jueves, 2 de junio de 2016

Las siete Leyes Espirituales del Exito. (3ª La Ley del Karma o de Causa y Efecto)



III. La Ley del Karma o de Causa y Efecto.

La tercera ley espiritual del éxito es la ley del karma. El "karma" es a la vez la acción y la consecuencia de esa acción; es causa y efecto al mismo tiempo, porque toda acción genera una fuerza de energía que vuelve a nosotros de igual manera. No es desconocida la ley del karma; todo el mundo ha oído la expresión "Cosechamos lo que sembramos". Es obvio que si deseamos crear felicidad en nuestra vida, debemos aprender a sembrar las semillas de la felicidad. Así, el karma entraña la acción que resulta de las decisiones conscientes.

La mayoría de nosotros, como consecuencia del condicionamiento, respondemos de manera repetitiva y predecible a los estímulos de nuestro medio ambiente. 

Al parecer, nuestras reacciones son provocadas automáticamente por las personas y por las circunstancias, y así olvidamos que esas reacciones son opciones que escogemos en cada momento de nuestra existencia. Sucede simplemente que escogemos esas opciones inconscientemente.

Si nos detenemos un momento y observamos las opciones que escogemos en el instante mismo en que las escogemos, ese simple acto de convertirnos en espectadores nos permite sacar todo el proceso del reino del inconsciente para traerlo al reino de la conciencia. Este procedimiento de elección y de observación conscientes da mucho poder.

El universo tiene un mecanismo muy interesante para ayudarnos a tomar decisiones correctas espontáneamente. Este mecanismo se relaciona con las sensaciones del cuerpo, las cuales son de dos tipos: de bienestar o de malestar. En el instante mismo en que estemos tomando una decisión conscientemente, prestemos atención a nuestro cuerpo y preguntémosle: "¿Qué pasa si opto por esto?" Si el cuerpo nos envía un mensaje de bienestar, es la decisión correcta; si da señales de malestar, entonces no es el camino apropiado.

Sólo el corazón sabe la respuesta correcta. 

La mayoría de las personas piensan que el corazón es sensiblero y sentimental, pero no es así. El corazón es intuitivo; es holístico, es contextual, es relacional. No se orienta a perder o a ganar. Tiene acceso al computador cósmico - el campo de la potencialidad pura, del conocimiento puro y del infinito poder organizador - y toma todo en cuenta. En algunas ocasiones, quizás no parezca razonable, pero la verdad es que su capacidad de computación es mucho más exacta y mucho más precisa que la de cualquier cosa que se encuentre dentro de los límites del pensamiento racional.

¿Qué pasa con el karma del pasado y cómo influye en nosotros ahora? Con respecto al karma pasado, se pueden hacer tres cosas: La primera es pagar las deudas kármicas. 

La mayoría de la gente escoge hacer esto - inconscientemente, claro está. Ésta también puede ser nuestra opción. Algunas veces, el pago de esas deudas implica mucho sufrimiento, pero la ley del karma dice que en el universo jamás queda una deuda pendiente. El sistema contable de este universo es perfecto, y todo es un intercambio constante, de un lado a otro, de energía.

La segunda posibilidad es transformar o convertir el karma en una experiencia más deseable. Éste es un proceso muy interesante, en el cual uno se pregunta, mientras paga la deuda kármica: "¿Qué puedo aprender de esta experiencia? ¿Por qué me está sucediendo esto y cuál es el mensaje que el universo trata de comunicarme? ¿Cómo puedo hacer que esta experiencia sea útil para mis congéneres los seres humanos?"

La tercera manera de enfrentar el karma es trascendiéndolo. Trascender el karma es independizarse de él. La manera de trascender el karma es entrar constantemente en el espacio de la conciencia pura para sentir el yo, el espíritu. Es como lavar un trapo sucio en una corriente de agua; cada vez que se lava, desaparecen algunas manchas, y si se lava una y otra vez, cada vez queda más limpio. Limpiamos o trascendemos el karma entrando y saliendo del espacio de la conciencia pura. 

Esto, claro está, se hace mediante la práctica de la meditación.

Todos los actos son episodios kármicos; beber una taza de café es un episodio kármico. Esa acción genera recuerdo, y el recuerdo tiene la capacidad o la potencia de generar deseo, y el deseo genera nuevamente una acción. El sistema operacional del alma consta de karma, recuerdo y deseo. El alma es un haz de conciencia en el cual residen las semillas del karma, el recuerdo y el deseo. Cuando tomamos conciencia de esto, nos convertimos en generadores de realidad conscientes. Tomando conciencia de las elecciones que hacemos, comenzamos a generar acciones que encierran un proceso de evolución tanto para nosotros como para todos los que nos rodean. Y eso es todo lo que necesitamos hacer.

Mientras el karma sea evolutivo - tanto para el yo como para todos los afectados por el yo - los frutos del karma serán la felicidad y el éxito.


Extraído del libro: Las siete Leyes Espirituales del Exito.
DEEPAK CHOPRA - 1994
Se recomienda su lectura completa y detallada.
 

http://rosacastillobcn.blogspot.com.es/

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