
Este Blog esta dedicado a compartir, todo tipo de temas relacionados con los Maestros Espirituales del Alma y de la Mente. Contribuyendo al Despertar de la Conciencia Unificada, con un solo proposito, el de Vibrar en el Amor Incondicional. Podeis contribuir con vuestros comentarios y opiniones, ruego se mantega el respeto, la hermandad y la ármonia entre nosotr@s. SOMOS SOLO UNO EN AMOR Y UNIDAD. ·
miércoles, 27 de julio de 2016
El Amor.
El Amor.
Siempre quisimos saber (de forma consciente o no) qué es el amor profundo ya que todos intuimos ningún deseo de oponernos a ÉL. Siempre anhelamos vivir desde ese otro estado de ver las cosas tal como son, desde la única realidad que nos reviste de naturaleza ecuánime y conectada al sabor de la felicidad, donde desaparece todo olor de ego, autoridad, toda norma, toda frontera... El amor no tiene bandera, ni escalas, no existen los niveles, el amor no evalúa, ni juzga, no conoce la superficialidad, ni la importancia vana del resultado de las cosas porque no espera nada.
Sentimos estos cuatro atributos del amor:
1.- EL AMOR ES SILENCIOSO: no necesita gritar nada a nadie porque todos somos aquello que ES.
2.- EL AMOR NO TIENE AGENDA: no es un doy para recibir, no es un contrato compra-venta porque amar es dar.
3.- EL AMOR NO SE VANAGLORIA A SÍ MISMO: carece de toda vanidad, de todo ego porque el amor vive desnudo de intereses superfluos y siempre se da ya que el Amor es Vida.
4.- EL AMOR CUMPLE A LA PERFECCIÓN LOS TRES ATRIBUTOS ANTERIORES.
Imagina que estás en un estado en el que los ojos se te quieren salir de sus cuencos para poder ir a todas partes y al mismo tiempo, imagina ahora que puedes hacer lo que acabas de leer, que tus ojos lo pueden ver todo y, en todos los lugares donde estas, vivencias continuamente un bienestar que ninguna droga puede ofrecer. En toda estancia, momento o escena, sientes la montaña más nevada y el mar más cálido, el fuego que no quema y una lluvia dorada junto a un inmenso y deleitante arco iris que contiene millones de colores. Ahora, suelta todas estas palabras y respira un estado musical sin fondo, una sintonía sin forma, sin poder etiquetar la procedencia porque tienes en ti la paz más profunda jamás sentida antes. Inmensa paz te sumerge por dentro y por fuera sin poder expresar ni una sola palabra, ni un solo fonema, ni un solo problema.
Ahora, no imagines, ahora, siente sin ninguna duda todo lo que percibes de lo que lees y de lo que no lees, de lo que te traspasa y de lo que se está comenzando a fundir dentro de algún lugar de ti. Palpa en tu interior las lágrimas nacidas en alguna zona "secreta" para observar desde esa agua cristalina, espontánea, un estado que recuerdas como una semilla de infinitos frutos. No hablo de tu verdad ni de la mía, hablo de lo que en el fondo de nuestros corazones suscita lo evidente y la palabra que no encuentro. Y cuando no encuentras las palabras que buscas para decirte lo que siento, llegan las emociones desnudas, tu mar y el mío unidos de una mano enlazando alegrías sin nombres. Entonces sabes que, cuando no puedes, DAS, porque cuando no puedes negarle nada al amor, éste crece, te inunda, te hace suyo y ÉL de ti. Y ya empiezas a descubrir que siempre has querido SER así, que no pones condiciones para sentir de esta forma innombrable, ilimitada, y que mereces reventarte por dentro hacia fuera.
Y descansas, descansas por un momento de tanta dicha que te desborda pero al instante siguiente quieres seguir embarcado contigo en el espacio del vacío silencioso que lo llena todo, lo inunda todo de ti, contigo y con todos. Quieres que todos sientan lo mismo y en tu corazón así sucede esta extraña seguridad que ha venido para quedarse. Es como si los demás quisieran tocarte algo que imaginan desconocer. Algo que dicen no encontrar... y tú... te quedas mirándolos con sonrisa amorosa y te ríes, te ríes y te ríes y no pueden ver que no duele ni da miedo. Has dejado atrás el mundo de los modales y naturales suenan tus risas por todas partes, porque no buscas nada, porque ya lo tienes todo, porque ya no esperas nada, porque ya no huyes en busca de la autoridad teatral que te salve de ti mismo. Así ahora quieres estar para siempre, y, nada ni nadie pueden detener la seguridad en la que te has convertido.
EL AMOR AMA IGUAL QUE QUIEN EN VERDAD ERES TU ERES EL AMOR Para mi amor de siempre: EL AMOR ES UN PROFITEROL DE CHOCOLATE Y CREMA HECHO POR LAS MANOS DE MI ALMA GEMELA (Leticia)
LA VERDAD
Leticia R. Villaseñor & Javier G. Delgado
Lleva tu vida.
Lleva tu vida.
¡Llevar realmente la vida de uno mismo...! ¡Qué concepto tan nuevo...! Muchos ya llevan su propia vida y este texto tal vez no les va a aportar nada nuevo. Aunque, sabemos que la mayoría de personas aún les entregan sus vidas a los demás y, además piensan que así debe ser. Hay algo fundamental que antes podemos aclarar: toda persona que en un aspecto íntimo esté permitiendo que otras personas les maneje, sentimos que es de origen kármico, por tanto, en principio no pueden tomar las riendas de sus vidas y seguirán por tiempo indefinido sintiéndose victimas de ciertas cosas. En verdad esto sucede así para ganar y ganar en las vidas de estas personas ya que es el cansancio y otros aspectos similares los que van a transformar sus vidas en sustentos más naturales. Sentimos que les es prácticamente imposible aun darse cuenta de la situación y es por esto que literalmente no saben lo que hacen. Estamos hablando de inconsciencia y no de irresponsabilidad.
Para entenderlo mejor: nadie puede ser irresponsable por decisión propia en aquellos aspectos que aun duermen. Por tanto, aquello a lo que siempre llamamos pecado, es otra ilusión, sólo había inconsciencia, desconocimiento por haber olvidado Quienes Son. También sentimos que de nada sirve que intentemos forzarles el conocimiento de Quienes Son porque es algo que tienen que ver por ellos mismos, son ellos los que tienen que recordar. ¿Cómo podrían actuar desde una teoría que les dice otro, si no pueden confirmarlo ya que se niegan a practicarlo? Pongamos un ejemplo: si alguien así lee este texto, replicara con sus propios argumentos inconscientes pero bien válidos para él. Y si son bien válidos para él, está bien que así sea, esa es su vida por el momento. Sí, bien, comprendemos que habrá un momento que tendrán que decidir si irse a otro lugar a practicar sus juegos, o quedarse tras haber comprendido el autoengaño cuyo sabor les parecía que era la vida.
Pero tal vez sea más importante que tengamos claro que ellos cambiaran sólo cuando lo decidan y, esto quiere decir que sucederá sólo cuando comprendan el "error". Unos harán esta transformación ayudados por el dolor, otros por el miedo, otros simplemente comprenderán a medida que la luz siga avanzando. Hay más caminos que personas y cada uno es único e irrepetible. Por tanto, aquellos que están comprendiendo lo que ahora estamos lanzando es sencillamente algo muy elemental, muy básico: no puedes llevar tu vida si intentas llevar la de otros aunque lo hagas en aspectos menores. La libertad hacia los demás, debe ser total. Y no partimos de la falsa frase de que la libertad de otro empieza donde acaba la mía. No tienes forma de saber dónde empieza o acaba la del otro si quieres mantener el presente. La libertad del otro es siempre asunto del otro, no tuya, y él sabrá donde continuarla, nunca empezarla o acabarla porque siempre fue un Ser libre.
