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jueves, 9 de junio de 2016
Las grandes enseñanzas cósmicas de Jesús de Nazaret a Sus apóstoles y discípulos Parte.VII)
Las grandes enseñanzas cósmicas. Parte VII.
Sé silencioso.
En el silencio interno te harás consciente de que eres un ser que proviene de Dios, que está en Dios, pues el Padre eterno universal y tú, Su hijo, sois uno. Tú, ser puro, vives en lo más sagrado, en ti, en el Yo divino, pues eres el templo de Dios, y el Santísimo habita en ti.
Sé silencioso.
En ti está el silencio, y tú estás en el silencio.
Si te has vuelto silencioso, ya no tienes sensaciones, pensamientos, palabras, emociones ni tendencias humanos; te traspasa el silencio universal, Dios.
En ti se desarrollan sensaciones y pensamientos sagrados; hablas palabras llenas de vida y actúas de manera impersonal para la gran totalidad.
El Yo divino verdadero, el omniabarcante, el poderoso Yo Soy, se comunica contigo, y tú eres el resplandor de la belleza, tú eres lo puro, lo noble y lo fino, lo elevado –porque habitas en ti, en el Yo divino eterno, en el SER, y porque eres lo que el Cielo es: la belleza, la pureza, la nobleza, lo fino, lo elevado, la bondad, el amor desinteresado.
El sol del amor tiene el lenguaje de la luz. El sol del amor ilumina en ti y a través de ti.
Tu ser es el resplandor del sol, del amor desinteresado.
Sé silencioso, totalmente silencioso. Nada ni nadie se agita en ti.
El orden sagrado del templo, que tú eres, es el amor irradiante, desinteresado, el sol de la justicia, el gozo de tu vida, el Yo Soy.
Sea lo que fuere lo que pienses hacer o llevar a cabo –el Yo divino verdadero en ti, el SER, siente, piensa, habla y obra a través de ti.
Tu forma de sentir y pensar elevada, desinteresada, es el SER, lo divino, que tú eres.
El verdadero SER está únicamente centrado en el asunto y en la cuestión, y establece comunicación con lo puro en el asunto y en la cuestión. Lo puro en el asunto y en la cuestión te dice en tu interior cómo has de organizar el asunto y la cuestión, cómo has de planificar, cómo puedes poner en claro cualquier situación, cómo puedes transformar el desorden en orden y cómo puedes purificar lo que no está purificado.
En cada pregunta está el SER, la respuesta para ti.
En cada respuesta está el SER –y eventualmente de nuevo la pregunta para ti.
En cada conversación obra el SER –tú lo experimentas en ti.
En cada palabra está el SER –te habla.
En todo lo que ves y en lo que se te presenta está el SER –se muestra a ti y te habla.
Si estás en lo más interno de ti, tu templo es puro y estás en comunicación con lo puro.
Oyes lo que otros no oyen; ves en profundidad lo que otros no ven; sabes lo que otros no saben; te das cuenta de lo que otros no se dan cuenta; sientes lo que otros no sienten; hueles y gustas lo que otros no huelen ni gustan; percibes lo que otros no perciben –porque tú eres la verdad, el silencio del templo, el amor desinteresado, la Ley, Dios.
Comprende:
Cada asunto, cada cuestión, cada dificultad, cada problema, cada situación, cada conversación; sí, cada palabra se habla a sí misma.
El SER en el asunto, en la cuestión, en el problema, en la dificultad, en cada situación, en cada acto y en cada pensamiento habla a su vez el poderoso Yo divino, el SER.
La envoltura, lo humano, se habla a sí misma. La fuerza en la envoltura, el SER, se habla igualmente a sí mismo; es el Yo Soy.
Quien se ha convertido en el SER, en el Yo divino desinteresado, está en comunicación con lo puro. El ve con los ojos de la verdad; él pone en claro, ordena, purifica, planifica y habla desde el eterno SER, el Yo divino desinteresado.
El yo inferior no conoce el Yo Soy; pero el Yo Soy conoce el yo inferior, porque el Yo Soy, el SER, lo traspasa todo.
El que es puro, el que respeta el orden del templo, se esforzará en poner en claro cada situación a partir de la ley, en llevar cada conversación legítimamente, en solucionar cada asunto, cada cuestión, cada problema y cada dificultad a partir de la Ley, Dios.
Si el yo humano quiere solucionar el asunto, la cuestión, la dificultad, el problema, la situación o la conversación con su yo inferior, o bien permanecerá sin solucionar, o conducirá al caos.
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