viernes, 2 de octubre de 2015

LIBRO EL SENDERO DEL TAO (OSHO) Capitulo-III ( II Escrito)





Capitulo 3.  (II Escrito) 
No Hay descanso para los vivos
Mira simplemente a los árboles.  No hay un árbol que esté tratando de sacrificarse por otro árbol; consecuentemente, tienen verdor.  Si empiezan a sacrificarse, ningún árbol tendrá verdor, ningún árbol florecerá jamás.  Mira las estrellas. 
Se ocupan de sí mismas: brillan para sí mismas, no se sacrifican.  De otra manera la existencia se volvería fea y oscura.  El ocuparse de uno mismo es natural.  Y ese “sí mismo” que estoy enseñando es lo que define el Tao: tu naturaleza.  Escúchala, síguela. Tu naturaleza te está diciendo: “Se feliz”.

Si este mismo Tzu Kung hubiese preguntado a Lao Tzu, él habría dicho: “Muchas felicidades.  ¿Estás cansado de tus estudios?  Muy bien.  Deja entonces todo pensamiento, ahora medita.  ¿Quieres descansar?  Ahora mismo es posible”. 
Lao Tzu no habría dicho: “Lograrás”.  El futuro no tiene sentido, es un truco, un truco para consolarte en el sentido de que, aunque no lo tienes ahora, lo lograrás.  Puedes tener esperanzas, y con esas esperanzas puedes envenenar todo tu ser.

El cura y el político quieren que te conviertas en mártir, y los mártires no son buenas personas porque están muy enojados; es natural.  Los has forzado a destruir su vida, los has persuadido, los has sobornado para destruir su vida; ¿cómo van a estar felices?  ¿Y cómo van a ser capaces alguna vez de perdonarte?  Imposible.

Vive para ti mismo y vivirás para todos los demás, pero éste no es un sacrificio.  Vive para ti mismo.  Se real, auténticamente dedicado a ti mismo; ese es el proceder de la naturaleza. 
Cuida de tu felicidad, de tu descanso, de tu vida, y te sorprenderás de que cuando te sientes feliz ayudas a otros a sentirse felices, porque entiendes, poco a poco, que si los otros se sientes felices tú te sentirás más feliz.  La felicidad sólo puede existir en un océano de felicidad.  No puede existir sola.

Recuerda la lógica, la profunda lógica del ocuparse de sí mismo.  La felicidad no puede existir como una isla, no. 
Si todos los que te rodean fueran infelices, te sería muy difícil ser feliz, casi imposible, porque ese océano de infelicidad que te rodearía por todas partes, seguiría estrellándose en tus orillas. La infelicidad de alrededor te afectaría, penetraría en tu ser. Por tanto, una persona feliz poco a poco empieza a entender la ley básica, fundamental, que dice: “Si quiero ser feliz, es bueno hacer feliz a la gente que me rodea”.  Pero no está sirviendo a otros, recuérdalo.  No se sacrifica.  Se ocupa simplemente de sí mismo.  Quiere sonreír, entonces te ayuda a sonreír a ti, porque una sola sonrisa no puede existir; parecerá muy absurda. Piénsalo, simplemente: estás sentado en medio de un salón lleno de gente; sólo una persona sonríe y todos los demás están serios.  Se sentirá un poco avergonzada, empezará a sentirse culpable; ¿por qué sonrío cuando nadie más está sonriendo? Hay algo que no está bien.  La próxima vez será más cuidadosa; se lo pensará dos veces.

Ahora bien, cuando todos se ríen, entonces es muy simple reír; el todo crea la posibilidad de reír.  Dependemos del todo, somos parte del todo.

Al ser feliz, tú creas la posibilidad de que otros sean felices. 
Y éste es un servicio real, no es un sacrificio en absoluto; no te estás convirtiendo en un mártir.  La madre es feliz; por eso ama al hijo.  Ella es tan feliz que quiere compartir su felicidad con el hijo.  Ella no tendrá nunca resentimiento alguno.  En realidad, ella se sentirá agradecida con el niño, porque gracias a él tuvo muchos momentos hermosos.  Siempre se sentirá agradecida con el hijo.  “Gracias a que viniste a mí, gracias a que me elegiste como tu madre, a que elegiste mi vientre, me has hecho tan feliz, me has dado momentos tan hermosos que no habrían sido posibles sin ti.  Me siento agradecida”.  Y el hijo se sentirá agradecido hacia una madre que está agradecida con él, y nunca irá en contra de la madre o en contra del padre; será muy difícil.  Es raro encontrarse con alguien que no esté en contra de la madre o en contra del padre.  Es muy raro.

