sábado, 18 de junio de 2016

Tú sabes volar. (Francesco)


Francesco
Tú sabes volar.


Por qué caerse y arrastrar las alas cuando podemos tener tanto Cielo arriba.

Si miraras hacia atrás, podrías darte cuenta de cuánto pudiste desplazarte.

Mientras tanto, en la casa de Camila...

Camila estaba muerta de sueño preparando su conferencia para su congreso.

Después de acostar a sus niñas e irse a dormir pensó en Agustín y apenas se acostó, soñó con el encuentro del aeropuerto.

Quizás lo encuentre, se dijo unos minutos antes de despertarse totalmente.

Esa mañana se dispuso a llamar por teléfono a su querida amiga Xóchilí y le comentó el sueño que había tenido.

Su querida amiga no dudó en darle ánimo y un poco en broma y un poco en serio le volvió a decir: el amor no se busca, el amor aparece pero ayuda a Cupido, amiga.

—Cuéntame cómo está tu familia —le dijo Camila a su amiga un poco cambiado de tema.

—Muy bien —dijo Xóchilí mientras sacaba del fuego unos huevos revueltos—. Ya sabes, Víctor da trabajo pero yo también lo doy. Ya hace quince años que soy feliz con este bendito hogar.

Tú qué crees amiga, que no hay pareja lindas, sólo que no son perfectas. A mí no me hace feliz verte sola, pero es preferible que estés sola antes que mal acompañada. Te dejo, amiga, otra vez se me volcó la leche. Bye, bye.

Y Camila cortó la llamada que había realizado y acomodó su cartera.

“Nunca encuentro nada”, se dijo a sí misma. Mientras, seguía quitando papeles y papelitos. “Esto es un desastre”, se dijo, y sin querer tocó algo frío en el fondo de su cartera. Qué alegría, era su pirámide, ésa que le había regalado la muchacha del hospital Había aparecido como por arte de magia cuando ya creía que la había perdido.

—Buscaré una cadena y me la llevaré —dijo en voz alta y animada.

Volvió a sonar el timbre del teléfono, corrió para llegar antes que la llamada se cortara y grande fue su sorpresa cuando del otro lado escuchó la voz de Damián. —Hola Camila, ¿Cómo estás?

—Yo bien. ¿Y tú?

—Como nuevo, doctora. Te llamo porque soñé que te acompañaba a la India. ¿Recuerdas que cuando me regalaste el elefante de sándalo mencionaste que me traería suerte?

—Si, claro que lo recuerdo. Y tú dijiste que tendría que ser un elefante más grande porque ése no alcanzaba. Y nos reímos del chiste cuando te hizo efecto.

—Sí fue magnífico. Tú tenías el mérito de como hacerlo.

—Claro que no.

—Cómo que no, tú hiciste lo que la medicina te enseño

—Vamos, Damián, tú sabes que contigo ocurrió un milagro. Ni siquiera el médico más científico y escéptico del hospital tuvo argumento a tu sanación espontánea.

—Volviendo al tema de tu sueño, quiero ir a ver a tu gurú y deseo que me acompañes.

—Y para cuándo deseas realizar tu viaje.

—Tú dime cuándo puedes. Sólo recuerda que en el momento en que me lo regalaste me dijiste que quizás yo podría viajar contigo.

—Sí, ya sé. Te diré un dicho de mi hija siempre dice: quien promete, tiene una gran imaginación, quien cumple tiene un gran corazón.

—Tiene razón tu hija. Ahora, de verdad, ¿para cuándo, doctora?

—No lo sé. No creo que pueda este año. Dentro de unos días estaré viajando para dar una conferencia en un congreso.

—¿Y dónde es el congreso?

—En España.

—¿Puedes seguir de viaje a la India luego de la exposición?

—Es que mis niñas no estarían bien si me ausentara tanto tiempo. En el hospital tampoco me darían permiso. No quiero decirte con seguridad algo que se escapa a mis posibilidades.

—Qué dirías si esto te lo estuviera preguntando sabiendo yo que me iba a morir.

—Te diría que en cuanto te curaras iríamos.

