LOS PLANETAS SAGRADOS
De acuerdo con la sabiduría esotérica son denominados “Planetas sagrados” aquellos cuyo Logos Regente posee la “Quinta Iniciación Solar”, siendo por tanto un ADEPTO cósmico. Tales son los planetas sagrados de nuestro Universo y el tipo de Rayo que los cualifica:
RAYO PLANETA
1º Vulcano
2º Júpiter
3º Saturno
4º Mercurio
5º Venus
6º Neptuno
7º Urano
Hay que tener en cuenta que RAYO indica indistintamente CUALIDAD y ENERGIA y que, de acuerdo con la sabiduría esotérica, tales son las cualidades expresivas de cada RAYO:
RAYO CUALIDAD
1º Voluntad Dinámica
2º Amor Atrayente
3º Inteligencia Creadora
4º Armonía y Belleza
5º Ciencia Concreta
6º Devoción e Idealismo
7º Orden, Magia Ceremonial y Cumplimiento
Extremando los detalles podríamos establecer por analogía un nuevo cuadro de relaciones entre Rayos, centros etéricos y glándulas endocrinas, tal como se manifiestan en el ser humano:
RAYO CENTRO GLÁNDULA
1º - Coronario - Pineal
5º - Entrecejo - Pituitaria
3º - Laríngeo - Tiroides
2º - Cardíaco - Timo
4º - Plexo Solar - Páncreas
6º - Sacro - Gónadas
7º - Base Columna Vertebral - Adrenales
Si efectúan ustedes una nueva tabulación de acuerdo con los datos suministrados en esta conversación de hoy, tendrán una idea más elaborada de las relaciones armónicas que pueden ser establecidas a partir del Centro de nuestro Sistema Solar y a través de los planetas sagrados, hasta converger en el ser humano. Estas correspondencias analógicas fáciles de establecer, como podrán comprobar, les ayudarán a tener una idea más completa de nuestra constitución humano-divina, iluminando creadoramente aquellas zonas habitualmente obscuras o confusas que van de nuestro corazón al Corazón universal. Tal es nuestro intento en este estudio de los SIETE RAYOS que hoy hemos iniciado. Interesa fundamentalmente para que nuestro estudio sea genuinamente práctico, que hagamos de los Rayos cualidades psicológicas fácilmente adaptables a la particular condición de cada uno. Cuanto más concreto y positivo sea este examen de cualidades incorporables a nuestra conducta y cuanto más activa, dinámica y conscientemente podamos integrarnos en cierto tipo de Rayo, aquél al cual pertenecemos, mayor será el conocimiento que podremos tener de nosotros mismos.
Todos podemos incluirnos en uno u otro de los Rayos expuestos con sólo observar atentamente nuestras reacciones psicológicas, mentales, emocionales o físicas a los impactos de los hechos que suceden dentro y fuera de nosotros en el devenir de nuestra existencia cotidiana. Hay que tener en cuenta que cuanto más perfecto sea esta observación más concreta y definida será nuestra orientación hacia la propia vida de Rayo y más profundamente clarificada nuestra línea de actividad psicológica y espiritual. De no ser así... ¿de qué nos serviría un estudio sobre los RAYOS?
La comprobación científica de los mismos nos brindará una imagen de las grandes motivaciones que crearon las distintas civilizaciones del pasado y las que condicionan el presente, así como las incidencias raciales y kármicas que a través del tiempo configuraron el destino de la humanidad durante los períodos cíclicos de la evolución. Nada en verdad nos hará más amorosamente comprensivos con respecto a los demás que el reconocimiento de las energías de los Rayos incidiendo sobre sus vidas y dotándoles de su peculiar singularidad y expresividad. Es con tal espíritu de recta intención que iniciaremos nuestro habitual coloquio el cual, como siempre, evocará de nuestras mentes y corazones la luz de los más elevados comentarios.
Pregunta: Usted ha dicho que RAYO implica indistintamente energía y cualidad psicológica. ¿Podría aclarar más esta idea?
Respuesta: Con mucho gusto. Un Rayo es una corriente de energía que proviene del Corazón de la Divinidad por medio de un planeta, sea éste sagrado o no. Podemos decir que cualidad es el matiz o colorido de este Rayo expresando en forma de energía un estado de conciencia de la Divinidad.
