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domingo, 5 de junio de 2016

MI VIAJE AL ETERNO PRESENTE


Me siento absorbida por una fuerza superior a través de una suave espiral llena de luz, de frescura. La luz acaricia mi piel, me provoca un placentero calor dentro de mi pecho y a la vez alivia mis ardientes pies, manos y rostro. Dentro de la espiral avanzo dando vueltas suaves, que no llegan a marearme, pero sí me provocan una sensación de balanceo, como cuando te acunan cuando eres un bebé. En mi mente y en mi corazón solo está EL. Sé que aquello es cosa suya, y no tengo miedo. Sé que no me estoy muriendo. Tampoco lo deseo. Busco en mi corazón, y el único lazo que me ata a mi existencia terrenal son mis amigos. Nada más. También pienso que quizás ellos ya no me necesiten y entonces ¿por qué no podría estar muriéndome? ¿Y qué...? Sé que El me está esperando, y cuando le vea, le voy a dar semejante abrazo que ninguna fuerza podrá separarme de su Corazón. 
Todo esto iba pensando mientras era llevada en esa espiral de luz. Estaba totalmente consciente, lo mismo que momentos antes de la experiencia. Conforme voy avanzando, el calor de mi pecho se hace más intenso. Noto que se me agranda por dentro y que pide más sitio. Estaba a punto de reventar. Llega un momento en el que siento cómo mi cuerpo se abre debido a una fuerte explosión. No hay dolor. Me siento libre, ligera. La velocidad va amainando. Ahora floto y me quedo quieta. He llegado a una especie de espacio abierto. Solo hay luz, pero no como la que conocemos. Es densa, suave, acogedora, acariciante. Cuando extiendo las manos hacia delante es como si pudiera tocarla. De hecho lo hago. Noto una suave masa entre mis manos, la moldeo, y cuanto más la acaricio y la amaso, más forma va tomando. En aquéllos momentos la imagen del Ser Amado sigue estando dentro de mí, y por una magia incomprensible para mí, de entre mis manos, de aquella masa de color azul-blanco se va formando su rostro. Me sobresalto y retiro con brusquedad las manos, y aquélla imagen se disuelve. Sigo andando o flotando, no lo sé. No estoy sola. Siento varias presencias y mucho amor. De repente, y sin pensarlo de antemano, unas palabras salen de mi interior, y no digo de mi boca porque no tengo cuerpo. Yo también soy luz, soy parte de aquélla vivificante masa que me rodea.
-¡Aquí estoy...!. ¿Quiénes sois? No hay respuesta. Ahora pienso en mis amigos. ¡Cuanto deseo en estos momentos tenerles a mi lado, compartir la experiencia con ellos...! Los visualizo uno a uno, y a cada imagen, un golpe de amor acaricia mi corazón.
-¡"Somos nosotros"! Yo no veo a nadie y vuelvo a preguntar: ¡No os veo...! ¿Quienes sois?
-¡Tus amigos! Y en aquél instante fueron formándose de entre la luz los rostros de aquéllos seres tan amados por mí.
-¿Pero es que vosotros también estáis aquí?
-¡Siempre hemos estado, y tú también...! ¡Fíjate bien! Y aquéllos rostros desaparecieron en la luz y volvieron a formarse otros tantos más uno. Pero no eran los suyos, sino distintos, muy hermosos, sí... pero no eran ellos. Además, todos eran iguales. Sin embargo lo que yo percibía de ellos, el amor que me daban, y el que descaradamente salía de mí hacia ellos, me convencieron de lo contrario. Eran ellos, sí... pero no entendía nada.
-¡Sí, somos nosotros, pero en el futuro, en tu futuro, en el que vivimos ahora pero que tú desconoces todavía. Porque la luz no se mide con vuestro tiempo. En tu mente y en tu corazón están los amigos, nosotros, pero los que conviven contigo en tu momento. Cuando ese momento sea consciente, ya no habrá para ti tiempo ni momentos. Será siempre el Presente. Has venido al Eterno Presente, tu futuro y nuestro presente en este momento. Somos nosotros una vez concluida la evolución y la ascensión del alma. Somos luz, y aunque veas estos rostros, ya no tenemos un cuerpo denso. Somos pensamiento, armonía, amor, color, vibración, luz creadora, expansión. Tú también estás aquí, ¿no te reconoces?
