domingo, 11 de octubre de 2015

LA ILÓGICA E INTERMINABLE BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD


La vida es hermosa. Pero no nos damos cuenta. Nos la pasamos  esperando que llegue algo que la hará feliz. Y, esperando ese algo, que nunca llega, aunque miles de veces parece próximo, se nos pasa y se nos acaba sin habernos proporcionado ese momento de felicidad. Curiosamente, sólo hallamos atisbos de plenitud y de dicha  recordando momentos pasados, que entonces no nos parecieron  especialmente felices, o imaginando momentos futuros, adornados con toda suerte de circunstancias deseables.

Sin embargo, ni el pasado ni el futuro existen. Y, por tanto, la  felicidad que pueden proporcionarnos es una felicidad artificial, de  ficción y que no acaba de satisfacernos. Pero, ¿qué hacemos con el presente? Desgraciadamente, se nos  escurre entre los dedos sin que nos paremos a estudiarlo, de tan  preocupados como estamos por ese momento feliz, tan esperado y que, no sé por qué misteriosa razón, ubicamos siempre en el futuro. Tratemos, desde hoy, sin embargo, de mirar al presente, ese presente que siempre está ante nosotros, en nosotros, y puede que nos llevemos una grata sorpresa. Porque, mientras nos sentimos desgraciados, el mundo que nos rodea está preñado de belleza, de armonía, de gracia, de equilibrio, de música, de felicidad...Y, mientras, ciegos a todo menos a nuestro egoísmo, nosotros lamentamos cualquier contratiempo, a nuestro alrededor cantan los pajarillos y las plantas abren sus capullos y ríen los niños y el sol transforma en diamantes las gotas de rocío y las nubes dibujan mil figuras en el cielo y la mar arrulla continuamente a la playa adormecida y las mariposas adornan el cielo y las flores lo llenan todo con sus aromas...Y nosotros, ciegos y sordos y ajenos a todo, excepto a nuestra fantasía egoísta, no vemos nada ni oímos nada ni percibimos nada y nos sentimos solos y olvidados y desamparados y desgraciados, en medio de la dicha y la plenitud y la alegría y la vida, que lo llenan todo, que lo constituyen todo...

¿Por qué no damos un frenazo en esa estúpida huida hacia delante  en que hemos convertido nuestra existencia, y disfrutamos la belleza y la plenitud y la armonía de que está repleto cada instante? Es sólo cuestión de intentarlo, de mirar dentro de las cosas y dentro de nosotros mismos, y pronto veremos la mano de Dios que,  incesantemente, vela por nosotros, nos ayuda, nos acaricia, nos  protege y nos empuja suavemente hacia delante posada en nuestro  hombro... Cada instante, pues, cada persona, cada animal, cada ser, cada  acontecimiento, están llenos de vida, de luz y de amor. Sólo tenemos que mirar, y veremos. Y dejaremos de sentirnos desgraciados. Y de esperar ese momento en que nos llegará la felicidad que ya tenemos y que no habíamos aprendido a ver ni a disfrutar. 
Francisco Manuel Nácher

EL SENDERO DEL MAGO (SEGUNDA PARTE)