Lo que queremos decir es que no podemos hacer espacios acotados para ninguna libertad. Sería absurdo hablando de libertad. La libertad va por dentro, es infinitamente más que cualquiera de estas explicaciones y, al traducirla en hechos, desde un estado consciente, todos pueden sentir hasta donde pueden llegar sin irse a ningún extremo. Intentemos comprender esto: mientras más libertad acotes a otro, menos libre eres. Si de verdad quieres ser libre, se hace indispensable que quieras de corazón que los demás también lo sean. Dicho de otra forma: cuando estas enfocado en restar libertad a otro/os, eso mismo atraes a tu vida. Ha surgido de la nada otra ocasión donde se puede ver bien que todo es más sencillo.
Si has comprendido lo anterior, podrás ver que cuando eres libre de verdad, también estas accionando correctamente la vida de los demás sin pretenderlo, porque ellos podrán querer hacer lo que tú haces y es muy posible que comiencen a comprender con mayor profundidad en qué consiste la libertad. No decimos con todo esto que cuando alguien te pida ayuda no se la des (si está en tus manos) porque puedas saber que está muy dormido, sino que, a medida que practiques estas cosas, sentirás cada vez más hasta dónde llegar con determinadas personas. Y para esto dispones de la mejor y única herramienta que es tu zona emocional correspondiente a tu verdadera naturaleza (tu corazón).
Mírate en el espejo real que son los demás, tus otros yo, tus hermanos de verdad, estate atento a todo sin ruido mental y tus otras habilidades que aún puedas desconocer, empezaran a emerger con sorpresas cuando menos te lo esperes. ¡Se tú! No hay nadie que pueda hacer esto por ti. Vive desde adentro por haberte convertido en el centro de ti mismo/a. Y cuando esto te ocurra de verdad, ya no se te olvidara el mundo porque dejaras de llegar tarde AL AMOR.
LA VERDAD
Leticia R. Villaseñor & Javier G. Delgado
El equilibrio.
El equilibrio.
Todo equilibrio se sustenta desde un control de las emociones. Es aquí, desde este enfoque como sucede la calma, el sosiego real. Si queremos conseguir un equilibrio ecuánime con nosotros mismos respecto a cualquier suceso, podemos vernos reflejados en un estado de paz en el que la calma vuelve a recobrar el propósito natural al que pertenece; que es la calma misma. Esto lo vamos a intentar fotografiar textualmente para verlo en su mayor relieve. Cuando ocurre algo que dices que no te gusta, puedes observar que en un tanto por ciento bien grande, siempre se debe a una oposición tuya ante el hecho. Los hechos de la vida van a seguir sucediendo digamos o nos pongamos como queramos. Estamos tratando el tema desde un enfoque de sucesos continuos porque es así como se alimenta la vida si cabe la expresión.
Pero nunca vamos a defender ningún tipo de existencia que nos arrastre o nos lleve para cualquier lugar porque hay cosas elementales que nunca cambian y una de ellas es tu libertad de elección dada por tu libre albedrío. Dicho de otra forma: todo cuanto llega a tu vida lo has elegido tú en un cien por ciento. Aclarado esto proseguimos con el tema que nos ocupa. Algunos ven enseguida el absurdo de poner resistencia a las cosas que suceden, teniendo en cuenta que todo es elegido por uno. De todas formas, intentaremos exponer para aquellos que no vean el absurdo y quieran verlo. Porque el mismo tema que nos ocupa se va a hacer cargo de la situación para cuadrar ambos temas. Siguiendo aun de un tema para otro, añadimos que la forma en que eliges como suceden las cosas es a través de tus pensamientos, tus palabras, tus hechos, tus emociones, en definitiva tú forma de proceder ante la vida, o mejor dicho, en la vida, ya que Vida Eres.
Cuando sucede algo que dices que no te gusta y por tanto tiendes a cambiarlo, en muchas ocasiones se cambia, pero da la causalidad que se cambia por otra cosa que tampoco te gusta y a menudo llega un momento en que ya no quieres retocar más el/los sucesos. De todas formas el cuadro del aprendizaje sigue inacabado. El problema de que se acumulen sucesos (que podrían ser diferentes), viene precisamente por la oposición o resistencia hacia el mismo. La pregunta aquí es: ¿qué te impide fluir ante lo que llegue? Una enorme cantidad de personas aún tienen pendiente hacerse esta pregunta. ¿Sera que no quieren recibir la respuesta por la carga avasalladora de honestidad a la que tendrían que enfrentarse? Es muy sencillo mirarlo así si queréis: cuando te opones a algo estas enfocado en oposición, y precisamente esta es la misma puerta a la que estas llamando en tu experiencia, oposición tras oposición.
Y todo el mundo sabe cuáles son aquellas cosas a las que nos referimos que en nada te puede afectar directamente y por tanto no tendrían por qué alterar el control de tus emociones que es de lo que trata este escrito. Sabemos que aún las altera, es cierto, y por ello estamos intentando desmenuzar en lo posible el texto aunque de todas formas siempre queden flecos por recortar, más cosas por decir ya que la vida no tiene fin. Proseguimos: imagina por un momento que está ocurriéndote en este instante un suceso que no deseas y que nada tiene que ver contigo y en él hay varias personas interviniendo. Recuerda que dices que no lo deseas y lo dices para ti y para nadie más: ¿te dice esto algo? Imagina que solo lo estás observando, sin emitir juicios, sin tomar partido, sólo observas. ¿Podrías pasar por esta nueva experiencia? ¿Cuál es el miedo? ¿Lo que piensen los otros? Si cada uno está sumergido en sus propias películas.
¿Entiendes a donde queremos llevarte? En un caso como éste, solo tienes dos opciones: aceptar o sufrir. Recuerda que nadie elige por ti. No hay sufrimiento que no nazca desde una queja. Comienza en queja, viene enseguida el sufrimiento y con él, el juicio. Mira cuantas cosas has llamado a tu vida en breves instantes. Y después te quejas diciendo que tú no eliges nada, que todo lo eligen los demás por ti. ¿Otra queja? ¿Más sufrimiento? ¿Más juzgar a la Vida? ¿A que parece una película sin fin? Para aquellos que se hayan respondido a esta última pregunta con un sí, están de enhorabuena por saber que es precisamente eso, una película, una ficción, el montaje de tu vida, el guion elegido cada día... Pero cansa, ¿verdad...? ¿Cansa más que la observación? Dejamos esto en el aire.
Vamos a proseguir, para algunos se pone interesante y queremos que sepáis que para nosotros también por el hecho de estar dando este escrito sin esperar nada a cambio y lo damos también sin defensión y con la libertad de sentir que no somos ni peores ni mejores que nadie. No queremos nada, y si algo quisiéramos es que seas feliz. Tan solo somos dos personas que sentimos desde otro lugar y hasta ahí, lo que viene detrás, cada uno tiene que llegar solito/a. Eso sí, hay lugares donde todo está más claro, las personas pueden verse mejor entre sí, los enojos se terminan para siempre, la relaciones y los estrechamientos de manos, los abrazos, son todos más transparentes, el secreto se diluye, la viejas sensaciones de incomodidad sin sentido no tienen lugar, porque todo se ha vuelto más sutil (a veces de repente, otras no...), menos denso... Hay momentos en la vida en que el equilibrio llama a tu puerta, y llama, y llama... ¿pero quién abre? ¿Otro?
Queremos de corazón que abras tú, tú eres nuestro sustento y para ti vivimos sin que nadie le deba nada a nadie. Y si la próxima vez (que está al caerte encima) tampoco abres, no pasa nada. Entiende al menos que esto te lo entregamos con amor sin pedirte nada. ¿Comprendes nuestras emociones?
LA VERDAD
Leticia R. Villaseñor & Javier G. Delgado
jueves, 21 de julio de 2016
DEJANDO DE ALIMENTAR LO QUE YA NO FUNCIONA
Dejando de alimentar lo que ya no funciona.
