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miércoles, 27 de enero de 2016

Pensamientos Semanales ( 15-21 Enero 2016 ) "Omraam Mikhaël Aïvanhov"





Pensamiento del viernes 15 de enero de 2016.
"Se puede comparar al ser humano con un libro, un libro que él mismo está escribiendo.
Y a menudo, ¡qué garabatos, qué galimatías! Todas las sandeces, todas las aberraciones están ahí…
Y cuando dos de estos libros se encuentran y experimentan una atracción el uno por el otro, están día y noche ocupados leyéndose, pero ¿qué es lo que aprenden de esta lectura?
Los humanos conocen ciertamente muchas cosas, pero no han aprendido aún cómo escribir su propio libro.
Sólo se preocupan de crear en el exterior de sí mismos: esculpir, modelar, dibujar, escribir… siempre es el exterior.
El interior es un terreno yermo.
Ya es hora de que aprendan a escribir su propio libro. Entonces, cada vez que se encuentren, se maravillarán de poder leer los unos en los otros palabras, frases, poemas y dibujos sublimes: las cualidades, las virtudes, los dones que cada uno habrá trabajado en desarrollar en él."
Pensamiento del Sábado 16 de enero de 2016.
"«Al Principio Dios creó el cielo y la tierra.
La tierra era informe y vacía; había tinieblas en la superficie del abismo y el espíritu de Dios se movía por encima de las aguas.» ¿Qué significan estas primeras líneas del libro del Génesis?
Como indican las palabras «informe », «vacío », «tinieblas », «abismo », el universo anterior a la creación era un espacio desorganizado y oscuro.
Pero por encima de ese caos planeaba el espíritu de Dios. El agua representa la materia cósmica original que el espíritu de Dios, el fuego primordial, penetró para fertilizarla.
Contrariamente a lo que se cree generalmente, no es el elemento tierra el que mejor expresa y manifiesta las propiedades y las cualidades de la materia: es el agua, con su receptividad, su adaptabilidad, su maleabilidad.
El agua es pues el símbolo de la materia primera que ha recibido los gérmenes fertilizadores del espíritu. Fecundando la materia, el espíritu trabaja sobre ella, y a medida que aparecen nuevas creaciones descubre sus poderes, consigue conocerse. Entonces, si me preguntáis por qué Dios ha creado el universo, os responderé: …para conocerse. La Cábala enseña que Dios quiere conocerse a través de su reflejo, y ella representa precisamente esta idea con una extensión de agua donde se refleja su rostro."
Pensamiento del domingo 17 de enero de 2016.
"Para muchos creyentes es difícil admitir que Dios, que es todopoderoso, no se decida, por fin, a aniquilar los espíritus del mal que vienen a tentarles y a inducirles al error. Pero lo que ellos no saben, es que estos espíritus también tienen derecho a vivir.
Dios no castigará nunca a los espíritus del mal por tratar de desviar a los seres humanos. Son ellos, los humanos los que no deben caer en sus trampas; son ellos quienes deben ser más lúcidos, más fuertes; son ellos quienes deben comprender dónde está su verdadero interés, comprender por qué es preferible tomar una dirección mejor que otra y tener la voluntad de caminar en esa dirección.
¿Sería realmente ventajoso para el ser humano verse empujado, a pesar suyo, por el camino del bien, de la luz, y permanecer, hiciese lo que hiciese, a resguardo de las tentaciones y de las caídas?... El Creador y los espíritus celestiales le dejan buscar libremente su camino para que desarrolle su conciencia y aprenda a ser responsable de sus orientaciones."
Pensamiento del lunes 18 de enero de 2016.
"Los humanos no se sienten naturalmente inclinados a ponerse en la situación de los demás, y de ahí provienen tantos errores de juicio, tantas injusticias y tanta crueldad. Cuando vais a pronunciaros sobre una persona, ¿qué sabéis sobre la situación en la que verdaderamente se encuentra?... Así que, antes de criticarla, de acusarla, haced el esfuerzo de poneros durante unos minutos en su lugar: quizás os deis cuenta de que, si estuvierais en su situación, os conduciríais diez veces peor que ella.
Vale la pena de que os pongáis en la situación de las personas que os son desagradables y a las que estáis siempre dispuestos a condenar.
Haced cada día este ejercicio aunque sólo sea durante unos minutos, y ganaréis cualidades de paciencia, de indulgencia, de dulzura, de generosidad de las que vosotros os beneficiaréis, y ellos también."
Pensamiento del martes 19 de enero de 2016.
"Nuestra vida no es más que una sucesión de intercambios que hacemos con el universo. La vida cósmica entra en nosotros y nosotros la impregnamos con nuestras propias emanaciones, después la devolvemos.
De nuevo absorbemos esta vida, y de nuevo la devolvemos. Las manifestaciones más evidentes de estos intercambios son la nutrición y la respiración.
Si son obstaculizados aparece la debilidad, la enfermedad y la muerte.
Pero los intercambios que debemos hacer para vivir no se limitan a la nutrición y a la respiración.
O más exactamente, consisten en alimentarse y respirar también en las diferentes regiones del universo para alimentar nuestros cuerpos sutiles: los cuerpos etérico, astral, mental, causal, búdico y átmico.
Cuando comprendáis cómo es posible hallar en el universo el alimento conveniente para vuestros diferentes cuerpos, sentiréis que vuestra vida resuena como una inmensa sinfonía. Pero hay que empezar primero por restablecer las comunicaciones, para que las corrientes de energía puedan circular entre el universo y vosotros.
Y el restablecimiento de estas comunicaciones sólo puede hacerse con un trabajo del pensamiento."
Pensamiento del miércoles 20 de enero de 2016.
"Sed pacientes y viviréis mucho tiempo. Diréis: «Pero esto no es posible, ¡hay que gastar tantas energías para soportar las situaciones y a la gente difícil!»
No, al contrario. Es con la impaciencia con lo que gastáis más energías. La calma y la paciencia refuerzan la vitalidad y prolongan la vida. Aquél que después de haber estallado contra la gente o los acontecimientos, exclama: «¡Ah! ¡Ya me siento mejor! » no se da cuenta que este «mejor» es en realidad una gran pérdida.
Que se analice para saber lo que siente mejor en él: ¿su naturaleza superior o su naturaleza inferior?
Y un momento después, cuando vuelve a pensar en esta explosión, ¿está verdaderamente contento de sí mismo? ¿No se pregunta si hubiera sido preferible haberse dominado?
Tratad de experimentar en vosotros la eficacia de esta virtud, la paciencia. Antes de recurrir enseguida a toda clase de jarabes, pociones, elixires y otros brebajes, ¡bebed de la paciencia! Es ella quien reanimará en vosotros los poderes de la vida... unos poderes insospechados."
Pensamiento del jueves 21 de enero de 2016.
"Incluso los místicos han confesado que la búsqueda de Dios, del Absoluto, es larga, decepcionante, y que a menudo tenían la impresión de buscar a tientas en el vacío. Es cierto, cuando buscamos a Dios, podemos tener la impresión de estar debatiéndonos en el vacío; pero esto sólo es una impresión, no hay que desanimarse.
Tomemos un ejemplo. Un hombre cava un pozo para tener agua y saciar su sed. No sabe a qué profundidad va a encontrarla, y en esta incertidumbre, podría verse tentado a renunciar a buscarla.
Pero tiene la imagen, el reflejo de este agua en su cabeza, en su corazón, en su alma. Vive con la idea, con el pensamiento, con la esperanza del agua, y aunque esta agua no brote aún físicamente, ya brota en él.
Del mismo modo, aquel que busca a Dios, aunque en apariencia no encuentre nada, trabaja con una realidad muy poderosa que vive en él. Puede decirse: «Todavía no he encontrado realmente a Dios pero Él se manifiesta a través de mis pensamientos, mis sentimientos, mis deseos.» Y esta esperanza, esta fe, ya es Dios..."
Omraam Mikhaël Aïvanhov

