sábado, 28 de marzo de 2015

LA PROFUNDIDAD DEL MAR

LA PROFUNDIDAD DEL MAR


En el fondo del mar, una gota vive en la oscuridad. Algunos peces le han hablado de otras gotas semejantes a ella que viven donde la luz las vuelve transparentes, todo en ellas es cristalino y ésta luz las acaba absorbiendo llevándolas fuera del mar a un viaje del que no saben su destino.
La verdad es que vivo bien aquí. Me he acostumbrado a la oscuridad de las profundidades marinas y no necesito más –se dijo–. Pero la intriga no dejaba de instigarla y un día, más bien una noche, emprendió el viaje de su vida rumbo a lo desconocido.
–¡Estás loca! ¿Y si nunca puedes regresar? –le decían sus amigas.
–Correré el riesgo –contestó.
Nada tenía que llevar consigo, pues una gota de agua nada posee, tal vez sus recuerdos, como mucho.
Su ascensión, algo que realmente no sabía cómo hacer, esfuerzo le costó. “Sólo la voluntad”, le había dicho un pez. Aunque tener voluntad propia, la que le hacía diferente a las demás gotas, realmente no sabía cómo conseguirla, mas sin saber cómo pronunció la palabra mágica: ¡quiero! Al instante se vio alejarse de las demás gotas, los pulpos, estrellas de mar; de las rocas conocidas hasta en sus más ínfimos detalles. ¡Era tanto el roce!...
Impulsada por una fuerza que desconocía, tras un recorrido que le pareció una eternidad, vislumbró un punto de luminoso que atrajo su atención, haciendo que latiera su diminuto corazón como nunca antes lo hizo.
¡Qué emoción!
¿Y si acabo desapareciendo en la luz y dejo de existir? –pensó.
Las dudas seguían atormentándola y se sintió muy, muy pequeña. Cuando, de pronto, la luz le envolvió. Al principio nada percibía, era tanta su intensidad… que creyó quedarse ciega.
–¡Hola! –escuchó–. ¡Bienvenida a la superficie!
–¿Superficie? Se preguntó. ¿Qué es eso?
La voz, que no sabía aún de dónde procedía, continuó:
–Estás en el mismo mar, con una salvedad, que lo estás sintiendo desde el lado opuesto del que vienes.
La “ceguera” fue desapareciendo y contempló, en un primer momento difusa, ante sí, a otra gota de agua semejante a ella en todo, salvo que brillaba intensamente.
–¿Estás sorprendida? No temas por mi aspecto. Mírate y verás que tu fulgor es como el mío.
Se observó. ¡Oh! Gritó.
–¿Cómo puede ser eso, si yo provengo de la oscuridad? –algo confundida le contestó.
–Es sencillo. Aquí nos llega la luz directa del Sol, de tal modo que nos inunda y todo en nosotras es diáfano.
–¿Y aquí, qué hacemos?
–Esperaba tu pregunta. Si miras a tu alrededor verás que no estamos solas. Hay muchas gotas como tú y como yo. Te esperamos desde hace tiempo. Vamos a emprender un viaje más allá del mar. ¿Aceptas?
Giró su cuerpo al completo y… ¡estaba rodeada de gotas! Todas brillando como ellas. Le sonreían. Y su efecto fue demoledor, su ser se sintió unido a todas ellas, como si fueran una sola gota gigante. Y, aun así, pensaba como ella lo hacía siempre. No se disolvió en ellas.
Un ¡Sí!, que sonó bien fuerte, salido de las profundidades de su ser, se escuchó.
El Sol que le alumbraba, manifestó una cualidad que no fue consciente hasta ese mismo instante. Sintió cómo su ser empezó a experimentar calor, tanto que le hizo perder la consciencia por un momento. Sin saber qué estaba pasando, su cuerpo cambió por completo. Era ella, pero a la vez completamente distinta. De pronto, se fijó que el mar se alejaba de su vista a gran velocidad y, por primera vez en su vida contempló la inmensidad del mundo en que había vivido un segundo antes. Era azul, con diferentes tonalidades que ni imaginaba que existían. Pero se dio cuenta que había también zonas de distintos colores: verdes, blancos, marrones… Y no eran el mar. Había más en el mundo que habitaba y, se fijó en el contorno de su mundo. Era como ella, una esfera.
–¡Hola, otra vez! –con una gran sonrisa su viajera compañera le sacó de su estupefacción–. Ahora somos una nube, somos vapor de agua, y como has comprobado, aun así sigues siendo la misma. Vamos hacia el lugar donde has visto los otros colores de nuestro mundo, lo llamamos “tierra”, y comprobarás que esta palabra engloba muchas posibilidades para experimentar. Puedes elegir el lugar donde posarte. El que sientas que te atrae, es el que te necesita.
No entendía muy bien lo que le había contado, así que se dejó llevar por la intuición. El blanco que vio anteriormente, sin saber por qué era la zona elegida.
–No estarás sola, hay muchas que como tú han escogido el mismo sitio. Estamos sobre Los Andes, una cordillera que recorre la mitad de un continente, con una blancura perpetua en gran parte de ella. Es el momento en que nos “separamos”, aunque ya sabes que es solo apariencia.
Un inmenso rayo de luz seguido por un estruendo que asustó a nuestra gota de agua viajera hizo que sintiera un escalofrío.
–Nada temas. Sigue a tus compañeras de viaje. Sentirás frio y tu forma cambiará nuevamente. Seguirás siendo tú, aunque con otro ropaje…
Sintió que todo su ser se transformaba. En menos de lo que surge un pensamiento pasó del estado en que se encontraba, al que conocía anteriormente y a uno distinto, en el que se sentía a gusto. Se mecía por encima de las montañas descendiendo suavemente. Miró a su alrededor y vio a millones que como ella eran felices con su mutación.
–Lleváis vida al lugar donde vais –le dijo su ya amiga y compañera–. Quienes viven abajo tienen sed. Sin vosotras morirían. Yo voy a otras tierras donde también están sedientos.
Se fundió con sus compañeras en la cima de una montaña. Pasado un tiempo el Sol que le dio la luz, volvió a verle esplendoroso salir por el horizonte, calentando su cuerpo. Esta vez sin miedo alguno emprendió un viaje que le llevaba ladera abajo hasta donde habitaban unos seres sedientos…
Como gota de agua viajó, experimentó sensaciones que le enriquecieron. La más hermosa fue cuando una niña introdujo su mano en el río en el que ella se encontraba. Puso en ésta muchas gotas incluida ella y la llevó hacia su boca. Entró suavemente, y en cascada descendió por el cuerpo de la niña y, sorprendida, contempló a la altura de su pecho un sol como el que conoció al principio de su partida. Y así supo que en todos había una estrella que nos ilumina noche y día.
Tras varios años desde el inicio de su aventura se encontró frente al mar. Sin dudarlo se sumergió hasta sus profundidades, al mundo que le vio nacer. Les contó a sus amigas las peripecias de su larga aventura. Unas le creyeron y otras no. Ella sabía que nada tenía que demostrar, pues, como a ella le pasó, un día sentirán que es el momento de emprender un viaje, un largo viaje hacia el Sol, el mismo que ahora, aun en las profundidades, ilumina en la noche.
Ángel Hache
http://escrito-en-el-viento.blogspot.com.es/

AMANECE



No hay silencio.

