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domingo, 12 de junio de 2016

Es muy importante saber cómo escuchar. (Krishnamurti)



Krishnamurti
Es muy importante saber cómo escuchar.


Pienso que es muy importante saber cómo escuchar. 

Si saben cómo escuchar, llegarán inmediatamente a la raíz de las cosas. Si escuchan el sonido puro, tendrán un contacto instantáneo con su belleza. De igual manera, si supieran cómo escuchar lo que se está diciendo, habría una comprensión instantánea. Escuchar es enfocar completamente la atención. Ustedes piensan que la atención es una cosa cansadora, que aprender a concentrarse es un largo proceso. Pero si realmente saben cómo escuchar, entonces la atención no es difícil y encontrarán que llegan inmediatamente al corazón de las cosas, con un estado extraordinario de alerta.

La mayoría de nosotros no escucha realmente. Nos distraen los ruidos externos o tenemos algún prejuicio, alguna propensión que deforma nuestra mente, y eso nos impide escuchar verdaderamente lo que se dice.

Esto es especialmente así con las personas mayores, porque tienen tras de sí una larga serie de logros y fracasos; son alguien o no son nadie en el mundo, y es muy difícil penetrar las capas de sus formulaciones, de sus conceptos previos. 

Su imaginación, su condicionamiento, su sentido de la realización personal impedirán que lo que se dice pueda penetrar. Pero si sabemos cómo escuchar lo que se está diciendo, si podemos escuchar como si escucháramos el canto de un pájaro en la mañana, entonces el escuchar es una cosa extraordinaria, especialmente cuando lo que se dice es algo verdadero. Puede no gustamos, puede que lo resistamos instintivamente; pero si realmente podemos escuchar, veremos la verdad de ello. De ese modo, el auténtico escuchar quita la carga de la mente, limpia los desperdicios de muchos años de fracasos, éxitos, anhelos.

Ustedes saben lo que es la propaganda, ¿no es así? Significa propagar, sembrar o repetir constantemente una idea. 

Así es como el propagandista, el político, el líder religioso imprimen en la mente de ustedes lo que ellos quieren que crean. También en este proceso hay involucrado un escuchar. 
Tales personas repiten continuamente lo que uno debe hacer, qué libros debe leer, a quién debe seguir, qué ideas son correctas y qué ideas son erróneas; y esta constante repetición deja una huella en nuestra mente. Aun si no los escuchamos de manera consciente, eso va dejando una impresión, y tal es el propósito de la propaganda. Pero ya lo ven: la propaganda es meramente un interés creado, no trae esa verdad que uno comprende al instante cuando realmente escucha, cuando presta atención sin esfuerzo alguno.

Ahora ustedes me están escuchando; no están haciendo un esfuerzo para prestar atención, simplemente están escuchando; y si hay verdad en lo que oyen, encontrarán que dentro de ustedes ocurre algo notable: un cambio no premeditado ni deseado, una transformación, una revolución completa en la que sólo reina la verdad y no las creaciones de la mente. 

Si puedo sugerirlo, de ese modo tienen que escucharlo todo, no sólo lo que estoy diciendo sino también lo que dicen otras personas; así tienen que escuchar a los pájaros, el silbido de una locomotora, el ruido del autobús que pasa. Encontrarán que cuanto más lo escuchan todo, mayor es el silencio, y ese silencio no es roto por el ruido. Pero cuando están resistiendo algo, cuando erigen una barrera entre ustedes y aquello que no desean escuchar, sólo entonces se genera una lucha.

Ahora bien, ¿no es muy importante ser refinado, tanto exteriormente como interiormente? ¿Saben qué es el refinamiento? Es ser sensibles a todo lo que nos rodea, y también a los pensamientos, a las creencias, a los sentimientos que hay dentro de nosotros. El refinamiento se refleja en las ropas que vestimos, en nuestros modales, en nuestros gestos, en la manera como caminamos, como hablamos, como miramos a la gente. Y el refinamiento es esencial, ¿verdad? Porque sin refinamiento lo que hay es deterioro.

¿Saben qué significa deteriorar? Es lo opuesto de crear, de construir, de tener la iniciativa para progresar, para crecer. 

El deterioro implica lenta decadencia, marchitamiento; y eso es lo que está sucediendo en el mundo. En los colegios y en las universidades, entre las naciones, entre los pueblos, en el individuo, hay una paulatina decadencia; el proceso de deterioro prosigue todo el tiempo y esto es porque falta refinamiento interno. Ustedes podrán tener cierta cantidad de refinamiento exterior, podrán vivir en una hermosa casa, alimentarse bien, observar una pulcritud escrupulosa, pero sin el refinamiento interno, la perfección externa de la forma tiene muy poco sentido. Es meramente otra variedad de deterioro. Tener bellas posesiones pero ser internamente groseros, o sea, estar interesados en la propia vanidad y grandiosidad, en las propias ambiciones y logros, es el camino del deterioro.

