE HA HABLADO TANTO DE SU FIGURA... SOBRE TODO DE SU MUERTE... ¿POR QUÉ TUVO QUE MORIR? ¿POR QUÉ JHASUA NO HIZO NADA POR SALVAR LA VIDA DE SU PRIMO?
 
Se han dicho muchas barbaridades por ignorancia, pero también para hacer daño. Muchos han dicho y han investigado que Jhoanam y Jhasua no se podían ni ver, que eran totalmente opuestos, que incluso los seguidores de ambos estaban encontrados, y aun hoy, veinte siglos después, sucede lo mismo.
 
Jhoanam y Jhasua eran primos, sí, pero sabían perfectamente que eran hermanos, gemelos, sabían quienes eran, de donde venían, lo que habían venido a hacer y cuál iba a ser su final en esta dimensión y en aquél momento determinado. Eran misiones distintas, pero complementarias. Jhoanam sabía que tenía que desaparecer de escena para que Jhasua comenzara su trabajo. Ello no incluía su muerte tan brutal, pero las circunstancias fueron así, y él, al igual que Jhasua, la aceptó, la abrazó y la amó. Jhasua sabía que estaba preso, y que tenía que acontecer así. Cuando supo de su muerte lloró amargamente, pero lloró al hermano, al amigo, al compañero. Si él hubiera tenido en su mano el poder salvarle de la muerte, te aseguro que no lo habría hecho, porque ante todo respetaba la voluntad de Jhoanam. Muchos también quisieron apartar a Jhasua de su camino hacia la cruz, y tampoco lo aceptó. Se entregó a su destino elegido voluntariamente. Ni los seguidores de uno ni los seguidores del otro lo entendieron, porque después de la muerte de ambos, siguieron enfrentados, hasta hoy, y las espadas están todavía en alza. Pero ellos están aquí, y esta vez prescindirán de los suyos, y se manifestarán tan solo a los mansos, puros y entrañables de corazón.
 
Respecto a la muerte de Jhoanam, quiero romper una lanza a favor de la mujer que ha sido declarada la asesina del profeta. Esa mujer, que dicen que bailó para su padrastro y que como premio pidió la cabeza del Bautista, era una joven de 16 años, enamorada como una niña de Jhoanam, que como es de suponer, ante los sentimientos de la muchacha, la rechazó. Era una joven desquiciada, que vivía con una madre corrupta y grotesca, en una corte podrida. Yo la conocí, y sé que esa joven vivía por Jhoanam. El rechazo de él la hundió todavía más y se dio a la bebida. Poco a poco se fue consumiendo. Bailó, ¡claro que bailó y estaba fuera de sí!, como otras muchas veces bajo los efectos de la bebida. Dicen que pidió la cabeza del Bautista, y es posible que lo hiciera, pero no lo deseaba. Fue su madre la que mandó su muerte, por motivos oscuros que ahora no viene a cuento exponer.
 
Jhoanam se quedó sin cabeza, pero la pobre muchacha murió de dolor días después.
 
Sin embargo, en nuestros días, esa mujer está al lado de Jhoanam, es y será su compañera, y estará con él hasta el final. La historia la ha maltratado, como a otros muchos, pero la verdad siempre triunfa a la luz del AMOR.
 
 
DICES QUE LA HISTORIA Y EL HOMBRE HA MALTRATADO A OTROS MUCHOS PERSONAJES... ¿QUÍENES?
 
Hay muchos. La historia debería rehacerse de nuevo, y es posible que algún día se haga. Pero estamos ahora tratando el tema de Jhasua, y te hablaré tan solo de dos personas que tuvieron relación con él. Judas Iscariote y Poncio Pilatos.
 
 
¿TÚ CREES REALMENTE QUE LA HISTORIA HA HECHO UNA INJUSTICIA CON ELLOS?
 
No solo no lo creo, es que lo sé. A Judas se le ha condenado desde el principio como a un traidor, y ha sido el malo y el maldito de la historia. Era un hombre muy valiente, idealista, que luchaba por la libertad de su pueblo. Estaba dispuesto a matar por defender a los suyos, pero también a morir por sus principios. Era la suya una lucha por la libertad, pero muy diferente a la de Jhasua. Judas admiraba y amaba profundamente a Jhasua, pero cuando vio que sus intentos por moverle hacia donde quería llevarle, a la lucha armada contra los romanos, habían fracasado, se volvió contra él. El seguía amándolo como hombre, pero resultaba muy peligroso para su movimiento de guerrilla y su gente. Y Judas optó. Fue coherente con su corazón y actuó. Cuando vio el final tan cruel que le habían preparado a su amigo, y al no poder hacer nada por evitarlo, se quitó la vida. No quiso seguir viviendo sin su amigo. A Jhasua le sangró el corazón, no por la traición en sí, ya que Judas no lo hizo por dinero, sino por ver que su querido amigo había colgado de un árbol, no solo a su cuerpo, a su disfraz, a su personaje, sino también a su corazón.
 
Pero como he dicho antes, el AMOR permite que la verdad se manifieste, y hoy, Judas, es un gran alquimista del Amor, es un inseparable de Jhasua y será uno de los artífices clave de este Plan de Recuperación que ya está en plena acción.
 
Y con Poncio Pilatos ocurrió lo mismo. Yo conocía a Poncio. Había sido muy amigo de mi madre desde la niñez, y cuando ésta murió, al poco de llegar él a la zona, quiso verme, y mantuvimos una muy buena relación. Era alto, guapo, muy varonil, el prototipo de romano que tanto me gustaba. Para mí era un hombre justo, aunque su trato hacia los judíos, tan despectivo, en lo que a mí me afectaba, me dolía un poco.
 
Por ello, cuando en los interminables juicios a los que fue sometido Jhasua, donde era abucheado, golpeado y tratado como un animal delante de Poncio, y éste lo permitía, se me hundió el corazón. Poncio sabía que aquel hombre al que estaba vejando era mi amigo, y aun así no le importó. Ya no quiero entrar en si las circunstancias políticas le obligaron a ello, pero un hombre al que yo creía tan noble e íntegro... ¡Le odié, le odié con toda mi alma! Y cuando aquella mañana, firmó la sentencia de Jhasua con aquella frialdad, aun sabiendo que era inocente, renegué de mi condición romana y judía, y por primera vez me sentí liberada, más ligera. Ya solo me importaba Jhasua, lo demás, para mí, había dejado de existir.
 