EL SENDERO DEL MAGO (SEGUNDA PARTE)
“Hay una enseñanza”, dijo Merlín, “denominada el modo del mago. ¿Has oído hablar de ella?”
El joven Arturo levantó la vista del fuego que, sin éxito, trataba de encender. Casi nunca era fácil encender el fuego en las húmedas mañanas de comienzos de primavera en el País de Occidente.
“No, nunca he oído hablar de eso”, contestó Arturo tras pensar un momento. “¿Magos? ¿Quieres decir que ellos tienen un modo diferente de hacer las cosas?”
“No, las hacen exactamente como nosotros”, replicó Merlín, y chasqueando los dedos encendió el montón de leña húmeda que Arturo había recogido, impaciente ante los torpes esfuerzos del muchacho por encender el fuego. Al instante se formó una gran llama. Acto seguido, Merlín abrió las manos y sacó de la nada un par de patatas y un puñado de setas silvestres. “Ensártalas en una broqueta y ponlas a tostar sobre el fuego, por favor”, dijo.
Arturo obedeció sin más. Tenía unos diez años y la única persona a quien conocía era Merlín. Estaban juntos desde que tenía memoria. Seguramente había tenido madre pero no tenía el más mínimo recuerdo de su rostro.
El anciano de luenga barba blanca había reclamado su derecho sobre el infante real a las pocas horas de su nacimiento.
“Soy el último guardián del sendero del mago”, dijo Merlín. “Y quizás tú seas el último en conocerlo”.
Poniendo las broquetas sobre el fuego, Arturo miró sobre el hombro. La curiosidad le había picado. ¿Merlín un mago?
Nunca lo había pensado. Los dos vivían solos en el bosque, en la cueva de cristal. El brillo de la cueva les proporcionaba la luz. Arturo había aprendido a nadar convirtiéndose en pez. Cuando deseaba comida, ésta aparecía, o Merlín le daba un poco. ¿Acaso no era así como todo el mundo vivía?
“Verás, dentro de poco te irás de aquí”, continuó Merlín. “No vayas a dejar caer esa patata entre la ceniza”.
Por supuesto, el muchacho ya la había dejado caer. Como Merlín vivía hacia atrás en el tiempo, sus advertencias siempre llegaban demasiado tarde, después de ocurridos los percances. Arturo limpió la patata y la ensartó de nuevo en la broqueta, hecha de la madera verde de un tilo.
“No importa”, dijo Merlín. “esa puede ser la tuya”. “¿Cómo así que me iré?”, preguntó Arturo. Sólo había ido de vez en cuando al pueblo cercano, cuando Merlín deseaba ir al mercado, y en esas ocasiones el mago siempre tenía cuidado de ocultar la identidad de los dos bajo pesadas capas. Pero el muchacho era gran
observador, y lo que había visto en los demás le preocupaba.
Merlín miró de soslayo a su discípulo. “Pienso enviarte al pantano o, como dicen los mortales, al mundo. Te he mantenido lejos del pantano durante todos estos años, enseñándote algo que no debes olvidar”.
Merlín calló para ver el efecto de sus palabras, y luego continuó: “El sendero del mago”.
Tras pronunciar estas palabras, ambos quedaron en silencio, como suele suceder entre quienes llevan mucho tiempo juntos. Anciano y niño casi respiraban al unísono, de tal manera que Merlín debió percibir la inquietud que daba vueltas en la mente de Arturo, cual pantera enjaulada.
Terminada su comida, el muchacho fue a lavarse en el estanque azul que estaba al pie de la colina. Cuando regresó, Merlín tomaba el sol sobre su roca favorita (aunque “tomar el sol” es apenas un decir, puesto que la espesa colcha de nubes se había adelgazado apenas lo suficiente para que un rayo solitario se abriera paso a
través de las copas de los árboles para iluminar los cabellos de plata del mago). Las primeras palabras que salieron de la boca del muchacho fueron: “¿Qué será de ti?” ,“¿De mí? No te creas tan importante. Podré arreglármelas perfectamente sin ti, gracias”.
En el instante mismo en que terminó de hablar, Merlín supo que
había lastimado los sentimientos del niño. Pero los magos son malos para disculparse. Un hermoso arco hecho de fresno blanco apareció en el suelo al lado de Arturo, quien lo tomó presuroso y comenzó a tensarlo. En su lenguaje privado, sabía que era la forma como el anciano se disculpaba.
“No me preocupa lo que pueda pasarme”, continuó Merlín, “sino que se pierda el conocimiento. Como te dije, quizás seas el último en conocer el sendero del mago”.
“Entonces me cercioraré de que no se pierda”, prometió Arturo.
Merlín asintió con la cabeza. No volvió a tocar el tema del sendero del mago ese día ni durante muchos días más. Sin embargo, una mañana de junio, al despertarse, Arturo encontró su cama de ramas de pino cubierta de nieve. Tembló de frío y se sentó, lanzando al aire una nube de copos blancos al sacudir su cobija de piel de
venado. “Creí que hacías esto sólo en diciembre”, dijo, pero Merlín no contestó. Estaba inmóvil en medio del círculo de nieve que cubría su campamento. Ante él había una extraña aparición: una enorme roca con una espada que sobresalía de ella. A pesar del frío, la roca no tenía nieve y la hoja de la espada se proyectaba en
el aire deslumbrando con el brillo de su metro y medio de acero damasquino martillado.
“¿Qué es eso?”, preguntó Arturo. La vista de la roca lo conmovió profundamente, aunque no entendió por qué.
“Nada”, replicó Merlín. “Sólo recuérdala”.
Un momento después, la espada en la roca comenzó a desvanecerse, y cuando Arturo regresó de su baño matinal, el claro del bosque estaba tibio nuevamente, el sol había fundido hasta el último copo de nieve y la roca se había esfumado como un sueño. El niño sintió ganas de llorar, porque sabía que la aparición era el
gesto de despedida de Merlín, de despedida y de recuerdo.
Lo que le sucedió a Arturo cuando salió al mundo es ahora leyenda. Con el tiempo se encontró en Londres, en una nevada mañana de Navidad, a las puertas de la catedral donde la espada en la roca había reaparecido misteriosamente. Para asombro de la gente que salía de la iglesia, retiró la espada y reclamó su derecho a ser
rey. Libró largas y crueles batallas para vencer a una horda de rivales que pretendían el trono, y luego estableció en Camelot la sede de su poder. Todos los días vivió de acuerdo con las enseñanzas del mago.
Finalmente falleció y se convirtió en historia. Quedó como tarea a las generaciones posteriores averiguar lo que Merlín le había enseñado a su discípulo durante esos años en el bosque, antes de que Arturo se allegara a la roca y tomara el destino por su empuñadura engastada de joyas.
El mundo de Arturo desapareció poco después de la caída de Camelot. El reino cayó presa nuevamente de las luchas intestinas y la ignorancia, y Merlin demostró haber sido el último de su clase, tal como lo había pronosticado. Después de él, no se registra en la historia de Occidente el nombre de ningún otro mago.
Pero Merlín nunca creyó que la sabiduría del mago dependiera de la forma como se desenvolvió la historia.
“Lo que sé está en el aire”, solía decir. “Respíralo y lo hallarás”. Los magos conocían cosas atemporales y, por lo tanto, la reserva de su conocimiento debe estar por fuera del tiempo. El camino está abierto. Comienza en todas partes y no lleva a ninguna, pero aun así conduce a un sitio real. Todo esto se nos presenta a los ojos a
medida que escuchamos a Merlín.
Libro El Sendero del Mago
DEEPAK CHOPRA

