PRIMER TRABAJO DE HERCULES:Capturar las Yeguas Devoradoras de Hombres, de Diómedes
1.- El Primer gran Portal del gran Zodíaco se abrió:
Y Hércules recibió la siguiente orden:
- Ve y captura esas yeguas malignas y detén sus hechos. Libera
a esa tierra y a sus habitantes.
Fue el primer trabajo que Euristeo encomendó a Hércules:
capturar las yeguas de Diómedes.
Diómedes, hijo de Marte, criaba en su reino las yeguas negras de
la guerra, en los pantanos del mismo. Eran salvajes y feroces y todos
las temía, pues mataban a los hijos de los hombres, asolaban las
cosechas y engendraban continuamente caballos igualmente malignos
y feroces.
Hércules le dijo a su amado amigo Abderis, que siempre le
acompañaba:
- Ayúdame en este trabajo.
Abderis así lo hizo. Y ambos se enfrentaron a la tarea juntos.
Planearon su estrategia, siguieron a los caballos a lo largo de las
praderas y los pantanos hasta que, al fin, lograron encerrarlos en un
lugar del que no podían salir. Y entonces les trabaron las patas.
Hércules, orgulloso de haberlo logrado, se consideró demasiado
importante para terminar personalmente el trabajo, así que,.mientras él
seguía adelante, le dijo a Abderis:
- Abderis, ve y lleva las yeguas a través del portal.
Pero Abderis no era como Hércules. Abderis era débil. Y temía a
los caballos. Y éstos se le escaparon y lo agredieron y lo patearon y lo
mataron.
Entonces, Hércules tuvo que tragarse su orgullo y repetir, esta
vez solo, todo el trabajo, mientras su amigo yacía muerto, y conducir
las yeguas a través del Portal, mientras Abderis yacía muerto.
Los pobladores de la región aclamaban a Hércules como su
salvador, cuando pasaba por los pueblos. Pero Abderis estaba muerto.
Al llegar al Portal, el Maestro dijo:
- Has llevado a cabo el primer trabajo. Pero mal. Aprende la
lección y pasa a otro servicio.
Y Hércules recibió la siguiente orden:
- Ve y captura esas yeguas malignas y detén sus hechos. Libera
a esa tierra y a sus habitantes.
Fue el primer trabajo que Euristeo encomendó a Hércules:
capturar las yeguas de Diómedes.
Diómedes, hijo de Marte, criaba en su reino las yeguas negras de
la guerra, en los pantanos del mismo. Eran salvajes y feroces y todos
las temía, pues mataban a los hijos de los hombres, asolaban las
cosechas y engendraban continuamente caballos igualmente malignos
y feroces.
Hércules le dijo a su amado amigo Abderis, que siempre le
acompañaba:
- Ayúdame en este trabajo.
Abderis así lo hizo. Y ambos se enfrentaron a la tarea juntos.
Planearon su estrategia, siguieron a los caballos a lo largo de las
praderas y los pantanos hasta que, al fin, lograron encerrarlos en un
lugar del que no podían salir. Y entonces les trabaron las patas.
Hércules, orgulloso de haberlo logrado, se consideró demasiado
importante para terminar personalmente el trabajo, así que,.mientras él
seguía adelante, le dijo a Abderis:
- Abderis, ve y lleva las yeguas a través del portal.
Pero Abderis no era como Hércules. Abderis era débil. Y temía a
los caballos. Y éstos se le escaparon y lo agredieron y lo patearon y lo
mataron.
Entonces, Hércules tuvo que tragarse su orgullo y repetir, esta
vez solo, todo el trabajo, mientras su amigo yacía muerto, y conducir
las yeguas a través del Portal, mientras Abderis yacía muerto.
Los pobladores de la región aclamaban a Hércules como su
salvador, cuando pasaba por los pueblos. Pero Abderis estaba muerto.
Al llegar al Portal, el Maestro dijo:
- Has llevado a cabo el primer trabajo. Pero mal. Aprende la
lección y pasa a otro servicio.
2.- Desde el punto de vista cósmico, Aries es el signo de la
Creación. Es el signo de los comienzos. En la evolución humana,
marca el punto en el que se inicia la conciencia subjetiva de la
existencia, en comienzo de la senda de la experiencia.
Aries es el signo del poder evolucionante emanado de Dios y del
hombre, que es un hijo de Dios. Y ese poder fluye hacia dentro del
mundo, hacia la materia, produciendo las formas, y hacia el mundo del
ser o del espíritu. El primer flujo se expresa a través de las formas en
el sendero del descenso, externo; y el otro representa el sendero de
retorno, interior. Y ambos, juntos, completan el recorrido de la
evolución toda.
En Aries se inicia el camino en el que se toma forma y se
aprende a dominarla. Pero también se inicia el desarrollo interior y el
dominio de lo interno sobre lo externo. Las características de este
período son: reorganización, repolarización, reorientación y
regeneración. Todo ello, todo el recorrido depende de la atención
mental que el ser divino y humano, que es el hombre, le dedique.