Sin embargo..., hoy Poncio Pilatos es un hombre judío, que trabaja intensamente en el Plan y que será uno de los grandes estandartes de esta nueva humanidad.
 
 
TODO ESTO QUE ESTÁS CONTANDO ES MUY HERMOSO... ¿PERO CÓMO ESTÁS TAN SEGURA DE TODO ELLO?
 
A ver... sobre lo que te estoy contando sobre Jhasua, estoy totalmente segura. Lo viví, le conocí, y le conozco. Y sobre lo de Judas Iscariote y Poncio Pilatos, como de otras muchas cosas más, pues porque el Cielo así me lo ha revelado. Ya te dije al empezar esta entrevista, que desde los seis años, Jhasua ha estado a mi lado. Ha sido mi maestro, mi amigo, mi compañero, mi hermano..., todo me lo ha enseñado él, me lo ha revelado él. Por ello estoy segura.
 
 
¿Y EN NINGÚN MOMENTO TE HA ENTRADO LA DUDA DE QUE FUERAN MENTALISMOS TUYOS?
 
¿Yo soy real, verdad...? ¡Yo no soy un mentalismo tuyo, porque me puedes tocar, ver, oír y sentir! Pues todo lo que te estoy diciendo, es tan real como yo. Tengo muchas incertidumbres y dudas, pero no sobre esto, sino por el futuro, por nuestro futuro... soy un ser humano, ¿sabes?, y viendo el panorama que nos rodea... pues a veces te entra en tembleque..., pero no lo dudes, que cuando me suene el despertador, abriré mis ojos y me pondré en pie.
 
 
VAMOS A CAMBIAR UN POCO DE TERCIO... SABIENDO COMO PENSABA JHASUA, LO QUE SENTÍA... LO QUE QUERÍA HACER, ¿CÓMO PUDO ELEGIR A HOMBRES, QUE SE HAN CONVERTIDO EN LOS GUIAS DE LA IGLESIA, TAN CERRADOS DE MENTE Y CON UN CORAZÓN TAN POBRE?
 
Bueno, cuando antes me he referido a ellos en esos términos, no lo hacía con la intención de menospreciarles, sino para darte a conocer una realidad que yo veía. Eran hombres y mujeres sencillos, del pueblo, salvo raras excepciones, incultos, llenos de prejuicios, de ello ya se encargaba la religión con sus dogmas, y sin ningún conocimiento sobre el ser humano, y mucho menos sobre ellos mismos. Eran la consecuencia de aquel momento específico. Pero si se sintieron atraídos por la figura de Jhasua, fue por algo desde luego, y me atrevería a decir que el Cielo ya les había tocado el corazón. ¡El despertador, ya sabes...!, porque Jhasua en ningún momento señaló a nadie y le mandó que le siguiera. ¡Para nada! Cuando la gente se le acercaba, porque ya te he dicho que era un hombre tan agradable y entrañable que nadie rechazaba su compañía, le preguntaba, y él les respondía, les enseñaba. Ellos quedaban prendados de él y lo único que les respondía era que si lo deseaban, que dejaran todo y que le siguieran. Que dejasen atrás todo lo viejo, insano e innecesario y buscaran, se pusieran a andar, y que si lo deseaban, que le siguieran, es decir, que hicieran aquello que él hacía con los demás. ¡Amar! Pero la gente de entonces, como la de ahora, estaba vacía de ideales, de principios, no sabía distinguir entre vivir la vida y sobrevivir. Y se pegaron a él, le siguieron, no le dejaban solo ni para respirar. Necesitaban de él, de su consuelo. Muchos de ellos querían cambiar las cosas. La vida que llevaban no les gustaba, y vieron en Jhasua a un líder al que seguir e intentar algo para salir de aquella rutina. Y así se fueron uniendo a Jhasua. Él no podía echarles. Pero llegó un momento en que era tanta la muchedumbre que le seguía, que tuvo que tomar una decisión: cogería a un pequeño grupo de personas, hombres y mujeres, los que veía más abiertos y predispuestos a recibir sus enseñanzas, instruirlos y hacerlos más conscientes, para que después ellos pudieran a su vez enseñar a otros. Así empezó todo. En la mente de Jhasua jamás estuvo la idea, ni en su ánimo el objetivo de crear una iglesia. Era contrario a todo ello. Para él, el único templo era el Corazón del hombre, donde se manifestaba el Padre, su única Casa, la casa de todos, el SOL.
 
Solo cuando Jhasua se abrió, cuando su cuerpo quedó sin vida, su esencia penetró en el corazón de todos aquellos que le amaban y que le odiaban, y el milagro sucedió. Se abrió la consciencia de muchos de ellos, comprendieron y pudieron así seguir con la enseñanza y el mensaje de Jhasua. Pero faltaba mucho para que la ignorancia desapareciese de esta Humanidad, y de nuevo acechó y ensombreció su labor. Su mensaje ha llegado a nuestros días defectuoso, incompleto, y su figura y su corazón salpicados por la intransigencia, soberbia, orgullo e ignorancia consentida de muchos que se han proclamado sus heraldos.
 
Por ello yo estoy contando todo esto, que aunque poco, porque mi experiencia con Jhasua fue muy personal, espero que dé un poco de luz al recuerdo de la figura y del corazón de Jhasua.
 
Es posible que nadie lea esta entrevista, o que si lo hacen, ni me crean o piensen que soy una oportunista, una lunática, una visionaria o cosas peores..., pero no me importa. Esta entrevista, donde estoy abriendo mi corazón y mi alma, se la dedico a él, es un regalo que le hago al mejor amigo, al mejor hombre, al ser humano más maravilloso que he conocido desde que la Luz abrió mis ojos. Sé que los que conocen a Jhasua, a su corazón, no tendrán que creerme, sino que estas palabras las confirmarán con su corazón. Los demás, aunque os quiero porque sois mis hermanos, aunque despreciéis este regalo, no me importa. Muy pronto vuestro corazón vibrará como nunca, y no sabréis por qué, pero veréis con otros ojos, y el miedo desaparecerá de vuestras vidas.
 