sábado, 10 de octubre de 2015

CÓMO APRENDER DEL MAGO



CÓMO APRENDER DEL MAGO
El mago interior desea hablar, y eso es algo que nos sucede a todos. Pero para hacerlo necesita la oportunidad, el espacio. Al igual que los Koan del Zen, los aforismos proporcionan ese espacio porque
modifican el punto de vista, lo cual a su vez puede desencadenar el cambio de la realidad personal.
Es necesario traer la voz del mago a la vida cotidiana. Ya cité la primera frase de la primera lección: Hay un mago dentro de cada uno de nosotros — un mago que lo ve y lo sabe todo. El resto de la lección dice así:
El mago está más allá de los contrarios de luz
y oscuridad, bien y mal, placer y dolor
Todo lo que el mago ve tiene sus raíces
en el mundo invisible.
La naturaleza refleja los estados de ánimo del mago.
El cuerpo y la mente podrán dormir
pero el mago vela permanentemente.
El mago posee el secreto de la inmortalidad.
Estas palabras habrán cumplido su propósito si producen en nosotros una ligera sacudida, la emoción de un reconocimiento. En realidad es emocionante descubrir que no somos seres limitados, sino hijos de lo milagroso. Ésa es la verdad, la realidad profunda acerca de cada uno de nosotros que ha vivido eclipsada
demasiado tiempo.
He recopilado cerca de cien de esos dichos, ilustrados con historias del mundo de Merlín y Arturo. No son fragmentos de las leyendas antiguas, sino parábolas que he enmarcado en esa época. A veces la historia ilustrativa parece no concordar exactamente con los aforismos o con la lógica perfecta. Lo he hecho deliberadamente, porque la mente lineal, con su necesidad de crear orden, no es la única que lo ha de acompañar en su viaje por el sendero del mago. Deberá andar ese camino de la mano de la imaginación, la
esperanza, la creatividad y el amor.
En pocas palabras, el sendero del mago es el camino del espíritu. Pero la espiritualidad no se opone a la racionalidad; es el marco más grande dentro del cual encaja la razón, como una de muchas otras piezas. Para dirigirme a la mente lineal he incluido una sección denominada “Para comprender la lección”, la cual sustenta
los aforismos y las historias. Por último viene la sección titulada “Para vivir la lección”, la cual nos ayuda a abrimos para que la sabiduría del mago penetre en nuestra propia experiencia.
“Para vivir la lección” es la parte activa de este aprendizaje. Mis sugerencias son apenas un punto de partida, formas de encender la iniciativa de cada uno. En últimas, será nuestra propia comprensión la que cambiará nuestra realidad. En “Para vivir la lección” hay algunos ejercicios que podrían parecer pasivos, porque la
mayoría son experimentos del pensamiento.
¿Qué es un experimento del pensamiento? Es una forma de llevar la mente a nuevos lugares, de hacerla ver las cosas de manera diferente. Los magos sabían algo profundo e importante — que si deseamos cambiar el mundo, es preciso cambiar nuestra actitud hacia él. Einstein se reclinó una vez en un sofá, cerró los ojos y vio
a un hombre que viajaba a la velocidad de la luz. Sin descartar esa curiosa imagen, comenzó a realizar varios experimentos de pensamiento, aparentemente simples elucubraciones. Sin embargo, pocos años después, las actitudes de todo el mundo científico se transformarían cuando la naturaleza misma confirmara las visiones
trascendentales de Einstein.
Si una fantasía en un sofá puede alterar el mundo, es porque los experimentos del pensamiento encierran un poder incalculable. Nada se aprende realmente hasta que se vive. Una vez que la razón, la experiencia y el espíritu se unen, se abre el sendero del mago y todo está dispuesto para la alquimia. La sabiduría que llevamos dentro es como una chispa que, una vez encendida, no se extingue jamás.
Para reunir esos elementos, se puede utilizar el siguiente método:
1. Siéntese en silencio durante unos momentos antes de iniciar la lectura de una lección.
2. Lea los aforismos y después tómese unos minutos para interiorizarlos. Léalos cuantas veces desee.
Deje un espacio para sus propias reacciones e ideas, que suelen ser las cosas más valiosas que puede
recibir.
3. Continúe leyendo el resto de la lección: la historia de Merlín y Arturo, la sección titulada “Para comprender la lección”, y la titulada “Para vivir la lección”.
4. Si en la última sección hay un ejercicio práctico — la mayoría de las veces es así — tómese unos minutos para hacerlo. Es conveniente repetirlo durante el día para vivir toda la experiencia.
Lea nuevamente cada lección tan a menudo como lo desee, una o más veces; destine un día o una semana para vivirla. En este proceso no hay cronogramas. Mi único consejo es vivir la lección por lo menos durante un día, en lugar de tratar de absorber demasiadas lecciones a la vez.

