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viernes, 29 de abril de 2016

La Obra Creativa Hombre-Deva (V.B. Anglada )




La Obra Creativa Hombre-Deva
El Reino Dévico. I
Vicente.- En nuestra actividad de servicio, la obra de los devas, de los agentes creadores en los mundos invisibles, actúa por doquier. Bastaría decir que constituyen no sólo el alma en la vida de los cuatro elementos de la naturaleza, por medio de los cuales se estructura toda forma objetiva de no importa qué plano o nivel dentro del Universo, sino que además y, esencialmente, son la fuerza viva que anima el éter, esta sustancia sutil en la cual vivimos sumergidos y de la cual extraemos el propio principio de vida en todas sus posibles densidades y cualidades.

A medida que la evolución avance y el hombre vaya siendo consciente de los niveles subjetivos del plano etérico, del plano emocional y del plano mental, la obra de los devas será reconocida como el aspecto complementario de la vida de los seres humanos en la ruta gloriosa de la evolución.

En una de mis conversaciones pasadas había afirmado que la vida de los devas estaba tan entrañablemente unida a la nuestra como el sistema nervioso y el sanguíneo lo estaban dentro del organismo humano. Ambas evoluciones la dévica y la humana, vienen a constituir, miradas con la visión de un gran Adepto, como el corazón y la mente del Ser planetario que rige los destinos de nuestro mundo. En un aspecto más elevado, tienen idéntica misión las gloriosas potestades dévicas y las altamente evolucionadas humanidades de otros mundos dentro de nuestro Sistema Solar, en relación con el Dios del Universo. 

Justificadas están pues, sobradamente, una atención especial del aspirante espiritual de nuestra época y un profundo estudio acerca de las relaciones humano-dévicas cada vez más conscientes e imperiosas a medida que nuestro planeta vaya adentrándose por la luminosa franja de los cielos donde se proyecta la energía de la Constelación de Acuario. Evidentemente, (hoy por hoy) no puede hablarse de un verdadero equilibrio de la mente y el corazón de un ser humano, sin el cual no puede hablarse del verdadero tipo de inteligencia para la cual está programado el hombre desde las alturas, a menos que haya realizado éste un definido contacto con el mundo dévico en uno u otro nivel de su constitución psicológica, (a menos que este) se haya configurado de una manera que constituye la clave del contacto dévico y es de esperar que la moderna psicología dirija sus atenciones hacia el mundo invisible que rodea constantemente al ser humano y trate de descubrir allí el misterio oculto que constituye la causa de todo conflicto, problema o complejo individual y social.

No puede existir un tipo radical de solución a la crisis psicológica de la humanidad, de la índole y en el nivel que sea, sin haberse logrado como grupo una aproximación consciente al mundo de los devas. 

El estudio científico de la llamada cuarta dimensión, con la constatación actual de la existencia del cuerpo etérico el doble etérico de los ocultistas, y que científicamente se le denomina ya el cuerpo bioplásmico, va aproximando progresivamente la humanidad al mundo etérico, y desde el centro de luz de la Jerarquía son tomadas ya eficaces medidas y resoluciones para que ese contacto sea no sólo efectivo, como un reconocimiento previo a una visión de más profundas y extensas perspectivas, sino también absolutamente práctico a fin de que la humanidad pueda solucionar algunos de los grandes problemas que siempre le han aquejado: la enfermedad física, el desequilibrio emocional y la falta de visión mental.

Vean ustedes cómo progresivamente nos hemos ido acercando al tema de base, el que constituye la materia principal de nuestro estudio acerca de los devas, o sea, el proceso de curación y redención que desde hace unos meses constituye la preocupación y el esfuerzo de muchos y leales estudiantes que desde un buen principio iniciaban los trabajos preliminares del contacto dévico a través de las sentidas invocaciones de luz, de fuerza y de energía, que provenientes de las alturas celestiales de nuestra resolución transmitimos a nuestros hermanos los devas. 

