viernes, 19 de junio de 2015

Libro Desde el Otro Plano Capitulo V (Paul Ëluard)








Hoy os dejo el Quinto Capítulo de este relato, Desde el Otro Plano, dedicado a aquellos de mente abierta, capaces de cuestionarse hasta sus creencias más queridas, que estén dispuestos a descubrir sus condicionamientos y, tal vez, tener otra visión de lo que siempre ha sido tomado por cierto, o de aquello que quieren que nos tomemos por cierto (el siguiente capítulo el viernes próximo).

Capitulo 5
A través de muchas vidas he errado en el Samsara buscando, pero no encontrando, al constructor de la casa.
Sufrimiento total en este volver y volver a nacer.
(Buda Gautama – Dhammapada – Verso 153)

Lo que acababa de presenciar casi me proyecta fuera del estado de meditación o lo que fuera en lo que estaba sumido, porque hacía tiempo me había dado cuenta que eso no era una meditación, no sé si sentía náuseas o terror, o ambas cosas a la vez, pero aunque deseaba escapar de ahí sentí casi como si me sujetaran.
Si quieres dejarlo puedes hacerlo ahora o cuando quieras, pero creo que deberías seguir hasta el final.
¿Hasta el final?
Conocer todo lo que he querido que conocieras trayéndote aquí.
¿Saber que esto es todo lo que hay?
Si esto fuera todo lo que hay, ¿de dónde vengo y quién soy yo? No, hay más, muchos más, este lugar sólo existe porque vosotros participáis en su creación y en sostenerlo con vuestros deseos, apegos y condicionamientos, vosotros queréis seguir viviendo sea como sea, al precio que sea, y este es el precio que pagáis. Estáis tan apegados a la vida que hasta el que se jacta de querer buscar la liberación y el supremo conocimiento no podría vivir sin su corte de seguidores y admiradores, hasta el que presume de conocimientos elevados y ser experto en textos sagrados, o dominar las prácticas espirituales, no podría vivir sin la dulce sensación de superioridad que emana ya sea de su ego o de ese placer de evadirse de la realidad a través de esas prácticas, pretextando con ello que quiere conocer que hay detrás de ella, cuando lo elevado sería enfrentarla para transformarla. Si hasta los que presumen de la mayor elevación, evolución, conocimiento y de buscar la suprema verdad son así, ¿qué esperas que pueda suceder?
Pero si cambias tu energía, quién eres, transformas el mundo a tu alrededor.
Una persona es poco, demasiado poco para lograrlo, y si el cambio es auténtico sólo dará resultado mientras esté aquí y si puede sustraerse a las tentaciones, incluso las más sutiles y ocultas como las que te acabo de señalar. Los amos de este mundo han permitido y hasta lo han apoyado para que creáis que con eso es suficiente y que sigáis con esos estudios que siempre han falseados, o esas prácticas que tan poco amenazan el orden que han establecido. Al final todo esto incluso les beneficia, sólo temen que alguien se levante y les delate, que muestre quienes realmente son al resto del mundo, ese arriesga la vida o peor…
¿Peor que la muerte?
Para quién conoce la verdad la muerte es la puerta de salida, la liberación y hay cosas mucho peores, como destruir su vida y sus ilusiones y que cada amanecer sea como la hiel. Por eso, de los pocos que de verdad conocen sólo algunos hablan, normalmente los que ya han perdido tanto que no temen perder más, pero los demás saben que es mejor callar y disimular, no llamar la atención… Siendo así, ¿no es mucho mejor promover y apoyar esa ilusión y dejar a los demás que disfruten de esos juegos de la mente porque de esa forma las cosas siguen como ellos quieren…?  ¿Acaso no ves como engordan y prosperan los que repiten como una letanía los milenarios textos sagrados y el mundo siempre sigue igual, o peor…? Esos nunca corren peligro, están protegidos porque repiten el mensaje de los amos de este mundo.
Me sentía incómodo, pero sabía que en cierto modo tenía razón, y al pensar en Saha observé que había vuelto a esa biblioteca inmensa.