El Sendero del Mago
por DEEPAK CHOPRA
http://corazonesintrepidos.blogspot.com.es/

jueves, 8 de octubre de 2015

LA ENTRADA AL MUNDO DEL MAGO (PRIMERA PARTE)


LA ENTRADA AL MUNDO DEL MAGO (PRIMERA PARTE)
La gente se pregunta por qué, habiendo nacido en la India, me siento tan atraído por los magos. Mi
respuesta es la siguiente: en la India todavía creemos que los magos existen. ¿Qué es un mago? No es
sencillamente alguien que puede hacer magia, sino alguien capaz de transformar.

Un mago puede convertir el temor en alegría,
la frustración en realización.
Un mago puede convertir lo temporal en eterno.
Un mago puede llevarnos más allá de nuestras
limitaciones hacia lo ilimitado.

Cuando era niño y vivía en la India, sabía que todo eso era cierto. A veces llegaban a nuestra casa ancianosde túnicas blancas y sandalias, y hasta para un muchacho asombrado por la vida, parecían criaturas muy especiales. Estaban completamente en paz; de ellos emanaban la alegría y el amor; parecían no inmutarse ante los altos y bajos de la vida cotidiana. Los llamábamos gurús o consejeros espirituales. Pero tardé mucho tiempo en darme cuenta de que gurú y mago es lo mismo. Todas las sociedades tienen sus maestros, clarividentes y sanadores; gurú era sólo nuestro vocablo para designar a los poseedores de la sabiduría espiritual.

 En Occidente, se considera que los magos son principalmente hechiceros que practican la alquimia para convertir un metal inferior en oro. En la India también existe la alquimia (de hecho fue allí donde se inventó), pero la palabra alquimia es en realidad una clave. Significa convertir a los seres humanos en oro, convertir nuestras cualidades inferiores de temor, ignorancia, odio y vergüenza en lo más precioso: el amor y la realización. Por tanto, un maestro que nos pueda enseñar a convertimos en seres libres llenos de amor es, por definición, un alquimista — y siempre lo ha sido.
Cuando ingresé a la escuela secundaria en Nueva Delhi, ya sabía mucho acerca de Merlín, el famoso mago de la leyenda inglesa del rey Arturo. Como a todo el mundo, también a mi me hechizó desde el primer momento. No tardé mucho en descubrir todo su mundo. En mi cabeza resuenan todavía decenas de versos del poema épico de Tennyson, Idilios del rey, los cuales tuvimos que memorizar durante aquellos largos y calurosos días escolares. En aquella época devoré toda la literatura que logré encontrar sobre el rey Arturo. No me parecía raro saberlo todo acerca de Camelot, ese sitio de campos verdes y temperaturas clementes, aunque yo viviera bajo el sol ardiente del trópico; o que deseara cabalgar como Lancelot, aunque me hubiese sofocado bajo la armadura; o que la cueva de cristal de Merlín existiera en realidad, a pesar de que todos los autores que leía me aseguraran que los magos no existían. Yo sabía que no era así, porque era un muchacho hindú y había conocido personalmente a los magos.




POR QUÉ NECESITAMOS A LOS MAGOS 

Durante treinta años he reflexionado acerca de los magos. He visitado Glastonbury y el occidente de
Inglaterra, he escalado el Tor y he visto la colina donde supuestamente descansan el rey Arturo y sus
caballeros. Pero algo más místico, la necesidad de la transformación, me hace volver nuevamente a la magia.
Año tras año he sentido que nuestra época necesita de ese conocimiento más que nunca. Ahora que soy adulto, dedico mi vida profesional a hablar y escribir sobre la forma de alcanzar la libertad plena y la realización. Pero apenas hace poco me di cuenta de que todo el tiempo he estado hablando de alquimia.

Finalmente decidí que una forma interesante de abordar este tema sería a través de una de las relaciones más maravillosas que se haya registrado nunca, la que existió entre Merlín y el joven Arturo en la cueva de cristal. En este libro, la cueva se presenta como un sitio privilegiado dentro del corazón humano. Es un refugio seguro donde hay una voz sabia que no conoce el temor, y al cual no llega la agitación del mundo exterior. En la cueva de cristal siempre ha existido y existirá un mago — lo único que hay que hacer es entrar en ella yescuchar.

