domingo, 3 de julio de 2016

El apego en la etapa de la vanidad y de soberbia. (Vicent Guillem)



El apego en la etapa de la vanidad y de soberbia.

Has hablado de que existe apego en la etapa de la vanidad y también en la de la soberbia. Parece que es un egosentimiento bastante difícil de superar.

Así es. El apego se inicia en la etapa de la vanidad y no se supera hasta el final de la etapa de la soberbia.

¿Entonces no existe ningún avance respecto al apego a medida que se va avanzando espiritualmente, desde la vanidad a la soberbia, pasando por el orgullo?

Por supuesto que sí. Pero los avances siempre son graduales. 

Ni es de la misma intensidad ni se alimenta de lo mismo el apego en el vanidoso, que en el orgulloso y que en el soberbio. En el vanidoso el apego es mucho más intenso, menos respetuoso con el libre albedrío de los demás, por el escaso desarrollo del sentimiento, y se alimenta del deseo de ser complacido y atendido, y de la debilidad del vanidoso para avanzar por sí mismo. En el orgullo y la soberbia el apego es menos fuerte, ya que está siendo substituido paulatinamente por el amor, (hay una mezcla de ambos, amor y apego) y se alimenta del temor a no ser querido o del miedo a perder a los seres queridos.

¿Cómo se vencen la avaricia y el apego?

Lo contrario de la avaricia es la generosidad, es decir, que para vencer la avaricia hay que desarrollar la generosidad, tanto material como espiritual. La avaricia y el apego se vencen compartiendo lo que uno tiene con los demás, tanto a nivel material como espiritual.

Codicia-Absorbencia

La codicia es el deseo excesivo de querer poseer cada vez más (y aquello que se codicia pueden ser tanto bienes materiales como de cualquier otra entidad), aunque eso perjudique a otros. El codicioso es aquel que nunca está conforme con lo que tiene y quiere siempre lo que no tiene, también lo que tienen los demás, y no para hasta conseguirlo. Los codiciosos son espíritus derrochadores, porque no aprecian lo que tienen, y envidiosos porque siempre ansían poseer lo que tienen los demás. Cuando el espíritu pasa de la vanidad primaria a la vanidad avanzada, la codicia material se va transformando en codicia espiritual o absorbencia. Llamamos absorbencia a cuando la persona intenta, consciente o inconscientemente, atraer la atención de otras personas para satisfacción de sí misma, manipulando los sentimientos, para que los demás estén pendientes de ella el máximo tiempo posible, sin preocuparse de si de esta forma vulneran o fuerzan el libre albedrío de la persona a la que quieren absorber.

Por ello, la persona dominada por la absorbencia tiene gran dificultad en respetar a los demás, ya que suele pensar sólo en sí misma. La persona absorbente busca llamar la atención a toda costa y suele utilizar el victimismo para conseguirlo. La absorbencia está muy relacionada con el apego y suele ocurrir que ambas formas de egoísmo se dan al mismo tiempo con intensidad semejante, es decir, el que sufre de apego suele ser absorbente. Los celos suelen ser muchas veces una mezcla de apego y absorbencia. A las personas codiciosas-absorbentes se les suele despertar la envidia, o sentimiento de animadversión hacia aquellos que poseen lo que uno desea y no tiene, y este objeto de deseo puede ser una posesión material en el codicioso o espiritual en el absorbente.

¿Entonces es incorrecto pedir que a uno le dediquen atención, porque necesita que le quieran, porque corremos el riesgo de ser absorbentes?

Al contrario. Todos necesitamos ser queridos. Es bueno admitirlo y pedir lo que necesitamos, ya que forma parte de la expresión de nuestros sentimientos.

¿Entonces, cuál es la frontera entre pedir que nos quieran y ser absorbentes?

Cuando se pide de forma sincera, sin obligar, sin engañar, sin manipular, no se es absorbente. Se es absorbente cuando se obliga, se engaña y manipula, en definitiva, cuando se vulnera el libre albedrío de los demás. Además, muchas veces no se pide amor, sólo se pide una complacencia. El amor se ha de dar libremente, si no, no es amor, es obligación. Por tanto es incorrecto exigir que determinadas personas nos quieran, sólo porque nosotros creamos que nos deben querer o atender, porque son familiares o allegados y están obligados a ello.

¿Cómo evoluciona la absorbencia a medida que se va avanzando espiritualmente?

De manera semejante al apego. Como digo, la absorbencia se inicia en la etapa de la vanidad avanzada como una derivación de la codicia y no se supera totalmente hasta el final de la etapa de la soberbia. A medida que el espíritu adquiere mayor capacidad de amar se va llenando más con los propios sentimientos, volviéndose menos dependiente emocionalmente de los demás, con lo cual, ante el avance de la generosidad emocional, la absorbencia va perdiendo fuerza poco a poco. En el orgullo y la soberbia la absorbencia disminuye progresivamente.

LAS LEYES ESPIRITUALES
Vicent Guillem
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¿Soy yo capaz de superar el dolor, soy yo capaz de amar? (Vicent Guillem)


¿Soy yo capaz de superar el dolor, soy yo capaz de amar?

Ya pero cuando alguien está acostumbrado a vivir en el dolor, el dolor parece lo más normal. 

Porque mucha gente se preguntará: ¿Soy yo capaz de superar el dolor, soy yo capaz de amar?

Y yo me pregunto si no habrá alguien que diga: “Mira: todo este sufrimiento que he vivido no lo quiero más. Ni para mí ni para los demás. Ya he aprendido algo de la vida. Todo aquello que a mí me hicieron y que me hizo sufrir voy a evitar hacérselo a los demás. Todo el amor que necesité de mis padres y que no me dieron se lo voy a dar yo a mis hijos, a mis allegados, a todo el que se presente en mi vida”.

Y sólo con la voluntad de cambiar y con la fuerza del sentimiento, la vida de uno dará un vuelco, y se romperán los lazos del odio. Y la tuerca que estaba apretada comenzará a aflojarse, y desandará una y otra vuelta del tornillo del desamor hasta que al final se libere totalmente. 
Y si todos los que viven en el dolor y el desamor tomaran una decisión semejante, el mundo cambiaría en una generación.

La generación de los niños que fueron queridos por sus padres, la de los niños que no se pusieron corazas para evitar que les hicieran daño, la de los niños que no tienen miedo a amar, porque fueron criados en el amor.

Como ya he dicho, la capacidad de amar es una cualidad innata del espíritu. Por lo tanto, todos la tenemos. Sólo necesitamos descubrirla y desarrollarla. Confiad en que esto es así y será. 

Y como ya dije, no sólo se trata de amar a los demás: hay que empezar por amarse uno mismo.

Pero, ¿qué es amarse a uno mismo?

Ya lo he dicho. Amarse a uno mismo es reconocer las necesidades afectivas propias, los sentimientos, y desarrollarlos para que sean el motor de nuestra vida.

¿Entonces es bueno quererse a uno mismo?

Por supuesto que sí. La autoestima es necesaria para ser feliz. Nuevamente lo repito: a lo que uno tiene que renunciar es al egoísmo, no al amor. Si uno no se quiere a sí mismo, ¿de dónde sacará la fuerza y la voluntad necesarias para amar a los demás?. Vivir sin sentir es casi como estar muerto. 

Por ello muchas de las personas que viven sin sentir desean morir, porque albergan la falsa esperanza de que al morir se acabará su suplicio y así ellas mismas inician el proceso de autodestrucción de su cuerpo que llamáis enfermedad. 
Muchas enfermedades provienen de que la persona es incapaz de amarse a sí misma. Son aquellas personas con un nivel de autoestima muy bajo las más propensas a tener enfermedades del sistema inmunitario, como leucemias, linfomas y enfermedades autoinmunes.

Estas últimas, las enfermedades autoinmunes, tienen que ver además con un sentimiento de culpa muy arraigado. 

Estas personas están tan deprimidas que difícilmente podrán darse a los demás. Primero tendrán que resolver su falta de autoestima.

Entonces, ¿cuáles son los pasos a seguir para amarse uno mismo?

Primero, reconoced las necesidades afectivas propias, los sentimientos, y permitid que afloren para que toméis conciencia de que existen. 

Es decir, dejad de reprimirlos y pasad a desarrollarlos, para que sean el motivo de vuestra vida. 
Segundo, a la hora de actuar, hacedlo por lo que sintáis y no por lo que penséis, no por lo que os han enseñado que es correcto, si esto va en contra de lo que sentís. No permitáis que vuestros pensamientos, que están condicionados por multitud de razones, ahoguen vuestros sentimientos.

Mucha gente se preguntará si merece la pena dar ese paso.

Os aseguro que merece la pena, porque a medida que actuéis conforme a vuestros sentimientos comenzareis a experimentar un poco de lo que es la auténtica felicidad, la felicidad del interior, que sólo da el amor. También así evolucionaréis espiritualmente. Jamás renunciéis a vuestros sentimientos, porque es lo único por lo que merece la pena luchar y vivir. 

El principio es lo que más cuesta, porque la tuerca puede estar muy apretada. Habrá que poner mucha fuerza de voluntad, hasta que la tuerca empiece a ceder. 
Pero luego el camino se suavizará y los sentimientos que vayáis experimentando llenarán vuestro interior (¡¡de amor, sí!!) como jamás habíais sentido antes, y esto os dará fuerzas para continuar.