Gurdjieff solía decir a sus discípulos: “Hasta que no hayáis perdonado a vuestros padres y a vuestras madres, no podréis crecer”.  Tú dirás: “¡Qué tontería! ¿Qué está diciendo?  Hasta que no perdones…”.  Él lo tenía escrito en su puerta: “Hasta que no hayas perdonado a tu padre y a tu madre no entres aquí”.  No obstante, nadie ha sido capaz de perdonar a su padre y a su madre, porque el padre y la madre se han sacrificado demasiado.

El padre y la madre han sido tan desgraciados debido a los hijos.  Y continúan diciendo lo mucho que se han sufrido. Ninguna madre dice: “He disfrutado mucho al tenerte como hijo”.  Ningún padre dice: “Al venir a nuestra casa nos has traído luz, nos has traído amor”.  Si esto sucediese los hijos serían capaces no sólo de perdonar, sino de amar, de sentirse agradecidos.

Una vez se haya entendido el Tao, todo el negocio del psicoanálisis desaparecerá, porque todo el negocio del psicoanálisis se basa en el hecho de que tú no puedes perdonar a tu padre y a tu madre.  ¿Qué haces cuando yaces en el diván del psicoanalista?  Simplemente te enojas con tu padre y con tu madre.  ¿Qué haces en la terapia primal?  Janov carecerá de significado si se entiende el Tao.  ¿Qué es lo que haces cuando pataleas y gritas en una terapia primal?  ¿A quiénes estás dando puntapiés? A tu padre y a tu madre.

Si escuchas a un paciente en el diván del psiquiatra, el noventa por ciento de todo lo que habla está relacionado con su madre.  “Madre” parece ser el problema.  Lo es, pero la razón de ello está en que el político y el cura han contaminado la mente de la humanidad.  Ellos siempre dicen: “Lo conseguirás.  Mira hacia delante.  Serás feliz en el futuro”.

El momento presente es todo lo que tienes.  Utilízalo inteligentemente, no te dejes engañar por cualquiera.

Confucio dice: “Anhelarás el noble y arqueado montículo de tu tumba…”.

Una tumba es una tumba; no importa cómo la construyas, es una cosa fea.  Puedes hacerla de mármol y escribir el nombre con letras de oro, pero no engaña a nadie, no tiene sentido. Dentro sólo está la muerte y una muerte fea porque es de una vida no vivida.  Una vida que nunca se ha vivido, es fea.  Una vida que se pospone es fea; una vida que se vive es hermosa. 
Y hay muy pocas personas que viven sus vidas; sólo esas personas tienen una muerte hermosa.  Entonces la muerte también es hermosa, porque ellos son tan capaces de vivir que un día empiezan también a vivir su muerte.  Viven su vida, luego viven su muerte.

Una vida no vivida no te puede llevar a una muerte hermosa. Sí, puedes construir una tumba de mármol y escribir el nombre con letras de oro y grabar sobre ella una hermosa poesía. Puedes además alumbrarla con velas y colocar flores, pero todo eso es falso.  ¿A quién estás tratando de engañar?  A pesar de todo ese mármol y letras de oro y flores y velas, la persona no puede vivir; la persona está muerta.  Además, nunca se le permitió vivir, debido a ti.  Mira esta peligrosa frase de Confucio: “Anhelarás el noble y arqueado montículo de tu tumba y sabrás dónde encontrarás descanso”.

Si el descanso no se logra en la vida, no se podrá conseguir con la muerte.  Permite que ésta sea una regla absoluta: todo lo que logres en la vida podrás mantenerlo en tu muerte; no al revés. Si has logrado meditar, entonces tu muerte será meditativa. 
Si has logrado el amor, tu muerte estará llena de energía de amor.  Si has logrado la divinidad, tu muerte será divina.

Pero recuerda: la muerte no puede lograr cosa alguna, el logro viene a través de la vida.  La muerte es sólo el reconocimiento final, el juicio final.  Si la persona fue un gran amante y amó, amó incondicionalmente, y su vida fue una llama de amor, una luz de amor, entonces la muerte cerrará el capítulo con esta llama ardiendo brillantemente.  Pero si la muerte cierra tu vida, y ésta fue mísera y nada más –sólo una esperanza por el futuro, nunca una experiencia auténtica-, entonces morirás de forma fútil.  Gurdjieff la llama “la muerte del perro”. 
Entonces tú simplemente mueres, pero no logras cosa alguna; no hay nada.

