Ser leales al corazón implica no traicionar lo que sentimos. Es confirmar y honrar con hechos lo que decimos. Es abrirnos y confiar en nuestra sabia voz interior, que sutilmente se expresa por medio de la intuición, y hace que le prestemos atención a las señales que orientan cada uno de nuestros pasos por el camino en donde no se oculta el Sol. Luminosa es la tarea que asumimos realizar, por eso se nos recuerda irradiar bien alto y fuerte, generando entornos de amor y paz.
Para sumarnos y ayudar a embellecer la creciente luz de este nuevo amanecer, no es necesario realizar grandes obras ni ocupar puestos de poder. Sólo basta con Ser cada día más sensibles y humanos, para que los valores que portamos puedan aflorar. La manera más simple y efectiva de hacerlo es sintiendo, pues si nos damos el permiso de sentir, volveremos a ver relucir, entre otros valores, al respeto, la bondad, la solidaridad, la honestidad, la coherencia y la franqueza.
Durante largo tiempo fuimos adormecidos por formas densas de vibrar. Sistemáticamente nos condicionaron a pensar y desear en entornos opresivos, dominados por la culpa, el miedo y el dolor. Ahora el contexto vibratorio está comenzando a cambiar, por eso el corazón se vuelve a activar en la medida en que sentimos, y al alinearnos con nuestra verdadera esencia hacemos latir la compasión, la tolerancia, la empatía, la libertad, la amistad, la humildad y la excelencia.
No más desconexión, no más deshumanización. Que nuestra llama interna relumbre para que podamos perdonar y sanar, aprendiendo a develar las enseñanzas ocultas de lo vivido. Seamos conscientes de que en el golpe por golpe vence la desunión, y se ciega al corazón. Vibremos en unidad. Son los valores humanos los que nos hacen sentir como hermanos, así que hagámoslos brillar. Seamos leales al corazón, para que en este nuevo amanecer la cálida luz del amor reine.
(Por Julio Andrés Pagano)
Visitá: www.julioandrespagano.com
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