¿Y qué hay que hacer para amar a los demás?

Intentad ver a los demás como a vosotros mismos. 

Sed conscientes de que son hermanos, de la misma esencia y con las mismas necesidades del interior que vosotros. 
Todos tenemos las mismas capacidades y todos necesitamos amar y ser amados en completa libertad para ser felices. 
Si yo tengo sed después de estar caminando un buen trecho bajo un sol de justicia sin haber podido beber, ¿no ha de ocurrir que cualquiera en esas mismas circunstancias sentirá más o menos el mismo deseo de beber que yo? Pues con el amor ocurre lo mismo que con el agua. Todos sufrimos cuando se nos priva del amor y todos nos reconfortamos cuando se nos da. Por lo tanto, si observamos a alguien que está sediento de sentimiento, vayamos a darle de beber amor, al igual que cuando nosotros estuvimos sedientos de amor, hubo otros que nos dieron de beber.

Pero, ¿y si a pesar de nuestra buena intención hacia los demás recibimos ingratitud, desprecio o burla a cambio?

Cuando alguien os haga daño comprended que es por falta de evolución en el amor y que esta circunstancia la hemos de aprovechar para mejorarnos a nosotros mismos, porque seguramente si despierta algo negativo en nosotros es porque ese algo negativo todavía está en nuestro interior y debemos trabajar para eliminarlo. Como ya he dicho, hasta que el amor no se dé de forma incondicional, no podemos considerar el trabajo concluido, y el que encaja mal la ingratitud todavía no ha llegado a la meta, ya que en cierta forma todavía espera algo a cambio de lo que da.

Y alguien dirá, “¡Buf! Qué difícil es eso, porque si yo decido cambiar pero los demás van a seguir igual, ¡cuántos golpes voy a recibir! No sé si merece la pena”.

Y yo pregunto ¿no es mejor que a uno le intenten dar golpes que uno pueda intentar esquivar, a que los golpes se los dé uno mismo? Porque la gente que vive en el desamor es la que se está golpeando a sí misma y la que impide que nadie se acerque para quererla.

Lo que dices tiene sentido. Sin embargo me siguen surgiendo dudas.

Exponlas libremente.

Antes has remarcado la importancia de no reprimir los sentimientos, de que hay que expresarlos. Pero por otro lado hablas de la importancia de tener en cuenta las necesidades afectivas y los sentimientos de los demás. Y aquí va la pregunta: ¿No ocurre que hay sentimientos negativos como el odio, la rabia, la ira o el rencor que si los exteriorizamos pueden dañar a los demás? ¿Cómo se pueden exteriorizar los sentimientos sin hacer daño a los demás al mismo tiempo? ¿No son ambas acciones contradictorias entre sí?

Conforme tú lo has enfocado resulta una contradicción. 

De nuevo es necesario que aclaremos los conceptos para no generar confusión por un problema de insuficiencia del lenguaje, que utiliza la misma palabra, la de sentimiento, para definir cosas que son totalmente opuestas. Cuando yo antes hablaba de que hay que dejarse llevar por los sentimientos, me refería a los sentimientos que nacen del amor, que para distinguirlos habría que llamarlos amosentimientos, que siempre son positivos, claro. 
Los que nacen del egoísmo, o de la lucha entre el amor y el egoísmo, aquellos que hemos llamado sentimientos negativos o egosentimientos son otra cosa, por lo que hay que tratarlos de forma diferente (hablaremos de ello más adelante). Ciertamente, hay que evitar dejarse llevar por ellos porque podemos hacer mucho daño a los demás. En cualquier caso, el reprimirlos no conduce a nada. Sólo a que nos hagan daño por dentro.

¿Podrías mencionar alguno de esos egosentimientos?

Algunos ya los hemos mencionado cuando hemos hablado sobre la vanidad, el orgullo y la soberbia, porque son manifestaciones del egoísmo. 

Pero ahora los trataremos con mayor profundidad, sobre todo los que son más complejos y confusos de comprender, como el apego.

Estos son los más importantes:

a) Avaricia, codicia, lascivia, odio, agresividad, envidia.

b) Apego, absorbencia, celos, ira, rencor, impotencia, lujuria, culpabilidad, miedo, tristeza.

Todo esto me recuerda a los siete pecados capitales, ¿tiene algo que ver?

No son pecados, sino manifestaciones del egoísmo, aunque cierto es que si uno se deja arrastrar por ellos puede llegar a cometer gran cantidad de actos contra la ley del amor, y la del libre albedrío, que tendrá que reparar.

¿Por qué los distingues en dos grupos?

Los primeros son manifestaciones del egoísmo más primitivas. En los segundos, aunque son también manifestaciones del egoísmo, hay un componente adicional, y es que ya hay implícito un conocimiento mayor de lo que son los sentimientos.

¿Podrías definir en qué consiste cada uno de esos egosentimientos para que me haga una idea más exacta?

Sí. Empecemos por la avaricia y el apego. Los analizaremos de forma conjunta porque, como veremos, el apego es una derivación avanzada de la avaricia.

Avaricia - Apego

La avaricia es el afán excesivo de acumular bienes materiales. La persona avariciosa es aquella que tiene mucho para dar, materialmente hablando, pero se niega a compartir lo que considera suyo con los demás. Cuando el espíritu avanza en el conocimiento de los sentimientos pero mantiene su incapacidad para compartir, la avaricia material se transforma en avaricia espiritual. La avaricia espiritual es el apego, o dificultad para compartir el cariño de las personas que son consideradas incorrectamente como propiedad de uno, por ejemplo, los hijos, la pareja, etc. El que sufre de apego sólo quiere querer a unos pocos y suele exigir que los demás hagan lo mismo. 

Hay mucha gente que equivocadamente cree que ama, y dice que sufre mucho porque ama mucho, cuando en realidad lo que le ocurre es que sufre de apego y por apego. Sólo cuando el espíritu avanza comienza a reconocer la diferencia entre amor y apego.

¿Puedes explicar la diferencia entre amor y apego?

Sí. Cuando uno ama procura respetar el libre albedrío de la persona querida y el suyo propio. Intenta hacer lo posible para que la persona querida sea libre y feliz, aunque ello implique renunciar a estar con esa persona. 

En el caso del apego, la persona que lo padece está pensando más en satisfacer su propio egoísmo que en el bienestar de la persona querida. Por ello tiene tendencia a vulnerar el libre albedrío de la persona a la que supuestamente quiere, reteniéndola a su lado en contra de su voluntad o coaccionándola para que haga lo que uno quiere, obstaculizando al máximo las relaciones con otros seres, a los que considera su “competencia”. 
Aquel que ama de verdad no es posesivo con la persona amada, ni se molesta porque la persona amada quiera también a otras personas. Puede que el apego se agote, pero el amor verdadero, el amor auténtico, no se gasta. Por querer cada vez a más personas no significa que se quiera menos al resto. 
Pero el apego nos hace creer que sí. Que lo que se le da a los demás se nos quita a nosotros. El que siente apego exige, obliga y fuerza los sentimientos. Siempre espera algo a cambio de lo que hace. Está muy pendiente de exigir, de recibir y sólo da por interés, a condición de que se le dé primero lo que ha pedido. También por apego uno puede vulnerar su propio libre albedrío y obligarse a hacer cosas que no siente. El que siente auténtico amor da incondicionalmente y deja libertad a los sentimientos. No obliga, ni fuerza, ni exige nada a cambio de la persona a la que ama.

Me vendría bien algún ejemplo que me aclarara las diferencias.

Vale. Imagina que dos personas que dicen amar a los pájaros, se encuentran.

La primera los tiene alojados en bellas jaulas doradas, en una habitación climatizada. Les da pienso de alta calidad y agua de manantial embotellada, y los lleva al veterinario periódicamente. 

La segunda simplemente les lleva comida al parque, los acaricia cuando se posan y les atiende cuando están heridos y no pueden volar.

La primera persona dice: ¡Cuánto quiero a mis pájaros! 

Me gasto una fortuna en ellos para que tengan todas las comodidades que no tendrían si vivieran salvajes! ¡Pero me duran tan poco! Siempre están enfermos y por mucho que me gasto en medicamentos y en veterinarios se mueren prematuramente. ¡Cuánto me hacen sufrir! ¿Qué puedo hacer?

La segunda persona dice: Los pájaros que yo cuido no me pertenecen. No están encerrados en jaulas, sino que viven en libertad. Soy feliz porque sé que ellos no están conmigo obligados por los barrotes de una jaula, sino porque lo han elegido libremente. Soy feliz porque los veo vivir conforme ellos quieren, volando en libertad. 

Sus pájaros, amigo mío, se mueren de pena, porque no son libres. Abra sus jaulas para que puedan volar en libertad y vivirán porque serán libres, porque serán felices.

El primero responde: ¡Es que si les abro la jaula se escaparán y ya no los volveré a ver!

El segundo responde: Si se escapan es porque han estado retenidos en contra de su voluntad y se alejan de lo que para ellos es una vida de esclavitud. 

Mis pájaros no huyen de mí, porque saben que son libres de ir y venir cuando les plazca. Al contrario, cuando me ven llegar al parque acuden inmediatamente, me rodean y se posan sobre mí.

El primero dice: Lo que usted tiene es lo que yo deseo. Que mis pájaros me quieran.