Nadie logra algo en la muerte a menos que lo haya logrado en vida.  La muerte sucede en un solo momento.  ¿Qué puedes conseguir en un solo momento?  ¿Desperdicias una vida durante setenta y ocho años y esperas lograr algo en un solo momento?  Durante ochenta años viviste inconscientemente, en confusión, en la locura, en medio de pesadillas ¿y súbitamente vas a descansar en la muerte?  No, señor, te revolverás en la tumba, no encontrarás descanso.

Confucio está equivocado, absolutamente equivocado. 
Está dando un consuelo.  Esto es un crimen. Dar esta clase de consuelos  es un crimen contra la humanidad, porque puedes confundir a otros.  Y él consiguió confundir a su discípulo.

“¡Grande es la muerte!  ¡El caballero encuentra en ella descanso, el miserable se le somete!”, dijo el discípulo.

Confucio consiguió confundirlo.  El gran momento ha sido destruido.  Tzu Kung se ha acercado mucho a la puerta por la que hubiera podido escapar, pero Confucio lo tira hacia atrás. Y el discípulo empieza otra vez a hablar en términos de filosofía, de dogma, de estudios.  Eso es lo que ha aprendido en las escrituras:  “¡Grande es la muerte!”.  Él no sabe. 
Ni siquiera sabe descansar; ¿cómo puede conocer la muerte? La muerte es el último descanso, el descanso absoluto…  Él no conoce siquiera el descanso relativo.  Él no sabe lo que es la vida, está confundido, dividido, y empieza a decir: “¡Grande es la muerte!”.  Al escuchar al maestro se vuelve a obnubilar con las palabras.

Confucio fue un gran gobernador, muy carismático; su impacto fue grande.  Él ha gobernado China durante siglos; aún es influyente, todavía domina.  En la India ha habido un hombre, Manu, que puede ser comparado con Confucio. 
Manu todavía domina en la India, y es el mismo tipo de persona, nada diferente.  La sociedad hindú se basa en las leyes de Manu y la sociedad china se basa en las leyes de Confucio. 
Y estos dos hombres han destruido ambos países.

“¡Grande es la muerte!”.

Al escuchar a su maestro, a su profesor, el discípulo se desconcierta otra vez; el carisma funciona, se le ha engañado. Él se olvida que ha dicho: “Quiero encontrar descanso y estoy harto de todos mis estudios”.  Él estaba justo en el punto de viraje en el que el estudiante puede convertirse en discípulo. 
Lo dejó pasar nuevamente.  Vuelve a caer en la vieja trampa, en la cual se cae siempre fácilmente, porque uno la conoce muy bien, resulta familiar. 
No sabiendo nada de la vida, no sabiendo nada del descanso, él pronuncia una verdad tan profunda: “Grande es la muerte”. 
Él debe haberlo leído.  Sí, en las escrituras se dice: “Grande es la muerte”.  Pero la muerte es grande cuando la vida es grande.

Recuerda, tu muerte es tu muerte; mi muerte es mi muerte. 
Mi muerte dependerá de mi vida, tu muerte dependerá de tu vida.  Si tu vida es grandiosa, tu muerte será grandiosa porque la muerte es la culminación de tu vida.  Si has vivido bien, totalmente, llegarás a una cumbre grandiosa. A una cumbre como la de los Himalayas. 
Pero si sólo has estado arrastrándote por el sueño, si no has vivido en absoluto, si has estado simplemente soñando y creyendo y deseando sin que nunca te haya llegado un solo momento de vida, ni un solo momento de autenticidad y tú has estado representando, ocultándote detrás de máscaras, si nunca fuiste una persona auténtica, si fuiste siempre falso, tu muerte va a ser falsa, no puede ser grandiosa. 
El final puede ser grande sólo si todo el recorrido ha sido grande.  Cada paso del recorrido contribuye al final.  Es algo simple, obvio.  Si has estado danzando en tu vida, tu muerte será una gran danza.  
Si sólo has estado llorando y lamentándote, tu muerte será sólo un lamento y un llanto: no puede ser de otra manera; es la conclusión de tu vida.

Así que recuérdalo: Cada uno vive su vida y cada uno muere su muerte.  Tan única y diferente es la muerte, como la vida es única y diferente.  Cuando el Buda muere, por supuesto, el Buda muere.  Cuando Lieh Tzu muere, por supuesto, Lieh Tzu muere.  Sus muertes tienen una gloria, una fragancia… es un florecimiento.  En un solo momento toda su vida alcanza la llama suprema.  Ellos han llegado, han llegado a casa. 
Tu muerte no es más que el comienzo de otra vida aburrida. Aquí mueres, allí has nacido.  Entras por una puerta, por otra puerta vuelves otra vez a la vida y sigues, por supuesto, la misma ruta; la misma rueda se mueve.