Dense cuenta también, que una obra como la que conjuntamente hemos emprendido tiene una máxima justificación de acuerdo con el valor esencial del momento que estamos viviendo, no sólo porque Acuario, el gran escrutador de los cielos, nos está ya observando desde su elevado trono sino porque a ello nos inclina nuestra propia condición de seres humanos conscientes, que de una manera u otra queremos ayudar al Señor en su obra de redención universal. 
Esto es lo que hicieron Buda, Cristo y todos los elevados seres de la Jerarquía, y esto es lo que realizan todas las potestades cósmicas que rigen el proceso de la evolución y el cumplimiento del karma.

Al hablarles, pues, de los devas en relación con nuestro trabajo, no voy a fundamentarles argumentos en inútiles teorías sino en verdades esencialmente prácticas que tienen su analogía en un solo y definido punto o centro de atención: Ccoolaabooraaciióónn ccoonnsscciieennttee ccoonn llaa OObbrraa ddee DDiiooss. ¿Se dan cuenta ustedes de las amplias perspectivas abiertas ante nosotros en relación con nuestro trabajo, con nuestro decidido empeño de hacer y de realizar? 

Se trata, como decimos, de un desafío absoluto a nuestra mente y a nuestro corazón. El resultado de aceptar este desafío con la absoluta honradez que caracteriza al discípulo y con el inmenso sentido de responsabilidad que esta obra desentraña es simplemente voluntad, el poder resolutivo que rige toda expresión de vida en el Universo. 
Así, progresivamente, y a través de las sencillas prácticas de invocación de las entidades dévicas que cooperan en nuestro trabajo y a través del cual pueden establecer contacto con nosotros, vamos adentrándonos sin darnos cuenta en zonas de vida ocupadas por la voluntad dinámica del Señor, y empezamos también a ser grandes pese a nuestra aparente pequeñez en el sentido interno. Les hablo de servicio, de servicio como norma de vida del discípulo, con esta parte consustancial de su progreso en el sendero y como el principio y el fin de todo su noble intento de vida espiritual. 
Es a través del servicio que nos hacemos grandes y empezamos a avizorar las elevadas cumbres donde moran aquellos que nos precedieron en el intento y en la búsqueda. Pese a su aparente sencillez de procedimiento, que no exige virtudes apreciables sino simplemente buena voluntad, nuestro trabajo puede acercarnos un poco más a la meta presentida y a hacernos sensibles a la influencia superior.

Yendo al aspecto práctico de nuestro trabajo, debemos ir reconociendo progresivamente que los devas en sus distintas jerarquías pueblan los éteres, desde el subplano gaseoso-físico del planeta hasta el más elevado plano del Sistema Solar. 

Su vida lo llena todo, y su acción más objetiva en relación con nuestros sentidos desarrollados de percepción se refleja en los cuatro elementos conocidos, anteriormente aludidos: el fuego, la tierra, el aire y el agua, constituyendo el cuaternario objetivo, que es la base o soporte de la estructura entera de la evolución universal. Hay que tener en cuenta también a los devas como agentes vinculativos dentro del cuerpo social de la humanidad. Ninguna reacción psicológica humana, desde la más leve actividad física hasta el más elevado pensamiento místico, está desligada de la actividad natural de los devas, por el motivo por todos los estudiantes de esoterismo reconocido y aceptado ya: por la comprobación científica, de que el éter es la sustancia que lo impregna todo y que sin él no existiría vinculación alguna entre Dios y su Universo. 
Por lo tanto, estamos invocando funciones dévicas cada vez que realizamos un acto o evocamos un sentimiento o formulamos pensamientos, ya que toda actividad física, emocional o mental, para ser reconocida como tal debe afectar los éteres, siendo la respuesta a estas impresiones la expresión psicológica o social de los devas como una respuesta a la necesidad humana. Debemos tener en cuenta también que el deva es, por su propia naturaleza etérica, un agente vinculativo dentro del cuerpo social de la humanidad que halla precisamente en los éteres el campo expresivo de cualquier actividad psicológica. 
Y si la acción del deva no es objetivamente percibida como tal dentro de un espacio vital que según la sabiduría esotérica contiene todas las dimensiones, es debido a la limitación de nuestros sentidos, encerrados en un estrecho marco que sólo contiene tres, y que desde allí, desde este reducido espacio, intentamos glosar la obra divina en su conjunto, perdiéndonos entonces constantemente en maravillosas hipótesis y 
descabelladas teorías que nos apartan cada vez más y más de la verdad esencial que por su carácter de absoluta sencillez contiene la medida de lo eterno.