¿QUÉ ES LA CONCIENCIA DEL INSTANTE PRESENTE?



¿QUÉ ES LA CONCIENCIA DEL INSTANTE PRESENTE?

La conciencia del instante presente es un estado del ser, en contraposición a
algo que hacemos; por tanto, es más fácil decir lo que no es que lo que es. Un
buen indicador de que hemos entrado en la conciencia del instante presente es
que nuestra experiencia vital, con independencia del aspecto que pueda tener
en un momento dado, se embebe interiormente con los ecos de una profunda
gratitud. Pero no es una gratitud que se fundamente en comparación alguna.
No es una gratitud que nazca del hecho de que nuestra vida se está
desarrollando exactamente como queremos que se desarrolle, ni porque todo
nos resulte fácil. Es una gratitud que nace de la invitación a la vida, del viaje de
la vida y del don de la vida en sí. Es una gratitud que no precisa de motivos. La
gratitud es el único indicador del que podemos fiarnos para saber cuan
presentes estamos en nuestra experiencia vital. Si no sentimos gratitud por el
mero hecho de estar vivos, es porque nos hemos desviado, nos hemos
apartado del instante presente y nos hemos sumergido en una ilusión mental
denominada tiempo.


Pocos de nosotros somos capaces de estar presentes en nuestras
experiencias vitales debido a que hemos nacido en una cultura que existe
dentro del mundo del tiempo. Ésta es la maldición de lo que llamamos
civilización. Hemos mostrado una insaciable sed de progreso, pero, en la
mayoría de los casos, el progreso nos ha llevado a una estructuración tal de la
vida que nos lleva a no estar presentes cuando la vida está teniendo lugar.
Cuanto más se automatiza nuestra experiencia vital, menos nos implicamos en
el arte de vivir.
En el mundo del tiempo es sumamente difícil ser agradecidos, porque nada
parece tomar el curso que nosotros pensamos que debería tomar. El pasado
alberga pesares, y el futuro alberga la promesa de que las cosas serán
mejores, en tanto que el instante presente se nos antoja un evento que precisa
de ajustes. De ahí que desperdiciemos los instantes pensando en lo que no
nos fue bien en el pasado y planificando mentalmente los ajustes que tenemos
que llevar a cabo para, con el tiempo, alcanzar el estado de paz y de
realización que buscamos. Y, dado que estos ajustes están dirigiendo nuestra
atención constantemente hacia algún «maravilloso mañana», nos olvidamos de
darnos la ocasión de llegar a alguna coyuntura significativa hoy. Por otra parte,
y debido a este enfoque, el mundo en el que vivimos ahora, y todo lo que hay
en él, se convierte en un medio para alcanzar un fin. Y vivir así se nos antoja
normal, porque no tenemos acceso a otra experiencia del mundo que sea
cualitativamente diferente a la que tenemos en este preciso momento. No
tenemos a mano otra experiencia con la cual comparar nuestra experiencia
actual.


