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viernes, 2 de octubre de 2015

LIBRO EL SENDERO DEL TAO (OSHO) Capitulo-III ( II Escrito)





Capitulo 3.  (II Escrito) 
No Hay descanso para los vivos
Mira simplemente a los árboles.  No hay un árbol que esté tratando de sacrificarse por otro árbol; consecuentemente, tienen verdor.  Si empiezan a sacrificarse, ningún árbol tendrá verdor, ningún árbol florecerá jamás.  Mira las estrellas. 
Se ocupan de sí mismas: brillan para sí mismas, no se sacrifican.  De otra manera la existencia se volvería fea y oscura.  El ocuparse de uno mismo es natural.  Y ese “sí mismo” que estoy enseñando es lo que define el Tao: tu naturaleza.  Escúchala, síguela. Tu naturaleza te está diciendo: “Se feliz”.

Si este mismo Tzu Kung hubiese preguntado a Lao Tzu, él habría dicho: “Muchas felicidades.  ¿Estás cansado de tus estudios?  Muy bien.  Deja entonces todo pensamiento, ahora medita.  ¿Quieres descansar?  Ahora mismo es posible”. 
Lao Tzu no habría dicho: “Lograrás”.  El futuro no tiene sentido, es un truco, un truco para consolarte en el sentido de que, aunque no lo tienes ahora, lo lograrás.  Puedes tener esperanzas, y con esas esperanzas puedes envenenar todo tu ser.

El cura y el político quieren que te conviertas en mártir, y los mártires no son buenas personas porque están muy enojados; es natural.  Los has forzado a destruir su vida, los has persuadido, los has sobornado para destruir su vida; ¿cómo van a estar felices?  ¿Y cómo van a ser capaces alguna vez de perdonarte?  Imposible.

Vive para ti mismo y vivirás para todos los demás, pero éste no es un sacrificio.  Vive para ti mismo.  Se real, auténticamente dedicado a ti mismo; ese es el proceder de la naturaleza. 
Cuida de tu felicidad, de tu descanso, de tu vida, y te sorprenderás de que cuando te sientes feliz ayudas a otros a sentirse felices, porque entiendes, poco a poco, que si los otros se sientes felices tú te sentirás más feliz.  La felicidad sólo puede existir en un océano de felicidad.  No puede existir sola.

Recuerda la lógica, la profunda lógica del ocuparse de sí mismo.  La felicidad no puede existir como una isla, no. 
Si todos los que te rodean fueran infelices, te sería muy difícil ser feliz, casi imposible, porque ese océano de infelicidad que te rodearía por todas partes, seguiría estrellándose en tus orillas. La infelicidad de alrededor te afectaría, penetraría en tu ser. Por tanto, una persona feliz poco a poco empieza a entender la ley básica, fundamental, que dice: “Si quiero ser feliz, es bueno hacer feliz a la gente que me rodea”.  Pero no está sirviendo a otros, recuérdalo.  No se sacrifica.  Se ocupa simplemente de sí mismo.  Quiere sonreír, entonces te ayuda a sonreír a ti, porque una sola sonrisa no puede existir; parecerá muy absurda. Piénsalo, simplemente: estás sentado en medio de un salón lleno de gente; sólo una persona sonríe y todos los demás están serios.  Se sentirá un poco avergonzada, empezará a sentirse culpable; ¿por qué sonrío cuando nadie más está sonriendo? Hay algo que no está bien.  La próxima vez será más cuidadosa; se lo pensará dos veces.

Ahora bien, cuando todos se ríen, entonces es muy simple reír; el todo crea la posibilidad de reír.  Dependemos del todo, somos parte del todo.

Al ser feliz, tú creas la posibilidad de que otros sean felices. 
Y éste es un servicio real, no es un sacrificio en absoluto; no te estás convirtiendo en un mártir.  La madre es feliz; por eso ama al hijo.  Ella es tan feliz que quiere compartir su felicidad con el hijo.  Ella no tendrá nunca resentimiento alguno.  En realidad, ella se sentirá agradecida con el niño, porque gracias a él tuvo muchos momentos hermosos.  Siempre se sentirá agradecida con el hijo.  “Gracias a que viniste a mí, gracias a que me elegiste como tu madre, a que elegiste mi vientre, me has hecho tan feliz, me has dado momentos tan hermosos que no habrían sido posibles sin ti.  Me siento agradecida”.  Y el hijo se sentirá agradecido hacia una madre que está agradecida con él, y nunca irá en contra de la madre o en contra del padre; será muy difícil.  Es raro encontrarse con alguien que no esté en contra de la madre o en contra del padre.  Es muy raro.

Gurdjieff solía decir a sus discípulos: “Hasta que no hayáis perdonado a vuestros padres y a vuestras madres, no podréis crecer”.  Tú dirás: “¡Qué tontería! ¿Qué está diciendo?  Hasta que no perdones…”.  Él lo tenía escrito en su puerta: “Hasta que no hayas perdonado a tu padre y a tu madre no entres aquí”.  No obstante, nadie ha sido capaz de perdonar a su padre y a su madre, porque el padre y la madre se han sacrificado demasiado.

El padre y la madre han sido tan desgraciados debido a los hijos.  Y continúan diciendo lo mucho que se han sufrido. Ninguna madre dice: “He disfrutado mucho al tenerte como hijo”.  Ningún padre dice: “Al venir a nuestra casa nos has traído luz, nos has traído amor”.  Si esto sucediese los hijos serían capaces no sólo de perdonar, sino de amar, de sentirse agradecidos.

Una vez se haya entendido el Tao, todo el negocio del psicoanálisis desaparecerá, porque todo el negocio del psicoanálisis se basa en el hecho de que tú no puedes perdonar a tu padre y a tu madre.  ¿Qué haces cuando yaces en el diván del psicoanalista?  Simplemente te enojas con tu padre y con tu madre.  ¿Qué haces en la terapia primal?  Janov carecerá de significado si se entiende el Tao.  ¿Qué es lo que haces cuando pataleas y gritas en una terapia primal?  ¿A quiénes estás dando puntapiés? A tu padre y a tu madre.

Si escuchas a un paciente en el diván del psiquiatra, el noventa por ciento de todo lo que habla está relacionado con su madre.  “Madre” parece ser el problema.  Lo es, pero la razón de ello está en que el político y el cura han contaminado la mente de la humanidad.  Ellos siempre dicen: “Lo conseguirás.  Mira hacia delante.  Serás feliz en el futuro”.