El ser humano, programado desde un buen principio para ser receptor y transmisor de verdades eternas, contiene en sí la semilla infinita de las más elevadas percepciones, siendo una de las más inmediatas el reconocimiento del mundo dévico. Esotéricamente, se asegura que el ser humano vivió en un remoto pasado la gloria del contacto angélico, y que se apartó de sus hermanos, los devas, a medida que -de acuerdo a las leyes de involución que preceden siempre a las de evolución como las sombras preceden a la luz- fue densificando sus cuerpos sutiles hasta llegar al cuerpo más denso, el físico conocido, y que su misión en la ruta evolutiva es recobrar la sutilidad de percepción que haga posible en un nuevo y más elevado estado de conciencia, reconocer el mundo invisible de los devas y establecer contacto consciente con él. 

Esta afirmación contiene un tremendo desafío para el aspirante espiritual de nuestros días, a quien la evolución técnica de la vida ha privado de una considerable parte de sus dotes sutiles de observación y percepción. 
La evolución mental del hombre moderno debe tender forzosamente hacia nuevas áreas de luz o de entendimiento superior y reconocer que la evolución técnica es únicamente el soporte, o quizás sería mejor decir, el vehículo, de las verdades abstractas o arquetípicas que se agitan en el mundo superior de los significados y de las causas. La sutilización de la mente, el paso progresivo de lo concreto a lo abstracto, de lo intelectual a lo intuitivo, debe procurarle al hombre la sutilidad requerida para ver, oír y comprender en todos los planos posibles de su compleja constitución psicológica y espiritual, y a medida que ello se vaya realizando será consciente del mundo de los devas y adquirirá el poder de invocarlos para ultimar, de acuerdo con el gran programa cósmico, el proceso de evolución planetaria que conduce a la Fraternidad Universal.

No estoy formulando, pues, nuevas hipótesis que puedan servir de soporte para la fe de los creyentes o la fervorosa devoción de los místicos sino que estoy presentando el cuadro actual de una realidad presentida por todos los verdaderos videntes e intuitivos de la Raza. Me preguntarán ustedes por qué no fue dada en el pasado, durante el proceso de entrenamiento de los discípulos, una mayor información acerca de los devas, puedo decirles que siempre hubo información sobre los mismos y que hubo siempre discípulos más sensibilizados que los demás que contactaron aquel soberbio e indescriptible mundo y que dieron fe del mismo en sus obras poéticas o místicas, musicales o artísticas. Ahora bien, la presión o exigencia de los tiempos modernos, rigurosamente técnicos, debe presentar el mundo dévico dentro de los cánones estrictos exigidos por la ciencia, con lo cual, si bien se pierden algunos de los elementos místicos tan queridos y apreciados por los aspirantes de tipo devocional, se gana fuerza, solidez y objetividad realmente científica, es decir, (el mundo angélico) puede ser presentado ante la investigación rigurosa como un hecho que sucede aquí y ahora. Nadie se asombra evidentemente hoy día de esos descubrimientos científicos tan realmente prodigiosos como la desintegración del átomo, los aviones supersónicos, las computadoras electrónicas o la televisión en color, citando solamente algunos dentro de la gran profusión de los existentes, sin embargo, nos asombraríamos y hasta quizás dudaríamos, si se nos presentara a consideración la intervención de ciertos elevados devas que presiden la actividad oculta causa de tales descubrimientos. Afortunadamente, y siguiendo el proceso de la evolución, cuando la mente humana haya alcanzado cierto nivel de percepción superior, comprenderá la razón que guía la expresión del proceso técnico de la vida moderna y percibirá la actividad oculta que lo motiva. 