 
Y AUNQUE ME SALGA DEL TODO DEL TEMA..., TENGO UNA PREGUNTA QUE ME INTERESA MUCHÍSIMO... ¿VISTE OVNIS ENTONCES? ¿TUVO QUE VER JHASUA CON OVNIS? ¿CREES QUE HOY EN DÍA, ÉL ESTÁ IMPLICADO EN ESTE FENÓMENO?
 
No, para nada te sales del contexto. Con los ojos de Camaleón, no, no vi naves extraterrestres, pero si fui testigo de fenómenos muy extraños, que con la experiencia de hoy, aseguro que sin duda alguna se trataron de dicho fenómeno.
 
 
¿Y QUÉ FENÓMENOS FUERON AQUÉLLOS?
 
En ocasiones, cuando iba hacia el refugio escondite, veía a Jhasua en profunda meditación. Estaba rodeado de una luz dorada muy intensa, pero bueno, eso en él era normal, incluso me había enseñado a ver esa misma luz en mí. Lo extraño era que sobre él, en el cielo, se formaba siempre una especie de nube llena de colores, que parpadeaban a mucha velocidad. Cuando le preguntaba sobre ello siempre me decía: son nuestros hermanos, los que nos cuidan.
 
En otra ocasión, años más tarde, en su deambular por las tierras de Israel, una de las veces que fui a verle, una noche, cuando me disponía ir a su encuentro, vi una luz blanca muy fuerte. Fui hacia ella y me encontré con que Jhasua estaba con dos hombres más, muy altos y rodeados de esa luz. Hablaban con él. Yo, no queriendo interferir, quise volver al campamento, pero uno de ellos levantó su mano hacia mí, y sentí en todo mi cuerpo como gotitas muy frescas y con un aroma intenso y agradable, que me cubrieron como el rocío de la mañana. Sentí bienestar, mucha alegría y ganas de reír. Y así lo hice. Yo no me cortaba ni un pelo. Con la consciencia de hoy puedo decir que eran los hermanos venidos del espacio, que estaban allí para apoyar el Plan, que nunca nos han dejado, y que permanecen aquí hasta que el Plan llegue a su fin.
 
 
VAMOS A VER..., LO QUE NO ACABO DE ENTENDER ES POR QUÉ VIENE O HA VENIDO OTRA VEZ JHASUA, SI SABE QUE LE VAN A VOLVER A DAR CAÑA. ¿TÚ LO ENTIENDES?
 
Sí, claro. ¿Tú entiendes por que un bombero se mete en una casa totalmente rodeada de fuego y con personas dentro, si sabe que es posible que cuando lo haga, el sea una víctima más? Es absurdo pensar que porque ese es su trabajo. El bombero entra porque hay gente viva dentro con peligro de morir quemada, y él va a intentar que no suceda. En el corazón del bombero hay mucho amor, que es el que le impulsa a hacerlo. ¿Tú entiendes la decisión de una madre que va a dar a luz a su hijo, que elige darle la vida a costa de la suya propia? Esa mujer ama, ama a su hijo, y ella no importa. De nuevo el Amor.
 
Jhasua ama al ser humano, más que a su propia existencia, porque nunca dejó de ser uno de nosotros. Esta humanidad es su familia, su casa, sus hermanos, sus amigos, su Corazón, su sueño, su objetivo, su dolor, su tristeza y también su alegría. El viene de nuevo con miles de hermanos más, a traer la esencia del Padre a este mundo maravilloso. Se repetirá el mismo proceso. El Sol Central se apagará durante unos instantes y su luz será un poco más débil, pero en el Corazón del hombre habrá un volcán encendido. El Padre, a través de estos hermanos, alimentará a esta humanidad.
 
Ellos saben, y no solo Jhasua y Jhoanam, que su compromiso les llevará a una entrega límite e incondicional. Lo hacen por amor, nadie les obliga, ya que el Amor siempre invita. El sabe que tendrá que morir, pero te aseguro que lo haría no cien veces más, sino miles si fuera necesario. Y tanto como cien, no... pero después de la experiencia como Jhasua, ha estado entre nosotros muchas veces, y la mayoría ignorado por el mundo, que es cuando mejor y más intensamente se trabaja por la evolución del hombre.
 

 
A LA VISTA DE LA EXPLICACIÓN QUE DA JHASUA DE POR QUÉ QUISO MORIR, SE DEDUCE QUE NO SIRVIÓ PARA NADA SU MUERTE, YA QUE EL PLANETA HA IDO A PEOR. Y DICES QUE AHORA VA A VOLVER, LE VAN A MATAR OTRA VEZ, Y ASÍ... ¿HASTA CUANTAS VECES HASTA CONSEGUIR ALGO POSITIVO?
 
Dime una cosa... cuando el bombero que ha entrado en la casa ardiendo, ha caído bajo las llamas, pero unas pocas personas han podido salvarse gracias a él... ¿tú dirías que su muerte no ha servido de nada?
 
Jhasua no quiso salvar al hombre de nada, porque el ser humano tiene que hacerlo consigo mismo. Lo único contra lo que luchó fue contra la ignorancia. Jhasua y los demás hermanos eran los vehículos de una poderosísima energía que impulsaría al ser humano hacia un sendero de búsqueda, donde al fin sería consciente de sí mismo y de su identidad. Esta energía tenía que ser entregada al hombre, y esos vehículos del Amor tenían que abrirse, morir en la materia, para dejar salir la esencia del Padre.
 