Observamos a menudo que cada vez más personas están percibiendo (a nivel planetario) que todo sigue cambiando, que las viejas estructuras y las obsoletas formas de pensamiento siguen en picada, se consumen a su propio ritmo para que una nueva forma de vida esté lista en su manifestación de fuerza y luminiscencia, y active todos los focos apagados del planeta en su conversión a la claridad de Ser. Dicho de otra forma: para que nazca lo nuevo, ha de "morir" lo viejo. De la misma forma nosotros percibimos que muchos se están cansando de ver que aquellas cosas que antes les funcionaba, ya no es así ahora, e intentan cambiar la disposición de sus caminos. Un día prueban a dejar de luchar contra su dolor de cabeza, y lo abrazan, abrazan de corazón el dolor y comprueban que comienza a desaparecer. Eso, les da un empuje para comprender que nunca antes probaron este "método", este nuevo mirar desde la zona emocional dormida y la comienzan a despertar al entrar en consonancia con aspectos más reales.
Otros lo prueban con enfermedades de mayor grado y consiguen mejorías que nunca les dieron los fármacos. Aquellos, muy cansados de querer controlarlo todo, han tirado la toalla intuyendo otro mirar, comprendiendo con cada lucha un sufrimiento, un darle más fuerza a lo mismo y un problema multiplicado a diario. Son personas que fluyen, que comienzan a agrandar su felicidad y que ya no permiten que disminuya. Han concebido que se puede vivir muchísimo mejor de otra forma que por no haberla probado nunca se la estaban perdiendo siempre. Han encajado que cada vez que entran en enojos, ceban más los mismos enojos y pierden la calma. Y otros han dejado de ir en contra "de lo mal que le va al mundo" porque de esta nueva manera comprenden no solo que no van a cambiar la situación (todo sigue su proceso), sino que estaban ayudando con su propia energía a alimentar más de lo mismo y lo que hacían causaba el efecto contrario a lo que ellos querían en un principio. Una cárcel en la que no se ven los barrotes.
Han agarrado el nuevo conocimiento y ya no lo sueltan. Así, cuando se han instalado en esas comprensiones desde otro mirar, han observado un aumento de su sensibilidad antes atrofiada y un agradecimiento íntimo a la existencia. Han terminado de perdonar al pasado y a ellos mismos. Comienzan el único y verdadero amor incondicional hacia todo cuanto ven, hacia cualquier situación de sus vidas y, se convierten en la libertad de palpar que… TODO ES MAS SENCILLO
* MIEDOS, DEPENDENCIAS, APEGOS...
Una dependencia, cualquiera que sea ésta, es el resultado de estar viviendo en un estado de apresamiento. Es lo contrario a la libertad o a la carencia de poder decidir en cada momento aquellos aspectos que nos hacen sentir bien con nosotros mismos. Todo hábito tiende a desarrollar un mecanismo estandarizado, repetitivo, en el que no hay lugar para otra cosa que no sea el proceso anquilosado de la dependencia en sí misma. Esto se puede llevar a cualquier marco de las innumerables estancias que la vida refleja en todas estas partes donde constantemente elegimos el hábito, el automatismo y, desde ese lugar podemos observar que siempre es una decisión propia la que hace posible que nos sumerjamos (inconscientemente) en esa reincidencia enferma. Queremos explicar cómo sentimos este funcionamiento interno: todo ser que alberga basura, o, que aún no ha sanado, mira la vida desde este estancamiento.
Se hace importante aquí el resaltar (para los que decidan avanzar) que este mirar desde esta zona enferma, no les dejara ver lo que hay detrás de todo esto. Y concretamos: detrás de todo esto está la libertad de Ser, está la luz de la que tanto se habla, está en definitiva la felicidad. Pero, ojo, es muy importante comprender este funcionamiento para así asentar esta comprensión en el interior, para así permitir que la conciencia registre este “mal” funcionar y permita que vayamos más allá en una nueva diferencia. Cuando esta comprensión ya está dentro, es mucho más fácil ver en qué momentos estas actuando en automático, dejándote llevar por lo que no funcionó nunca.
En principio, no es fácil detectar cuándo nos encontramos inmersos en un estado de hacer las cosas con automatismos o hábitos aprendidos (por eso detallábamos más en el párrafo anterior), defendiendo ideas de cómo debe ser cada situación, cada cosa, preservando conceptos mentales como si no pudiese ser la vida de otra forma. De todas formas, es claro mencionar que cualquier dependencia dificulta aspectos esenciales de la libertad plena, a la que todo individuo tiene opción e incluso preferencia.
Podemos comenzar haciendo una pequeña lista de apegos derivados de estas creaciones que a lo largo de los años se nos han ido pegando de forma absurda. Por ejemplo, el apego a las apariencias puede servirnos como iniciador para ver el sin sentido de una conducta innecesaria. Tal vez, de esta podamos saltar al miedo que nos supone que las demás personas dejen de aprobarnos, haciendo esto resurgir el apego a la aprobación de los demás, y de paso, podemos trasladarnos a un tercer apego o miedo acerca de lo que es correcto o incorrecto, todo esto sin haber mencionado nada de la etiquetada educación, el defender las ideas establecidas de cómo deben ser las cosas o, el apego a innumerables y prefijada costumbres. Para todo el mundo es muy importante su propia vida y, comprendiendo que podemos reescribirla, vemos más claro todo, vemos que entonces caen todos estos apegos, vemos que todo puede cambiar una vez hayamos despertado a esta realidad y hacer una modificación de unas por otras.
Ese apego a vivir de forma desmesurada es porque creemos no tener otra oportunidad. En realidad Somos eternos y podemos tener infinitas experiencias. Con estas comprensiones se abre el universo entero. Dejamos atrás los miedos al otro convencimiento de que, si esta vez no soy madre ya no lo seré nunca, si no triunfo en mi negocio no tendré otra oportunidad, si no me entiendo con mi pareja no podré continuar... En definitiva cae el miedo a nosotros mismos, cae la ilusión de no entender más que lo está frente a los ojos, cae el miedo a vivir de verdad y cae el teatro absurdo en el que nos hemos sumergido por milenios y aparece la importancia de saber Quiénes Somos.
Y retomando lo anterior, si no has tenido suficiente, puedes revolcarte un poco más por la densidad del enfado. Todo esto lo único que hace es estorbarnos porque el único resultado incoherente que va marcando es el de la limitación. Toda esta presión que vamos acumulando tiene que explotar por alguna parte y, entonces, habrá quienes preferirán irse de compras y así poder sentir el apego a lo material cada vez más incrustado, o bien, el ampararse a la soledad y de paso abrir la recreación con la culpabilidad de sentirse solo. Si hasta aquí la lista no es demasiado larga, podemos rematarla en definitiva con el apego a la configuración mental de turno. Si podemos darnos cuenta, todas las dependencias o apegos que he mencionado, están basadas en el miedo y, todo miedo es una cárcel que seguiremos alimentando mientras no hagamos un stop crítico con nosotros mismos. LO QUE EN VERDAD ERES, NO ES SUSTITUIBLE POR NADA.
LA VERDAD
Leticia R. Villaseñor & Javier G. Delgado
Leticia R. Villaseñor & Javier G. Delgado
sábado, 16 de julio de 2016
LAS VOCES DEL DESIERTO MARLO MORGAN (LA CURACIÓN)
La curación.
Nací con las manos vacías,
moriré con las manos vacías.
He visto la vida en su máxima expresión,
con las manos vacías.
MARZO MORGAN
Se acercaba la estación de las lluvias.
Ese día divisamos una nube que se mantuvo a la vista durante un corto período de tiempo. Fue una imagen que valoramos por su rareza.
