Es triste ver a tantos maestros espirituales contemporáneos tratando todavía de convencer a la gente de que son ‘conciencia pura’. Que sólo lo Absoluto es realmente, realmente real; que lo relativo es una ilusión y que el yo separado es un problema que debe resolverse mediante investigación rigurosa.
¿Por qué dividimos a la conciencia de todo lo que ilumina? ¿Por qué dividimos la luz del sol de todo lo que toca? ¿Por qué dividimos nuestra hermosa humanidad de nuestra divinidad, creando metas imposibles, inhumanas, e ideales de perfección?
Oh, amigos, ¿acaso no ven?, ¡nuestra desordenada, imperfecta, vulnerable y frágil humanidad NO ES OTRA COSA que la danza de lo Absoluto! Nuestra alegría, nuestro dolor, nuestro aburrimiento, nuestra emoción, nuestras dudas, nuestros miedos, nuestros deseos y nuestros anhelos, nuestro juego y nuestra pasión son hijos muy muy preciosos del amado, profundamente dignos y nunca errores o manchas sobre la ‘perfección pura de la conciencia perfecta’.
Eres conciencia, sí, ¡pero también profundamente humano, original y maravilloso y raro y lleno de sentimientos! Eres imperfecto, vulnerable, un lío, a veces.
Tienes dudas y eres limitado en tu naturaleza como organismo. No tienes todas las respuestas. A veces te equivocas. ¡Sientes una vergüenza que es saludable, que es humildad! Estás dispuesto a admitir que te sientes insignificante a veces, y que necesitas ayuda a veces, y que tienes necesidades profundamente humanas; estás dispuesto a permitir que tu corazón sea tocado por otro, estás dispuesto a soltar la fachada y dejarte ver, desnudo, abierto; estás dispuesto a llorar, reír, a cometer errores, a caer al suelo por agotamiento, o lleno de temor, o con un gran asombro. Y celebrarlo todo. Y honrarlo todo.
Ser ‘conciencia’ es fácil, y sin embargo pronto se convierte en otra protección. “Yo soy conciencia” es el mejor lugar para escondernos de nuestros retos humanos, de nuestra intimidad interpersonal, y de nuestra saludable vergüenza.
Ser plenamente humano – eso requiere de un maldito coraje.
Maestros, líderes, gurús, no conviertan a la conciencia en el nuevo dios. Nunca hagan que nuestra humanidad sea menos que nuestra divinidad. No hay ‘menos que’ en el corazón. No nacimos en pecado, sólo con una exquisita vulnerabilidad. No hay ninguna vergüenza en sentir vergüenza, y hay grandeza en nuestros tiernos corazones humanos. E igual poder en nuestra sensibilidad.
- Jeff Foster