-No, no me identifico. No sé quien de vosotros, bueno, de nosotros, soy yo. Es como cuando estamos juntos en mi realidad. En ningún momento me identifico como yo, ni tampoco a los demás. Sólo siento, experimento el amor, la amistad, la entrega, un compartir más que la vida. Me pasa exactamente lo mismo aquí y ahora. No sé quien es quien. Con vosotros experimento la esencia.
-¡El núcleo, querida hermana! Ya sabes quienes somos. Ahora prescindiremos de las formas y nos verás, te verás tal y como somos y hemos sido siempre: energía, luz y corazón.
 Y aquéllos rostros volvieron a disolverse. Y sólo quedó la luz. A lo largo de esta experiencia, según fuera el tema, mejor dicho, las vibraciones resultantes de nuestro intercambio, la luz cambiaba de tonalidad. Tonos rosas, azules, dorados, violetas, pero el que más predominaba era el rosa.
-¡Y en este núcleo de luz no solo estamos nosotros, sino muchos más. Somos cientos de almas afines que desde siempre hemos compartido una misma esencia. Nuestros ideales, aspiraciones, objetivos, vivencias, han sido las mismas. Todas estas almas afines te conocen, y tú las conoces a ellas una por una. A lo largo y ancho de tu experiencia como ser humano, las has amado, y en lo que te queda de recorrido, todavía conocerás a más y también las amarás, las sentirás profundamente en tu corazón, en tu alma. Porque todos ellos forman parte de ti, y tú formas parte de cada uno de ellos. Ahora solo nos identificamos ante ti este pequeño grupo, el que está contigo en tu momento, en tu presente, para que comprendas lo que queremos decirte. Nosotros formamos un núcleo de luz. Nuestra esencia es el amor, que compartimos en igualdad con otros núcleos de luz, pero cada uno con su propia identidad, su propia esencia. La nuestra es la entrega incondicional y plena. Somos los ajustadores, los sanadores y cuidadores de la Vida y de todos nuestros hermanos en la Luz.
-¿Entrega incondicional? Esto me suena familiar. ¿Pero en que consiste esta definición?
-No es ninguna definición, hermana, sino un hecho. Durante mucho tiempo hemos sido individuos, seres humanos, seres de luz experimentando el mundo de la materia. La luz tenía que penetrar en la oscuridad, mezclarse con ella, fundirse, ponerse al rojo vivo para luego enfriarse y volverse materia pesada. La luz quedó prisionera en la piedra, y durante eones ha intentado liberarse de ella y volver de nuevo a Casa, a la Fuente. Y lo conseguimos. Liberamos la Luz y aquí estamos, todos sin excepción. Ese sueño que floreció en tu corazón hace ya tanto tiempo y que has defendido hasta el final, ya se ha cumplido.
Aquélla revelación me alegró el alma. Al final mi sueño y el de muchos se había hecho realidad. El Amor había triunfado. Pero ellos habían guardado silencio. Sentí que no habían dicho todo. Tuve la sensación de que aquél final feliz había requerido un alto precio.
-¿Hay algo más verdad...? ¿Por qué si todo es tan hermoso y perfecto, hemos guardado este silencio. ¿Qué más debo saber?
-¡Liberamos la Luz, pero destruyendo la materia, la piedra. La luz vino a la Luz, pero la materia quedó destruida y calcinada y perdida en el planeta y en esa dimensión. La luz vino intacta, pero con las manos casi vacías. Nuestro propósito, nuestra entrega incondicional, no se llevó a cabo.
-¿Pero cómo es posible? Si somos seres de luz, evolucionados, ¿cómo es posible que no lo hayamos conseguido? ¡No lo entiendo!
-Desde la Luz todo se ve claro y hermoso. Todo es sencillo, perfecto. Desde la Luz planeamos transformar la materia, y aunque se intuye el riesgo, se desconoce. Forma parte de la experimentación. Cuando la Luz se ve prisionera en un cuerpo tan denso y pesado, siente la asfixia de la ignorancia, del olvido, de la desunión con la Fuente. Solo se ve oscuridad en su interior y alrededor. Muy grande y fuerte en el Amor tiene que ser un corazón humano, para entregarse a su mundo, a su materia, sin esperar tan siquiera su ascenso, para no pensar en su liberación, sino es con su propia cárcel, con su proyección en la materia, con su Sombra. La entrega incondicional es esa. Entrar voluntariamente en esa cárcel humana, en la piedra pesada y amarla... y ser luz, siempre luz. Entregar la esencia, la fuerza, la vida, la sangre, y amando... siempre amando. Mientras aquéllas voces hablaban, en mi mente y en mi corazón latía la imagen de EL. No sé por qué, pero sabía que esto último tenía mucho que ver con él. Y era curioso, pues habría asegurado que en todo momento había estado presente allí, pero no se había manifestado. Sentía su presencia, y tenía unas ganas enormes de abrazarme a él, de fundirme para siempre con él. Quería volver a mi mundo, a mi cárcel voluntaria personal y experimental, pero con EL. Hacer todas las locuras del mundo, lo pensable e impensable, pero con EL. En aquél momento me vinieron a la memoria unas palabras que uno de mis amigos de mi actual realidad, en un momento de acaloramiento espiritual, me dijo: ¡Si tanto le amas, tráelo de nuevo! Y yo le contesté: ¡Si pudiera hacerlo... ahora mismo lo haría!
