Como gotas que horadan
la piedra, nuestros hábitos esculpen nuestra fisiología.
Los alimentos que
consumimos, las emociones que sentimos y expresamos con mayor frecuencia y lo
que habitualmente pensamos y hacemos, establecen secuencias que se repiten
cíclicamente, generando pautas y patrones que caracterizan nuestras vidas. Son
los hábitos constitutivos de nuestro estilo de vida, establecidos por nuestras
actividades, pausas y rutinas. Estos hábitos determinan en buen parte la
calidad de nuestra salud.
EL CAMINO DE LOS
HÁBITOS SALUDABLES
Nuestros hábitos
conforman en su conjunto una forma de inteligencia adaptativa que inhibe o
favorece la expresión de buen número de nuestros genes. Sabemos hoy, por
ejemplo, que tanto los hábitos que inducen la respuesta fisiológica de
relajación, como la costumbre de mantener un adecuado contacto con la luz
solar, modulan una expresión adaptativa positiva de miles de genes.
Vivimos así en un
contexto de hábitos, creencias y costumbres que se imprimen en nuestros campos
de energía y modulan su fisiología. La dieta, el ejercicio, el reposo, el
ayuno, la jornada laboral, el descanso o la expresión emocional forman en
conjunto una onda rítmica que se manifiesta en el biocampo, un campo de energía
que refleja en cada momento la calidad de nuestra vida. Este programa complejo
es el sustrato de nuestro modo de vivir la vida, de gozar de la salud o de
enfermar.
Los hábitos se convierten en nuestra biología.
LAS ENFERMEDADES
CRÓNICAS GUARDAN UNA ESTRECHA RELACIÓN CON ESTILOS DE VIDA LIGADOS A HÁBITOS
MALSANOS
En el espejo de la
biología encontramos los reflejos de nuestros hábitos.
Cada célula posee sus
propias oscilaciones y se comunica con otras células por resonancia. Los
trillones de células del cuerpo coordinan entre sí sus actividades a
velocidades fantásticas, lo que no puede ser explicado solamente por la
bioquímica. Esta hipercomunicación es modulada por nuestros hábitos de vida que
alteran positiva o negativamente la programación celular.
EL PRECIO DEL ÉXITO ES
CON FRECUENCIA LA SALUD
Sistemas de creencias,
hábitos y costumbres se convierten en pura biología.
En la tierra de la
vida, las semillas de los hábitos siempre germinan. Los unos serán como malezas
que interferirán con la cosecha de la salud. Los buenos hábitos conducirán a la
realización. Podemos reconocer y seleccionar las semillas de esos frutos que en
la cosecha de la vida representan lo mejor de nosotros.
El precio del éxito es
con frecuencia la salud. No tiene sentido hacer muchas cosas y obtener
resultados a costa de la vida, pues no se trata sólo de qué hacemos, se trata
especialmente de cómo estamos cuando hacemos lo que hacemos, lo que determinará
sin duda nuestro modo de hacerlo. El cómo estamos se puede ir convirtiendo en
el hábito de estar de cierto modo, hasta que el estar se haga parte integrante
de lo que somos y el cómo estamos determine el cómo somos, cómo nos
comportamos, cómo actuamos. Actuamos generosamente algunas veces, muchas veces,
casi siempre somos generosos. Del mismo modo podemos preguntarnos si somos
simpáticos, cordiales, amables, críticos, glotones, reposados, ansiosos,
estresados, depresivos…
Cómo se manifiesta el
ser, su estar en la vida, se reconoce en nuestros sentimientos de malestar o de
bienestar. Esto se relaciona con el estilo de nuestra vida, con nuestro modo de
vivir, profundamente condicionado por nuestros hábitos. Como se vive se muere.
Podemos cambiar la vida a condición de que cambiemos nuestros días, podemos
cambiar nuestro modo de morir a condición de que cambiemos nuestro modo de
vivir. Nuestro modo de estar presentes. Si un día podemos integrar el pensar,
el sentir y el actuar en cada instante de una manera consciente, descubriremos
con la alegría de una nueva inocencia, la fuerza serena de la Presencia.
EL HÁBITO Y LA DECISIÓN
DEL CAMBIO
¿Cómo gestionamos la
respiración, las relaciones, las creencias, la alimentación y, a fin de
cuentas, la empresa de la vida? La primera gran gestión es la del cambio, pues
la vida misma es un proceso continuo de renovación.
¿Cómo no resistirnos al
cambio y atrevernos a liberarnos de falsas creencias y hábitos insanos? Hemos
de renovar para ello la imagen que tenemos de nosotros mismos, lo que implica
también una profunda transformación de nuestra visión del mundo, del proyecto y
el sentido mismo de la vida.