Existe la belleza de la forma en la poesía o en una persona o en un árbol hermoso, pero sólo tiene sentido a través del refinamiento interno del amor. Si hay amor, habrá refinamiento tanto externo como interno. 

El refinamiento se expresa exteriormente en la consideración por los demás, en la manera como tratamos a nuestros padres, a nuestros vecinos, al sirviente, al jardinero. El jardinero puede haber creado para nosotros un bello jardín, pero sin ese refinamiento que es amor, el jardín es meramente una expresión de nuestra propia vanidad.

Por lo tanto, es esencial tener refinamiento, tanto externo como interno. La manera como ustedes comen es muy importante: si hacen ruido mientras comen, eso importa muchísimo. 

El modo como se comportan, los modales que tienen cuando están con sus amigos, la manera como hablan de otros... todas estas cosas importan porque señalan lo que son ustedes internamente, indican si hay o no hay refinamiento interno. Una falta de refinamiento interno se expresa en la degeneración externa de la forma; de modo que el refinamiento externo significa muy poco si no hay amor. Y ya hemos visto que el amor no es una cosa que podamos poseer. Adviene sólo cuando la mente comprende los complejos problemas que ella misma ha creado.

Interlocutor:¿Por qué sentimos orgullo cuando tenemos éxito ?

K.: ¿Con el éxito hay un sentimiento de orgullo? ¿Qué es el éxito? ¿Alguna vez han considerado qué es tener éxito como escritor, como poeta, como pintor, como hombre de negocios o político? Sentir que internamente hemos logrado cierto control que otros no poseen o que hemos triunfado donde otros han fracasado; sentir que somos mejores que algún otro, que hemos llegado a ser un hombre de éxito, que somos respetados, estimados por los demás como ejemplo... ¿qué indica todo esto? Naturalmente, cuando tenemos este sentimiento hay orgullo: 

Yo he hecho algo, yo soy importante. 
El sentimiento del "yo" es, por su misma naturaleza, un sentimiento de orgullo. Así, el orgullo crece con el éxito; uno está orgulloso de ser muy importante, comparado con otras personas. Esta comparación de uno mismo con otro existe también en nuestro seguimiento del ejemplo, del ideal, y nos brinda esperanza, nos da fuerza, propósito, impulso, lo cual sólo fortalece al "yo", al agradable sentimiento de que uno es mucho más importante que cualquier otro; y ese sentimiento, esa sensación de placer, es el principio del orgullo.

El orgullo genera muchísima vanidad, un engreimiento egocéntrico. Esto pueden observarlo en los adultos y en ustedes mismos. Cuando aprueban un examen y sienten que son un poco más inteligentes que otro, se introduce en ello una sensación de placer. Es lo mismo cuando superan a alguno en una discusión o cuando sienten que son físicamente más fuertes o más hermosos: inmediatamente hay un sentimiento de la propia importancia. Este sentimiento de la importancia del yo engendra inevitablemente conflicto, lucha, dolor, porque uno tiene que sostener su importancia todo el tiempo.

Interlocutor: ¿Cómo podemos librarnos del orgullo?

K.: Si hubieras escuchado realmente la respuesta a la pregunta anterior, habrías entendido cómo se puede estar libre del orgullo y estarías libre del orgullo; pero estabas ocupado pensando en cómo formular la siguiente pregunta, ¿no es así? Por lo tanto, no estabas escuchando. Si realmente escuchas lo que se está diciendo, descubrirás por ti mismo la verdad de ello.

Supongamos que estoy orgulloso porque he logrado alguna cosa. Me he convertido en el director; he estado en Inglaterra o en Norteamérica; he hecho grandes cosas, mi fotografía ha aparecido en los periódicos, etc., etc. Sintiéndome muy orgulloso me digo: "¿Cómo puedo librarme del orgullo?"

Ahora bien, ¿por qué quiero estar libre del orgullo? Ésa es la pregunta importante, no cómo estar libre. ¿Cuál es el motivo, cuál es la razón, el incentivo? ¿Quiero librarme del orgullo porque siento que es dañino para mí, que es penoso, que no es bueno espiritualmente? Si ése es el motivo, entonces el tratar de librarme del orgullo es otra forma de orgullo, ¿verdad? Sigo estando interesado en mi realización personal. 

