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martes, 31 de enero de 2023

CAMBIAR LOS HÁBITOS PARA SANAR LA VIDA

 

 



Como gotas que horadan la piedra, nuestros hábitos esculpen nuestra fisiología.

 

Los alimentos que consumimos, las emociones que sentimos y expresamos con mayor frecuencia y lo que habitualmente pensamos y hacemos, establecen secuencias que se repiten cíclicamente, generando pautas y patrones que caracterizan nuestras vidas. Son los hábitos constitutivos de nuestro estilo de vida, establecidos por nuestras actividades, pausas y rutinas. Estos hábitos determinan en buen parte la calidad de nuestra salud.

 

EL CAMINO DE LOS HÁBITOS SALUDABLES

Nuestros hábitos conforman en su conjunto una forma de inteligencia adaptativa que inhibe o favorece la expresión de buen número de nuestros genes. Sabemos hoy, por ejemplo, que tanto los hábitos que inducen la respuesta fisiológica de relajación, como la costumbre de mantener un adecuado contacto con la luz solar, modulan una expresión adaptativa positiva de miles de genes.

 

Vivimos así en un contexto de hábitos, creencias y costumbres que se imprimen en nuestros campos de energía y modulan su fisiología. La dieta, el ejercicio, el reposo, el ayuno, la jornada laboral, el descanso o la expresión emocional forman en conjunto una onda rítmica que se manifiesta en el biocampo, un campo de energía que refleja en cada momento la calidad de nuestra vida. Este programa complejo es el sustrato de nuestro modo de vivir la vida, de gozar de la salud o de enfermar.

 

Los hábitos se convierten en nuestra biología.

 

LAS ENFERMEDADES CRÓNICAS GUARDAN UNA ESTRECHA RELACIÓN CON ESTILOS DE VIDA LIGADOS A HÁBITOS MALSANOS

En el espejo de la biología encontramos los reflejos de nuestros hábitos.

 

Cada célula posee sus propias oscilaciones y se comunica con otras células por resonancia. Los trillones de células del cuerpo coordinan entre sí sus actividades a velocidades fantásticas, lo que no puede ser explicado solamente por la bioquímica. Esta hipercomunicación es modulada por nuestros hábitos de vida que alteran positiva o negativamente la programación celular.

 

EL PRECIO DEL ÉXITO ES CON FRECUENCIA LA SALUD

Sistemas de creencias, hábitos y costumbres se convierten en pura biología.

 

En la tierra de la vida, las semillas de los hábitos siempre germinan. Los unos serán como malezas que interferirán con la cosecha de la salud. Los buenos hábitos conducirán a la realización. Podemos reconocer y seleccionar las semillas de esos frutos que en la cosecha de la vida representan lo mejor de nosotros.

 

El precio del éxito es con frecuencia la salud. No tiene sentido hacer muchas cosas y obtener resultados a costa de la vida, pues no se trata sólo de qué hacemos, se trata especialmente de cómo estamos cuando hacemos lo que hacemos, lo que determinará sin duda nuestro modo de hacerlo. El cómo estamos se puede ir convirtiendo en el hábito de estar de cierto modo, hasta que el estar se haga parte integrante de lo que somos y el cómo estamos determine el cómo somos, cómo nos comportamos, cómo actuamos. Actuamos generosamente algunas veces, muchas veces, casi siempre somos generosos. Del mismo modo podemos preguntarnos si somos simpáticos, cordiales, amables, críticos, glotones, reposados, ansiosos, estresados, depresivos…

 

Cómo se manifiesta el ser, su estar en la vida, se reconoce en nuestros sentimientos de malestar o de bienestar. Esto se relaciona con el estilo de nuestra vida, con nuestro modo de vivir, profundamente condicionado por nuestros hábitos. Como se vive se muere. Podemos cambiar la vida a condición de que cambiemos nuestros días, podemos cambiar nuestro modo de morir a condición de que cambiemos nuestro modo de vivir. Nuestro modo de estar presentes. Si un día podemos integrar el pensar, el sentir y el actuar en cada instante de una manera consciente, descubriremos con la alegría de una nueva inocencia, la fuerza serena de la Presencia.