Cada vez pasaba allí más tiempo entre vida y vida, en esta última ocasión casi no había salido de ese lugar, no había explorado los espacios del mundo donde había vivido o encarnaría, había perdido todo interés en ello, sabía que al final incluso los más hermosos lugares podían ser fuente de un dolor insoportable. Sabía que también había experimentado mucha felicidad, que había conocido momentos maravillosos, pero… ¿Realmente compensaba al observar el balance final? ¿A quién servía todo ese sufrimiento?
Según miraba las imágenes desplegarse ante él sólo veía repetición sin sentido, absurda, los mismos errores una y otra vez por el inevitable olvido. Las mismas vivencias aunque en diferentes escenarios, sólo la apariencia las hacía diferentes, en el fondo y si analizaba muy detenidamente y fríamente eran siempre lo mismo, porque la condición humana tenían realmente pocas variaciones, en esencia siempre se busca y desea lo mismo… Sentía un cansancio enorme, todavía no se había repuesto del sufrimiento de su última existencia y no comprendía porque le volvían a enviar de nuevo al mundo, cuando esta vez apenas ni siquiera se había asomado un par de veces sobre su superficie porque todavía había demasiados recuerdos que le seguían haciendo sufrir.
Cuando había recurrido a Shahai esperando encontrar respuesta a sus preguntas siempre era lo mismo: “Cuando hayas alcanzado la evolución necesaria no necesitaras una explicación que sólo debe llegarte a través de ti”. 
Y así intentaba comprender con cada fibra de su ser, observaba una y otra vez los actos de su pasado, analizaba una y otra vez los acontecimientos en los que se había visto envuelto y cada vez comprendía menos.
Observó vidas donde sacrificó su propia seguridad y bienestar por ayudar a aquellos con los que compartió esa existencia, jamás esperando ser recompensado por ello, pero sintiendo en el último momento que había hecho todo lo que un ser humano podía hacer para alcanzar la paz… Pero no había sido así, la paz nunca llegaba más que por un momento corto, muy corto, en este lugar del que al final siempre tenía que partir para volver a otra vida que, aunque estuviera llena de cosas hermosas, también estaba llena de dolor, luchas y de sinsentido.
Sin embargo, observaba otras almas que parecía que volvían a la existencia con más alegría, con más ilusión… No tenía derecho a estudiar los registros de otras existencias que no fueran la suya, pero les había escuchado hablar en sus grupos de los recuerdos de sus vidas pasadas y parecía que habían debido ser muy afortunadas, o que tenían una amnesia profunda, porque él sabía bien que la realidad es que los afortunados eran una excepción en medio de la enorme masa que sufría desde el momento de nacer al de morir, con como mucho breves destellos de esperanza que les mantenía aguardando siempre una mañana mejor que nunca llegaba, y recordó las palabras de un hombre cuyas obras había leído tiempo atrás, en otra vida: “La esperanza es el peor de los males, pues prolonga el tormento del hombre”.
Recordaba con claridad existencias donde desde que apenas era un niño se había enfrentado a grandes dificultades sólo para sobrevivir, y recordó que no era el único, que en ese sufrimiento estaba acompañado de otros muchos. A veces no eran problemas de supervivencia, sino de profundo dolor emocional. Había tenido incluso existencias donde había vivido en la abundancia, pero donde parecía que su mente no estaba nunca clara en los momentos clave o donde vivía en una perpetua e incomprensible insatisfacción, sólo así se podían explicar los absurdos errores que había cometido en ellas y que él mismo no comprendía…
Algo en todo lo que observaba no terminaba de encajar, algo no tenía sentido. Se remontó a la primera existencia que podía recordar, ¿por qué no podía recordar más allá? ¿Qué hubo antes? Para eso nadie le daba respuesta, siempre lo mismo: “A su debido momento, cuando hayas evolucionado lo suficiente comprenderás por qué en un momento del pasado la divinidad decidió experimentar la existencia y se dividió en mil partículas que inundaron el universo…” Esa era sólo una más de las explicaciones que había estudiado, había otras, y sólo cuando evolucionara lo suficiente comprendería la verdad, eso es lo que siempre le repetían.
¿Qué había antes de esa primera existencia?