Pensamientos van y vienen,
vienen y van.
Una mente atormentada,
pesadillas del alba.
¡Todo se acaba!
¡Todo se acaba!
Sólo una horrible pesadilla.


Suena el despertador.
Comienza un nuevo día
y miras a tu lado y ves,
alargas la mano y tocas.
Un ángel durmió a tu lado,
un ángel con otro ángel.
Ya no hay pensamiento.
Nada te aflige.
Nada te apena.
Una caricia en tu rostro y
un beso en tu corazón.
Amanece.
Ángel Hache
elsilenciodelmaestro.blogspot.com.es
http://universo-espiritual.ning.com/

UNA VIDA

UNA VIDA


Cuando el día y la noche se encuentran, en mi alma quedaron grabadas estas palabras:

«Una y otra vez reaviváis mi muerte y resurrección. Unos creéis que existí, otros no.
»Morí clavado en una cruz, no por vuestras imperfecciones sino porque era un peligro para el imperio romano y aún más para la jerarquía judía. Todo aquel que hace temblar los cimientos de una estructura caduca se enfrenta a las consecuencias. Mi mérito, si queréis verlo así, es haber “vencido” a la muerte y dejaros un mensaje sencillo;  por ello costoso, para quienes han complicado su vida, lastrando su alma con el poder terrenal. 

»“Amaos los unos a los otros” es todo. No necesitáis analizarlo, sino descubrirlo y vivirlo. Cuando os dije: “Lo demás lo tendréis por añadidura”, es porque es su consecuencia natural. Buscáis mi “reino”, cuando éste no sólo vive en vosotros, sino que sois vosotros. Si  aún no lo veis es porque estáis ciegos. Una tela cubre vuestros ojos, la que os impide ver más allá de vosotros mismos. Fijaos en el otro, quien tenéis a vuestro lado y os sonríe, llora, camina en silencio o grita. No os pido que os pleguéis a sus deseos sino si tienen hambre, sed… Id con ellos donde hay en abundancia. Enseñadles con vuestro ejemplo la verdadera felicidad de quien ya nada desea para sí. Colaborad unos con otros para hacer el pan y el vino y dad a cada uno según su necesidad. Construid vuestras viviendas entre todos. Cuando hayáis cubierto vuestras necesidades básicas para sobrevivir, entonces sentiréis que hay otro hambre, otra sed… el de vuestras almas, que os daréis cuenta que al ayudaros unos a otros la estáis colmando.

»Con estos cimientos no necesitaréis más guía, más lámpara, que la voz interna de vuestra conciencia. Casi sin daros cuenta, vuestros problemas se irán disolviendo como azucarillo en el agua. Iréis percibiendo la realidad de mi reino, que es el vuestro, donde cada uno sois a la vez el rey y el mendigo. Vuestros papeles se intercambiarán una y otra vez hasta que descubráis que la vida se redescubre y llega un poco más lejos siempre. Que la muerte no es más ni menos que el alba de un nuevo día… La vuestra y la mía, ocurren una, mil, un millón de veces. Sonriendo pasaréis de un estado al otro como el agua se eleva al cielo con el calor del Sol. Y este Sol vive en cada una, en cada uno de vosotros aun antes de existir y así será por siempre.

»Sois, somos, Una Vida creando Infinitas Vidas… Un misterio que no lo es cuando veis con los ojos del alma.»

Ángel Hache
http://escrito-en-el-viento.blogspot.com.es/

La crisis del mundo está dentro de uno mismo Por J. Krishnamurti


La crisis del mundo está dentro de uno mismo
Por J. Krishnamurti
J. Krishnamurti


Cuando uno viaja por el mundo, observa que existe en todas partes muchísima discusión, discordia, disconformidad, desorden; mucha confusión e incertidumbre. Uno ve las manifestaciones públicas contra una forma particular de guerra y las extensas preparaciones bélicas; ve los incalculables gastos que se destinan a armamentos — una nación preparándose para una eventual guerra contra otra nación. Y están las divisiones nacionales — el honor nacional, por el que miles están dispuestos a matar a otros y se sienten orgullosos de ello. Están las divisiones religiosas y sectarias: la católica, la protestante, la hindú, la mahometana, la budista. Están las múltiples sectas, y los gurús con sus seguidores particulares. En el mundo católico y en el protestante, tenemos la autoridad espiritual, y en el mundo islámico, la autoridad de los libros. De modo que en todas partes existe esta constante división que conduce al desorden, al conflicto y a la destrucción. Y está el apego a una nacionalidad particular, a una particular religión, con la esperanza de encontrar así alguna clase de seguridad externa o interna.