Viviendo de este modo, nos saltamos constantemente el instante presente.
A pesar de que el pasado ya pasó y no se puede cambiar, y de que el futuro
aún no ha llegado, seguimos optando por ocuparnos mentalmente de estos
ilusorios lugares, en vez de entrar plenamente (y de experimentar) en el
momento en el que siempre nos encontramos. Y a base de vivir en ese estado
mental que nos permite reflejar y proyectar nuestra atención hasta esos
ilusorios lugares, nos perdemos las verdaderas experiencias físicas y
emocionales que nos suceden justo en este mismo instante. Nos olvidamos
casi por completo del único momento que contiene la vibración y la plenitud de
lo que es la vida. Creemos estar viviendo, pero no estamos viviendo; estamos
existiendo. Pensamos que nos estamos moviendo, pero estamos girando en
círculos. Lo terminamos mentalizando todo y, de este modo, sacrificamos la
experiencia de estar físicamente presentes y emo-cionalmente equilibrados. Y
así, nuestro estado mental, por avanzado que creamos que es, se ve sumido
en la confusión.


Estamos tan acostumbrados a este estado de «no ser», que se nos antoja
perfectamente natural. Aspiramos a que lo sea, pero no es natural porque no
conoce el equilibrio ni la armonía. Y lo sabemos porque, en algún lugar, en
medio de nuestros saltos de rana mentales, sentimos que nos estamos
perdiendo algo. La falta de paz que sentimos en nuestro interior se refleja en el
caos que experimentamos en nuestras experiencias vitales externas. Y esa
falta de paz interior se refleja también en la forma en que huimos de cualquier
experiencia de quietud o de silencio. El lema de nuestro tiempo es: «Que haya
ruido; que haya movimiento».
No sabemos qué es lo que nos estamos perdiendo porque no podemos
recordar lo que hemos perdido. Y no podemos recordarlo porque lo buscamos
en las imágenes del pasado y en nuestras exploraciones del futuro. Nuestro
insaciable y necesitado comportamiento es la prueba del vacío que nuestro
actual enfoque de la vida es incapaz de llenar. Le estamos dando la vuelta a
cada fragmento de este planeta en nuestra desesperada búsqueda de paz.
Pero no hay nada que le pueda dar la paz a nuestro estado de ser porque hace
mucho que olvidamos que la paz no es
«algo que se hace». La paz no se puede forzar ni instalar mecánicamente.


Nuestro estado de inquietud interior se manifiesta externamente en síntomas
físicos, mentales y emocionales de incomodidad y de malestar. Por mucho que
lo intentemos, por mucho que huyamos, por mucho que nos distraigamos con
una incesante actividad, el verdadero alivio parece estar siempre fuera de nuestro

 alcance.
 Y del mismo modo que una persona a la que no se la deja
dormir entra inevitablemente en una crisis física, mental y emocional, nuestra
lejanía del oasis de la conciencia del instante presente nos lleva también
rápidamente a una experiencia de desintegración social planetaria.
El trastorno mental de «vivir en el tiempo», de la implacable huida del ayer y
de la persecución frenética del mañana sin descanso ni sosiego, es el
problema que aborda y alivia el Proceso de la Presencia. Ayudándonos a
comprender cómo hemos llegado a esta situación, el Proceso de la Presencia
nos da simultáneamente el procedimiento metodológico y las herramientas
perceptivas que nos van a permitir salir de esta ilusión. Nos arroja una cuerda
de conciencia y nos permite agarrarnos a ella para salir del cenagal de
nuestras distracciones con el pasado y el futuro, para volver al único terreno
firme, seguro y sereno: el instante presente. El Proceso de la Presencia logra
este cometido llevando nuestra conciencia a la auténtica Presencia que somos
en realidad, y lo hace instándonos a desmantelar conscientemente la falsa apariencia
que una vez construimos para protegernos de nuestros miedos, de
nuestra ira y de nuestro dolor. Nos demuestra que la única manera de cambiar
auténticamente nuestra experiencia del mundo pasa por liberarnos del virus
perceptivo del tiempo, y que liberarse de esta enfermedad mental es el mayor
acto de servicio que podemos realizar justo en este momento.


Nosotros no somos las experiencias que elaboramos para sentirnos seguros
y aceptados en este mundo. Y, por muchas cosas que pueda prometer el
futuro, el único instante que puede ser real para nosotros no tiene nada que ver
con el ayer o con lo que sucederá mañana. Mientras sigamos reaccionando
inconscientemente a los acontecimientos de nuestra vida, seguiremos sin ver lo
que hay justo delante de nuestras narices; seguiremos sumidos en una
pesadilla mental, estremeciéndonos ante los fantasmas del pasado y
proyectando fantasmas hacia el futuro. Ésta no es forma de vivir. Eso no es
vida. Lo que la vida es realmente, no acepta los límites del tiempo. Esa
experiencia basada en el tiempo es un infierno perceptivo cuya puerta está
atrancada con las barras de nuestros miedos, nuestra ira y nuestros pesares no
resueltos. No nos lleva a ninguna parte nunca lo hizo y nunca lo hará. En el
tiempo no sucede nada; lo único que pasa es que creemos que sucede algo.
Lo bueno de todo esto es que, aunque ésta pueda ser la única cualidad de
la experiencia vital de la que somos conscientes actualmente, decididamente
no es la única experiencia a la que podemos tener acceso. Existe otro
paradigma que discurre en paralelo al mundo del tiempo. Lo llamamos el
instante presente. Sabemos que existe porque todos lo buscamos, aun cuando
no nos demos cuenta conscientemente de que es eso lo que anhelamos.