“¡Grande es la muerte!”, pero no en los labios de Tzu Kung.  Sí, si lo estuviera diciendo Lao Tzu, estaría bien.  Ni siquiera en los labios de Confucio la muerte es grande, porque todo el enfoque está equivocado.

“El caballero encuentra en ella descanso…”.

Recuerda esta palabra, caballero.  Éste es el valor más elevado en la ética confuciana, el caballero.  ¿Y quién es un caballero? Una persona falsa.  ¿Quién es un caballero?  Un hipócrita. ¿Quién es un caballero?  Uno que está enmascarado en las maneras, la etiqueta, el carácter, uno que es convencional, tradicional.  Un caballero no es un individuo, sólo es un miembro de la sociedad.  Él no existe por sí mismo, no tiene vida propia.  Él existe sólo como una parte de la sociedad; por tanto, lo que permite la sociedad conforma su vida y lo que la sociedad no permite él se lo deniega.  Él elige la sociedad en lugar de la naturaleza.  Eso es lo que hace un caballero: elige las leyes hechas por el hombre contra las leyes de la naturaleza. Un caballero es alguien que ha traicionado la existencia, un caballero es alguien que ha elegido la sociedad.  Y  la sociedad está neurótica, la sociedad está enferma, la sociedad no es normal en absoluto.  Todavía no ha existido una sociedad normal sobre la tierra.  Sólo ocasionalmente unos pocos individuos han sido normales.

La sociedad es anormal, una gran multitud de personas dementes.  El caballero es alguien que sigue a esta multitud. 
Un caballero no tiene alma.  Por supuesto, la sociedad le respeta tremendamente.  La sociedad tiene que respetar a esta persona, la sociedad le llama mahatma, el “santo”, el “sabio”. La sociedad le respeta porque ha sacrificado su vida por ella.

El hombre real es rebelde.  Un hombre real no le da importancia a la respetabilidad, un hombre real vive su vida naturalmente.  A él no le importa lo que la sociedad dice o no dice.  La sociedad no es una consideración para el hombre real. Si quieres ser falso, entonces la sociedad se tiene que considerar a cada paso: qué decir, cómo decirlo, cuándo decirlo, cuándo no decirlo, cómo vivir, cómo no vivir. 
La sociedad lo ha determinado todo.  Tú sólo tienes que encajar, tú sólo tienes que ser un diente en el engranaje. 
Un hombre real no es respetado.  ¿Cómo puede respetar la sociedad a un hombre real?  De ahí que Jesús sea crucificado, de ahí que el Buda sea apedreado, de ahí que Sócrates sea envenenado.

La sociedad acepta a estas personas sólo cuando están muertas. Entonces no hay problema, porque un Jesús muerto no puede ser rebelde, un Sócrates muerto no puede ser rebelde, un Buda muerto se vuelve un avatar.  Un Buda vivo es peligroso, pero un Buda muerto puede ser venerado en un templo. 
Recuerda, cuando estas personas verdaderamente grandes mueren la gente las venera.  Cuando están vivas entonces la gente está muy en contra de ellas.  La misma gente que crucificó a Jesús se ha vuelto cristiana; la misma gente. 
La gente es la misma en todas partes.  Jesús era intolerable, pero un Jesús muerto está bien; ¿qué puede hacer él?  Un Jesús muerto está en tus manos.  Tú lo interpretas, tú construyes teorías sobre él; él no puede tener su propia expresión, tú hablas por él.  Siempre pasa esto.

Por tanto, si realmente quieres ser una persona auténtica, nunca te preocupes mucho por lo que la sociedad dice al respecto. No estoy diciendo que vayas contra la sociedad, no; eso no es rebelión, es reacción.  Tú sigue a tu naturaleza. 
Si ella encaja con la sociedad, totalmente de acuerdo, no hay necesidad de ir en contra.  Si ella no encaja con la sociedad, totalmente de acuerdo, no hay necesidad de que te adhieras a la sociedad.

Hay una diferencia entre la persona rebelde y el reaccionario. El reaccionario es alguien que va en contra de la sociedad en cualquier circunstancia.  Él ha decidido ir en contra de la sociedad incluso si la sociedad está en lo correcto.  Algunas veces la sociedad está en lo correcto, porque la sociedad no puede estar absolutamente equivocada…  Incluso una persona demente algunas veces está en lo correcto.  Incluso esta sociedad demente algunas veces está en lo correcto, de otra forma no existiría.  Para que exista, al menos alguna cosa tiene que estar en lo correcto, de otra forma la vida se volvería imposible.

