Este Blog esta dedicado a compartir, todo tipo de temas relacionados con los Maestros Espirituales del Alma y de la Mente. Contribuyendo al Despertar de la Conciencia Unificada, con un solo proposito, el de Vibrar en el Amor Incondicional. Podeis contribuir con vuestros comentarios y opiniones, ruego se mantega el respeto, la hermandad y la ármonia entre nosotr@s. SOMOS SOLO UNO EN AMOR Y UNIDAD. ·
lunes, 9 de marzo de 2015
365 Meditaciones Semanales Tao Deng Ming Dao #9-15 de Febrero 2015
Charlatanes
Se sienta en un trono con engreída confianza.
La piel es de oro brillante, los ojos canicas de reptil.
Los labios untados de miel, la lengua rojo viril.
Exhorta a sus seguidores a purgar inhibiciones.
"Cualquier cosa que sientas es Tao, y debería ser consentido"
Ellos gritan, sollozan, danzan locamente.
"Sí! Sí!" exclama él. "Cualquier cosa que hagan es Tao!"
Hay demasiados charlatanes en espiritualidad estos días. Si encuentras a tales maestros auto proclamados, debes ser cauteloso. Si el camino que te presentan parece fácil, es probablemente falso. ¿Por qué habría de ser la espiritualidad diferente de cualquier otro emprendimiento? ¿Puedes convertirte fácilmente en bailarín de ballet? ¿Aprendiste fácilmente tu trabajo? ¿Fue simple graduarte del colegio? Todo toma esfuerzo.
No tiene lógica que la espiritualidad sea establecida simplemente por sentarse ante la presencia de un maestro. Sin embargo la gente continúa cayendo víctima de esta lógica. En los encuentros masivos, se aprovechan ingeniosamente una suave histeria y la mentalidad de rebaño. Un maestro te dirá que cualquier cosa que hagas es sagrada. Diga lo que diga, sin embargo, el maestro no puede afirmar que te da el Tao.
El Tao es sólo ganado por el yo. Los maestros son difíciles de encontrar, y seguir el sendero requiere disciplina solitaria. Se necesita trabajo diario, así que ¿cómo podrías obtenerlo en una congregación masiva? La indulgencia no es Tao. El verdadero Tao no puede ser logrado sin comprensión y fuerza.
Indiferencia
Para un verdadero maestro,
Sentarse en un trono
No es diferente de
Sentarse en el suelo.
Un verdadero maestro es indiferente a los modos de la sociedad. La ambición, el conocimiento y la religión son igualmente carentes de interés. ¿Por qué? Porque todas esas cosas están en la esfera de las definiciones humanas.
La persona santa trasciende toda identidad. Por lo tanto, riqueza o pobreza, bien o mal, violencia o paz no le hacen diferencia. Las dicotomías ya no son válidas para tal persona.
¿Encuentras esto difícil de creer? El grado en que encuentres esto difícil de aceptar indica el grado al que estás constreñido por el dualismo. La verdadera iluminación viene de entender la unicidad de toda realidad. Tal darse cuenta lleva a la percepción de que todas las cosas son verdaderamente iguales. Un maestro ve la nutrición y la enfermedad como lo mismo, la vida y la muerte como lo mismo, la moralidad y la inmoralidad como lo mismo. Si le das a los maestros algo que comer, ellos lo comerán. Si no tienen nada que comer, olvidan incluso que había tal actividad. No hay polaridad en sus vidas.
Nosotros, la gente común y corriente, no podemos hacer esto. Hacemos distinciones, nos defendemos a nosotros mismos y a nuestros territorios. Sólo nos sentimos seguros dentro de fronteras declaradas. Esa es la forma en que nos definimos a nosotros mismos, pero nuestras identidades son también nuestras prisiones. Sólo un maestro sabe el significado de la liberación y tiene completa libertad.
Prejuicio
Ninguna madre piensa que su hijo es feo.
Nadie es indiferente a si mismo.
Todos estamos familiarizados con el prejuicio. Viene de muchas formas: nacionalismo, machismo, provincialismo, racismo. Muchos de nosotros indudablemente clamamos en contra de estas injusticias. Mientras haya prejuicio, declaramos, nunca seremos capaces de conocernos bastante unos a otros.
Y sin embargo, es exactamente un tipo de prejuicio el que también evita que nos conozcamos a nosotros mismos. Si lo pensamos, nosotros mismos es a quien más favorecemos. Nos encargamos de todas nuestras necesidades corporales, nuestras indulgencias sexuales, nuestras curiosidades intelectuales, y nuestras lujuriosas ambiciones. Cuando estamos enfermos o en desventaja, nadie siente más nuestro dolor o gime más fuerte. Cuando estamos satisfechos, nadie se regocija con mayor satisfacción. Cuando estamos al borde de la muerte, nadie se aferra con más vehemencia.
Mientras seamos esclavos de nuestros apetitos, no podremos tener atención para la espiritualidad. Mientras valoremos la comodidad por sobre el esfuerzo, nunca tendremos la fortaleza para la búsqueda espiritual. Mientras nos apeguemos a ideas intelectuales por sobre a la experiencia, nunca podremos tener una percepción genuina del Tao. Mientras insistamos en que estamos separados, entidades individuales separadas del resto del universo, nunca notaremos la unicidad.
Ninguna madre piensa que su hijo es feo, porque ese niño es su propia creación. De la misma manera, somos inevitablemente parciales a nosotros mismos: Nosotros nos creamos. Si hemos de alcanzar cualquier clase de realización espiritual, debemos confrontar y resolver este prejuicio.