El momento presente es todo lo que tienes.  Utilízalo inteligentemente, no te dejes engañar por cualquiera.

Confucio dice: “Anhelarás el noble y arqueado montículo de tu tumba…”.

Una tumba es una tumba; no importa cómo la construyas, es una cosa fea.  Puedes hacerla de mármol y escribir el nombre con letras de oro, pero no engaña a nadie, no tiene sentido. Dentro sólo está la muerte y una muerte fea porque es de una vida no vivida.  Una vida que nunca se ha vivido, es fea.  Una vida que se pospone es fea; una vida que se vive es hermosa. 
Y hay muy pocas personas que viven sus vidas; sólo esas personas tienen una muerte hermosa.  Entonces la muerte también es hermosa, porque ellos son tan capaces de vivir que un día empiezan también a vivir su muerte.  Viven su vida, luego viven su muerte.

Una vida no vivida no te puede llevar a una muerte hermosa. Sí, puedes construir una tumba de mármol y escribir el nombre con letras de oro y grabar sobre ella una hermosa poesía. Puedes además alumbrarla con velas y colocar flores, pero todo eso es falso.  ¿A quién estás tratando de engañar?  A pesar de todo ese mármol y letras de oro y flores y velas, la persona no puede vivir; la persona está muerta.  Además, nunca se le permitió vivir, debido a ti.  Mira esta peligrosa frase de Confucio: “Anhelarás el noble y arqueado montículo de tu tumba y sabrás dónde encontrarás descanso”.

Si el descanso no se logra en la vida, no se podrá conseguir con la muerte.  Permite que ésta sea una regla absoluta: todo lo que logres en la vida podrás mantenerlo en tu muerte; no al revés. Si has logrado meditar, entonces tu muerte será meditativa. 
Si has logrado el amor, tu muerte estará llena de energía de amor.  Si has logrado la divinidad, tu muerte será divina.

Pero recuerda: la muerte no puede lograr cosa alguna, el logro viene a través de la vida.  La muerte es sólo el reconocimiento final, el juicio final.  Si la persona fue un gran amante y amó, amó incondicionalmente, y su vida fue una llama de amor, una luz de amor, entonces la muerte cerrará el capítulo con esta llama ardiendo brillantemente.  Pero si la muerte cierra tu vida, y ésta fue mísera y nada más –sólo una esperanza por el futuro, nunca una experiencia auténtica-, entonces morirás de forma fútil.  Gurdjieff la llama “la muerte del perro”. 
Entonces tú simplemente mueres, pero no logras cosa alguna; no hay nada.

Nadie logra algo en la muerte a menos que lo haya logrado en vida.  La muerte sucede en un solo momento.  ¿Qué puedes conseguir en un solo momento?  ¿Desperdicias una vida durante setenta y ocho años y esperas lograr algo en un solo momento?  Durante ochenta años viviste inconscientemente, en confusión, en la locura, en medio de pesadillas ¿y súbitamente vas a descansar en la muerte?  No, señor, te revolverás en la tumba, no encontrarás descanso.

Confucio está equivocado, absolutamente equivocado. 
Está dando un consuelo.  Esto es un crimen. Dar esta clase de consuelos  es un crimen contra la humanidad, porque puedes confundir a otros.  Y él consiguió confundir a su discípulo.

“¡Grande es la muerte!  ¡El caballero encuentra en ella descanso, el miserable se le somete!”, dijo el discípulo.

Confucio consiguió confundirlo.  El gran momento ha sido destruido.  Tzu Kung se ha acercado mucho a la puerta por la que hubiera podido escapar, pero Confucio lo tira hacia atrás. Y el discípulo empieza otra vez a hablar en términos de filosofía, de dogma, de estudios.  Eso es lo que ha aprendido en las escrituras:  “¡Grande es la muerte!”.  Él no sabe. 
Ni siquiera sabe descansar; ¿cómo puede conocer la muerte? La muerte es el último descanso, el descanso absoluto…  Él no conoce siquiera el descanso relativo.  Él no sabe lo que es la vida, está confundido, dividido, y empieza a decir: “¡Grande es la muerte!”.  Al escuchar al maestro se vuelve a obnubilar con las palabras.

Confucio fue un gran gobernador, muy carismático; su impacto fue grande.  Él ha gobernado China durante siglos; aún es influyente, todavía domina.  En la India ha habido un hombre, Manu, que puede ser comparado con Confucio. 
Manu todavía domina en la India, y es el mismo tipo de persona, nada diferente.  La sociedad hindú se basa en las leyes de Manu y la sociedad china se basa en las leyes de Confucio. 
Y estos dos hombres han destruido ambos países.

“¡Grande es la muerte!”.

Al escuchar a su maestro, a su profesor, el discípulo se desconcierta otra vez; el carisma funciona, se le ha engañado. Él se olvida que ha dicho: “Quiero encontrar descanso y estoy harto de todos mis estudios”.  Él estaba justo en el punto de viraje en el que el estudiante puede convertirse en discípulo. 
Lo dejó pasar nuevamente.  Vuelve a caer en la vieja trampa, en la cual se cae siempre fácilmente, porque uno la conoce muy bien, resulta familiar. 
No sabiendo nada de la vida, no sabiendo nada del descanso, él pronuncia una verdad tan profunda: “Grande es la muerte”. 
Él debe haberlo leído.  Sí, en las escrituras se dice: “Grande es la muerte”.  Pero la muerte es grande cuando la vida es grande.

Recuerda, tu muerte es tu muerte; mi muerte es mi muerte. 
Mi muerte dependerá de mi vida, tu muerte dependerá de tu vida.  Si tu vida es grandiosa, tu muerte será grandiosa porque la muerte es la culminación de tu vida.  Si has vivido bien, totalmente, llegarás a una cumbre grandiosa. A una cumbre como la de los Himalayas. 
Pero si sólo has estado arrastrándote por el sueño, si no has vivido en absoluto, si has estado simplemente soñando y creyendo y deseando sin que nunca te haya llegado un solo momento de vida, ni un solo momento de autenticidad y tú has estado representando, ocultándote detrás de máscaras, si nunca fuiste una persona auténtica, si fuiste siempre falso, tu muerte va a ser falsa, no puede ser grandiosa. 
El final puede ser grande sólo si todo el recorrido ha sido grande.  Cada paso del recorrido contribuye al final.  Es algo simple, obvio.  Si has estado danzando en tu vida, tu muerte será una gran danza.  
Si sólo has estado llorando y lamentándote, tu muerte será sólo un lamento y un llanto: no puede ser de otra manera; es la conclusión de tu vida.