Hoy en día la gente vive en el mundo de los magos tanto como lo hicieron las generaciones pasadas. Joseph Campbell, el gran estudioso de la de mitología, decía que cualquier persona que espera en una esquina a que el semáforo pase a verde para cruzar la calle, en realidad está esperando entrar en el mundo de los actos heroicos y la acción mítica. Lo que sucede es que no vemos nuestra oportunidad, y cruzamos la calle sin ver la mítica espada en la roca al lado del andén.
El viaje hacia lo milagroso comienza aquí. Este es el mejor momento para comenzar. El sendero del mago no existe en el tiempo — está en todas partes y no está en ninguna parte. Nos pertenece a todos y no le pertenece a nadie. Así, éste es sólo un libro acerca de cómo recuperar lo que ya es nuestro. Como dice la primera frase de la primera lección: Hay un mago dentro de cada uno de nosotros un mago que lo ve y lo sabe todo.

Ésta es la única frase del libro que se debe aceptar como un acto de fe. Una vez que descubramos nuestro mago interior, la enseñanza vendrá por sí sola. Durante muchos años, este tipo de aprendizaje espontáneo ha sido el centro de mi vida diaria: observar y esperar a oír lo que mi gula interior tiene que decir. No existe otra forma de aprendizaje más fascinante. He oído la voz de Merlín en el sonido de una risa en el aeropuerto, en el susurro de los árboles al caminar hacia la playa, y hasta en la televisión. Una estación de autobuses puede convertirse en la cueva de cristal cuando se tiene la llave.
¿Por qué necesitamos seguir el sendero del mago? Para elevamos sobre lo ordinario y lo confuso, y
encontrar la clase de trascendencia que solemos relegar al campo de lo mítico, pero que en realidad tenemos a mano, aquí y ahora. Estar vivos significa ganamos el derecho a decir lo que deseamos decir, a ser lo que deseamos ser, y a hacer lo que queremos. Camelot era el símbolo de esta forma de libertad. Por eso volvemos nuestros ojos sobre ese sitio mágico con nostalgia y admiración. La vida ha sido difícil desde entonces.

Una vez, un discípulo preguntó a su maestro: “¿Por qué siento esta opresión tan grande, como si quisiera gritar?” El maestro lo miró y le dijo: “Porque todo el mundo se siente igual”.
Todos nosotros deseamos crecer en amor y creatividad, explorar nuestra naturaleza espiritual, pero muchas veces erramos el objetivo. Nos encerramos en nuestra propia cárcel. Sin embargo, hay quienes han roto el encierro que comprime la vida. Rumi, el poeta persa, decía: “Somos espíritu incondicionado atrapado por las condiciones, como el Sol en un eclipse”.
Ésa es la voz de un mago que no creía que los seres humanos viviésemos limitados en el tiempo y el
espacio. Sólo estamos eclipsados temporalmente. El propósito de aprender de un mago es encontrar al mago que llevamos dentro. Una vez hallado el guía interior, nos habremos encontrado a nosotros mismos. El yo es el Sol de resplandor permanente que, aunque eclipsado, cuando se despejan las sombras se muestra en toda su gloria.


El sendero del Mago
por DEEPAK CHOPRA
http://corazonesintrepidos.blogspot.com.es/

miércoles, 7 de octubre de 2015

EN LA SALUD Y EN LA ENFERMEDAD



EN LA SALUD Y EN LA ENFERMEDAD
Publicado por Julieta Herrera en Universo Espiritual Comunidad.
http://universo-espiritual.ning.com/
El compromiso de mantenerte AQUÍ, sin importar lo que suceda, sin importar cuán salvajemente ruja la tormenta de vida, hace que dejes de ser una víctima. Dejas de ser pasivo, de estar a merced de los elementos, separado de la vida misma, desalineado del potencial creativo de este momento. En tu SÍ, te conviertes en el agente creativo, en calma yfirmeza, alineado con la vida, exactamente en el lugar en donde necesitas estar, fundado en la fuente de tu verdadero poder… en este momento presente. Este es el único gran compromiso que habrás de establecer - el compromiso con el Ahora, el verdadero compromiso del corazón.
Y desde este gran compromiso, toda acción creativa, inteligente y compasiva fluirá naturalmente, espontáneamente.
- Jeff Foster