Somos seres aislados
Estos son los fenómenos que ocurren en el mundo, del que todos nosotros formamos parte — estoy seguro de que todos observamos lo mismo. Y está el aislamiento, no sólo el que tiene lugar en cada ser humano, sino el aislamiento de los grupos que se hallan amarrados a una creencia, a una fe, a alguna conclusión ideológica; esto sucede tanto en estados totalitarios como en los países democráticos con sus ideales. Los ideales, las creencias, los dogmas y los rituales están separando a la humanidad. Esto es lo que de hecho está sucediendo en el mundo exterior, y es el resultado de nuestro propio vivir psicológico interno. Somos seres humanos aislados, y el mundo exterior es creado por cada uno de nosotros.
Cada uno tiene su propia profesión particular, su propia creencia, sus propias conclusiones y experiencias a las que se aferra; por lo tanto, cada uno está aislándose a sí mismo. Esta actividad egocéntrica se expresa exteriormente como nacionalismo, como intolerancia religiosa — aun cuando ese grupo esté compuesto por setecientos millones de personas, como en el mundo católico. Y, al mismo tiempo, cada uno de nosotros se aísla a sí mismo de los demás.
Hemos creado un mundo dividido
Estamos creando un mundo dividido por el nacionalismo, que es una forma glorificada del espíritu tribal; cada tribu está dispuesta a matar a otra tribu por sus creencias, por su país, por sus intereses económicos. Todos conocemos esto; al menos aquellos que están informados, que escuchan la radio, que ven la televisión, leen los diarios, etc.
Están los que dicen que esto no puede cambiarse, que no hay posibilidad alguna de que esta condición humana sea transformada. Sostienen que el mundo ha proseguido así por miles y miles de años y que la causa de ello se encuentra en la condición humana, y dicen que esa condición jamás podrá producir una mutación en sí misma. Esas personas afirman que puede haber modificaciones, ligeros cambios, pero que el hombre será siempre básicamente lo que es y, por tanto, siempre habrá de producir división en sí mismo y en el mundo. Y están aquellos que en todas partes abogan por las reformas sociales de diversas clases, pero que no han producido una profunda mutación fundamental en la conciencia humana. Este es el estado del mundo.
¿Y de qué modo miramos nosotros el mundo? Como seres humanos, ¿cuál es nuestra respuesta? ¿Cuál es nuestra verdadera relación, no sólo de uno con otro, sino con el mundo exterior? ¿Cuál es nuestra verdadera responsabilidad? ¿La dejamos en manos de los políticos? ¿Buscamos nuevos líderes, nuevos salvadores? Este es un problema muy serio que estamos considerando juntos. ¿O volvemos a las antiguas tradiciones, porque los seres humanos, incapaces de resolver este problema, regresan a las viejas y habituales tradiciones del pasado? Cuando más grande es la confusión en el mundo, mayor es el deseo y el impulso de retornar a las pasadas ilusiones y tradiciones, a los pasados líderes y a los que llamamos salvadores.
Visión holística de la vida
Por lo tanto, si somos conscientes de todo esto, como tenemos que serlo, ¿cuál es nuestra respuesta —no parcial sino total— a todo el fenómeno que tiene lugar en el mundo? ¿Debe uno considerar solamente su propia vida personal, cómo vivir en algún rincón una vida tranquila, serena, sin perturbaciones? ¿O se interesa uno en la existencia humana total, en la humanidad total? Si uno se interesa solamente en la propia vida particular, por dificultosa que sea, por limitada, triste o dolorosa que pueda ser, entonces uno no comprende que la parte pertenece al todo. Uno ha de mirar la vida, no la vida americana o la asiática, sino la vida como una totalidad. Ha de mirarla con una observación holística, que no es una observación particular, que no es la propia observación sino la observación que abarca la totalidad; es la visión holística de la vida.
Cada uno se ha estado interesando en sus propios problemas particulares — problemas de dinero, de falta de trabajo, de buscar la propia realización, de perseguir eternamente el placer. Sintiéndonos atemorizados, aislados, solitarios, deprimidos, apenados, hemos creado un salvador externo que nos transformará, que traerá la salvación para cada uno de nosotros. Esta ha sido, por dos mil años, la tradición en el mundo occidental; y en el mundo asiático se ha mantenido la misma cosa en símbolos y palabras diferentes, con diferentes conclusiones; pero es la misma búsqueda de la propia salvación individual, de la propia felicidad particular, de la solución para nuestros múltiples y complejos problemas personales. Y están los especialistas de diversas categorías, los especialistas psicológicos a los que acudimos para que nos resuelvan nuestros problemas. Y tampoco ellos han tenido éxito.
Tecnológicamente, los científicos han ayudado a reducir las enfermedades, a mejorar los medios de comunicación, pero también han incrementado el poder devastador de las armas bélicas — el poder de asesinar de un soplo a un número inmenso de personas. Los hombres de ciencia no van a salvar a la humanidad; ni lo harán los políticos, sean de oriente, de occidente o de cualquier otra parte del mundo. Los políticos buscan poder, posición, y juegan toda clase de tretas con el pensamiento humano. Y exactamente lo mismo ocurre en el llamado mundo religioso — la autoridad jerárquica, la autoridad del Papa, del arzobispo, del obispo y del sacerdote local en nombre de alguna imagen que ha creado el pensamiento.
¿Qué va a ocurrir con el ser humano?
Nosotros, los seres humanos aislados, separados, no hemos sido capaces de resolver nuestros problemas. Aunque seamos sumamente educados, ingeniosos, capaces de realizar cosas extraordinarias en lo externo, internamente seguimos siendo más o menos lo que hemos sido durante miles de años. Odiamos, competimos, nos destruimos unos a otros — que es lo que realmente está sucediendo en la actualidad. Ustedes han escuchado a los expertos hablar sobre alguna nueva guerra; no hablan de los seres humanos que habrán de morir, sino de destruir campos de aviación, de volar esto o aquello. Existe esta confusión total en el mundo, y uno está completamente seguro de que todos somos conscientes de ella. ¿Qué hemos de hacer, entonces? Como un amigo le dijo hace un tiempo a quien les habla: "Usted no puede hacer nada; se está dando de cabeza contra una pared. Las cosas continuarán como hasta ahora indefinidamente; seguiremos atrapados en múltiples formas de ilusión, luchando, compitiendo, destruyéndonos unos a otros. Esto habrá de continuar. No malgaste su tiempo y su vida". Dense cuenta ustedes de la tragedia del mundo, de los terribles sucesos que podrían tener lugar si algún loco oprimiera un botón, de la computadora que se está haciendo cargo de las capacidades humanas — pensando con mucha mayor exactitud y rapidez. ¿Qué va a ocurrir con el ser humano? Este es un enorme problema al que nos enfrentamos.
La crisis está dentro de uno mismo