Al encontrar que el orgullo es muy penoso, espiritualmente feo, digo que debo librarme de él. El "debo librarme" contiene el mismo motivo que el "debo tener éxito". El "yo" sigue siendo importante, es el centro de mi lucha por librarme.

Lo que importa, pues, no es cómo estar libre de¡ orgullo, sino comprender el "yo", y el "yo" es muy sutil.

Este año quiere una cosa y quiere otra cosa al año siguiente; y cuando eso resulta ser doloroso, entonces quiere alguna otra cosa. Por lo tanto, mientras este centro del "yo" exista, significa muy poco que uno sea orgulloso o sea lo que suele llamarse humilde. Son sólo chaquetas diferentes que uno se pone. Cuando una chaqueta en particular me gusta, me la pongo; y al año siguiente, según mis fantasías, mis deseos, me pongo otra chaqueta.

Lo que tienen que comprender es cómo se forma este "yo". El "yo" se forma a causa del sentimiento de logro en sus distintas formas. Esto no quiere decir que ustedes no deban actuar; lo que tiene que comprenderse es el sentimiento de que "yo" estoy actuando, de que "yo" lo estoy logrando, de que "yo" no debo tener orgullo.

Tienen que comprender la estructura del "yo". 

Tienen que percatarse de su propio pensar; tienen que observar cómo tratan al sirviente, a su padre y a su madre, al maestro; tienen que ser conscientes de cómo miran a los que están por encima y a los que están por debajo de ustedes, a los que respetan y a los que desprecian. 
Todo esto revela los comportamientos del "yo". Comprendiendo los comportamientos del "yo" hay libertad respecto del "yo". Eso es lo que importa, no cómo librarse del orgullo.

Interlocutor: ¿De qué modo algo bello puede ser motivo de felicidad para siempre?

K.: ¿Es ése tu pensamiento original o estás citando a alguien? ¿Quieres descubrir si la belleza es perecedera y si puede haber felicidad eterna?

Interlocutor: La belleza llega en ciertas formas.

K.: El árbol, la hoja, el río, la mujer, el hombre, esas aldeanas que llevan una carga pesada sobre sus cabezas y caminan bellamente... ¿Es perecedera la belleza?

Interlocutor: Las aldeanas pasan pero dejan una impresión de belleza.

K.: Pasan, y el recuerdo de ello permanece. Vemos un árbol, una hoja, y el recuerdo de esa belleza permanece.

Ahora bien, el recuerdo de la belleza, ¿es una cosa viva? Cuando vemos algo bello, el júbilo es inmediato; vemos una puesta de sol y hay una respuesta inmediata de júbilo. Ese júbilo, pocos momentos después, se ha convertido en un recuerdo. ¿Es una cosa viva el recuerdo de ese júbilo? El recuerdo de la puesta de sol, ¿es una cosa viva? Es una huella muerta, ¿verdad? Y mediante esa huella muerta de la puesta de sol queremos recapturar el júbilo. Hay júbilo como respuesta inmediata a la belleza, pero interviene el recuerdo y lo destruye todo. Sólo si hay una constante percepción de la belleza, sin las acumulaciones de la memoria, existe la posibilidad de una felicidad perdurable.

Pero no es fácil estar libres de las acumulaciones de la memoria, porque en el momento en que vemos algo muy placentero, lo convertimos en un recuerdo al que nos aferramos. Cuando vemos un objeto bello, un niño hermoso, un hermoso árbol, hay un júbilo inmediato, pero entonces queremos más de eso. El querer más de eso es la acumulación de la memoria. Al querer más de lo mismo hemos puesto en marcha el proceso de la desintegración, y en eso no hay júbilo alguno' La memoria jamás puede producir una felicidad perdurable.

Ésta existe sólo cuando hay una constante y espontánea respuesta a la belleza, a la fealdad, a todo, sin que se active el impulso de la memoria; esto implica una gran sensibilidad interna y externa, implica tener un verdadero amor.

Interlocutor: ¿Por qué los pobres son felices y los ricos son desdichados?

K.: ¿Son particularmente felices los pobres? Podrán cantar, podrán bailar, pero ¿son felices? Tienen comida insuficiente, tienen pocas ropas o ninguna, no pueden mantenerse limpios, trabajan de la mañana a la noche año tras año. Puede que tengan ocasionales momentos de felicidad, pero no son verdaderamente felices, ¿no es así?

¿Y son desdichados los ricos? Poseen abundancia de todo, disfrutan de altas posiciones, viajan. Son desdichados cuando se frustran de algún modo, cuando se enfrentan con obstáculos y no pueden obtener lo que desean.