martes, 6 de octubre de 2015

Eckhart Tolle: La Infelicidad de Fondo y el Secreto de la Felicidad

The “Art” of Meditation: How to Meditate While Drawing:
El ego crea separación, y la separación crea sufrimiento. Por tanto el ego es claramente patológico. Aparte de las formas más obvias como la ira, el odio y demás, hay otras formas de negatividad más sutiles que al ser tan comunes usualmente no se las reconoce como tales, por ejemplo, la impaciencia, la irritación, el nerviosismo, el estar “hastiado”.
Estas constituyen la infelicidad de fondo que es el estado interior predominante de muchas personas. Necesitas estar extremadamente alerta y absolutamente presente para poder detectarlas. Cada vez que lo haces, es un momento de despertar, de des-identificación de la mente. El siguiente es uno de los estados negativos más comunes que fácilmente pasa desapercibido, precisamente por ser tan común, tan normal. Seguramente estarás familiarizado con él. ¿Sueles experimentar una sensación de descontento que podría describir mejor como una especie de resentimiento en segundo plano? Puede ser específico o inespecífico. Muchas personas pasan gran parte de sus vidas en ese estado. Están tan identificados con él que no pueden tomar distancia para reconocerlo. Por debajo de esa sensación subyacen sostenidas ciertas creencias inconscientes, es decir, ciertos pensamientos. Pensamos estos pensamientos de la misma manera en que soñamos nuestros sueños cuando estamos dormidos. En otras palabras, no sabes que estás pensando esos pensamientos, tal como el soñador no sabe que está soñando.
Estas son historias creadas por el ego para convencernos de que no podemos estar en paz ahora o que no podemos ser nosotros mismos de forma total ahora. Estar en paz y ser quien eres, o sea, ser tú mismo, es una misma cosa. El ego dice: quizás en algún momento en el futuro podré estar en paz - si esto, aquello o lo otro sucede, o si obtengo aquello o me convierto en aquello. O dice: no podré estar en paz jamás por causa de algo que sucedió en el pasado. Escuchen las historias de la gente y todas ellas podrían titularse "Por Qué No Puedo Estar En Paz Ahora". El ego no sabe que tu única oportunidad para estar en paz es ahora. O quizás sí lo sabe, y tiene miedo de que lo descubras. La paz, después de todo, es el fin del ego. ¿Cómo estar en paz ahora? Haciendo la paz con el momento presente. El momento presente es el campo en el cual sucede el juego de la vida. No puede jugarse en ningún otro lugar.
Una vez que has hecho las paces con el momento presente, observa lo que sucede, lo que puedes hacer o elegir hacer, o más bien lo que la vida hace a través tuyo. Hay cuatro palabras que expresan el secreto del arte de vivir, el secreto de todo éxito y felicidad: Uno Con La Vida. Ser uno con la vida es ser uno con el Ahora. Entonces descubres que tu no vives tu vida, sino que la vida te vive. La vida es la bailarina, y tu eres la danza.
Extraído de Una Nueva Tierra, de Eckhart Tolle, páginas 113-115
© derechos de autor 2008-2015. Eckhart Tolle. Todos los derechos reservados.http://www.eckharttolle.com. Traducción: Marcela Borean
Difusión: El Manantial del Caduceo