Así que recuérdalo: Cada uno vive su vida y cada uno muere su muerte.  Tan única y diferente es la muerte, como la vida es única y diferente.  Cuando el Buda muere, por supuesto, el Buda muere.  Cuando Lieh Tzu muere, por supuesto, Lieh Tzu muere.  Sus muertes tienen una gloria, una fragancia… es un florecimiento.  En un solo momento toda su vida alcanza la llama suprema.  Ellos han llegado, han llegado a casa. 
Tu muerte no es más que el comienzo de otra vida aburrida. Aquí mueres, allí has nacido.  Entras por una puerta, por otra puerta vuelves otra vez a la vida y sigues, por supuesto, la misma ruta; la misma rueda se mueve.

“¡Grande es la muerte!”, pero no en los labios de Tzu Kung.  Sí, si lo estuviera diciendo Lao Tzu, estaría bien.  Ni siquiera en los labios de Confucio la muerte es grande, porque todo el enfoque está equivocado.

“El caballero encuentra en ella descanso…”.

Recuerda esta palabra, caballero.  Éste es el valor más elevado en la ética confuciana, el caballero.  ¿Y quién es un caballero? Una persona falsa.  ¿Quién es un caballero?  Un hipócrita. ¿Quién es un caballero?  Uno que está enmascarado en las maneras, la etiqueta, el carácter, uno que es convencional, tradicional.  Un caballero no es un individuo, sólo es un miembro de la sociedad.  Él no existe por sí mismo, no tiene vida propia.  Él existe sólo como una parte de la sociedad; por tanto, lo que permite la sociedad conforma su vida y lo que la sociedad no permite él se lo deniega.  Él elige la sociedad en lugar de la naturaleza.  Eso es lo que hace un caballero: elige las leyes hechas por el hombre contra las leyes de la naturaleza. Un caballero es alguien que ha traicionado la existencia, un caballero es alguien que ha elegido la sociedad.  Y  la sociedad está neurótica, la sociedad está enferma, la sociedad no es normal en absoluto.  Todavía no ha existido una sociedad normal sobre la tierra.  Sólo ocasionalmente unos pocos individuos han sido normales.

La sociedad es anormal, una gran multitud de personas dementes.  El caballero es alguien que sigue a esta multitud. 
Un caballero no tiene alma.  Por supuesto, la sociedad le respeta tremendamente.  La sociedad tiene que respetar a esta persona, la sociedad le llama mahatma, el “santo”, el “sabio”. La sociedad le respeta porque ha sacrificado su vida por ella.

El hombre real es rebelde.  Un hombre real no le da importancia a la respetabilidad, un hombre real vive su vida naturalmente.  A él no le importa lo que la sociedad dice o no dice.  La sociedad no es una consideración para el hombre real. Si quieres ser falso, entonces la sociedad se tiene que considerar a cada paso: qué decir, cómo decirlo, cuándo decirlo, cuándo no decirlo, cómo vivir, cómo no vivir. 
La sociedad lo ha determinado todo.  Tú sólo tienes que encajar, tú sólo tienes que ser un diente en el engranaje. 
Un hombre real no es respetado.  ¿Cómo puede respetar la sociedad a un hombre real?  De ahí que Jesús sea crucificado, de ahí que el Buda sea apedreado, de ahí que Sócrates sea envenenado.

La sociedad acepta a estas personas sólo cuando están muertas. Entonces no hay problema, porque un Jesús muerto no puede ser rebelde, un Sócrates muerto no puede ser rebelde, un Buda muerto se vuelve un avatar.  Un Buda vivo es peligroso, pero un Buda muerto puede ser venerado en un templo. 
Recuerda, cuando estas personas verdaderamente grandes mueren la gente las venera.  Cuando están vivas entonces la gente está muy en contra de ellas.  La misma gente que crucificó a Jesús se ha vuelto cristiana; la misma gente. 
La gente es la misma en todas partes.  Jesús era intolerable, pero un Jesús muerto está bien; ¿qué puede hacer él?  Un Jesús muerto está en tus manos.  Tú lo interpretas, tú construyes teorías sobre él; él no puede tener su propia expresión, tú hablas por él.  Siempre pasa esto.

Por tanto, si realmente quieres ser una persona auténtica, nunca te preocupes mucho por lo que la sociedad dice al respecto. No estoy diciendo que vayas contra la sociedad, no; eso no es rebelión, es reacción.  Tú sigue a tu naturaleza. 
Si ella encaja con la sociedad, totalmente de acuerdo, no hay necesidad de ir en contra.  Si ella no encaja con la sociedad, totalmente de acuerdo, no hay necesidad de que te adhieras a la sociedad.

Hay una diferencia entre la persona rebelde y el reaccionario. El reaccionario es alguien que va en contra de la sociedad en cualquier circunstancia.  Él ha decidido ir en contra de la sociedad incluso si la sociedad está en lo correcto.  Algunas veces la sociedad está en lo correcto, porque la sociedad no puede estar absolutamente equivocada…  Incluso una persona demente algunas veces está en lo correcto.  Incluso esta sociedad demente algunas veces está en lo correcto, de otra forma no existiría.  Para que exista, al menos alguna cosa tiene que estar en lo correcto, de otra forma la vida se volvería imposible.

Un reaccionario es precisamente la misma persona tradicional que se ha ido al otro extremo.  La persona tradicional se adhiere a la sociedad, acertada o errónea.  “Acertado o erróneo, éste es mi país.  
Acertada o errónea, ésta es mi religión.  Acertado o erróneo, éste es mi cura.  Acertadas o erróneas, éstas son mis escrituras. Así es el hombre tradicional.  Entonces, un día, alguien se pasa precisamente al otro extremo.  Dice: “Esté o no en lo cierto esta sociedad, no voy a apoyarla”.  Éste es el reaccionario.  Son la misma clase de gente, no hay diferencia.

