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miércoles, 10 de junio de 2015
LIBRO EL CAMINO DEL BUSCADOR
LA LEY DEL PROCESO (TERCERA PARTE)
LA VIDA PASO A PASO
"El proceso transforma cualquier viaje en una serie de pequeños pasos intermedios, que son necesarios
para alcanzar cualquier objetivo que nos propongamos.
El proceso trasciende el tiempo, muestra la paciencia, descansando sobre unos sólidos cimientos de cuidadosa preparación, e implica confianza en nuestro potencial interior que se está desarrollando".
Después de un largo rato, caminando en silencio, el maestro, señaló la cima que teníamos enfrente y me dijo:¿Te has percatado de que el camino de esta montaña refleja los caminos de la vida – como cada día caminamos hacia nuestras metas? No había notado ningún camino, contesté, de cuclillas, mientras miraba la cima. Pero sí que me he dado cuenta de que la cima no parece estar más cerca. Si uno sólo se centra en el final del viaje, la meta siempre aparece en la distancia. Esto lleva a muchos a abandonar sus objetivos cuando surgen obstáculos o el camino se inclina. Ya sabes que cada viaje empieza con el primer paso, pero también has de dar un segundo paso, y un tercero, y tantos como hagan falta hasta alcanzar el destino. La Ley del Proceso, dijo el maestro, es la garantía que la Madre Naturaleza nos da para conseguir cualquier objetivo, sin importar como sea de grande, dividiéndolo en pasos pequeños y seguros. Decía un gran Sabio, No os planteéis solo el objetivo final, poneos metas próximas y que la intención positiva guíe primero todos vuestros pasos acompañándolos simultáneamente de sinceridad y transparencia.Esto parece bastante obvio. Dije. Obvio del todo, afirmó. Es por eso que tanta gente lo pasa por alto. ¿Has dicho que dando pequeños pasos se puede alcanzar cualquier objetivo? Bueno, dijo sonriendo, No puedes cruzar del lado de un barranco al otro en dos saltos. Pero sí que puedes aplicar un proceso paso a paso para cruzarlo. Y ya que no tenemos ningún barranco a mano el maestro cogió una piedra, me la dio, y señaló un almendro a unos quince metros de distancia. ¿Crees que puedes dar a ese tronco? ¡Qué! ¿Desde quince metros? Sinceramente lo dudo. Incluso lanzando hacia la izquierda, y luego hacia la derecha, está demasiado lejos
.De acuerdo, entonces contestó el, dirigiéndome directamente hacia el árbol hasta que lo tuvimos a un paso. ¿Y ahora qué? Claro que puedo darle ahora. Entonces hazlo. Y así lo hice, y después el me retrasó un metro, me dio otra roca, y dijo, otra vez. De esta manera, retrasándome un metro cada vez, acerté en cada lanzamiento hasta que estuve a unos diez metros, falle pero el maestro me dijo Acércate un metro y vuelve a lanzar, Mi piedra volvió a dar de pleno en el centro. Continuamos hacia detrás, hasta que erré dos veces a trece metros, me adelanté un metro, y le volví a dar. Finalmente, después de varios fallos, acerté el árbol desde quince metros. Mientras volvíamos de nuevo al empinado sendero, el continuó hablando. ¿Ves cómo funciona esta Ley en cualquier faceta de la vida? Dividiendo cada tarea en pasos manejables, no tienes que esperar al final del viaje para tener éxito; creas una serie de muchos pequeños éxitos por el camino. Llegamos a un riachuelo, crecido por las lluvias primaverales.
El maestro cruzó primero, caminando con soltura a través de un camino de salientes piedras. Yo le seguí, saltando de una piedra a la siguiente. Viendo dos piedras cerca, tomé una rápida decisión y traté de alcanzar la más lejana, me quedé un poco corto, resbalé sobre un poco de musgo, y caí al agua. Sin hacer ningún esfuerzo por reprimir una carcajada, el maestro se acercó para echarme una mano. Como ves, en cualquier proceso, incluso cruzando un riachuelo, si te saltas pasos, antes o después te vas a mojar.El camino comenzó a ensancharse, así que podíamos andar el uno al lado del otro. Al poco tiempo, antes de que mi ropa se hubiese secado del todo, llegamos a un terreno embarrado. Miré hacia la derecha y la izquierda para cruzarlo por los laterales, pero los lados del pequeño barranco tenían demasiada pendiente. El maestro movió su cabeza hacia atrás y se puso a reír. ¡La Naturaleza es una escuela de aprendizaje tan maravillosa! Sus lecciones aparecen en el momento más apropiado. ¿Qué quieres decir? ¡Abre los ojos! dijo el. ¿Cómo refleja tu vida este camino de barro? ¡En estos momentos no tengo ni idea!Observa atentamente, pues no en vano el conocimiento se nutre de la observación. En el camino, entre tú y tus objetivos, ¿encuentras frecuentemente una senda de rosas? ¡No! conteste, encuentro con más frecuencia un camino de espinas.Entonces el maestro me recordó, los objetivos que valen la pena requieren esfuerzo, riesgo y sacrificio. Tienes que insistir a pesar del miedo y de la duda; tienes que utilizar recursos interiores y convertirte en más de lo que eras