Sólo vacío… Y una palabra: Orgullo. ¿Orgullo por no tener la humildad de aceptar su ignorancia y querer avanzar más deprisa? Shahai siempre le decía que debía sentirse muy satisfecho de la evolución que había logrado en tan pocos existencias, que no debía querer apresurar más lo que necesitaba de más vidas, de más experiencia… Pero esa era la única palabra que daba vueltas en su mente, y cuando aparecía ya no había paz para él en este lugar, sólo más deseo de comprender sus pasadas existencias, sentía que algo se le escapaba pero, al mismo tiempo y por alguna razón que no comprendía, nunca se había atrevido a decírselo a Shahai.
No sabía por qué pero este era quizás el único secreto que guardaba y eso le incomodaba, porque su maestro y guía siempre le confortaba, cuando le abrazaba podía sentir la mayor de las felicidades y una paz infinita, nada era comparable a la seguridad que ahí sentía, no había dudado jamás por un momento de su amor, pero no comprendía como amándolo tanto le devolvía una y otra vez a la existencia.
Recordó el último encuentro con él, con qué emoción le había abrazado al comprender la profundidad de las preguntas que le hacía, quizás era la única forma que tenía de decirle que le comprendía y le apoyaba, que le amaba… ¿Y él le traicionaba ocultándole esto? Se sacudió interiormente y pensó que si dudaba así de quién tanto amor le mostraba es que realmente todavía tenía mucho que aprender, así que decidió salir de ahí, hacer lo que ya podría ser una de sus últimas visitas al mundo desde este plano y en libertad. Pronto ya no podría mirarlo así, quizás alguna vez en un pasado que no podía recordar había elegido libremente experimentar la vida física, eso decía Sahahai, pero si alguna vez tuvo esa libertad sentía claramente que ya no la tenía, la había perdido.
Y su deseo le llevó a una playa frente al mar azul, ahí hacía casi dos mil años se había enamorado de unos ojos oscuros que albergaban un alma que había conocido y vuelto a conocer en otras existencias. No pudo dejar de preguntarse, una vez más, que más debían aprender del amor humano que no hubiesen aprendido la primera vez que lo sintieron, qué más debían aprender del dolor de perder a esa persona de las tantas formas que pudo perderla en tantas vidas, o ella perderle a él, que no hubiesen aprendido la primera vez…
Se había quedado con la mirada baja y fija en el agua transparente que acariciaba la arena, en ese movimiento que llevaba repitiéndose millones de años de forma interminable, con el mismo sonido… ¿Como se repetían las existencias sin tener fin?
Noté que miraba hacia el horizonte y recordaba aquel día, en este mismo lugar, casi dos mil años y le parecía que podía haber sido ayer, lo sentía como si no hubiese pasado el tiempo, todo seguía vivo y presente dentro de él… No, no había nada que aprender, ya había sido aprendido… Y volvió a sentir lo que sintió, también en esa vida, cuando tuvo que combatir y defender su vida y otras vidas a costa de quitar la de otros, algo que ya conocía de antes y que no necesitaba repetir para saber cuanto rechazaba, más allá de saber que sólo servía para generar más dolor y sufrimiento… No, nunca había necesitado repetir tantas veces esa indeseada experiencia para comprender su profundo rechazo por ella, sólo esperaba que no tuviera que suceder nunca más en el futuro, pero sabía que la única forma de asegurarse que nunca más sucediera, ni ese ni otros sufrimientos, sería no volver, la única forma de no volver a repetir nunca ninguna de las experiencias que llevaba repitiendo tantas vidas era no volver, ni una vez más.
Y se giró hacia el Norte, y pude percibir a través de él como recordaba aquella otra vida donde se había refugiado entre los muros de un convento, huyendo de los ejércitos que, por todas partes en aquel tiempo, apresaban hombres para servir de soldados; no quiso participar de aquello una vez más y tomó unos hábitos religiosos que no sentía, pero que le protegían. Como tampoco lo quiso hacer cuando se pasó una vida escondido en la espesura del bosque, donde por lo menos logró, a pesar de la pobreza en que vivían, que la gente del poblado nunca conociera el hambre, ni la esclavitud de los señores que reinaban en esas tierras, ni las guerras que siempre estaban librando. Aunque había escapado de participar en ellas en sus últimas existencias, no recordaba una sola vida donde la guerra y sus terribles sufrimientos no estuvieran presentes, ¿qué clase de mundo era este donde era inevitable sufrir, ya fuera por lo que hicieras o lo que te hicieran, quién dirigía los destinos de todos ellos y para qué?