Un reaccionario es precisamente la misma persona tradicional que se ha ido al otro extremo.  La persona tradicional se adhiere a la sociedad, acertada o errónea.  “Acertado o erróneo, éste es mi país.  
Acertada o errónea, ésta es mi religión.  Acertado o erróneo, éste es mi cura.  Acertadas o erróneas, éstas son mis escrituras. Así es el hombre tradicional.  Entonces, un día, alguien se pasa precisamente al otro extremo.  Dice: “Esté o no en lo cierto esta sociedad, no voy a apoyarla”.  Éste es el reaccionario.  Son la misma clase de gente, no hay diferencia.

¿Quién es una persona rebelde?  La persona rebelde es alguien que no se preocupa por la sociedad en absoluto.  Simplemente vive según su ser más profundo; es alguien que sigue su Tao. 
Si la sociedad encaja con este Tao interior, bien, ella se adhiere a la sociedad, no es reaccionaria.  Si la sociedad no encaja con su Tao interior, se queda sola.  No es una persona tradicional, convencional, honorable.  Su criterio depende de su alma interior.

Con la palabra “caballero” se designa a alguien que ha sido persuadido por la sociedad para que venda su ser auténtico y se apropie de una máscara falsa de la sociedad.

“¡Grande es la muerte!  ¡El caballero encuentra en ella descanso…”.   Ahora bien, ¿qué tiene que hacer un caballero con el descanso y la muerte?  ¡Un caballero no puede encontrar descanso ni siquiera en la vida!  El caballero está muy reprimido, el caballero no ha dejado que todo su ser juegue libremente.  Ha denegado mil y una cosas y ellas están bullendo en su interior, ¿cómo puede encontrar descanso?  Y si no puedes encontrar descanso en la vida, ¿cómo lo vas a encontrar en la muerte?  No te engañes; eso es opio.  Tú esperas que algo que nunca sucedió en la vida suceda en la muerte; estás bajo los efectos de una droga.

El caballero no ha amado nunca cuando ha querido amar, el caballero no se ha enojado nunca, el caballero no ha odiado a nadie; no es que no haya odiado, sino que no lo ha mostrado a nadie; no es que no haya odiado, sino que no lo ha mostrado. Todo lo que puede hacer el caballero es cambiar sus expresiones; el ser interior no cambia nunca.  La ira surge en él, pero no la muestra, la reprime. 
Entonces él sigue acumulando mil y una cosas en su interior que producen caos, que bullen por dentro.  Puede explotar en cualquier momento; un caballero es una persona con la que es peligroso vivir.  No vivas nunca con un caballero o con una dama.  Una mujer es hermosa, una dama es fea.  Una mujer es natural, una dama es fabricada.  El caballero y la dama son personas fabricadas, simplemente cultivadas, decoradas, falsas, deshonestas.  Cuando se enojan, sonríen; cuando te odian, te abrazan.  Tú nunca puedes fiarte de ellas, nunca puedes decidir cuándo están sonriendo realmente y cuándo están fingiendo. 
En realidad, después de una larga práctica, incluso ellos no pueden saber si estaban riéndose realmente o sólo fingiendo que reían, si realmente amaban a esa mujer o si sólo estaban fingiendo.

Muchas personas vienen a mí y dicen: “No podemos saber si hay amor realmente o no”.  Uno ha vivido en la mentira durante tanto tiempo, a lo mejor muchas vidas, que ha perdido el rastro.  Uno no puede sentir siquiera qué está bien y qué está mal, y qué es verdadero y qué no es verdadero. 
Sucede a diario.  Alguien viene y dice: “Estoy enamorado de esta mujer, pero no puedo saber si la amo realmente”.  ¿Qué muestra esto?  Que has perdido todo contacto con tu propio ser, que estás alienado. Te has convertido en un extraño para ti mismo.  Esto tendría que ser algo simple.  Es como si alguien dijera: “No puedo saber si esta rosa es una rosa real o pintada solamente.  No lo puedo saber”.  ¿Esto qué quiere decir?  “No puedo saber si estos árboles son verdes o si alguien ha tirado simplemente pintura verde sobre ellos”.  Pero estos árboles están fuera de ti.  Puede que algunas veces te puedas engañar –tal vez el árbol es falso o es de plástico-, pero ¿cómo no ver esto?  Esto demuestra simplemente que has olvidado el lenguaje de la verdad.  Has mentido durante tanto tiempo, tanto tiempo, que las mentiras casi se han convertido en tus verdades.


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