¿Quién es una persona rebelde?  La persona rebelde es alguien que no se preocupa por la sociedad en absoluto.  Simplemente vive según su ser más profundo; es alguien que sigue su Tao. 
Si la sociedad encaja con este Tao interior, bien, ella se adhiere a la sociedad, no es reaccionaria.  Si la sociedad no encaja con su Tao interior, se queda sola.  No es una persona tradicional, convencional, honorable.  Su criterio depende de su alma interior.

Con la palabra “caballero” se designa a alguien que ha sido persuadido por la sociedad para que venda su ser auténtico y se apropie de una máscara falsa de la sociedad.

“¡Grande es la muerte!  ¡El caballero encuentra en ella descanso…”.   Ahora bien, ¿qué tiene que hacer un caballero con el descanso y la muerte?  ¡Un caballero no puede encontrar descanso ni siquiera en la vida!  El caballero está muy reprimido, el caballero no ha dejado que todo su ser juegue libremente.  Ha denegado mil y una cosas y ellas están bullendo en su interior, ¿cómo puede encontrar descanso?  Y si no puedes encontrar descanso en la vida, ¿cómo lo vas a encontrar en la muerte?  No te engañes; eso es opio.  Tú esperas que algo que nunca sucedió en la vida suceda en la muerte; estás bajo los efectos de una droga.

El caballero no ha amado nunca cuando ha querido amar, el caballero no se ha enojado nunca, el caballero no ha odiado a nadie; no es que no haya odiado, sino que no lo ha mostrado a nadie; no es que no haya odiado, sino que no lo ha mostrado. Todo lo que puede hacer el caballero es cambiar sus expresiones; el ser interior no cambia nunca.  La ira surge en él, pero no la muestra, la reprime. 
Entonces él sigue acumulando mil y una cosas en su interior que producen caos, que bullen por dentro.  Puede explotar en cualquier momento; un caballero es una persona con la que es peligroso vivir.  No vivas nunca con un caballero o con una dama.  Una mujer es hermosa, una dama es fea.  Una mujer es natural, una dama es fabricada.  El caballero y la dama son personas fabricadas, simplemente cultivadas, decoradas, falsas, deshonestas.  Cuando se enojan, sonríen; cuando te odian, te abrazan.  Tú nunca puedes fiarte de ellas, nunca puedes decidir cuándo están sonriendo realmente y cuándo están fingiendo. 
En realidad, después de una larga práctica, incluso ellos no pueden saber si estaban riéndose realmente o sólo fingiendo que reían, si realmente amaban a esa mujer o si sólo estaban fingiendo.

Muchas personas vienen a mí y dicen: “No podemos saber si hay amor realmente o no”.  Uno ha vivido en la mentira durante tanto tiempo, a lo mejor muchas vidas, que ha perdido el rastro.  Uno no puede sentir siquiera qué está bien y qué está mal, y qué es verdadero y qué no es verdadero. 
Sucede a diario.  Alguien viene y dice: “Estoy enamorado de esta mujer, pero no puedo saber si la amo realmente”.  ¿Qué muestra esto?  Que has perdido todo contacto con tu propio ser, que estás alienado. Te has convertido en un extraño para ti mismo.  Esto tendría que ser algo simple.  Es como si alguien dijera: “No puedo saber si esta rosa es una rosa real o pintada solamente.  No lo puedo saber”.  ¿Esto qué quiere decir?  “No puedo saber si estos árboles son verdes o si alguien ha tirado simplemente pintura verde sobre ellos”.  Pero estos árboles están fuera de ti.  Puede que algunas veces te puedas engañar –tal vez el árbol es falso o es de plástico-, pero ¿cómo no ver esto?  Esto demuestra simplemente que has olvidado el lenguaje de la verdad.  Has mentido durante tanto tiempo, tanto tiempo, que las mentiras casi se han convertido en tus verdades.


AGOTAMIENTO SAGRADO



AGOTAMIENTO SAGRADO
Publicado por Julieta Herrera en Universo Espiritual Comunidad.
http://universo-espiritual.ning.com/
¡Tu agotamiento se honra a sí mismo! No te apresures a asignarle alguna patología, o a hacerlo desaparecer, porque puede contener gran inteligencia, e incluso, medicina.
Has emprendido un largo viaje desde las estrellas, amigo. Haz una reverencia a tu agotamiento ahora; deja de luchar contra él.
No hay ninguna vergüenza en admitir que ya no puedes seguir adelante. Incluso los más valientes necesitan descansar.
Porque hay toda una aventura por delante. Y necesitarás de todos tus recursos.
Ven, siéntate frente al fuego de la Presencia. Deja que el cuerpo se relaje; déjate caer en el silencio aquí. Olvídate de mañana, no te preocupes por el recorrido que falta, y sumérgete en la calidez de esta noche.
Cada gran aventura está nutrida por el descanso que hay en su corazón.
Tu agotamiento es noble, amigo, y contiene poder sanador… si tan sólo lo escuchas…
- Jeff Foster

LIBRO EL SENDERO DEL TAO (OSHO) Capitulo-III



Capitulo 3. No Hay descanso para los vivos


Tzu Kung estaba harto de sus estudios, así que le dijo a   Confucio:

-Quiero encontrar descanso.

-No hay descanso para los vivos –dijo Confucio.

-¿No lo voy a encontrar nunca, entonces?

-Anhelarás el nombre y arqueado montículo de tu tumba y sabrás dónde encontrarás descanso.

-¡Grande es la muerte!  ¡El caballero encuentra en ella descanso, el miserable se le somete!

-Tzu Kung, lo has entendido.  Todos los seres humanos entienden el disfrute de estar vivos, pero no su miseria; el hartazgo de volverse viejos, pero no su calma; la fealdad de la muerte, pero no su reposo.


La filosofía es enemiga de la verdad, y cuando digo filosofía, me refiero a toda filosofía, la mía incluida, porque la filosofía crea una cortina de palabras que no te deja ver la realidad como es. Distorsiona la realidad, interpreta la realidad, adorna la realidad, esconde la realidad, oculta la realidad.

La verdad está desnuda, la verdad está en todas partes, la verdad está adentro y afuera, y las únicas barreras son las palabras, las teorías, las teologías que has aprendido.  Ellas no te permiten ver lo que es, se cruzan en el medio; son los prejuicios.  Toda filosofía es prejuicio y todos los conceptos desunen.  Ningún concepto une; son unos obstáculos.