Miró más lejos hacia el Norte y percibí que recordaba aquella otra vida en esas tierras frías, allí había conseguido que dejaran de hacer razias para dedicarse a comerciar con pieles… Se enfrentó duramente a los jefes siempre hambrientos de combates y sangre, pero consiguió que le dejarán intentarlo, lo logró incluso a pesar de ellos y ya nunca las cosas fueron iguales, cambió su forma de vida. Había repasado esas y otras vidas, intentado comprender qué había aprendido de nuevo en una que no hubiese aprendido en otra anteriormente. Y eso que sólo parecía que había venido aquí esas pocas veces, ¿pero y aquellos que habían venido lo que podían ser cientos o miles de veces y parecían todavía tan divertidos de volver y volver, como si fuera sólo un juego?
Notó una presencia a su espalda y se giró, un alma como él le observaba y sorprendiéndole le dijo:
− ¿Recordando el pasado Maestro?
− ¿Maestro? ¿Parezco yo un Maestro?
− No me refiero a nuestros maestros, pero para mí lo fuiste en el pasado, como ellos me ensañaste y siempre me protegiste o, mejor dicho, nos protegías a todos, como un Maestro, así llegué a sentirte en un pasado y todavía te siento al estar ante tu presencia.
Le observó intentado recordar pero no lo logró:
− Si te conozco, ¿por qué no nos hemos encontrado en el tiempo que pasamos entre vidas?
− Lo he deseado mucho, porque tenía mucho que agradecerte, pero cuando algunas veces te he visto de lejos no me he atrevido a acercarme.
− ¿Por qué?
− Sigues teniendo algo que… ¿No ha sentido alguna vez temor de nuestros maestros?
Saha se quedó pensando, dándose cuenta que no era él el único que había sentido eso, pero que no había comentado ni prestado mucha atención por parecerle impropio y sinsentido, y noté que pensaba que realmente sentía temor ante su presencia, pero que hasta ahora no se había permitido o había sabido reconocerlo.
− Si, entiendo lo que dices, ¿entonces me temes?
− No, contigo no es temor, pero no me extrañaría que pudieras causarlo, porque tanto en la vida física como aquí hay algo en ti que hace que te parezcas a ellos, como si fueras diferente, o tuvieras algo diferente que no sé cómo definir…  No sé en qué consiste, sólo sé que lo siento y que todos lo sentimos, como lo sentíamos en vida los que compartimos existencias contigo, juzgando superficial y equivocadamente que era orgullo.
− Entonces hemos compartido vidas… Siento no recordarte.
− Lo entiendo, sólo era un hombre más de tu guardia cuando estuvimos aquí… Nos alegramos mucho de que, por fin, nuestro general se enamorara.
Recordó una vez más aquél momento y lo difícil que había sido para él, tanto tiempo silenciando sus emociones para poder hacer frente a las cargas de esa existencia que llegó a creer que ya nunca podría volver a sentir.
− Ahora recuerdo —dijo mirando a la forma física que ese cuerpo energético había tomado, se estremeció de alegría y sin poder evitarlo se abalanzó sobre él para abrazarlo, pero al sentir la confusión de ese alma él mismo confundido preguntó—: ¿Qué sucede?
− No sucede nada, sólo que me has sorprendido, siempre me pareciste alguien tan lejano que no esperaba tu abrazo… Tengo que confesarte una cosa, ¿sabes que en una vida anterior, antes de conocerte en esta, te odié?
− ¿Por qué me odiabas? ¿Te causé algún daño? −Sentí verdadera preocupación en su pregunta.
− Más bien quizás fue al contrario.
− No entiendo entonces por qué me podías odiar.
− En otra vida anterior, era un capitán del Faraón y tu eras el sacerdote que hacía los sacrificios para conocer los augurios para ir a la guerra, pero cuando tú los hacías raramente los augurios eran buenos.