Usted comprenderá pues que no podemos separar energía de cualidad, como no podemos separar la actividad del sistema nervioso de la del sistema sanguíneo dentro del organismo físico. Utilizando la analogía, base del conocimiento esotérico, y examinándonos desde el ángulo psicológico vemos que somos unas almas que utilizan un mecanismo físico, emocional o mental para manifestar diferentes cualidades, las cuales en forma de corrientes de energía son el distintivo de nuestro ser. La calidad o sutilidad de las energías dependerán de los niveles desde donde emanan; existen así energías mentales, emocionales y etérico-físicas que caracterizan al ser psicológico completo conocido técnicamente como Personalidad humana, pero existen también, aunque no sean tan corrientes y estén prácticamente fuera del alcance del ser humano corriente, las energías búdicas, átmicas y monádicas que caracterizan al “Hombre Espiritual”.
Habida cuenta de que en cada nivel de la Naturaleza o Plano del Sistema Solar se expresa determinada cualidad o tipo de Rayo, sabremos determinar por el carácter de los hechos, de los acontecimientos o de los estados de conciencia que seamos capaces de exteriorizar, la característica peculiar de los Rayos que entran en juego o concurren en la expresión de los mismos. Energía y Cualidad y el estado psicológico que determinan en la expresión de cualquier hecho individual son un fenómeno conexo de Rayo, lo mismo que las cualidades y energías que concurren en la manifestación de cualquier proceso de vida en la Naturaleza matizándolo con un sello distintivo, singular y original. Es una forma de aplicar las conocidas palabras de Cristo: “Por sus frutos los conoceréis”. En este caso el Árbol es el símbolo perfecto de un Rayo, siendo las energías y las cualidades que del mismo emanan los frutos mediante los cuales el Árbol puede ser identificado y reconocido.
Pregunta: Según usted el conocimiento de los Rayos puede constituir la ciencia de nuestra vida. ¿En qué forma podríamos entender concretamente esta idea?
Respuesta: De acuerdo con lo dicho anteriormente, el Alma universal, el Rayo, las cualidades espirituales, las energías en actividad e incluso las apariencias fenoménicas u objetivas, proceden de la misma Fuente cósmica. La primera ciencia de nuestra vida consiste en reconocer este hecho indiscutible. Se trata, en principio, de un conocimiento concreto. Cuando tal conocimiento puede ser aplicado en la acción se convierte en ciencia de vida, teniendo en cuenta que todo el caudal de conocimientos mediante los cuales nuestra mente existe y tiene su razón de ser, es sólo un leve indicio del poder de los Rayos. La aplicación concreta de tales conocimientos permitirá convertir nuestra existencia psicológica en un canal libre y expedito para la expresión de los Rayos. Si sabemos que nuestro ser espiritual, o Alma solar, está conectado con determinado tipo de Rayo, el segundo por ejemplo, pero que nuestra mente es netamente investigadora o científica demostrando la cualidad del quinto Rayo, tendremos que esforzarnos por infundir mucho amor a nuestra mente para que ésta no devenga inerte, fría, excesivamente calculadora.
Usted dirá seguramente que esto ya lo hacemos espontáneamente aun cuando no poseamos conocimiento alguno acerca de los Rayos que concurren en la expresión de nuestra vida psicológica. Yo insisto, sin embargo, en el hecho de que a menos que tengamos una cierta visión espiritual con respecto a los Rayos, nos será muy difícil introducir cambios fundamentales en nuestra mente y en nuestra conducta. Cuando éstos se producen siempre será un indicio de que “intuitivamente” hemos hallado el camino de alguno de nuestros Rayos condicionantes, utilizando el destello o rastro de luz que su proyección o su energía dejó en nuestros corazones en algún momento cumbre de la existencia. Al insistir en la utilización de las energías del proceso expansivo de un Rayo descubierto, sus cualidades penetran en nuestra existencia personal y su actividad puede ser convenientemente dirigida y controlada. Como usted verá, la Ciencia del Conocimiento intuitivo se traduce progresivamente en Ciencia de Impresión y de Contacto, cerrándose así un pequeño ciclo dentro del inmenso período cíclico cubierto por la fuerza expansiva de un Rayo.
Pregunta: ¿Cómo podríamos saber cual es el Rayo de la Mente o el Rayo del Alma?