Aquí no se puede hablar de muerte, ya que estos vehículos físicos, sin dolor, se funden con la energía. Y si Jhasua eligió el camino del dolor, fue por sus hermanos, por los que vendrían detrás y serían víctimas de la barbarie de la ignorancia humana. ¿Qué por qué tuvo que tener una muerte tan violenta y traumática? Dime... ¿por qué el hombre tortura, persigue, viola, destroza y aniquila a otro hombre? ¿A cuántos luchadores y buscadores de la libertad y de la verdad ajustician en las calles y en las cárceles del mundo diariamente, sin que nuestros corazones derramen una sola lágrima por ellos?
 
Me dices que no sirvió de nada su muerte. Yo no siento lo mismo. Es cierto que el mundo ahora está muy polarizado. La parte negativa, la ignorante, es fuerte y muy poderosa, pero la parte positiva, también lo es. Hay muchos más vehículos físicos dispuestos y conscientes, y gracias al ejemplo de Jhasua hace veinte siglos, a ser portadores de nuevo del Amor y la energía del Padre. Si hace veinte siglos, cuando Jhasua comenzó el Plan de recuperación, hubo una explosión, ahora, cuando se lleve a su fin, habrá miles. Y este empujón energético lanzará definitivamente al hombre hacia la Luz, hacia sus orígenes.
 
Y no habrá más veces, al menos en este planeta y en esta dimensión, porque el hombre dará el gran salto.
 
 
¿POR QUÉ HA TARDADO VEINTE SIGLOS?
 
Eso pregúntaselo al Padre. Pero supongo que veinte siglos de los nuestros, es un segundo en la Gran Mente. Y supongo también, que como cualquier proceso, lleva su tiempo.
 
 
ME HA PARECIDO ENTENDER EN ALGÚN MOMENTO QUE JHASUA HA ESTADO EN ESTE PLANETA MÁS VECES CON DIFERENTES CUERPOS. ¿ES CIERTO... POR QUÉ Y PARA QUÉ... Y QUIÉNES HA SIDO?
 
Sí, es cierto. Él me lo dijo. Pero casi siempre ignorado por la humanidad. Lo que ya no sé es si consciente o no de quién era. ¿Que para qué...?. Pues para lo mismo de siempre, ayudar al hombre en su evolución. ¿Que por qué? Ya te lo he contestado antes. Jhasua ama a esta humanidad y se ha quedado entre nosotros hasta el final. ¿Que quiénes ha sido? Eso mismo le pregunté yo y me contestó: ¡Tu corazón ya lo sabe, es suficiente!
 
 
ANTES DE TERMINAR ESTA ENTREVISTA, ME GUSTARÍA QUE ME HABLARAS DE LOS ÚLTIMOS MOMENTOS DE JHASUA, DEL PROCESO AL QUE FUE SOMETIDO, DE SU CASTIGO Y DE SU MUERTE EN CRUZ. SÉ QUE PARA TI ES DOLOROSO, PERO YO AMO PROFUNDAMENTE A ESE HOMBRE, Y QUIERO SABER LO QUE OCURRIÓ Y SINTIÓ A TRAVÉS DE TU RECUERDO.
 
Sí, para mí el recordar de nuevo, me resulta muy amargo, aunque hubo momentos sublimes. Ya no vivíamos en aquella aldea, ya que mi padre era mayor y no estaba para hacer viajes tan a menudo a Jerusalén. Llevábamos viviendo allí, en Jerusalén, varios años. Yo, últimamente, me había sentido muy mal físicamente. El plazo de los dos años que me dio mi padre, se había olvidado. Mi padre en el fondo me quería, y aunque yo no aceptaba casarme con nadie, como me veía inmersa en mis estudios y experimentos, me dejó tranquila. También es verdad que durante esos años se volcó más con mi hermano. Él se había casado, y tenía ya tres niños. Y mi padre se sentía muy orgulloso de él. Pero yo había tomado una decisión. Había estado demasiados años detrás de Jhasua, jugando al escondite y llevando una vida muy agitada, sin tomar una decisión por miedo a que mi padre me descubriese y me apartara de él para siempre. Yo era ya una mujer de casi 30 años, me faltaban unos meses. Así que durante una semana estuve escribiendo una carta a mi padre y a mi hermano, donde les decía que les quería y amaba profundamente, pero que tenía que seguir mi camino. No tuve valor para decírselo a la cara. Mi padre tenía mucho poder, y no me habría dejado marchar tan fácilmente, mas cuando sospechaba que había algo entre ese profeta y yo. En silencio y sin levantar sospecha, esa semana había ido recogiendo mis cosas, las más necesarias para sobrevivir fuera, y vendiendo las joyas que había heredado de mi madre, ya que las tierras, las tenía mi padre bajo su tutela.
 
Me sentía mal por ello, pero esa noche tuve un presentimiento. Soñé que Jhasua venía hacia mí con una copa de vino, ofreciéndomela para que bebiera con él. Sonreía, pero en sus ojos había lágrimas. Me desperté bruscamente del sueño, me levanté, me vestí con la intención de preparar mi marcha, cuando sentí un golpe seco en la ventana de madera de mi habitación. Me asomé, y vi que un muchachito, con una piedra en la mano, me miraba. Tenía un mensaje para mí. Le dije que envolviera la hoja del árbol en la piedra y que la lanzara. Y así lo hizo. Cuando tuve en mis manos la hoja, había en ella grabada unos signos. Eran una especie de lenguaje que utilizábamos Jhasua y yo para comunicarnos sin levantar sospecha en el entorno de mi padre, leí y no esperé más. Con lo que tenía, y sin hacer ruido, salí de la casa de mi padre para no volver nunca más.
 
 
¿Y QUÉ HABÍA ESCRITO EN ESA HOJA?
 
Jhasua me decía que el momento había llegado, y que la ignorancia del ser humano lo estaba acorralando. ¿Te puedes imaginar cómo me sentí, verdad?
 
 
¿DICES QUE TENÍAS CERCA DE LOS 30 AÑOS? ¿ENTONCES CÚANTOS TENÍA JHASUA CUANDO MURIÓ?
 
 
Cuarenta o cuarenta y uno. No murió con 33 años como se dice. Comenzó su vida más pública a los 29 años, pero estuvo diez años viviendo en todas partes y enseñando. Llegó a ser un gran terapeuta, muy reconocido por los amigos y los enemigos.
 