Tarde o temprano, el que indaga verdaderamente llega a aquel gran momento de comprensión en el que se siente harto, cansado, cansado de toda la tontería que sigue produciéndose con el nombre de pensamiento.  La palabra Dios, no es Dios.  ¿por cuánto tiempo puedes seguir jugando con la palabra?  La palabra  alimento no es alimento.  ¿Por cuánto tiempo puedes seguir manteniendo la palabra alimento y continuar con hambre?  Tarde o temprano te darás cuenta de que lo que mantienes es una palabra únicamente; ella no te puede nutrir, no te puede dar vida, no te puede dar paz. No te puede dar cosa alguna.  Por supuesto, lo promete todo; por eso la filosofía se vuelve tan importante, debido a sus promesas.  Pero todas esas promesas están vacías, nunca se cumplen.  La filosofía nunca ha ayudado a captar la verdad.

Este gran momento de comprensión ha llegado a Tzu Kung.  Él era el discípulo más cercano a Confucio.

Tzu Kung estaba harto de sus estudios… Mirar es una cosa, estudiar es algo diametralmente opuesto.  Si yo te digo: “Ve y mira las rosas del jardín”, y tú en vez de ir al jardín vas a la biblioteca y estudias las rosas, eso es estudiar.  Es algo que da vueltas sobre lo mismo una y otra vez; nunca toca el punto verdadero.

Tzu Kung estaba harto de sus estudios… Ya basta de palabras, ya basta de teorías, de dogmas, ya basta de doctrinas.  Considero que éste es un gran momento en la vida de un buscador.  Todo el mundo tiene que pasar por las palabras, porque se nos ha preparado para las palabras.  Todo el mundo tiene que pasar por las teorías.  Se nos han dado teorías desde nuestra infancia.  Hemos sido criados de acuerdo con los prejuicios, las doctrinas, las iglesias, las escuelas.  Se es un cristiano, se es un mahometano, se es un hinduista, y todos hemos sido criados con condicionamientos.  Así que, cuando comienza a preguntar: “¿Qué es la verdad?”, tu mente empieza a suministrar palabras; ella conoce las respuestas.  Todas esas respuestas son falsas, todas esas respuestas son prestadas, pero la mente te da hermosas respuestas que te satisfacen por un tiempo, y si tu búsqueda no es grande, puede que te satisfagan para siempre.  Sólo un gran buscador comprende que las palabras no tienen sentido.

El lenguaje no es la puerta a la realidad; el silencio sí lo es. 
La conversación interior tiene que cesar; sólo entonces tendrás claridad.  Sólo entonces la realidad se te revelará por sí misma. Tú continúas parloteando interiormente, y tu mente comienza funcionando constantemente de forma obsesiva, como una maníaca.  Y la mente es una maníaca.  Sigue creando nuevas palabras, nuevas combinaciones, nuevas teorías; sigue especulando. Es una gran inventora en lo que respecta a teorías; además, no te da un solo intervalo, un solo espacio para mirar lo que hay.  La conversación interior tiene que acabarse… Entonces, de repente no hay barreras, nunca las habido.

Los monjes zen dicen que, desde el mismo comienzo, la verdad está al descubierto, la verdad está frente a ti.  ¿Qué estás buscando?  ¿Hacia dónde estás corriendo?  Tus ojos se han cerrado, no obstante, con los prejuicios.

Tzu Kung estaba harto de sus estudios… Ha aprendido mucho y ahora se da cuenta de que el aprendizaje no le ha nutrido.  No le ha fortalecido, no le ha dado algo, no le ha hecho sentir más real de lo que era antes.  Él no ha llegado a ningún lado, aún está vacío.  No hay integración.  En realidad, él no sabe quien es.  Ya está harto.  Tiene que haber sido un gran buscador; ni siquiera Confucio pudo engañarlo.

Confucio es un gran erudito: puede dar respuestas a todas las preguntas posibles y puede inventar hermosas respuestas. Todas esas respuestas son fabricadas, para estar por casa, pero pueden engañar a los tontos.  Pueden hacer que mucha gente sienta que sabe.  Pueden convertirse en consuelos.  Además, él con sus conocimientos, su respetabilidad, su carácter impecable… Es un hombre virtuoso, recuerda, un hombre muy moral, un hombre de carácter, de grandes maneras, de etiqueta, un caballero.  La caballerosidad es la meta de toda la filosofía confuciana; un hombre tiene que convertirse en un caballero.  Él es impecable, tú no puedes encontrar una fisura en su carácter; todas las virtudes se han realizado en él.  Es un hombre con un gran conocimiento, apoyado por la tradición, por las convenciones, las escrituras, respetado por reyes y reinas, respetado en todo el país pero, aún así no pudo engañar a Tzu Kung.

Tzu Kung estaba harto de sus estudios… Cuando llegas a estar harto de tus estudios, llega el momento en que el estudiante se convierte en discípulo.  Cuando estás harto de tus estudios, entonces das un giro de ciento ochenta grados.  Ya no te interesan las teorías, quieres lo real, quieres alimentos para comer y así poder nutrirte.  Y no quieres más recetas, no quieres más libros de cocina, quieres la comida de verdad.

Así que le dijo a Confucio: “Quiero encontrar descanso”. 
Las palabras crean desasosiego.  Las doctrinas, los dogmas, te hacen sentir más tenso porque te extravían, te alejan de la realidad.  Cuanto más lejos estés de la realidad, más desasosegado te sentirás.  Deja que éste sea un criterio.  Cuando sientes desasosiego, quiere decir que te has alejado mucho de la realidad.  Cuando estás cerca de la realidad, hay una calma tremenda, una quietud, una gracia, un silencio, una paz. 
Te sientes en tu casa, porque la realidad es tu casa. 
El desasosiego indica simplemente que te estás alejando y que todo tu ser está siendo arrancado de tu casa, de ahí el desasosiego.

Tzu Kung dijo: “Quiero encontrar descanso”.  Basta de teorías y basta de estudios.  He estudiado todo lo que se puede estudiar. Me he convertido en un respetable hombre instruido, tu discípulo más cercano, pero eso no es satisfactorio.  Ayúdame a encontrar descanso.