Respuesta: Yo diría que viviendo en una constante y serena observación de todos los hechos que ocurren a nuestro alrededor y nuestra reacción psicológica a los mismos. Habitualmente no observamos las cosas con la debida y necesaria atención; de ahí que nuestros juicios carecen de profundidad e integridad psicológica, cerrándosenos así el camino de los Rayos que condicionan nuestra vida personal y espiritual. Y si no sabemos de nuestros Rayos, que son esencialmente nuestra propia vida, ¿cómo podremos establecer dentro de nosotros los nobles Senderos de la alta espiritualidad, o expresar en forma racional y científica las energías que provienen de aquellas Fuentes? Hay que darse cuenta que los Rayos destilan energía y sustancia psicológica que flotan -por así decirlo- por el ambiente psíquico en donde desarrollamos nuestras actividades cotidianas. Este conglomerado de energías mentales, emocionales y etéricas nos condicionan casi absolutamente y nos impiden “ser conscientes” de las propias y singulares energías que constituyen la expresión o cualidad característica de nuestro verdadero Yo espiritual.
Así, para conocer exactamente la índole de los Rayos que no son propios, deberemos vivir muy profundamente atentos al devenir incesante de los hechos y de las situaciones ambientales y, singularmente, a nuestras reacciones psicológicas a las mismas. Esta atención, actuando a modo de un potente imán, nos hará progresivamente conscientes de los Rayos que condicionan nuestra vida.
Pregunta: Encuentro plausible la idea que usted acaba de emitir y he de confesar que la misma amplia considerablemente el conocimiento que tenía acerca del término místico de Sendero. Ahora bien, mi pregunta es ésta: ¿Puede realmente el conocimiento de los Rayos depararme más amplias oportunidades en el devenir del propio Sendero?
Respuesta: Naturalmente que sí, por cuanto el término Rayo significa indistintamente vida, cualidad y apariencia, así como la relación entre sí de estos tres aspectos constituyentes del ser humano por medio de una energía unificadora de Rayo, que podríamos denominar monádica o de síntesis. Quiero significar, volviendo a lo dicho anteriormente, que en una avanzada etapa de nuestra vida surgirá espontáneamente esta “energía sintetizadora”, es decir, que a través de nuestra dedicada atención y una larga serie de profundos análisis llegaremos a descubrir un día que nuestro Sendero espiritual corresponde a la línea de luz y energía de determinado tipo de Rayo. Esto llega a saberse con infalible seguridad y absoluta certeza en un definido estadio de nuestro proceso de evolución. Sabremos entonces en forma consciente y continuada y no en virtud de esporádicos destellos de intuición, cuál ha de ser nuestra actitud y nuestras actividades físicas, emocionales y mentales para que respondan limpia, activa y dinámicamente a las influencias del Rayo causal de nuestra vida, al de nuestra Alma superior, el cual constituye de hecho el verdadero SENDERO hacia el Corazón del Logos planetario a través del cual se manifiesta aquella energía característica o determinada de Rayo.
¿Comprende usted el proceso? Cuando esotéricamente hablamos del aspirante espiritual, de las diversas etapas del discipulado, del Iniciado o del Maestro, nos estamos refiriendo a que dentro de la línea expresiva de los Rayos se han evidenciado etapas y han ido desarrollándose actividades, cualidades y propósitos dentro del proceso liberador de la vida humana, que han culminado en la realización perfecta de un determinado Arquetipo de Rayo. Sabemos por ello que existen Maestros de Compasión y de Sabiduría en todos los Rayos y que en cada Rayo de manifestación cíclica podemos identificar a personas corrientes, a aspirantes espirituales, a discípulos y a Iniciados. Dentro de esta inmensa “Escalera de Jacob” de la evolución planetaria construida con la sustancia creadora de los Rayos hallaremos a todo tipo de seres humanos, toda jerarquía de huestes angélicas y a todas las unidades de conciencia en evolución en todos los Reinos de la Naturaleza. El conocimiento de los Rayos, tal como dije al principio de esta conversación, es de naturaleza cósmica y fundamentalmente constituye un campo obligado de investigación no sólo para los esoteristas, para los místicos o para los filósofos, sino también y muy particularmente para los científicos de nuestro mundo que tantos y tan valiosas conquistas y descubrimientos han realizado en el orden técnico.
En el transcurso de las próximas conversaciones continuaremos estudiando el tema de los Rayos, tratando de ampliar constantemente nuestras ideas a fin de tener una imagen de los mismos lo más clara, concreta y positiva que nos sea posible...
Vicente Beltrán Anglada
Fuente:http://trabajadoresdelaluz.com.ar/
http://universo-espiritual.ning.com/
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