LA SENSIBILIDAD A LAS COSAS
Como comprenderán, el acercamiento humano vino precedido por un acercamiento instintivo a las cosas de la vida.
Desde un principio de los tiempos el hombre se sintió impelido a la acción social, aunque condicionándola siempre al afán o al deseo de lo inmediato. Esta sensibilidad a las cosas creó el Maya de su propia vida, las raíces del Karma, el apego a los valores materiales, el desarrollo de los sentidos y el surgimiento de la mente razonadora.
El intelecto, tal como lo conocemos actualmente, es un efecto superior de la sensibilidad a las cosas que desarrolló el hombre primitivo, y que aun perdura en nuestra sociedad moderna.
Los motivos del deseo, el incentivo de la conquista de lo inmediato y la acumulación de los valores materiales crearon aquella conciencia o sentido de “yo” que propició el surgimiento de la mente en lo profundo del cerebro embrionario del hombre primitivo.
Los pequeños puntos de luz o de fuego que iban encendiéndose dentro de aquellos cerebros rudimentarios crearon las bases de un acercamiento natural a la luz del entendimiento que los Ángeles solares, o los Prometeos del Cosmos, guardaban celosamente en los elevados niveles del Plano mental para concederla a todos aquellos seres humanos que realmente estuviesen preparados para contenerla y que hubiesen pronunciado, esotéricamente hablando, determinada nota invocativa de carácter espiritual.
Cuando en los estudios esotéricos se nos habla de la obra mística de los Ángeles solares, se nos dice que su misión es iluminar el camino de los hombres hasta que éstos sean capaces de valerse por sí mismos y de evocar su propia luz por efecto de un creciente acercamiento causal, y esta realidad viene corroborada por la verdad’ reconocida de que “sensibilidad, luz y acercamiento humano” son términos sinónimos que deben ser convenientemente interpretados, a medida que vayamos introduciéndonos en zonas cada vez más profundas de nuestra naturaleza psicológica.
Iremos observando, mediante este proceso de intravisualización, que todo es luz, conciencia y sensibilidad en la vida del Universo y que a cada expresión de sensibilidad le corresponde una zona específica de luz y un motivo creador a desarrollar.
La estructura de la conciencia humana se levanta pues sobre una base de sensibilidad, pudiendo señalarse así, de acuerdo con la enseñanza esotérica, que la sensibilidad a las cosas produce la luz de la mente y que la sensibilidad a los demás seres humanos determina la luz del corazón, aquel tipo de luz cósmica que es el fundamento del amor tal como se expresa en nuestro Universo.
La conciencia humana podría expresarse simbólicamente como una esfera luminosa con tres tipos de luz: una demostrando la luz de la mente, otra demostrando la sensibilidad del corazón y la tercera, que emana del centro superior de la cabeza, cuya misión es unificar las dos luces anteriores de la mente y del corazón, creando una nueva modalidad de luz que sólo está al alcance del perfecto Iniciado. A partir de este punto estamos introduciéndonos ya en una zona de alta sensibilidad espiritual, estamos penetrando en los llamados “Misterios del Reino” y en la comprensión real del destino divino del hombre aquí en la Tierra.
LA SENSIBILIDAD AL YO ESPIRITUAL
Se trata del descubrimiento de los lazos místicos de unión que vinculan a Dios, el Creador, con esta expresión de conciencia en el Universo que llamamos “ser humano”. Se pretende, esotéricamente hablando, introducir nuevos valores en la Ciencia Psicológica de nuestros días, elevando el concepto de sensibilidad a las altas Fuentes universales de procedencia y poner en actividad ciertos definidos centros dentro del mecanismo humano, que deberán relacionar en un futuro más o menos lejano la estructura psico-física de su constitución material con la esencia espiritual de su vida, es decir, establecer una línea luminosa de vinculación entre aquellos dos elementos dentro de la entidad humana que místicamente denominamos “Cáliz y Verbo” y esotéricamente
“El Alma y su Mecanismo” abriendo así el camino a los campos fecundos de la Psicología esotérica que constituye la meta inmediata de nuestra Psicología moderna.