Todos sabemos que existe porque los maestros zen y los maestros espirituales
de todas las creencias, así como muchos seres humanos ordinarios de todas
las áreas de la vida, han reentrado en él y están viviendo en él justo en este
momento; porque, justo en este momento, existe en nuestro planeta una
comunidad creciente de personas que están viviendo desde la conciencia del
instante presente.
A la experiencia de la conciencia del instante presente podemos acceder
estemos donde estemos. No tenemos que ir a ninguna parte ni «hacer» nada
exteriormente para activarla. Sin embargo, no podemos entrar conscientemente
en esa conciencia mientras nos aferremos inconscientemente al pasado y al
futuro ilusorios.


Nuestro viaje por el Proceso de la Presencia activa automáticamente
nuestra capacidad para hacer conscientemente la transición perceptiva desde
el mundo basado en el tiempo en el que estamos ahora hasta el estado del ser
que hemos estado buscando con nuestras interminables actividades, con
nuestro incesante «hacer». Nos instruye para que entremos suavemente en el
maravilloso sendero que lleva a una conciencia siempre creciente del instante
presente. Nos ayuda a reenfocar la atención y la intención para que dirijamos
conscientemente nuestra conciencia hacia el resplandor de la presencia
interior. Nos invita a entrar conscientemente en el instante presente de nuestra
vida y, de este modo, a que abracemos un estado del ser en el cual podamos
abrirnos a la alegría, a la salud y a la abundancia inherentes a cada instante de
la vida.
A cada instante se derrama sobre nosotros una vida
gozosa, abundante y saludable. Cuando «vivimos en el tiempo», la
vasija de nuestro ser se vuelve boca abajo. Y así, desperdiciamos
nuestra experiencia vital intentando conseguí»; en lugar de recibir.
La conciencia del instante presente no es una idea o un concepto; es una
experiencia. Es una manera de ser que no supone esfuerzo alguno, que es un
derecho de nacimiento de cada ser humano de este planeta. Y el entrar en ella
ahora es una consecuencia inevitable de nuestra acelerada evolución. Nos
invita aquí y ahora a todos los que estemos dispuestos a recibir sus
bendiciones. Nos llama a cada uno de nosotros con una voz queda que dice:
«¡Detente! No hay lugar adonde ir ni nada que hacer, pero sí que hay todo que
ser». Ésa es su invitación, ése es el viaje, y éste es el regalo que el Proceso de
la Presencia hace posible.


Así pues, ¿qué es la conciencia del instante presente? Es un estado del ser
en el cual integramos sin ningún esfuerzo la presencia divina con la que
estamos, en cada instante en el que estamos que nos da Dios, para que
podamos responder conscientemente a cada experiencia que tenemos. Y,
cuando se consigue esto, nuestra respuesta es siempre la misma: gratitud; una
corriente de gratitud que nos libera de todas nuestras ilusiones.
Entrar en tal estado puede parecer difícil y complicado cuando estamos
viviendo en el tiempo y, sin embargo, no requiere ningún esfuerzo, y es
completamente natural, porque la conciencia del instante presente es un
derecho de nacimiento del ser humano. Es el reino de la conciencia a través de
cuyos pórticos regresa el hijo pródigo. Lo más difícil de todo el proceso ha sido
intentar encontrar lo que no sabíamos que habíamos perdido. Y lo mejor de
todo es darse cuenta de que hemos estado buscando algo que, en realidad, ya
nos había encontrado a nosotros.



MICHAEL BROWN

El Proceso de la Presencia

'Pensamientos Semanales ( 8-14 Enero 2016 ) "Omraam Mikhaël Aïvanhov"





