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domingo, 15 de marzo de 2015

OSHO: REPRESION Y CONTROL


Este es el tercer capítulo del libro de Osho llamado "Emociones" se los comparto textual, abrazos de amor y Luz. Solange.
Jamás se ve a los animales yendo a la guerra. Por supuesto que a veces hay peleas, pero son individuales... no guerras mundiales, con todos los cuervos del este luchando contra todos los cuervos del oeste, o todos los perros de la India luchando contra todos los perros de Pakistán.
Desde luego que no.
Los perros no son tan necios, tampoco los cuervos.
Sí, a veces luchan, y no hay, nada malo en ello.
Si su libertad se ve violada, combaten, pero es un combate individual.
No es una guerra mundial.
Entonces, ¿qué habéis hecho?
Habéis reprimido la humanidad y no habéis permitido que a veces los individuos estén airados... lo cual es natural.
El resultado final y total es que todo el mundo continúa acumulando ira, reprimiendo ira; y, un día todo el mundo se encuentra tan lleno de veneno que explota en una guerra mundial.
Cada diez años se necesita una guerra mundial.
¿Y quién es responsable de esas guerras?
Vuestros así llamados santos y moralistas, vuestros falsos benefactores,
La gente que jamás os ha permitido ser naturales.
Pregunta Primera
¿Qué es la represión?
La represión es llevar una vida que no estaba hecha para ti.
La represión es hacer cosas que jamás quisisteis hacer.
La represión es ser la persona que no eres.
La represión es un modo de destruirte.
La represión es el suicidio... muy lento, por supuesto.
Pero un envenenamiento seguro y lento.
La expresión es vida; la represión es suicidio
Pregunta Segunda
¿Por qué el hombre suprime tanto y enferma?
Porque la sociedad os enseña a controlar, no a transformar, y el camino de la transformación es totalmente diferente.
Para empezar, en absoluto es el camino del control, sino todo lo opuesto.
Mediante la supresión la mente se divide. La parte que aceptáis se vuelve el consciente, y la parte que negáis se vuelve el inconsciente.
Esta división no es natural, tiene lugar debido a la represión. Y en el inconsciente os dedicáis a arreglar toda la basura que la sociedad rechaza... pero recordad, todo lo que arrojéis allí se convierte más y más en una parte de vosotros: pasa a vuestras manos, a vuestros huesos, a vuestros latidos.
Ahora los psicólogos dicen que el ochenta por ciento de las enfermedades están causadas por emociones reprimidas: tantos fallos del corazón significan que se ha reprimido mucha ira en el corazón, tanto odio que queda envenenado.
Primero: en el control, reprimís; en la transformación, expresáis.
Pero no hay necesidad de expresar sobre otro porque ese «otro» es simplemente irrelevante.
La próxima vez que os sintáis airados id a correr alrededor de la casa siete veces, y después sentaos, bajo un árbol y contemplad adónde ha ido la ira.
No la habéis reprimido, no la habéis controlado, no la habéis proyectado sobre otro... porque en ese caso se crearía una cadena, ya que el otro es tan tonto como vosotros, igual de inconsciente.
El proyectará más ira sobre vosotros, está reprimido tanto como vosotros.
Entonces, se produce una cadena: vosotros proyectáis sobre él, él sobre vosotros, ambos os convertís en enemigos.
No se lo tires a nadie encima. Es lo mismo que cuando tenéis ganas de vomitar: no vais a vomitar sobre otro.
La ira necesita un vómito, ¡vais al cuarto de baño y vomitáis!
Depura todo el cuerpo... Si suprimís el vómito, será peligroso y, cuando hayáis vomitado os sentiréis frescos, libres de peso, descargados, bien, sanos.
Había algo malo en la comida que tomasteis y el cuerpo la rechaza.
No forcéis que permanezca dentro.
La ira es simplemente un vómito mental.
Hay algo malo en lo que habéis incorporado y todo tu ser psíquico quiere expulsarlo, pero no hace falta proyectarlo sobre alguien.
Debido a que la gente lo arroja sobre otros, la sociedad les pide que lo controle.
Siempre que sois espontáneos, significa que no actuáis de acuerdo con una idea planificada de antemano. De hecho, no estabais preparados para hacer nada: la acción ha surgido como una respuesta por su propia voluntad.
Tendréis que entender estas palabras.
Primero está la distinción entre la reacción y la respuesta. La reacción se ve dominada por la otra persona.