El mágico contacto del “Yo espiritual” con sus vehículos de expresión y la respuesta de éstos a la Vida divina que se expresa por medio de este Yo, toma, como Uds. saben, el término místico de Sendero. Todo ser humano capaz de expresar siquiera en una débil medida conciencia y sensibilidad se halla ubicado en un determinado estadio de este místico Sendero que conduce a la Iniciación y que debe crear una nueva conciencia social, con la participación consciente de lo divino en el seno de la sociedad humana. Se trata, también, tal como, anteriormente hemos apuntado, del contacto realizado por las energías que se expresan por medio del centro cardíaco con las del centro del entrecejo, con su consecuente resultado del desarrollo de los mil pétalos místicos que constituyen la expresión oculta del centro coronario.
Vean ustedes como la Ciencia del Yoga en cada uno de sus aspectos característicos es la expresión de los tramos que se van construyendo dentro del cerebro para constituir aquel sutilísimo puente de luz que llamamos “Antakarana” el cual, si bien lo observan, es otra forma de expresar el significado místico del Sendero. Como siempre, el supremo dictado de la analogía hermética marca la pauta de nuestra investigación esotérica.
Y ya para terminar nuestra conversación de hoy debería decirles quizás que toda vida poseyendo un alma y una forma de expresión, en no importa qué Plano, dimensión o Reino de la Naturaleza, es sensible y es precisamente por el desarrollo de esta sensibilidad que toma contacto con la Vida de Dios. Siempre será esta respuesta sensible al gran Aliento vital de la Naturaleza la que motivará que las formas expresivas sean más o menos sutiles; de ahí que a partir del Reino mineral en donde las formas han alcanzado su grado máximo de condensación hasta el sutilísimo e ignorado mundo de los Arcángeles, cuyos Cuerpos están constituidos por éteres de la más elevada sublimidad, todo el contenido universal se mueve según el ritmo que señala el principio de sensibilidad, siendo la conciencia resultante la que condicionará la potencia vibratoria,
la estructura molecular y la belleza de las formas con que se revestirán durante el curso de sus particulares o específicas evoluciones.
Pregunta: Según usted todo en la vida es sensible y todo tiene una conciencia. ¿Puede aplicarse este principio de sensibilidad a la suma inmovilidad de una roca, por ejemplo?
Respuesta: Tal como acabo de decir todos los Reinos, aún el Mineral, son sensibles a la Vida y poseen una conciencia de acuerdo con esta sensibilidad.
En realidad, todo es energía espiritual más o menos condensada. En el Reino mineral, insisto en lo dicho anteriormente, esta condensación ha llegado a sus extremos límites.
De ahí su expresión pesada y tosca, pero en ciertos estratos o niveles de este Reino existen la belleza y la sensibilidad a la luz tal como lo demuestran las piedras preciosas.
Tenemos también, dentro del Reino mineral, algunos elementos de tipo radioactivo, tales como el radio, el uranio, el plutonio, etc., conteniendo una sensibilidad a la luz y al fuego eléctrico de la Naturaleza (Kundalini) realmente impresionante. Vea, si no, el testimonio vivo de la energía solar generada por una explosión nuclear a partir de estos elementos ...
Pregunta: Comprendo el principio de sensibilidad, tal como usted lo ha explicado. ¿Podríamos suponer entonces que la evolución de la humanidad sería acelerada elevando el índice de sensibilidad a la luz y a la belleza, por medio del Arte creador? ¿Qué opina usted?
Respuesta: Pues que está usted en lo cierto y esta verdad la habían comprendido perfectamente los griegos anteriores a la Era cristiana.