Desde la infancia, y a medida que pasamos por la escuela, el colegio y la universidad, nuestra educación está destinada a especializarnos de una manera u otra, a acumular muchísimos conocimientos, para después conseguir un empleo y aferrarnos a él por el resto de nuestra vida — yendo a la oficina o la fábrica de la mañana a la noche. Y, al final de todo ello, morimos. Ésta no es una actitud o una observación pesimista; es lo que realmente está ocurriendo. Cuando observamos ese hecho, no somos optimistas ni pesimistas; vemos que es así. Y si somos absolutamente serios y responsables, nos preguntamos: ¿Qué puede uno hacer? ¿Retirarse a un monasterio? ¿Formar alguna comunidad? ¿Irse a Oriente y perseguir la meditación zen o alguna otra variedad de meditación? Uno se formula estas preguntas muy seriamente. Cuando nos enfrentamos a esta crisis, vemos que es una crisis que está en la conciencia, no allá, fuera de nosotros. La crisis está dentro de uno mismo. Hay un dicho: "Hemos visto al enemigo, y el enemigo somos nosotros mismos".
La crisis no es una cuestión de economía ni de guerras; ni es cuestión de bombas, de políticos o de científicos; la crisis está dentro de nosotros, en nuestra propia conciencia. Hasta que comprendamos bien a fondo la naturaleza de esa conciencia, e inquiriendo profundamente en ella descubramos por nosotros mismos si puede haber una mutación total en esa conciencia, el mundo proseguirá creando más desdicha, más confusión, más horror. Nuestra responsabilidad no reside en alguna clase de acción altruista —política, social o económica— exterior a nosotros mismos; la responsabilidad consiste en comprender la naturaleza de nuestro ser, en descubrir por qué nosotros, los seres humanos —que vivimos en esta hermosa tierra— hemos llegado a ser lo que somos.
Aquí estamos tratando, juntos ustedes y quien les habla —no separados, juntos— de observar el movimiento de la conciencia y su relación con el mundo, y de ver si esa conciencia es individual, separada, o si es el total de la humanidad. Desde la infancia se nos educa para ser individuos, cada cual con un alma separada; o se nos ejercita, se nos educa y condiciona para que pensemos como individuos. Pensamos que porque cada uno de nosotros tiene un nombre separado, una forma separada —negro, blanco, alto, bajo— y cada uno tiene una tendencia particular, somos por eso individuos separados con nuestras propias experiencias particulares, etcétera. Vamos a cuestionar esa idea misma de que somos individuos. Eso no quiere decir que seamos alguna clase de seres amorfos, sino que nos preguntamos si realmente somos individuos, aunque todo el mundo sostenga, tanto religiosamente como de otros modos, que somos individuos separados.
La totalidad de la vida
A causa de ese concepto, y tal vez a causa de esa ilusión, cada uno está tratando de realizarse, de llegar a ser alguna cosa. En ese esfuerzo de llegar a ser alguna cosa, estamos compitiendo, luchando unos contra otros, de modo tal que si mantenemos ese sistema de vida, tenemos que continuar inevitablemente adheridos a las nacionalidades, al espíritu tribal, a la guerra. ¿Por qué nos aferramos al nacionalismo con tanta pasión — como está sucediendo ahora? ¿Por qué concedemos una importancia tan extraordinaria al nacionalismo — que en esencia es un sentimiento tribal? ¿Por qué? ¿Es porque al adherirnos a la tribu, al grupo, hay una cierta seguridad, una sensación interna de integridad, de plenitud? Si es así, entonces la otra tribu también siente lo mismo; en consecuencia, hay división y, por ende, conflicto, guerra. Si uno realmente ve la verdad de esto, no como algo teórico, y si quiere vivir sobre esta tierra —que es nuestra tierra, no de ustedes o mía— entonces no hay nacionalismo en absoluto. Sólo existe la vida humana; la vida — no mi vida o su vida. Y eso es vivir la totalidad de la vida. Esta tradición de la individualidad se ha perpetuado gracias a las religiones, tanto de oriente como de occidente: la salvación para cada individuo, etc.
Es muy bueno tener una mente que cuestiona, que no acepta; una mente que dice: "Ya no podemos vivir más así, de esta manera violenta, brutal". Una mente que duda, que inquiere, que no acepta meramente el sistema de vida que hemos vivido tal vez por cincuenta o sesenta años, o la manera en que el hombre ha vivido durante miles de años. Por eso nos estamos preguntando si la individualidad es real. Mi conciencia, ¿es realmente "mi" conciencia? — ser consciente significa darse cuenta, saber, percibir, observar. El contenido de la conciencia de cada uno de nosotros, incluye nuestras creencias, nuestros placeres, nuestras experiencias, el conocimiento particular que hemos acumulado, ya sea sobre un determinado tema externo o sobre nosotros mismos; ese contenido incluye nuestros temores y apegos, el tormento y la angustia de la soledad, el dolor, la búsqueda de algo más que la mera existencia física; todo eso es el contenido de la conciencia de cada uno de nosotros. El contenido constituye la conciencia; sin el contenido no existe la conciencia tal como la conocemos. Aquí no caben argumentos; es así. Ahora bien; ¿la conciencia de uno mismo —que es muy compleja, contradictoria, que está dotada de una vitalidad tan extraordinaria— es "de uno mismo"? ¿El pensamiento, es de uno mismo? ¿O sólo existe el pensar, que no es de Oriente ni de Occidente — el pensar, que es común a toda la humanidad, sea que pertenezca al rico o al pobre, al técnico con su capacidad extraordinaria o al monje que se aparta del mundo y se consagra a una idea?
Uno es el resto de la humanidad
Por dondequiera que uno vaya, ve sufrimiento, pena, ansiedad, aislamiento, locura, miedo, búsqueda afanosa de seguridad; ve que la gente está atrapada en el conocimiento y el impulso del deseo. Todo ello pertenece al suelo en que está parado el ser humano. La conciencia de uno, es la conciencia del resto de la humanidad. Esto es lógico. Ustedes pueden disentir; pueden decir, "mi conciencia está separada de las demás y tiene que estar separada". Pero, ¿es así? Si uno comprende la naturaleza de esto, entonces ve que uno es el resto de la humanidad. Puede tener un nombre diferente, puede vivir en una determinada parte del mundo y ser educado de un modo particular, puede ser opulento o pobre, pero cuando uno mira detrás de la máscara, profundamente, ve que uno es como el resto de la humanidad — está afligido, desesperado, solo, lleno de sufrimiento neurótico, cree en alguna ilusión, etc., etc. Esto es así, tanto en Oriente como en Occidente. A uno puede no gustarle eso; quizá prefiera pensar que es por completo independiente, un individuo libre; pero cuando observa muy profundamente, ve que uno es el resto de la humanidad.