Ocasionalmente incluso pudimos caminar bajo su gran sombra, desde donde teníamos la misma visión que posiblemente tenga una hormiga de la suela de una bota.
Era una delicia hallarse entre gente adulta que no había perdido el sentido infantil de la diversión, tan importante siempre. Echaban a correr hacia el sol alejándose de la nube y mofándose de ella por la lentitud con que se movía.
Luego volvían a refugiarse bajo su sombra y me decían que el aire fresco era un regalo maravilloso de la Divina Unidad. Resultó un día muy alegre y juguetón. Sin embargo, al caer de la tarde se desató la tragedia, o al menos lo que a mí me pareció una tragedia en ese momento.
En el grupo había un hombre de treinta y tantos años que se llamaba Gran Rastreador de Piedras. Su talento consistía en hallar piedras preciosas. Recientemente se había añadido el «Gran», porque a lo largo de los años había desarrollado una habilidad especial para encontrar unos maravillosos y enormes ópalos e incluso pepitas de oro en las zonas mineras, después de que las compañías explotadoras hubieran abandonado las minas.
Los Auténticos creían al principio que los metales preciosos eran superfluos. No se podían comer, y en una nación sin mercados no servían para comprar alimentos.
Se valoraban tan sólo por su belleza y por el uso que se les pudiera dar.
No obstante, con el tiempo los nativos descubrieron que eran muy apreciados por el hombre blanco, lo cual resultaba más extraño aún que su extraña creencia de que podían ser amos de las tierras y venderlas. La tribu utiliza las gemas para financiar los gastos del explorador de la tribu, que periódicamente va a la ciudad y luego regresa con su información.
Gran Rastreador de Piedras no se aventura jamás por las cercanías de una mina que siga en funcionamiento porque a los aborígenes les persigue el recuerdo de aquellos antepasados obligados a trabajar en las explotaciones mineras que entraban un lunes y no volvían a salir hasta el fin de semana.
Cuatro de cada cinco morían. Habitualmente se les acusaba de algún crimen y eran condenados a trabajos forzados.
También tenían que satisfacer ciertas cuotas, y muchas veces se obligaba a la mujer y a los hijos a trabajar con el reo; unas tres personas podían cumplir la cuota establecida para un individuo. Al parecer era muy fácil hallar alguna infracción para alargar las condenas. No había escapatoria posible.
Por supuesto, aquella degradación de las vidas humanas era muy legal.
Aquel día en particular, Gran Rastreador de Piedras caminaba por el borde de un terraplén cuando cedió la tierra y él fue a caer por el risco hacia la superficie rocosa, seis metros más abajo. El terreno por el que caminábamos estaba formado por grandes capas de granito pulido natural, de láminas de roca y extensiones pedregosas.
Por entonces yo tenía unos buenos callos en las plantas de los pies, parecidos a aquella especie de pezuñas de mis compañeros, pero ni siquiera esa capa de piel muerta bastaba para caminar cómodamente sobre las piedras.
Tenía el pensamiento puesto en los pies.
Recordaba un armario que tenía en casa, lleno de zapatos, donde no faltaban botas de excursionista y zapatillas deportivas. Oí el grito de Gran Rastreador de Piedras cuando ya volaba por los aires. Corrimos todos hasta el borde y miramos hacia abajo. Parecía un guiñapo, y se veía ya un charco oscuro de sangre. Varios miembros de la tribu corrieron cuesta abajo hasta la garganta y lo subieron en un santiamén haciendo uso de un sistema de relevos. Dudo que hubiera tardado menos si hubiera subido flotando. Las manos que lo transportaban parecían la oruga de una línea de montaje.
Cuando lo depositaron sobre la pulimentada roca de la cima, la herida quedó a la vista.
Era una fractura complicada y muy grave entre la rodilla y el tobillo. El hueso sobresalía unos cinco centímetros, como enorme y feo colmillo, a través de la piel de color chocolate con leche. Inmediatamente alguien se quitó una cinta del pelo e hizo un torniquete con ella alrededor del muslo. Hombre Medicina y Mujer que Cura se hallaban a cada lado del herido.
Otros miembros de la tribu empezaron a prepararlo todo para acampar allí aquella noche.
Yo me acerqué poco a poco hasta quedar junto a la figura postrada.
-¿Puedo mirar? -pregunté.
Hombre Medicina pasaba las manos por la pierna herida a unos dos centímetros de la piel con un suave movimiento deslizante, primero en paralelo y luego con una de arriba abajo y la otra al revés. Mujer que Cura me sonrió y habló a Outa, quien me tradujo su mensaje:
-Esto es para ti. Nos han dicho que tu talento, entre tu gente, es el de mujer que cura. -
Bueno, supongo -respondí.
Nunca me había gustado la idea de que la curación de un enfermo dependa de los médicos o de sus trucos, porque años atrás, cuando tuve que enfrentarme con la polio, había aprendido que la curación tiene una única fuente.
Los médicos ayudan al cuerpo eliminando partículas extrañas, inyectando sustancias químicas o devolviendo huesos a su sitio, pero eso no significa que el cuerpo vaya a curarse. De hecho, estoy convencida de que jamás ningún médico en ningún lugar de ningún país y en ninguna época de la historia ha curado a nadie.
Cada persona lleva la curación en su interior. Los médicos son como mucho unas personas que han reconocido en sí mismas un talento individual, lo han desarrollado y tienen el privilegio de servir a la comunidad haciendo lo que mejor se les da y más les gusta. Pero no era aquél el momento más adecuado para una discusión a fondo. Acepté los términos que Outa había decidido utilizar y convine con los nativos en que también yo, en mi sociedad, era considerada una mujer que curaba.
Según me explicaron, el movimiento de las manos a lo largo de la pierna sobre la zona herida, sin tocarla, era un método para devolver la antigua forma de la pierna sana y para eliminar la hinchazón. Hombre Medicina le refrescaba la memoria al hueso para que reconociera la auténtica naturaleza de su estado sano. Con esto se eliminaba el impacto provocado al partirse en dos y abandonar la posición desarrollada durante más de treinta años.
Lo que hacían era «hablarle» al hueso.
A continuación los tres personajes principales del drama, Hombre Medicina a los pies, Mujer que Cura arrodillada a un lado y el paciente tumbado de espaldas sobre la tierra, empezaron a hablar con un sonsonete de plegaria.
Hombre Medicina colocó las manos alrededor del tobillo.
En realidad no parecía que tocara ni tirara del pie.
Mujer que Cura hizo lo propio con la rodilla.
Hablaban en forma de cánticos, cada uno de ellos diferente.
En un momento dado alzaron la voz al unísono y gritaron algo. Debieron de utilizar un método de tracción, pero yo no fui capaz de verlo. Sencillamente, el hueso volvió a meterse por el agujero del que asomaba. Hombre Medicina juntó los dos bordes de piel e hizo una seña a Mujer que Cura, que desató el extraño y largo tubo que siempre llevaba consigo.
Unas semanas antes le había preguntado a Mujer que Cura qué hacían las mujeres cuando tenían la menstruación, y ella me había mostrado unas compresas hechas de juncos, paja y finas plumas de pájaros. Después, de vez en cuando, observaba que una mujer abandonaba el grupo para internarse en el desierto y ocuparse de sus necesidades. Enterraban la pieza sucia igual que enterrábamos nuestros excrementos diarios, como hacen los gatos.
Ocasionalmente, sin embargo, había advertido que una mujer volvía del desierto con algo en la palma de la mano, que llevaba a Mujer que Cura. Esta abría el extremo superior de su largo tubo. Observé que estaba forrado de las hojas de plantas que usaron para curarme los pies llagados y las quemaduras del sol. Mujer que Cura metió dentro el enigmático objeto.
Las pocas veces que me acerqué, me llegó un insoportable hedor. Finalmente descubrí lo que guardaban en secreto: grandes coágulos de sangre expulsados por las mujeres.