Para lograrlo, en
primer lugar, necesitamos reconocer que todos tenemos hábitos para cambiar,
especialmente aquellos que no resuenan con nuestro proyecto de vida. Lo cual no
es fácil ya que los hábitos también están inscritos en nuestra epigenética,
nuestros programas celulares y nuestro campo neuronal.
En segundo lugar,
necesitamos decidir con firmeza el cambio a realizar, y adecuarlo a nuestros
valores y sentido de la vida. La vida es decisiva, instante a instante elegimos
nuestro modo de respirar, de ejercitarnos, de reposar, de comer, de buscar
placer, de relacionarnos. Una vez elegimos, ya sea buena o mala esta elección
para nuestra salud, tenemos una tendencia natural a repetirnos, por lo que se
hace necesario revisar los automatismos que dañan nuestra salud, para tomar la
firme decisión de cambiarlos y perseverar en el cambio. Esto implica un viaje
al interior, una toma de conciencia sobre lo que es dañino, aunque sea
placentero. Una vez tomada la decisión tendremos que recorrer el camino que va
de lo que al comienzo significa el esfuerzo de perseverar en una disciplina
conscientemente repetida a la generación de un nuevo hábito que se incorpora en
los ritmos de la vida. Entonces, a lo mejor respiremos más profundamente o
meditemos cada mañana.
O ayunemos
periódicamente y no comamos nunca más hasta saciarnos. O también simplemente
adquiramos hábitos de escuchar, agradecer, sonreír, y así dejemos de transitar
por el antiguo camino de la crítica. Para implementar este proceso de cambio
podemos escoger las mejores herramientas, las que ya están incorporadas en
nosotros. No son tanto los recursos externos que frecuentemente condicionan los
procesos de cambio y nos conducen a la inmovilidad de la dependencia. Para no
aplazar más la necesidad vital de renovarnos y cambiar, necesitamos un
ingrediente mayor: la pasión por la vida. Así canalizamos la inmensa energía de
las emociones constructivas que generan el poder mayor que acompaña nuestras
decisiones hacia la correcta acción.
A TRAVÉS DE NUESTROS
HÁBITOS SOMOS CREADORES DE SALUD O DE ENFERMEDAD
EL PODER DE LOS
SENTIMIENTOS PARA REENCANTAR LA VIDA
Pensamientos, emociones
e intenciones están animados por un modo de sentir que influye poderosamente en
el resultado de nuestras acciones, y determinan si sólo somos exitosos o si
también alcanzamos la plenitud, tan necesaria a la realización genuina.
Si nuestros estados de
ánimo acompañan nuestras decisiones y éstas corresponden al proyecto de vida
que permita dar lo mejor de nosotros, podemos ser felices. El arte de cultivar
hábitos saludables induce esa comunicación armónica que se refleja en
relaciones armónicas con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea.
Continente y contenido se complementan y completan. Las formas de vivir se
convierten en el cauce del agua abundante de la vida. Entonces la vida fluye
plena, sin obstrucciones ni desbordamientos. Los hábitos se convierten en los
moldes precisos donde se vacía y se revela el diseño oculto en cada vida.
A lo mejor llegue así
un día en el que las emociones constructivas sean parte esencial de nuestro
estilo de vida, y el corazón pueda latir al compás del amor, expresando un alto
nivel de coherencia cardíaca que armonice todos los ritmos de nuestra biología.
Entonces la compasión formaría parte de nuestro estilo de vida. Esto no sólo
mejoraría nuestra propia biología sino la de la madre tierra, pues ya el hábito
malsano de consumir y contaminar sin responsabilidad ni medida sería asunto del
pasado.
De un modo creativo, sin
necesidad de juzgarnos o juzgar a otros, de castigarnos o reprimirnos, podemos
crear nuevos hábitos que serán parte de un estilo de vida fresco y fluido en
permanente renovación. Toda nuestra biología conspirará en la dirección elegida
y esa misma energía que mueve nuestros pensamientos, sentimientos y acciones,
se desviará hacia el nuevo cauce que hemos creado.
A través de nuestros
hábitos somos creadores de salud o de enfermedad. La decisión de cambiar en
dirección de la integridad, que es salud total, es sólo nuestra e implica
múltiples renuncias, una gran capacidad de enfoque, consagrar lo mejor de
nuestro tiempo a un nuevo cauce y saber convertir lo que en primera instancia
es una disciplina en un hábito que fluye sin esfuerzo, porque está programado
en múltiples niveles de nuestra conciencia, incluido el nivel de la biología.
JORGE CARVAJAL POSADA
DR. JORGE CARVAJAL
El Dr. Jorge Carvajal
es médico cirujano de la Universidad de Antioquia (Colombia). Escritor,
docente, investigador, con cuarenta años de práctica clínica dirigidas a la
integración de diferentes sistemas médicos. Creador de la Sintergética y Manos
para sanar. Es presidente honorífico de la Asociación Internacional de
Sintergética (A.I.S.).
Fuente: Asociacion Internacional SIntergetica