lunes, 20 de junio de 2016

Las Almas Gemelas siempre se encuentran.


Francesco
Las Almas Gemelas siempre se encuentran.


Las Almas Gemelas siempre se encuentran. Hay un plan trazado para reencontrarlas.


La Luz que generan cuando se funden es tan grande que hasta aquí llegan los resplandores.

Comentario del Ángel Cupido.

—Y estamos totalmente solos cuando necesitamos tomar decisiones, estamos totalmente solos cuando nacemos y solos andamos por la vida todo el tiempo, aunque muchas veces nos duela y no nos queramos dar cuenta y salgamos desesperadamente a buscar la otra mitad.

Con estas palabras terminaba el discurso la profesora de yoga de Camila:

—Recuerden: nacemos solos y solos morimos.

—¡Arriba, muchachitas! Esta es la última respiración profunda. Y, ¡arriba!, acomoden las colchonetas y las espero la próxima clase.

Todos aplaudieron y se fueron a sus casas cargando nuevamente las preocupaciones que habían dejado en la puerta pero esta vez sin tanta tensión.

Camila entró al hospital como todos los días, otra vez los ascensores se encontraban descompuestos. La gente en las salas de espera, aguardaban pacientemente su tumo.

Pasó por la habitación en la que había estado internado Damián y vio a una niña con un respirador artificial y pensó en mandarle Luz.

Pensó que esa habitación también había sido milagrosa.

Esta chiquita tenia en su mesa los santos que ella pensaba la iban apoyar en su periodo de recuperación.

Ella había ido a ver un recital cuando el lugar se incendió con una bengala. El lugar se llamaba Cromagnón y allí habían muerto más de doscientos adolescentes y niños.

Ella era una víctima más.

—Me dedicaré a ayudarla —pensó Camila—, quizás sea mi Misión. No me puedo quejar de la vida. Ya tuve un hogar, hijos hermosos, hago un trabajo que me fascina. Todo no se puede tener. El amor de pareja debe ser más difícil encontrarlo que sacarse la lotería. Mejor me dedico a mi trabajo y me olvido de pensar en otras cosas —Se dijo ella para sus adentros, mientras le apagaba la Luz a la niña.

Estaba llegando el fin de año, y esa fecha es triste para algunos, eufórica para otros, pero para los Maestros Espirituales esta época representa un cambio de calendario, algo que ni siquiera es real.

—Vamos —dijeron los Maestros—, miremos cómo se divierten en la Tierra con los fuegos artificiales. Es hermoso ver a la Tierra encendida, de todos colores. Por qué será que todos los años festejan agradeciéndole al año que se va, recibiendo al próximo año que después despiden feliz diciendo: ¡qué suerte que se ha ido!.

Son muy complicados, pero a la vez tienen una magia maravillosa, ¡¡Son perfectos!! Sí, y también incongruentes.

Y Agustín se despertó en su año nuevo. Llamó a su familia, pero ese día él tenía que trabajar. Lo esperaba un vuelo a Miami.

Era divertido festejar el primero de año en vuelo. Los tripulantes estaban siempre con otra actitud.

Nada malo podría pasar este año, se dijo. Fue lo que sintió, pero sin embargo le daba miedo pensar en el futuro.

Ya en vuelo brindó con las copas de plástico, y pidió los tres deseos que más anhelaba: paz, amor y saber cuál era su Misión.

Miró al Cielo por la cabina y dijo mentalmente al mismo planeta:

—Dios desde aquí me escuchas mejor… dame una señal en algún momento… espero que no falte mucho para que me concedas tener a mi lado al amor de mi vida.

No me regañes porque muchas veces no interpreté tus señales. Quiero estar más presente este año, ser un hombre con Fe y disfrutar cada día de la vida. Prometo no dormir tanto, levantarme más temprano, llevar a pasear a mis hijos sin tener que sentirme cansado y reírme más. Sí, eso quiero, empezar a reírme más.

Mientras tanto, en el Cielo un Alma que lo estaba mirando puso carita de lástima y dijo:

—Oh, ¿Qué le pasa a ese muchachito del avión? ¡¡Desde aquí su campo áurico tiene un color gris!! ¿Y esa cruz que tiene en medio de las cejas qué es?, se preguntaba el Maestro para sus adentros.

Un Ángel Querubín que lo estaba escuchando le advirtió que ese muchacho era uno de los consentidos de ellos.

—Pero, Ángelus, cómo puede ser que sea consentido si está sufriendo. Entonces mejor no miro a los que no consienten, me irán a asustar.

—No bromees, ya sabes que todos son nuestros consentidos, pero éste es nuestro espíritu mimado traduciéndotelo a tu idioma. Te diré que es uno de nuestros experimentos.

La señal que lleva entre sus cejas es una cicatriz en su campo etérico. Cuando nació no lo pasamos por la Ley del Olvido y como no nos resultó práctico para la vida que él estuviera con tantas experiencias, un grupo de Maestros se lo borró, se lo sellaron con hilos de oro y plata de las estrellas de Capricornio.

Su campo áurico está gris porque así se pone la energía de la gente cuando está por enamorarse o por encontrar su Misión.

Ahora hay una gran parte del destino de Agustín que está en sus manos.

—Mira, Maestro, eso sí que no te lo creo. La mayoría de los destinos ya están escritos. Vienen las historias relatadas de otras vidas.

No creo en eso de que el destino lo hacen las personas. El destino está escrito, antes de que nazcan sus vidas anteriores lo dicen. Si sabes que ellos eligen aquí no allí.

Y claro, el Maestro decidió callarse. El Ángel Querubín algo de razón tenía.



Y entonces, en el planeta Tierra…

Yanum caminaba por la calle de la plaza mientras comía un helado y hablaba solo.