 

EL HÁBITO Y LA DECISIÓN DEL CAMBIO

¿Cómo gestionamos la respiración, las relaciones, las creencias, la alimentación y, a fin de cuentas, la empresa de la vida? La primera gran gestión es la del cambio, pues la vida misma es un proceso continuo de renovación.

 

¿Cómo no resistirnos al cambio y atrevernos a liberarnos de falsas creencias y hábitos insanos? Hemos de renovar para ello la imagen que tenemos de nosotros mismos, lo que implica también una profunda transformación de nuestra visión del mundo, del proyecto y el sentido mismo de la vida.

 

Para lograrlo, en primer lugar, necesitamos reconocer que todos tenemos hábitos para cambiar, especialmente aquellos que no resuenan con nuestro proyecto de vida. Lo cual no es fácil ya que los hábitos también están inscritos en nuestra epigenética, nuestros programas celulares y nuestro campo neuronal.

 

En segundo lugar, necesitamos decidir con firmeza el cambio a realizar, y adecuarlo a nuestros valores y sentido de la vida. La vida es decisiva, instante a instante elegimos nuestro modo de respirar, de ejercitarnos, de reposar, de comer, de buscar placer, de relacionarnos. Una vez elegimos, ya sea buena o mala esta elección para nuestra salud, tenemos una tendencia natural a repetirnos, por lo que se hace necesario revisar los automatismos que dañan nuestra salud, para tomar la firme decisión de cambiarlos y perseverar en el cambio. Esto implica un viaje al interior, una toma de conciencia sobre lo que es dañino, aunque sea placentero. Una vez tomada la decisión tendremos que recorrer el camino que va de lo que al comienzo significa el esfuerzo de perseverar en una disciplina conscientemente repetida a la generación de un nuevo hábito que se incorpora en los ritmos de la vida. Entonces, a lo mejor respiremos más profundamente o meditemos cada mañana.

 

O ayunemos periódicamente y no comamos nunca más hasta saciarnos. O también simplemente adquiramos hábitos de escuchar, agradecer, sonreír, y así dejemos de transitar por el antiguo camino de la crítica. Para implementar este proceso de cambio podemos escoger las mejores herramientas, las que ya están incorporadas en nosotros. No son tanto los recursos externos que frecuentemente condicionan los procesos de cambio y nos conducen a la inmovilidad de la dependencia. Para no aplazar más la necesidad vital de renovarnos y cambiar, necesitamos un ingrediente mayor: la pasión por la vida. Así canalizamos la inmensa energía de las emociones constructivas que generan el poder mayor que acompaña nuestras decisiones hacia la correcta acción.

 

A TRAVÉS DE NUESTROS HÁBITOS SOMOS CREADORES DE SALUD O DE ENFERMEDAD

 

EL PODER DE LOS SENTIMIENTOS PARA REENCANTAR LA VIDA

Pensamientos, emociones e intenciones están animados por un modo de sentir que influye poderosamente en el resultado de nuestras acciones, y determinan si sólo somos exitosos o si también alcanzamos la plenitud, tan necesaria a la realización genuina.

 

Si nuestros estados de ánimo acompañan nuestras decisiones y éstas corresponden al proyecto de vida que permita dar lo mejor de nosotros, podemos ser felices. El arte de cultivar hábitos saludables induce esa comunicación armónica que se refleja en relaciones armónicas con nosotros mismos y con el mundo que nos rodea. Continente y contenido se complementan y completan. Las formas de vivir se convierten en el cauce del agua abundante de la vida. Entonces la vida fluye plena, sin obstrucciones ni desbordamientos. Los hábitos se convierten en los moldes precisos donde se vacía y se revela el diseño oculto en cada vida.

 

A lo mejor llegue así un día en el que las emociones constructivas sean parte esencial de nuestro estilo de vida, y el corazón pueda latir al compás del amor, expresando un alto nivel de coherencia cardíaca que armonice todos los ritmos de nuestra biología. Entonces la compasión formaría parte de nuestro estilo de vida. Esto no sólo mejoraría nuestra propia biología sino la de la madre tierra, pues ya el hábito malsano de consumir y contaminar sin responsabilidad ni medida sería asunto del pasado.

