sábado, 2 de mayo de 2015

¿PODÉS VER LOS MILAGROS DE LA CREACIÓN? por Anthony de Mello




El discípulo se quejaba constantemente a su Maestro Zen: «No haces más que ocultarme el secreto último del Zen». Y se resistía a creer las consiguientes negativas del Maestro. Un día, el Maestro se lo llevó a pasear con él por el monte. Mientras paseaban, oyeron cantar a un pájaro.«¿Has oído el canto de ese pájaro?», le preguntó el Maestro.«Sí», respondió el discípulo.«Bien; ahora ya sabes que no te he estado ocultando nada».«Sí», asintió. el discípulo.
Los hindúes han creado una encantadora imagen para describir la relación entre Dios y su Creación. Dios «danza» su Creación. El es su bailarín; su Creación es la danza. La danza es diferente del bailarín; y, sin embargo, no tiene existencia posible con independencia de El. No es algo que se pueda encerrar en una caja y llevárselo a casa. En el momento en que el bailarín se detiene, la danza deja de existir. En su búsqueda de Dios, el hombre piensa demasiado, reflexiona demasiado, habla demasiado. Incluso cuando contempla esta danza que llamamos Creación, está todo el tiempo pensando,
hablando (consigo mismo o con los demás), reflexionando, analizando, filosofando. Palabras, palabras, palabras… Ruido, ruido, ruido…
Guarda silencio y mira la danza. Sencillamente, mira: una estrella, una flor, una hoja marchita, un pájaro, una piedra… Cualquier fragmento de la danza sirve. Mira. Escucha. Huele. Toca. Saborea. Y seguramente no tardarás en verle a él, al Bailarín en persona. Si realmente has oído cantar a un pájaro, si realmente has visto un árbol…, deberías saber (más allá de las palabras y los conceptos). ¿Qué dices? ¿Que has oído cantar a docenas de pájaros y has visto centenares de árboles? Ya. Pero lo que has visto ¿era el árbol o su descripción? Cuando miras un árbol y ves un árbol, no has visto realmente el árbol. Cuando miras un árbol y ves un milagro, entonces, por fin, has visto un árbol.
¿Alguna vez tu corazón se ha llenado de muda admiración cuando has oído el canto de un pájaro?
De Anthony de Mello – Escritos esenciales

LAS TRAMPAS DEL EGO - Mooji




“Si crees que es más “espiritual” andar en bicicleta o utilizar el transporte público para moverse, eso está bien, pero si juzgas a alguien que conduce un auto, entonces estás en una trampa del ego.
Si crees que es más ‘espiritual’ no ver la televisión porque crea problemas en tu cerebro, eso está bien, pero si juzgas a quienes todavía la ven, entonces estás en una trampa del ego.
Si crees que es más “espiritual” evitar chismes o los medios de comunicación, pero juzgas a aquellos que leen estas cosas, entonces estás en una trampa del ego.
Si crees que es más ‘espiritual’ hacer Yoga, convertirse en vegetariano, comprar solo alimentos orgánicos, comprar cristales, reiki, meditación, usar ropa “hippies”, visitar templos y leer libros sobre iluminación espiritual, pero enjuicias a quien no hace esto, entonces tu estás atrapado en una trampa del ego.
Estar siempre consciente para sentirte superior. La idea de que tú eres superior es la indicación más grande que te encuentras en una trampa de tus egos.
El ego quiere venir a través de la puerta de atrás. Tendrás una idea noble, cómo empezar el yoga y luego se tuerce para servir a su objetivo de sentirte superior a los demás.
Empezarás a menospreciar a aquellos que no están siguiendo tu “camino espiritual”.
Superioridad, juicio y sentencia. Estas son las trampas del ego.
(Mooji)

PEQUEÑOS PORTALES DE ALEGRÍA



La Verdad no es algo que 'un día' se encuentra. 
Sólo hay 'un día'. Hoy.
La Verdad te encuentra, casi siempre cuando dejas de buscar, 
casi siempre cuando tus defensas están bajas.
Ponle atención a tu miedo hoy. 
Respira en él, honra su presencia. 
Es ancestral y digno de todo tu respeto. 
Ha viajado millones de años para ser acogido ahora.
Y podrías descubrir 
que el miedo no es un obstáculo para la alegría, sino un portal hacia ella. 
Que el dolor no es un obstáculo para la rendición, sino el primer paso. 
Que la duda no es un obstáculo para la claridad, sino una forma de recordar.
No luches por la verdad. 
Permite que emerja, 
permite que crezca 
en el inmenso campo del Ahora.
- Jeff Foster

LA VALLA!