Aquel día Mujer que Cura no abrió el extremo superior del tubo, sino el inferior. No salió ningún tufo. No desprendía ningún mal olor. La mujer apretó el tubo con la mano y surgió una brea negra, espesa y reluciente, que utilizó para unir los bordes desiguales de la herida. Literalmente los alquitranó, untando la sustancia por toda la superficie de la herida.
No hubo vendaje, ataduras, entablillado, muletas ni suturas.
Pronto se olvidó el accidente y nos ocupamos de la comida.
Por la noche se hicieron turnos para colocar la cabeza de Gran Rastreador de Piedras sobre el regazo, de modo que viera mejor desde el lugar en que reposaba.
También yo hice un turno.
Quería tocarle la frente y comprobar si tenía fiebre.
Además quería tocar y estar cerca de una persona que, al parecer, había aceptado ser demostración viviente de sus métodos de curación en mi honor. Cuando tenía su cabeza en mi regazo, alzó la vista hacia mí y me guiñó un ojo.
A la mañana siguiente, Gran Rastreador de Piedras se levantó y caminó con nosotros. No cojeaba en absoluto.
Me habían dicho que el ritual practicado reduciría el trauma óseo y evitaría que se inflamara la pierna. Era cierto.
Durante varios días la examiné de cerca y observé cómo se secaba la negra sustancia natural y empezaba a desprenderse. Al cabo de cinco días había desaparecido; sólo quedaban unas delgadas cicatrices en el sitio por donde había salido el hueso. ¿Cómo podía aquel hombre, que pesaba unos sesenta y cinco kilos, apoyarse en aquel hueso completamente partido, sin muleta y sin que le volviera a salir de sopetón por el agujero? Estaba maravillada. Sabía que los miembros de la tribu gozaban de muy buena salud en general, pero además parecían poseer un talento especial para resolver las urgencias.
Los que poseían talento para curar no habían estudiado nunca bioquímica ni patología, pero poseían las credenciales de la verdad, la intención y el compromiso con el bienestar físico.
Mujer que Cura me preguntó: -¿Comprendes cuánto tiempo implica «para siempre»?
-Sí -repliqué-. Lo comprendo.
-¿Estás segura?
-Sí, estoy segura.
-Entonces podemos decirte algo más. Todos los humanos son espíritus que sólo están de paso en este mundo.
Todos los espíritus son seres que existen para siempre.
Todos los encuentros con otras personas son experiencias y todas las experiencias son relaciones para siempre.
Los Auténticos cierran el círculo de cada experiencia.
No dejamos cabos sueltos como los Mutantes.
Si te alejas con malos sentimientos en el corazón hacia otra persona y ese círculo no se cierra, se repetirá más adelante.
No lo sufrirás una sola vez sino una y otra hasta que aprendas. Es bueno observar, aprender y almacenar la experiencia para ser más sabios. Es bueno dar las gracias, dejarlo bendecido, como vosotros decís, y alejarse luego en paz.
Yo no sé si el hueso de la pierna de aquel hombre se curó rápidamente o no. No tenía rayos X a mano para examinarlo antes y después, y él no era un superhombre, pero a mí no me importó. No sufrió. No le quedaron secuelas, y en lo que concernía a los demás, la experiencia había terminado. Nos alejamos en paz, y era de esperar que un poco más sabios.
El círculo se había cerrado. No se gastaron más energías, tiempo ni atención en él.
Outa me dijo que ellos no habían provocado el accidente.
Sólo habían pedido que, si era por el supremo bien de la vida en todas partes, estaban abiertos a una experiencia con la que yo pudiera aprender en la práctica sus métodos de curación.
No sabían si se presentaría la oportunidad ni a quién podría tocarle, pero estaban dispuestos a ofrecérmela como experiencia. Cuando se produjo, se sintieron agradecidos una vez más por el don que habían podido compartir con la Mutante foránea.
También yo estaba agradecida aquella noche por la oportunidad de conocer las misteriosas mentes vírgenes de aquellos humanos a los que llamaban incivilizados.
Quería aprender más cosas sobre sus técnicas de curación, pero no deseaba la responsabilidad de añadir nuevos retos a sus vidas. Tenía muy claro que la supervivencia en el Outback era un reto más que suficiente.
Tendría que haber comprendido que ellos me leían la mente y que sabían lo que pedía antes de expresarlo. Aquella noche hablamos largo y tendido sobre la relación entre el cuerpo físico, la parte eterna de nuestra existencia y un nuevo aspecto que no habíamos tocado antes: el papel de los sentimientos y las emociones en la salud y el bienestar.
Ellos creen que sólo las emociones tienen una verdadera importancia; se quedan grabadas en cada célula del cuerpo, en el núcleo de personalidad, en la mente y en el ser eterno.
Así como ciertas religiones hablan de la necesidad de alimentar al hambriento y dar agua al sediento, aquella tribu decía que el alimento y el líquido que se dan y la persona que los recibe no son esenciales. Lo que cuenta es el sentimiento que se experimenta cuando se entrega uno con sinceridad y afecto. Dar agua a una planta o a un animal moribundos, o dar ánimos a una persona, proporciona tanta sabiduría sobre la vida y nuestro Creador como dar de beber a una persona sedienta. Cada uno de nosotros abandona este plano de la existencia con una tarjeta de puntuación, por así decirlo, en la que se refleja momento a momento el modo en que se han dirigido las propias emociones. Son los sentimientos invisibles e incorpóreos que llenan nuestra parte eterna los que marcan la diferencia entre los buenos y los menos buenos.
La acción es tan sólo un canal mediante el que se permite expresar y experimentar el sentimiento, la intención.
Para devolver el hueso a su sitio, los dos médicos nativos habían enviado pensamientos de perfección al cuerpo.
Cabeza y corazón habían desempeñado un papel tan importante como el de las manos. El paciente estaba abierto y receptivo al bienestar y creía en un estado de restablecimiento total e inmediato.
Ante mi asombro, lo que para mí era milagroso, desde la perspectiva de la tribu era obviamente normal.
Empecé entonces a preguntarme hasta qué punto en Estados Unidos el sufrimiento, debido a enfermedad y experimentado por el paciente, se debía a una predeterminación emocional, no a nivel consciente, por supuesto, sino a cierto nivel del subconsciente.
¿Qué ocurriría en Estados Unidos si los médicos pusieran tanta fe en la capacidad curativa del cuerpo humano como la que tienen en las drogas? Cada vez valoraba más la importancia del vínculo entre médico y paciente. Si el médico no cree que la persona se va a recuperar, esa misma incredulidad puede dar al traste con su trabajo. Aprendí hace mucho tiempo que cuando un médico le dice a un paciente que no tiene cura, lo que en realidad quiere decir es que no tiene información para curarlo. No significa que no exista cura. Si cualquier otra persona ha superado alguna vez esa misma enfermedad, es evidente que el cuerpo humano tiene la capacidad para curarla. En mis largas conversaciones con Hombre Medicina y Mujer que Cura, descubrí una nueva e increíble perspectiva sobre la salud y la enfermedad. «Curar no tiene absolutamente nada que ver con el tiempo -me dijeron-. Tanto la salud como la enfermedad se producen en un instante.»
Según yo interpretaba estas palabras, el cuerpo es un conjunto, bueno y saludable a nivel celular, pero de repente se produce el primer desarreglo o anomalía en una parte de una célula. Pueden pasar meses o años antes de que se identifiquen los síntomas o se establezca el diagnóstico.
Y la curación es el proceso inverso. Uno está enfermo y su salud va decayendo; según la sociedad en la que viva, recibirá un tipo u otro de tratamiento. En un momento el cuerpo detiene su declive e inicia la primera etapa de su recuperación.