El segundo dice: Lo que usted quiere jamás lo obtendrá por la fuerza. Les ha colmado de comodidades para intentar compensarles de la carencia de lo que más ansían: volar en libertad. Si realmente les quiere, deje que vivan su vida en libertad.

¿Quién es el que ama y quién es el que siente apego?

Siente apego el que quiere al pájaro enjaulado. Siente amor el que quiere al pájaro libre.

¿Me puedes poner un ejemplo de cómo se vulnera el libre albedrío de otra persona a través del apego?

Sí. Hay apego en la madre que retiene a los hijos a su lado cuando éstos ya son mayores y quieren independizarse por diferentes motivos, bien porque han encontrado una pareja, o porque desean estudiar o trabajar lejos del hogar, etcétera. 

La madre que tiene apego intentará imponer su necesidad de estar con ellos, no respetando que ellos quieran vivir su vida de forma independiente y, de no conseguirlo, se sentirá emocionalmente herida y llegará a decir incluso que sus hijos no la quieren, intentando hacerlos sentir culpables para tratar de retenerlos a su lado. Hay apego en el padre que exige que sus hijos se dediquen a tal o cual profesión, que deben estudiar tal o cual carrera, si no, serán desheredados.
Hay apego en el novio que le dice a su novia la ropa que puede y no puede ponerse, a qué hora debe entrar y salir de casa, con quién puede y no puede relacionarse.

Este falso amor, el apego, es como una cadena, una jaula que aprisiona al ser objeto del apego, convirtiendo en carcelero al que se deja llevar por él, porque, como la persona que tenía enjaulados a los pájaros, el que sufre de apego, ni vive ni deja vivir.

Me ha parecido lógico que dijeras que por apego uno vulnera el libre albedrío de los demás, pero me ha sorprendido que dijeras que por el apego uno puede vulnerar su propio libre albedrío. ¿Me puedes poner un ejemplo de cómo se vulnera el propio libre albedrío cuando se siente apego?

Pues sí. Por ejemplo, la misma madre del ejemplo anterior, cuando se inhibe de realizar algo que su interior necesita, como por ejemplo, dedicar tiempo a ayudar a otras personas fuera de la familia, debido a que cree que al hacerlo desatiende a la suya propia, por ejemplo, a sus hijos, o a su marido.

Si la persona no supera el apego se sentirá culpable cuando atienda los asuntos que le llenan interiormente, e incluso llegará a inhibirse de realizarlos por ese mismo sentimiento de culpabilidad.

Esta última manifestación de apego sí que me resulta sorprendente, ya que normalmente las personas que están muy volcadas en la familia suelen ser consideradas personas muy amorosas.

Ya. Es porque el apego está muy arraigado dentro de vuestra cultura y se confunde a menudo con el amor. 

Mucha gente, debido a la educación que ha recibido, lo tiene tan arraigado que lo ha interiorizarlo como algo propio de su personalidad. A la mujer se le hace sentir culpable cuando no está el 100% del tiempo dedicada a su marido, a sus hijos o al trabajo, y cuando dedica tiempo a personas fuera de su familia se expone a ser objeto de habladurías por parte incluso de personas de su propia familia que dicen mirar por su bien, que intentarán hacerle sentir culpable con comentarios del tipo “Quieres más a esa gente que a los de tu propia familia”, o “¿Qué se te ha perdido a ti por ahí? Tu sitio está aquí, con los tuyos”, o “¡Qué van a pensar de ti!”.

Aunque el hombre ha dispuesto tradicionalmente de mayor libertad, no está exento ni de sentir el apego, ni de que los demás le culpabilicen por apego, cuando dedica tiempo a ayudar a otras personas que no son de su familia, de su círculo de amistades, de su pueblo o cultura, sobretodo si de ello no va a sacar ningún rendimiento económico.

Pero digo yo que, cuando uno se está dedicando a la familia, también habrá algo de amor ahí, ¿no?

Por supuesto. Una cosa no quita a la otra. Ya lo he dicho y lo repito: el amor verdadero no se gasta. Uno puede querer cada vez a más personas sin que por ello deje de querer a su familia. Pero a mayor capacidad de amar, mayor compromiso con un mayor número de personas, y el tiempo del que se dispone habrá que repartirlo entre más gente. Esto puede ser percibido por las personas que sufren de apego como que se les quiere menos, pero no es así.

¿Qué pasa con la familia cuando uno decide dar el cambio? ¿Acaso no desatiende a los suyos cuando empieza a pasar tiempo ayudando a los demás?

Mira, uno de los obstáculos más fuertes que va a tener alguien que quiere empezar a cambiar, a reunirse con otras personas para hablar del interior, es que su entorno no lo va a entender y van a jugar con el sentimiento de culpa por no atender las obligaciones familiares. Fijaos y veréis que cuando una persona quiere ir a ver un partido de fútbol a la semana, que dura dos horas, que encima cuesta dinero, o bien a una discoteca o un bar, la persona no siente que abandona a la familia. 

Sin embargo, si la misma persona se va a hablar dos horas a la semana sobre el interior, para ayudarse sí misma o a los demás, entonces le ponen mil y una pegas, y uno se siente culpable, creyendo que abandona a la familia. Esto es por culpa del apego, es decir, de la dificultad en compartir. El apego no es amor y, si no vencéis este obstáculo, os quedaréis estancados.

¿Entonces la familia puede ser un obstáculo para el avance espiritual?

No. Lo que es un obstáculo es la incomprensión de los espíritus que no quieren avanzar ni dejan avanzar a los demás, y que utilizan todas las armas a su alcance para conseguirlo, y para retener a los que quieren avanzar, incluso a quienes les unen los lazos de sangre, como la familia. Para el que vive en una familia comprensiva, la familia es un punto de apoyo para desarrollarse espiritualmente. 

Pero debido al escaso desarrollo de la humanidad terrestre, los que están dispuestos a emprender el despertar espiritual son minoría. Además, es muy difícil que, aunque en una misma familia haya varios espíritus afines dispuestos a luchar por avanzar espiritualmente, su despertar se dé simultáneamente. Por tanto, el pionero lo tendrá más difícil, pero es el que abrirá el camino a los demás.

El propio Jesús tuvo que vencer este mismo problema, la incomprensión de su familia por apego. 

Le reprochaban constantemente que desatendía sus obligaciones familiares para atender sus asuntos espirituales, porque no lo comprendían. 
Le tachaban incluso de desequilibrado y le intentaron hacer sentir culpable, y más cuando José murió y él se tuvo que hacer cargo de la manutención de una numerosa prole. Pero no fue verdad, porque Jesús procuró materialmente por su madre y hermanos hasta que ellos pudieron valerse por sí mismos. 
Pero su misión era más extensa, con toda la familia humana. Esta falta de comprensión de la familia que vivió Jesús está reflejada en esta cita de los evangelios. “Entonces él (Jesús) dijo: "A un profeta se le respeta en todas partes, menos en su propio pueblo y en su propia familia”.

¿Pero es necesario renunciar a la familia para amar incondicionalmente?

¿Cómo puedes creer que el mundo espiritual exija a uno a renunciar a la familia, si precisamente es en el mundo espiritual donde se creó la familia como forma de estimular en el espíritu los primeros sentimientos? El amor de pareja y el amor entre padres e hijos son los primeros sentimientos que conoce el espíritu, y se desarrollan a partir del instinto de apareamiento y el de protección de los progenitores por sus cachorros. 

Lo único que os digo es que para avanzar en el amor hay que abrirse a compartir, a ampliar el concepto de familia, considerando como parte de ella a todo ser espiritual. 
Mirad: es imposible que haya una auténtica hermandad en la humanidad si uno establece categorías a la hora de amar: los de mi familia primero, los de mi pueblo primero, los de mi país primero, los de mi raza, cultura y religión primero. Y si me sobra algo, para los demás.

Esto es una forma de egoísmo disfrazada, porque lo que se da es siempre a cambio de recibir algo, no de dar sin esperar nada a cambio. Por ello, a la hora de dar se establece un escalafón, que pone primero a los que nos pueden dar más, segundo a los que nos pueden dar menos y deja fuera a los que no nos pueden dar nada. Este comportamiento egoísta vulnera la ley del amor, por mucho que haya cierta gente que intente justificar la solidaridad sólo para abonados. En el momento en que tú excluyes a alguien del derecho a la solidaridad, esta palabra deja de tener sentido. Un ejemplo de hasta dónde se puede llegar con este tipo de egoísmo colectivo lo tenéis en el nazismo, que predicaba una supuesta solidaridad de raza, que se forjó a costa de suprimir y eliminar los derechos de las demás razas y creencias, y el libre albedrío de cada individuo.

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Vicent Guillem
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Emociones, sentimientos, manifestaciones del egoísmo... (Vicent Guillem)



Toda esta exposición me ha generado un montón de preguntas más que me gustaría exponerte y que me fueras aclarando. Tienen que ver sobre todo con las emociones, los sentimientos, las diferentes manifestaciones del egoísmo que has presentado (vanidad, orgullo, soberbia). Me gustaría conocer algo más de ellas.

Adelante, pregunta.

Antes has dicho que el sentimiento y el pensamiento tienen origen distinto y que el egoísmo procede de la mente. ¿Quieres decir con esto que pensar es malo en sí mismo?

En absoluto. Lo que he querido decir es que es necesario que aprendáis a distinguir entre lo que sentís y lo que pensáis, porque a través de la mente es por donde se filtran al espíritu los pensamientos egoístas que os acaban confundiendo. 