—Y qué... ahora no lo cumples porque estoy bien.

—Damián, no me chantajees.

—¿Acaso tú no me has dicho que en ese lugar se respira amor? ¿Tienes miedo de que el amor te haga mal? Claro que no, ¿verdad?

—Pero ¿Quién cuidará a mis niñas y qué diré en el trabajo?

—Vaya que resultaste cobarde, amiga. Piénsalo, yo seguiré siendo tu amigo pero recuerda que todo lo que prometes se tiene que cumplir.

Y Cami llamó a Xóchilt, su amiga del alma, la cual era muy obvio que de su parte no tendría problemas en ayudarla con las niñas. Además que siempre algún comentario tendría que hacer con respecto a la soledad de su adorada amiga. Sé libre, amiga, dile a la vida que sí,

—Tú crees en las señales. ¿No dices que la forma en que se dio el milagro de Damián superó tus expectativas, que ya no tienes miedo de nada?

—Vamos, nena, atrévete. Esta vida se la beben los aventureros.

—Transita la vida con mente abierta, un cuerpo flexible a los cambios y un Alma curiosa.

—Vete, amiga, combina el congreso con tu viaje a la India. Total, sólo tendrás que atravesar dos continentes.

—Es como ir de aquí a tu casa.

—Me haces muy feliz, siempre tan positiva, Xóchitl, y tan amiga.

Su tierna amiga había producido el clic y le había dado el empuje que estaba necesitando.

Camila se imaginó las escenas futuras al anunciarle a su madre que nuevamente viajaría. Pensó en cómo sus hijas llorarían otra vez al decirle que partiría.

Su jefa pondría el grito en el Cielo. Pero grande fue su sorpresa cuando ninguna de las personas que ella había imaginado que tomarían a mal su decisión reaccionó de esa manera.

Recordó las palabras del hombre que le había leído las manos.

Todo indicaba que ella estaba eligiendo bien su camino.

“Vuela, muchachita de ojos azules. Tú que llevas el color del Cielo en tus ojos apréciate y reconoce tu Alma vieja repleta de sabiduría. Busca a tu Maestro una y mil veces, y sigue siempre a tu intuición y a tu corazón. Ellos nunca se equivocaron contigo”.



Mientras tanto, en el Cielo...

No había forma de encontrar el elemento que hiciera que el Alma de Agustín recordara la vida del Cielo.

Todos los Maestros se encontraban muy atentos a sus tareas.

Un gran silencio y el sonido de algunas gaviotas flotaban en el aire.

—¿Qué día es hoy? — preguntó un Maestro.

—Es tres de enero. ¿Por qué lo preguntas?

Faltan sólo tres días para que vengan nuestros amados reyes —contestó otro Ángel.

Necesito que me alcances mirra, incienso y benjuí de alguna iglesia. Tráeme de esos elementos sólo sus esencias.

Todos los Maestros estaban realizando sus diversas tareas. Los guardianes del sexto Cielo no tardaron en terminar de ordenar sus bibliotecas. Uno de los Maestros Ascendidos llevaba una Luz violeta en el entorno de su Espíritu.

Él acababa de levantar un libro que se había caído de una nube.

—¡Es el de Camila! —exclamó.

Lo miró con mucha ternura y con sumo cuidado lo colocó en un estante dorado de hojas secas amarrillas.

Agustín no dejó un solo instante de pensar en su futuro. Le daba vueltas para atrás y para adelante. Recorrió su vida tramo a tramo.

Él se encontraba en una cabaña que le había prestado un amigo. Mientras encendía la chimenea y prendía un cigarrillo, comenzó a recordar su infancia, su amor por los Ángeles, su atracción por ellos cuando con nostalgia miraba el Cielo.

Recordó cada día con su padre, los juegos y sus amigos. Se rió solo al acordarse de sus nervios en sus primeros vuelos.

Recordó su casamiento, sus niñas y su separación

Recordó a Yanum y a la muchacha del aeropuerto, buscó y buscó y sólo encontró de él un pedazo de papel servilleta donde habían quedado unos números de teléfono que le había dejado Yanum y una leyenda que decía: "sigue tus sueños".