La tribu de los Auténticos cree que no somos víctimas al azar de una mala salud, sino que nuestro cuerpo es el único medio que tiene nuestro nivel superior de conciencia para comunicarse con nuestra conciencia personal.
Con su declive, el cuerpo nos da la oportunidad de mirar en derredor y analizar las heridas que son realmente importantes y que hemos de reparar: las relaciones en crisis, las brechas abiertas en nuestro sistema de valores, los tumores amurallados del miedo, la fe erosionada en nuestro Creador, las emociones insensibilizadas que impiden el perdón, y tantas otras cosas.
Yo pensé en los médicos norteamericanos que trabajan ahora con las imágenes mentales positivas para tratar a los enfermos de cáncer. En su mayoría no son bien vistos por el resto de sus colegas. Lo que intentan explorar es demasiado «nuevo».
Ante mí tenía el ejemplo de los seres humanos más antiguos de la Tierra, que usaban técnicas transmitidas de generación en generación y que me habían demostrado su valor.
Sin embargo, nosotros, la llamada sociedad civilizada, no queremos utilizar la transmisión de pensamientos positivos porque tememos que sea tan sólo una moda, y convenimos prudentemente en que sería mejor esperar un tiempo y ver cómo funciona bajo ciertas condiciones. Cuando un Mutante en estado crítico ha recibido ya todos los tratamientos que le puede ofrecer la medicina y está al borde de la muerte, el médico le dice a la familia que ha hecho cuanto estaba a su alcance.
Es cierto, cuántas veces habré oído el comentario: «Lo siento, no podemos hacer nada más. Ahora está en manos de Dios». Es curioso que nos suene a cosa del pasado.
No creo que los Auténticos sean superhombres por el modo en que tratan accidentes y enfermedades. Creo sinceramente que todo lo que ellos hacen tiene una explicación científica.
El hecho es que nosotros construimos máquinas para que realicen ciertas técnicas, y los Auténticos son la prueba de que pueden llevarse a cabo sin aparatos eléctricos.
La humanidad explora a la aventura y con gran esfuerzo, pero en el continente australiano se aplican las más refinadas técnicas médicas a unos miles de kilómetros tan sólo de las antiguas prácticas que han salvado vidas desde tiempos inmemoriales. Tal vez un día se unirán y se completará el círculo del conocimiento.
¡Qué día para una celebración mundial!
Extracto de: LAS VOCES DEL DESIERTO - MARLO MORGAN
http://trabajadoresdelaluz.com.ar/
http://rosacastillobcn.blogspot.com.es/
LAS VOCES DEL DESIERTO MARLO MORGAN (SALSA)
Salsa.
No corría el más mínimo soplo de aire, así que notaba incluso el vello que me iba creciendo en las axilas. También notaba que los callos de las plantas de los pies se me estaban haciendo cada vez más gruesos a medida que se iban secando capas más profundas de piel.
Nuestra caminata se interrumpió bruscamente. Nos detuvimos en el lugar en que dos palos cruzados habían señalado una tumba en otro tiempo.
El recordatorio ya no se sostenía derecho; las ataduras se habían podrido. Ahora sólo quedaban dos ramas viejas, una larga y otra corta.
Hacedor de Herramientas recogió las ramas, sacó una fina tira de piel de su vistosa dilli (1) y reconstruyó la cruz usando el tejido animal con precisión profesional.
Varias personas recogieron grandes rocas esparcidas en las cercanías y las colocaron formando un óvalo sobre la arena.
El recordatorio de la tumba quedó entonces anclado a la tierra.
-¿Es una tumba de la tribu? -pregunté a Outa.
-No -me contestó-. Albergaba a un Mutante. Hace muchos, muchos años que está aquí; olvidada desde hace tiempo por su gente y posiblemente incluso por el superviviente que la cavó.
-Entonces, ¿por qué la arreglan? -inquirí.
-¿Y por qué no? No comprendemos vuestras costumbres, no estamos de acuerdo con ellas ni las aceptamos, pero no ?Las juzgamos tampoco. Honramos vuestra posición en el mundo. Estáis donde se supone que debéis estar, dadas vuestras alternativas pasadas y vuestra libre voluntad actual para tomar decisiones. Este lugar nos sirve a nosotros para el mismo propósito que cualquier otro lugar sagrado.
Es un momento para detenerse a reflexionar, a confirmar nuestra relación con la Divina Unidad y con toda la vida.
No queda nada ahí, ¿sabes?, ni siquiera los huesos. Pero mi nación respeta a tu nación. Bendecimos el lugar, lo liberamos y nos volvemos mejores porque hemos pasado por aquí.
Esa tarde me entregué a una meditación para examinar con todo cuidado los escombros de mi pasado. Fue un trabajo sucio, aterrador, peligroso incluso. Había defendido montones de viejas costumbres y creencias por interés personal. ¿Me habría detenido yo a reparar una tumba judía o budista? Recordaba que me había puesto nerviosa en un atasco de tráfico provocado por la gente que abandonaba un templo religioso. ¿Sería capaz ahora de mostrar la comprensión necesaria para guardar mi equilibrio, mostrarme imparcial y permitir a los demás que siguieran su propio camino con mis bendiciones? Empezaba a comprender:
Automáticamente le damos algo a cada persona que conocemos, pero elegimos lo que queremos dar. Nuestras palabras, nuestros actos, deben crear el escenario para la vida que deseamos llevar.
De repente sopló una ráfaga de viento. El aire me lamió la piel dolorida, como la lengua rasposa de un gato. Apenas duró unos segundos, pero en cierto modo supe que no iba a ser fácil honrar tradiciones y valores que no comprendía y con los que no estaba de acuerdo, pero también que me reportaría inmensos beneficios.
Por la noche, bajo un cielo dominado por la luna llena, nos congregamos en torno a la fogata del campamento.
Un resplandor naranja nos teñía el rostro, y la conversación derivaba hacia el tema de la comida. Era un diálogo abierto. Ellos me preguntaron y yo respondí cuanto me fue posible. Escucharon cada una de mis palabras.
Les hablé de las manzanas, de cómo creábamos híbridos, hacíamos compota o la tradicional tarta. Ellos me prometieron buscarme manzanas silvestres para que las probara.
Aprendí que los Auténticos eran esencialmente vegetarianos. Durante siglos habían comido frutas, ñames, bayas, frutos secos y semillas silvestres. Ocasionalmente añadían pescado y huevos a su dieta, cuando tales artículos se presentaban con el propósito de honrar su existencia, de formar parte del cuerpo del aborigen.
Ellos prefieren no comer cosas que tengan «cara». Siempre han molido el grano, y sólo cuando los empujaron desde la costa hacia el Outback se hizo necesaria la ingestión de carne.
Les describí un restaurante y el modo en que se servían las comidas en platos decorados.
Mencioné la salsa. La idea resultó confusa para ellos.
¿Por qué cubrir la carne con salsa?
Así que acepté hacerles una demostración.
Desde luego no tenía la cacerola adecuada.
Hasta entonces nuestra cocina había consistido en trozos pequeños de carne, que solían colocarse sobre la arena después de apartar las ascuas a un lado.
Algunas veces la carne se clavaba en espetones apoyados en palos. Ocasionalmente se hacía una especie de estofado con carne, vegetales, hierbas y la preciosa agua.
En el campamento hallé una piel de las que usábamos para dormir; era suave y sin pelo, y con ayuda de Maestra en Costura conseguimos unos bordes curvos.
Ella siempre llevaba una bolsa especial alrededor del cuello; contenía agujas de hueso y tendones.
Yo derretí grasa animal en el centro, y cuando quedó líquida añadí un poco de polvo del que habían molido antes, además de hierba de las salinas, una pepita de pimienta picante, triturada, y finalmente agua. Cuando espesó, la eché por encima de la carne troceada que habíamos servido antes, y que era de una criatura muy extraña llamada clamidosauro de King, un lagarto con una membrana en torno al cuello en forma de pechera.