'Pensamientos Semanales ( 8-14 Enero 2016 ) "Omraam Mikhaël Aïvanhov"
Pensamiento del viernes 8 de enero de 2016.
"De ciertas personas habitadas por el odio, la violencia y el espíritu de destrucción, se ha dicho que, la hierba deja de crecer por donde pasan.
Se trata de una imagen, pero no es exagerada.
Y de otras personas, por el contrario, que están llenas de amor y de bondad, se ha dicho que dejan por todas partes a su paso unas huellas tan beneficiosas que, sin saber porqué, los que se acercan a ellas se sienten iluminados, reconfortados, vivificados.
¡Que el conocimiento de esta verdad os inspire la voluntad de manifestaros por todas partes como una presencia benéfica! En todos los lugares donde os encontréis, durante algunos instantes al menos pensad en formular los mejores deseos: «¡Que todos aquellos que vengan a este lugar se sientan alcanzados por la luz! Puesto que todos son hijos de Dios, ¡que se sientan inspirados por el deseo de trabajar para la paz, para la fraternidad!» Cuando se trata de seres queridos, ¿es acaso necesario deciros que deseéis las mejores cosas para ellos? No, lo hacéis espontáneamente, porque vuestros sentimientos os impulsan a ello.
Entonces, ¿por qué no pensar espontáneamente en formular también los mejores deseos para el mundo entero?"
Pensamiento del Sábado 9 de enero de 2016.
" El Señor sólo quiere una cosa para sus criaturas: que se beneficien lo más posible de las riquezas que les ha dado. Y no podrán beneficiarse verdaderamente de ellas si no aprenden a consagrárselas.
Todo lo que se consagra a Dios está protegido por los espíritus luminosos del mundo invisible.
Una facultad, un talento que consagráis a Dios se acrecienta, se amplifica, mientras que si no lo consagráis, lo perderéis. Incluso si, concretamente, aún lo poseéis, es como si ya lo estuvierais perdiendo, porque interiormente no os beneficiáis tanto de él como podríais.
Comprended bien esto: se pueden poseer grandes riquezas pero, al mismo tiempo, veros privados de ellas porque no las habéis consagrado para asegurar su protección. Cada día, en vuestra casa o en otra parte, pensáis en proteger cantidad de objetos sin importancia; entonces ¿por qué os olvidáis de proteger vuestras facultades y vuestros talentos? Consagradlos al Señor: no solamente estarán a salvo, sino que no cesarán de crecer en vosotros."
Pensamiento del domingo 10 de enero de 2016.
"Puede ocurrir que os encontréis a un ser por el que os sintáis atraídos inmediatamente. Es como un vaso lleno de una esencia preciosa que os sumerge en la admiración; os inspira, ensancha vuestros horizontes y os revela las bellezas del cielo y de la tierra.
Agradeced al Señor el haberle encontrado, y si queréis prolongar mucho tiempo vuestra dicha, tratad de guardar cierta distancia ¿Por qué? Porque el espacio que separa a dos seres, este espacio que creemos vacío, en realidad está lleno de esencias sutiles que son las mejores conductoras de las energías psíquicas; es gracias a este espacio que se pueden realizar los intercambios en la luz y en la armonía.
Mientras exista una cierta distancia entre vosotros y el ser que amáis, tenéis la posibilidad de intercambiar energías y, gracias a ellas, os reforzáis el uno al otro. Después de cada encuentro os iréis colmados, invadidos por una felicidad extraordinaria, porque habréis sabido mantener esta distancia que da las mejores condiciones para que podáis seguir comunicándoos entre vosotros.
Si escucháis bien este consejo y tratáis de aplicarlo, nunca os veréis privados de encuentros felices en vuestra vida; y cómo sabréis apreciarlos, conoceréis verdaderamente lo que es el amor."
Pensamiento del lunes 11 de enero de 2016.
"La tierra, el agua, el aire, el fuego, los cuatro elementos están gobernados por Ángeles servidores de Dios.
Por ello podemos pedir al Señor que nos envíe a estos Ángeles a fin de que nos ayuden en nuestro trabajo espiritual. He aquí esta oración:
«Señor Dios todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, Dueño del universo, envíame a tus servidores, los Ángeles de la tierra, del agua, del aire y del fuego, para que pueda trabajar con ellos para la llegada de tu Reino y tu Justicia.
¡Que el Ángel de la tierra absorba las suciedades de mi cuerpo físico, para que llegue a ser capaz de realizar tu voluntad y expresar tu esplendor!
¡Que el Ángel del agua lave mi corazón de todas sus impurezas, a fin de que llegue a ser el receptáculo de tu amor infinito!
¡Que el Ángel del aire purifique mi intelecto, para que brille con tu luz y tu sabiduría!
Finalmente, ¡envíame Señor al Ángel del fuego, para que santifique mi alma y mi espíritu, para que se conviertan en la morada de tu verdad! »"
Pensamiento del martes 12 de enero de 2016.
"La mayoría de los seres humanos están acostumbrados a tomarse la vida como viene, sin sospechar que los acontecimientos son una materia que es necesario preparar, como se prepara el alimento cocinándolo y añadiéndole ciertos ingredientes: aceite, vinagre, sal, pimentón, etc.
Y tampoco comemos el pescado inmediatamente después de haber sido pescado, ni las verduras tal como han sido arrancadas de la tierra, ¿no es cierto? La cocina es pues el arte de hacer comestibles e incluso suculentos, toda clase de productos que serían indigestos o insípidos si no nos ocupásemos de limpiarlos, cocerlos o aderezarlos.
Lo mismo sucede con la felicidad.
La felicidad es el resultado de una verdadera cocina interior. Los buenos momentos de la existencia no vendrán a presentarse espontáneamente ante vosotros, no los cogeréis como se coge un fruto maduro del árbol al pasar. Debéis aprender a trabajar sobre cada situación, y particularmente sobre las situaciones difíciles, dolorosas, añadiéndoles elementos de vuestro espíritu y de vuestra alma, inspirados por la sabiduría y el amor divinos."
Pensamiento del miércoles 13 de enero de 2016.
"Cuando ya no pueden soportar el presente, los humanos se refugian en el futuro. Pero no ganan nada con ello, porque un día u otro se verán obligados a rendirse a la evidencia: como este futuro imaginario no tenía ningún fundamento sólido, es el vacío lo que descubren y la angustia. Que empiecen pues por vivir bien hoy: ¡hay tantas cosas que disfrutar, que ver, que apreciar, que pensar! Pero para vivir el momento presente, deben aprender a detenerse, a hacer una pausa, a no dejarse llevar por la sucesión de los acontecimientos y por los estados interiores que estos acontecimientos crean en ellos.
La vida es un flujo ininterrumpido, desde luego, pero es necesario encontrar el medio de detenerse para poder poner un poco de orden en sí mismo, para sintonizar con ritmos más armoniosos. Y por eso es tan necesaria la meditación. Meditar, es ralentizar la marcha precipitada del tiempo, a fin de introducir en uno mismo un ritmo, una paz, una luz que dejarán su huella durante mucho tiempo."
Pensamiento del jueves 14 de enero de 2016.
"Una comida es una ceremonia mágica: el alimento que entra en nuestro organismo no solamente se transformará en salud, en fuerza, sino también en amor y en luz. Debéis pues vigilar en no sentaros a la mesa en cualquier estado interior. ¡Cuantas veces habréis comprobado que si coméis en un estado de irritación, de turbación, no lográis después encontrar la paz! ¿Por qué? Porque con vuestros pensamientos y vuestros sentimientos habéis influido mal en el alimento, y éste produce después en vosotros estados negativos.
Todo es sagrado en la vida, todo tiene un sentido.
Las inteligencias de la naturaleza han preparado el alimento con el fin de sostener la vida en nosotros.
Si le introducís vibraciones nocivas, pagaréis de una forma u otra esta negligencia y esta falta de respeto.
El estado interior en el que coméis se graba en alguna parte en vuestro organismo, y de este estado depende vuestra salud física y espiritual."
Omraam Mikhaël Aïvanhov.
http://universo-espiritual.ning.com/