El pensamiento no es malo en sí mismo. Sólo cuando oprime al sentimiento. Cuando el pensamiento está en armonía con lo que se siente es un valioso instrumento al servicio del sentimiento, para que el sentimiento se transforme en acto amoroso. 
El problema de vuestro mundo es que se os ha enseñado a pensar sin sentir y, si el pensamiento no tiene la inspiración del sentimiento, se pone al servicio del egoísmo. La evolución en el amor también pasa por aprender a modelar el pensamiento con la voluntad del sentimiento, y no con la del egoísmo.

No acabo de entender lo que quieres decir, ¿podrías exponer un ejemplo?

Claro. Imagina que ves a una persona muy querida, que tú eres hombre y que ella es mujer, y que hace un tiempo que no la ves. El sentimiento que tienes por esta persona te hace experimentar alegría y necesidad de expresarle cuánto la quieres, dándole un abrazo. Sin embargo imagina que estás al lado de personas con prejuicios sexistas, que no encajan las relaciones de amistad profunda entre personas de diferente sexo y que luego sabes que os van a criticar y calumniar. 

Al ser consciente de este inconveniente cambias tu decisión y reprimes tus sentimientos, de manera que al ver a la persona querida manifiestas indiferencia por temor al qué dirán, y sólo le das la mano de forma correcta.

En este caso el pensamiento, motivado por el análisis mental de la situación, ha cambiado el sentimiento, es decir, lo ha reprimido, ya que el sentimiento inicial era de alegría y tras la reflexión mental ha quedado en indiferencia. Este es un ejemplo de cómo el pensamiento oprime al sentimiento.

Pero entiendo yo que en la situación que has expuesto también hay que ser prudente, porque si quieres a la persona la puedes meter en un lío cuando te expones innecesariamente. Puedes buscar un momento más adecuando en un ambiente menos inquisitorio para hacer lo que sientes.

Ciertamente. Ser prudente es una virtud. La prudencia hay que ponerla para respetar el libre albedrío de los demás, porque muchas veces nuestras opiniones no van a ser entendidas o respetadas. Pero hay que intentar tener cuidado de no disfrazar el miedo con la prudencia. 

La prudencia modera la manifestación cuando las circunstancias no son propicias, pero no ahoga el sentimiento. El miedo sí. Si el miedo se apodera de la persona, ésta reprimirá la expresión de los sentimientos, incluso en situaciones en las que no haya una amenaza o circunstancia adversa real, porque esa amenaza ya se encarga el miedo de convertirla en realidad en la mente. La represión empieza en el momento en que uno se inhibe de tomar decisiones respecto a su propia vida por miedo a la reacción de los demás.

¿Y de dónde vienen esos condicionamientos mentales que reprimen los sentimientos?

Una parte procede del egoísmo propio y la otra de la educación recibida desde la infancia, que en vuestro planeta es fuertemente represiva con los sentimientos. 

Durante mucho tiempo, vuestra forma de educar ha puesto el énfasis en el desarrollo de la mente, y se ha utilizado a la propia mente para que reprima el desarrollo de los sentimientos. 
Los niños vienen a este mundo abiertos de par en par para manifestarse tal y como son, con un gran potencial para sentir y expresar sus sentimientos. Pero ya desde pequeños son condicionados para que experimenten apego en vez de amor, para que repriman los sentimientos, la alegría, la espontaneidad y para que se sientan culpables cada vez que experimenten algo de felicidad. ¿Qué es lo que se les ha enseñado a los niños durante generaciones? Que el buen hijo es aquel que es obediente, un esclavo de la voluntad de los padres, los profesores, los adultos, y de las normas y conveniencias sociales.

¿Cuántas veces cuando el niño pregunta por qué ha de hacer algo que no comprende se le ha respondido: “porque yo lo digo, que soy tu padre y punto”? Y si los padres están amargados, entonces el hijo ha de cargar con esa amargura. 

Muchas órdenes, mucha rigidez y poca libertad. Está mal todo aquello que se hace sin haber preguntado a los padres, o a los adultos. Está mal si se ríen, está mal si lloran, está mal si hablan, o si se callan cuando los padres no lo han autorizado. “Sólo has de relacionarte con quien yo diga, querer a quien yo diga, hacer lo que yo diga. Es por tu bien” te dicen. En las sociedades fuertemente religiosas, todo es pecado. Es pecado manifestar cualquier expresión de alegría, de afecto, como un abrazo o un beso. En todo ello siempre se ve algo pecaminoso, obsceno, oscuro, diabólico y uno se ha de sentir culpable de ser feliz.

Se convierte a la víctima en verdugo, al inocente en culpable. Por lo tanto, el niño llega a la conclusión de que la única forma de no sufrir es reprimir los sentimientos. Aprende a dar una imagen al mundo, la imagen de lo que los demás quieren de él, pero que en realidad no tiene mucho que ver con su propio yo. Y ocurre que el condicionamiento es tan fuerte, el fingimiento es tan continuo, que cuando llega la etapa adulta uno se cree que es lo que ha fingido ser.

La mayoría de niños, cuando se hacen adultos llegan a la conclusión inconsciente de que no pueden ser queridos tal y conforme son, sino que siempre han de hacer algún merito para recibir un poco de amor. Es decir, que se les enseña a creer en el apego, en el falso amor, posesivo, condicional, forzado, interesado, y se les hace renunciar al amor incondicional, libre, espontáneo. La consecuencia de ello es que hay poca gente que crea en el amor y que viva en el amor, que experimente, aunque sea un poquito, la felicidad que emana de él. Y en ausencia de amor, el egoísmo y todas sus manifestaciones más funestas campan a sus anchas. A pocos de los malhechores de vuestro mundo encontrareis que hayan sido queridos cuando fueron niños. ¿Por qué si hay un mandamiento que dice “honrarás a tu madre y a tu padre”, no hay otro que diga “honrarás a tus hijos”?

Muchos males de vuestro mundo se resolverían queriendo a los niños, porque los niños no han puesto todavía corazas a los sentimientos. Amarían y se dejarían amar. Amad a vuestros niños durante una generación y vuestro mundo se transformará en un paraíso en menos de un siglo.

¿Quieres decir con esto que hay gente que, aunque es conocedora de los sentimientos, es decir, aunque es capaz de amar, se reprime, y aparece ante los demás como alguien frío, sin sentimiento?

Así es. Mucha gente es dura porque tiene miedo a sufrir, a que se descubra su debilidad, que es la falta de amor. Y por ello se cubre de capas, de corazas, como un caballero medieval con armadura. Y de este modo se sufre por no querer sufrir. 

Se sufre porque se evita el sentir, que es lo que uno necesita para ser feliz, amar y ser amado. ¿Por qué crees que hay tanta gente que tiene miedo a la soledad? Porque en realidad tienen miedo de enfrentarse a sí mismos, miedo de descubrir la gran verdad: “Estoy vacío”. Y por eso la gente huye de sí misma, refugiándose en objetivos materiales, mentales, que le generen muchos quebraderos de cabeza o recurriendo a divertimentos que hiperestimulen la mente, para así tener una excusa para no dar nunca con la verdadera respuesta. Para que la mente hable tanto y tan fuerte que acalle la voz del sentimiento.

Pero es imposible acallar la voz de la conciencia para siempre y en algún momento la mente se descuida, o se bloquea por algún acontecimiento imprevisto o traumático, y la voz del interior vuelve a clamar: “Estoy vacío. Estoy vacío porque no siento. Porque yo no soy como manifiesto ser. Estoy siendo una fachada, una apariencia. He renunciado a ser yo mismo, un ser que quiere amar y necesita ser amado, y soy desgraciado por ello” Y cuando se toma conciencia de la realidad puede ser doloroso, impactante. En ese momento muchos buscan la forma de justificar la actitud que tomaron respecto a la anulación de sus necesidades afectivas, creyendo equivocadamente que si echan tierra sobre el asunto van a sufrir menos y todo volverá a la normalidad.

“¡Qué mal me ha tratado la vida! ¡Con qué gente más mala me ha tocado vivir! ¡Ni mis padres me quisieron! ¿Por qué tengo yo que ser mejor?” -se dicen. 

Y la ira, el rencor, la desconfianza, la tristeza y la soledad, les consumen por dentro. Y si tienen hijos, se vengan en ellos de todas sus frustraciones, “para que aprendan lo que es la vida”, se dicen, intentando justificarse, porque los niños son débiles y se dejan. Y entonces la tuerca vuelve a dar un nuevo giro hacia el desamor.

Pero es muy comprensible que alguien que haya sufrido mucho en la vida llegue a la conclusión de que nada merece la pena ¿no?

Es cierto que la vida puede ser muy dura y que quien decida luchar por sentir tendrá muchas trabas, por la incomprensión de los demás, y eso le hará sufrir. Pero será un sufrimiento externo, provocado por las circunstancias, que merecerá la pena si la persona, a pesar de todo, consigue sentir y amar. 

Pero el sufrir por evitar sentir es un sufrimiento interno que se provoca uno mismo y es un sufrimiento estéril, ya que no sirve para avanzar en el sentir y el amar.

Todo lo contrario. Puede provocar mucho sufrimiento y dolor porque, imbuido uno en el dolor, se siente con justificación para causar dolor a los demás, o ni siquiera se para a pensar en el daño que puede estar haciendo.