Os insulta: vosotros os enfadáis Y entonces, actuáis por la ira.
Eso es una reacción. No sois independientes: cualquiera podría empujaros para allá o para acá.
Se os influye con facilidad. Se os puede chantajear emocionalmente.
La reacción es un chantaje emocional.
No estabais enfadados. La otra persona os insultó y dicho insulto, creó ira: de esa ira: surge vuestra acción.
La respuesta surge de la libertad.
No depende de la otra persona.
El otro puede insultaros, pero no os enfadáis, todo lo contrario, meditáis en ello... ¿Por qué os insulta?
Quizá tenga razón. Entonces debéis estarle agradecido, no enfadaros.
Quizá se equivoca. En ese caso, ¿por qué tenéis que encender vuestro corazón con ira por su equivocación?
Las emociones no van a ayudaros a convertiros en una individualidad integrada.
No os van a proporcionar un alma de granito.
Seguiréis siendo un trozo de madera muerta que se mueve de un lado a otro de la corriente, sin saber por qué.
Las emociones os ciegan igual que lo hace el alcohol.
Pueden tener buenos nombres como amor, pueden tener malos nombres como ira, pero de vez en cuando necesitáis enfadaros con alguien, eso os alivia.
En la India, a veces se ve a los perros haciendo el amor en los caminos, la gente les tira piedras.
Sin embargo, esos pobres animales no causan ningún daño a nadie y realizan un ritual biológico que también vosotros, realizáis... lo que pasa es que ellos no tienen que ocultarse en casas, y lo hacen bien...
Una multitud los rodea para tirarles piedras, golpearlos... ¡extraña conducta!
La gente necesita estar enfadada de vez en cuando, así como de vez en cuando necesita estar enamorada, y de vez en cuando odiar a alguien.
Vivid, bailad, comed, dormid, haced las cosas tan totalmente como os sea posible.
Y recordad una y otra vez: siempre que os sorprendáis creando algún problema, huid de él, de inmediato.
Una vez que os metáis en un problema, será necesaria una solución.
Y aunque la encontréis, de esa solución volverán a surgir mil y un problemas.
En cuanto equivocáis el primer paso, estáis en la trampa.
Siempre que veáis que os estáis metiendo en un problema, daros cuenta, conteneos, corred, saltad, bailad, pero no os metáis en él.
Haced algo inmediatamente para que la energía que estaba creando los problemas fluya, se deshiele, se derrita y regrese al cosmos.
Una persona que jamás se enfada y continúa controlando su ira es muy peligrosa. Cuidaos de ella; puede mataros.
Si vuestro marido jamás se enfada, denunciadlo a la policía.
Un marido que se enfada a veces es un ser humano natural, no hay que sentir miedo.
Un marido que jamás se enfada, un día, de repente, saltará para asfixiaros.
Y lo hará como si estuviera poseído por algo.
Los asesinos llevan siglos diciéndole a los tribunales: «Hemos cometido el crimen, pero estábamos poseídos. ¿Quién los poseía?
Su propio inconsciente. el inconsciente reprimido, estalló.
La sensibilidad crece con la percepción.
Mediante el control os apagáis y morís...
Eso forma parte del mecanismo de control: si estáis apagados y muertos, entonces nada os afectará, como si el cuerpo se hubiera convertido en una ciudadela, una defensa.
Nada os afectará, ni el insulto ni el amor.
Pero ese control se produce a un coste muy grande, innecesario; pasa a ser todo el esfuerzo en la vida: cómo controlaros... ¡y luego morir!
El esfuerzo completo del control os consume toda la energía, y luego simplemente morís.
Y la vida se transforma en una cosa apagada y, muerta; de algún modo lográis continuar.
La sociedad os enseña control y censura, porque un niño se controlará cuando siente que algo está censurado.
La mente puede practicar el juego de estar en silencio; puede practicar el juego de estar sin pensamientos, sin emociones, pero simplemente están reprimidos, completamente vivos, listos para saltar en cualquier momento.
Las así llamadas religiones y sus santos han caído en la falacia de aquietar la mente.
Si seguís sentados en silencio, tratando de controlar vuestros pensamientos, sin permitir vuestras emociones, sin permitir cualquier movimiento en vuestro interior, despacio, despacio, se convertirá en vuestro hábito.

Este es el mayor engaño que podéis daros, porque todo sigue exactamente igual. Nada ha cambiado, aunque da la impresión de que habéis pasado por una transformación.

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