Se sirvió una última copa de vino terminando la botella y se fue dormir.

De pronto una gran Luz que entraba por la ventana de su habitación lo despertó y lo sobresalió pero apenas se dio cuenta, la Luz se apagó.



En el Cielo, los Maestros observaban cómo el Maestro Técnico hacía pruebas con Francesco o Agustín.

—Definitivamente no puedo —dijo el Maestro Técnico.

Y Agustín se levantó como un resorte de la cama, se puso a leer y en el transcurso de diez minutos ya se había apagado y prendido la misma Luz extraña más de cinco veces.

Esa Luz que no se podía saber de dónde venía. —Me estaré volviendo loco—, pensó Agustín.

Esperó a que fuera una hora respetable para despertar a su mejor amigo.

Quería invitarlo a almorzar, pero su amigo se encontraba enfermo y aprovechó el momento para pedirle unos favores:

—¿Puedes reemplazarme el mes que viene en mi trabajo? Tengo varios meses para reponerme de este repentino ataque. Tú podrás —le dijo.

Y Agustín, encariñado con su amigo y compañero, dijo que iría a donde lo asignaran.

Al terminar de hablar con su amigo se levantó del asiento y se fue a caminar.

—Pancho, Pancho —gritó un niño llamando a su perro. El grito del niño hizo que él fuera desesperado a ayudarlo a él y a su mascota.

Por unos momentos sintió un frió inmenso que recorrió cada centímetro de su cuerpo. Era como si un chorro de agua helada lo estuviera purificando.

—Señor, ¿Se encuentra bien? Señor, señor... —el niño lo tomó del brazo y lo sacudió.

—Claro —dijo Agustín y siguió caminando, aunque le costó encontrar el equilibrio en su paso. Parecía que la calle se había torcido del mismo modo que se encontraba la torre de Pisa.

Y en el Cielo un Maestro interrumpió al otro Maestro que quería de todos modos hacer andar la memoria celular de Francesco.

—Otra vez... Ya, deja. Mira, se está mareando.

—Quédese tranquilo, Maestro, nadie muere en vísperas.

—Muy gracioso, Maestro, no me gusta su humor negro.

Agustín le contó a su madre el evento de la calle. Ella lo interpretó como una señal.

—Yo creo en que la energía del Espíritu Santo es fría y cuando baja así te sientes —le dijo.

—¡Otra vez, madre! Nunca le encontrarás una respuesta coherente a las cosas.

—Cambiaré la respuesta si así lo deseas. ¿No habrás comido algo que te hiciera mal?

—No, ¿Por qué?

—Entonces busca tu propia respuesta.

—¿Quieres cenar conmigo?

—Sí, claro.

—Yo te invito.

—Pues acepto.

—Vístete bien.

—No siempre se cena con una reina.

—Ok, principito, prepárate para pagar la cuenta. Sabes que la gente mayor sólo piensa en comer y yo no salgo del común de la gente.

—Tú eliges, madre, después no te quejes de que no puedes adelgazar.

Agustín cortó la llamada animadísimo con sólo pensar que pasaría una noche agradable junto a su querida madre.

Mientras tanto, en el Cielo...

—Ya basta... —dijo el Maestro de la Abundancia mientras el mago que existe en el Cielo y hace aparecer las cosas que muestra en la Tierra se reía a carcajadas y con su voz de espíritu comentó:

—¡Mira lo que está haciendo Agustín!

Y Agustín terminó de cenar con su madre y, mientras la llevaba a su casa, se le ocurrió una idea muy particular.

Iría al Hasram de la India, aprovecharía el viaje que tenía que hacer a Sudáfrica y pediría un reemplazo para esos días.

Mientras tanto, Camila arreglaba detalles de su viaje con Damián.

En cierto momento a Damián se le ocurrió una idea. "Te acompañaré al congreso", le dijo en un E-mail a su amada doctora.