Esto puede aceptarse como una idea, una abstracción, o como un concepto maravilloso; pero la idea no es la realidad. Una abstracción no es lo que realmente está ocurriendo. Pero hacemos una abstracción de "lo que es", lo convertimos en una idea, y después perseguimos la idea que es realmente no-factual. Por lo tanto, si el contenido de mi conciencia y el de la conciencia de cada uno de ustedes, es en sí mismo contradictorio, confuso —una parte luchando contra otra, un hecho contra un no-hecho, el deseo de ser feliz siendo desdichado, el deseo de vivir sin violencia siendo, no obstante, violento— entonces nuestra conciencia es el desorden en sí misma. Ésa es la raíz de la disensión. Hasta que comprendamos eso e investigándolo bien a fondo descubramos el orden total, siempre tendremos desorden en el mundo. De ahí que a una persona seria no se la disuade fácilmente de buscar con afán la comprensión, de dedicarse a inquirir profundamente en sí misma, en su conciencia; no se la persuade fácilmente con la diversión y el entretenimiento —que quizá sea necesario a veces—; esa persona prosigue firmemente, todos los días, penetrando en la naturaleza del hombre, o sea, en su propia naturaleza, observando lo que realmente ocurre dentro de ella misma. La acción tiene lugar a partir de esa observación. No se trata de decir: "¿Qué debo hacer como un ser humano separado?"; esa acción surge de la total observación holística de la vida.
Comprender la propia conciencia
La observación holística es una percepción sana, cuerda, racional, lógica y total — total (whole) implica sagrada (holy) (1) . ¿Es posible para un ser humano como cualquiera de nosotros, que es un lego, que no es un especialista, es posible para él mirar la contradictoria y confusa conciencia, mirarla como una totalidad? ¿O debe mirar cada parte de ella separadamente? Uno quiere comprenderse a sí mismo, comprender la propia conciencia. Sabe desde el comienzo mismo que es muy contradictoria — quiere una cosa y no quiere la otra; dice una cosa y hace otra. Y uno sabe que las creencias separan al hombre. Uno cree en Jesús, en Krishna o en alguna cosa, o cree en la propia experiencia a la que se aferra, incluyendo el conocimiento que uno ha acumulado durante los cuarenta o sesenta años de su vida, el cual se ha vuelto extraordinariamente importante. Uno se aferra a eso. Reconoce que la creencia destruye y divide a la gente y, sin embargo, no puede renunciar a ella porque la creencia tiene una extraña vitalidad. Nos proporciona cierta sensación de seguridad. Uno cree en Dios, y en eso hay una fuerza extraordinaria. Pero Dios es una invención del hombre; es la proyección de nuestro propio pensamiento, el opuesto de nuestras propias exigencias internas, de nuestra propia desesperación.
¿Por qué ha de tener uno creencias en absoluto? Una mente que se halla mutilada por la creencia, es una mente enferma. Es necesario liberarse de eso. ¿Puede uno, entonces, ahondar profundamente en su propia conciencia — sin ser persuadido ni guiado por psicólogos, psiquiatras, etcétera? ¿Pueden ustedes inquirir profundamente en sí mismos y descubrir, de manera tal que no dependan de nadie incluyendo a quien les habla? Al inquirir de ese modo, ¿cómo hemos de reconocer las intrincaciones, las contradicciones, el movimiento total de la conciencia? ¿Hemos de reconocerlo poco a poco? Tomen, por ejemplo, la herida psicológica que cada ser humano experimenta desde la infancia. Uno es lastimado psicológicamente por sus padres; después ocurre lo mismo en la escuela, en la universidad, a causa de la comparación, de la competencia, de que se nos diga que uno tiene que ser superior a otros en tal o cual materia, y así sucesivamente. Durante toda la vida existe este constante proceso de ser lastimados. Sabemos esto, y sabemos que todos los seres humanos se hallan profundamente heridos, aunque puedan no ser conscientes de ello y de que, a causa de estas heridas psicológicas, surgen todas las formas de acción neurótica. Todo eso forma parte de la conciencia de cada uno de nosotros; está la parte oculta y la parte que se revela cuando nos damos cuenta de que estamos lastimados.
Ahora bien; ¿es posible no quedar lastimados en absoluto? Porque como consecuencia de esas heridas psicológicas, construimos un muro alrededor de nosotros mismos y nos apartamos de nuestra relación con los demás a fin de que no se nos vuelva a lastimar. Y en eso hay temor y un paulatino aislamiento. Nos preguntamos, pues: ¿Es posible no sólo estar libres de las heridas pasadas, sino que jamás pueda herírsenos nuevamente? — pero no mediante la insensibilidad, la indiferencia o el completo descuido de nuestras relaciones. Uno debe investigar por qué se siente lastimado, y qué es sentirse lastimado. Estas heridas psicológicas forman parte de la conciencia de cada uno de nosotros, y de ellas emanan diversas acciones neuróticas y contradictorias. Uno está examinando la herida psicológica del mismo modo que examina la creencia. No es algo que está fuera de nosotros, sino que forma parte de nosotros mismos. Entonces, ¿qué es lo que se siente lastimado? Y, ¿es posible no ser lastimados jamás? ¿Es posible que uno sea un ser humano libre, totalmente libre, al que jamás nada pueda herirlo psicológicamente, internamente?
Las mil caras del "yo"
¿Qué es lo que se siente lastimado? Uno dice: "Soy yo el que está lastimado". ¿Qué es ese "yo"? Desde la infancia uno ha construido una imagen de sí mismo. Uno tiene muchas, muchas imágenes; no sólo las imágenes que la gente le da a uno, sino las que uno mismo ha fabricado; como americano —ésa es una imagen— o como hindú, o como especialista... Por lo tanto, el "yo" es la imagen que uno ha fabricado de sí mismo como una gran persona o como una persona muy buena, y esta imagen es la que queda lastimada. Uno puede tener de sí mismo la imagen de un gran orador, un escritor, un ser espiritual, un líder. Estas imágenes son la esencia del "sí mismo"; cuando uno dice que se siente lastimado, quiere decir que las imágenes están lastimadas. Si uno tiene una imagen de sí mismo, y viene otro y le dice: " ¡No sea necio!", uno queda lastimado. La imagen propia que uno ha fabricado de no ser un necio, es el "yo", y esa imagen queda lastimada. Uno carga con esa imagen y con esa herida psicológica por el resto de su vida — siempre cuidadoso de que no se le lastime, rechazando cualquier insinuación sobre esta necedad en uno.
Las consecuencias de sentirnos lastimados son muy complejas. A causa de esa herida psicológica, uno puede querer realizarse y llegar a ser esto o aquello para escapar de esa terrible herida; de modo que eso ha de comprenderse. ¿Es, entonces, posible no tener en absoluto imagen alguna de uno mismo? ¿Por qué tiene uno imágenes de sí mismo? Otro puede tener una muy buena apariencia, puede ser brillante, inteligente, perspicaz, y uno desea ser como él; y si no lo es, se siente lastimado. La comparación puede ser uno de los factores que contribuyen a que quedemos psicológicamente lastimados. Entonces, ¿por qué comparamos?
La verdadera libertad
¿Puede uno vivir la vida en el mundo moderno, sin una sola imagen? Quien les habla puede decir que eso es posible. Pero se requiere mucha energía para descubrir si es posible no quedar lastimado jamás y, además de eso, si es posible vivir una vida en la que no haya ni una sola creencia; porque son las creencias las que dividen a los seres humanos y hacen que estos se destruyan unos a otros. ¿Puede uno, pues, vivir sin una sola creencia y no tener jamás una imagen de sí mismo? Ésa es la verdadera libertad.
Ojai, 1 de mayo de 1982
La Llama de la Atención
Notas:
Este juego etimológico sólo se da en inglés. holistic - whole holy.