¿Lo has observado?  Cuanto más conoces sobre las palabras, sobre las escrituras, sobre el cristianismo, el islamismo, el hinduismo, el budismo, la  Bhagabad-gita, el Corán, la Biblia, los Vedas, más sentirás que tu mente se vuelve cada vez más loca; se te está empujando en todas las direcciones.  Una teoría dice algo, otra teoría dice algo más; se contradicen mutuamente, siempre se asfixian mutuamente.  Grandes argumentos sin conclusión alguna.

En todos estos siglos la filosofía no ha llegado a una sola conclusión.  Los filósofos han estado discutiendo durante cinco mil años, pero nunca ha habido una conclusión, una conclusión en la que todos estén de acuerdo.  Nunca ha habido un acuerdo. No ha sucedido y no va a suceder.  Dos filósofos no pueden estar de acuerdo, porque el acuerdo sólo es posible cuando conoces la realidad; entonces hay acuerdo.  Si tú conoces la realidad y yo conozco la realidad, entonces hay acuerdo, porque de esta manera no hay problema.  Tú conoces la misma realidad, yo conozco la misma realidad.  ¿Cómo puede haber alguna discusión?  La discusión es posible si yo tengo mi teoría y tú tienes tu teoría; entonces no hay posibilidad de encontrar un acuerdo.  El acuerdo se da únicamente a través de la experiencia. La experiencia es concluyente.  La discusión no es concluyente.  Un argumento lleva al otro y así sucesivamente.  Cuando dos personas están discutiendo, ambas no pueden estar en lo correcto.  Ambas pueden estar equivocadas, pero las dos no pueden estar en lo correcto.

Me han contado una historia que sucedió una vez:


Mulla Nasrudin y su esposa estaban discutiendo un día, -una habitual discusión de parejas- y se llegó a la conclusión natural, que llevó poco a poco a Mulla a la siguiente reflexión: “¿Por qué he empezado todo esto?”.

Comenzó a sentir hambre, pero la esposa ni siquiera pensaba en cocinar algo, así que fue a verla y le dijo:

-Lo siento, confieso que estaba equivocado.

La esposa le dijo:

-Eso no sirve.  Tendrás que admitir que yo estaba en lo cierto.  El que tú estés equivocado solamente, no cambia mucho las cosas; tendrás que admitir que yo estoy en lo cierto.  ¡Haz una declaración positiva!  Porque tú puedes estar equivocado, pero puede que interiormente pienses que yo también estoy equivocada, y eso no sirve de mucho.


Las dos personas pueden estar equivocadas.  Recuerda, la verdad es una; puede haber tantas falsedades como quieras. 
La religiosidad es una; no puede haber dos, porque la verdad es una.  Pero puede haber tantas filosofías como quieras.  Cada persona puede tener su propia filosofía.  Es tu sueño sobre la realidad; puedes elaborar tu propia teoría.

Tú no puedes elaborar la realidad.  Eso crea desasosiego; y si no sacas conclusiones te quedas suspendido en un limbo.  Y el no estar aquí ni allí, sino suspendido en el medio, es lo que la filosofía crea en el ser humano.  Él siente inicialmente que sabe, y en lo más íntimo, sigue sintiendo también que no sabe.  Ahora bien, éste es un estado de mucha tensión.  Tú sabes que no sabes y aún así sientes que sabes.  Sientes que sabes y aun así tú sabes que no sabes.  Ahora te estás quedando dividido, te estás volviendo esquizofrénico.  Además, en este estado mental no concluyente, uno siempre se siente incompleto, y lo que está incompleto duele.  Queremos conocer la verdad por completo, toda la verdad.


Sucedió que una vez en un hotel se presentó un vendedor y el encargado dijo:

-Me va a ser muy difícil encontrarle una habitación, pues aunque hay una vacante, no se la puedo ofrecer.

El vendedor le respondió:

-Pero ¿cuál es la razón?  ¿Por qué no me la puede ofrecer si la habitación está vacía?

-Precisamente debajo de la habitación se aloja un político importante –contestó el encargado-.  Hay una habitación libre en el segundo piso, pero en el primero, debajo de la habitación libre, un gran líder político está alojado, y enloquece por pequeñeces.  Si usted camina por la habitación o si hace algún ruido, armará mucho alboroto, y yo no quiero problemas.  Por favor, búsquese otro hotel.

-Pero –dijo el vendedor-, si ya he buscado por todas partes. Todos los hoteles están llenos, así que, por favor, tenga compasión de mí y le prometo que ni siquiera me moveré en la habitación.  Estaré trabajando todo el día en el pueblo y por la noche, cuando regrese, me iré directamente a dormir.  Me marcharé por la mañana, me iré a otro pueblo, pero déme la habitación-.  Así que le dieron la habitación.

El vendedor regresó a medianoche, cansado; se sentó en la cama, se quitó uno de los zapatos y lo dejó caer al suelo.  De repente recordó que el gran líder político podría molestarse, así que cogió el segundo zapato y muy silenciosamente, sin hacer el menor ruido, lo puso en el suelo y que quedó dormido.

Una hora más tarde, el político fue a llamar a su puerta.  Él abrió y vio al hombre enloquecido, rojo de la ira, pero no pudo entenderlo.  “¿Qué pude haber hecho?  ¡Si he estado durmiendo durante una hora!”.  Así que le dijo:

-Disculpe, ¿he hecho algo malo?  A lo mejor, ¿mientras dormía…?  ¿O quizás he emitido algún sonido o dicho algo?  Sea lo que sea lo siento, no era mi intención.

El político contestó:

-No se trata de eso.  ¿Qué pasó con el otro zapato?  Durante una hora usted me ha mantenido despierto.  Escuché el ruido, el primer zapato cayó al suelo y me dije: “¡Así que este hombre ya ha llegado!”.  ¡Y me quedé esperando a oír el ruido del segundo zapato al caer!  Y me estoy volviendo loco.  No puedo dormir.  ¿Qué ha pasado con el segundo zapato?


Esto es lo que le sucede a una mente que se queda en un estado inconcluso: algo se queda suspendido como si fuera una espada. Tú puedes entender la dificultad del político.  Él debió haber tratado de dormir, pero seguramente se quedó visualizando el segundo zapato suspendido en el aire: “¿Qué pasó?”.

La mente sólo descansa cuando se llega a una conclusión, de otra manera no lo hace jamás.  Y la filosofía nunca lleva a conclusión alguna.  Sólo la realidad es concluyente; sólo la experiencia, la existencia es concluyente.