LAS PALABRAS SAID Y LA PACIENCIA
.
Se dice que había un niño con una muy difícil lidiar con los estribos. Su padre le dio una bolsa con 37 clavos y le dijo:
Cada Tiempo pierdes la paciencia predicar un clavo en la valla de los fondos de la casa!
El primer día el muchacho clavó 37 clavos, que estaban dentro de la bolsa, en la valla. Así fue gradualmente decreciente, y se encontró que era más fácil controlar su temperamento que golpear clavos en la valla. Finalmente llegó el día cuando el niño no perdió los estribos. Le dijo a la consecución de su padre, quien le sugirió que le sacara un clavo por cada día que podía controlar su temperamento.
Los días pasaron y el niño finalmente puede decir a su padre el gran logro ... de que no había más clavos en la valla.
El padre llevó a su hijo de la mano, lo llevó a la valla y le dijo:
__ Mi hijo! Lo has hecho bien, pero ver los agujeros en la valla. La valla nunca será la misma. Cuando dices cosas con ira a los demás, ellos, las palabras dejan cicatrices como los agujeros en la valla. Incluso si usted se pega un cuchillo en un hombre y sacarla, se cortará. No importa cuántas veces usted dice; Lo siento, la herida sigue ahí. Una herida verbal es tan malo como física.
Los amigos son como joyas raras, difíciles de encontrar, que nos hacen sonreír y cuando nos critican, es una manera de animarnos y avanzar en nuestra vida. Nos dan oídos, y están dispuestos a consolar a abrir nuestros corazones a nosotros.
Recuerde: No hable todo lo que usted piensa, pero hay que pensar en todas las conversaciones. "Hay que decir lo que sentimos y hacemos lo que decimos".
~ El jardinero de la Esperanza ~