LAS LEYES ESPIRITUALES
Vicent Guillem
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miércoles, 29 de junio de 2016

Los milagros y los pensamientos siempre van de la mano. (Francesco)



Los milagros y los pensamientos siempre van de la mano.

Los milagros y los pensamientos siempre van de la mano. Uno atrae al otro.

Milagros acción a los que los humanos no se acostumbran, lo pronuncian descreídos y como si el milagro sólo fuera un efecto asombroso y desconocido.
“Milagro”, palabra que tendría que ser tomada con la cotidianidad que tienen las palabras madre y padre. Anímate, busca tus milagros.
El Maestro del Tiempo.

Tan asombrada como la familia, Camila quedó paralizada. Los otros médicos que la estaban ayudando a asistir a Damián tampoco entendían nada. Todos sus síntomas parecían haber desaparecido. Entonces se acercó a su paciente y le entregó un regalo pequeño envuelto en un papel rústico. Estiró la mano, se lo entregó y abrazó efusivamente a su paciente preferido, sin siquiera pensar en su cuerpo debilitado.

Ella le miró los ojos y las mejillas, quedó admirada de los buenos colores que reflejaba la cara de Damián.

Ella se quedó junto a su familia conversando con él hasta que sus seres queridos salieron a tomar un café, seguramente para reponerse de tanta emoción.

Camila estaba feliz y se alegraba de verlo tan repuesto,

—¡Hola Docl —dijo el muchacho.

—¡Hola Damián! Se te ve muy bien. Yo debo estar muy ojerosa, he viajado muchísimas horas y casi no descansé. Te he traído algo. Quiero que rompas el papel, dicen que trae suerte.

—Guau, qué bonito. ¿Es de madera?

—Sí, es de madera de Sándalo. Dicen que los adornos tallados con esta madera están repletos de bendiciones.

—¡Ah, me hubieras traído uno más grande entonces!

—No digas eso, porque la próxima vez me acompañarás y elegirás el que más quieras.

—Sabes, quisiera que este último tramo pase volando. Estoy cansado de tanto aburrimiento y quiero irme a mi casa.

—Dime, Damián, ¿no crees que no hay nada más lindo que dormir en tu propia cama? Te lo comento ya que pude estar en los mejores hoteles, en las mejores casas con la gente más linda, pero uno no tiene su casa, su cama, su baño. Me imagino lo que debe ser estar tanto tiempo internado.

—Sabes, a todo te acostumbras. Primero te enojas, luego lloras, después te aguantas, y después ves este lugar como tu propia casa. No puedo salir corriendo y escaparme de mi propio cuerpo. Así que lo único que me queda es esperar. Sabes, todos los que vinieron a verme me dijeron "te vemos bien, ya saldrás, te repondrás pronto". Solamente mi abuela fue la más sabia de todas las visitas, me dijo tocándome los labios: hijo, debes tener paciencia, paz más ciencia. Y esas palabras que nunca nadie me había dicho me sirvieron para acostumbrarme y no desesperarme.

—Es que cuando eres pariente de un enfermo, no sabes qué decirle para darle ánimo y terminas fingiendo sonrisas y hasta contándole tus propios problemas para que el otro no se sienta solo en las desgracias.

—Sí. Ja, ja, ja, ja. Tienes razón, algunos quieren que yo les dé ánimo. ¿Y qué crees? ¡Se los doy! Entonces salen reconfortados porque me ven bien y además se sienten mejor. ¿Qué te parece, no es increíble? ¡El muerto se ríe del degollado!

—¿Qué sientes? ¿Qué te está pasando? ¿Por qué estás subiendo el tono de tu voz, te estás poniendo pálido, te sientes bien?

—No lo sé, desde que me enfermé nunca me he sentido totalmente bien. Sólo algunas horas, nunca días entero, hasta llegué a tener envidia de los demás que estaban sanos. Mis preguntas eran: ¿por qué yo?, ¿por qué a mí? Ya sé que dirás que tengo que preguntar ¿para qué? También pensé la respuesta y será para ser mejor todos los días. Sin embargo, yo me considero de muy buen corazón y si fuera así, los malos estarían todos muñéndose.

No te niego que a veces he sentido rencor por alguna tontería de la vida, me pude haber enojado con la vida en algún momento, eso casi no lo recuerdo. De lo que estoy seguro es de que ahora sí la vida se enojó conmigo.

¿Qué te parece si cambiamos de tema? ¿Cómo te ha ido a ti en tus vacaciones?

—Fue hermoso. Yo siempre digo que lo que es perfecto no se puede describir con palabras. Todavía es muy sutil mi experiencia, me siento muy movilizada por todo lo sucedido. Sólo se puedo decir que en la India se respira amor.

Me hubiera gustado haberme quedado más tiempo pero no me fue posible. Tuve la buena suerte de que me acompañara una buena amiga. Quizá sola no me hubiera atrevido a ir.

—¿Y qué más?

—Te contaré luego, ahora déjame tomarte unas muestras de sangre.

Damián estiró el brazo mientras miraba a Camila y observó un brillo especial en la mirada de ella. Se expresó con mucho amor y confianza y sin timidez le preguntó:

—¿Te has enamorado de tu gurú?

—No, nada que ver. Puede ser que me haya ayudado. Él recibió una carta en la cual también pedía por ti.

—Y ¿Qué te dijo?

—Nada, no dijo absolutamente nada. Pero pude sentir que me hablaba con sus ojos, realmente es un placer haber estado en ese lugar.

—Dime, Camila, además de las charlas silenciosas con tu gurú, ¿Qué otras experiencias has tenido?

—Pude ir de compras, hacer dos o tres excursiones, hablar con la gente. Conocí otra cultura y otra religión, todo esto es maravilloso y enriquecedor.

También conocí a un hombre en un aeropuerto que me encantó. Es comisario de abordo. En el primer golpe de vista creí que lo había conocido en alguna otra parte, pero luego traté de quitarme esa idea de la cabeza. Me llamó muchísimo la atención su mirada, el brillo que despedía. La verdad, Damián, creo que me enamoré.

—¿Y estás de novia?

—¡No! ¿Qué crees?, ni siquiera nos dimos los teléfonos.

—Me parece que tendrás que volver a ver a tu gurú. Pídele un conjuro con alguna fórmula que te despierte un poco. ¿Por qué no le preguntaste cuál era su teléfono?

—No, nunca hubiera hecho eso.

—¿No te arrepientes?

—¡Claro que sí!

—Entonces eres una tonta. Quizás alguna vez vuelvas a encontrártelo.

—Quizás.

Y Camila suspiró. Damián captó al instante el suspiro y suspiró él también como un modo de acompañarla en la conversación.

—Hablando de encuentros, ¿a que no te imaginas quién me estuvo visitando todas estas tardes? Es un joven delgado, rubio, que cuando entraba a mi habitación lo hacía traspasando el tragaluz de la ventana.

Yo creo que es Dios.

—Me parece que la fiebre está distorsionando la realidad, y además, si viniera a visitarte tu Dios, tendría que ser Buda. Tú me has contado que perteneces a esa religión, —le dijo Camila mientras le arreglaba las almohadas.

—Bueno, a Buda no se parece.

—Te quiero decir que tuve ese tipo de visita y cuando atravesaba la ventana del tragaluz, él se aparecía en la habitación y esta se iluminaba. Entonces, me miraba y me preguntaba: ¿Estás preparado para partir?

Yo interpretaba que él me querría decir que me tenía que ir, pero a mi me daba miedo y le respondía que todavía no estaba Preparado. Entonces hacía una señal con su mano y del centro de su palma salía una aroma muy fuerte a azahares. Eso me daba paz.

Mientras mi Alma saltaba de alegría. Yo tiemblo de frío cuando él está frente a mí, siento que se me hiela la sangre y comienzo a castañetear los dientes.

—¿Te hago una pregunta?, puedes no responder si así lo deseas. ¿El te visitó hoy?

—Sí, apenas llegaste él se acababa de ir por la misma ventana. ¿Por qué lo preguntas?

—Porque sentí el perfume del que hablas en la habitación. Creí que te habían traído flores pero no las vi. Luego pensé que era el perfume de alguna niña bonita que te había venido a visitar.

—Hoy no vinieron más que amigos y además mis amigas no huelen a azahares.

—Tienes razón, no dudes que te creo, sólo que no es común lo que me cuentas. Y lo que no es común es raro, y lo raro es único. Explícame un poco, ¿Alguien más lo vio entrar?

—El jamás entró cuando me encontraba acompañado. Pero, ¿sabes una cosa? Hoy me dijo que me decidiera pronto porque no me quedaban demasiadas alternativas para elegir. Y mientras atravesaba la ventana seguí con la mirada los destellos que despedía su Luz, lo llamé y él se volvió hacia mí. Luego le dije que tenía mucho miedo de marcharme y a la vez tenía la certeza de que irme con él era la mejor opción para mi.

Dijo que a las dieciocho horas vendría a buscarme, que me preparara, que tenía escrito en el libro de mi vida con quién estaré en el último suspiro y que había elegido estar muy bien acompañado.

—¿Te puedo pedir un favor? Dile que es injusto que te vayas tan joven.

—Pero yo ya se lo dije y parece que no quiso responder. Sólo dijo: yo sé muy bien lo que es mejor para ti.