Ella corrió a llamarlo por teléfono y empezó la conversación un poco ansiosa y después de preguntarle por su salud le dijo:

—Tengo una idea mejor. Cambiaré la conferencia. Llevaré al congreso tu caso, y que me muestren los médicos su teoría.

—No te estarás poniendo muy al descubierto, tú tendrías que dar una teoría más científica —le advirtió Damián.

—Pues no la hay, que digan lo que digan.

—Pero de qué te serviría.

—Me reiré de sus caras.

—No está bien que hagas eso.

—Por otra parte, quién dijo que ellos son serios, cuando le dicen a una persona que tiene seis meses o su enfermedad es terminal. Quién te dijo que son científicos, cuando no hay recetas seguras para nada.

—¿Qué dirás? Se curó por un milagro —insistió Damián— Mira, yo le pediré al Espíritu Santo que el actúe por mí.

—Tú si que no le das vacaciones a tu Espíritu Santo.

—¡Ah, entonces cuando nos arrojen sus estetoscopios empezaremos a correr!

Llegó el día y Camila, muerta de miedo por el viaje al congreso y con muchísima curiosidad por ver a su Maestro de la India decidió irse más de dos horas antes del aeropuerto, y despedirse rápido de su niñas y de su madre.

Xóchitl la pasó a buscar en su camioneta.

—Amiga, cuánto te envidio. Qué alegría tendrás al ver a nuestro Maestro, te pido un favor que le des estas cartas para que siga haciendo milagros en los seres que amo.

—Te prometo dárselas, tú cuida de mis niñas.

—Ya sabes que tus pedidos son órdenes.

—No exageres,

—Encontraremos a Damián en el aeropuerto.

—Él llegará con sus padres, ellos están felices con la decisión que lomó con este viaje.

—Quién te hubiera dicho que esto iba a suceder, ¿Te das cuenta amiga que la vida tiene muchas vueltas y que Dios tiene una gran imaginación?

—Ya lo creo.

Y los dos llegaron a Madrid, al aeropuerto de Barajas, y pidieron un taxi.

El congreso era el día siguiente, así que ella aprovechó para ir al Museo del Prado, donde Damián ante cada cuadro donde aparecía Dios se detenía más que en los otros.

Y le comentaba a Camila:

—Ninguno de éstos se parece al que me vino a visitar a mí.

Pero Camila dijo:

—Yo sé cómo es Dios, pero no te lo voy a decir.

—¿En serio?

—Sí, en serio.

—¿Cómo lo sabes?

—Recuerdo algunas vidas anteriores.

Qué bueno —dijo Damián—. Y cómo se hace para saberlo.

—No puedo decírtelo.

Y como él notó que Camila se puso algo incómoda se dijo: no le volveré a preguntar hasta que no haya pasado el tiempo, sé que está nerviosa por el congreso.

Pero los Maestros estaban mirando la escena y el Maestro Destino se fue saltando de nube en nube y pidiendo permiso a la junta Kármica.

Tomó el libro de Camila, lo abrió con prisa, hasta que encontró un capítulo de Almas Gemelas.

—Aquí está. No hay duda, es Alma Gemela de Agustín, por eso él no pudo pasar por la Ley del Olvido —se decía el Maestro asombrado.

El Maestro se alegró y vio que tenía la solución de Francesco o Agustín.

Mientras tanto, en el congreso, Camila contó la historia de Damián paso por paso, con base científica y sin tocar ningún punto espiritual. Los médicos, algunos maravillados por la historia, sentían emoción y les brillaban los ojitos.

Otros, descreídos, con aire de soberbia, se miraban de reojo y se sonreían entre si.

Otros no hacían más que escribir y escribir.

Por un momento Camila se había sentido nerviosa, pero luego cuando invocó al Espíritu Santo, se empezó a desplegar como una mariposa.

—¿Y a qué se debe Doctora esta recuperación instantánea, qué explicación científica tiene?

Y ella miró a Damián, y Damián levantó su dedo pulgar queriéndole decir que todo iba bien.