 

De un modo creativo, sin necesidad de juzgarnos o juzgar a otros, de castigarnos o reprimirnos, podemos crear nuevos hábitos que serán parte de un estilo de vida fresco y fluido en permanente renovación. Toda nuestra biología conspirará en la dirección elegida y esa misma energía que mueve nuestros pensamientos, sentimientos y acciones, se desviará hacia el nuevo cauce que hemos creado.

 

A través de nuestros hábitos somos creadores de salud o de enfermedad. La decisión de cambiar en dirección de la integridad, que es salud total, es sólo nuestra e implica múltiples renuncias, una gran capacidad de enfoque, consagrar lo mejor de nuestro tiempo a un nuevo cauce y saber convertir lo que en primera instancia es una disciplina en un hábito que fluye sin esfuerzo, porque está programado en múltiples niveles de nuestra conciencia, incluido el nivel de la biología.

 

JORGE CARVAJAL POSADA

 

DR. JORGE CARVAJAL

El Dr. Jorge Carvajal es médico cirujano de la Universidad de Antioquia (Colombia). Escritor, docente, investigador, con cuarenta años de práctica clínica dirigidas a la integración de diferentes sistemas médicos. Creador de la Sintergética y Manos para sanar. Es presidente honorífico de la Asociación Internacional de Sintergética (A.I.S.).

  

Fuente: Asociacion Internacional SIntergetica

lunes, 30 de enero de 2023

LA ESENCIA DE LA MEDITACIÓN –

 

 


Ser consciente de ser consciente es la esencia de la meditación. Es la única forma de meditación que no requiere dirigir, enfocar o controlar la mente.

No podemos convertirnos en lo que somos suficientes a través de ningún tipo de práctica; mediante la práctica tan solo podemos devenir o convertirnos en algo que no es esencial en nosotros.

Podemos llegar a tener cincuenta años (es decir, devenir en una persona de cincuenta años). Podemos estar cansados ​​(es decir, devenir en una persona cansada). Podemos casarnos (es decir, devenir en una persona casada). Podemos volvernos solitarios (es decir, devenir en una persona solitaria). Pero nuestro ser esencial y auto-consciente es anterior a todo devenir, a todo “convertirse en”, y de hecho permanece presente, aunque por lo general pase desapercibido en todo devenir y en toda transformación.

 

“Ser consciente de ser consciente es la esencia de la meditación.”

 

No obstante, una vez que nos hemos convertido aparentemente en un yo separado, en una mente finita, nuestra naturaleza esencial de pura conciencia parece haberse perdido, faltar o estar oculta. Por lo tanto, desde la perspectiva de un yo separado (es decir, de una conciencia temporal y limitada), sí que parece haber una práctica que ha de ser emprendida, o un camino que hay que recorrer, para poder reencontrar o reconocer (es decir, conocer de nuevo) nuestro yo esencial y, sobre todo, para acceder a la paz y felicidad que le son innatas.

Así pues, como concesión compasiva a la creencia de ser un yo o una entidad temporal y finita, la enseñanza no-dual, en la mayoría de los casos, fomenta la práctica de la meditación bajo la forma de la auto-indagación o de la auto-rendición (la entrega de uno mismo).

En muchas expresiones contemporáneas de la no-dualidad esta cuestión se malinterpreta o no se entiende bien. Este tipo de enseñanzas, con el fin de acomodar la experiencia del sufrimiento y seguir manteniendo una perspectiva aparentemente iluminada, proclaman que “todo sufrimiento aparece en la conciencia, pero no hay nadie aquí que sufra y, por consiguiente, tampoco hay nada que hacer”.

 

“No hacer nada no es una opción para alguien que se considera a si mismo un ser separado.

 

En esta clase de afirmaciones, la enseñanza no-dual se emplea para lo mismo que antes se usaban los objetos, las sustancias, las actividades, los estados mentales y las relaciones; es decir, para distraer de su sufrimiento al ser aparentemente separado. O, dicho de otro modo, el yo separado se ha apropiado de la enseñanza no-dual y la está usando para perpetuar su propia existencia ilusoria.

Si estamos sufriendo, sería mejor ser honestos con nosotros mismos e investigar quién es ese que sufre. Al fin y al cabo, si estamos sufriendo, entonces también estamos, por definición, buscando. No hacer nada no es una opción para alguien que se considera a si mismo un ser separado.