Durante millones de años, esa fuerza vital se ha usado para
satisfacer deseos. Pero, con el tiempo, durante una serie de recorridos
por todo el zodíaco, el atractivo de la materia va desapareciendo hasta
que, una vez, precisamente en Aries, nace una nueva visión, un nuevo
objetivo. El hombre que es, a la vez, un hijo de Dios, ha descubierto
su naturaleza dual y desea abandonar su aspecto material para
empezar a dejarse influenciar por su aspecto espiritual.
Y se ve en la necesidad de aprender a usar su fuerza vital, ya no
con una finalidad egoísta, sino desinteresada y altruista.
3.- Aries rige la mente. En Aries está la fuerza que construye,
con la materia, la forma exterior y visible, que se convertirá en la
prisión del espíritu. Más adelante, ese espíritu individual pasará a
sentirse integrado en una masa cuando pase por Cáncer y a
considerarse un hombre en Leo. Luego, en Escorpio, alcanzará la
máxima densidad y, por fin, en Piscis, la forma morirá.
En Libra, el signo opuesto a Aries, habrá alcanzado el espíritu el
equilibrio y la armonía entre sus dos aspectos, como consecuencia de
las experiencias acumuladas durante su recorrido por los cinco signos
intermedios.
Creación. Es el signo de los comienzos. En la evolución humana,
marca el punto en el que se inicia la conciencia subjetiva de la
existencia, en comienzo de la senda de la experiencia.
Aries es el signo del poder evolucionante emanado de Dios y del
hombre, que es un hijo de Dios. Y ese poder fluye hacia dentro del
mundo, hacia la materia, produciendo las formas, y hacia el mundo del
ser o del espíritu. El primer flujo se expresa a través de las formas en
el sendero del descenso, externo; y el otro representa el sendero de
retorno, interior. Y ambos, juntos, completan el recorrido de la
evolución toda.
En Aries se inicia el camino en el que se toma forma y se
aprende a dominarla. Pero también se inicia el desarrollo interior y el
dominio de lo interno sobre lo externo. Las características de este
período son: reorganización, repolarización, reorientación y
regeneración. Todo ello, todo el recorrido depende de la atención
mental que el ser divino y humano, que es el hombre, le dedique.
Durante millones de años, esa fuerza vital se ha usado para
satisfacer deseos. Pero, con el tiempo, durante una serie de recorridos
por todo el zodíaco, el atractivo de la materia va desapareciendo hasta
que, una vez, precisamente en Aries, nace una nueva visión, un nuevo
objetivo. El hombre que es, a la vez, un hijo de Dios, ha descubierto
su naturaleza dual y desea abandonar su aspecto material para
empezar a dejarse influenciar por su aspecto espiritual.
Y se ve en la necesidad de aprender a usar su fuerza vital, ya no
con una finalidad egoísta, sino desinteresada y altruista.
3.- Aries rige la mente. En Aries está la fuerza que construye,
con la materia, la forma exterior y visible, que se convertirá en la
prisión del espíritu. Más adelante, ese espíritu individual pasará a
sentirse integrado en una masa cuando pase por Cáncer y a
considerarse un hombre en Leo. Luego, en Escorpio, alcanzará la
máxima densidad y, por fin, en Piscis, la forma morirá.
En Libra, el signo opuesto a Aries, habrá alcanzado el espíritu el
equilibrio y la armonía entre sus dos aspectos, como consecuencia de
las experiencias acumuladas durante su recorrido por los cinco signos
intermedios.
Aries rige la cabeza y, por tanto, es el signo del pensador y un
potente signo mental.
El aspirante espiritual da comienzo a su trabajo consciente
cuando se convierte en un pensador y toma en sus manos su propio
destino, gracias al conocimiento adquirido con la mente.
Los caballos negros simbolizan la mente inferior, fábrica de
ideas falsas y conceptos errados. Representan la polaridad femenina
de la mente como creadora de conceptos, ideas y teorías. Ideas que,
luego, se lanzan al mundo, devastándolo y destruyéndolo cuando
surgen de la mente inferior, pero construyéndolo y salvándolo cuando
proceden del espíritu.
Por eso, el caballo blanco representa la mente iluminada del
hombre realmente espiritual.
Es de notar que, siendo Marte el regente exotérico de Aries,
Hércules inició este trabajo como militante, guerrero y líder. La
yeguas eran de Diómedes, hijo de Marte. Pero, como el regente
esotérico de Aries es Mercurio, el que “ilumina la mente y media
entre el espíritu y la personalidad”, por eso Hércules pudo realizar su
trabajo.
4.- Conviene, para la mejor comprensión de los trabajos
siguientes, tener claros cuatro conceptos:
a.- Dios. Que es la suma de todas las formas, de todos los
estados de conciencia y de toda la vida energizante.
b.- Sexo: Que es la vida en actividad que atrae a la materia y al
espíritu; la atracción entre espíritu y materia; el deseo; la tendencia a
la creación.
c.- Ley: Que es el conjunto de hábitos nacidos de la eterna
acción recíproca entre materia y espíritu, los dos polos opuestos, y que
el hombre conoce como leyes naturales; el efecto de la incidencia de
la voluntad divina sobre la forma; el reconocimiento de ese efecto por
el hombre.
d.- Pecado: Que es la rebelión de la unidad contra el todo; de la
individualidad contra el grupo; el egoísmo frente al interés universal.