La salsa provocó nuevas expresiones faciales y comentarios de todos los que la probaron, pero mostraron mucho tacto. En aquel momento mi memoria retrocedió quince años.
Yo me había inscrito para la elección de Señora América, y me había encontrado con que una parte del concurso nacional consistía en presentar una receta original a la cazuela.
Cada día, durante dos semanas, estuve preparando platos a la cazuela. Catorce cenas consecutivas las dedicamos a comer y valorar el sabor, aspecto y textura de cada nuevo plato, en busca de un posible ganador. Mis hijos no se negaron nunca a comer, pero pronto se convirtieron en maestros en el arte de decir con tacto lo que pensaban. Tuvieron que soportar algunos sabores muy poco convencionales para apoyar a su madre. Cuando gané el título de «Señora Kansas», ambos gritaron para celebrarlo: «¡Hemos superado el Desafío de la Cazuela!».
En el desierto veía la misma expresión de mis hijos en el rostro de mis compañeros. Nos divertíamos con casi todo lo que hacíamos, y aquello también provocó grandes risas.
Pero su búsqueda espiritual está tan presente en todas sus actividades que no me sorprendí cuando alguien comentó que la salsa era un símbolo del sistema de valores de los Mutantes. En lugar de vivir la verdad, los Mutantes permiten que las circunstancias y condiciones entierren una ley universal bajo una mezcla de conveniencia, materialismo e inseguridad.
Lo más interesante de sus comentarios y observaciones fue que nunca me sentí criticada ni juzgada. Ellos no juzgaban jamás que mi gente estuviera equivocada y que su tribu tuviera la razón. Era más bien como un adulto afectuoso observando a un niño que lucha por ponerse el zapato izquierdo en el pie derecho. ¿Quién dice que no se puede recorrer un buena distancia caminando con los zapatos cambiados? Tal vez haya una valiosa lección en los juanetes y las ampollas, pero es un sufrimiento que a un ser mayor y más sabio le parece ciertamente innecesario.
También hablamos de los pasteles de cumpleaños y el sabroso glaseado. La analogía que establecieron con el glaseado me pareció muy convincente. Parecía simbolizar todo el tiempo que pierden los Mutantes en objetivos artificiales, hueros, temporales, decorativos y edulcorados en el espacio de una generación, de modo que en realidad son muy escasos los momentos de su vida que dedican a descubrir quiénes son y cuál es su ser eterno.
Cuando les hablé de las fiestas de cumpleaños, me escucharon atentamente. Hablé del pastel, de las canciones, de los regalos, y de la nueva vela que se incorpora cada año.
-¿Para qué lo hacéis? -me preguntaron-. Para nosotros una celebración significa algo especial.
Pero no hay nada especial en hacerse viejo. No exige ningún esfuerzo. Ocurre, simplemente.
-Si no celebráis que os hacéis mayores -dije yo-, ¿qué celebráis?
-Que nos volvemos mejores -fue la respuesta-. Lo celebramos si este año somos personas mejores y más sabias que el año pasado. Sólo uno mismo puede saberlo, así que eres tú quien debe decirle a los demás cuándo ha llegado el momento de celebrar la fiesta.
«Vaya, vaya -pensé-, eso es algo que debo recordar.»
Es realmente asombrosa la cantidad de comida silvestre nutritiva que hay disponible y el modo en que aparece cuando la necesitan. El aspecto de las regiones áridas, que parecen inhóspitas, es engañoso. En el suelo yermo hay semillas con vainas muy gruesas. Cuando llegan las lluvias, las semillas enraízan y el paisaje se transforma. Aun así, al cabo de unos pocos días las flores han completado el ciclo de su existencia, los vientos esparcen las semillas y la tierra vuelve a su estado áspero y agostado.
En diferentes lugares del desierto, en regiones más cercanas a la costa y en las zonas del norte, más tropicales, disfrutamos de comidas copiosas utilizando una especie de judías.
Hallamos fruta y una miel estupenda para nuestro té de corteza de sasafrás silvestre. En otro lugar pelamos la corteza de los árboles. La utilizamos para abrigamos, envolver comida y masticarla por sus propiedades aromáticas que aclaran las congestiones de cabeza.
Muchos arbustos tienen hojas con las que pueden hacerse aceites medicinales con los que tratar invasiones bacterianas. Actúan como astringentes que liberan al cuerpo de infecciones y parásitos estomacales. El látex, el fluido que contienen los tallos de algunas plantas y ciertas hojas, sirve para eliminar verrugas, callos y duricias. Los aborígenes disponen incluso de alcaloides, como la quinina. Se estrujan plantas aromáticas y se mojan en agua hasta que el fluido cambia de color.
Luego se frotan el pecho y la espalda con él. Si se calienta, se inhala el vapor. Al parecer sirven para limpiar la sangre, estimular las glándulas linfáticas y como ayuda para el sistema inmunológico. Existe un pequeño árbol semejante al sauce que tiene muchas de las propiedades de la aspirina.
Se toma para malestares internos, para el dolor producido por torceduras o fracturas, así como para aliviar dolores y punzadas menos importantes de músculos y articulaciones. También es eficaz contra las erosiones de la piel.
Otras cortezas se utilizan para diarreas, y con la resina de algunas otras, disuelta en agua, se hace jarabe para la tos.
En general, aquella tribu aborigen era extraordinariamente saludable. Más tarde conseguí identificar algunos de los pétalos de flores que comíamos por su acción contra la bacteria de la fiebre tifoidea. Me preguntaba si tal vez así reforzaban su sistema inmunológico, de modo muy parecido al de nuestras vacunas. Lo que sí sé es que el cuesco de lobo australiano, una variedad de hongo muy grande, contiene una sustancia anticancerígena llamada calvacina, actualmente en estudio. También tienen una sustancia antitumoral llamada acronicina, que se encuentra en una corteza.
Los aborígenes descubrieron las extrañas propiedades del solano australiano hace siglos.
La medicina moderna obtiene de él el esteroide solasodina, que se utiliza para los anticonceptivos orales.
El Anciano me advirtió que ellos están seguros de que las nuevas vidas que llegan al mundo deben hacerlo por decisión propia, con el propósito de amarlas y darles la bienvenida.
Una nueva vida para la tribu de los Auténticos ha sido siempre, desde el principio de los tiempos, un acto creativo consciente.
El nacimiento de un niño significa que han proporcionado un cuerpo terrenal a un alma compañera. Al contrario que nuestra sociedad, ellos no esperan siempre que los cuerpos aparezcan sin defectos. Es la joya invisible que se lleva en el interior la que carece de defectos y da, al tiempo que recibe, ayuda en el proyecto común de las almas para refinarse y mejorar.
Yo tuve la impresión de que si ellos rezaran a nuestro modo, no sería para pedir por el niño abortado sino por el niño no deseado. Todas las almas que deciden experimentar la existencia humana serán honradas, si no a través de un padre y unas circunstancias determinadas, a través de otro, en otro tiempo.
El Anciano me comentó que el promiscuo comportamiento sexual de ciertas tribus, sin tomar en consideración el nacimiento resultante, era tal vez el mayor retroceso que había dado la humanidad. Ellos creen que el espíritu entra en el feto cuando anuncia su presencia al mundo mediante el movimiento. Para ellos un niño que nace muerto es un cuerpo que no albergaba ningún espíritu.
Los Auténticos han localizado también una planta silvestre del tabaco. Utilizan las hojas para fumar en pipa en ocasiones especiales. Ellos siguen usando el tabaco como una sustancia única y rara, porque no abunda, que puede producir una sensación de euforia y crear adicción.
Se utiliza simbólicamente para saludar a los visitantes o iniciar reuniones. Yo encontré cierta similitud entre su respeto por la planta del tabaco y las tradiciones de los indios americanos.