 
¿Y DÓNDE FUISTE CUANDO SALISTE DE CASA DE TU PADRE?
 
Fui a casa de un amigo de Jhasua. Yo solo le había visto una vez, pero confiaba en él. Me dijo que él había recibido un mensaje de que Jhasua quería celebrar una reunión con los amigos, que quería hablar con nosotros. Aquella reunión iba a ser una cena, y la hora de la cita a las seis de la tarde del día siguiente. Me quedé con él
en su casa, y cuando le dije mi intención de localizar a Jhasua en la ciudad, me dijo que no lo hiciera, que no era conveniente para su seguridad. El rostro de aquel hombre, tan preocupado, me resquebrajó por dentro.
 
Me deshice de mis ropas viejas, y me vestí con las mejores galas romanas de mi madre.
 
Comencé la búsqueda de Jhasua, hasta que di con él. Cuando me vio se echó a reír. Nunca me había visto vestida de mujer de aquella forma. Me abrazó y me dijo que tenía que hacer unas cuantas cosas, y que prefería estar conmigo en otro momento más tranquilo. Me invitó a la cena que al día siguiente iba a tener con todos sus acompañantes. El sabía que le había visto en sueños, ya que me envió ese mensaje. Pero cuando le pregunté que por qué lloraba, sonrió, me besó y me contestó que porque era muy feliz.
 
Le vi desaparecer entre sus seguidores, pero mi corazón se quedó pesaroso e intranquilo.
 
Al día siguiente, a la tarde, me puse mis mejores vestidos y acudí a la dirección que Jhasua me había dado. Llegué un poco tarde, ya que hubo un altercado en la calle entre soldados y gente del pueblo, y no era muy seguro andar por las calles.
 
Cuando llegué, subí unas escaleras y cuando me dispuse entrar en la sala donde estaban reunidos, oí algo que me dejó pegada al suelo y con el alma congelada. Jhasua les estaba contando lo que le iba a acontecer, e intentaba explicarles el sentido de todo aquello. No pude atravesar la cortina, y me quedé sentada en el suelo, al pie de la escalera. Uno de los sirvientes que atendía la mesa, al verme en el suelo, me preguntó si necesitaba algo, y como no le respondía, me invitó a que pasara a una salita contigua al comedor. Allí estaba molestando.
 
No sé cuánto tiempo pasó. En la misma posición en la que me dejó el sirviente, me encontró Jhasua luego. Se habían marchado todos, salvo dos de sus amigos que le esperaban en la calle. Uno de ellos creo que era mi querido filósofo.
 
Había entrado a la salita con una copa de vino, de la que bebió y luego me ofreció a mí. Entonces comprendí. Lo supe todo. Bebí y me abracé a él con desesperación. El me abrazó con fuerza, como lo hacía antaño, cuando niña. Yo entonces le miré y vi que lloraba y le supliqué que me permitiera estar a su lado. Él me dijo que tenía miedo, que su cuerpo temblaba ante lo que le esperaba, pero que su corazón estaba lleno de felicidad. Yo le insistí, quería estar con él, pero él, casi me suplicó, que me alejara. No quería que viese, que me destrozara el corazón. Yo todavía no había entendido lo que le movía a hacer aquello, y solo compartiría con él el dolor, y no la plenitud y el Amor que había en todo su Ser. Pero aunque me lo suplicó, no pude complacerle. Lo primero que hice, como una posesa, fue ir a entrevistarme con Poncio, pero había mucho alboroto en las calles, y los soldados no me permitieron verle. Estaba ocupado en asuntos más importantes. Entonces volví al lugar donde se había celebrado la cena, y ya no había nadie, pero uno de los sirvientes me dijo qué dirección había tomado Jhasua con sus dos acompañantes. Enseguida intuí hacia donde se dirigían. Había una zona muy alta, desde donde se veían los tejados de las casas de Jerusalén, y donde Jhasua, cuando estaba trabajando allí, solía escaparse para estar a solas. Me eché a correr, y perdí una de las sandalias de cuero, y como siempre, me herí en un pie. Me costó encontrarles, pero al fin vi a sus acompañantes. Uno de ellos era el filósofo, mi querido confidente, pero no deseaba en esos momentos hablar con ellos. Pensé que Jhasua no tenía que estar muy lejos, y seguí avanzando. Y lo encontré, arrodillado y abrazado a un fuerte árbol. Lloraba, pero en silencio. Mis pies quisieron moverse, echarse a correr de nuevo hacia él, pero su oración se hizo más sonora y suplicante, y quedé inmovilizada, escuchándole. Jhasua no oraba al Padre por él, ni le suplicaba que apartara el cáliz de su camino, ya que lo había elegido el mismo. Oraba por sus amigos, por sus hermanos. Quedarían solos, y sabía que los tiempos no iban a ser nada buenos para ellos. Los veía todavía tan débiles, tan indefensos..., por ello quería morir, quería ser su alimento, su fuerza, su energía. Quería vivir en ellos, luchar con ellos... ¿pero cómo hacerles comprender que lo que hacía era por ellos? ¿Que no iban a estar solos? Y de nuevo se echó a llorar, abrazando con más intensidad al viejo y frondoso árbol.
 
Ni hizo falta que fuera hacia él. Lo sabía, me había sentido. Se levantó, se volvió y vino hacia mí.
 
¿Tú si que me entiendes, verdad Camaleón? –me preguntó.
 
¡Creo que sí, Jhasua! Le contesté besándole el rostro.
 
¡Camaleón, vete de aquí... aléjate... no quiero verte sufrir!
 
¡Si me dejaras compartirlo contigo, no sufriría, y lo sabes!
 
¡No está en mi mano, Camaleón... es un asunto entre tu corazón y el Padre!
 
¡Ya lo he tratado con él, Jhasua, pero no me ha respondido!
 
¡Tienes tanto dolor en tu corazón, que no le puedes escuchar, Camaleón...!
 