LOS MIÉRCOLES, UN MILAGRO




Aquella tarde a Gabriela -uno de los pequeños personajes de una novela de Gerard Bessiere- le preguntó su amigo Jacinto:
- ¿Qué has hecho hoy en la escuela?
- He hecho un milagro, respondió la niña.
- ¿Un milagro? ¿Cómo?
- Fue en el catecismo.
- ¿Y cómo hiciste el milagro?
- Tenemos como profesora a una señorita que está muy enferma. No puede hacer nada ella sola, sólo hablar y reír.
- ¿Y qué pasó?
- La señorita hablaba de los milagros de Jesús. Y los niños dijeron: No es verdad que haya milagros. Porque si los hubiera, Dios te hubiera curado a ti.
- Y ella, ¿qué dijo?
- Dijo: Sí, Dios hace también milagros para mi. Y los niños dijeron: ¿Qué milagro ha hecho?
- ¿Y entonces?
- Entonces ella dijo: Mi milagro sois vosotros. 
- ¿Por qué?, le preguntamos. 
- Y ella dijo: Porque me lleváis los miércoles a pasear, empujando mi carrito de ruedas. 
¿Lo ves? Hacemos milagros todos los miércoles por la tarde. La señorita dijo también que habría muchos más milagros si la gente quisiera hacerlos.
- ¿Te gusta a ti hacer milagros?
Si. Tengo ganas de hacer un montón. Primero pequeños. Cuando sea mayor voy a hacer milagros grandes.
- ¿Todos los miércoles?
- Quiero hacerlos todos los días, toda la vida.
- ¿No te parece que la vida es también un milagro?
- No -dijo Graciela-. La vida es para hacer milagros. 
Gabriela tiene razón, la vida es para hacer milagros, los miércoles, y los jueves, y los domingos. La vida no es para sentarse esperando que Dios haga milagros espectaculares, no es para limitarse a confiar en que Él resuelva nuestros problemas, sino para empezar a hacer ese milagro pequeñito que Él puso ya en, nuestras manos, el milagro de querernos y ayudarnos. 
¿Es que será más milagroso devolverle la vista a un ciego que la felicidad a un amargado? ¿Más prodigioso multiplicar los panes que repartirlos bien? ¿Más asombroso cambiar el agua en vino que el egoísmo en fraternidad? 
Si los hombres dedicásemos a construir milagros pequeñitos la mitad del tiempo que invertimos en soñarlos espectaculares, seguramente el mundo marcharía ya mucho mejor.
Y el milagro de amar pueden hacerlo todos, niños y grandes, pobres y ricos, sanos y enfermos. Fijaos bien, a un hombre pueden privarle de todo menos de una cosa: de su capacidad de amar. Un hombre puede sufrir un accidente y no poder volver ya nunca a andar. 
Pero no hay accidente alguno que nos impida amar. Un enfermo mantiene entera su capacidad de amar: puede amar el paralítico, el moribundo, el condenado a muerte. Amar es una capacidad inseparable del alma humana, algo que conserva siempre incluso el más miserable de los hombres.
Sólo en el infierno no se podrá amar. Porque el infierno es literalmente eso: no amar, no tener nada que compartir, no tener la posibilidad de sentarse junto a nadie para decirle ¡ánimo!
Pero mientras vivimos no hay cadena que maniate al corazón, salvo claro está la del propio egoísmo, que es como un anticipo del infierno. «Los verdaderos criminales -decía Follerau- son los que se pasan la vida diciendo yo y siempre yo.»
En cambio, allí donde se ama se ha empezado a construir ya el cielo a golpe de milagros. En definitiva, los milagros, para Jesús, eran ante todo «los signos del reino», ¿y qué mejor signo de un reino de amor total que empezar queriéndose aquí con amores pequeñitos como el de Gabriela y sus compañeras de escuela?
José Luis Martín Descalzo
El silencio del Maestro