Libro (EL SECRETO de los SECRETOS Charlas sobre el Secreto de la Flor Dorada (Primer Capitulo Segunda Parte )

Libro (EL SECRETO de los SECRETOS Charlas sobre el

Secreto de la Flor Dorada (Primer Capitulo Segunda Parte )



Nadie puede llegar con una verdad a medias. Y la persona que recorra tan solo la mitad del camino no pertenecerá ni a este mundo ni al otro. Estará en un limbo, y esa es una situación muy extraña: pierdes lo viejo y no ganas lo nuevo; te vuelves un caos. El orden antiguo se ha ido y el nuevo no ha sucedido. Te vuelves una nube, te vuelves confusión. En vez de volverte más claro, en vez de estar más vivo, en vez de llenarte más de luz, tu vida se convierte en un conflicto entre dos polaridades. Estás dividido, empiezas a estar hecho pedazos. La mitad de ti pertenece a la tierra y la otra mitad pertenece al cielo. No estás en ninguna parte. No eres nadie. Esto puede crear locura. De modo que, durante siglos, El secreto de la Flor Dorada solo se transmitió oralmente. En segundo lugar, con la tradición oral el libro permanece siempre vivo. Así es como se convirtió en una síntesis. Básicamente, nació en el ambiente taoísta de China. Pero luego Bodhidharma llegó a China... Un nuevo maestro con un mensaje nuevo desde India, el mensaje de Buda. Y las personas que seguían El secreto de la Flor Dorada eran personas muy abiertas; no formaban parte de ninguna iglesia establecida. Vieron inmediatamente que Bodhidharma también lo había alcanzado; era muy palpable, muy obvio. Permitieron que las enseñanzas de Bodhidharma formaran parte de su enseñanza. Y lo mismo sucedió con los maestros zoroastristas, con los cristianos nestorianos: una y otra vez, algo llegaba a China, y si merecía la pena, era incorporado. Y la enseñanza oral permanece viva, creciendo, como un río. Llegan nuevas corrientes de agua y se vuelven parte de ella. Una vez que una enseñanza está escrita, ya no puede incorporar nada. Entonces se vuelve rígida, pierde fluidez; se vuelve muerta, es un cadáver. Ahora El secreto de la Flor Dorada no está creciendo; no ha crecido durante siglos. Desde que fue escrito, no ha crecido. ¿Por qué he elegido hablar de él? Para que aún pueda crecer. Es un mensaje tan hermoso para el mundo, que no debería morir. Me gustaría revivirlo. Y ahora puedo hablar a personas que son discípulos, que han venido a mí y que están dispuestas a morir para renacer, que están dispuestas a morir para florecer. La semilla tiene que morir, solo entonces puede crecer; la semilla tiene que desaparecer, solo entonces puede suceder el árbol. Os hablaré de este pequeño pero inmensamente valioso libro para que el libro pueda volver a estar vivo. Puede volver a estar vivo entre tú y yo. Puede empezar a fluir de nuevo. Y tiene algo de inmensa importancia. Si lo comprendes y lo practicas, te beneficiarás. Pero lo primero que hay que comprender es: recuerda que has sido hipnotizado y que tienes que pasar por un proceso de des-hipnotización. Recuerda que has sido condicionado y que tienes que ser des-condicionado. Recuerda que la muerte se está acercando. No pienses que no va a suceder hoy; puede suceder en cualquier momento. De hecho, todo lo que sucede siempre sucede ahora. La semilla muere ahora, el capullo se convierte en flor ahora, el pájaro empieza a cantar su llamada ahora. Todo lo que sucede en algún momento sucede solo en el espacio que provee el ahora, este momento. Nunca sucede nada en el pasado y nunca sucede nada en el futuro. Todo lo que sucede siempre sucede en el presente; ésa es la única manera en que suceden las cosas, porque el presente es el único tiempo que existe. El pasado es tan solo tu recuerdo y el futuro es tan solo tu imaginación. Pero has sido hipnotizado para vivir en el pasado y has sido hipnotizado para vivir en el futuro. Elige: o pasado o futuro. Pero ninguna sociedad te permite vivir en el presente. Los cristianos, los hindúes y los mahometanos... te condicionan para que vivas en el pasado. Su edad de oro fue en el pasado. Los comunistas, los socialistas, los fascistas... te condicionan para que vivas en el futuro; su edad de oro es en el futuro. La utopía está llegando: cuando llegue la revolución, entonces podrás vivir de verdad, entonces será una edad de oro. Has tomado el pasado, que es falso, o el futuro, que también es falso. Ninguna sociedad te dice que vivas en el presente, en el aquí-ahora. Ser un sannyasin, ser alguien que busca de verdad, significa vivir aquí- ahora..., y no existe otra vida. Pero para eso tendrás que des-automatizarte, tendrás que volverte un hombre y no una máquina. Tendrás que volverte un poco más consciente. No eres consciente. Una vez, estaba sentado junto a un hombre moribundo; era un profesor en la misma universidad en la que yo era profesor. Estaba en la cima de su carrera y entonces tuvo un ataque al corazón..., que siempre llega cuando estás en la cima. El éxito siempre viene seguido de un ataque al corazón. ¿Qué más puede venir después? Así que tuvo un ataque al corazón y se estaba muriendo. Fui a verlo. Estaba muy triste —¿quién quiere morirse?— y sentía mucha desesperación y angustia. Le dije: «No necesitas preocuparte. No vas a morir.» Él dijo: «¿Qué estás diciendo? Pero los médicos... Todos los médicos dicen que no tengo ninguna posibilidad de sobrevivir. ¿Por qué dices que no voy a morir?» Le dije: «En primer lugar, no puedes morir porque nunca has vivido. No has cumplido el primer requisito para morir. Durante estos cincuenta y cinco años has estado como un sonámbulo; has estado soñando; no has vivido. Te he observado durante años.» Se quedó pasmado. Se enfadó; se enfadó tanto que por un momento se olvidó completamente de la muerte. Tenía los ojos inflamados de rabia y dijo: «¿Es ésta la manera de tratar a un moribundo? ¿No puedes ser un poco amable? ¿Por qué eres tan duro conmigo? Me estoy muriendo y tú me vienes con semejante filosofía: "Nunca has vivido". ¿Es éste el momento de decir tales cosas?» Le escuché en silencio. Me quedé completamente en silencio. Entonces la ira desapareció y empezó a llorar, y sus ojos se cubrieron de grandes lágrimas. Me tomó la mano con mucho amor y luego dijo: «Quizá tengas razón. Nunca he vivido. Puede que no estés siendo grosero, sino simplemente sincero. Y sé que nadie más me diría esto.» Y entonces, una gran gratitud; y por un momento se volvió tan consciente que se podía ver la luz en su rostro... Estaba allí; era todo aura. Y me dio las gracias. Esa noche murió. Permanecí con él hasta el último momento. Y dijo: «Si no hubieras estado aquí, me habría perdido también mi muerte, igual que me he perdido mi vida. Pero estoy muriendo conscientemente. Al menos estoy contento con una cosa: no estoy muriéndome inconscientemente.» Y su muerte fue hermosa. Murió sin ningún pesar, murió de una manera relajada. Su corazón casi le dio la bienvenida a la muerte. Murió lleno de gratitud. Murió piadosamente. Su próxima vida tendrá una cualidad diferente. Si la muerte es tan hermosa, te trae una nueva vida. Pero hay que vivir cada momento, ya sea de vida, de amor, de ira, de muerte. Sea lo que sea, hay que vivir cada momento tan conscientemente como sea posible. Un campesino, llevado por su imaginación, se encontró en un huerto robando pepinos. «Me llevaré este saco de pepinos», pensó, «y con el dinero que obtenga por ellos me compraré una gallina. La gallina pondrá huevos, se sentará sobre ellos y empollará una nidada de polluelos, y alimentaré a los polluelos hasta que crezcan; luego los venderé y me compraré un lechón. Alimentaré al lechón hasta que se convierta en una gran cerda, la preñaré y tendrá una camada de cerdos, y los venderé. Con el dinero que consiga por los cerdos me compraré una casa con jardín; plantaré pepinos en el jardín y no dejaré que nadie me los robe; los vigilaré. Contrataré a un vigilante fuerte, y de vez en cuando saldré al jardín y gritaré: "¡Eh, tú! ¡Pon cuidado!"». El campesino estaba tan embelesado por este pensamiento que gritó con todas sus fuerzas. El vigilante le oyó y vino corriendo. Pilló al campesino y le dio una buena paliza. Pero así es como vive el hombre: en sueños, en su imaginación, en proyecciones. Así es como vives tú, y ésa no es la manera de vivir esta vida tan hermosa, tan tremendamente valiosa; eso es un desperdicio total. Tienes que estar más atento al momento, al presente. Tienes que unificar tu consciencia. La consciencia es tu tesoro, y todos los métodos que se han inventado, que se han concebido a lo largo de los siglos, no son más que formas de crear más consciencia en ti, de crear más fuego en ti, de hacer que tu vida sea apasionada, como una llama. La gente vive vidas insulsas. La gente vive distraídamente. La gente vive sin prestar atención. ¿Cómo puedes vivir con tanta falta de atención a tu alrededor? La falta de atención es oscuridad; la atención es luz. Y este tratado te enseñará a crear más luz en ti, para que un día... la flor dorada... Dos psiquiatras se encontraron en la calle. «Tú estás bien», dijo uno. «¿Qué tal estoy yo?» Las personas se preguntan unas a otras. Nadie sabe