A veces me sorprendo a mí misma cuando siento deslizarse por mi mejilla una lágrima contemplando un amanecer, cuando la gran mente ruidosa, distorsionadora y asfixiante de esta realidad, permanece dormida.
A veces esa lágrima es amarga, silenciosa, que provoca un fuerte dolor en mi alma, en mi corazón, al contemplar la realidad que comparto con el resto de la humanidad. Una realidad donde la manipulación y la indignidad es una constante. Una realidad donde el más fuerte, el que más tiene, triunfa.
Nos hemos acostumbrado tanto al dolor y al sufrimiento propio y ajeno, que nos hemos vuelto indolentes.
La excusa que está más de moda es que todo está en un perfecto orden divino, que Dios es Todo, que todos somos UNO, y así queda justificado. Los que sufren, los que mueren de hambre, los que son desheredados, a los que se les usurpa la dignidad que por derecho divino les corresponde, es porque así lo han elegido, es su aprendizaje, su karma, etc...
Pero todavía me entristece más cuando oigo a hermanos y amigos que trabajan para la LUZ, que se autoproclaman guerreros de la Luz, que si este mundo no cambia es porque el hombre es egoísta y le domina el ego.
Si al ser humano le domina el ego, es porque está sumido en la ignorancia. Al ser humano, desde siempre, se le ha censurado el conocimiento real de su origen, no así cuentos e historietas que tranquilizaban su mente, sus ansias de saber, y que le sumían todavía más en la más profunda ignorancia de sí mismo.
El hombre, en su ignorancia, no puede ejercer el libre albedrío.
Esta realidad está enferma, bloqueada, da vueltas como un disco rayado. Siempre son los mismos los que dominan, manipulan, extorsionan, violan y esclavizan. Esta realidad tiene sus propios guardianes.
No me siento de este mundo. Para nada. Pero sin embargo estoy aquí, aprendiendo sobre todo a saber que el Padre Amor no tiene nada que ver con ella.
Estoy en este mundo intentando mejorarlo, amando a los que sufren, despertando a mis hermanos gritándoles que nada de ésto es real, que nada de lo que ven tiene que ver con el Amor.
Aceptamos que el Padre.Madre es Amor, del más puro Amor, que no es muerte, sino Vida, y sin embargo no dudamos en aceptar que EL consiente toda la atrocidad de esta dimensión para que sus hijos aprendan y crezcan.
¿Qué padres consentirían que sus hijos aprendieran a base de dolor, de sufrimiento, quitándoles la comida de la boca y el techo que les resguarda?
El Amor no actúa así. Dios es todo...pero no todo lo que se hace, no todo lo que existe, sale de su Corazón.
No somos de este mundo. Conocemos a nuestro Padre-Madre, son puro Amor, entonces...¡¡despertemos de una vez, démonos cuenta de que este mundo es irreal y está enfermo. Miremos a nuestro alrededor y contemplemos bien lo que sucede. Es conveniente que nos miremos al espejo del alma, y veamos hasta qué punto el cáncer de este realidad enferma nos ha contagiado.
No somos de este mundo, pero estamos en éste para crear vida, para embellecerla, y no para dejarnos arrastrar por una proyección virtual de una Gran Mente Enferma que como en una noria nos somete a dar vueltas y vueltas desde hace eones.
Hay que parar esa noria, y contemplar con los ojos bien abiertos, donde estamos, y cuando sintamos que ésto no es lo que queremos, solo entonces podemos empezar a sanar, y a transformar o diluir esta realidad.
Porque este hermoso planeta, este gran Ser Vivo Celeste, tiene muchas dimensiones y realidades que nos están esperando. El Planeta no está enfermo. Es nuestra realidad, y nosotros, los que estamos agonizando de cáncer.
Dios Padre Madre es AMOR, Vida, Transformación, Expansión...todo lo demás...es producto de una Mente Enferma.
Abro mi corazón. No pretendo que mi verdad sea la vuestra, tan solo he querido compartir con vosotros ese momento en el que la lágrima se ha dejado deslizar por mi mejilla, contemplando el amanecer. ¡COMENCEMOS A CREAR, A PINTAR EN NUESTRA MENTE COSMICA, UNA NUEVA REALIDAD!
Mariel
Alma viajera
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