Me has dicho tantas veces que soy una Hija del Sol, que al final me lo he creído. ¿Sabes? Es cierto que mi amor por esta Humanidad es algo débil, pero te amo a ti más que a mi propia existencia, y tú para mí eres la Vida, la Luz, el aire que respiro... ¿Sabes lo que le he pedido al Padre? Que me permita estar contigo, que si es necesario, volveré y volveré hasta el final del tiempo, trabajaré por esta humanidad que tanto amas, y que estoy empezando a sentir en mi Corazón, pero, quiero estar a tu lado, Jhasua.
 
¡Ya veo que ha llegado la hora para los dos! Siente también en tu corazón la plegaria de muchos de nuestros hermanos que en estos momentos, en el mundo, están entregándose con nosotros. Y confía... confía en el Amor, Camaleón. Y por favor, hermana... si has decidido estar cerca de mí, que no haya lágrimas en tus ojos, ni dolor en tu corazón. Necesitaré la sonrisa de mis hermanos para poder avanzar en mi camino.
 
Sentí que Jhasua necesitaba estar a solas unos momentos, me abracé a él y salí corriendo de allí.
 
Me quedé rezagada entre los matorrales, esperando los acontecimientos.
 
 
¿ERAS CONSCIENTE DE LO QUE LE PEDÍAS AL PADRE A CAMBIO DE ESTAR AL LADO DE JHASUA?
 
Claro. Era morir y volver a nacer, morir y volver a nacer, así durante años y años..., ese era el concepto que tenía entonces. Y en aquel trance tan doloroso y decisivo me di cuenta que amaba tanto o más el sueño de Jhasua que a él mismo, que no solo era el sueño de él, sino el objetivo de todos los hermanos, los hijos del Sol, en esta dimensión de la materia. Pero mi despertar fue así, un poco chapucerillo. ¡Qué vamos a hacer! Éramos todos hermanos, procedíamos del mismo lugar, y mira la diferencia de consciencia entre Jhasua y yo, por ejemplo. El me decía que era por necesidad del guión de la puesta en escena del Sueño de la Vida, que lo más importante era ser coherente con nuestra interpretación y dar lo máximo de nuestro Ser en ese pequeño papel interpretativo. ¡Si le hubiese comprendido antes como lo hago ahora...!
 

 
¿Y QUÉ SUCEDIÓ DESPUÉS?
 
La guardia del templo fue a por él. Mi filósofo se interpuso entre esa gente y Jhasua, y recibió un fuerte golpe que le dejó sin sentido y tendido en el suelo. Cuando desaparecieron con Jhasua, me acerqué a Jhoan y le ayudé a levantarse. Estaba conmocionado y desesperado. Yo intenté tranquilizarle, y al final nos serenamos los dos. Estudiamos meticulosamente nuestros próximos movimientos, con el fin de estar cerca de él. Los dos éramos conscientes de lo que iba a acontecer, y el significado de ello, y aunque el corazón nos sangraba, nuestro espíritu lo aceptó, y nos preparamos para ser el apoyo que Jhasua tanto iba a necesitar, y no unas plañideras.
 
Yo era conocida y respetada en los círculos romanos. Podía tener acceso a casi todos los lugares públicos y a algunos privados. El hecho de ser amiga de Poncio, me abría todas las puertas. Además yo vivía como una romana y me comportaba como tal, y por qué no decirlo, mi madre debió ser alguien importante en los ambientes romanos. Todos sus amigos me decían que era el vivo retrato de ella. Entonces comprendí el por qué mi padre huía casi siempre de mi presencia. La amó intensamente, y yo se la recordaba constantemente. Gracias a ese privilegio que tenía yo, Jhoan también tuvo acceso a todos aquéllos lugares.
 
Fuimos testigos de todo el proceso en la zona romana, pero cuando se lo llevaron al Templo, a la presencia de los sacerdotes, no pudimos seguirlo. Me enteré que mi padre formaba parte de aquel vergonzoso tribunal, y que fue uno de los que más le ridiculizó y ofendió. Sigo amando a ese hombre que fue mi padre, y espero que hoy sea uno de los muchos, como Judas y Poncio, que trabaje en este Plan tan Maravilloso de Amor.
 
El primer golpe que recibió mi corazón, fue en el patio de atrás, el que daba acceso a la vivienda de Caifás. Hasta allí, sí que me atreví a ir, ya que salvo mi padre y unos pocos de los sacerdotes, no me conocían. Además estaba estratégicamente mezclada entre la gente. Los guardianes y servidores de algunos sacerdotes estaban mofándose de Jhasua. Le habían atado las muñecas por atrás, en la espalda. Y uno de ellos le soltó semejante golpe en la cara, que con su fuerza y altura le tiró al suelo. Pero no fue por algo que dijera, ya que Jhasua estaba en silencio, sino por atreverse a mirarles con la cabeza alta y a los ojos. Él no les tenía miedo y eso era lo que más les enfurecía. Comenzó a sangrar por la nariz y por la boca. Pero como tenían que presentarlo ante el sanedrín, le echaron por encima un recipiente con agua. Cuando le metieron en el interior, ya no pude seguirle.
 
Yo sabía que tarde o temprano lo llevarían ante Poncio, y hacia allí me fui, hacia el puesto militar. Como siempre, estaba ocupado. Él ya sabía para qué quería hablar con él, y no deseaba el encuentro. Así que esperé, casi toda una mañana, y al final, el funesto cortejo apareció. Poncio les estaba esperando, fuera de sus estancias, en el patio, donde entrenaban sus soldados. Cuando vi aparecer a Jhasua, mi corazón se estremeció y mi vientre se revolvió. Estaba lleno de magulladuras, moretones, salivazos, golpes, su precioso pelo revuelto y manchado de barro. El mismo Poncio se ofendió por llevar ante él a un preso tan sucio y en esas condiciones. Y ordenó que fuera limpiado antes de comenzar el proceso.
 
Se lo llevaron, y al cabo de unos minutos lo volvieron a poner ante la presencia del procurador. Estaba totalmente desnudo y chorreando agua. Uno de los soldados le echó por encima una capa, y Poncio, muy contrariado, dio comienzo a la farsa del juicio.
 