Para tal individuo únicamente hay dos posibilidades: o bien tratar de encontrar un alivio temporal en objetos, sustancias, actividades, estados mentales y relaciones; o bien buscar la fuente del sufrimiento dentro de sí mismo mediante la auto-indagación o la auto-investigación, lo que conduce de forma natural a la auto-entrega y a “morar en uno mismo”.

 

“La meditación es lo que somos, no lo que hacemos.”

 

Por lo tanto, la meditación, la auto-indagación o la oración contemplativa les parecerá a la mayoría de las personas, al menos inicialmente, una actividad que ellos mismos practican como individuos separados e independientes, y solo gradualmente, a medida que su comprensión vaya madurando y su práctica se vaya perfeccionando, la auto-indagación irá dando paso a la auto-rendición, a “morar” o descansar en nosotros mismos (en nuestro verdadero ser).

Es decir, solo de forma gradual (en la mayoría de los casos) irá quedando claro que la meditación es lo que somos, no lo que hacemos, y que el yo separado o la mente finita es lo que hacemos, no lo que somos.

 

“No es posible hacer ningún esfuerzo para ser nosotros mismos.”

 

Hasta que esto no se reconozca, nos seguirá pareciendo que la meditación requiere un esfuerzo, y si este es el caso, deberíamos hacer dicho esfuerzo mientras nos lo sigamos pareciendo.

Con el tiempo, llegará un momento en el que veremos con claridad que no es posible hacer ningún esfuerzo para ser nosotros mismos, para conocernos a nosotros mismos (pues tan solo podemos hacer un esfuerzo para ser o conocer algo aparentemente distinto de nuestro propio ser) , y en ese momento nuestro esfuerzo llegará espontáneamente a su fin.

 

– Rupert Spira

 

Fuente: SerLibreMente


lunes, 23 de enero de 2023

ES URGENTE NO HACER NADA.

 

 


Esta claro para todos que el nivel actual de crecimiento material de desarrollo material no es sostenible. Yin yang y tai chi chuan proponen como solucion la adopcion a nivel mundial de tres dias de inactividad a la semana, no queremos decir con esto que los negocios deben cerrar tres dias a la semana, sino que todas las personas deben disfrutar de tres dias de inactividad por semana laboral. Los negocios, SIEMPRE abiertos, incluso por la noche.

Este escenario reduciria nuestra efectividad de destruction del medio, crearia empleos etc, pero su mayor beneficio seria el rebajar el nivel de estres colectivo.

Las personas dispondrian de tiempo libre para dedicar a su desarrollo personal y para la practica del juego, tan necesario para la salud mental. Uno de los tres dias libres deberia dedicarse al servicio de la comunidad. Repoblación forestal; Hoteles Públicos Gratuitos; Organización de Fiestas; Cuidado de Enfermos; Juegos con los Niños y Ayuda Personal a los Necesitados son actividades que no polucionan demasiado y que deben ser practicadas por todos los humanos al menos una vez a la semana.

¿Utópico? : No. Muchas comunidades en paises desarrolladas estan ya organizadas asi. Es, no solo posible sino que imprescindible.

TENEMOS que reducir nuestro nivel de crecimiento actual. Y esta es una de las mas sencillas formas de conseguirlo.

Naturalmente acompañandolo de medidas como la libertad de jubilacion, la opertura y gratuidad de las universidades y hospitales y la creacion de un senado mundial, retiro para politicos honestos.

Y, conociendo como nos conocemos, Este senado deberia controlar a un ejercito profesional y unico, integrado al principio por los ejercitos nacionales.

Es urgente que reduzcamos nuestro nivel de actividad. Personalmente puedes empezar contigo mismo. Colectivamente puedes apoyar a los grupos que veas inclinados en este sentido.

Y, comienza a practicar la meditación cada día.

 

Fuente: Ocho Gulaab

viernes, 20 de enero de 2023

EL ESPÍRITU DEL ZEN

 


Hasta hace poco tiempo el Budismo Zen era casi totalmente desconocido en Occidente, con excepción de unos pocos orientalistas cuyo interés por el tema era principalmente académico. [...]

 

El Zen es tan definidamente distinto de cualquier otra forma de Budismo, y hasta podría decirse de cualquier otra forma de religión, que ha provocado la curiosidad de muchos que normalmente no hubieran pensado en mirar hacia Oriente en busca de sabiduría práctica.