5.- Ahora podemos comprender fácilmente el significado de este
primer trabajo:
potente signo mental.
El aspirante espiritual da comienzo a su trabajo consciente
cuando se convierte en un pensador y toma en sus manos su propio
destino, gracias al conocimiento adquirido con la mente.
Los caballos negros simbolizan la mente inferior, fábrica de
ideas falsas y conceptos errados. Representan la polaridad femenina
de la mente como creadora de conceptos, ideas y teorías. Ideas que,
luego, se lanzan al mundo, devastándolo y destruyéndolo cuando
surgen de la mente inferior, pero construyéndolo y salvándolo cuando
proceden del espíritu.
Por eso, el caballo blanco representa la mente iluminada del
hombre realmente espiritual.
Es de notar que, siendo Marte el regente exotérico de Aries,
Hércules inició este trabajo como militante, guerrero y líder. La
yeguas eran de Diómedes, hijo de Marte. Pero, como el regente
esotérico de Aries es Mercurio, el que “ilumina la mente y media
entre el espíritu y la personalidad”, por eso Hércules pudo realizar su
trabajo.
4.- Conviene, para la mejor comprensión de los trabajos
siguientes, tener claros cuatro conceptos:
a.- Dios. Que es la suma de todas las formas, de todos los
estados de conciencia y de toda la vida energizante.
b.- Sexo: Que es la vida en actividad que atrae a la materia y al
espíritu; la atracción entre espíritu y materia; el deseo; la tendencia a
la creación.
c.- Ley: Que es el conjunto de hábitos nacidos de la eterna
acción recíproca entre materia y espíritu, los dos polos opuestos, y que
el hombre conoce como leyes naturales; el efecto de la incidencia de
la voluntad divina sobre la forma; el reconocimiento de ese efecto por
el hombre.
d.- Pecado: Que es la rebelión de la unidad contra el todo; de la
individualidad contra el grupo; el egoísmo frente al interés universal.
5.- Ahora podemos comprender fácilmente el significado de este
primer trabajo:
Hércules había de empezar a adquirir control sobre la mente en
el mundo del pensamiento. Durante miles de años, las yeguas (que
representan a la mente inferior) habían estado produciendo negros
caballos agresivos y dañinos, es decir, pensamientos erróneos, juicios
equivocados e ideas falsas, que habían devastado la región, es decir, la
tierra.
Y una de las primeras lecciones que todo aspirante ha de
hacer propia es la de convencerse del enorme poder que poseen sus
pensamientos y, por tanto, el enorme daño que puede hacer con ellos
entre los más próximos, entre sus amigos y en el medio ambiente,
mediante esas yeguas madres marcianas que, una vez fecundadas,
siguen devastando la región. Ha de aprender, pues, a usar
correctamente su mente y no dejarla engendrar más caballos
guerreros y agresivos. Porque el egoísmo, la falta de bondad, el amor
a la murmuración y a la crítica, constituyen gran parte del contenido
de su pensamiento; y las yeguas madres de su mente están
constantemente siendo fertilizadas por el egocentrismo y la ilusión.
Estas yeguas madres, en lugar de dar nacimiento a ideas y
conceptos originados en el reino del espíritu, y en vez de ser
fertilizadas desde el reino espiritual, se convierten en madres del
error, la falsedad y la crueldad, que tienen su origen en el aspecto
inferior de la naturaleza humana.
el mundo del pensamiento. Durante miles de años, las yeguas (que
representan a la mente inferior) habían estado produciendo negros
caballos agresivos y dañinos, es decir, pensamientos erróneos, juicios
equivocados e ideas falsas, que habían devastado la región, es decir, la
tierra.
Y una de las primeras lecciones que todo aspirante ha de
hacer propia es la de convencerse del enorme poder que poseen sus
pensamientos y, por tanto, el enorme daño que puede hacer con ellos
entre los más próximos, entre sus amigos y en el medio ambiente,
mediante esas yeguas madres marcianas que, una vez fecundadas,
siguen devastando la región. Ha de aprender, pues, a usar
correctamente su mente y no dejarla engendrar más caballos
guerreros y agresivos. Porque el egoísmo, la falta de bondad, el amor
a la murmuración y a la crítica, constituyen gran parte del contenido
de su pensamiento; y las yeguas madres de su mente están
constantemente siendo fertilizadas por el egocentrismo y la ilusión.
Estas yeguas madres, en lugar de dar nacimiento a ideas y
conceptos originados en el reino del espíritu, y en vez de ser
fertilizadas desde el reino espiritual, se convierten en madres del
error, la falsedad y la crueldad, que tienen su origen en el aspecto
inferior de la naturaleza humana.
Francisco-Manuel Nácher
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