—Pero mira tu reloj —le dijo Camila a Damián—. ¿Qué tienes?

—¡Las dieciocho treinta! ¡Qué gusto me da darme cuenta de que las dieciocho ya pasaron!

Y de pronto sus padres, que regresaban de la capilla del hospital, se acababan de enterar de lo mal que se había puesto su hijo v de su pronta y milagrosa recuperación:

—¿Qué ha pasado, Damián? —le preguntó el papá, maravillosamente sorprendido.

—Nada papi, me siento muy bien, siento que me he sanado.

En ese instante los médicos se miraron y sintieron una inmensa emoción. ¡Por fin se hacían presentes los milagros en el hospital! Claro que para la medicina los milagros no entran dentro de la ciencia. Uno más uno no es dos, así que lo que no tiene explicación quizás sea algo que la medicina todavía no puede hoy por hoy descubrir.

Camila quedó con la boca abierta y lloraba de la emoción.

No dejaba de agradecerle a Dios y a sus guías semejante fenómeno.

—Parece que te dejaron plantado —le dijo al oído a Damián y guiñándole un ojo le comentó —, después hablaremos. Te dejo con tu familia.

Extracto de "Francesco decide volver a nacer de Yohana Garcia"
 

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Vive los milagros con fe. (Francesco)


Vive los milagros con fe.


Podríamos definir la vida como un parque de diversiones. Muchas veces anhelas subirte a un juego pero te da miedo.

Otras te quedas mirando cómo los demás se divierten. Un parque de diversiones tiene la particularidad de nunca parecerte igual.

Nada que le ocurra al otro será igual a lo que te pueda ocurrir a ti.

Camila entró a la cocina del hospital, exaltada, contando con pasión cómo había vuelto a la vida mágicamente el muchacho.

—Sólo necesitamos terminar algunos estudios para confirmar que ya está sanado.

—¿Y tú, Camila, qué crees que lo ha sanado?, —le preguntó una enfermera, compañera del hospital—. Todavía no están listos todos los resultados, ¿qué te hace pensar tan positivamente?

—No lo sé, quizás sea un presentimiento. Hoy pude ver cómo le había cambiado el semblante. Y además cuando me vio lo primero que me dijo fue "¡ya me curé!".

La enfermera gorda del hospital preparó dos cafés, le invitó a Camila y, mientras la miraba con mucha pena, le dijo:

—Es hora de que dejes de hacerte ilusiones, las desilusiones pesan cuando se caen.

—¡Ahora la negativa eres tú!

—Deja que te muestre en estos días sus estudios y haré que la Fe se te instale en el corazón como un sello grabado a fuego.

—¿Y cuánto crees que puede ser de importante mi Fe para ti?

—¿Por qué quieres ayudar a tanta gente?

—¿Qué culpa quieres pagar dando todo lo que tienes adentro?

—Sabes, no creo en eso de que uno da porque se siente culpable. Si de algo estoy segura es de que uno tiene que dar sin esperar nada.

—Dime, querida compañera, ¿Qué pasaría si en vez de enfermarte como le pasó a Damián a ti te llamara por teléfono la vida?

—Qué ocurrencias tienes. Me haces reír. Ji, ji, ji. Te diré, le diría que me dejara en paz, que me dejara de traer problemas.

—Ah, entonces no tienes que hablar con la vida sino con la muerte, porque en el único lugar donde no hay problemas es en el cementerio.

—Sabes, soy pobre, trabajo más de catorce horas, mis hijos están la mayoría del tiempo solos y apenas gano para darles de comer. ¿Tú crees que puedo ser agradecida?

—¡Tus hijos están sanos! Nadie que se va de aquí se lleva algo material, ni siquiera te llevarás un diez por ciento de tu sueldo, así que también puedes elegir no trabajar, mendigar o robar.

—No, ¡Eso nunca!

—Entonces no te quejes, porque vives de acuerdo a tus valores y eso está muy bien.

Eres rica en valores morales y no hablo de esa moralidad tiene que ver con hacer juicios, sino de la que tiene que ver con el amor.

—Mira, Camila, ¡tú sí que eres especial! Eres tan positiva que ni te imaginas cuánto te admiro.

—Bueno no me admires tanto, también tengo mis momentos no tan buenos y lo que aprendí es a hacerlos durar menos tiempo y hacer más extenso los tiempos de los buenos momentos.

En India aprendí un ritual para que crezca dentro de cada persona todo lo positivo, para que tengas montañas de logros y sabiduría.

Por favor, respira profundo y lleva el aire a la parte superior del pecho, exhala, empieza a recordar los momentos buenos que hay en tu corazón, esos momentos de amor, de alegría y de regocijo. Mira por dentro con los ojos del Alma cada sensación positiva, haz de cuenta que estás mirando una película pero ésta es la tuya. Mira qué colores predominan en la pantalla que estás mirando. Si escuchas sonidos, o voces, fíjate qué temperatura sientes, que hay en esa escena, qué sensaciones recorren tu cuerpo. Ahora transforma en colores toda la sangre que recorre tu cuerpo, colores que juegan, que van y vienen por todo tu cuerpo. Ahora cierra un puño de cualquier mano y dice tres veces la frase, “voy por más…”, repite… “¡voy por más!”. Cada vez que te suceda algo digno de recordar, diciéndote estas palabras te sentirás espléndida y esta frase te funcionará como el abracadabra de los magos.

Y pasaron los días y a Damián le dieron el alta en el hospital, —No existe ninguna enfermedad en tu cuerpo, ¡Es un milagro! Pero cuídate, tienes que venir a controlarte al principio cada meses y luego cada año.

Y Damián contestó:

—¿Tu quieres que sienta que tengo una bomba de tiempo en el cuerpo?

La doctora jefa de la sección lo miró a los ojos y le tomó la mano helada. Luego le dijo:

—¡No! Esa es la interpretación de muchos, sólo que es bueno cuidarse y no temerle a los estudios. Todo estará bien.

—Gracias, Doc, ¿No sabe dónde se encuentra Camila?

—Hoy no la he visto, es su día libre, pero si deseas te pasaré su celular. Aprovecha tu libertad, querido, te voy a extrañar y eso me alegra. No quiero volver a verte salvo para esos estudios de los que te hablé.

Damián se fue repleto de bendiciones, poco a poco retomará su ritmo, volverá a la facultad y hasta podrá practicar su deporte preferido. Sólo era necesario dejar que los días pasen un poco más para que el muchacho recupere kilos y fuerzas.

Extracto de "Francesco decide volver a nacer de Yohana Garcia"
 

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Francesco (Eres lo que dices. Creas lo que te dices.)


Francesco
Eres lo que dices. Creas lo que te dices.


Ahora es atardecer en el Cielo, los colores amarillos y anaranjados definen todo el firmamento. En el cuarto Cielo existe un hermoso mar que representa el poder de la verdad, en esas aguas mansas y cálidas siempre hay enormes cruceros repletos de globos de colores. Esos colores que sólo existen en el Cielo. En ese mar navegan los barcos que representan las verdades que construye cada persona. Cada persona que en la Tierra dice una de las verdades transforma en Luz esa, energía. Y esa Luz forma un globo de color y éstos vienen a pasear por el mar. Luego caen como gotas de rocío sobre el cuerpo de las personas. Por eso cuando se dice la verdad muchos sienten que se sacaron un peso de encima. Pero luego con estos globos como bendiciones, la gente se siente reconfortada. Claro que la verdad casi nunca es linda… pero qué bien hace. La verdad te hace libre siempre.


Y este lugar de verdades me hace recordar un cuento que me regaló un espíritu que acaba de volver a nacer.

—¿Quieres que te lo cuente? —dijo el Maestro del Estrés al Maestro del Tiempo.

Claro que si, sabes que los cuentos me relajan —dijo el Maestro riéndose.

—Había una vez un hombre que caminaba por un bosque.

Mientras iba caminando encontró una mujer muy fea, tan fea que hasta se asustó al verla. Ella estaba sentada y cuando el hombre pasó por su lado ella le pidió que extendiera la mano y el hombre lo hizo, aunque realmente le seguía impresionando su apariencia ¿Quién eres?, le preguntó el peregrino a la mujer.

Soy la verdad, pero te pido un favor, no cuentes que soy tan fea.

—¿Me escuchaste? —dijo el Maestro que acababa de citar el cuento—, parece que no me prestaste atención. Dime la verdad.

—¿De que verdad hablas?

—¡No me escuchaste!

—Si sabes que nosotros no necesitamos escuchar, sólo que ese cuento ya lo sabía.

—No podrías haber disimulado, aunque sea haber hecho como si estuvieras interesado en la historia o hubieras hecho vibrar la Luz de tu cuerpo etérico. Entonces yo hubiera creído que me estabas prestando atención y entonces no me sentiría tan tonto hablando solo.

—Bueno, no te enojes conmigo, me temo que tenías razón con el cuento, la verdad realmente es fea. Ahora me pides que te mienta, pero no lo haré, ¿sabes por qué? Porque al final la verdad resulta hermosa cuando te llega el momento de verla, sólo que debemos estar preparados para que cuando se haga notar en vez de asustarnos y salir corriendo la admiraremos.

La verdad es bonita por donde la mires.

Sólo que no es tonta.

—A ver —dijo el Maestro del Tiempo—, déjame ver qué es ese libro negro que tienes entre tus alas.