Es cierto, y doy fe, de que Pilatos hizo lo imposible por salvarle la vida, pero a pesar del poderío romano, aquel hombre estaba hipotecado por los entresijos de la política, y al final, asqueado de aquellos sacerdotes y harto de aquella “gentuza” como él llamaba a los judíos, hizo un gesto muy típico en él, que era el frotarse las manos, como diciendo “no me pringo en esto”. Yo no vi que se lavara las manos en ningún sitio. Eso sí, para contentar a la muchedumbre, ordenó que fuera flagelado según la ley romana, ya que el castigo iba a ser infligido por romanos. Y la flagelación romana era pública, con el reo completamente desnudo, y los golpes eran cien más uno. Pocos sobrevivían a ese castigo, y los que lo hacían, quedaban lisiados para el resto de su vida.
 
Ordenó este castigo en la creencia, creo yo, que el populacho se contentaría, y así darle la posibilidad de sobrevivir.
 
La flagelación, como te he dicho, era pública, y se iba a ejecutar en aquel mismo patio, pero solo podían estar presentes ciudadanos romanos. Al resto, a pesar de las quejas y gritos, los echaron fuera. Solo quedaron en el patio los soldados, servidores de Poncio y algún que otro mercader extranjero. Jhoan no quería salir de allí, y vino hacia mí. Yo sí que podía permanecer allí, por mi condición de romana, aunque los soldados que me veían se extrañaban de que a una mujer le gustase ver aquél espectáculo. Les incomodaba, pero no podían prohibírmelo. Uno de ellos, que sabía también mi condición de judía y la relación que me unía al preso, para vengarse de mí, creo yo, me cogió amablemente del brazo, pero con fuerza, casi arrastrándome, y me obligó a estar apenas a un metro de Jhasua. Jhoan, fue arrastrado igualmente detrás de mí. Aquel soldado, que era uno de los responsables de la guarnición, me gritó al oído, que si salía de mi boca una palabra o un grito, degollaría delante de mí a Jhoan. Yo creo que en aquellos momentos mi corazón dejó de latir. Al menos yo ni lo sentía, como tampoco mis piernas. Le arrancaron a Jhasua la capa que le habían puesto anteriormente por encima, le ataron las muñecas a un poste, a la altura de su pecho, y de un golpe de pie de uno de los soldados, le dejaron con las piernas totalmente abiertas. Aquellos hombres, que no eran más que basura alcoholizada, dejaron caer a un lado los látigos, se miraron entre sí, y soltaron carcajadas que retumbaron en los pilares del patio. En aquel momento empecé a morir, en mi corazón se abrió una herida que empezó a sangrar. Estaban violando a mi Jhasua, uno tras otro, como bestias, y yo con las manos tapando mi boca para no cometer el error de gritar. Jhoan se abrazó a mí, y fue entonces cuando Jhasua se volvió hacia nosotros y nos sonrió y oímos su voz, aunque él tenía la boca cerrada por la hinchazón de los golpes: “Animo, hermanos, que el Amor está con nosotros”. Cuando ya aquellas bestias ignorantes lo creyeron oportuno, cogieron sus látigos y comenzaron a golpear a Jhasua por todo su cuerpo. Contabilizaban los golpes, y yo sentía, a cada golpe, cómo mi corazón se debilitaba más y más. Y por fin el ciento uno, más una patada que le dieron en el bajo vientre para que se pusiera en pie. Jhasua violado, vejado, ultrajado y destrozado a golpes. Muy pocos han dejado testimonio fiel, y los que lo han hecho, se quedaron cortos. Además... ¿cómo iban a dar testimonio de algo que no vieron? Tan solo Jhoan estuvo conmigo, y el filósofo perdió allí el brillo de sus ojos.
 