cómo está, todos miran a los ojos de los demás, recogiendo información sobre sí mismos de los demás. Por eso se ha vuelto tan importante la opinión de los demás. Si alguien dice que eres tonto, te enfadas. ¿Por qué? O te pones triste. ¿Por qué? Te abrumas. Pensabas que eras sabio porque otros te habían dicho que eras sabio. Dependías de la opinión de los demás. Ahora otra persona dice que eres tonto. Puede quebrantar tu sabiduría con facilidad, con mucha facilidad. Ha tirado una piedra y tú habías hecho un castillo con naipes. Ahora se ha colapsado. Por eso te enfadas tanto, te da tanta rabia, te pones tan violento y te quedas tan preocupado, tan ansioso. Estás siempre al acecho de lo que piensan los demás, porque solo sabes lo que los demás piensan de ti; no sabes nada sobre ti mismo. Pero ¿qué tipo de situación es ésta? Si yo no puedo saber nada acerca de mí mismo, ¿quién más puede saber algo sobre mí? Nadie puede percibirme desde fuera; no estoy accesible de esa manera. Desde fuera solo se puede percibir mi cuerpo. Desde dentro puedo conocer mi consciencia. Incluso cuando estás ante un espejo, solo ves tu cuerpo; no ves tu consciencia en el espejo. Ni siquiera tú puedes verla en el espejo..., tu propia consciencia. Tienes que verla directamente. Nunca se refleja, nunca se reflecta en nada; es invisible. Tienes que cerrar los ojos y serla. Y ésa es la única manera de conocerla. Pero la gente vive tan inconscientemente... Viven simplemente por la opinión de los demás. Lo que dicen los demás se convierte en su alma. Los demás pueden quitársela en cualquier momento. La gente sigue siendo mendiga. ¿Has sabido algo acerca de ti mismo directamente? ¿Te has encontrado alguna vez contigo mismo directamente, sin meter en ello la opinión de los demás? Si no lo has hecho, aún no has vivido. La vida comienza solo al encontrarte a ti mismo, al verte a ti mismo directamente, inmediatamente. La vida existe solo cuando eres capaz de verte tal como eres, no como los demás piensan sobre ti. ¿Qué pueden pensar sobre ti? ¿Qué pueden decir sobre ti? Pueden ver tu conducta, no pueden verte a ti. Si quieres verte a ti mismo, solo tú puedes hacerlo, nadie más. No pueden hacerlo los sirvientes, no puedes delegarlo a nadie más. Tampoco pueden hacerlo los expertos. Pero estamos muy interesados en las opiniones de los demás porque estamos absolutamente ausentes; no hay nadie despierto en nuestro interior. Profundamente dormidos, estamos roncando en nuestro interior. El profesor distraído fue a que le cortaran el pelo. Se sentó en la silla del peluquero, pero no se quitó el sombrero. «Me temo que tendrá que quitarse el sombrero», dijo el peluquero. «¡Oh, lo siento!», dijo el profesor. «No sabía que había señoras presentes.» Observa tu propio despiste. Observarlo creará atención en ti. Observa lo que está sucediendo en tu interior: pensamientos que pasan, recuerdos que surgen, una nube de ira, una noche oscura de tristeza o una hermosa mañana de alegría. Observa todo lo que pasa en tu interior, vuélvete cada vez más atento. Poco a poco, te volverás una atención integrada. Y el método que se enseña en El secreto de la Flor Dorada es cómo integrarte en tu luz interna. Ésta es la historia de este libro antes de que entremos en los sutras. El libro viene de un círculo esotérico de China. Se dice que el fundador de este círculo esotérico fue el conocido experto taoísta Lu Yen. ¿Dónde obtuvo Lu Yen esta enseñanza secreta? Él la atribuye al Maestro Kuan Yiu-hsi, para quien, según la tradición, Lao Tse escribió su Tao Te Ching. Lao Tse nunca escribió una sola palabra en toda su vida. Se negó una y otra vez a escribir algo. Comunicó a sus discípulos lo que había llegado a saber, pero no estaba dispuesto a escribir porque decía: «El Tao que puede ser dicho no es el verdadero Tao.» El Tao que puede ser expresado ya está falsificado. Solo puede aprenderse en contacto íntimo con el maestro. No hay otra manera de comunicarlo. Solo puede aprenderse en una comunión profunda en la que confluyen el discípulo y el maestro, en la que el discípulo no se reserva nada, en la que el discípulo y el maestro se superponen, en la que sus conciencias se funden. El Tao solo puede comunicarse en semejante encuentro, en semejante comunión. De manera que se negó una y otra vez. Tuvo una vida muy larga. Pero cuando iba a morir, se fue de China montado en un búfalo de agua. ¿Por qué un búfalo de agua? Toda su enseñanza había sido la enseñanza del camino de la corriente de agua. Decía: hay que ser como el agua...: fluida, líquida, fresca; siempre yendo hacia el océano..., y deberías ser como el agua: suave, femenina, receptiva, amorosa, no-violenta. No deberías ser como una roca. La roca parece muy fuerte, pero no lo es; y el agua parece muy débil, pero no lo es. No te dejes engañar nunca por las apariencias. Al final el agua vence a la roca, la roca se destruye, se convierte en arena y va al mar. Al final la roca desaparece... contra la suave agua. La roca es masculina; es la mente masculina, es la mente agresiva. El agua es femenina, suave, amorosa; no es agresiva en absoluto. Pero lo no agresivo vence. El agua siempre está dispuesta a rendirse, pero con esa rendición conquista... Ése el método de la mujer. La mujer siempre se rinde y conquista con ello. Y el hombre quiere conquistar y el resultado final no es más que una rendición. Por eso, Lao Tse eligió un búfalo de agua cuando abandonó el país. ¿Adonde iba? Iba a los Himalayas para morir en esa belleza eterna.
Un hombre verdadero sabe vivir y sabe morir. Un hombre verdadero vive con totalidad, muere con totalidad. Un hombre verdadero vive con bendición y muere con bendición. Iba a la soledad absoluta de los Himalayas, pero le pillaron en la frontera. Y el hombre que dio con él en la frontera era el Maestro Kuan Yiu-hsi. Era guarda en el último puesto de la frontera china. Lao Tse tenía que pasar por ese puesto; no había otra manera de salir del país. Y Kuan Yiu-hsi le persuadió: «Te vas a morir, estás abandonando el país para siempre, y pronto dejarás el cuerpo. Por favor, escribe unas pocas palabras. No te permitiré salir del país si no las escribes. Tienes que pagar este precio.» Y Lao Tse tuvo que sentarse en la cabaña de Kuan Yiu-hsi durante tres días, y allí escribió el Tao Te Ching. Se dice que la tradición de El secreto de la Flor Dorada se originó con Lu Yen. El propio Lu Yen la atribuye al Maestro Kuan Yiu-hsi, para el que, según la tradición, Lao Tse escribió su Tao Te Ching. Kuan significa «el paso fronterizo Hanku»; por eso se le llama Maestro Kuan, es decir, «maestro del paso Hanku». Y debió de ser un gran conocedor, de lo contrario le habría resultado imposible convencer a Lao Tse para que escribiera; se había negado toda su vida. No pudo rehusar la invitación de este hombre. Este hombre debía de tener algo a lo que ni siquiera Lao Tse pudo decir que no. Así es como la tradición de La Flor Dorada se conecta con Lao Tse. Pero no comenzó con Lao Tse. El propio Lao Tse dice que todo lo que él dice ya ha sido dicho antes, una y otra vez, a lo largo de los siglos. No está trayendo una nueva verdad al mundo, sino solo una nueva expresión. Siempre es así: la verdad es la misma, solo las expresiones son diferentes. Lo que dijo Lao Tse es lo mismo que había dicho Krishna antes que él. Lo que dijo Krishna es lo mismo que dijo Buda después. Lo que dijo Buda es lo mismo que han dicho Mahoma, Jesús, Zaratustra, aunque sus expresiones son tan diferentes que necesitarás una gran inteligencia para llegar hasta el núcleo mismo. La estructura es diferente, el lenguaje es diferente, sus maneras de decirlo son diferentes; es natural, porque son personas diferentes, individuos diferentes, con su propia unicidad. Pero la verdad no es nueva ni vieja, y donde está la verdad, es eterna. El libro El secreto de la Flor Dorada es una de las fuentes eternas en las que uno puede volver a estar vivo, uno puede volver a encontrar la puerta a lo divino. Los sutras: El Maestro Lu-Tsu dijo: A lo que existe por si mismo se le llama el Camino, Tao. La palabra Tao significa esencialmente «el Camino». No se puede decir nada sobre la meta. La meta permanece esquiva, inexpresable, inefable. Pero se puede decir algo acerca del Camino. Por eso, los taoístas nunca han usado las palabras «Dios», «verdad», «nirvana»; no, simplemente usan la palabra «Camino». Buda dice: «Buda sólo puede mostrarte el Camino. Si sigues el sendero, llegarás a la verdad.» La verdad tendrá que ser tu propia experiencia. Nadie puede definir la verdad, pero se puede definir el Camino, se puede clarificar el Camino. El maestro no puede darte la verdad, pero el maestro puede darte el Camino. Y una vez que tienes el Camino, lo único que hay que hacer es andarlo. Eso tiene que hacerlo el discípulo. Yo no puedo andar por ti y no puedo comer por ti. No puedo vivir por ti y no puedo morir por ti. Estas cosas tiene que hacerlas uno mismo. Pero te puedo mostrar el Camino, he andado el Camino.
Publicación de Celia Ruiz.
Universo Espiritual Comunidad.
http://universo-espiritual.ning.com/