Tzu Kung estaba harto de sus estudios, así que le dijo a Confucio:

-Quiero encontrar descanso.

-No hay descanso para los vivos- dijo Confucio.

Ahora bien, este punto de vista –no hay descanso para los vivos- está basado en una filosofía que dice que la vida es lucha, que la vida es acción, que la vida es conflicto, que la vida es una guerra por la subsistencia; ¿cómo puedes descansar así?  Esta misma filosofía se ha vuelto predominante en Occidente con Darwin y la filosofía de la “supervivencia del más fuerte” y con Nietzsche y “el poder de la voluntad”. 
A Confucio se le entiende profundamente en Occidente, él es un hombre occidental.  Nació en Oriente pero no es oriental en absoluto.  Su actitud hacia la vida es de actividad. 
Es una actitud yang, una actitud masculina: lucha, pelea, conquista, entra en conflicto, demuestra tu voluntad.  Tú estás aquí para poner a prueba tu voluntad; tienes que demostrarle al mundo que eres alguien. Tienes que dejar una huella en la historia; de otra manera tu vida no tiene sentido.  Tienes que competir, tienes que luchar; sólo entonces puedes dejar tu huella en la historia.  Si permaneces en descanso y en silencio, ¿cómo vas a dejar tu huella?

Lao Tzu no ha dejado ninguna huella  en la historia.  Tamerlán ha dejado su huella en la historia.  Chuang Tzu no ha dejado marca alguna en la historia. Nadir Shah, Alejandro, Napoleón, Hitler, Stalin, Mao, ellos han dejado su huella en la historia.  Mao fue un confuciano.  Él creía en Confucio e intentó tenazmente destruir todas las posibilidades y potencialidades taoístas en China.  Destruyó muchos monasterios taoístas, quería hacerlos desparecer por completo.  ¿Por qué?  Porque en ellos no se enseña a luchar en absoluto.  Si no enseñas a luchar, ¿cómo puedes predicar la revolución?

La actitud del Tao es de cooperación, no de conflicto.  La actitud del Tao no es de ir contra la naturaleza, sino de estar con ella, de admitir la naturaleza, de dejar que tome su curso, de cooperar con ella, de acompañarla.  El Tao tiene una actitud de gran relajamiento.

Recuerda que no es de inactividad.  No es de actividad, tampoco de inactividad: es trascendental.  El término taoísta es wu wei significa acción a través de la inacción.  Esa es la meta del Tao: haz pero no seas el hacedor.  Actúa pero deja que el Tao actúe a través de ti; simplemente coopera. Entonces, a través del Tao puedes descansar en la vida.

Pero ¿cómo vas a poder descansar con Confucio?  Él está en lo cierto; dice que, en lo que respecta a su filosofía, “no hay descanso para los vivos”.

Tienes que lugar duro, tienes que mostrar tu determinación, tienes que mostrar tu voluntad.  La vida está aquí para que puedas tener la oportunidad de probarte a ti mismo.  Es una competición, una competición despiadada.  Unos y otros se quieren ahorcar mutuamente, y si te relajas estás perdido.  ¡Pelea con fuerza!  Usa todas las posibilidades de mantenerte alerta y no pienses en descansar.  La palabra descanso es escapista para la mente confuciana.  No busques la meditación; esto es escapismo.  No te vayas a los Himalayas, y no te sientes en silencio; esto es escapismo.  ¡Haz algo!  La vida es para hacer y la muerte es para no hacer: esa es su lógica.  Naturalmente, un día morirás y entonces descansarás; así que ¿para qué preocuparse?  La división que hacen es muy clara y atrayente para las mentes lógicas.

Él dijo: “No hay descanso para los vivos”.

“¿No lo voy a encontrar nunca entonces?”, pregunta el discípulo.  Naturalmente, si no hay descanso para los vivos, entonces ¿cuándo?  ¿Cuándo voy a poder descansar?  ¿No lo voy a poder hacer nunca?  ¿Esta pesadilla va a seguir siempre?  ¿Y no tiene fin?

Confucio le dijo: “Anhelarás el noble y arqueado montículo de tu tumba y sabrás dónde encontrarás descanso”.

“Encontrarás”.  Atención a esta palabra.  Ésta es la mayor decepción jamás inventada por el ser humano: “Encontrarás”… no ahora, sino en algún momento en el futuro… no aquí sino en algún otro lugar.  Y todas las llamadas “religiones” han utilizado este artificio decepcionante. Prometen.  Dicen: “Encontrarás todo lo que quieres, pero no ahora… mañana”.

Y el mañana nunca llega; por su misma naturaleza no puede llegar.  El futuro nunca llega porque siempre lo que llega es el presente.  Siempre es ahora, y ahora, y ahora.  Dondequiera que vayas a estar, será aquí y ahora.

Y la primera es: “Encontrarás”. La promesa es muy ingeniosa.  Eso es lo que han hecho todas las religiones.  “En el cielo encontrarás paz, descanso, felicidad”. Llegarás algún día pero no ahora.  Y si quieres llegar allí, sacrifica la felicidad del día presente por eso.  “Se tiene que pagar un precio”, dicen.  “Y el precio es el siguiente: sacrifica tu presente por el futuro.  Sacrifica lo real por lo imaginario.  Sacrifica la vida por lo que viene después de la muerte”.

Y ellos han convencido a la humanidad, y casi todos han sacrificado sus vidas.  Nadie regresa del paraíso para contar lo que sucede.  Nadie viene después de morir a decir: “Sí, Confucio está en lo cierto”.  Por tanto, la decepción permanece, porque no puedes contradecirla.  No puedes refutarla aunque no puedes probarla; no obstante, tampoco puedes refutarla.

“Encontrarás”.  Escucha simplemente esta palabra: “Encontrarás”.  Ese es todo tu condicionamiento.  Durante la infancia los padres dicen: “Ahora no.  Cuando seas mayor encontrarás”.  Cuando eres mayor ellos empiezan a decir: “Ahora no.  Cuando seas mayor, ya jubilado, con una buena cuenta bancaria, todo está hecho y el tiempo para relajarse y descansar habrá llegado entonces”.  Y cuando eres viejo te dicen: “Después de muerto”.  Ellos continúan posponiendo. 
La zanahoria del futuro sigue colgando frente a ti, y cuanto más te acercas a ella más sigue retrocediendo… mientras tanto, tú continúas perdiéndote todas las posibilidades.