—Ah… es el libro donde anoto a todas las personas que se estresan. Pero eso es un trabajo imposible de hacer.

—¿Tú crees? Para mí no es tan difícil.

—Cómo que no, si la mayoría de las personas están estresadas.

—Cuando haces a un lado las nubes para ver el mundo, no creas todo lo que ves.

Las personas aprendieron la palabra estrés y no dejan de repetirla como si fuera un mantra y la alaban como si fueran las palabras mágicas para disculparse de todo olvido o desatención con el otro. Para todo la usan, para no responsabilizarse de una situación, para terminar con una pareja, para no estudiar, para enfermarse.

Yo no escribo tanto en mi libro, así que verdaderamente enfermos de estrés no tengo tantos.

Los que tú crees que están enfermos de estrés, están enfermos de otra enfermedad.

La enfermedad de la actitud desgastante.

Una actitud temerosa ante la vida.

Para no tener estrés, deberían olvidar la palabra. Cuanto más la repitan, más la sentirán en el cuerpo.

Aquí estamos haciendo un nuevo diccionario para que en algún momento en la Tierra ese diccionario se utilice y dé mejores resultados.

—Pero, Maestro, ¿No es al revés?, tiene estrés el que más trabaja.

—No, querido amigo, te vuelvo a repetir: tiene más estrés el que se dice una y otra vez que lo tiene.

El verdadero estrés no existe.

Sólo inventan palabras. A algunas les dan más poder que a otras, ellos necesitan bautizar todo lo que inventan.

Ya se les ocurrirá algo más para que vivan entretenidos.

De pronto el Ángel Cupido apareció muy exaltado y contento, se le acercó al Maestro del Estrés y le dijo:

—¡Mira lo que traje! Encontré el Libro de la Vida de Rosario. ¿Recuerdan que me lo habían pedido? Pude leer que ahora sus padres la llaman Camila.

—¡Excelente! Por la tarde, cuando me detenga a descansar, lo veré; espero que sea interesante. Ella es ahora una persona muy amada por su Ángel y por el Ángel que tenía Francesco. Bueno, él ahora se llama Agustín. Déjame contarte algo. Claro, de vez en cuando su color con él la identifica, desde ahí la puedo ver. El color de su Alma me ayuda a identificarla entre tanta gente, a veces su Luz se vuelve muy brillante. Eso significa que está bien conectada con el Cielo, aunque la mayoría de las veces su Luz se apaga y la vuelvo a perder. Tengo la sensación que no está cumpliendo con su tarea y eso es una verdadera pena.

—¡Eso crees! Sin embargo tiene muchísima Luz. Mira, ahí está. ¿Es ella, verdad?

Sin embargo que esté rara no significa que no este haciendo su parte.

—Abreme su libro, ¡Lo quiero leer!



Extracto de "Francesco decide volver a nacer de Yohana Garcia"

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Francesco La hora de la amistad




Francesco
La hora de la amistad


Miraste el reloj y viste las manecillas en las once y once. ¿Dé qué te extrañas?

Ésa es la hora en la que apuntamos tus pedidos. ¿Y qué son ustedes cuando aman?

Las personas que se aman, las que se cuidan, los padres e hijos, las parejas, los Maestros y los alumnos, ¡no son todos íntimamente amigos!



Mientras tanto, en el aire del Cielo hay un clima un poco extraño. La madre naturaleza está pidiendo una reunión de almas. Pide ayuda para que socorran a las personas que sufrirán un terremoto en Centroamérica en el término de quince días.

Un espíritu muy nuevecillo que flotaba por las nubes escuchó el tema de la reunión, entonces fue llorando entre una nube y otra hasta que encontró a su Ángel.

Ahí estaba su Ángel descansando panza arriba. Se acercó a él, y le quito la corona que llevaba en la cabeza con un soplido.

—Hola Ángel, te veo muy interesado en el libro que estás leyendo. ¿Puedo saber de qué se trata?

—Si, son los códigos del Cielo y tú ya sabes, las leyes perfectas, el mundo perfecto, sin embargo en estos últimos tiempos algunas leyes cambiaron. Por ejemplo, el Ángel de Rosario pidió irse con el Alma de Francesco, el que ahora se llama Agustín. Y Pancho, el Ángel de Francesco, pidió irse con el Ángel de Rosario.

Cuando un Alma nace los Ángeles salen de su ciudad celestial y van a acompañar todas sus vidas a esa misma persona.

El Ángel y el Alma no cambian, sólo cambian lo cuerpos.

Lo curioso es que estos Ángeles muy disimuladamente se han cruzado de persona.

—¿Salvo que…? — y pensó unos segundos antes de continuar hablando, y se refrescó bajo una nube de lluvia, al volver terminó diciendo—: …salvo que sean Almas Gemelas. Según nuestro código sagrado, ellas son las únicas que pueden intercambiar sus Ángeles de la Guarda.

—¿Tú crees que es posible que sean Almas Gemelas?

—¿Y por qué no?

—Bueno, todo puede ser. Yo a Agustín lo identifico por su color energético, muchas veces su Luz es muy brillante y otras veces se apaga a tal punto que lo pierdo de vista.

—¿Qué estás haciendo? —le dijo el Ángel a un espíritu ansioso que acababa de volver de visitar a su familia en un sueño.

—Hola angelito de la guarda. ¿Serías capaz de responderme un par de preguntas?

Y el Ángel le respondió con su voz de tono grave:

—Seguro que sí.

—Escuché que la madre naturaleza tendría una reunión porque no hay equilibrio en ella. Los vientos hablan de un gran terremoto en el centro del continente americano, otro continente tendrá dos países en guerra.

—¡Cálmate, querido espíritu, mente inquieta! ¿Por qué te sobresaltas? Parece que estás pasando las noticias de los diarios, porque te asombras? ¿Tú no viviste ese tipo de desgracias, no las escuchaste mientras vivías?

—Yo si las he escuchado, y no entiendo por qué si la naturaleza es orden hay tanto caos.

—Escucha, seré muy didáctico al explicarte. La madre naturaleza fue creada por Dios, es el canal por el cual Dios actúa. Es tan perfecta como lo es él, rige el amor y el equilibrio. Ella representa la parte femenina de Dios.

No tiene límites su inmensidad, no tiene límites su diversidad en paisajes, flora, fauna, piedras, colores. Poder observarla no tiene precio. Cualquier persona se siente totalmente chiquita al lado de ella. Pero cuando el hombre la invade, cuando no cuida su medio ambiente, ella no hace más que quejarse y mostrar su desacuerdo ante tanto ensañamiento con ella.

La madre naturaleza tiene sus ayudantes, son los elementales, duendes, silfos, salamandras, etcétera.

Las personas pueden invocar a los elementales cuando necesitan conectarse con ella.

Hay algo que tú ya sabes: así como existe el bien existe el mal.

Los elementales buenos nos cuidan pero los elementales de la oscuridad muchas veces se apoderan de esta fuerza y tratan de destruir con furia y con ensañamiento a la Madre Tierra. Es en esos Segundos donde se hacen estragos y ese lado oscuro se hace presente en la vida. Nuevamente aparece el amor de la madre naturaleza y entonces vuelve la calma, regresa el orden, comienza a salir el sol y de nuevo se vuelve a empezar. Y aunque en esos instantes ya estén partiendo algunas almas, ellas van subiendo de plano sobreponiéndose al susto de fallecer tan repentinamente y luego quedan felizmente viviendo en el lugar más bonito del Cielo.

Ahora tienen de Misión ayudar a los elementales de la naturaleza y rescatar así a los que se encuentran en el medio de los desastres.

—Y ahora, con tantas catástrofes, ¿mandaron ayudas?

—¡Claro que si! Nosotros no perdemos nada de vista, aunque la gente a veces después de estas experiencias se vuelvan descreídas, pierdan la Fe. Aquí en el Cielo llegan muchísimos libros sagrados tirados a la basura.

Pero nosotros tenemos Ángeles recolectores de textos sagrados, medallas, flores, regalos y cosas que tiran las personas cuando su espíritu pierde la paz.

Nosotros tenemos un baúl repleto de cosas.

Esas cosas son las que cada persona creyó haber perdido sin explicación lógica.

—¿Y para que guardan todos esos baúles si lo material no tiene ninguna importancia aquí arriba?

—Lo material no, pero los afectos sí. Los apegos para ellos fueron importantes, todo lo que pierden y no saben dónde está es porque nosotros lo tomamos prestado para tener una guía de esa persona, porque esas personas son elegidas para cumplir misiones especiales,

—Ahora entiendo por qué a Camila cuando era niña le hicimos una travesura. Le quitamos de su clóset a su muñeco preferido, el que ella usaba para disfrazarlo de hijo. Una noche lo dejo castigado encerrado y nosotros lo desmaterializamos, lo trajimos a la ciudad de los recuerdos y entonces ella se levantó y abrió su closet. ¡Imagínate el susto de la niña cuando lo fue a buscar y no lo encontró! La puerta estaba todavía con la misma llave cerrada y el bebé de juguete no estaba.

Nadie pudo entender qué pasó. Quedó como una anécdota sin explicaciones en su familia.

De aquí le mandamos muchos muñecos más pero no pudimos conseguir ninguno más bonito que el de ella, porque ése tenía su energía, su amor. Ella lo había acunado casi todos los días.