Recordó aquella vida, los augurios eran falsos, ir a la guerra era sólo cuestión de cálculos y de la información de los espías repartidos por todas partes bajo la figura de sacerdotes o comerciantes, nunca era cosa de que el hígado o las entrañas de ningún animal fueran sanas o no, de eso ya se encargaban ellos. Se tenían que hacer muchos cálculos, si no eran positivos había que contradecir a aquel faraón siempre ávido de riquezas y conquistas, pero llegó un momento en que tanta avaricia, alimentada de la sangre de tantos, le empujaron a no aprobar más que las campañas que eran absolutamente necesarias, ello le llevó a enemistarse tanto con él que, después de intentar sobornarlo sin éxito, amenazó su vida, pero nada le inmutó porque los sacerdotes como él tenían demasiado poder, y él estaba decidido a utilizar ese poder para no permitir más sufrimiento innecesario.
− ¿Y crees que era mi deseo que no lo fueran?
− El faraón siempre maldecía después de esos augurios y juraba que querías gobernar por encima de él y que mentías, entonces te odiaba por ello, no entendía que intentabas protegernos, sólo que me arrebatabas la oportunidad de honores y de alcanzar la riqueza.
− ¿Y cuando dejaste de odiarme?
− Al principio de conocerte en esta vida seguía odiándote sin saber por qué nada más verte, no sabía que era por esa vida anterior y, de hecho, estuve encargado de asesinarte… Tenías enemigos poderosos.
− ¿Qué quieres decir?
− Me asignaron a tu guardia con ese fin, pero al estar a tu lado día a día ya no pude odiarte, y después de dejar esa vida me di cuenta que efectivamente le mentías al faraón.
− ¿Por qué?
− Por lo que te he dicho, siempre estabas intentado protegernos. Pero antes de ese momento no lo sabía, sólo creía que eras un hombre orgulloso que manipulaba el poder y que me impedía llegar a realizar mis deseos.
− ¿Cambiaste porque en esa vida que fui tu general te protegí?
− No, no sólo a mi, sino a todos, y no sólo en esa vida… Mira, ¿puedes recordarme?
Y la figura se fue transformando y vio aquél hombre que le acompañaba en las cacerías en los bosques, o aquel otro de pelo rubio, recio y de músculos poderosos tirando de los remos de esa frágil nave que se hundía bajo el peso de la carga de pieles, le recordó también como el soldado pegado a él en otra batalla, cegados por la niebla de la pólvora y sintiendo el terror de no saber por donde les alcanzaría la muerte.
− Has estado a mi lado mucho tiempo, y no te he recordado hasta que no te has mostrado a mi, perdóname.
− Más agradecido aún te estoy por ello.
− ¿Qué quieres decir?
− Es fácil luchar, esforzarte y proteger a alguien a quién amas, a alguien especial, pero tú siempre nos protegiste a mí y a los demás sin distinciones, cuando sólo éramos soldados o lo que fuera, pero al fin y al cabo gente pequeña y sin importancia en tu vida, que incluso te miraba con recelo y se mantenía apartada de ti, pero eso a ti no parecía importante, tú sólo te preocupabas por todos cuando en tu vida en realidad no éramos nadie.
− ¿Quién te dices que no erais nadie? ¿Quién te dice que no erais todos para mi especiales y que a todos vosotros os quería y quería lo mejor para vosotros?
− ¿Te das cuenta por qué te he llamado Maestro?
Se hundió en sus pensamientos preguntándose: “¿Es posible que quede tanto por aprender? Si es así, ¿el qué…? Más importante: ¿Merece la pena aprenderlo?”
Se quedó mirando una vez más al horizonte, contemplando con esa otra alma el hermoso atardecer sobre el mar y sentí que su pensamiento se sumía en algo que le emocionaba o turbaba profundamente pero que no fui capaz de percibir, no pude traspasar ese pensamiento y sólo escuché en su interior algo, de forma muy difusa y atenuada, pero sentido con gran intensidad que era como: “Yo he visto cosas que vosotros no creeríais…”
Supuse que era la belleza de ese momento y otros parecidos que estaba recordando, por lo que no entendí la respuesta que se dio a sí mismo un momento después:
− Lo único que merecería la pena aprender sería cómo no tener que volver nunca más aquí.
seguira.....
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