DIÁLOGOS CON EL MAESTRO




Maestro... a pesar de que me has explicado muchas veces el mismo tema, no logro entender el misterio de Jesus Cristo y su redención... ¿Quieres contármelo de nuevo?
Jesús Cristo, hijo mío, no es un fenómeno aislado en el tiempo y en nuestro espacio. Cada dos mil años, más o menos, se repite su llegada y se propicia la redención.
Cristo, que es "La luz del mundo" (Sol), es el Logos del Padre (Sol Manásico) que se hace carne en cada Era en un ser venido del espacio. Hay tantos Cristos en el universo como estrellas. Este ser que encarna a Cristo asume las características de una de las doce puertas del Zodiaco; ayer Piscis, hoy Acuario...
Los directivos de estas constelaciones deben proveer a que se cumpla el misterio periódico del crecimiento del Macro Ser que es el Cosmos o Dios.
¿Por qué vienen del espacio?
Nada se da en lo bajo sin que esté autorizado por lo alto, de ahí que los 24 Ancianos responsables de la Galaxia, designen un representante idóneo, para que tomando cuerpo en el Sistema Solar, sea el Templo Crístico que realice la misión.
¿Quiere esto decir que cada Era Zodiacal propicia el nacimiento y llegada de un "Jesús Cristo"?
Ciertamente… La Jerarquía terrestre prepara la casa (planeta) y anuncia la llegada del enviado del Padre (Sol Manásico) siendo designado un nuevo Servidor de cada constelación, para que encarnado en la Tierra sea vehículo del Cristo o Sol. Su tarea es ayudada por doce gobernadores (los planetas).
Cada cerca de dos mil años nuestro planeta abre una puerta nueva al Cosmos recibiendo las influencias y los nuevos aires de un rincón del universo, propiciando así el crecimiento evolutivo.
¿Entonces en la Era Acuario, el verbo se hace carne de nuevo y habita entre nosotros?
Así fue, es y será hasta el final de los tiempos. Se realiza casi siempre una manipulación genética adecuada a determinadas razas o personas que reúnan características particulares para tal encarnación y los seres del espacio a través de este implante genético insertan los valores propicios de la Constelación o rincón del Cuerpo Macrocósmico que desea ser expresado en la materia y al hombre.
Todas las tradiciones recogen la inseminación sistemática de Vírgenes de las cuales nacieron los Arquetipos que luego dieron el cambio cultural y evolutivo de las distintas razas humanas.
¿Qué es entonces la redención?
Es un crecimiento evolutivo, el aumento del biorritmo planetario y de todo el Sistema Solar en general. Este hecho se hace comprensible al hombre por hechos, actos y modos humanos. Es como una obra teatral donde los actores se mueven con hilos enganchados a otras fuerzas más poderosas que están por encima de ellos.
Por ello, como muchas veces te he dicho, no es importante que Jesús muriera en la Cruz, cuando morían cientos de personas en el imperio Romano simultáneamente, sino que en el mismo instante de su muerte, el Sol, como está citado en el Evangelio y en crónicas astronómicas de la época, sufrió un apagón y una mutación. E1 Sol que después nos alumbró no tenia el mismo ritmo psíquico, y por tanto propició que la materia se activara en positivo.
Si lees bien vuestros textos sagrados, verás que se anuncia un nuevo apagamiento solar previo a la segunda llegada de Jesús y en igual manera se propiciará otra redención.
¡Vosotros los Hijos del Sol siempre lo supisteis y debéis divulgarlo! ¡La clave está en el Sol!
¿Pero siempre que Jesús regresa debe morir en la cruz?
Afortunadamente no, pero siempre se producirá una situación de desestabilización que por otra parte es necesaria para salir de las situaciones de letargo a las que os somete la materia.
¿Y nosotros qué pintamos en todo esto?
Vuestros espíritus, querido hijo, fueron antes revestidos de carne como seguidores del Bautista, y ahora estáis en otro espacio y en otro tiempo pero con la misma tarea que realizaréis consciente o inconscientemente. Ahora más que nunca la figura de Jesús será ponderada para bien y para mal, pues todo hace parte de la misma lógica de espera y anuncio.
Cuando el tiempo haya concluido, sembraréis el Olivo al otro lado del mar, siguiendo la ruta del Sol, vuestros hijos os reemplazarán y sobre su Sol las tres estrellas se pondrán encima de las cuatro, pues así lo manda la Ley.
Aunque parezca mentira, hijo mío, todo cuanto hace dos mil años aconteció, se repetirá casi exactamente igual. Fue el propio Jesús quien se refirió a la Nueva Pascua en la Nueva Era cuando mandó a dos de sus Discípulos a buscar a un hombre con un cántaro de agua en la mano, haciendo referencia al signo de Acuario que tú sabes bien se representa con un hombre vertiendo agua de un jarro. Y envió a dos Discípulos, puesto que son dos los milenios que habrían de pasar desde su revelación de Piscis a Acuario. (Marcos 14 13).
¿Pero habrá muertos también?
Tú lo sabes muy bien, por tanto no me hagas repetirlo de nuevo. Lo que haya de ser, será.
Gracias Maestro.
Lice Moreno.