Agustín estaba llevando a la niña a su casa cuando vio a Yanun.

Y el hindú caminaba distraído, mientras le daba de comer a las palomas algunos pedacitos de pan. Agustín se puso muy contento de verlo y se acercó a saludarlo.

El se alegró muchísimo al verlo y le dio un abrazo y unas palmaditas en la espalda.

—Hola, amigo —dijo Agustín—. Te presento a mi hijita.

—¡Qué bonita que eres! —dijo Yanum.

—¿Qué haces por aquí? —preguntó Agustín.

—Estuve buscando algún que otro trabajo y sólo hice algunas tareas, a mis primos no los encontré. Regresaré a mi país. Ya hice mi trabajo aquí. Cumplí con lo que debía hacer, no me queda nada pendiente.

—¿Pero tú no dices que tu trabajo aquí fue insignificante?

—El trabajo material que realicé aquí sifué sin importancia, pero el espiritual fue maravilloso.

—¿Tú has hecho un trabajo espiritual? ¿Cómo es eso?

—Bueno, es algo muy íntimo, quizás más adelante te lo contaré. Seguramente en algún vuelo que hagas irás a la India. Si bajas en Bombay me podrás visitar. No es muy bonito pero si lo miras con el corazón encontrarás belleza en todos los lugares que recorras.

Agustín sacó del bolsillo el talismán del amor que una vez Yanum le había regalado y que ahora él le estaba devolviendo.

—¿Qué haces, estás loco? ¿O acaso te has enamorado?

—No, todavía no —dijo riéndose Agustín.

—Entonces espera un poco, y ya verás. Dame tu mano izquierda.

Tienes unas líneas muy especiales, no se puede ver bien la de la vida, pareciera que está como borrada, pero sin duda debe estar o no estarías aquí hablando conmigo.

—A lo mejor soy un fantasma,

—No digas eso, sabes que no lo eres, ¡Mira!, tienes la estrella de David marcada en la palma. Eso indica que tienes una Misión especial para las demás personas, una Misión poderosa.

—¿Y cómo podré saber cuál es?

—A ver, déjame tornar tu mano más de cerca para poder ver mejor. Tienes una Misión que pronto estará rebelándose. Sólo tienes que seguir las señales.

—¿Qué señales? —preguntó Agustín

—Las que se te presenten. Todo lo que vivas en estos últimos tiempos son señales. Léelas, este impulso que sientes por conocer un gran amor, es otra señal.

Tienes un Alma Gemela que te hará sentir inmensamente feliz, pero cuando la encuentres por favor no te fundas en ella. Las personas pierden el camino cuando se meten en el camino del otro. Cada persona es una naranja entera, no una media naranja. Hasta tu Alma Gemela tendrá que ser independiente de tu vida. Cada cual tiene que respetar los gustos y los valores del otro. Nada de enamorarse caprichosamente, al amor lo tienes que dejar ser como es. Nada de querer cambiar a nadie. Nadie cambia totalmente de raíz, los árboles son todos iguales, pero no puedes comparar la madera del árbol de roble con la de pino.

Te soltaré la mano para que arranques el auto —dijo Yanum

—¿Tú eres vidente? ¿Quién te enseñó a leer las manos? —le preguntó intrigadísimo Agustín.

—Me enseñó mi abuela. Todavía vive, tiene 97 años y sigue leyendo las manos y ¡sin anteojos! Mi abuela vive muy humildemente en la India, precisamente en Bombay. Ella dice ser muy feliz, todo lo que soy y sé se lo debo a ella. Me enseñó algunos idiomas, conceptos básicos de religiones, historia y sobre todo a amar la vida. Me comunico con Dios todas las noches y él me contesta. Hablo con mi Ángel y él me contesta. Hablo con mis Maestros y ellos me contestan y entonces…

Agustín abrió la puerta de su auto y preguntó:

—¿Y qué más dice mi mano? ¿No dice que soy un idiota por inventarme historias?

—Quizás te las inventaste pero seguramente éstas sirvieron para sentirte bien. No te arrepientas nunca de lo que sientes cuando sientes. Ahora, amigo, te hará efecto el talismán —dijo Yanum un poco en serio, un poco en broma.

Agustín recordó que tenia el talismán en el bolsillo de su abrigo, así que lo sacó y se lo colgó del cuello.

—¡Te queda bonito!, ¿Te diste cuenta de que su diseño es muy raro?

—No estoy acostumbrado a colgarme nada, pero si es para encontrar el amor me colgaría un edificio entero.

—No seas exagerado, Agustín, ya sabes no es cuestión del talismán. El amor siempre aparece cuando estás atento. Pero mejor ahora que estés atento al tráfico porque te has metido en sentido contrario.

—¡En sentido contrario! No me he dado cuenta.

—A veces nos metemos en sentido contrario en la vida y no nos damos cuenta hasta que alguien nos viene y nos choca.

Y los dos soltaron una carcajada que duró unos cuantos minutos.

Mientras tanto, en el Cielo los Maestros miraban a Agustín muy preocupados de cómo perdía tiempo en su vida.

—Da vueltas y está siempre en el mismo lugar —dijo el Maestro del Tiempo.

—¡Déjenme opinar a mí! Muchas veces las personas se detienen en su camino, otras pueden dar un paso atrás pero a veces detenerse también es avanzar y eso es lo que está haciendo nuestro amigo Agustín. Por favor déjenlo en paz. ¿Qué es lo que los tiene a ustedes tan inconformes con él?

Y los Maestros callaron y uno de ellos tiró un manojo de estrellas de Jerusalén para regalarle a Agustín, esto le daría alegría a su corazón.


Extracto de "Francesco decide volver a nacer de Yohana Garcia"
 

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