-¡¡Sí que puedes!! Me respondieron ellos.
-¿Pero cómo?
-Está deseando volver contigo, ¡llévatelo!
En ningún momento pensé que estaban bromeando conmigo. Sabía que si lo decían así es porque era posible, pero seguía sin comprender, no entendía nada.
-¿Bien, y dónde está?
-¿Quien es EL para ti? Buena pregunta, sí señor.... Nunca me la había hecho a mí misma. Sólo sentía. El había sido y lo era todo para mí. Le amaba con toda mi alma, con todo mi Ser. Sentía en mí su corazón, sabía de su mente, de sus pensamientos, de sus sentimientos, de su dolor, de su alegría. Me sentía parte de él, y le sentía muy dentro de mí. Era tal la compenetración, que cuando pensaba en él, sólo sentía fuego en mi interior. ¿Que quien era EL para mí...? Fui consciente de mi ignorancia, y con la humildad de un niño contesté:
-¡Aunque es el ser que más amo, no sé quien es! De nuevo el silencio. Unos minutos después se oyeron de nuevo las voces.
-¡EL eres tú misma!
Ante aquélla respuesta enmudecí. ¡No es posible!, gritaba mi mente. ¡Cálmate, escucha y siente! gritaba mi corazón.
-EL eres tú, somos nosotros, los cientos de espíritus afines, ahora núcleo de luz, cuya identidad es la entrega absoluta e incondicional al Amor y a la Vida, y por lo tanto, a la Humanidad. Como te hemos dicho antes, el Plan de la Ascensión ha concluido. Todo aquello que era luz, ha vuelto a la Fuente, pero la materia quedó destruida. Nosotros vemos que los resultados pueden cambiar y mejorar, llegar a ser perfectos, y para ello debemos cambiar muchas cosas. Tenemos que intervenir en vuestro pasado y presente, que es el nuestro también, y crear nuevas alternativas, nuevos senderos que nos lleven a potenciar más la luz en la materia. Hacer lo imposible para que no sólo ascienda el espíritu, sino también la piedra después de haberse fundido con ella.
-¿Pero ya se puede intervenir y alterar el proceso evolutivo?
-Puede cambiarse, pero solo podemos intervenir en nosotros mismos, en nadie más. Establecemos contacto con todas las individualidades que nos han pertenecido, en las que nos hemos proyectado en Luz y en espíritu. No siempre lo hemos conseguido. Dependía de nuestro nivel evolutivo en aquél momento determinado. En muchas ocasiones, para nosotros mismos, hemos sido en el contacto dioses, profetas, ángeles, entes sobrenaturales... Hemos podido, en esas circunstancias, alterar y cambiar algunas cosas en nosotros mismos, pero no se ha conseguido todo. Se puede hacer más.
-¿Como qué...?