De pronto el Maestro, que terminaba la conversación decidió irse flotando por el cálido aire del cielo.

Y el Maestro del Estrés decidió acompañarlo a dar el paseo, pero al verlo pensativo le preguntó:

—Maestro, dime, ¿qué te quedaste pensando?

—Que no es tarea fácil cuando elegimos un ser para que sea nuestro misionero, y aun más difícil todavía cuando en vez de quitarles un juguete les quitamos un ser querido.

Sería tan interesante que ellos supieran con claridad su Misión para que les fuera más fácil entender la vida.

Porque quien es consiente de que puede comprometerse con este camino sabe que se involucra a una vida maravillosamente espiritual y rica, llena de amor y de paz, pero que no va a dejar de ver el dolor y el sufrimiento de los que todavía no entienden el valor de la vida.

—Y el que no está en un camino espiritual, ¿No es digno de vivir bien? ¿No entrará al cielo? ¿A dónde irá a parar?

—¡Oh, mira si eres ingenuo! Dónde irán a parar los demás que no son como uno. ¿Te imaginas un Cielo machista como la Tierra, o un Cielo solamente con gente de un solo color? No entrarían en el Cielo, tantos cielos.

Así que, espíritu inquieto, deja de preocuparte y ocúpate.

Anótate como ejército de salvación en catástrofes. Habrá varios niños que quedarán atrapados entre los escombros de una torre que se derrumbará, tómalos en sus brazos para que no caigan fuerte al suelo. Hay otro niño que dice su Ángel que no le da respiro. Pídele más información sobre ese niño índigo que desea estar todo el tiempo llamando la atención de su familia. Apúrate, debes llegar a tiempo. Abre tus alas y transfórmate en un haz de Luz para que puedas atravesar las nubes que están más densas. ¿Sabes distinguirlas cuando el Cielo anuncia un terremoto?

—¡No! No lo sé.

Mira las nubes entrecortadas, parece que forman un cuaderno con renglones sin dejar espacio alguno.

Eso es una señal que la madre naturaleza le da a las personas para avisarles que habrá una tempestad o un terremoto. Pero las grandes catástrofes nunca vienen con aviso previo.

Ellos hoy tienen máquinas, que según dicen no pueden fallarles, estudian los planetas, y las condiciones del tiempo. Sin embargo fes fallan y quedan sorprendidos ante la fatalidad.

Quienes colocan bombas, hacen guerras, provocan caos, nunca avisan, porque la maldad no se hace ver como maldad, la maldad es obvia, para que puedas caer en ella se disfraza de astucia.

La madre naturaleza siempre nos ama, por eso responde a la gente que la cuida con amor. Este sentimiento es recíproco en todos los órdenes de la vida.

Los hombres necesitan acercarse a ella si desean tener una vida sana y larga.

Las personas están contentas porque creen que han alargado su vida, porque viven más tiempo, pero si quieren sentirse bien, van a tener que salir a caminar entre árboles, bosques, arroyos o jardines de flores. Y si no les es posible hacerlo, entonces solamente les bastará con imaginar un paisaje.

—Están tocando las campanas de cristal, esto nos dice que hay que partir. Vamos, cada uno a su Misión.

— ¿Que hora es en la tierra?

—Pregúntame mejor, en qué lugar de la Tierra son las once y once. ¿Sabes por qué te lo pregunto?

—Si, ya lo sé.

Es la hora en que apuntamos los pedidos y los agradecimientos de todas las personas que se acuerdan que hay un Cielo que los sostiene.

Y cuando en cada país es esa hora, nosotros festejamos la hora de la amistad, donde los amigos por más lejos que estén pueden pensarse y atraerse con el corazón.

Muchas personas a esa hora se les ocurren casualmente por mirar el reloj.

—¡A mí, el ritual de la amistad me encanta! Es maravilloso sentir el calor que brinda la amistad en el Universo.

—Y los seres que se fueron y ocupan nuestro Cielo en esas horas, le tiran rosas de sus jardines a sus .seres queridos. Ése también es un bonito espectáculo.

—También hay otras tareas. Imagina que mucha gente se quedó enojada con quien partió y no supo que la otra persona se iba a morir y se quedó sin decirle cuánto la quería o sin que le pidiera perdón. En esos momentos ellos reciben esos pensamientos de perdón y de arrepentimiento y entonces se acercan a esa hora esas personas y ellos le limpian el campo áurico, en el espacio que rodea su piel, y como un rayo de Luz dorada recorren lodo su cuerpo dándole Luz y pidiéndole al Maestro del Olvido que dure el tiempo.

Este Maestro es el más sabio de todos los Maestros, es el que sana las heridas, nosotros le decimos en el Cielo que a él nadie lo quiere porque nadie quiere esperar nada. Toda vez que les digas que deban esperar a las personas les parece una eternidad, algunas personas viven en el mundo de la ansiedad.

Los espíritus que están elevándose con el Arcángel Gabriel de un plano a otro, están todos admirados por tanta inmensidad. Se siguen sintiendo pequeños en comparación de la naturaleza que se observa desde arriba, se ven los mares, los recortes geográficos, montañas y colores varios forman al redondo planeta, desde lejos se puede escuchar que ella emite un sonido particular.

—¿Qué es ese ruido tan agudo? —preguntó el espíritu de Florencia que pascaba por el Cielo.

—Es el sonido que emite la Tierra al girar sobre su eje. Cada planeta emite un sonido, el de la Tierra es el de la nota musical Si.

Todos los planetas forman diferentes notas, todas están en el Universo, por eso dicen que la música es el idioma universal y que todos formamos parte de una melodía perfecta. Cuando tú estabas con vida y decías la palabra sí, estabas haciendo sintonía con la Tierra. Si había algo que deseabas la Tierra vibraba junto contigo, y los dos conspiraban para que el Universo los escuchara y entonces lo que pedían llegaría.

—Entonces mientras nos elevamos lo que oímos es el sonido de la Vía láctea. Hasta estando en este estado nos sentimos inmensamente pequeños al lado de tanta inmensidad.

—Es hermoso. ¿Todo esto es el Paraíso?

—Esto es sólo una parte —dijo el Arcángel—, las personas de la Tierra tienen lugares que son verdaderos paraísos.

El Arcángel siguió con su ala a la cual iba elevando cada tanto, mostrando por los agujeros que debían pasar entre las nubes las almas que se elevaban para ascender de planos. Alzando su voz de espíritu dijo:

—Muchas personas saben leer el Cielo. ¿Sabes cómo se hace? Cada lugar en donde ves nubes blancas que forman un círculo en forma de espiral muestra el camino por el cual las almas van ascendiendo. Ellas siempre me tienen a mí para que las guie.

Una de las almas pregunto algo que tenía en su campo mental:

—Una vez en una reunión de amigos ellos comentaron que el día que muñera tendrían que colocarme en una mano una vela para alumbrar mi camino y en la otra una rama con espinas para espantar los malos espíritus. Ahora me río porque todo eso era mentira, porque no he visto ningún infierno, no he sentido miedo ni ningún tipo de espanto. ¿Por qué no he visto nada que me haya asustado?

—¡Eso es parte del folklore humano! —dijo Gabriel muy seriamente—. Miren hacia atrás, ahí esta el Arcángel Miguel custodiando el camino. El nos limpia de las energías que no nos corresponden.

Pero si quieres preguntar si no hay forma de encontrarse con espíritus molestos, te diré que cada uno encuentra en este camino lo que se imagina encontrar.

Si mientras vivías le temías a la envidia y a la traición, lo más posible es que la atrajeras y la tuvieras como una amenaza permanente sobre tu nuca.

—¿Por qué sobre tu nuca y no sobre tus hombros?

—Porque la energía negativa, la que desgasta tu campo áurico, se encuentra en la segunda vértebra debajo de tu cabeza

Y cambiando de tema el Maestro preguntó:

—¿Cómo se sienten? Observen que ahí viene una ráfaga de viento fuerte, déjense llevar por él, cuando éste pase volverán a estar juntos.

Y el viento se hizo presente.

—¡Qué maravilla! —gritaron los espíritus—. ¡Qué tal si bailamos un rock con la música que emite el viento furioso que hoy nos hace bambolearnos tanto!

—Claro que sí, ¡bailemos! Mira cómo el viento me hace girar y a girarse ha dicho. A que te pongas espíritu abajo espíritu arriba, ¡esto es súper divertido!

¡Ahí viene una nube de agua y otra más!, vayamos bajo las nubes de agua para refrescarnos. Mira qué linda es la lluvia desde aquí. ¡No necesitas paraguas!

—Mira lo que dices, si llevaras paraguas parecerías Mary Poppins.

—¡Uy, mira, viene un avión! Nunca había visto un avión desde el Cielo. ¡Parece mentira que vuelen con tanto peso encima!

Sabes, cuando yo vivía y viajaba en avión le hablaba tu Dios porque creía que estaba mas cerca de él. Entonces estaba más seguro de que él me escucharía como si le estuviera hablando al oído.

—¡Qué grande tu imaginación! Mira si Dios escuchara sólo los ruegos de los que viajan por el aire.

Vamos, sigamos ascendiendo, tenemos que llegar en el momento en que las compuertas del sexto Cielo se encuentren a punto de cerrar. Los ancianos que cuidan ese lugar son muy estrictos, no quieren que falte el orden.

Extracto de "Francesco decide volver a nacer de Yohana Garcia"
 

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