Un concepto que entendemos muchos de los que practicamos la espiritualidad es que no existen los accidentes.
Hay algunas cosas que necesitan ocurrir en el universo debido a la ley universal de Causa y Efecto. Sin embargo, depende de nosotros ser los iniciadores de tales eventos. Por ejemplo, digamos que estamos conduciendo un auto y, Dios no lo permita, golpeamos a alguien. Incluso si pensamos que era un “accidente” completamente inevitable, tenemos que darnos cuenta de que hay una razón por la cual nuestra energía nos puso en un lugar donde terminamos estando detrás del volante.
En la vida, como muchos hemos podido observar si somos lo suficientemente mayores, no hay tal cosa como una deuda sin pagar, a pesar de que pueda parecer lo contrario. Déjame darte un ejemplo. Hay un relato kabbalístico sobre un hombre que era muy malicioso. No obstante, parecía que tenía todo en su vida. Cualquier cosa que quisiera parecía llegar a él; dinero, amigos, familia, etc. Pero, si bien se habían presentado muchas oportunidades para que él hiciera buenas acciones, nunca las aprovechó. En lugar de ello, fue egoísta y frío, y contribuyó con el sufrimiento de muchas otras personas. Como resultado, él no pudo alcanzar un nivel más elevado de ocupación y espiritualidad. Sin embargo, a pesar de que no era una buena persona interiormente, externamente su vida parecía fácil y cómoda sin esfuerzo alguno.
Los ángeles en el cielo decían constantemente: “Dios, ¿por qué haces esto? Este hombre es muy malo. ¿Cómo puedes darle todas estas cosas?”, el Creador respondía: “Esperen y entenderán”.
Finalmente, el hombre falleció. Fue al cielo y se encontró con los ángeles en la puerta y, por supuesto, le dieron un boleto directamente al infierno. El hombre objetó inmediatamente: “Espera un segundo. ¿No hice algo bueno en mi vida? Es decir, una vez di caridad. Una vez ayudé a un amigo. Sabes, una vez fui voluntario”. Dios contestó: “Sí, puede que hayas hecho algunas cosas buenas durante tu vida, y por ellas se te pagó con bendiciones materiales en la Tierra. Ahora es tiempo de que pagues por el sufrimiento que causaste en el mundo”.
No lo malinterpreten. No estoy diciendo que todos los que tienen bendiciones en este mundo físico sean malvados. Lo que sí estoy diciendo es que existe una cuenta bancaria espiritual. Cada bendición que tenemos es un retiro de esta cuenta. Cada acción positiva es un depósito. Si estás retirando más de lo que depositas, tal vez sea momento de hacer una revisión a tu balance personal espiritual.
La energía que enviamos al mundo siempre regresará a nosotros; e, inclusive, no necesariamente en este tiempo de vida. Por ende, es nuestro mejor interés añadir a la positividad del mundo en vez de restarle. Tampoco tenemos que esperar por el “momento indicado” o la “oportunidad correcta” para realizar una buena acción. Puede comenzar con una acción simple. Las acciones simples en nuestra vida diaria despertarán nuestra conciencia para que podamos cambiar.
Necesitamos examinar nuestros pequeños detalles con los demás. ¿Están basados en la conciencia de que cada ser en este planeta tiene el derecho de estar a salvo siendo quienes son, sin importar su religión, raza, creencias, sexo, etc.? ¿Estamos dispuestos a tender una mano a alguien diferente a nosotros? ¿Estamos dispuestos a luchar por algo que podría beneficiar a los demás pero que, a corto plazo, no sea bueno para nosotros? ¿Somos pacíficos cuando tenemos la oportunidad de serlo? ¿Ofrecemos tolerancia cuando queremos crear separación? ¿Nos comportamos y tratamos a los demás con dignidad humana cuando es difícil hacerlo, porque no es lo que hemos aprendido? Cada vez que cambiamos un aspecto de nosotros para mejor, también hacemos del mundo un lugar mejor y esta energía positiva regresa a nosotros como pago.
Ana Maria Cantos Torres.
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