antes. Cada nuevo reto te sirve como evolución: conoces el desánimo; te sobrepones a las incomodidades, al aburrimiento, y a la frustración; y descubres de que estás hecho. Mientras nos hundíamos hasta los tobillos en el barro, él añadió, Lo que te empuja a través de los caminos embarrados de la vida es la visión que te inspiró a iniciar la búsqueda. Te puede conducir como un imán a través de las tempestades. Por tanto, el primer paso en cualquier proceso es crear una dirección, escoger un objetivo que brille para ti. Decía otro gran Sabio, “El no saber a donde ir, da como resultado el llegar a ninguna parte”.Esto es a veces una pregunta difícil para mí asentí, decidir cuales son mis objetivos a seguir.Bueno, no siempre vas a descubrirlo esperando una revelación Divina, sentir una seguridad absoluta, o por una visión mística, o por la voz del Gran Espíritu. Por lo tanto no sopeses ideas o dudes; no dudes tu dirección o dependas de otros para que te digan que es lo que debes o no debes hacer. Ve hacia lo que te atrae te motiva o te inspira hacia lo que siente tu corazón. Pregúntate a ti mismo desde lo más profundo, qué es lo que merece realmente la pena para que realices el esfuerzo y los sacrificios que comporta conseguir un objetivo. Mientras nos lavábamos los pies y los zapatos en un riachuelo, el maestro me dio otro consejo: Recuerda, buscador, que grandes sueños en el futuro distante son una carga difícil de llevar. Los mejores objetivos podrían ser aquellos que puedes hacer la semana siguiente, el siguiente día, la siguiente hora, o el siguiente paso; crea un proceso que contenga muchos pequeños éxitos. Muchos pequeños éxitos, repetí hacia mí mismo mientras continuábamos la ascensión del barranco. Pero ¿qué hay sobre las personas que parecen obtener éxito de un día para otro? ¿Dónde estuvo su proceso? pregunté al maestro. Cualquier empresa de éxito real, respondió él, es como construir una casa; comienza con unos fuertes cimientos y continúa con paciencia hasta finalizar. Algunas casas se construyen con rapidez, pero sin unos cimientos estables; parecen muy bonitas, pero no duran mucho tiempo. Si miras cuidadosamente a los éxitos aparentemente meteóricos, te darás cuenta que han necesitado unos diez años de preparación. Diez años ... dije, para mí mismo. ¡Piénsalo! dijo el. En diez años puedes conseguir casi todo. Puedes convertirte en un médico o un científico. Puedes desarrollar habilidades de alto nivel en un deporte, juego, o arte marcial. Puedes convertirte en un experto en cualquier tema. Puedes crear una fortuna o transformar tu cuerpo. ¡De todas formas, diez años todavía me sigue pareciendo mucho tiempo! Dije Mirando hacia delante, sí; pero mirando hacia detrás, los siglos pasan como un chasquido de dedos, el pestañeo de un ojo.
De repente, el señaló hacia el cielo. ¡Mira! Allá arriba en la cima. Miré; todavía parecía muy lejana. Ahora mira hacia atrás, dijo él. Me giré para ver las colinas”. Hemos hecho un largo camino, paso a paso. Hemos tardado un buen rato desde que comenzamos. Pero mirando hacia atrás - Yo acabé su frase. No parece nada largo. El maestro se sentó, recogió una semilla y me explicó, "de la misma manera que esta pequeña semilla crece y se convierte en un almendro gigante, de la misma manera que un río forma un cañón de piedras pacientemente, de la misma manera que tú has crecido desde que eras un bebé a un hombre maduro, tú puedes y vas a cumplir todo lo que desees, paso a paso.
Haces que parezca tan cierto. ¿Cómo puedes estar seguro? Después de todo, caminando paso a paso uno también puede fracasar.Pocas cosas son seguras en este mundo, dijo él, pero la gente raramente fracasa; simplemente dejan de intentarlo. Mientras salíamos de los árboles a un enorme cielo descubierto, nos giramos y miramos hacia las colinas por debajo de nosotros mientras el maestro me decía unas últimas palabras sobre la ley del proceso. El progreso duradero no ocurre en unos pocos momentos dramáticos, sino hora a hora, día a día. Y mientras el tiempo va pasando, cada proceso requiere reparaciones: el camino a la felicidad siempre está en construcción. Concéntrate en tomar la vida paso a paso hasta que lo hagas bien; aparca lo que puedas hacer después. Cuando la disciplina y la paciencia unen fuerzas, se convierten en persistencia, que dura más allá de los picos y los valles, hasta completar las intenciones. El entusiasmo marca el ritmo, pero la persistencia logra el objetivo. Proceso, paciencia, y persistencia son las llaves que abren las puertas de cualquier destino. El tesoro no sólo está al final del viaje, fíjate; el proceso mismo es tu propia recompensa. Miré al maestro que señalaba hacia otro pico más alto a lo lejos, y otro más allá. Consigue una meta, y crea otra; el viaje nunca finaliza, dijo él mientras girábamos para descender la montaña.
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