lunes, 2 de marzo de 2015


(CONOCERSE A SÍ MISMO)





En esta primera parte de nuestros estudios del HOMBRE y sus CUERPOS, vamos a tratar de aclarar y definir en la medida de nuestras posibilidades cuales son los INSTRUMENTOS, VEHÍCULOS y CUERPOS por los cuales el hombre como ALMA y CONCIENCIA puede actuar y manifestarse en cualquiera de los diferentes Planos, Mundos o Dimensiones del Cosmos estudiados en un capítulo anterior. Esto nos dará una amplia y verdadera visión para comprender cual es el "VERDADERO EQUIPO" que dispone el hombre para exteriorizarse y evolucionar en la vida de su manifestación.
Conocerse a sí mismo es necesario, si queremos alcanzar algún grado de Sabiduría. Conocerse es llegar a ser consciente de los diferentes CUERPOS, que componen nuestra verdadera naturaleza, tanto humana como divina; conocer la composición como estructura, no tan sólo de nuestro mecanismo físico, sino también del psíquico, mental y espiritual de nuestro verdadero ser; desde los "cuerpos" más densos hasta los más sutiles; de los PRINCIPIOS que animan dichos cuerpos, de las necesidades que nos hacen sentir y de los estados de conciencia que les corresponden.
Todos nos hemos observado un poco, y tratamos de conocer cuales son algunas de nuestras tendencias, buenas o malas, mentales o emocionales, y decimos: ¡Ya me conozco! Pero todavía no nos conocemos, ni siquiera nos hemos aproximado a nuestro mundo interior. En realidad, hoy en día, no existe ninguna representación del ser humano completa que abarque íntegramente su gran complejidad; por ello no hay que extrañarse de que las Religiones y los diferentes sistemas filosóficos no hayan tenido la misma concepción de su estructura y composición integral. En su libro “La Vida Psíquica: elementos y estructuras”, el Señor Oraam Mikhaël Aivanhov, expone muy acertadamente:
“Los Hindúes, por ejemplo, dividen al hombre en 7, y los Teósofos también han adoptado esta división. Los Astrólogos lo dividen en 12, en correspondencia con los doce signos del Zodiaco, y los alquimistas en 4, de acuerdo con los cuatro elementos. Los Cabalistas han escogido el 4 y el 10: los cuatro mundos y los 10 Sefirots. En la Religión de los Antiguos Persas, el mazdeísmo, y después en el maniqueísmo, el hombre se divide en 2, de acuerdo con los dos principios del BIEN y del MAL, de la Luz y las Tinieblas, Ormuzd y Ahrimán. En cuanto a los cristianos, a menudo lo dividen en 3: Cuerpo, Alma y Espíritu. Aún añadiremos que ciertos esoteristas han escogido la división del 9, porque repiten el tres en los tres mundos, Físico, Espiritual y Divino.
¿Dónde está la verdad?
Está en todos. Depende del punto de vista con el que se observe al hombre. Por eso no hay que rechazar ninguna de estas divisiones. Estas divisiones sólo son medios para presentar tal o cual aspecto de la realidad. No se contradicen entre ellas porque cada una es verdadera desde un punto de vista distinto.
Cuando escuchamos estas afirmaciones, aparentemente tan extrañas, que el hombre posee o poseemos varios cuerpos, surge en la mente de cualquier persona normal una sonrisa de escepticismo natural. Pero debemos comprender, que el ser humano no nace como cuerpo físico y después lo habita un alma, su andanza en el universo no empieza aquí en este planeta y en este plano físico. Sino que él “desciende desde lo alto” y se introduce en un cuerpecito de bebé y le da la vida. Antes de nacer, nuestro Ser ya esta en otros planos, en otras dimensiones, por lo tanto allí también necesita “cuerpos sutiles” para moverse o manifestarse como en el mundo físico. Por lo tanto, cuando nacemos ya poseemos varios cuerpos o vehículos de energías diferentes, aunque ahora no todos sean consciente de ello.
¿Para que sirven dichos cuerpos?
Primeramente hay que aclarar que nuestro verdadero “YO” no es ninguno de estos cuerpos. No hay que confundir al traje que nos ponemos para vestirnos, con la persona que se viste. Nuestro Ser Superior, que en los estudios esotéricos recibe el nombre de “Mónada” o “Espíritu”, por residir en el Plano Monádico, es una Entidad de tal Luminosidad y Belleza que difícilmente, debido a Su altísimo estado de vibración, puede descender a los planos más densos de la creación y experimentar allí, o manifestarse plenamente con todo su poder y gloria. Ese es uno de los propósitos o misterios de la Vida del Hombre. Manifestar toda Su Gloria como hijo de Dios en el plano físico y a través de un cuerpo denso. Cuando se alcanza tal supremo estado de manifestación, entonces “REDIMIMOS LA MATERIA” creando un canal perfecto de unión entre lo superior y lo inferior, entre el Cielo y la Tierra, tal es la Gran Obra.
Para conseguir este descenso en la ardua tarea de inclusión, el Espíritu se va rodeando, plano tras plano de vestiduras más densas, hasta alcanzar el último vehículo de manifestación que llamamos Cuerpo Físico. Anteriormente se ha tenido que recubrir necesariamente de un Cuerpo Mental, y de un Cuerpo Astral. El conjunto de estos TRES CUERPOS, Mental, Astral y Físico, que corresponden a los niveles de pensamiento, emoción y actuación respectivamente, es lo que esotéricamente se denomina PERSONALIDAD. Así pues el hombre piensa, porque tiene un cuerpo mental, siente porque tiene un cuerpo astral y actúa porque tiene un cuerpo físico. Y mediante estos tres aspectos del Ser, el hombre evoluciona a través de experimentar en dichos planos, correspondiéndole a cada uno, diferentes estadios de conciencia y percepción.
Estudiemos ahora cada cuerpo o vehículo inferior del hombre por separado, lo que llamamos “PERSONALIDAD” o Cuaternario inferior” después estudiaremos los Cuerpos Superiores. Estos son:
EL CUERPO FÍSICO, o Denso.
ELCUERPO ETÉRICO, Pránico o Vital.
- EL CUERPO ASTRAL, Emocional o de Deseos.
- EL CUERPO MENTAL.
Francisco Redondo Segura.
(Continuarán los estudios de cada uno de los cuerpos)

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