jueves, 28 de mayo de 2015

EL AMOR NUNCA LE DA LA ESPALDA AL DUELO




Publicado por Julieta Herrera en Universo Espiritual Comunidad.
http://universo-espiritual.ning.com/
Y estamos aquí, mientras los sueños se desmoronan a nuestro alrededor. Nos mantenemos muy cerca, muy cerca del suelo, del suelo al que todos los sueños están regresando ahora, de la fuente que dio lugar a los sueños, antes de que siquiera supiéramos que eran sueños. Su muerte no es inherentemente negativa, y no está trabajando en contra de nosotros; tiene que haber una amorosa muerte mientras el corazón se abre a más vida, a la alegría, a la compasión, a la gratitud, a nuevos comienzos, a misteriosos mañanas.
El amor implica duelo, si ha de ser amor verdadero, porque siempre hay esta aguda consciencia de transitoriedad, saboreando la belleza de cada encuentro, la cristalina fragilidad de los momentos que nos son dados, el asombroso regalo de la vida. Así como todo converge, todo se viene abajo. Así como todo vuelve a la totalidad, todo se desmorona. Lo que se puede tener, se puede perder, se puede consumir en el fuego del tiempo, y el amor nunca se da la espalda a sí mismo, ni a ninguna parte de sí mismo. El amor no puede olvidar. Nunca olvidará.
Un corazón roto es un corazón abierto a las llamas, un corazón oxigenado, un corazón que no se aferra a los sueños, sino que se inclina ante ellos conforme se van consumiendo, les agradece, los libera, los santifica, los deja ir. Cuando penetramos los ojos de un amigo, de un amante, de un padre, de una flor, de nuestro hijo, de nuestra querida mascota, nos reconocemos a nosotros mismos, y reconocemos que no podemos aferrarnos, porque no existe ninguna entidad llamada 'yo' a la que podamos asirnos, no hay nada ni nadie de lo que nos podamos apropiar. Sólo amor. Los amantes, los amigos, la familia, todos ellos se irán, cambiarán, nos dejarán, volverán, nunca volverán, se olvidarán, recordarán. Sus cuerpos se romperán, eventualmente; su forma está sujeta a leyes antiguas, y ninguna forma ha escapado de ser forma ni ha trascendido la forma. Sólo lo que no tiene forma, su presencia, nuestra sola presencia, es inmutable aquí, independientemente de los cambios del día; inamovible, a pesar de los sueños; así que debemos lamentar la muerte de la forma, sí; amar la muerte de la forma, sí; celebrar la muerte de la forma, sí; la muerte de una dulce parte de nosotros, y volver cada momento a la quietud, al silencio, a la presencia, al suelo, al amor mismo, no a nuestros sueños acerca del amor, que son hermosos, pero que no nos ofrecen seguridad, ni oxígeno, ni descanso.
Manteniéndonos cerca del suelo, con nuestros corazones encendidos, caminamos o no, nos sentamos, nos acostamos, nos dormimos, forjando un camino hacia lo desconocido, momento a momento sagrado, con la gratitud como nuestra única guía.
Si es algo menos que la totalidad, por favor, no lo llames amor, porque así no es como lo entiendo.
- Jeff Foster

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