Jesús de Nazareth: ¿Una flor nacida en el desierto o la flor más preciosa de un árbol milenario y siempre vivo?



1. Los viajes en el Oriente
Para los que se dicen cristianos es cuestión fundamental negar totalmente y categóricamente cualquier conexión del Cristo Jesús con culturas ajenas a la judía en la cual él nació. Su voluntad es demostrar que Jesús es el único Hijo de Dios, que su Enseñanza no tiene nada que ver con las Enseñanzas propias de otras religiones y culturas porque nadie antes de él pudo nunca conocer las verdades que el Salvador llevó al mundo.
Por otra parte, los detractores del cristianismo y de cualquier forma de espiritualidad lanzan acusas a Jesús o a sus secuaces de haber nada menos que agregado motivos ya presentes en religiones más antiguas y haberlos reamasados para crear una nueva religión que nada de nuevo tiene, porque todas las religiones son copias y ‘variaciones del tema’ con el cual desde milenios los hombres se autoengañan inventando seres superiores para explicar lo que su mente todavía no puede abarcar con sus conocimientos intelectuales.
Dos extremos opuestos por teorías y afirmaciones pero igualmente ignorantes de la real cuestión de la Religión y de las religiones.
Cuando se hace un estudio serio y honesto de las religiones antiguas y actuales es inevitable que se vea con claridad meridiana cómo entre todas ellas corren similitudes y analogías, símbolos y ritos comunes a varias culturas que no pueden ser justificados por el ‘azar’ ni tampoco por un simple ‘paso’ de una religión a otra como si hubiera habido un reciclaje de temas y creencias. Hay algo que es común hasta a religiones de gentes que nunca se conocieron (por lo menos según los ilustrados de hoy en día) y que profesan credos muy similares. ¿Cómo puede ser esto? ¿Por qué encontramos símbolos sagrados análogos o idénticos en lugares del mundo y épocas tan lejanas entre sí? ¿Por qué el número tres es tan sagrado y representa a la Divinidad en tantas culturas? ¿Por qué la Serpiente está asociada al poder y a la sabiduría prácticamente en cualquier lugar del planeta? ¿Por qué el Sol está siempre unido al Dios que viene para salvarnos?
Estos y muchos otros interrogantes pueden encontrar explicación en las Enseñanzas esotéricas que son universales y que en verdad nos pueden entregar las llaves para abrir todas las puertas que quisiéramos superar para profundizarnos más en la sabiduría.
Si miramos la cuestión desde este nuevo punto de vista, ya no nos puede asombrar tanto si encontramos testimonios que afirman que Jesús, antes de empezar su peregrinación en Galilea, viajó mucho por todo el mundo medio oriental y hasta por el Tíbet, recibiendo Enseñanzas e Iniciaciones en todos los templos que visitó, con el fin de prepararse a la misión tan fundamental y tan dura que el Padre le había encomendado.
Empezamos con decir que Jesús no nació en el así llamado año cero, sino algunos años antes, alrededor del 7 o 6 a.C., porque el rey Herodes el Grande murió en el año 4 a.C. y el emperador romano Augusto, que reinó desde el 27 a.C. hasta el 14 d.C. convocó en total tres censos de la población del Imperio: uno el 28 a.C. (cuando Augusto era todavía cónsul y no emperador), otro en el 8 a.C., y el tercero en el año 14 d.C. Es muy probable que el censo que obligó según las Escrituras a José y a María a viajar cuando ella estaba embarazada fue aquel del 8 a.C.
«Después de nacer Jesús en Belén de Judea, en tiempos del rey Herodes, he aquí unos magos del oriente llegaron a Jerusalén, diciendo: ¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque vimos su estrella en el oriente y hemos venido a adorarlo» (Mt 2, 1-2). Este pasaje del evangelista Mateo nos da una indicación muy interesante en cuanto sabemos que en el año 7 a.C., por tres veces seguidas en pocos meses había pasado un hecho astronómico y astrológico raro: una conjunción de Júpiter y Saturno en la constelación de Piscis. Y Piscis representaba la tribu de Judá, de la cual se esperaba la venida del Mesías. No una estrella cometa (de la cual no hay mención en los Evangelios) sino una señal planetaria de un nacimiento real (Júpiter es Señor de los Reyes). No podemos saber si lo reyes magos fueron verdaderamente a visitar al niño, porque esta visita tiene muchos sentidos trascendentales en los que ahora no podemos profundizar; pero podemos decir que si fueron de verdad tuvieron que emplear unos cuantos meses para llegar a visitar al niño, no pocos días como hoy se cree; y esto explicaría bien el motivo por el cual el rey Herodes ordenó que en el Estrago de los Inocentes se matasen a todos los niños de Belén de cero hasta los dos años de edad.
Y, de hecho, Mateo en todo el pasaje de la fuga en Egipto (Mt 2, 12-20) se refiere a Jesús con la palabra paidíon (que en griego antiguo, el idioma en que se difundió este Evangelio, significa ‘niño muy pequeño’), indicando que a la muerte del rey Herodes, en el 4 a.C., Jesús fuese todavía muy pequeñito, como de dos o tres años.
Entonces es muy probable que Jesús, en el día de su crucifixión, no tuviese 33 años, sino algo más, alrededor de unos 40.
¿Qué hizo Jesús desde los 12 años, cuando en la fiesta de Pascua se quedó en Jerusalén instruyendo en el templo (Lc 2, 41-52), hasta el día en que empezó a viajar por la Judea dando sus Enseñanzas? ¿Fue carpintero? Hay muchas pruebas de que no es así, sino que antes de empezar su misión Jesús viajó mucho y recogió la sabiduría de varios países en preparación a la inmensa tarea que le esperaba.
Primero que todo hay que decir que los cuatro Evangelios canónicos no dicen que Jesús fuese carpintero.