Mis amigos hablaban a menudo de la tierra que pisábamos, recordándome que era el polvo de nuestros antepasados.
Ellos decían que en realidad las cosas no mueren, sólo se transforman.
Hablaron del cuerpo humano, que vuelve a la tierra para servir de alimento a las plantas, que a su vez son la única fuente de oxígeno para los humanos. Parecían ser mucho más conscientes del valor de las moléculas de oxígeno que necesitan todos los seres vivientes que la inmensa mayoría de la gente norteamericana que conozco.
Los miembros de la tribu de los Auténticos tienen una vista increíble. El pigmento rutina, que se encuentra en diversas plantas autóctonas, es una aceptable sustancia química que se usa en drogas oftalmológicas para combatir la fragilidad de los capilares y vasos sanguíneos del ojo. Al parecer, a lo largo de los miles de años en los que los aborígenes fueron los únicos habitantes de Australia, supieron descubrir los efectos que producían los alimentos en el cuerpo.
Uno de los problemas de comer lo que crece de forma silvestre es que existen múltiples plantas venenosas. Ellos reconocen de inmediato lo que supera los límites permisibles. Han aprendido a eliminar las partes venenosas, pero me contaron con tristeza que algunas de las ramas del tronco de la raza aborigen, que habían vuelto al comportamiento agresivo, eran conocidas por utilizar el veneno contra enemigos humanos.
Cuando ya llevaba cierto tiempo viajando con el grupo, empezaron a aceptar mis preguntas como una parte realmente necesaria para mi comprensión personal. Abordé también el tema del canibalismo. Yo había leído los relatos que se hacían en los libros de historia y había oído bromas de mis amigos australianos con referencia a los aborígenes que se comían a la gente, incluso a sus propios hijos recién nacidos. «¿Era eso cierto?», pregunté.
Sí. Desde el alba de los tiempos, los humanos han experimentado con todas las cosas.
Tampoco allí, en aquel continente, se había podido evitar. Ciertas tribus aborígenes tuvieron reyes, hubo también gobernantes femeninos, otras raptaron a personas de grupos diferentes, y otras comieron carne humana.
Los Mutantes matan y se van, dejando el cadáver para que se encarguen de él. Los caníbales mataban y usaban el cuerpo para alimentarse. El propósito de un grupo no es mejor ni peor que el del otro. Matar a un ser humano, tanto si es para protegerse como para vengarse, por conveniencia o para comer, es siempre lo mismo. No matar a ninguno es lo que diferencia a los Auténticos de las criaturas humanas mutantes.
«No hay moral en la guerra -dijeron-. Pero los caníbales jamás mataron en un día más de lo que podían comer.
En vuestras guerras se matan miles de personas en unos minutos. Tal vez sería bueno sugerir a vuestros líderes que ambos bandos de vuestras guerras acordaran sólo cinco minutos de combate. Luego deberían permitir a los padres acudir al campo de batalla para recoger los cuerpos y miembros de sus hijos, llevárselos a casa, llorarlos y enterrarlos. Después de eso, podrían acordarse otros cinco minutos de batalla, o quizá no. Es difícil hallar sentido a lo absurdo.»
Esa noche, tumbada sobre la fina piel que impedía el contacto de mi boca y ojos con la tierra de arenisca, pensé en el largo camino recorrido por la humanidad en muchos aspectos, y en cuánto nos hemos desviado del rumbo correcto en muchos otros.
Extracto de: LAS VOCES DEL DESIERTO - MARLO MORGAN
(1) Dilli no tiene traducción exacta.
Es una palabra nativa para designar las bolsas de fibras vegetales y corteza de árbol tejidas por los aborígenes. (N. de la T.)
http://trabajadoresdelaluz.com.ar/
http://rosacastillobcn.blogspot.com.es/
LAS VOCES DEL DESIERTO MARLO MORGAN (JOYAS)
Joyas.
Sólo cuando se haya talado el último árbol, sólo cuando se haya envenenado el último río, sólo cuando se haya pescado el último pez; sólo entonces descubrirás que el dinero no es comestible.
PROFECÍA DE LOS INDIOS CREE
Cuanto más nos adentrábamos en el desierto, más calor hacía. Y cuanto más calor hacía, más parecían desaparecer la vegetación y toda forma de vida. Caminábamos por un terreno básicamente de arena, con apenas unas cuantas matas de tallos altos, secos y muertos.
No había nada a lo lejos, no se veían montañas ni árboles, nada. Era un día arenoso, de arena y hierbas arenosas.
Aquel día empezamos a transportar una lumbre.
Se trataba de un palo de madera que se mantenía incandescente, agitándolo con suavidad.
En el desierto, donde la vegetación es un bien tan preciado, se utiliza cualquier cosa que se encuentre para garantizar la supervivencia.
La lumbre se utilizó para encender la hoguera del campamento por la noche, cuando empezaron a escasear las hierbas secas. También observé que los miembros de la tribu recogían los escasos excrementos que dejaban las criaturas del desierto, sobre todo los de dingo, que resultaron ser un potente combustible inodoro.
Me recordaron que todo el mundo tiene diversas aptitudes. Ellos se pasaban la vida explorándose a sí mismos como personas que hacían música, curaban, cocinaban, contaban historias y se daban nuevos nombres con cada mejora personal. Yo empecé a contribuir en la exploración de mis aptitudes para la tribu, refiriéndome a mí misma burlonamente como Recolectora de Excrementos.
Aquel día una preciosa jovencita se acercó a la maleza y emergió como por arte de magia con una hermosa flor amarilla de largo tallo. Se ató el tallo alrededor del cuello de tal modo que la flor le colgara sobre el pecho como una joya valiosa.
Los miembros de la tribu se reunieron en torno a ella y le dijeron que estaba preciosa, y que había hecho una maravillosa elección. Se pasó el día recibiendo cumplidos. Yo notaba que resplandecía porque se sentía especialmente guapa.
Mientras la contemplaba recordé un incidente acaecido en mi consultorio justo antes de abandonar Estados Unidos. Me visitó una paciente que sufría de un grave síndrome de estrés.
Cuando le pregunté qué estaba ocurriendo en su vida, me contó que su compañía aseguradora había aumentado la prima por uno de sus collares de diamantes en ochocientos dólares.
Alguien de Nueva York le había garantizado que podría hacerle un duplicado exacto del collar con piedras falsas.
Iba a coger un avión, permanecería allí mientras se lo hicieran, y luego volvería para meter los diamantes en la cámara acorazada de un banco. Con esto no eliminaría la cuantiosa prima del seguro ni la necesidad de tenerlo, puesto que ni siquiera en la mejor cámara acorazada de un banco se puede garantizar una seguridad absoluta, pero la prima se reduciría considerablemente.
Recuerdo que le pregunté por un baile anual que debía celebrarse en breve. La mujer contestó que la imitación estaría lista para entonces y que pensaba llevarla.
Al final de nuestro día en el desierto, la muchacha de la tribu de los Auténticos depositó la flor en el suelo y la devolvió a la madre tierra. Había servido a su propósito. Estaba muy agradecida por ello y había conservado el recuerdo de toda la atención recibida durante el día.
Era la confirmación de su atractivo personal, pero no se había apegado al objeto en sí. La flor se marchitaría, moriría y volvería a convertirse en humus y a reciclarse una vez más.
Pensé en mi paciente. Luego miré a la joven aborigen. Su joya tenía un significado; la nuestra un valor monetario.
Pensé que realmente alguien en este mundo había equivocado el sistema de valores, pero no creía que fueran aquellos seres primitivos, en la tierra de Australia, llamada de Nunca Jamás.
Extracto de: LAS VOCES DEL DESIERTO - MARLO MORGAN
http://trabajadoresdelaluz.com.ar/
http://rosacastillobcn.blogspot.com.es/
Suscribirse a:
Entradas (Atom)