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viernes, 14 de agosto de 2015
Emmet Fox: Reflexionemos…
Emmet Fox: Reflexionemos…
Un curso avanzado de Metafísica
A muchas personas les gustaría asistir a lo que llaman un curso avanzado en metafísica. Vale la pena analizar brevemente esa idea. ¿Qué se podría impartir en un curso avanzado que no esté en las lecciones ordinarias? En las clases habituales de metafísica se enseña que Dios es el único poder, y que el mal es insustancial, que forjamos nuestro propio destino mediante nuestros pensamientos y nuestras creencias, que cuando oramos no importan las condiciones, que el tiempo , el espacio y la materia son ilusiones humanas, que hay una solución para todo problema, que el hombre es el Hijo de Dios y que Dios es bien perfecto, que Jesucristo es el único que enseñó toda la Verdad sobre Dios y que en realidad lo demostró. Una vez que el estudiante ha obtenido comprensión intelectual correcta de estas realidades, y que las ha digerido – al menos parcialmente – lo único que le falta es desarrollar su comprensión demostrando esas realidades en la práctica.
Esta, desde luego, es tarea que todos afrontamos. Así vemos que el verdadero curso avanzado es el que nosotros mismos damos al demostrar en los problemas prácticos de la vida cotidiana, mediante el logro de la salud, la armonía y la libertad. Cada vez que superamos una dificultad al averiguar la Verdad de ese obstáculo, Dios nos enseña algo nuevo e invaluable que no se podría expresar verbalmente o en un libro. Todos debemos trabajar ahora mismo en el curso avanzado, mediante la práctica regular y constante de la presencia de Dios. “Es estéril la fe sin obras”. Santiago 2:20.
No se esfuerce
En la oración o en el tratamiento como en muchas otras cosas mientras menos nos esforcemos mejor. En efecto: el esfuerzo se derrota a sí mismo. Rece pausadamente, tranquilamente, sin tensiones. Cuando una persona intenta nadar por primera vez, casi siempre empieza batiendo violentamente el agua, en un esfuerzo por mantenerse a flote. Eso, por supuesto, es un error. Lo que ocurre es que la persona se agota y no logra avanzar. Más tarde, cuando un instructor eficiente le ha enseñado como se nada, la persona entra al agua y con unos cuantos movimientos suaves, casi sin esfuerzo, llega al extremo opuesto de la piscina.
Después, sólo es cuestión de tiempo y práctica constante para que la persona se convierta en un nadador experto. Igual sucede con el tratamiento. Vuélvase a Dios tranquilamente, con fe y confianza, y afirme que El abre el camino en la mejor forma, o que le resuelve ese problema en particular. Que su oración sea una visita sin prisas a Dios. Recuerde que El se preocupa por usted y que para El nada es imposible. Luego de gracias y espere los resultados. “Pues todo el que invocare el nombre del Señor será salvo”. Romanos 10:13.
Siete puntos en la oración
Cuando usted reza, usted se conecta con la Casa del Poder. La oración diaria, cuando de la se hace un hábito, se convierte en una cuerda irrompible a la que puede asir su vida. La oración más poderosa es una visita desinteresada a Dios. Cuando la oración se convierte en una carga, o incluso en una obligación, es hora de renunciar a ella. Si usted está preocupado, o su mente parece anegada, ensaye una búsqueda al azar en la Biblia o en su libro espiritual favorito. Sea receptivo ante Dios. No trate siempre de decirle cosas. “Cesad y reconoced que yo soy Dios”. Rece con calma. No trate de apresurar al Señor. Si usted puede librarse de la sensación de urgencia, sus demostraciones llegarán mucho antes de lo esperado.
Así es la vida
Por alguna razón uno fabrica ciertas creencias y luego tiene que vivir con ellas. Cuando usted crecía, personas bien intencionadas le decían muchas cosas negativas, a manera de consejo, y por lo tanto le implantaban los temores. Esos temores lo acompañan hoy, consciente o inconsciente. Otros problemas los trae uno al nacer. Uno afronta los temores encarnados, como en un drama. Lo que tememos en nuestro corazón se nos presenta en las acciones de otras personas, en las condiciones en que uno trabaja, en un desorden en alguna parte del organismo, etc. Gracias a Dios, no es necesario, como regla, escudriñar las honduras del subconsciente en busca de esos temores. Ese es el método que emplean ciertas modalidades de psicología moderna.
En la enseñanza espiritual, como ofrece la Biblia, aprendemos que al curar espiritualmente los síntomas (lo cual no equivale, por supuesto, a encubrirlos, sino a curarlos) el miedo o la falsa sugestión que causó los síntomas también desaparece, y el paciente queda libre. Rece a diario en procura de paz mental, de sabiduría y de comprensión de Dios. Cuando en su vida aparece una falta de armonía, aléjela mediante la comprensión espiritual. Mientras más visite a Dios, aunque sólo sea por unos segundos en cada ocasión, más felicidad hallará en su existencia. “Reconcíliate, pues, con El, y haz la paz”. Job 22:21
Deme una afirmación
A veces la gente me pide que le de una afirmación. Al parecer creen que la repetición de una frase mágica va a resolverles el problema. Pero nada podría estar más lejos de la verdad. Su problema está en usted, debido a una creencia errónea o a un proceso mental equivocado. La única manera de librarse de su problema consiste en cambiar su creencia, o en alterar el falso proceso mental. El temor siempre está presente donde no hay armonía y una afirmación no lo destruirá por sí misma. Usted debe negarse a que lo intimide el aparente peligro, sea lo que sea, y poner su confianza en el Amor de Dios. Entonces el temor iniciará su retirada.
Cuando usted necesita orientación para afrontar una decisión importante, la forma de obtenerla consiste en pensar y en creer que Dios lo guía. Esa creencia le dará orientación. Una afirmación suele ser útil como recordatorio de lo que usted debe creer, pero es el cambio en el proceso de su pensamiento del error a la Verdad, el que trae la demostración, no la mera repetición de una frase. “Y orando, no seáis habladores, como los gentiles” Mateo 6:7.
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