 

Una vez que se provoca curiosidad, no es fácil aplacarla, pues el Zen ejerce una particular fascinación sobre las cansadas mentes de la religión y la filosofía convencionales. Desde un comienzo el Zen se aparta de toda forma de teorización, instrucción doctrinaria y formalidades desprovistas de vida; éstas son tratadas como simples símbolos de la sabiduría, y el Zen está fundado en la práctica y en una experiencia íntima, personal, de la realidad que la mayoría de las formas de la religión y la filosofía no encaran más que como una descripción emocional e intelectual. No se quiere decir con eso que el Zen es el único camino verdadero que lleva a la iluminación; se ha dicho que la diferencia entre el Zen y otras formas de religión reside en que "todos los otros caminos trepan lentamente por las laderas de la montaña, pero el Zen, al igual que un camino romano, arroja a los lados todos los obstáculos y se mueve en línea recta hacia la meta". Después de todo, los credos, los dogmas y los sistemas filosóficos son solamente ideas acerca de la verdad, del mismo modo que las palabras no son hechos sino que hablan acerca de los hechos; mientras que el Zen es una vigorosa tentativa de ponerse en contacto directo con la verdad misma, sin permitir que teorías y símbolos se yergan entre el conocedor y la cosa conocida. En cierto sentido el Zen es sentir la vida en lugar de sentir algo acerca de la vida; no muestra ninguna paciencia hacia la sabiduría de segunda mano, hacia la descripción que haga cualquier persona sobre una experiencia espiritual, o las meras concepciones y creencias. Si bien la sabiduría de segunda mano es valiosa como cartel que señala el camino, con demasiada facilidad se la confunde con el camino mismo, y hasta con la meta final. Son tan sutiles las formas en que las descripciones de la verdad pueden presentarse como la verdad misma, que el Zen es con frecuencia una forma de iconoclastía, una destrucción de las simples imágenes intelectuales de la realidad viviente, cognoscible solamente a través de la experiencia personal.

 

Pero es en sus métodos de instrucción donde el Zen es único. No hay en él enseñanza doctrinaria, ningún estudio de escrituras, nada de programas formales de desarrollo espiritual. Aparte de unas pocas recopilaciones de sermones de los primeros maestros Zen, que son las únicas tentativas de una exposición racional de sus enseñanzas, la casi totalidad de nuestros antecedentes de la instrucción Zen son un número de diálogos (mondo) entre los maestros y sus discípulos que parecen dedicar muy poca atención a las normas usuales de la lógica y el razonamiento sano, a punto tal que aparecen a primera vista como carentes de sentido. [...]

 

Pero el Zen no trata de ser inteligible, es decir, de poder ser comprendido por el intelecto. El método del Zen es desconcertar, excitar, intrigar y agotar al intelecto hasta que se perciba que la intelección es solamente acerca de; habrá de provocar, irritar y volver a agotar a las emociones hasta que se vea claramente que la emoción es solamente sentir acerca de , y luego discurrir, cuando el discípulo haya sido sometido a una impasse intelectual y emocional, sobre cómo salvar la brecha que existe entre el contacto conceptual de segunda mano con la realidad y la experiencia de primera mano. Para lograr esto pondrá en juego una facultad más elevada de la mente, conocida como intuición o Buddhi, denominada en ocasiones "Ojo del Espíritu". Resumiendo: el Zen aspira a concentrar la atención sobre la realidad misma, en lugar de hacerlo sobre nuestras reacciones intelectuales y emocionales ante la realidad; siendo la realidad ese algo siempre cambiante, siempre creciente, que conocemos como "vida", que jamás se detiene ni por un instante para que nosotros la hagamos encajar satisfactoriamente dentro de un rígido sistema de casilleros e ideas.

 

Es así como cualquiera que haga la tentativa de escribir sobre Zen, tiene que enfrentarse con dificultades insólitas: no puede jamás explicar, sólo puede indicar; tan sólo puede ir planteando problemas y proporcionando indicios que, cuando mucho, apenas alcanzaran a acercar al lector a la verdad, pero en el mismo instante en que trata de llegar a una definición exacta, la cosa se le desliza de las manos, y la definición termina siendo nada más que una concepción filosófica.

 

Fuente: Osho Gulaab