¿Qué es lo que entiendes por felicidad? Algunos dirán que la felicidad consiste en lograr lo que queremos. Si queremos un automóvil y lo obtenemos, somos felices, al menos por un tiempo. Es lo mismo si queremos un sari o un viaje a Europa; si logramos lo que queremos, somos felices. Si queremos ser el profesor más renombrado o el más grande de los políticos, somos felices si podemos llegar a eso y desdichados si no podemos.

Por lo tanto, lo que ustedes llaman felicidad es el resultado de obtener lo que desean, de alcanzar el éxito, de llegar a ser ilustres. Desean algo, y mientras pueden obtenerlo sienten que son perfectamente felices, no se sienten frustrados; pero si no pueden obtener lo que desean, entonces comienza la infelicidad.

Este problema nos concierne a todos, no sólo al rico y al pobre. El rico y el pobre desean por igual algo para sí mismos, y si algo les impide lograrlo, se sienten desdichados. No estoy diciendo que los pobres no deban tener lo que quieren o necesitan. Ésa no es la cuestión que estamos considerando. Tratamos de descubrir qué es la felicidad y si la felicidad es algo de lo que estamos conscientes.

Cuando estamos conscientes de que somos felices, ¿es eso felicidad? Eso no es felicidad, ¿cierto? Ocurre como la humildad: en el momento en que estamos conscientes de que somos humildes, no somos humildes.

De modo que no podemos ir tras la felicidad, no es algo que pueda perseguirse. Llega; pero si la buscamos nos eludirá.

Interlocutor: Aunque hay progreso en diferentes direcciones, ¿por qué no hay hermandad?

K.: ¿Qué es lo que entiendes por progreso?

Interlocutor: El progreso científico.

K.: De la carreta de bueyes al jet, eso es progresos ¿verdad. Hace siglos sólo existía la carreta de bueyes, pero paulatinamente, a través del tiempo, hemos desarrollado el jet. Los medios de transporte en la antigüedad eran muy lentos y ahora son muy rápidos: en pocas horas podemos estar en Londres. Gracias a las medidas sanitarias, a la nutrición apropiada y al cuidado médico, ha habido también una gran mejora en materia de salud física. Todo esto es progreso científico; sin embargo, no nos hemos desarrollado o progresado igualmente respecto de la hermandad.

Ahora bien, ¿es la hermandad una cuestión de progreso? Sabemos lo que queremos decir con "progreso": es evolución, es alcanzar algo a través del tiempo. Los científicos dicen que hemos evolucionado a partir del mono; dicen que, a través de millones de años, hemos progresado desde las formas de vida más inferiores hasta la más alta, que es el hombre. ¿Pero es la hermandad una cuestión de progreso? ¿Es algo que puede evolucionar a través del tiempo? Está la unidad de la familia y la unidad de una sociedad o nación en particular; desde la nación, el paso siguiente es el internacionalismo, y de ahí surge la idea de un mundo único y unido. El concepto del mundo unido es lo que llamamos hermandad. ¿Pero es el sentimiento de hermandad un asunto de evolución? ¿Puede ser cultivado lentamente a través de las etapas de la familia, la comunidad, el nacionalismo, el internacionalismo y la unidad mundial? La hermandad es amor, ¿no es así? ¿Puede el amor ser cultivado paso a paso? ¿Es una cuestión de tiempo el amor? ¿Comprenden de qué estoy hablando?

Si digo que habrá hermandad dentro de diez, o treinta, o cien años, ¿qué es lo que eso indica? Indica, ciertamente, que no amo, que no me siento fraternal. Cuando digo: "Seré fraternal, amaré", el hecho real es que no amo, que no soy fraternal. En tanto piense en términos de "seré", no soy. Mientras que si elimino de mi mente el concepto de ser fraternal en el futuro, puedo ver lo que realmente soy; puedo ver que no soy fraternal y puedo empezar a descubrir por qué.

¿Qué es lo importante: ver lo que soy o especular acerca de lo que seré? Ciertamente, lo importante es ver lo que soy, porque entonces puedo habérmelas con ello. Lo que seré está en el futuro, y el futuro es imposible de predecir. El hecho real es que carezco del sentido fraternal, que no amo verdaderamente; y es con ese hecho con el que puedo comenzar, comenzar a hacer algo al respecto. Pero decir que seré algo en el futuro es mero idealismo, y el idealista es una persona que está escapando de lo que es: escapa del hecho, el cual sólo puede ser cambiado en el presente.



Extracto de: EL ARTE DE VIVIR - J. Krishnamurti
 

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