Soy luz y sombra

Soy luz y sombra


cuerpo y alma
espíritu
materia y energía
vida y muerte
Nada existe que no sea Yo
Yo soy el grano de polen
la hierba que al viento se mece
soy la brisa
el ave que pasa
el firmamento y los espacios
el pez y los mares
la nube y el sol
el rayo y el trueno
la montaña y la flor
Yo muevo los enjambres de estrellas
Yo trazo el camino de la hormiga
Soy huracán y lluvia fresca
florecer y marchitar
placer y dolor

Yo soy la Ley Primera
y las leyes que de Ella derivan
Yo conozco todos los pensamientos
todos los sentimientos
todas las acciones
y detrás de todo
Yo estoy
Yo soy
Yo te he creado a ti
que recibes mi palabra
en este momento
Yo diseñé tu rostro
desde más allá del tiempo
Yo imaginé las circunstancias de tu vida
jamás algo fue casual en ella
nada lo es ni lo será
todo tiene un propósito perfecto
mi Mano participa en toda situación
Cada encuentro está por Mí designado
cada suceso
cada momento
de dicha o dolor
cada triunfo
cada fracaso
en todo participo Yo
Yo voy creando el argumento
de la gran Obra Universal
Yo inspiro el rol de los actores
Yo decoro e ilumino
soy escenario y color
y soy actor
Yo soy el Gran Protagonista
y el Gran Espectador
Porque sólo Yo soy Totalidad
sólo Yo no soy minúscula fracción
sólo Yo existo de verdad
A todos la vida he brindado
en todos estoy
en cada uno soy
a cada cual sirvo
Y todos conmigo han de unirse al fin
aun aquellos que de Mí dudan
incluso quienes todavía
no me aman.
Enrique Barrios.

Eterno Peregrino

Eterno Peregrino


Aquel que se encuentre con este Peregrino no queda indiferente. Su mirada te compenetra, y su lenguaje silencioso te hace vibrar el corazón, como un terremoto, como el corazón mismo de la tierra. Ya no hay vuelta atrás, es imposible. Porque cuando te lo encuentres, cara a cara, habrás dejado atrás todo lo conocido, vivido y experimentado. Todo tu pasado se habrá diluído. Tu presente es con él, y el futuro no está, pues tu eres el futuro, el presente, el hoy, el momento. Porque el Peregrino...es EL, eres tu, es Todo...es nuestro SER. 
SOL Y LUNA
http://elsilenciodelmaestro.blogspot.com.es/
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