—Se lo explicaré, doctor —agregó Camila—. Usted sabe que la carga genética que tiene cada persona al nacer es muy fuerte y que en cada célula se guarda la memoria de cada enfermedad genética. Los humanos tenemos entre tantas células, unas llamadas Oncogén, las células que al descomponer su funciones convierten en células cancerosas, lo que lleva a tumores y metástasis. Pues bien, hay muchas otras células de diferente índole en el cuerpo, lo que desarrolla diferentes tipos de cánceres.

Damián tuvo al mismo tiempo dos diferentes: una leucemia y otro más, solamente que estas células se disparan y entran a inducir su desarmonía por diferentes facetas. Claro que influyen también estos otros factores, el genético y el ambiental, el alimenticio, el alcohol, el cigarrillo y los malos hábitos. Sobre el cual ahora los médicos y demás terapias dicen que es una deficiencia que traen por grandes disgustos. Hasta aquí estamos de acuerdo, ¿no doctor?

—Por supuesto, doctora.

—Ok, entonces Damián venía de la ruptura con su novia, sumado a lo cual se había quedado sin su trabajo, y con solo veintiún años siendo el respaldo de su madre y de sus tres hermanos.

A los quince días de haber transcurrido estos episodios él se empezó a sentir muy mal. Unos meses antes al realizarse los análisis obligatorios para entrar a su trabajo, estos estaban perfectos. Llámelo casualidad si quiere.

Aquí viene la parte científica, la que les gusta a ustedes.

Una sola célula se puede descomponer y así disparar el tan conocido Oncogén en un instante. Ya sea por hacerse mala sangre, por un enojo, por un rencor, por el estrés, etc.

Damián es muy creyente, es devoto de Buda. Es un buen amigo pero le faltaba algo en la vida, que era perdonar a su madre. El no dejó de tener Fe ni un solo día, hasta el último momento, en el que entró en coma profundo.

Por supuesto que no voy a entrar a contar lo que él dijo, como que su Alma se eleva hacia otros planos, porque eso no es de este congreso.

Volviendo al tema, aquí les muestro cómo este aparato parecido a un tomógrafo, capta las células, las cuales mostraban cómo su ADN las estaban alterando.

Ahora les voy a demostrar las placas de su ADN y de sus células totalmente sanadas mientras él rezaba. Ven esta célula que está aquí, ésta es la célula de la Esperanza. Esta célula existe en la mente, en el lado frontal de la cabeza, justo al lado de las ilusiones.

Ustedes se preguntaran, por qué en este congreso yo traje tanto material científico. Porque si les dijera que fue Dios quien lo salvo, ¿qué pasaría? —y ella se rió, un tanto molesta por tanta incredibilidad—. Aquí tienen un diagrama que muestra cómo una persona, cuando piensa y se siente con Esperanza y Fe, la emoción de la Esperanza, toca el ADN del Oncogén y la transforma en una célula sana, la cual va por el torrente sanguíneo, y toca con mucha rapidez a otras células sanando el resto de los órganos. Este trabajo del cuerpo se realiza sólo cuestión de segundos.

—Doctora, disculpe mi ignorancia, y ¿la medicina qué papel juega? ¿Usted es de la idea de no hacer tratamiento?

—Doctor, por favor, no olvide que yo también soy médica. No podemos tomar el paciente sólo como un cuerpo lleno de huesos, o un órgano enfermo, o una enfermedad. El paciente es un ser completo.

Todavía no se ha descubierto medicina alguna que quite el miedo, y algunos médicos matan a sus pacientes sólo con impresionarlos.

Por último, quiero despedirme agradeciéndoles que me hayan invitado a este congreso, pero me voy a despedir aquí mismo de mi carrera. Es muy probable que por algún tiempo no tenga claro a qué me dedicaré, pero es un gusto haber terminado esta querida carrera con ustedes como compañía en un broche final.

Y entonces Camila logró muchos aplausos, antes de bajar del escenario.

Damián la abrazó y lloraron de emoción y le dijo:

—Es dolorosa la vida, porque nunca te aplaudirán lo suficiente. Pero nosotros tenemos los aplausos desde el Cielo, ¿no te parece?

Extracto de "Francesco decide volver a nacer de Yohana Garcia"
 

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