Uno de los soldados, como vio que Jhasua se tambaleaba peligrosamente y necesitaba terminar de ajustar unas cadenas, lo empujó hacia mí, quedando a merced de mis brazos. Jhoan me ayudó a sujetarle, ya que si no los dos nos hubiéramos caído al suelo. Me olvidé de sus heridas, del mal estado en el que estaba, le estrujé contra mí, le abracé con toda mi alma, y sentí su corazón muy acelerado. Tenía mucha fiebre, y temblaba. Le besé y le dije al oído: “No te olvides de mí, llévame contigo”. Y de nuevo nos lo arrancaron. Como debía ser presentado de nuevo ante Pilatos, lo metieron de un golpe en un abrevadero para quitarle del cuerpo la sangre. Lo sacaron y le pusieron por encima una túnica oscura. Uno de aquellos verdugos había preparado otro artilugio de tortura que empleaban muy a menudo. Era un casquete hecho con ramas de una planta que tenía unas espinas del tamaño de un alfiler, de los de ahora. No era mortal, pero sus efectos castigaban mucho al reo y lo ponían al límite. Necesitaron ayudarse de un martillo para encajarlo en su cabeza, y yo ya no pude más y me eché a correr hacia él sujetándome desesperadamente a sus piernas. Uno de los verdugos me soltó de Jhasua, y de un golpe en el rostro me lanzó contra la pared del pórtico. Mi visión se nubló y perdí el conocimiento. Cuando reaccioné, el patio estaba vacío, pero Jhoan estaba a mi lado. Tenía una herida en la cabeza y él me la estaba intentado curar, pero lo que no conseguía era parar la hemorragia. Me había mordido la lengua con el golpe, y me sangraba mucho, y además, se me había hinchado de manera que para respirar lo tenía muy difícil. Pregunté por Jhasua, pero Jhoan me dijo que definitivamente había sido condenado a la muerte en la cruz, y que acababan de cargarle con el tronco y se dirigían hacía el Gólgota. Jhoan quería ir tras él, pero yo no estaba para correr. Le pedí que se fuera, que no le dejara solo. Y así lo hizo. Yo como pude me levanté, me tapé la boca con una parte de mi vestido para controlar la hemorragia, y me puse a andar lentamente. Como vi que no podía hacerlo por mí misma, vi a dos hombres a la salida del patio y les di todo el dinero que tenía con la condición de que me llevarán al Gólgota. No tenían aspecto de ser unos aprovechados, pero se pensaron mucho el ir hasta allí. Me miraron con un gran interrogante en sus rostros, y accedieron, pero me pidieron algo más, un anillo de oro de mi madre, que era el único que conservaba. Se lo di, y ellos cumplieron su cometido. Pero faltaban escasamente unos cinco metros para acceder donde estaban preparando a los reos, cuando unos soldados nos cortaron el camino. Ellos me dejaron tirada en el suelo, y yo sin fuerzas para poder levantarme. Alcé mi cabeza y le vi. Le habían quitado de un golpe la capa, y la piel de su cuerpo se había quedado pegada en la tela, volviendo a sangrar una vez más. Ya no le veía el rostro, hinchado y deformado por los golpes, lleno de sangre y de polvo... Aquél rostro que tanto me enamoró, encendía ahora mi corazón como una antorcha. Quise avanzar arrastrándome, pero el fuego de las fogatas encendidas, el fuerte viento que se había desatado, y aquella sombra oscura y asfixiante que rodeaba el lugar, me impedía avanzar. Se disponían a tumbarle en el suelo para clavarle, y mi corazón ya no resistió más. Sabía que en mi cuerpo algo andaba muy mal. Ya no sentía mis piernas, y tampoco podía hablar. Jhasua se dejaba hacer, a pesar de su sufrimiento, nunca dejó de sonreír y levantó su rostro hacia el Cielo, y fue en ese momento, cuando el aire dejó de soplar, las personas se quedaron inmóviles, como muñecos, el fuego se aquietó, y se hizo un gran silencio. Yo sentí cómo se me caía algo al suelo, sin embargo estaba sobre él, y al momento me sentí ligera y de pie. Enseguida me di cuenta de lo que estaba sucediendo. Había dejado mi cuerpo en tierra, sin vida. Mi corazón había estallado, y por fin era libre. Vi que Jhasua estaba esperándome con los brazos abiertos y volé hasta él y me abracé con tanta intensidad, que me sentí parte de él, fundida a él. Me sentí en el interior de un volcán, donde había más hermanos. Fuego, energía, expansión, color, luz, plenitud y Amor... Un Amor que te rompía en mis pedazos y te recomponía otra vez. Dolor, mucho dolor..., pero cuanta felicidad... Estaba en el Corazón de Jhasua, estaba sintiendo y experimentando la energía del Padre, estaba compartiendo con mi amor la última entrega, la culminación de una existencia. Miré a los ojos a Jhasua, y esta vez, aunque seguíamos en la cruz, sus ojos estaban abiertos, transparentes, chispeantes y llenos de plenitud y de vida. Y en aquel momento, con voz grave y temblorosa exclamó: “El Amor les ha perdonado, porque no saben lo que están haciendo. ¡Pero nosotros sí, Padre, lo sabemos! Ahora estamos en tus manos, Padre, esta locura maravillosa, ha comenzado”.
 
Y lo último que recuerdo fue de nuevo el fuego, el calor, el dolor y una fuerte explosión que me cegó y me absorbió hacia el interior del pecho de Jhasua.
 
 
LA VERDAD ES QUE... ME HAS DEJADO SOBRECOGIDO... TENGO EL CORAZÓN A LA ALTURA DE LA GARGANTA... Y ME APETECERÍA LLORAR UN POCO PARA DESAHOGARME, PERO TENGO QUE SEGUIR CON LA ENTREVISTA... ENTONCES..., POR LO QUE HAS CONTADO..., ESO DE QUE JHASUA DIJO “PADRE, PADRE POR QUÉ ME HAS ABANDONADO...”, INTUYO QUE NO TIENE MUCHO SENTIDO...
 
¡Ninguno..., es que no lo dijo! ¿Cómo va a lamentarse de que su Padre le ha abandonado, si estaba en él? ¡Era totalmente consciente de que el Sol iba a hacer explosión con él! Otra cosa que no es cierta, para nada, es que Jhasua fuera un varón de dolores, un chivo expiatorio, un hombre que cargó con la ignorancia del mundo...
 
¡Mentira! ¡Mentira!
 
Jhasua, aun en los momentos más álgidos, siguió sonriendo y entregándose con alegría. No fue un chivo expiatorio porque no había nada que expiar, tan solo combatir la ignorancia en la que está sumida esta humanidad. Y no cargó con la ignorancia del mundo, sino que la abrazó, que es muy distinto. Para él no fue una carga, fue un acto de amor hacia sus hermanos.
 
Pero el hombre sigue sin creer en él, en lo que hizo. Están tan lejos de experimentar ese sentimiento de Amor en sus entrañas, que les parece imposible que un hombre fuese capaz de hacer lo que hizo Jhasua. Es mejor creer que era DIOS, y para Dios es fácil hacerlo. Es mejor idolatrar a un ser, haciéndole responsable de lo bueno y de lo malo que nos acontece en nuestras vidas que descubrir la divinidad que hay dentro de cada uno de nosotros, y actuar en consonancia.
 
Doy fe de que Jhasua no fue ningún dios especial. Fue un SER HUMANO, UN HIJO DE LA LUZ, como todos, que descubrió su propio grial en su corazón, y desbordándolo, lo dio a beber a la humanidad. Sigámosle, y hagamos lo que él hizo.
 
Que Lucifer no es el malo de la película. Es nuestro hermano. Que el demonio no existe, es nuestra propia ignorancia la que nos acecha constantemente.
 
Que no somos pecadores ni merecedores de un Juicio Final de Dios. Tan solo lo tendrán aquellos que no saben perdonarse a sí mismos ni a los demás. Ellos ya están viviendo en su propio infierno. Somos queridos, amados, mimados por el Cielo, pero nuestro corazón está todavía tan dormido... que preferimos permanecer en una pesadilla que despertar a la Vida y a la Luz del Universo.
 
 
por RAQUEL REYES J. (CAMALEÓN)

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