-Se necesitaría que en ese contacto, nosotros fuésemos conscientes de que esos dioses o ángeles somos nosotros mismos, de quiénes somos realmente, de que somos los verdaderos artífices de la Vida, de lo que sus Seres Evolucionados quieren hacer a través de ellos, de nosotros, para cambiar las cosas. Sólo entonces podríamos proyectar, además de la Luz, el Eterno Presente en el ser humano y en el mundo. Algunas veces, realmente muy pocas, lo hemos conseguido. Ha habido parte de nosotros a través del tiempo que se ha hecho consciente de su verdadera identidad. A través de esa individualidad hemos podido actuar según nuestra evolución de ahora. Hemos sido realmente nosotros los que hemos vivido y actuado a través de ella. Un ejemplo muy claro es el de nuestro hermano Jhasua, como tú le recuerdas. El fue una individualidad como lo fuiste tú y otros más de nosotros en aquélla época. Había fuertes sentimientos porque había afinidad. Pero El, cuando conectó con nuestro núcleo, cuando se hizo consciente de la Luz que había dentro de él, de su verdadera identidad, la dejó hacer en él, se entregó incondicionalmente a ella y fue el instrumento más preciso y puro del Plan de Amor y de Recuperación. Jhasua os hizo partícipes a los que más podríais entenderle de su toma de conciencia. No le entendisteis, era nuestra evolución entonces. Pero aun así, el Plan comenzó su andadura. Ha habido muchas tomas de consciencia desde entonces. Lo que le ocurrió a Jhasua, te está sucediendo a ti ahora y a muchos más. Por ello te sientes tan identificada con él, por ello muchos de vosotros os sentís atraídos y compenetrados por nuestro hermano, porque esa misma Luz, esa misma esencia que le tomó entonces, está ahora dentro de vosotros, en muchos corazones. Dices que le sientes aquí... ¡Jhasua somos todos nosotros! El, como hombre, como individualidad en este Eterno presente, se ha fundido con el núcleo, y tú también estás en él. Por ello le sientes, eres tú misma, somos nosotros, los amigos a los que amas en tu momento y que conocerás en un futuro. Sed conscientes de quienes sois, de quienes somos ahora y siempre, de lo que queremos hacer y cambiar, y entregaros a la humanidad, al mundo, sin condiciones. Amad, sentid, comprended, moldead con cariño y complacencia al mundo de la materia. Es un hijo del Amor, y el amor, aún con sus limitaciones, responde al Amor. No penséis en vuestra ascensión, porque ya estamos ascendidos. No esperéis a ningún Mesías, a ningún salvador de la humanidad. Nosotros somos sus salvadores, que conscientemente y a lo largo y ancho de toda nuestra existencia, nos hemos propuesto llevar con nosotros de regreso a Casa a lo más querido, a nuestro mundo, a nuestro Hijo. ¡Vuelve al mundo de la materia, hermana, y deja que el núcleo de nuestro Ser actúe a través de ti, que nuestra Luz brille en el mundo, que nuestro Amor abrace a toda la humanidad. Deja que la rosa de tu corazón se abra para siempre a la Vida. Deja que tus manos y tu pensamiento moldeen la materia. Mírala con ojos de amor y transmítele vida. Transforma nuestra realidad, y que el Presente Eterno y el Amor reinen en tu vida y en tu corazón. ¡Llévate a Jhasua contigo! Sé consciente, déjate hacer por el Corazón y permite que el Amor te moldee y se haga tu siervo. Y resucitarás a Jhasua en tu propia persona, y ayudarás, nos ayudarás a recuperar lo que tanto amamos, y que un día en el que el Gran Sol lloró, dejamos perdido y olvidado entre las cenizas!
Y aquí terminó la experiencia. Cuando me levanto a la mañana, una gran conmoción se había adueñado de mí. Lloraba con ganas. Era un alivio. Emoción, una inmensa ternura, un profundo e intenso amor, un fuego abrasador en mi pecho y garganta. Aquél llanto era un bálsamo. Algo había cambiado en mí. No era la misma. Me siento bien, en calma, llena, muy llena de amor. Siento mi cabeza diez veces más grande, con un gran universo sin explorar. Me siento hermosa, grande, pero sobre todo colmada. Cuando mis ojos llorosos y emocionados se dirigen hacia la mesita de noche, veo la imagen de Jhasua que con tanto cariño moldeé y pinte cuando niña. Y entonces comprendí que es lo que había cambiado. Mi deseo ya no era sentirme digna de El, de su amor. ¡Me parecía ya tan pobre ese anhelo...!. Ahora quería ser como él, andar a su lado, al mismo paso, compartiendo destino, trabajo, esfuerzo y todo lo demás. Y me sentía capaz de ello. Ahora comprendía muchas cosas. Jhasua era yo, era todos aquéllos que descubren su verdadera identidad divina y a través de ella se entregan al mundo. Son Luz, somos Luz y Amor, para eso existimos y también hemos nacido y renacido tantas veces en el Presente Eterno. Miro la imagen y sonrío. Sé que Jhasua, como ser humano, nunca ha dejado esta dimensión ni esta existencia. Es uno más que intenta cambiar las cosas. ¡¡Sé que estás en este mundo, querido amigo...,es posible que alguna vez nos encontremos o quizás no, pero lo importante es que estamos todos unidos con el Corazón y que nunca nos sentiremos solos!
Mes de Octubre, del año 1980
ALMA VIAJERA

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