domingo, 4 de octubre de 2015

LIBRO EL SENDERO DEL TAO (OSHO) Capitulo-IV




Capitulo 4
Es Mejor Estar Quieto, Es mejor estar Vacio

Alguien le preguntó a Lieh Tzu:
¿Por qué le das valor al vacío? 
En el vacío no hay valoración.
Lieh Tzu dijo:
A eso no se le puede llamar valor. 
Lo mejor es estar quieto, lo mejor es estar vacío.
En la quietud y en la vacuidad encontramos una morada; al dar y recibir perdemos el sitio.
La verdad es una; no puede ser de otra forma porque la existencia es un universo, no es un “multiverso”. 
Es uno.  Es un aglutinamiento.  Es una unión.  Es un cosmos.  Aquello que aglutina al universo es lo que llamamos Verdad, o Tao, o Dios.  El Tao no es una persona; tampoco es Dios una persona, sino la unión que lo recorre todo, como un hilo a través de una guirnalda.  El universo no es un montón de cosas separadas, y una especie de hilo lo mantiene unido… 
No se está deshaciendo. A eso que lo mantiene unido es lo que llamamos Dios, Tao.
No obstante, el ser humano puede enfocar esta verdad de dos maneras. Estas dos maneras deben ser comprendidas. 
La verdad es una, pero los caminos son dos. El primer camino es vía afirmativa, el camino positivo, el camino de “los que dicen sí”, el camino del devoto.  Jesús, Mahoma y Krishna han seguido el camino de la afirmación. 
El camino de la afirmación parece ser una camino de esfuerzo, de mucho esfuerzo: uno está tratando de llegar a Dios, tiene que hacer todo el esfuerzo posible, tiene que hacer lo máximo, tiene que jugárselo todo.  En los tiempos modernos, Gurdjieff y Ramakrishna siguieron el camino de la afirmación, la vía afirmativa.
El otro camino es la vía negativa, a través de la negación a través del “no”.  Lao Tzu, el Buda y Nagarjuna siguieron el camino de la negación. En los tiempos modernos, Ramana Maharshi y Krishnamurti han seguido el camino del “no”.
Estos dos caminos se tienen que entender tan claramente como sea posible, porque es mucho lo que de ello depende; tú tendrás que elegir tarde o temprano.  Los dos se mueven en dimensiones diferentes; llegan al mismo fin, pero se mueven en dimensiones diferentes.
El camino positivo es un enfoque positivo respecto a Dios, un llegar a Dios, una búsqueda, una indagación. 
El camino negativo es un esperar a Dios, no una búsqueda.  El camino negativo consiste en mantener la puerta abierta, no en ir a buscar, no en indagar, sólo en ser receptivo, como un útero.  El primero es yang, el segundo es yin.  El primero es un camino de tendencia masculina; el segundo es un camino de tendencia femenina.  En el segundo uno tiene que abandonarse simplemente: no hay voluntad sino entrega.  Sólo se tiene que permitir que Dios sea.  No llegues a él; deja que él  llegue a ti.  Permanece simplemente en silencio, vacío.  Deja un espacio, de tal forma que si viene tú estés dispuesto; tú te mantienes dispuesto.
En el camino de la voluntad tendrás mucho que hacer; en el camino de la entrega no tienes nada que hacer, exactamente nada que hacer, solamente nada que hacer.  Estos caminos se pueden nombrar también de forma diferente.
El primer camino puede decirse que es el camino del asceta.  La palabra “asceta” viene de la raíz griega ascesis, que quiere decir “ejercicio”. 
Muchos métodos –muchos ejercicios, metodologías, yoga, técnicas- son factibles.  El segundo camino puede llamarse el camino del místico: no hay ejercicios, no hay métodos, no hay tecnología.
En el primer camino, el tiempo es una necesidad. 
Tú no te puedes iluminar inmediatamente. 
Los métodos requieren tiempo, los ejercicios requieren tiempo, la preparación requiere tiempo, y tú tendrás que esperar por muchas vidas. 
La iluminación será gradual, no puede ser súbita. 
En el camino negativo, la iluminación puede ser completamente súbita, puede suceder en este mismo momento.  El tiempo no es necesario porque el ejercicio no es necesario.  Tú no tienes que ir a sitio alguno; simplemente tienes que sentarte en silencio, simplemente tienes que abandonarte. 
No necesitas esperar.
El camino del místico es misterioso, no se puede explicar.  El camino del asceta se puede explicar: es muy científico, muy lógico. 
Se puede explicar paso a paso; se puede analizar, dividir en pasos sencillos.  Los pasos se pueden hacer tan pequeños que todo el mundo puede darlos, incluso un niño.  Pero el camino del místico es muy misterioso, de ahí que se le llame el camino místico.  No existe la posibilidad de grados, de pequeños pasos, sino de un salto cuántico, de un salto a lo desconocido, súbito, como un alumbramiento. 
Naturalmente, no puede ser explicado de forma lógica.
La mente lógica se encontrará perdida.  Es necesaria una gran comprensión, no basada en la lógica sino en la intuición.  Se necesita una mente ilógica, aventurera, que pueda sobrepasar todos los pasos, que esté dispuesta a ir hacia lo desconocido, que tenga el valor suficiente para dar el salto.
En el primer camino vas paso a paso, moviéndote hacia arriba.  En el segundo camino, tú simplemente das un salto al abismo.  El abismo no tiene fondo, está vacío, es la nada absoluta.  Tú desapareces.
Estos dos son los caminos, y cada persona tiene que decidir en lo más profundo de su ser cuál le atrae más. 
Es difícil decidir, pero hay que decidirse, de otra forma tú puedes seguir haciendo cosas que no van a tener significado alguno.  Si puedes dar el salto, entonces no hay necesidad de que practiques el yoga.  Si no puedes dar el salto, entonces no tiene sentido que solamente te quedes a la espera.
En el primer camino, el mayor peligro viene del ego, porque tienes que hacer mucho, y si eres muy egoísta te volverás un hacedor y el ego se convertirá en tu barrera.  Uno tiene que hacer pero sin fortalecer el ego.  En el segundo camino, el aletargamiento es el problema.  No tienes que hacer nada; uno se puede aletargar, uno se puede volver apagado o muerto. 
Ese es el peligro, muy natural: te sientas en silencio, no haces nada, poco a poco caes en una pesadez, en una especie de falta de inteligencia.  Pierdes agudeza, pierdes vitalidad, te vuelves idiota.  Esto es posible; uno tiene que estar muy consciente de ello.