Los devas manipulan siempre la energía oculta que los hombres convierten en fuerza y movimiento a través de las actividades normales y corrientes de la vida cotidiana. 
Esta verdad, la primera y la última, sometida al profundo análisis esotérico, preside eternamente el drama de la evolución -desde la enunciación de la voz sagrada, el AUM, por parte de cualquier Logos creador, y cuyos ecos retumbando en el gran vacío cósmico ponen en actividad a las grandes jerarquías dévicas para crear las estructuras de los mundos, hasta la voz de liberación, el OM, que el Logos pronuncia al final del proceso objetivo del Universo, cuando retorna al indescriptible silencio del gran Pralaya- , es la que debe regir constantemente la razón de los verdaderos discípulos espirituales, pues esta verdad contiene en su esencia cuando es debidamente interpretada, la Gloria de la Iniciación.

Avizorando ya el ángulo esotérico pero absolutamente práctico de nuestro estudio, vemos que la objetividad de nuestro trabajo y la absoluta clave de su éxito reside en nuestro fervoroso sentimiento de buena voluntad y deseo de bien. 

A través del mismo invocamos tres tipos definidos de devas que cooperan en nuestra actividad de servicio: primero, ciertos poderosos devas del plano mental especialmente vinculados con la actividad de los Ángeles Solares; segundo, unos devas del plano emocional o astral, fuertemente polarizados con la energía de un glorioso deva planetario de 2º Rayo, cuya misión es reestablecer el equilibrio psicológico de los seres humanos y crear armonía en la naturaleza; tercero, hay finalmente la actividad de aquellos devas cuya sustancia constituye la energía etérica del plano físico y están dotados del poder de producir en los mismos ciertas radicales transformaciones.

De los devas del plano mental poco puedo decirles, salvo que su sustancia es de origen solar y están directamente relacionados con la evolución espiritual del hombre, incluida la actividad del fuego serpentino o de Kundalini. Trabajar con este grupo de devas exige una gran solidez de principios espirituales, una mente muy clara, sencilla y altamente flexible, el firme propósito de servicio y la indomable determinación de cooperar inteligentemente con el Plan de Dios que caracteriza la vida del discípulo, (estos aspectos) constituyen un punto de atención y de invocación con respecto a estos elevados devas. 

La misión de los mismos es esclarecer el camino, comunicar visión y evocar comprensión amorosa en la mente y corazón de aquellos que consiguen invocarles. Son, sin embargo, un peligro más grande de lo que la gran mayoría de aspirantes espirituales se figuran, si son invocados sin la debida preparación y sin una gran base de meditación o de experiencia espiritual. 
Siguiendo las líneas seguras del correcto sentido humano que desarrolla el verdadero discípulo, tales devas constituyen, con la sustancia de luz que irradian de su propia vida, el luminoso puente o Antakarana que va de la mente inferior, intelectual, o concreta del discípulo, hasta el más elevado nivel mental. 
El Yo Superior de cada ser humano, su Ángel Solar, que constituye el alma del proceso de la evolución humana, se halla en el centro mismo de esta actividad de los devas solares y del crecimiento espiritual de las almas en el sendero, y dirige conscientemente desde su alto lugar de observación el proceso conjunto de la voluntad del discípulo y de la actividad dévica. Es, pues, muy importante para aquellos que se sientan llamados o capacitados para trabajar en un nivel mental superior, o que estén debidamente entrenados en el proceso técnico de la meditación esotérica, tener muy en cuenta la participación de los devas solares en todos y cada uno de sus intentos de realización espiritual.


Extracto de Conferencia
VICENTE BELTRÁN ANGLADA
Barcelona, 2 de Diciembre de 1975
Digitalizada por el Grupo de Transcripción de Conferencias (G.T.C.) el 21 de Agosto de 2006
 


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