Mediante la evolución de las artes, que expresaban sensibilidad a la belleza de la Forma y de los conceptos filosóficos que trataban de adueñarse del secreto de la Luz, Grecia adquirió un tipo de sensibilidad realmente insuperable. En realidad, pudieron alcanzar en momentos de su historia la visión y la representación objetiva de un Arquetipo, entendiendo por Arquetipo el Modelo que la Mente de Dios ha ideado como meta de una civilización, de un Arte, de una Cultura o de una condición social. En definitiva, el ser humano está tratando constantemente de conquistar y revelar un Arquetipo, o un grupo de arquetipos menores, y esta tendencia innata que es esencialmente sensibilidad marca el ritmo de la evolución universal.
Pregunta: ¿Cómo adquirir sensibilidad? ¿Hay algún sistema para lograrlo?
Respuesta: Pues sí, habida cuenta que sensibilidad y conciencia vienen engarzadas en la doble cadena de la Vida y de la Forma.
Son como las dos caras de la misma moneda, y en lo que al ser humano se refiere, aspectos vivos de una misma función psicológica y social. Por lo tanto, si se aviva la conciencia por el estímulo intelectual del conocimiento y del discernimiento aumenta el ritmo de la sensibilidad. De idéntica manera, cuando la entidad psicológica se hace sensible a los múltiples aspectos de la Naturaleza, va adquiriendo proporcionalmente las capacidades de conciencia y de integración mental.
Como verá, se trata de un fenómeno conexo realmente consubstancial, no se puede evolucionar en un sentido sin que se evolucione automáticamente en el otro. Esta verdad nos impulsará quizás, caso de que sea reconocida, a realizar unos renovados esfuerzos por adquirir más luz de entendimiento y más sensibilidad de corazón...
Pregunta: Entonces... ¿es muy importante, según usted, ser conscientes y ser sensibles al propio tiempo a la Vida y a sus múltiples expresiones?
Respuesta: Tan necesario le es al ser humano ser consciente y ser sensible a las cosas de la vida como el comer y el respirar.
Sólo la entidad humana plenamente sensible a la vida y profundamente consciente de sus múltiples expresiones naturales o las que surgen de las reacciones de sus propios ambientes sociales, podrá triunfar de todas las dificultades y de todos los problemas que surgen del cotidiano vivir, pues habrá alcanzado un verdadero equilibrio de su personalidad psicológica. Pero, este equilibrio exige mucha atención, un gran control y un profundo discernimiento, es decir, un esfuerzo constante y sostenido.
Pregunta: Esta sensibilidad y esta conciencia... ¿Pueden disociarse en algún sentido? Es decir, ¿puede existir la una sin la otra durante el proceso evolutivo?
Respuesta: Nunca pueden separarse completamente la sensibilidad y la conciencia. Lo que ocurre es que alguno de ambos aspectos puede predominar circunstancialmente según las características particulares que deba desarrollar alguna Raza humana, durante el curso de la evolución planetaria.
Por ejemplo, la Raza Lemur fue especialmente sensible al aspecto material de la vida, con una extensa gama de sensaciones a educir y un aspecto de conciencia casi completamente obscurecida.
La Raza Atlante fue muy sensible al aspecto psíquico o astral, pero demostró también un gran tecnicismo científico.
La Raza actualmente de ser sensible a la vida espiritual. En todas las Razas, como en todos los hombres, hallaremos siempre esta condición psicológica que unas veces les hace más sensibles y otras más conscientes. Llegará una etapa, sin embargo, en que la sensibilidad y la conciencia se integrarán o fusionarán en un todo mayor y mas incluyente y llegarán a un perfecto estado de equilibrio.
Según hemos aprendido esotéricamente tal estado de fusión recibe el nombre de SAMADHI, o, dicho en términos más asequibles a nuestra mente occidental, de Liberación, de perfecta identificación con el Espíritu divino que alienta por doquier.
Vicente Beltrán Anglada
http://universo-espiritual.ning.com/
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