En el primer camino uno tiene que observar para que el ego no surja.  En el segundo camino uno tiene que observar para no acostumbrarse al aletargamiento. 
Si se evitan estas dos trampas entonces tú puedes llegar por ambos caminos, el afirmativo y el negativo.  Hay gente que ha llegado a través de los dos, así que no es un asunto de llegar, sino de cuál va a ser más fácil, más adecuado a tu naturaleza interior; elige ese.
Hay que entender algunas cosas sobre el camino de la nada, porque Lieh Tzu sigue ese camino –el camino de la vía negativa- el camino del místico.  En el camino místico tienes que estar solo, no hay posibilidad de un “estar juntos”.  Es una inactividad profunda, tan profunda que la misma idea de acción se tiene que dejar, renunciando a ella.  No hay deseos, no hay acción; uno simplemente tiene que ser.  La soledad se tiene que experimentar, la reclusión se tiene que experimentar.
En el camino de la afirmación, Dios está siempre contigo, tú no estás solo.  Siempre puedes hablar con Dios, siempre puedes orarle, siempre puedes esperar que él esté contigo. 
Él está alrededor, te sostiene la mano.  Él está mucho en el camino de la afirmación.  Su mano está casi en tus manos. 
No es sólo imaginación, recuérdalo, no es una alucinación; es así.  Cuando has hecho todo lo que puedes hacer, súbitamente él se vuelve accesible.  Tú no puedes hacer más, no te has contenido, has hecho todo lo que puedes hacer, te has dado completamente al trabajo, has llegado a lo óptimo; a partir de ahí Dios se hace cargo, pero tienes que hacer lo óptimo; menos que eso no ayuda.  Tienes que hervir a cien grados; entonces, súbitamente, hay evaporación.
En el camino del asceta, Dios está siempre contigo; nunca estás solo, siempre puedes rezar.  Pero en el camino negativo rezar no es posible, no está permitido rezar.  La oración es un obstáculo.  Recuerda esto también: una cosa puede servir de ayuda en un camino y convertirse en un obstáculo en el otro camino.  Rezar es un obstáculo.  Si le preguntas al seguidor del camino negativo, él te dirá: “Orar implica que aún no eres capaz de estar solo; aún estás dependiendo del otro”. 
Tú puedes haber dejado tu dependencia de la esposa, del marido, de los hijos, de los amigos, de la sociedad, pero ahora has proyectado un dios y necesitas su compañía; no puedes estar solo.  Orar implica que tú todavía tienes miedo de estar solo, así que creas un puente con el otro.  Buscas al otro. 
Orar implica simplemente que si estás solo, no estás solitario sino aislado: extrañas al otro. En el camino de lo negativo, la soledad es simplemente el mayor esplendor que existe.
Si le preguntas al místico, él dirá que estar aislado es sólo una fase.  Estar en soledad es una condición fundamental.  Estar aislado o acompañado es accidental; estar solo es esencial.  Estar aislado implica una evolución o continuidad de la experiencia, mientras que estar en soledad implica un cambio radical, total, de ciento ochenta grados, una mutación, una metanoia.  Estar aislado es una forma de retornar a los otros; siempre que te sientes aislado estás buscando al otro de una u otra forma.  Estar aislado es una forma de retornar a los otros.  Estar solo es un camino de retorno a uno mismo.
Esto se tiene que recordar.  Por eso, en el camino negativo, la meditación tiene más importancia que la oración. 
La meditación es una ayuda.  La oración es un obstáculo. 
En el camino de la afirmación, la oración es una ayuda, no se habla en absoluto de la meditación.  Por eso, en el cristianismo, en el islamismo, en el judaísmo, en el hinduismo, la meditación no se ha desarrollado. La meditación ha sido profundamente desarrollada por los budistas y los taoístas; es una clave secreta.
Tú puedes dividir todas las religiones en dos: hinduismo, islamismo, judaísmo, cristianismo; todas ellas están en la vía afirmativa.  El budismo y el taoísmo son básicamente negativos, están en la vía negativa.  El hinduismo y el islamismo han florecido al máximo en el sufismo.  
Los hindúes y los mahometanos se han encontrado y ha surgido una hermosa flor del encuentro, un injerto: el sufismo.  Es superior a cualquier expresión del hinduismo y es superior a cualquier expresión del islamismo; es superior a ambos, ha trascendido a los dos padres.  El hijo es más hermoso que el padre y la madre; tiene que serlo, porque tanto el padre como la madre se han disuelto en él.  Por tanto, el sufismo es la cumbre de lo afirmativo.  También el budismo y el taoísmo se han encontrado y dado nacimiento al zen: lo óptimo en el camino de la meditación.  De nuevo, más hermoso que el budismo y el taoísmo, mejor que sus dos padres, de nuevo un injerto.
En el encuentro del islamismo y el hinduismo se produjo en India.  El islamismo vino a la India, se encontró con el hinduismo y nación un hermoso niño.  El encuentro entre el taoísmo y el budismo se produjo en China.  El budismo fue a China, se encontró con el taoísmo y nació un hermoso niño, el zen.  Si todas las cosas desaparecieran del mundo y sólo pudieran quedar dos, el sufismo y el zen, nada se perdería.  Son los crescendos máximos, pero de dos caminos diferentes. 
El sufismo no es más que oración pura, zikr, el recuerdo de Dios y el zen no es nada más que meditación.


La palabra “zen” viene de la raíz sánscrita dhyana.  Primero, la palabra dhyana se convirtió en jhana, porque el Buda solía hablar en pali; dhyana es jhana en pali.  Luego, de jhana pasó a ch’an en China.  Más tarde se convirtió en zen cuando llegó a Japón.  Pero es dhyana, es esencialmente dhyana: estar solo, simplemente, absolutamente solo; ni siquiera en la compañía de un pensamiento, uno es sólo un espacio, puro, transparente. 
En esa pureza uno lo consigue, Dios penetra interiormente.  Cuando tú estás preparado para estar tan vacío, Dios se adentra.  El sufí busca a Dios; el discípulo zen espera, Dios viene.
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