De los cuatro Evangelios solo dos hablan de la infancia de Jesús: Mateo y Lucas; mientras que los otros dos no dicen nada sobre el pasado del Salvador. Mateo (cap. 1-2) habla del nacimiento, de la fuga en Egipto y de cómo a la muerte de Herodes José fue avisado por un ángel, pero como era rey Arquelao, hijo de Herodes, José tuvo miedo de volver a Galilea y se fue a vivir con la familia a Nazaret.
Luego, en el capítulo 3, nos encontramos ya en tiempo de la predicación de Juan el Bautista. Lucas (cap. 1-2) habla de la concepción y nacimiento de Juan, de la inmaculada concepción de María, del viaje desde Nazaret (en Galilea) hasta Belén (en Judea) para el censo y el nacimiento de Jesús en Belén, la adoración de los pastores, la circuncisión en el templo con el sabio Simeón y la profetisa Ana. Luego se dice que la familia volvió a Nazaret «y el niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él» (Lc 2, 40). Sigue el acontecimiento de la Pascua cuando Jesús tenía 12 años y se quedó instruyendo en el templo, y luego se lee: «Y [Jesús] descendió con ellos [sus padres] y vino a Nazaret, y continuó sujeto a ellos. Y su madre atesoraba todas estas cosas en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres» (Lc 2, 51-52). El tercer capítulo de Lucas empieza también hablando del Bautista.
De estos textos se ha deducido que Jesús se quedó toda la vida en Nazaret haciendo el oficio de su padre oficial, José, que era carpintero, pero la verdad es que no dicen nada ni sobre una vida estática en Nazaret ni sobre posibles viajes; lo único que dicen es que después del acontecimiento aquel de la Pascua se fue a Nazaret.
Tampoco los Evangelios apócrifos encontrados en Nag Hammadi en 1945, aunque tengan muchos relatos (a veces fantásticos) sobre la infancia de Jesús, no dicen nada sobre los ‘años perdidos’, aquellos desde los 12 años hasta el momento en que Jesús empezó su peregrinación en Tierra Santa.
Hay un hueco de más o menos 20 años, que no son pocos.
En 1894 fue editado en francés un libro que causó mucho escándalo, una obra del periodista ruso Nicolai Notovich titulada La vida de San Issa, el Mejor de los Hijos de los Hombres, en la cual el autor dijo haber viajado a India en 1887 y haber estado en el monasterio tibetano de Hemis, en la región de Ladakh, en el estado indio de Jammu y Kashmir. Notovich afirma haber hablado con el jefe de los monjes que le mostró unos rollos de corteza en que se relataba la historia de un hombre de Judea llamado Issa (muy parecido al nombre con que se conoce a Jesús entre los mahometanos, Isa, y también a la palabra sánscrita Isha, ‘el Señor’. El nombre arameo de Jesús sonaba como Yehoshua ben Yosef, ‘Jesús hijo de José’), que a los 13 años, no queriendo casarse, se fue de casa y viajó a India, donde estudió la cultura védica y aprendió a hablar y leer los idiomas locales; pero como él quiso instruir a las clases pobres sobre los textos sagrados y se opuso a la división en castas, los brahmines y los guerreros quisieron matarlo y entonces se marchó de Jagannath al sur de Nepal, a los pies de los Himalayas, donde aprendió el pali y estudió los textos budistas. Luego, a los 29 años, se fue otra vez a su casa y el relato sigue más o menos igual al de los otros Evangelios, si no fuera por el hecho de que los miembros del Sanedrín intentaron proteger a Jesús y se lavaron las manos delante de Pilatos que quería condenarlo a muerte.
Este libro provocó muchísimas reacciones, algunas durísimas, y Notovich fue acusado de ser un impostor. Efectivamente había algunas cosas que se podían criticar, porque no había una prueba cierta de que estos rollos existieran verdaderamente, solo las palabras de Notovich. Pero hay que decir también que otras personas después de él juraron haber visto los mismos rollos, y una, el Swami Abhedananda, un discípulo de Ramakrishna, después de haberse ido al mismo monasterio con la intención de demostrar que Notovich fue un mentiroso, publicó una obra titulada Swami Abhedananda's Journey into Kashmir and Tibet que lleva la traducción de un texto muy parecido al de Notovich. Y dice también que, según el lama que le mostró los rollos, después de la resurrección, Jesús el Cristo se fue secretamente a Kashmir donde vivió en un monasterio circundado de muchos discípulos.
Entonces los pareceres están divididos entre los que están a favor y los que están en contra de la sinceridad de Notovich, pero el Swami Abhedananda fue un estudioso muy serio y respetado y muchas personas hablan de textos y tradiciones orientales sobre Jesús el Cristo.
Además Notovich, a causa de su obra, fue humillado, acusado, escarnecido y por fin considerado un gran impostor, y salió de la polémica hecho pedazos. Si no hubiese sido sincero, ¿para qué exponerse a tantos escarnios?
Hay muchos otros buscadores más recientes que llevan pruebas para demostrar que Jesús fue a Oriente antes y después de la crucifixión, como el profesor Fida Hassnain, que aporta pruebas sobre los viajes de Jesús en Egipto, en Persia, en India y su educación entre los esenios. Si no hubiese nada verdadero no sería pensable que en países tan lejanos, donde el cristianismo no ha llegado o llegó muy tarde, hubiesen nacido tradiciones tan articuladas sobre la presencia de un gran Maestro llamado Issa que vino de Judea y luego volvió a su país. Rechazarlas todas como fantasías es como mínimo superficial.
Veremos en capítulos venideros que hay varias y asombrosas semejanzas entre las Enseñanzas de Jesús y las de las tradiciones orientales. Pero ahora nos vamos a centrar en el sentido de la denominación ‘Nazareno’, que se merece un capítulo específico.
La gnosis develada
Publicado por Isa Ramon.