El silencio del Maestro

EN UNO DE TANTOS PRINCIPIOS



En la sala del Consejo de Ancianos se estaba tomando una decisión crucial. ¿Era el momento adecuado para tomar contacto y establecerse en el planeta, que en gestación, alumbraría por fin seres capaces de acoger almas provenientes de otros mundos?
No todos estaban de acuerdo, el riesgo del fracaso era grande y el tiempo para que los autóctonos alcanzaran cierto autoconocimiento de sí mismos demasiado largo. ¿Esperar o emprender el “descenso”? Implicarse podría ser considerado como una agresión si no era bien comprendida la labor que se iba a encomendar a quienes aceptaran el reto.
A lo lejos una luz brillaba en el horizonte nocturno, no era una estrella, sino el planeta más próximo al suyo. Unos ojos lo contemplaban con inquietud y también con un profundo amor. El era un “explorador de la conciencia”, y sabía que allí se estaba debatiendo un profundo conflicto entre dos fuerzas aparentemente opuestas. La naturaleza animal había llegado al límite de su progresión, mas la humana estaba abriendo, por fin, los ojos a un mundo virgen.
Desde aquí –se decía–, contemplar tal alumbramiento de vida era visto como un regalo sin igual. Sabía de las dificultades del proceso, él mismo las había vivido, y por ello, su amor, se acrecentaba más y más. La Tierra daba un paso de gigante. El Ser que la conformaba, al igual que el Ser que eran todos en su planeta, formaban parte junto con otros de Uno, que aunque les trascendía, se sabían fusionados a Él. Había experimentado en sí mismo la fusión con esta Presencia: sus conciencias se habían fundido. Una gota de agua no es distinta al océano en que vive –le gustaba repetir una y otra vez cuando era preguntado por los más jóvenes estudiantes de la conciencia.
Llamado por un anciano del Consejo, un viejo amigo suyo, no tardó en presentarse. Su alma le decía que esta vez sí era el momento. No se equivocó. Tanto él, como otras y otros, fueron invitados a participar en el proyecto “Tierra”. No lo dudó, aceptó. Pudo haber elegido un destino más allá de la Presencia, en sistemas solares y galaxias donde también tenía una cita pendiente… pero sería en otra “realidad”: su decisión era inapelable.
Sabía que entrar otra vez en la dimensión del espacio-tiempo, tan “lejano” ya para él, era un acto que le devolvía a la experimentación del sufrimiento, de la separación de su ser, su conciencia, de la Presencia. Era el modo en que habían elegido algunos para asentarse en la Tierra. Empezar otra vez desde cero, como un autóctono de ésta. Otros optaron por la plena consciencia…
Así pasó durante millones de años de la Tierra por muchas experiencias. Encarnaciones, lo llamarían en su nuevo hogar, pero bien sabía que su vida es una sola. Olvidó su origen, pero no su propósito, que aunque dormido en un principio, esperaba el momento del despertar, como espera la semilla sembrada en invierno las lluvias y el calor de la primavera para brotar y florecer. Cuando una semilla germina, las que están a su lado, consecuencia de su vibración, emprenden el mismo camino… Esta era y es su misión. Es el calor del amor que les habita quien obra el “milagro”. Todo pensamiento, él lo sabía muy bien, crea vida, y el amor es el pensamiento más puro que cualquier ser pueda imaginar. La imaginación es el pilar de la vida.
Su despertar, como el de sus congéneres terrestres, fue gradual. Recordar su origen podría ser un obstáculo más que un trampolín. Vivir encerrado cuando se ha sentido la libertad puede hacer que la locura llegue por implosión. Algo diferente a sus parientes planetarios, pues estos sí que partían de cero realmente, aunque su florecimiento les abría la puerta del Ser que les dio la vida y su sentido de ser, nunca experimentarían tal agonía y sí su propia fusión, su personal “ascensión”.
Ya no sabía si pertenecía a este u otro mundo. En realidad ya no le importaba, se sentía y siente habitante de la Eterna Presencia. En sueños revivía una y otra vez escenas incomprensibles; acertijos que no llegaba a esclarecer. Cuanto más se preocupaba menos comprendía, así pues, dejó a un lado las elucubraciones y se centró en lo que consideraba esencial: ser. “Ser, es todo cuanto tienes que hacer” –escuchaba en el silencio.
Y siendo, recordó su origen. Y supo que tras ese origen, se ocultaban infinitos principios. Que tras cada noche, se gesta un nuevo amanecer. Oscuridad y luz son las dos caras de una misma moneda.
Hoy, aquí, muchas flores están abriéndose gracias al sol que las calienta; dicho calor no proviene del que vemos cada día, sino del sol que alimentamos con el amor que somos capaces de compartir y habita muy dentro de cada una y uno, pues la Eterna Presencia todo lo habita, todo ES. Muchas de ellas un día decidirán dejar caer sus semillas en mundos inhabitados, a las que cuidarán y morarán, serán Uno con ellas…, será uno de tantos principios.
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