Una filosofía orientada hacia el futuro es venenosa.  Una filosofía orientada hacia el futuro es como el opio: te droga y te impide vivir tu vida ahora mismo, aquí, ahora.  Y ésta es la única vida.  Mira ahora a la respuesta de Confucio. 
El discípulo quiere encontrar descanso; se le dice: “No hay descanso para los vivos.  La vida es lucha, así que no pidas descanso.  El descanso se produce, ciertamente, pero ahora no, nunca se produce ahora.  Encontrarás.  Mira hacia delante… mira siempre hacia delante, no mires aquí, ahora.  No mires ahora, en el momento, vive para el futuro y sacrifica el presente”.

Éste, digo, es el mayor engaño jamás inventado por cualquier ser humano.  Ha funcionado bien.  El cura y el político viven de eso: del futuro.  El comunista sigue diciendo: “Espera, sacrifícate por el futuro.  Tarde o temprano va a llegar una sociedad sin clases.  Entonces todo el mundo será feliz”.  Tú eres infeliz, eres desgraciado, quieres descansar ya y ellos te dicen: “No te preocupes.  Será posible descansar.  Mira hacia delante.  Deja que se produzca la revolución y entonces irán bien las cosas.  Si quieres que haya felicidad en el futuro… sacrifícate.  ¡Sacrifícate!”.  Los fascistas dicen: “Sacrifícate para que pueda ganar la patria.  Y una vez haya ganado la patria, y una vez la raza nórdica haya demostrado que es la raza superior, entonces habrá paz en la tierra”.

El político explota al pueblo en nombre del futuro.  El presente es feo, desgraciado, horrible.  Él crea metas imaginarias, utopías, las decora muy hermosamente, las llena de colorido, y tú te quedas encantado y no miras alrededor.  Es feo, es horrible, es una desgracia, por dentro, por fuera. 
Eres sólo lágrimas y nada más, angustia solamente, un infierno. Pero ellos dicen: “Encontrarás.  Mira hacia delante.  El gran día está llegando”.  El político vive de eso y el cura vive de eso. Además, el político y el cura no están muy distantes; son socios en el mismo negocio.  El negocio consiste en no permitir al ser humano estar aquí, ahora, porque una vez el ser humano está aquí, ahora, se siente tan feliz que no escucha a político alguno ni escucha a cura alguno.

Si al ser humano se le permite estar aquí, ahora, se sentirá tan en paz y descansado que no le importará paraíso alguno. 
Ya lo ha conseguido: ¿a quién le importa tu paraíso?  Tu paraíso parece tener sentido porque el hombre es desgraciado. Para que el paraíso siga teniendo sentido el ser humano tiene que seguir siendo desgraciado.  Además, gracias al paraíso el cura existe, porque él te puede enseñar el camino, él tiene la llave, él tiene línea directa con Dios.  Tú no la tienes, así que tienes que persuadir y sobornar al cura para que cuide de tus intereses y persuada a Dios para que se te proporcione felicidad.  Tú has sacrificado todo por la religión, por el país, por la humanidad.  “Sacrifícate por lo que sea, ¡pero sacrifícate!”.  Ése es su eslogan.  Cualquier cosa servirá, cualquier ideal sin sentido servirá… pero sacrifícate.

Los viejos ideales se abandonan porque se llegan a descomponer y el ser humano empieza a cansarse de ellos. Entonces se inventan nuevos ideales por lo que también hay que sacrificarse; esto es lo que ha pasado en otras épocas. 
Sólo cambian los ideales, pero el sacrificio continúa.  Algunas veces te tienes que sacrificar por Dios.  El cura mahometano sigue diciendo que si mueres en campaña luchando por tu religión tienes el paraíso con absoluta certeza. Así que muere con valor, ya que sabes perfectamente que serás bien recibido en el paraíso.  El comunista dice que si mueres por la revolución eres grandioso.  Tu nombre resonará para siempre, serás recordado como un mártir, serás respetado.  Pero haz una cosa: no vivas, sacrifícate.

La situación es muy absurda.  Los padres se siguen sacrificando por ti; el padre, la madre se sacrifican por ti. Ellos dicen: “Me estoy sacrificando por mis hijos”.  Naturalmente se desquitan al decir esto porque mientras la madre se sacrifica por el hijo, ella está destruyendo su propia vida.  Ella se desquitará. 
Lo dirá una y otra vez, lo dejará bien claro una y otra vez: “Me he sacrificado por ti.  Conócelo bien, recuérdalo bien, que he sacrificado mi vida, mi juventud, todo, por ti”.  Ella tratará además de persuadirte: “Haz lo mismo por tus hijos”.  Entonces tú te sacrificas por tus hijos y luego les persuades para que hagan lo mismo con sus hijos… En consecuencia nadie vive jamás.  Una generación se sacrifica por la otra, y si no te sacrificas, entonces no eres respetado.  Nadie te respeta, entonces eres un criminal.  Si no te sacrificas por otros, entonces te dicen: “¿Qué estás haciendo?  No eres una buena persona, eres inmoral.  El sacrificio es bueno.  Vivir para uno mismo es egoísmo”.  Mira simplemente lo que esta gente ha estado diciendo: ser feliz es egoísta, sacrificarse es bueno. Pero al sacrificarte serás infeliz, y una persona infeliz crea infelicidad a su alrededor, y una persona infeliz se desquitará; nunca podrá olvidar, su vida ha sido destruida.  Nos dicen que la mujer se tiene que sacrificar por el marido y que el marido se tiene que sacrificar por la mujer ¿Para qué?  Ambos se sacrifican, por tanto, ambos pierden vida.

Yo enseño una vocación pura por uno mismo.  Nunca te sacrifiques por nadie.  Vive tu vida auténticamente y así nunca tendrás la necesidad de desquitarte ni sentirás rencor alguno contra nadie.  Y una persona que no siente rencor contra nadie es una persona amorosa, compasiva, cordial, dadivosa.  Y una persona que no siente rencor contra nadie –ni contra sus hijos, ni contra su marido, ni contra su esposa- es tremendamente hermosa.

Crea un ambiente de felicidad alrededor de ella.  Quienquiera que entre en contacto con ella comparte su felicidad.

Ocúpate de ti mismo.