Repetición
Las cuentas de mi rosario están enhebradas a lo largo de mi vida.
No se me permite saltar ni una sola cuenta:
A veces la cuenta es una semilla. O un hueso.
O jade. O sangre seca. O semen. O cristal.
O madera podrida. O la reliquia de un sabio. U oro.
O vidrio. O un prisma. O hierro. O greda. O un
ojo. O un huevo. O estiércol. O una pelota. O una
piedra. O un durazno. O una bala. O una burbuja.
O plomo. O pura luz.
No importa qué sea la próxima cuenta, debo
contarla,
Practicar mis diarias austeridades.
Repetir. Repetir. Repetir.
Hasta que la repetición se vuelva resistencia.
La gente raramente entiende el poder de la repetición. Lo que se repite una y otra vez puede volverse perdurable; lo que es hecho en un momento es rara vez duradero. Si los granjeros no se ocupan de sus campos todos los días, no pueden esperar una cosecha. Lo mismo es cierto de la práctica espiritual. No es la gran declaración o la colorida iniciación lo que significa algo. Es el continuo diario vivir una vida espiritual lo que tiene significado. Nuestro progreso puede variar de aburrido a espectacular, pero debemos aceptar ambos. Todos y cada uno de los días deberían estar enlazados unos con otros, enhebrados en una larga línea de cuentas de rosario.
En la vida, no sabes cuántas cuentas has contado ya, y no sabes cuántas más han de seguir. Todo lo que importa es palpar la que ahora viene a ti y llevar al corazón el significado espiritual de ese momento.
Consistencia
Sin demasiado problema,
Uno puede mantenerse en el camino principal.
Pero a la gente le encanta distraerse,
Y la perspectiva es difícil.
La gente constantemente declara que quiere caminar el sendero del Tao. Dicen que todo lo que quieren es alcanzar la realización. Pero eso no es verdad. Si lo fuera, simplemente andarían su camino y obtendrían la iluminación enseguida.
La realización instantánea no pasa muy seguido porque la gente se distrae. No le es dado a toda persona el buscar el Tao con suma consistencia. No todos quieren siquiera la realización inmediata. Cuando llega la iluminación, el mundo se vuelve completamente insignificante. Algunos todavía queremos explorar, estar involucrados, entretenernos. Eso está bien, mientras sepas que estas elaborando juegos e intrigas. En el análisis final, está bien desviarse un poco, pero uno siempre debe ser cauto y volver al camino principal sin perder demasiado tiempo o demasiado terreno.
Es por eso que una sólida perspectiva está en la raíz de la sabiduría. Alguien que sigue el Tao puede parecer estar alejándose de la meta, pero tal persona sabe exactamente cuándo volver atrás.
Profundidad
La luz matinal ilumina al luchador meditando.
En su mente, incluso un templo de madera es arrastrado.
¿Quién puede desafiar la profundidad del océano?
Había una vez un luchador quien, a pesar de su gran condición física, perdía la mayoría de sus combates. Consultó entrenador tras entrenador, pero nadie podía mostrarle cómo ganar. Aunque no le faltaba fuerza ni habilidad, le faltaba concentración y confianza.
Finalmente, fue a consultar a un maestro de meditación quien aceptó ayudarlo. "Tu nombre significa 'Vasto Océano', observó el maestro. Por lo tanto, te daré esta meditación a practicar."
Esa noche, el luchador se sentó solo en el altar y primero se visualizó a si mismo como olas. Gradualmente, las olas aumentaron de tamaño. Pronto, se convirtió en una inundación. Luego la inundación se convirtió en un aluvión, y finalmente en un maremoto. En su mente, todo era barrido ante él: Incluso los dioses en el altar y los maderos del templo eran consumidos en su oleada.
Cerca del amanecer, las aguas se asentaron en un vasto mar sin fin. Esa mañana, el maestro vino a chequear el progreso del luchador y quedó encantado. Supo que el luchador no perdería otra vez.
Para cada uno de nosotros, es sólo la hondura del carácter la que determina la profundidad con la que enfrentamos la vida. Podemos tanto aumentar nuestro carácter cada día, o malgastar nuestras energías en distracciones. Aquellos que aprenden cómo acumular carácter cada día logran una profundidad a la que no se puede oponerse con éxito.
Redención
Medito diariamente ante el altar,
Pero aún sigo cubierto de pecado.
A pesar de los diarios esfuerzos por mejorar, seguimos teniendo muchos defectos. Eliminamos uno, sólo para encontrar nuevos. Nos liberamos de una relación superflua, sólo para encontrar nuevos enredos. ¿Por qué es tan difícil encontrar la liberación? Porque nuestras propias mentes son la fuente de nuestros problemas.
Cada quien con inteligencia y ambición tiene profundo deseo. Queremos cosas. Concebimos estrategias para obtenerlas. Ya sea el casi instintivo apetito por comida o sea deseo revestido en aprobación social, nuestras mentes no descansan nunca en su hambre por satisfacción. Una vez que tenemos deseo, tratamos de alcanzar el objeto de nuestro deseo. Si no tenemos éxito en alcanzarlo, nos enojamos, nos frustramos y nos decepcionamos. Si obtenemos lo que queremos, sólo queremos más.
Este tratar de alcanzar nunca termina. Aunque meditemos, no podemos eliminar este hábito de una vez. Por lo tanto, aunque puede que nos sentemos con toda sinceridad ante el altar, debemos también aceptar que no seremos rápidamente redimidos. Los seguidores del Tao saben cómo eliminar el deseo, aceptar los defectos personales y trabajar hacia una paciente eliminación del hambre de la mente por satisfacción externa
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