LA FELICIDAD.



Mi nombre es Felicidad.
Yo soy parte de la vida de aquellos que tienen amigos, porque tener amigos es ser feliz.
Yo soy parte de la vida de aquellos que viven rodeados por personas como usted, pues vivir así es ser feliz.
Yo soy parte de la vida de aquellos que creen que ayer es pasado, mañana es futuro y hoy es un regalo, por eso es llamado presente.
Formo parte de la vida de aquellos que creen en la fuerza del Amor, que creen que para una historia bonita no hay punto final.
Yo estoy casada, sabían?
Estoy casada con el Tiempo. ¡Ah! Y mi marido es lindo!
El es responsable de la solución de todos los problemas.
El reconstruye los corazones, el cura heridas, el vence la Tristeza.
Juntos, el Tiempo y yo tuvimos tres hijos:
La Amistad, la Sabiduría, y el Amor.
La Amistad es la hija mayor. Una muchacha linda, sincera, alegre. Ella brilla como el sol.
La Amistad une a las personas, nunca pretende herir, siempre consolar.
La del medio es la Sabiduría, culta, íntegra. Siempre fue la más apegada al padre, el Tiempo.
La Sabiduría y el Tiempo andan siempre juntos!
El menor es el Amor.
¡Ah! cuánto trabajo me da! Es terco, a veces solo quiere vivir en un lugar.
Yo vivo diciendo:
Amor, fuiste hecho para vivir en dos corazones, no en uno.
El Amor es complejo, pero es lindo, muy lindo!
Cuando él comienza a hacer estragos y perjuicios, yo llamo a su padre, y pronto el Tiempo sale a cerrar todas las heridas que el Amor abrió.
Una persona muy importante me enseñó una cosa:
Todo final siempre es verdadero, si todavía no conoces su verdad es porque no llegó el final.
Por eso, cree siempre en mi familia.
Creee en el Tiempo, en la Amistad,
en la Sabiduría y, principalmente en el Amor.
Y con seguridad un día, yo, la Felicidad, golpearé a su puerta!!!
Saca tiempo para los Sueños.
Ellos conducen en su carruaje hacia las estrellas.

Ana Maria Cantos Torres@